01 agosto, 2024

San Alfonso M. de Ligorio, Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor o Padres Redentoristas

 

 

 

¡Oh!, San Alfonso María de Ligorio, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que honrrasteis vuestro nombre
que significa: ¡“listo para el combate”! Y, así lo estuvisteis
siempre, desde el día aquél en que, siendo aún niño os visitó
San Francisco Jerónimo, quien os bendijo y anunció: “Este
chiquitín vivirá noventa años, será obispo y hará mucho bien”.
Doctor os nombraron a temprana edad, conservando pura vuestra
alma. Frecuentemente a Jesús Sacramentado visitabais y con
devoción a Nuestra Señora orabais. Dijisteis alguna vez:
“Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni
un minuto más”. Y, seguidamente preguntasteis a nuestro Señor:
“Señor, ¿qué queréis que yo haga?”. Y, Jesús os dijo muy
amorosamente: “Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo
a servirme a mí”. Y, luego, a los pies de Nuestra Señora de
la Merced y el Sagrario, al mundo renunciasteis, dejasteis
vuestra espada y, fundasteis “La Congregación del Santísimo
Redentor”. Y, a imitación de Jesús, por la ciudad y el campo
marchasteis, el evangelio predicando y sabe Él, cómo, os
disteis tiempo para confesar, preparar misiones y escribir
vuestros ciento once libros, opúsculos impresos y dos mil
manuscritos y, de ellos, vuestro famoso libro: “Las Glorias
de María”. Dios, os probó con enfermedades y fuisteis perdiendo
la vista y el oído. “Soy medio sordo y medio ciego, pero,
si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto”.
Os placía, pasar muchas horas junto al Santísimo Sacramento.
A veces os acercabais al sagrario y decíais: “¿Jesús, me oyes?”.
Y, claro ¡Él os escuchaba! Os encantaba que os leyeran Vidas de
Santos y luego preguntabais: “¿Ya rezamos el rosario? ¡Porque
del Rosario depende mi salvación!”. “Traedme, a Jesucristo”,
decíais, pidiendo la comunión. Y, así, habiendo gastado
vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser con corona de luz, como premio justo
a vuestra entrega increíble de amor. “Santo Patrón de los
Confesores y Moralistas” de todo el orbe de la tierra. ¡Aleluya!
¡oh!, San Antonio María, “vivo soldado del Dios de la Vida y del Amor”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1ro. de Agosto
San Alfonso M. de Ligorio
Fundador de la Congregación del Santísimo Redentor o Padres Redentoristas
(1696 – 1787)

Alfonso significa: “listo para el combate”.

Nació cerca de Nápoles el 27 de septiembre de 1696. Sus padres fueron Don José, Marqués de Ligorio y Capitán de la Armada naval, y Doña Ana Cabalieri. Nuestro santo fue el primogénito de siete hermanos, cuatro varones y tres niñas. Siendo aún niño fue visitado por San Francisco Jerónimo el cual lo bendijo y anunció: “Este chiquitín vivirá 90 años, será obispo y hará mucho bien”.

A los 16 años, caso excepcional obtiene el grado de doctor en ambos derechos, civil y canónico, con notas sobresalientes en todos sus estudios.Para conservar la pureza de su alma escogió un director espiritual, visitaba frecuentemente a Jesús Sacramentado, rezaba con gran devoción a la Virgen y huía como de la peste de todos los que tuvieran malas conversaciones.

Su padre, que deseaba hacer de él un brillante político, lo hizo estudiar varios idiomas modernos, aprender música, artes y detalles de la vida caballeresca. Y en su profesión de abogado iba obteniendo resaltantes triunfos. Pero todo esto no lo dejaba satisfecho, por el gran peligro que en el mundo existe de ofender a Dios.

A sus compañeros les repetía: “Amigos, en el mundo corremos peligro de condenarnos”. Más tarde escribiría: “Las vanidades del mundo están llenas de amargura y desengaños. Lo sé por propia y amarga experiencia”. Su padre quería casarlo con alguna joven de familia muy distinguida para que formara un hogar de alta clase social. Pero cada vez que le preparaban algún noviazgo, la novia tenía que exclamar: “Muy noble, muy culto, muy atento, pero… ¡Vive más en lo espiritual que en lo material!.

Hubo un pleito famoso entre el Doctor Orsini y el gran duque de Toscana. El Dr. Alfonso defendía al de Orsini. Su exposición fue maravillosa, brillante. Sumamente aplaudida. Creía haber obtenido el triunfo para su defendido. Pero apenas terminada su intervención, se le acerca el jefe de la parte contraria, le alarga un papel y le dice: “Todo lo que nos ha dicho con tanta elocuencia cae de su base ante este documento”.

Alfonso lo lee, y exclama: “Señores, me he equivocado”, y sale de la sala diciendo en su interior: “Mundo traidor, ya te he conocido. En adelante no te serviré ni un minuto más”. Se encierra en su cuarto y está tres días sin comer. No hace sino rezar y llorar. Después se dedica a visitar enfermos, y un día en un hospital de incurables le parece que Jesús le dice: “Alfonso, apártate del mundo y dedícate sólo a servirme a mí”. Emocionado le responde: “Señor, ¿qué queréis que yo haga?”.

Y se dirige luego a la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced y ante el sagrario hace voto de dejar el mundo. Y como señal de compromiso deja su espada ante el altar de la Sma. Virgen. Pero tuvo que sostener una gran lucha espiritual para convencer a su padre, el cual cifraba en este hijo suyo, brillantísimo abogado, toda la esperanza del futuro de su familia. “Fonso mío – le decía llorando – ¿Cómo vas a dejar tu familia? – y él respondía: Padre, el único negocio que ahora me interesa es el de salvar almas”.

Al fin, a los 30 años de edad logra ser ordenado sacerdote. Desde entonces se dedica trabajar con las gentes de los barrios más pobres de Nápoles y de otras ciudades. Reúne a los niños y a la gente humilde, al aire libre y les enseña catecismo. Su padre que gozaba oyendo sus discursos de abogado, ahora no quiere ir a escuchar sus sencillos sermones sacerdotales. Pero un día entra por curiosidad a escucharle una de sus pláticas, y sin poderse contener exclama emocionado: “Este hijo mío me ha hecho conocer a Dios”. Y esto lo repetirá después muchas veces.

Se le reunieron otros sacerdotes y con ellos, el 9 de noviembre de 1752, fundó la Congregación del Santísimo Redentor (o Padres Redentoristas). Y a imitación de Jesús se dedicaron a recorrer ciudades, pueblos y campos predicando el evangelio. Su lema era el de Jesús: “Soy enviado para evangelizar a los pobres”.

Durante 30 años, con su equipo de misioneros, recorre campos, pueblos, ciudades, provincias, permaneciendo en cada sitio 10 o 15 días predicando, para que no quedara ningún grupo sin ser instruido y atendido espiritualmente. La gente al ver su gran espíritu de sacrificio, corría a su confesionario a pedirle perdón de sus pecados. Solía decir que el predicador siembra y el confesor recoge la cosecha.

Es admirable como a San Alfonso le alcanzaba el tiempo para hacer tantas cosas. Predicaba, confesaba, preparaba misiones y escribía. Hay una explicación: Había hecho votos de no perder ni un minuto de su tiempo. Y aprovechaba este tesoro hasta lo máximo. Al morir deja 111 libros y opúsculos impresos y 2 mil manuscritos. Durante su vida vio 402 ediciones de sus obras.

Su obra ha sido traducida a 70 lenguas, y ya en vida llegó a ver más de 40 traducciones de sus escritos. Para su libro más famoso, “Las Glorias de María”, empezó San Alfonso a recoger materiales cuando tenía 38 años de edad, y terminó de escribirlo a los 54 años, en 1750. Su redacción le gastó 16 años. Sus obras las escribió en sus últimos 35 años, que fueron años de terribles sufrimientos.

En 1762 el Papa lo nombró obispo de Santa Agueda. Quedó aterrado y dijo que renunciaba a ese honor.Pero el Papa no le aceptó la renuncia. “Cúmplase la Voluntad de Dios. Este sufrimiento por mis pecados” – exclamó – y aceptó. Tenía 66 años.

Estuvo 13 años de obispo. Visitó cada dos años los pueblos. En cada pueblo de su diócesis hizo predicar misiones, y él predicaba el sermón de la Virgen o el de la despedida. Vino el hambre y vendió todos sus utensilios, hasta su sombrero y anillo y la mula y el carro del obispo para dar de comer a los hambrientos. Cuando le aceptaron su renuncia de obispo exclamó: Bendito sea Dios que me ha quitado una montaña de mis hombros.

Dios lo probó con enfermedades. Fue perdiendo la vista y el oído. “Soy medio sordo y medio ciego – decía – pero si Dios quiere que lo sea más y más, lo acepto con gusto”. Su delicia era pasar las horas junto al Santísimo Sacramento. A veces se acercaba al sagrario, tocaba a la puertecilla y decía: “¿Jesús, me oyes?”

Le encantaba que le leyeran Vidas de Santos. Un hermano tras otro pasaban a leerle por horas y horas. Preguntaba: ¿Ya rezamos el rosario? Perdonadme, pero es que del Rosario depende mi salvación . “Traedme, a Jesucristo”, decía, pidiendo la comunión.

San Alfonso muere el 1 de agosto de 1787, (Tenía 90 años). El Papa Gregorio XVI lo declara Santo en 1839. El Papa Pío IX lo declara Doctor de la Iglesia en 1875. Para un devoto de la Virgen ninguna lectura más provechosa que “Las Glorias de María” de San Alfonso. No hay gente débil y gente fuerte en lo espiritual, sino gente que no reza y gente que sí sabe rezar. (San Alfonso)

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Alfonso_M_Ligorio.htm)

31 julio, 2024

San Ignacio de Loyola, Fundador de los Jesuitas

 Santo del día 31 de julio: San Ignacio de Loyola. Santoral católico | ACI  Prensa

¡Oh!, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, a Pamplona, vuestra
tierra la defendisteis hasta herido caer, y convaleciente
obró la divina providencia en vos, y así, en amante
de la teología os convertisteis de un momento a otro,
tanto que, gustabais de las lecturas de piadosos libros.
Y, allí descubristeis la vida de vuestro amado Jesús,
y en la lectura de la vida de los santos, vuestra vocación
verdadera: ¡Ser sacerdote de Dios! Interiores y constantes
luchas os acosaron y, entre piadosos deseos y los del mundo
a los primeros vencisteis y escogisteis poneros al servicio
de Dios en un apostolado prístino. Así, nuevamente la
providencia divina hizo carne y os dirigió al Santuario
de Nuestra Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera vuestra espada y vuestras ropas de combatiente
a sus pies santos dejasteis y, haciendo votos de pobreza,
una nueva vida comenzasteis de oración y penitencia llenas
dedicándoos en cuerpo y alma a amar a Dios, sobre todas
las cosas. Con vuestros santos escritos y con vuestros
discípulos Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla la “Compañía de Jesús”
fundasteis en especial día: el de la “Asunción de María”,
con quienes intensamente trabajasteis por los cambios
y la reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia. Vuestro libro:
“Ejercicios Espirituales”, preciosa joya para domar el alma
y alejar los sentidos del mundo. Vuestra gran obra llena
de portentos continúa hoy y poderosa se yergue y expande
por todo el orbe de la tierra, tal y conforme lo había ya
sentenciado Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, vos, que vuestra
vida la gastasteis en buena lid entregasteis vuestra alma
al cielo, recibiendo corona de luz como premio a vuestro
amor. “Santo Patrono de los ejercicios espirituales del mundo”;
¡oh!, San Ignacio de Loyola, “vivo amor, pluma y Luz de Cristo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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31 de Julio

San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.

Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.

En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ignacio_de_loyola.htm

30 julio, 2024

Santa María de Jesús Sacramentado Venegas, Fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús Sacramentado

 Santa María de Jesús Sacramentado Venegas

 ¡Oh! Santa María de Jesús Sacramentado Venegas, vos,
sois la hija del Dios de la Vida, su sierva y además
Fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús
Sacramentado. Vos, desarrollasteis una vida que os
acercó a la consagración del Señor, tanto que, os
eligieron como superiora general; hecho que aumentó
vuestra fidelidad al deber. Durante la persecusión
religiosa, os mantuvisteis firme y disciplinada en
la vida espiritual de vuestro instituto. Redactasteis
las constituciones de vuestra congregación. En la
fiesta de la Natividad, vos, y vuestras hermanas
formularon vuestros votos perpetuos. Vuestro nombre,
"Natividad", lo cambiasteis por el de "María de Jesús
Sacramentado". Vos, fundasteis dieciséis casas para
atender enfermos y ancianos desvalidos. Durante
vuestra vida, prodigasteis cuidados maternales y
amorosos a los enfermos y a las religiosas puestas
bajo vuestra tutela. Os mostrabais una increíble
fortaleza, que la atribuíais a la Comunión diaria.
Los últimos años de vuestra vida, disteis ejemplo
de amor, abnegación, entereza y profunda fe. ¡Aleluya!
¡Oh! Santa María de Jesús Sacramentado Venegas;
"vivo Amor por el Dios de la Vida y del Amor.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
Santa María de Jesús Sacramentado Venegas
Fundadora de las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús Sacramentado

Nació en Zapotlanejo, Jalisco el 8 de setiembre de 1868. Hija de un matrimonio muy numeroso -ella fue la doceava hija- desarrolló durante su juventud un estilo de vida que la acercó a la plena consagración al Señor. En noviembre de 1905 asistió, en Guadalajara, a una jornada de ejercicios espirituales donde aceptó dócilmente ser sierva del Señor, ingresando luego a un instituto religioso que recién se había creado, las Hijas del Sagrado Corazón de Jesús, fundada por el canónigo Atenógenes Silva para atender a los enfermos abandonados y a los menesterosos.

El 25 de enero de 1921 se realizaron las primeras elecciones canónicas de la congregación, siendo entonces electa superiora general; este nombramiento aumentó su fidelidad al deber. De 1926 a 1929, durante la crudelísima persecución religiosa, mantuvo con firmeza la vida espiritual y la disciplina del instituto a ella confiado y redactó las constituciones de su congregación, aprobadas por el arzobispo de Guadalajara, Mons. Francisco Orozco y Jiménez.

El 8 de setiembre de 1930, fiesta de la Natividad de María, ella y las hermanas elegidas, formularon sus votos perpetuos; su nombre, Natividad, lo cambió por el de María de Jesús Sacramentado. Durante 33 años, hasta 1954, fecha en que dejó la dirección a ella confiada, fundó dieciséis casas para atender enfermos y ancianos desvalidos. Durante su vida prodigó cuidados verdaderamente maternales a los enfermos y a las religiosas puestas bajo su tutela; su fortaleza la atribuía a la recepción cotidiana de la Sagrada Eucaristía.

Los últimos años de su vida, marcados por la enfermedad y decrepitud, dio ejemplo de abnegación y entereza. Murió en Guadalajara el 30 de julio de 1959, cuando contaba con 91 años de edad en el hospital del Sagrado Corazón de Guadalajara donde se guardan sus restos.

(https://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=754)

29 julio, 2024

Santos Marta, María y Lázaro, Discípulos y amigos de Jesús

 Santos Marta, María y Lázaro

 ¡Oh!, Santa Marta, vos, sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, la misma que, haciendo honor al significado
de vuestro nombre: “señora y jefe de hogar”, os catapultasteis
a una cima elevada de gloria. Los escritos sobre vos en
el Sagrado Libro dicen que Jesús, os amaba, junto a María
 y a Lázaro, vuestros hermanos, porque amigos erais de verdad.
Y, vos, recordareis cuando preguntasteis a Jesús: “Señor,
¿cómo os parece que mi hermana, me haya dejado a mí sola
con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me
ayude un poco en esta tarea?”. Y, Él os dijo: “Marta,Marta,
os afanáis y os preocupáis por muchas cosas. Sólo una cosa
necesaria es. María ha escogido la mejor parte, la que no
le será quitada”. Y, vos, entendiendo esto, lo escuchasteis.
Cuando Lázaro, murió, vos, presta, a Jesús, recurristeis y Él,
os dijo: “Tu hermano resucitará”. Y, creísteis que sería al
final de los tiempos. Pero, Jesús, os dijo: “Yo soy la Vida
y la Resurrección. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá”. ¿Crees esto?. Y, respondisteis: ¡Sí Señor, yo creo!
Y, os dijo Jesús: “¿Dónde lo han colocado?” Y, viéndoos llorar
a vos, y a vuestros acompañantes Él, lloró también y las
gentes decían: “¡Mirad cómo lo amaba!”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días
que está enterrado”. Y, Jesús os dijo: “¿No os he dicho que
si creéis veréis la gloria de Dios?”. Y, Jesús Dijo: “¡Lázaro,
ven afuera!”. Y, el muerto salió, llevando el sudario y las
vendas de sus manos. Santa Marta, interceded pues, para que
los “lázaros” de este tiempo, que, por el pecado “muertos”
por el mundo deambulan al llamado de Jesús, resuciten
y mañana más tarde como vos, brillen en el cielo eterno;
¡oh!, Santa Marta de Betania, “vivos oídos para en Dios Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Julio
Santos Marta, María, y Lázaro Hnos
Amigos y discípulos del Señor

ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA

Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.

Amén.

Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro” (Jn 11:5).

Lucas añade: “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: “sólo una cosa es necesaria”. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

La resurrección de Lázaro

El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está enfermo”. En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”

Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.

Marta le contesta: “Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos”.

Jesús añadió: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”

Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?”. Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta:“Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

El Banquete

Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después
Marta de Betania, Santa
de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=611)

27 julio, 2024

San Pantaleón, Médico y Mártir

 San Pantaleón - Brujula Cotidiana

   

¡Oh! San Pantaleón, vos sois el hijo del Dios de la Vida
médico, Mártir y su amado santo, que entregasteis vuestra
vida en el martirio. Erais hijo de madre cristiana, pero
os sentisteis tocado por la fe y vivíais como un pagano.
rechazando la fe cristiana. Pero, vuestra sed del saber
y vuestro deseo de ayudar a otros, os condujo a haceros
médico de fama y de gran reputación. Conocer a Hermolaos
un buen cristiano, os animó a conocer otro tipo de medicina:
“la curación proviene de lo más alto: del Amor". Así, supisteis
de la Iglesia. Y aprendisteis que la enfermedad y el sufrimiento
no lo destruyen todo. Y, "conocisteis" a Cristo en
el corazón, empezando a verlo en aquellos que sufrían
estando postrados y eran vulnerables. Cristo ganó vuestro
corazón quedando atrás vuestra indiferencia. El cruel
Diocleciano extendió la persecución a Nicomedia, y vos,
regalasteis lo que teníais a los necesitados y empezasteis
a vivir clandestinamente como otros cristianos. Pero,
colegas vuestros que os tenían envidia, os delataron y
junto a Hermolaos y otros cristianos os arrestaron. Vuestra
fama, había llegado a oídos del emperador, y este quiso
salvaros en secreto y os mandó decir que os concedía la
oportunidad de vivir, siempre y cuando renunciarais a vuestra
fe y vos, os negasteis y dejando viva prueba de vuestra
fe, curando milagrosamente a un paralítico frente a vuestros
enemigos. Y, el impío emperador montando en cólera e ira
os condenó a ser torturado hasta morir, pero como no lo
lograron tras varios intentos, se ordenó que os decapitaran
junto a vuestros compañeros. Seis fueron las formas en que
intentaron mataros: primero, os arrojaron al fuego; luego,
os echaron plomo fundido; intentaron ahogaros; os apedrearon,
os torturaron en la rueda y, finalmente, quisieron atravesar
vuestro cuerpo con una espada y ¡jamás lo lograron!, todo
por la gracia de Nuestro Señor y finalmente, los verdugos
muertos de miedo y cansados os decapitaron y ¡milagro de
milagros! Al instante el árbol al que estabais atado
floreció. Hoy vuestras reliquias y vuestra sangre, se
conservan en Turquía, Italia y el Real Monasterio de la
Encarnación en España, custodiadas por las religiosas
Agustinas Recoletas. Y vuestra sangre hoy se vuelve líquida
en vuestra fiesta fiesta litúrgica. !Aleluya¡ ¡Aleluya!
¡Oh! San Pantaleón, "Vivo amor y fe por el Dios Vivo y eterno". 

© 2024  by Luis Ernesto Chacón Delgado

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27 de julio

San Pantaleón, Médico y Mártir

Nació a fines del siglo III en Nicomedia (actual Turquía) y que entregó su vida en el martirio. Gracias a un antiguo manuscrito del siglo IV -hoy, parte de la colección del Museo Británico- podemos conocer datos importantes sobre su vida y su muerte.

Pantaleón fue hijo de madre cristiana, pero no se sintió particularmente tocado por la fe. Apenas alcanzó la edad suficiente, empezó a vivir como un pagano y rechazó la fe cristiana. Sin embargo, el hambre de conocimiento y el

deseo de ayudar a otros, lo indujo a hacerse médico. Como tal, se hizo de reputación y buena fama.

Su vida parecía transcurrir sin mayores preocupaciones hasta que conoció a un buen cristiano de nombre Hermolaos, quien lo animó a conocer otro tipo de medicina, “la curación proveniente de lo más alto”; y fue así como Pantaleón conoció a la Iglesia. Poco a poco fue descubriendo que el saber que profesaba y la práctica médica podían tener un sentido mucho mayor del que había calculado: la enfermedad y el sufrimiento no lo destruyen todo. Así, llegó el momento del encuentro con Cristo en el corazón. Pantaleón, en consecuencia, empezó a ver a Cristo en aquellos que sufrían estando postrados, vulnerables. Cristo había ganado su corazón y los años de indiferencia habían quedado atrás.

Cuando se extendió la persecución de Diocleciano a Nicomedia, Pantaleón regaló todo lo que tenía a los necesitados y empezó una vida en la clandestinidad, como muchos otros cristianos; hasta que, algunos médicos que le guardaban envidia lo delataron a las autoridades. Pantaleón fue arrestado junto a Hermolaos y otros cristianos.

Como su buena fama había llegado a oídos del emperador, este quiso salvarlo en secreto y le mandó decir que le concedía la oportunidad de vivir, siempre y cuando renunciara a su religión. Pantaleón se negó a tal solicitud y para dejar prueba de que su fe era verdadera curó milagrosamente a un paralítico frente a sus enemigos.

Por tal accionar -considerado una afrenta- fue condenado a ser torturado hasta morir, pero como no murió tras varios intentos, se le mandó decapitar junto a sus compañeros.

Se dice que trataron de matarlo de seis formas diferentes: primero, lo arrojaron al fuego; luego, le echaron plomo fundido; intentaron ahogarlo; lo apedrearon, lo torturaron en la rueda y, finalmente, quisieron atravesar su cuerpo con una espada. Como a todo esto logró sobrevivir por gracia de Nuestro Señor, según la costumbre, los verdugos le cortaron el cuello. Al instante de ser decapitado, el árbol al que estaba atado para el ajusticiamiento floreció.

San Pantaleón y sus amigos murieron un 27 de julio, a inicios del siglo IV. Pantaleón solo tenía 29 años.

Sus reliquias -incluyendo muestras de su sangre- se conservan en distintos lugares: Constantinopla (Turquía), Ravello (Italia) y el Real Monasterio de la Encarnación en Madrid (España), bajo la custodia de las religiosas Agustinas Recoletas. Es en este último lugar donde se preserva su sangre, que permanece en estado sólido casi todo el año hasta que se produce el milagro de la licuefacción (se vuelve líquida), alrededor del 27 de julio, día de su fiesta litúrgica. Cuando el milagro tiene lugar, las religiosas del monasterio abren las puertas del recinto al público para que aprecien el hecho.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-fiesta-de-san-pantaleon-medico-martir-cuya-sangre-se-vuelve-liquida-25187)

26 julio, 2024

San Joaquín y Santa Ana, Padres de María y Abuelo de Jesús

 

 

 

¡Oh!, San Joaquín y Santa Ana; vosotros, sois los hijos del Dios
de la Vida, padres de Santa María y abuelos de Jesús. Vos, San
Joaquín, que, al ver que Santa Ana, no podría daros un vástago
al desierto desaparecisteis, sin nada decir, y, luego de ayunar
cuarenta días un Ángel del Señor os visitó, dándoos la buena
nueva de que, vuestra oración, había sido oída y de que, vuestra
santa mujer concebiría una niña, y, cuya magna dignidad
con el tiempo obnubilaría la brillantez de todas las mujeres,
y, que, desde pequeña, habría de vivir en el templo del Señor.
Y, cosas de Dios, también vuestra esposa Ana, recibió el mismo
mensaje añadiendo, de que vos, estabais de vuelta a casa,
cosa que así fue, pues lleno de emoción abrazasteis a Ana.
La Natividad llegó en que María vino al mundo y juntos
festejaron tal alegría, con un banquete para toda la gente
del pueblo. Y, en él, a María, presentasteis a los sacerdotes
quienes de bendiciones la colmaron y de augurios felices.
Más tarde, al llegar María, a los tres años la llevasteis
solemnemente a la casa de Dios, tal y conforme os había dicho
el Ángel. Y, para que la Ella, no sintiera tanto la separación
de vosotros, le procurasteis ser acompañada por doncellas,
quienes con candelas encendidas, tributaban honores y alegría
a la futura “Llena de gracia”, “La Reyna del cielo”, “La Bendita
entre las mujeres”, “La Kejaritomene”, “La Madre de Dios”;
Santos padres de la Madre de Dios y Patronos de los abuelos;
¡Oh!, San Joaquín y Santa Ana, “vivas luces de la Madre del Dios Vivo”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Julio
San Joaquín y Santa Ana
Los Padres de María
(Antiguo Testamento)

Es inútil buscar en la Sagrada Escritura una huella, siquiera fugaz, del abuelo materno de Jesús. Las genealogías que San Mateo (1, 1) y San Lucas (3, 23) incluyen en sus Evangelios dibujan a grandes rasgos el árbol genealógico de Jesús, tomando por puntos de referencia los cabezas de familia, desde San José, su padre legal, hasta Adán, pasando por David y Judá. La línea materna, en cambio, queda silenciada. Ante este problema, y en la necesidad de dilucidar la cuestión de la ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental tan venerables como San Epifanio y San Juan Damasceno no tuvieron reparo en echar mano de una añeja tradición en la que se contienen diversas noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús.

Por otra parte, el hecho de que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se presenta como padre de María, lo mismo en mosaicos bizantinos del Monte Athos que en tablas de la escuela valenciana o castellana, atestigua la raigambre y el favor de que ha gozado en la cristiandad la piadosa tradición que hace a San Joaquín y Santa Ana padres de María y abuelos de Jesús.

Dicha tradición fue recopilada en la Edad Media por Jacobo de Vorágine y Vicente de Beauvais, quienes se encargaron de difundirla por el Occidente, pero ya en el siglo VI había sido aceptada oficialmente por la Iglesia oriental, refrendada como estaba por escritos venerables, cuya antigüedad llega a remontar el siglo II. En todos los datos que dicha tradición recoge acerca de la vida de San Joaquín descansa un fondo de verosimilitud que no puede ser turbado por el carácter apócrifo de los documentos escritos en que están contenidos. Pero ellos no constituyen, naturalmente, un cimiento inconmovible, sobre el que se pueda edificar históricamente la vida del augusto abuelo de Jesús, junto al nombre comúnmente aceptado de Joaquín (que significa el hombre a quien Yahvé levanta), se encuentran otros más raros como Cleofás, Jonachir y Sadoch, que no son sino variantes sin importancia de los documentos escritos. Una curiosa tradición retransmitida por los cruzados hace nacer a San Joaquín en Séforis, pequeña ciudad de Galilea. Otros dicen que fue Nazaret su ciudad natal.

San Juan Damasceno dice que su padre se llamaba Barpanther. Según el Protoevangelio de Santiago, apócrifo, que se remonta a las últimas décadas del siglo II en su núcleo primitivo, contrajo matrimonio con Santa Ana a la edad de veinte años. Pronto se trasladaron a Jerusalén, viviendo, al parecer, en una casa situada cerca de la famosa piscina Probática. Gozaban ambos esposos de una vida conyugal dichosa y de un desahogo económico que les permitía dar rienda suelta a su generosidad para con Dios y a su liberalidad para con los prójimos. Algunos documentos llegan incluso a decir que eran los más ricos del pueblo y dan incluso una minuciosa relación de la distribución que hacía San Joaquín de sus ganancias.

Sólo una sombra eclipsaba su felicidad, y ésta era la falta de descendencia después de largos años de matrimonio. Esta pena subió de punto al verse Joaquín vejado públicamente una vez por un judío llamado Rubén al ir a ofrecer sus dones al Templo. El motivo de tal vejación fue la nota de esterilidad, que todos por entonces consideraban como señal de un castigo de Dios. Tal impacto causó este incidente en el alma de San Joaquín, que inmediatamente se retiró de su casa y se fue al desierto, en compañía de sus pastores y rebaños, para ayunar y rogar a Dios que le concediera un vástago en su familia.

Mientras tanto Ana, su mujer, había quedado en casa, toda desconsolada y llorosa porque a su condición de estéril se había añadido la desgracia de quedar viuda por la súbita desaparición de su marido. Después de cuarenta días de ayuno Joaquín recibió una visita de un ángel del Señor, trayéndole la buena nueva de que su oración había sido oída y de que su mujer había concebido ya una niña, cuya dignidad con el tiempo sobrepujaría a la de todas las mujeres y quien ya desde pequeñita habría de vivir en el templo del Señor. Poco antes le había sido notificado a Ana este mismo mensaje, diciéndosele, además, que su marido Joaquín estaba ya de vuelta. Efectivamente, Joaquín, no bien repuesto de la emoción, corrió presurosamente a su casa y vino a encontrar a su mujer junto a la puerta Dorada de la ciudad, donde ésta había salido a esperarle.

Llegó el fausto acontecimiento de la natividad de María, y Joaquín, para festejarlo, dio un banquete a todos los principales de la ciudad. Durante él presentó su hija a los sacerdotes, quienes la colmaron de bendiciones y de felices augurios. Joaquín no echó en olvido las palabras del ángel relativas a la permanencia de María en el Templo desde su más tierna edad, e hizo que, al llegar ésta a los tres años, fuera presentada solemnemente en la casa de Dios. Y para que la niña no sintiera tanto la separación de sus padres procuró Joaquín que fuera acompañada por algunas doncellas, quienes la seguían con candelas encendidas.

Estos son los detalles que la tradición cristiana nos ha transmitido acerca de la vida de San Joaquín. Todos ligados, naturalmente, al nacimiento y primeros pasos de María sobre la tierra. Si es verdad que buena parte de los referidos episodios deben su inspiración a analogías con figuras del Antiguo Testamento y al deseo de satisfacer nuestra curiosidad sobre la ascendencia humana de Jesús, no lo es menos que todos, en conjunto, ofrecen una estampa amable y altamente ejemplar del padre de la Virgen, que ha sido forjada por muchos años de tradición y que goza del refrendo autorizado de la Iglesia.

AURELIO DE SANTOS OTERO

( http://www.mercaba.org/SANTORAL/Vida/07/07-26_Santos_joaquin_y_ana.htm )

25 julio, 2024

San Santiago el Mayor, Apóstol y Patrono de España

 

  Blog Católico Gotitas Espirituales ®: SANTIAGO APÓSTOL, PATRONO DE ...

 

¡Oh! San Santiago Apóstol, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
hijo de Zebedeo y hermano de san Juan Evangelista, que con Pedro
y Juan fuisteis testigo de la transfiguración y agonía del Señor.
Os decapitaron poco antes de la fiesta de Pascua por Herodes
Agripa, y así, os convertisteis en el primer apóstol en recibir
la corona del martirio. Vos, disteis honor al significado de vuestro
nombre: “Dios, recompensará”, como en realidad sucedió. A vos
y a Juan, Cristo os dio el nombre de “Boanerges”, que significa hijos
del trueno, por vuestra impetuosidad. Tuvisteis que ver con el
milagro de la hija de Jairo y junto a Pedro y Juan atestiguasteis
la Transfiguración de Jesús, y más tarde, compartisteis de
muy cerca la oración del Señor en el Monte de los Olivos.
Cuando llegasteis a España - Galicia, establecisteis una
comunidad cristiana y luego otra en Zaragoza. Vuestras enseñanzas
no fueron aceptadas, pero, siete personas se convirtieron. Ellos,
hasta hoy se conocen como los “Siete Convertidos de Zaragoza”.
De pronto nuestra Señora la Virgen Santísima se os apareció, y es
la misma que hoy se conoce como la “Virgen del Pilar”, y fue ella,
la que abrió los corazones a la evangelización de España. Vos,
fuisteis el primer apóstol martirizado y vuestros restos recogidos
por vuestros discípulos y trasladados a Galicia, donde reposan
hasta hoy, en la basílica erigida en vuestro honor llamada
"Santiago de Compostela”,  y también el famoso camino llamado
 
“el camino de Santiago” que recorren propios y extraños desde
tiempos inmemoriales cargados de fe y amor, buscando al Dios Vivo;
¡Oh! San Santiago Apóstol, “vivo evangelizador del Dios de la Vida”.


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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25 de Julio
San Santiago el Mayor
Apóstol

Por: n/a | Fuente: Corazones.org

Apóstol del Señor

Martirologio Romano: Solemnidad del apóstol Santiago, hijo del Zebedeo y hermano de san Juan Evangelista, que con Pedro y Juan fue testigo de la transfiguración y de la agonía del Señor. Decapitado poco antes de la fiesta de Pascua por Herodes Agripa, fue el primero de los apóstoles que recibió la corona del martirio (s. I).

Etimológicamente: Santiago = Dios, recompensara, es de origen hebreo

Breve Biografía

Santiago es uno de los doce Apóstoles de Jesús; hijo de Zebedeo. El y su hermano Juan fueron llamados por Jesús mientras estaban arreglando sus redes de pescar en el lago Genesaret.

Recibieron de Cristo el nombre “Boanerges”, significando hijos del trueno, por su impetuosidad.

En los evangelios se relata que Santiago tuvo que ver con el milagro de la hija de Jairo. Fue uno de los tres Apóstoles testigos de la Transfiguración y luego Jesús le invitó, también con Pedro y Juan, a compartir mas de cerca Su oración en el Monte de los Olivos.

Los Hechos de los Apóstoles relatan que éstos se dispersaron por todo el mundo para llevar la Buena Nueva. Según una antigua tradición, Santiago el Mayor se fue a España. Primero a Galicia, donde estableció una comunidad cristiana, y luego a la cuidad romana de Cesar Augusto, hoy conocida como Zaragoza. La Leyenda Aurea de Jacobus de Voragine nos cuenta que las enseñanzas del Apóstol no fueron aceptadas y solo siete personas se convirtieron al Cristianismo. Estos eran conocidos como los “Siete Convertidos de Zaragoza”. Las cosas cambiaron cuando la Virgen Santísima se apareció al Apóstol en esa ciudad, aparición conocida como la Virgen del Pilar. Desde entonces la intercesión de la Virgen hizo que se abrieran extraordinariamente los corazones a la evangelización de España.

En los Hechos de los Apóstoles descubrimos fue el primer apóstol martirizado. Murió asesinado por el rey Herodes Agripa I, el 25 de marzo de 41 AD (día en que la liturgia actual celebra La Anunciación). Según una leyenda, su acusador se arrepintió antes que mataran a Santiago por lo que también fue decapitado. Santiago es conocido como “el Mayor”, distinguiéndolo del otro Apóstol, Santiago el Menor.

La tradición también relata que los discípulos de Santiago recogieron su cuerpo y lo trasladaron a Galicia (extremo norte-oeste de España). Su restos mortales están en la basílica edificada en su honor en Santiago de Compostela. En España, Santiago es el mas conocido y querido de todos los santos. En América hay numerosas ciudades dedicadas al Apóstol en Chile, República Dominicana, Ecuador, Cuba y otros países.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/34641/santiago-el-mayor-santo.html)