19 noviembre, 2023

Domingo 33 (A) del tiempo ordinario

 

 

Domingo 33 (A) del tiempo ordinario
La Parábola de los Talentos

Texto del Evangelio (Mt 25,14-30):En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «Un hombre, al ausentarse, llamó a sus siervos y les encomendó su hacienda: a uno dio cinco talentos, a otro dos y a otro uno, a cada cual según su capacidad; y se ausentó.

»Enseguida, el que había recibido cinco talentos se puso a negociar con ellos y ganó otros cinco. Igualmente el que había recibido dos ganó otros dos. En cambio el que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor.

»Al cabo de mucho tiempo, vuelve el señor de aquellos siervos y ajusta cuentas con ellos. Llegándose el que había recibido cinco talentos, presentó otros cinco, diciendo: ‘Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes otros cinco que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.

»Llegándose también el de los dos talentos dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes otros dos que he ganado’. Su señor le dijo: ‘¡Bien, siervo bueno y fiel!; en lo poco has sido fiel, al frente de lo mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor’.

»Llegándose también el que había recibido un talento dijo: ‘Señor, sé que eres un hombre duro, que cosechas donde no sembraste y recoges donde no esparciste. Por eso me dio miedo, y fui y escondí en tierra tu talento. Mira, aquí tienes lo que es tuyo’. Mas su señor le respondió: ‘Siervo malo y perezoso, sabías que yo cosecho donde no sembré y recojo donde no esparcí; debías, pues, haber entregado mi dinero a los banqueros, y así, al volver yo, habría cobrado lo mío con los intereses. Quitadle, por tanto, su talento y dádselo al que tiene los diez talentos. Porque a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Y a ese siervo inútil, echadle a las tinieblas de fuera. Allí será el llanto y el rechinar de dientes’».

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«A todo el que tiene, se le dará y le sobrará» P. Antoni POU OSB Monje de Montserrat (Montserrat, Barcelona, España)

Hoy, Jesús nos narra otra parábola del juicio. Nos acercamos a la fiesta del Adviento y, por tanto, el final del año litúrgico está cerca.

Dios, dándonos la vida, nos ha entregado también unas posibilidades -más pequeñas o más grandes- de desarrollo personal, ético y religioso. No importa si uno tiene mucho o poco, lo importante es que se ha de hacer rendir lo que hemos recibido. El hombre de nuestra parábola, que esconde su talento por miedo al amo, no ha sabido arriesgarse: «El que había recibido uno se fue, cavó un hoyo en tierra y escondió el dinero de su señor» (Mt 25,18). Quizá el núcleo de la parábola pueda ser éste: hemos de tener la concepción de un Dios que nos empuja a salir de nosotros mismos, que nos anima a vivir la libertad por el Reino de Dios.

La palabra «talento» de esta parábola -que no es nada más que un peso que denota la cantidad de 30 Kg de plata- ha hecho tanta fortuna, que incluso ya se la emplea en el lenguaje popular para designar las cualidades de una persona. Pero la parábola no excluye que los talentos que Dios nos ha dado no sean sólo nuestras posibilidades, sino también nuestras limitaciones. Lo que somos y lo que tenemos, eso es el material con el que Dios quiere hacer de nosotros una nueva realidad.

La frase «a todo el que tiene, se le dará y le sobrará; pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará» (Mt 25,29), no es, naturalmente, una máxima para animar al consumo, sino que sólo se puede entender a nivel de amor y de generosidad. Efectivamente, si correspondemos a los dones de Dios confiando en su ayuda, entonces experimentaremos que es Él quien da el incremento: «Las historias de tantas personas sencillas, bondadosas, a las que la fe ha hecho buenas, demuestran que la fe produce efectos muy positivos (…). Y, al revés: también hemos de constatar que la sociedad, con la evaporación de la fe, se ha vuelto más dura…» (Benedicto XVI).

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Es necesario, hermanos míos, que pongáis sumo cuidado en la custodia de la caridad, en toda acción que tengáis que realizar» (San Gregorio Magno)
  • «Vivamos para el Señor y asentemos nuestra vida sobre su amor, como hizo Jesús: podremos saborear la alegría auténtica, y nuestra vida no será estéril, será fecunda» (Francisco)
  • «Los testigos que nos han precedido en el Reino (…) contemplan a Dios, lo alaban y no dejan de cuidar de aquellos que han quedado en la tierra. Al entrar ‘en la alegría’ de su Señor, han sido ‘constituidos sobre lo mucho’. Su intercesión es su más alto servicio al plan de Dios. Podemos y debemos rogarles que intercedan por nosotros y por el mundo entero»
  • (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.683)

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-11-19)

18 noviembre, 2023

Dedicación de las Basílicas de los apóstoles San Pedro y San Pablo

 Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

  

¡Oh!, Dedicación de las Basílicas de San Pedro
y San Pablo, vosotras sois el cúlmen de nuestra fe
pues, llevan los nombres de los dos apóstoles
y santos más amados del Dios de la Vida, y cuyo
carisma eterno e impercedero, vive en la roca viva
plasmado en gloriosos Templos, que nos recuerdan
vuestra grandeza singular. Vosotras dos, sois
columnas vivas de amor, fe y esperanza, al igual
que lo eran y lo son vuestras vuestras santas vidas
que hoy convertidos en  «Templos de Amor» están,
sobre vuestras tumbas, hacia la Celeste Patria
apuntando, para recuerdo del hombre y del mundo
 y de vuestras increíbles entregas de amor y fe.
Vuestras construcciónes las debemos a Nicolás Papa
V y su término y consagración a Urbano Papa VIII, para
la Basílica de San Pedro; y para la de San Pablo,
a San León Magno Papa y el emperador Teodosio, pero,
destruida por un incendio, se construyó la nueva
consagrada por Pío Nono Papa. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, Basílicas de San Pedro y San Pablo, “vivo Amor de Dios”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Noviembre
Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

Propongámonos tener siempre el más grande respeto y veneración por nuestros templos.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua. La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado “Las tres fontanas”, porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: “A San Pablo, Apóstol y Mártir”.

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

(http://ewtn.com/spanish/Saints/Dedicación_de_las_basílicas_de_San_Pedro_San_Pablo.htm)

 

17 noviembre, 2023

Santa Isabel de Hungría, Reina y Servidora de los Pobres y Enfermos

 

Conocé la historia de Isabel de Hungría, ejemplo de solidaridad y ayuda -  Novedades - Hospital Santa Isabel de Hungría

 

¡Oh!; Santa Isabel de Hungría; vos, sois la hija
del Dios de la Vida, y su amada santa. Aquella mujer
que, habiendo vestido de realeza, renunciasteis
a todos vuestros honores habidos y por haber y a los 
bienes materiales para luego, hacer votos de pobreza
 en imitación a San Francisco y Santa Clara de Asís,
consagrándoos al servicio de los pobres y débiles,
como humilde, santa y fervorosa sierva franciscana.
“¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de
espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”.
Os preguntasteis aquella vez que decidisteis entrar
en el Templo, para nunca más vestiros de lujo al visitar
la casa de Dios. Y, así, cambiasteis vuestros vestidos
de princesa por un hábito de hermana franciscana
y vuestros cuatro años últimos de vuestra devota vida
os dedicasteis a atender a los pobres y enfermos
del hospital que habíais fundado. Cada día, recorríais
ciudades, calles y campos, limosnas pidiendo para vuestros
pobres. Vivíais en una humilde choza junto al hospital
y os pasabais tejiendo y pescando para obtener dinero,
con qué comprarles medicinas a vuestros enfermos. Poco
antes de morir, un hermano lego os suplicó interceder
por su brazo roto y él, os dijo: “¿Señora, usted que
siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora
está tan hermosamente vestida?”. Y vos, contestasteis
sonriente: “¡Es que voy para la gloria. Acabo de morir
para la tierra! Estire su brazo que ya ha quedado curado”.
¡Y, aquél hombre quedó sano! Hoy, vos, estáis coronada
toda de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor.
Os rogamos pues que, en mérito de vuestra santa vida,
intercedáis ante Jesús, Dios y Señor Nuestro, para que
suscite en nuestro mundo mujeres que sirvan al Dios Trino
y Señor de la Vida y de la Luz, en los pobres, los débiles,
los menesterosos y en los más descreídos del mundo.
¡Santa Patrona de todos los pobres y débiles del mundo!;
¡Oh!; Santa Isabel, “vivo amor y pobreza de Cristo Jesús”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de noviembre
Santa Isabel de Hungría
Viuda
(1207- 1231)

Oración

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

“Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados.”

Su Vida

Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: “Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?”. Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban: “Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros”.

Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desampardos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: “Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?”

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: “¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”. Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.

Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó este inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.

El pueblo la llamaba “la mamacita buena”

Uno sacerdotes de aquella época escribió: “Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada”. Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes.

El mismo emperador Federico II afirmó: “La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura”.

Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.

El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: “¿Señora, Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?”. Y ella sonriente le dijo: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”. El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte. Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Una Historia

No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapidando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis, quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.

– Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena. Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:

– ¿Qué llevas en la falda?

– Nada…, son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.

Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Isabel_de_Hungría.htm)

16 noviembre, 2023

Santa Gertrudis, “recostó su cabeza sobre el pecho del Señor”

 

 Santa Gertrudis

 

¡Oh!, Santa Gertrudis; vos, sois, la hija del Dios de la Vida,
su sierva y amada santa, que, por vuestro amor al Dios de la
Vida y del Amor, os llevó a revelaciones y mensajes recibir,
útiles para el hombre de vuestro tiempo y del nuestro.
Además, primera en propagar la devoción a Su Sagrado
Corazón y el culto devotísimo a San José, terreno. A vos,
os recuerdan San Juan de la Cruz, Teresa de Jesús
Santa, Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa
Margarita, entre otros siervos de Dios, por abierto haber,
la maravillosa puerta de la luz mística en este valle de
lágrimas. Cuando se os apareció Jesús así lo narrasteis:
«Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba
hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro
Señor y me dijo: Hasta ahora te has dedicado a comer polvo
como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer
miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate
a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero
maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz».
Dijisteis más adelante:
«cambié el estudio de ciencias naturales
y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura».
Jesucristo os dijo un día: «Gertrudis, tú serás mi heraldo»
Vos, escribisteis en cinco libros los mensajes que recibisteis
en vuestras revelaciones, y a vuestra obra le llamasteis:
«Heraldo de la amorosa bondad de Dios». Y fiel, a vuestra
fama de amor, dijisteis poco antes de partir a la Casa del
Padre: «Esta es la más dulce de las alegrías, la que más
había deseado, porque a encontrarme con Cristo voy”. Y,
así, os marchasteis de este mundo para recibir justísimo
premio: coronada ser de pura luz eterna. Santa Patrona de
las personas místicas de todo el orbe terreno. ¡Aleluya!;
¡Oh!, Santa Gertrudis; «viva sierva del Dios Vivo y eterno»».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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16 de Noviembre

Santa Gertrudis Mística
Año 1302

Gertrudis es una palabra que en su idioma significa “fiel defensora” (ger = defensora, trud = fiel). Santa Gertrudis es la patrona de las personas místicas, porque ella fue la primera gran mística de quien se tenga historia (la Iglesia llama místicas a las personas que se dedican a tratar directamente con Dios por medio de fervorosísimas oraciones, y a recibir de Él, mensajes y revelaciones). Más tarde aparecerán otras grandes místicas como Santa Brígida, Santa Catalina, Santa Teresa y Santa Margarita, etc., pero la primera de la cual se conocen las revelaciones recibidas es nuestra santa de hoy. Por eso es tan importante.

Santa Gertrudis fue la primera en propagar la devoción al Sagrado Corazón y el culto a San José. Los demás santos que después propagaron estas devociones se basaron en revelaciones recibidas por esta gran mística. Nació en Eisleben (Alemania) en el año 1256.

A los 5 años fue llevada al convento de unas monjitas muy fervorosas y allí demostró tener cualidades excepcionales para el estudio. Sobresalía entre todas por la facilidad con la que aprendía la literatura y las ciencias naturales, y por su modo tan elegante de emplear el idioma. Y tenía la fortuna de que la superiora del convento era su tía Santa Matilde, otra gran mística, que frecuentemente recibía mensajes de Dios.

Hasta los 25 años Gertrudis fue una monjita como las demás, dedicada a la oración, a los trabajos manuales y a la meditación. Solamente que sentía una inclinación sumamente grande por los estudios, aunque era a los estudios mundanos de literatura, historia, idiomas y ciencias naturales. Pero en esa edad recibió la primera de las revelaciones que la hicieron famosa, y desde aquel día su vida se transformó por completo.

Así lo narra ella misma: “Estaba yo en un rincón de la capilla donde acostumbraba hacer mis tibias oraciones, cuando se me apareció Nuestro Señor y me dijo: – Hasta ahora te has dedicado a comer polvo como los que no tienen fe. De allí has tratado de extraer miel y sólo has encontrado espinas. Desde ahora dedícate a meditar en mis mensajes y ahí sí encontrarás el verdadero maná que te alimentará y te dará la fortaleza y la paz”.

Desde esa fecha, Gertrudis que antes se había dedicado a lecturas mundanas, cambió por completo su preferencia en cuanto a lo que leía y dedicó todos sus tiempos libres a leer la S. Biblia, y los escritos de los santos padres, especialmente San Agustín y San Bernardo. Ella dice: “cambié el estudio de ciencias naturales y literatura, por el de la teología y la Sagrada Escritura”. Y en sus escritos se notará en adelante que su ciencia la ha ido a beber (después de las revelaciones que Dios le hizo) en los libros sagrados de la Biblia y de los santos.

En sus 47 años de vida, Gertrudis no se diferenció externamente de las demás monjitas de su convento. Copiaba pasajes de la S. Biblia (en ese tiempo todavía no existía la imprenta y todo había que escribirlo a mano), componía explicaciones de la Sagrada Escritura para darlas a las otras religiosas, y sufría en silencio sus enfermedades que no eran pocas. Pero internamente su vida era muy distinta, porque dialogaba con Dios a cada rato.

Jesucristo le dijo un día: “Gertrudis, tú serás mi heraldo” (Se llama heraldo el que transmite mensajes de un superior). Y ella escribió en cinco libros los mensajes que recibió en sus revelaciones, y a su obra le puso por nombre: “Heraldo de la amorosa bondad de Dios”. A esta obra que se ha hecho famosa entre todas las personas que se dedican a la mística, se le ha llamado también: “Revelaciones de Santa Gertrudis“. Allí se contienen visiones, comunicaciones, y experiencias místicas, y estas experiencias se han repetido después en muchas otras almas santas como por ejemplo San Juan de la cruz, Santa Teresa, Santa Magdalena de Pazzi, Santa Gema y muchísimos santos más.

Dice la santa que un día vio que de la herida del costado de Cristo salía un rayo de luz y llegaba al corazón de ella. Desde entonces sintió un amor tan grande hacia Jesucristo, como nunca antes lo había experimentado.

Su amistad con Santa Matilde. Esta otra gran santa era 15 años mayor que Santa Gertrudis y le contaba las revelaciones que ella había recibido también. Las dos (adelantándose varios siglos a lo que después se aceptaría) recomendaban mucho la comunión frecuente, la devoción al Sagrado Corazón y el encomendarse a San José. Un día Santa Matilde supo que su sobrina Gertrudis venía copiando todas las experiencias místicas y las revelaciones que ella le había contado, y se alarmó. Pero el Señor le comunicó que Él mismo le había inspirado a Gertrudis el deseo de escribir tales experiencias y revelaciones, y entonces la misma Matilde se encargó de corregir aquel escrito, el cual fue publicado con el título de “Revelaciones de Santa Matilde”.

Santa Matilde le preguntó a Jesús: “Señor, fuera de la Santa Hostia, ¿dónde te puedo encontrar?” – Y Jesús le respondió: “Búscame en el corazón de Gertrudis”.

Dice Gertrudis que un día Jesús acercó totalmente el corazón de Matilde a su Sagrado Corazón, y que desde esa fecha aquella santa quedó totalmente enamorada de Cristo.

Los especialistas afirman que los libros de Santa Gertrudis son, junto con las obras de Santa Teresa y Santa Catalina, las obras más útiles que una mujer haya dado a la Iglesia para alimentar la piedad de las personas que desean dedicarse a la vida contemplativa”. Es una de las Patronas de los escritores católicos.

Cuando le fue anunciado que se acercaba su muerte exclamó: “Esta es la más dulce de las alegrías, la que más había deseado, porque voy a encontrarme con Cristo”. Y dictó sus últimos pensamientos acerca de la muerte, que son de lo más sublime que se haya escrito. Murió el 17 de noviembre del año 1302. (su fiesta se celebra el 16 de noviembre). Que Cristo Jesús nos regale también a nosotros una llamarada de amor hacia Él, como la que le concedió a su fiel sierva Gertrudis.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Gerturdis.htm)

15 noviembre, 2023

San Alberto Magno, el Doctor de la Iglesia patrocinado por la Virgen María

 San Alberto Magno

 

 ¡Oh!, San Alberto Magno; vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y el más sabio y amoroso
de vuestro tiempo porque, vuestra cerviz reclinasteis
ante Nuestra Señora, Santa Madre de Dios, pidiéndole
sabiduría y, ella, os fue en el mismo acto concedida
de manera maravillosa y María misma os dijo: “Alberto,
¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí
que soy “Trono de la Sabiduría?”. ¡Y, así lo hicisteis!
Y, ya con Ella en vuestro corazón, la compartisteis
con el mundo de vuestro tiempo y, en “blanco y negro”
plasmasteis el saber todo de Dios, en temas de Teología,
Filosofía, Geografía, Química, Astronomía y muchos
otros saberes más. No en vano, llamado erais “El Magno”,
“el grande” y el “Doctor Universal”, porque, de todo
sabíais cuando erais consultado. Vos, que habiendo
sido de familia pudiente y de alta alcurnia, Alemania
toda la recorristeis, predicando y viajando de limosna
y además, hospedándoos como un simple limosnero con
el sólo afán, de aumentar vuestra humildad. Y, así, un día,
mientras gastabais vuestra santa vida con vuestros hermanos
religiosos, voló vuestra alma al cielo para luego coronada
ser, con corona eterna de luz y de gloria como muy justo
premio a vuestra entrega increíble e inmensa de amor,
pues toda vuestra vida llevar fue, a todas las almas hacia
Dios, pues, es Él, la única “Vida verdadera y caridad”;
¡oh!, San Alberto Magno; “vivo Amor del Dios de la Vida”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Noviembre
San Alberto Magno
Doctor de la Iglesia
Año 1280

La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien. El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse. (S. Biblia. Proverbios).

Alberto significa: “de buena familia” (Al = familia. Bert = buena). Ya en su tiempo la gente lo llamaba “El Magno”, el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también “El Doctor Universal” porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La gente decía “Sabe todo lo que se puede saber” y le daba el título de “milagro de la época”, “maravilla de conocimientos” y otros más. Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.

Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: “Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?”.

Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías”. Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: “Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima”. Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente. Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.

Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.

El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Alberto_Magno.htm)

14 noviembre, 2023

San José Pignatelli, Restaurador de los Jesuitas

 San José Pignatelli

 

 ¡Oh! San José Pignatelli, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, conocido como «Restaurador de los Jesuitas»
porque tratasteis de que los religiosos de vuestra comunidad
pudieran sobrevivir a pesar de la implacable persecución. Vos,
enseñabais el catecismo a los niños y a los presos. El rey
Carlos Tercero, obedeció a los masones y declaró que, de España
y de todos los territorios de América, expulsados fueran.
Vos, y vuestro hermano, recibieron la oferta de poder quedaros
en España pero, con la condición de que, se salieran de la
Compañía de Jesús y no aceptando, preferisteis iros al destierro.
Clemente Catorce, dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús
y miles de Jesuitas quedaron fuera de sus casas religiosas. Vos,
y vuestros compañeros, cuando oyeron leer el decreto exclamaron:
“Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de
todo corazón”. Viente años pasasteis junto a la de los demás
jesuitas, con tremendos sufrimientos. En Bolonia, estuvisteis
dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales,
y a coleccionar libros y manuscritos de la Compañía de Jesús
y ayudando a vuestros compañeros. Muchos de ellos estaban en la
miseria y si eran españoles, no les dejaban ejercer el sacerdocio.
Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de los
jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar
en su país el decreto de acabar con la Compañía de Jesús, y
recibió a varios religiosos de vuestra comunidad. Vos, con el permiso
el Papa Pío sexto, os afiliasteis a los jesuitas de Rusia y con
la ayuda de ellos empezasteis organizar a los jesuitas en Italia.
Conseguíais vocaciones y mandabais a los novicios a Rusia y allá
eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia
os nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío
Séptimo, aprobó vuestro nombramiento. Y, así la comunidad empezaba
a renacer otra vez. Vos orabais, y trabajabais sin descanso por
conseguir que vuestra Comunidad, volviera a renacer. Fuisteis
nombrado Provincial y lograsteis restablecer casas de Jesuitas
en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña. Ya estabais
para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera otra vez la
Compañía de Jesús, pero, Napoleón se llevó preso a Pío Séptimo
al destierro. Y así, habiendo gastado toda vuestra vida en
buena lid, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada con
corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh! San Jose Pignatelli, «vivo amor por el Dios Vivo y eterno».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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14 de Noviembre
San José Pignatelli
Restaurador de los Jesuitas

El mérito especial de este santo fue el de conservar lo que quedaba de la Compañía de Jesús (que es la Comunidad religiosa más numerosa en la Iglesia Católica) y tratar de que los religiosos de esa comunidad pudieran sobrevivir, a pesar de una terrible persecución. De familia italiana, nació en Zaragoza (España) en 1737. Se hizo jesuita y empezó a trabajar en los apostolados de su Comunidad, especialmente en enseñar catecismo a los niños y a los presos. En 1767 la masonería mundial se puso de acuerdo para pedir a todos los gobernantes que expulsaran de sus países a los Padres Jesuitas. El rey Carlos III de España obedeció las órdenes masónicas y declaró que de España y de todos los territorios de América que dependían de ese país quedaban expulsados los jesuitas. Con este decreto injusto le hizo un inmenso mal a muchas naciones y a la Santa Iglesia Católica.

El Padre José Pignatelli y su hermano, que eran de familia de la alta clase social, recibieron la oferta de poder quedarse en España pero con la condición de que se salieran de la Compañía de Jesús. Ellos no aceptaron esto y prefirieron irse al destierro. Se fueron a la Isla de Córcega, pero luego los franceses invadieron esa isla y de allá también los expulsaron.

En 1774 Clemente XIV por petición de los reyes de ese tiempo dio un decreto suprimiendo la Compañía de Jesús. Como efecto de ese Decreto 23,000 jesuitas quedaron fuera de sus casas religiosas. El Padre Pignatelli y sus demás compañeros, cuando oyeron leer el terrible decreto exclamaron: “Tenemos voto de obediencia al Papa. Obedecemos sin más, y de todo corazón”.

Durante los 20 años siguientes la vida del Padre José y la de los demás jesuitas será de tremendos sufrimientos. Pasando por situaciones económicas sumamente difíciles (como los demás jesuitas dejados sin su comunidad), pero siempre sereno, prudente, espiritual, amable, fiel.

Se fue a la ciudad de Bolonia y allí estuvo dedicado a ayudar a otros sacerdotes en sus labores sacerdotales, y a coleccionar libros y manuscritos relacionados con la Compañía de Jesús y a suministrar ayuda a sus compañeros de religión. Muchos de ellos estaban en la miseria y si eran españoles no les dejaban ni siquiera ejercer el sacerdocio. Un día al pasar por frente a una obra del gobierno, alguien le dijo que aquello lo habían construido con lo que les habían quitado a los jesuitas, y Pignatelli respondió: “Entonces deberían ponerle por nombre “Haceldama”, porque así se llamó el campo que compraron con el dinero que Judas consiguió al vender a Jesús.

Cuando los gobiernos de Europa se declaraban en contra de los jesuitas, la emperatriz de Rusia, Catalina, prohibió publicar en su país el decreto que mandaba acabar con la Compañía de Jesús, y recibió allá a varios religiosos de esa comunidad. El Padre Pignatelli con permiso del Papa Pío VI se afilió a los jesuitas que estaban en Rusia y con la ayuda de ellos empezó a organizar otra vez a los jesuitas en Italia. Conseguía vocaciones y mandaba los novicios a Rusia y allá eran recibidos en la comunidad. El jefe de los jesuitas de Rusia lo nombró provincial de la comunidad en Italia, y el Papa Pío VII aprobó ese nombramiento. Así la comunidad empezaba a renacer otra vez, aunque fuera bajo cuerda y en gran secreto.

El Padre Pignatelli oraba y trabajaba sin descanso por conseguir que su Comunidad volviera a renacer. En 1804 logró con gran alegría que en el reino de Nápoles fuera restablecida la Compañía de Jesús. Fue nombrado Provincial. Con las generosas ayudas que le enviaban sus familiares logró restablecer casas de Jesuitas en Roma, en Palermo, en Orvieto y en Cerdeña. Ya estaba para conseguir que el Sumo Pontífice restableciera otra vez la Compañía de Jesús, cuando Napoleón se llevó preso a Pío VII al destierro.

El Padre Pignatelli murió en 1811 sin haber logrado que su amada Comunidad religiosa lograra volver a renacer plenamente, pero tres años después de su muerte, al quedar libre de su destierro el Papa Pío VII y volver libre a Roma, decretó que la Compañía de Jesús volvía a quedar instituida en todo el mundo, con razón Pío XI llamaba a San José Pignatelli “el anillo que unió la Compañía de Jesús que había existido antes, con la que empezó a existir nuevamente”. Los Jesuitas lo recuerdan con inmensa gratitud, y nosotros le suplicamos a Dios que a esta comunidad y a todas las demás comunidades religiosas de la Iglesia Católica las conserve llenas de un gran fervor y de grandísima santidad.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/José_Pignatelli.htm)

13 noviembre, 2023

Santa Francisca Javiera Cabrini M.S.C. Patrona de los Imigrantes

Santa Francisca Javiera Cabrini

13 de Noviembre
Santa Francisca Javiera Cabrini M.S.C.
Patrona de los Inmigrantes

Fue una religiosa excepcional, cuya vida estuvo consagrada al servicio de los inmigrantes, es decir, de aquellos que dejaron atrás la tierra en que nacieron en busca de una vida mejor. El Papa León XIII dijo de ella: “La madre Cabrini es una mujer muy inteligente y de gran virtud… es una santa”. Hoy, esa empeñosa mujer es considerada como la patrona de los inmigrantes. El halago del Papa León no era ni ocasional ni gratuito; León XIII pudo conocer y tratar personalmente a esta religiosa italiana que emigró a Estados Unidos y que, impulsada por el amor a Cristo, se convirtió en testimonio vivo del Señor entre quienes iban poblando el vasto territorio norteamericano.

Como fruto de ese ardor misionero, la Madre Cabrini es hoy la primera ciudadana estadounidense en ser canonizada y llegar a los altares.

Si una puerta se cierra, otra se abrirá

María Francisca Cabrini nació en Sant'Angelo Lodigiano, Lombardía (Italia), el 15 de julio de 1850, en el seno de una familia acomodada. Desde pequeña quedó fascinada con las  lecturas y relatos de hombres y mujeres que dejaron la patria y emprendieron empresas misioneras en tierras lejanas con el propósito de anunciar el Evangelio. De jovencita, Francisca tuvo la inquietud de seguir aquel camino, pero sus padres la enviaron a estudiar con las religiosas de Arluno para que fuera maestra de escuela.

En 1870, tiempo después de la muerte de sus padres, Francisca intentó ingresar a la congregación con la que realizó sus estudios, pero no fue admitida debido a sus problemas de salud. Luego, hizo otro intento en una orden diferente, pero tampoco fue recibida.

En medio de la decepción por las negativas sufridas, recibió la invitación de un obispo y un sacerdote amigo para ingresar a trabajar en el orfanato “Casa de la Providencia”, donde la fundadora del recinto, la señora Tondini, había realizado una administración deficiente. La santa aceptó y con un grupo de compañeras que ya trabajaban allí fue madurando un proyecto espiritual que terminaría en la fundación de las Hermanas Misioneras del Sagrado Corazón.

El inspirador del proyecto, a cuya intercesión lo consagraron, fue San Francisco Javier, el célebre evangelizador de Japón. En honor al santo jesuita, Francisca añadiría “Javiera” a su nombre.
 

Las pruebas fortalecen: hacia Occidente

Lamentablemente, a pesar de los esfuerzos del grupo de mujeres, el obispo aconsejó a Francisca dejar de lado la institución y cerró el orfanato. Debido a ello, la Madre Cabrini y sus hermanas tuvieron que trasladarse a un convento franciscano que estaba vacío. Allí, redactaría las reglas del nuevo instituto, que finalmente serían aprobadas por su obispo. A partir de entonces, la obra espiritual de la Madre crecería, abriéndose otras casas para albergar a las nuevas vocaciones.

La Madre Cabrini entonces emprende el viaje a Roma con el propósito de obtener la aprobación de la Santa Sede para su congregación. En el interín, el arzobispo de Nueva York se pone en contacto con ella para pedirle que enviara a sus religiosas a Estados Unidos. Ciertamente, el deseo de la Madre Cabrini en ese momento era otro, su idea era ir a China; sin embargo, el Papa León XIII la animó a ir hacia Occidente y no al Oriente.

Ante la duda, fe y la obediencia

Así, la Madre cruzó el Atlántico y llegó a Nueva York en 1889. Allí se encontró con una realidad pastoral muy dura entre los inmigrantes europeos. Muchos de ellos vivían en la precariedad moral y habían abandonado su fe.

Dadas las dificultades, el arzobispo de Nueva York empezó a dudar sobre la pertinencia de su invitación y pensó que lo mejor sería que las hermanas vuelvan a Italia. Santa Francisca, decidida y firme, respondió con una negativa. Era el Papa quien la había enviado a allí y se iba a quedar. Con el correr de los meses, Dios fue proveyendo de lo necesario y las religiosas abrieron un orfanato, una casa para ellas y una escuela para los niños. Ese sería el inicio de su gran misión en América.

Derribando muros y mitos

Poco a poco, la congregación se fue expandiendo a lo largo y ancho de Estados Unidos, haciendo crecer la obra de Dios, especialmente entre los inmigrantes y los más necesitados. La gente que trataba con la Madre Cabrini la admiraba y la quería. Aunque estricta, Santa Francisca tenía un gran sentido de la justicia, un ingenioso sentido del humor, una vida espiritual muy fuerte y un entusiasmo inagotable. Parecía que ningún obstáculo podía hacerla retroceder cuando se proponía algo. Ni las barreras culturales, ni las dificultades de una lengua que no era la suya -el inglés- lograron hacerla desistir en su afán misionero.

“Amense unas a otras. Sacrifíquense constantemente y de buen grado por sus hermanas. Sean bondadosas; no sean duras ni bruscas, no abriguen resentimientos; sean mansas y pacíficas”, repetía a sus religiosas.
La vida es peregrinar, el cielo, la promesa cumplida

Como misionera, viajó a Nicaragua, Argentina, Costa Rica, Panamá, Chile, Brasil, Francia e Inglaterra. En 1907, fueron finalmente aprobadas las constituciones de su congregación, cuando esta ya estaba presente en ocho países y contaba con más de mil religiosas, al frente de escuelas, hospitales y otras instituciones de servicio.

Santa Francisca Javiera, la Madre Cabrini, partió a la Casa del Padre el 22 de diciembre de 1917, a los 68 años de edad -víctima de la malaria- en la ciudad de Chicago, Illinois.

(https://www.aciprensa.com/noticias/57825/cada-13-de-noviembre-se-celebra-a-santa-francisca-javier-cabrini-patrona-de-los-inmigrantes)