07 julio, 2025

Beata Maria Romero

 

07 Julio
Beata Maria Romero

Cada 7 de julio la Iglesia conmemora a la Beata María Romero Meneses, religiosa salesiana nicaragüense, quien dedicó su vida al servicio de los pobres y desposeídos. Sor María fue beatificada a inicios del milenio por el Papa San Juan Pablo II y es, por el momento, la segunda mujer originaria de Centroamérica en recibir tal dignidad. Hoy, su proceso de canonización continúa en curso.

Sor María vivió 75 años, de los cuales cuarenta y seis fueron dedicados al servicio de Nuestro Señor, presente en los que sufren. Y es que Sor María fue capaz de encontrar en el prójimo el rostro de Cristo mismo cuando se hallaba sumido en su hora más difícil.

Promoción de la persona, promoción de la paz

La vida de la Beata María Romero está llena de ejemplos sencillos de cómo poner en práctica la caridad, de esos capaces de iluminar la manera como nosotros católicos debemos comprometernos en las causas sociales, es decir, anunciando a Jesús, siempre cercano, siempre presente.

En ese sentido, Sor María trabajó esperanzada en hacer de este mundo -tantas veces injusto- un lugar mejor, ‘un adelanto’ del Reino de Dios. Para eso -y ella lo sabía muy bien- no es necesaria ni la violencia ni avivar heridas o acrecentar rupturas, como tampoco son necesarios los discursos grandilocuentes, ni las arengas estrepitosas. Ella fue la prueba fehaciente de que es la sencillez evangélica el camino más seguro para conseguir el objetivo.

Vocación de servicio a la sociedad

Sor María Romero Meneses nació en Granada, Nicaragua, el 13 de enero de 1902. Fue hija de un político muy reconocido de su país, don Félix Romero Arana, quien se desempeñó como ministro de Hacienda en el gobierno del presidente José Santos Zelaya. Su madre fue de origen español, doña Ana Meneses Blandón, mujer de profunda devoción y sensibilidad social.

En 1910 llegaron a Nicaragua las Hijas de María Auxiliadora (FMA), misioneras salesianas, congregación que conquistaría el corazón de una joven María Romero, quien se vincularía a ellas para siempre. Gracias a las hermanas, María sintoniza inmediatamente con la figura del gran apóstol de la juventud, Don Bosco, en cuya obra encuentra la un modelo y y una realización de los ideales más profundos de su corazón.

Nicaragua y Costa Rica unidas

En 1921 la joven recibió el hábito religioso -hizo el noviciado en la República de El Salvador- y pasó a llamarse Sor María Romero. Sus votos perpetuos los realizó en 1929. Un año y medio después (1931) fue enviada a Costa Rica. Allí sirvió como asistente en los consultorios médicos de la congregación, trabajó en internados de jóvenes y en la Asociación de Ayuda a los Necesitados. Esta última estaba integrada por familias que alguna vez vivieron en condiciones infrahumanas y que después, liberadas de tal situación, se dedicaban a ayudar a otras familias en mayor necesidad.

Además, Sor María se encargaba de la capacitación de las jóvenes y señoras en estado de abandono, a quienes instruía en las labores domésticas -cocina, costura y otros oficios- y así pudieran conseguir un trabajo que contribuya al sustento de sus familias. También ofrecía, a precios simbólicos o de forma gratuita, prendas de vestir nuevas y usadas que ella misma recolectaba; y repartía canastas con alimentos básicos.

Por otro lado, su vitalidad contagiosa y la solidez de sus emprendimientos apostólicos favorecieron la formación de círculos de donantes -empresarios, familias pudientes- para solventar su extensa obra. Mientras tanto, se organizaban grupos de voluntarias a quienes Sor María llamaba cariñosamente “misioneritas”. Fue así que se concretaron obras de la magnitud de la ‘Casa de la Virgen’ en San José.

Sin lugar a duda, los años en Costa Rica produjeron frutos abundantes. Dios le concedió también la bendición de ver cómo la labor social que realizaba muchas veces recaía en sus compatriotas nicaragüenses, quienes conformaban la comunidad migrante más grande del país y el porcentaje mayoritario entre los pobres. Sor María siempre vivió preocupada por ellos.

“Pues donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt 6, 21)

El ideal de la beata fue siempre amar profundamente a Jesús y a la Virgen María, y su alegría mayor, acercar la verdad del Evangelio a los niños, los pobres, los que sufren, los marginados, y a todos aquellos a quienes Dios ama con pasión. Su recompensa: ser testigo del retorno de la paz entre sectores de la sociedad que se hallaban enfrentados, así como de la vuelta de la fe a muchas almas habitualmente consideradas perdidas.

El milagro

Sor María Romero falleció el 7 de julio de 1977 de un infarto al miocardio, durante un periodo de descanso.

En el año 2002 fue beatificada por el Papa San Juan Pablo II, tras comprobarse el milagro de la niña costarricense María Solís. Estando aún en el vientre de su madre, a la pequeña María se le realizaron una serie de estudios que apuntaban a un diagnóstico negativo. Los médicos concluyeron que nacería con labio leporino y otras múltiples deformaciones. Gracias a las oraciones ofrecidas por la madre de la niña a la Beata María Romero, la pequeña María Solis nació completamente sana.(ACI prensa).

06 julio, 2025

Domingo 14 (C) del tiempo ordinario

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Domingo 07 de julio
Domingo 14 (C) del tiempo ordinario
 
Texto del Evangelio (Lc 10,1-12.17-20): En aquel tiempo, designó el Señor otros setenta y dos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde pensaba ir Él. Y les decía: «La mies es abundante y los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias; y no os detengáis a saludar a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si allí hay gente de paz, descansará sobre ellos vuestra paz; si no, volverá a vosotros. Quedaos en la misma casa, comed y bebed de lo que tengan: porque el obrero merece su salario. No andéis cambiando de casa.
 
»Si entráis en un pueblo y os reciben bien, comed lo que os pongan, curad a los enfermos que haya, y decid: ‘Está cerca de vosotros el Reino de Dios’. Cuando entréis en un pueblo y no os reciban, salid a la plaza y decid: ‘Hasta el polvo de vuestro pueblo, que se nos ha pegado a los pies, nos lo sacudimos sobre vosotros. De todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios’. Os digo que aquel día será más llevadero para Sodoma que para ese pueblo».
 
Los setenta y dos volvieron muy contentos y le dijeron: «Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre». Él les contestó: «Veía a Satanás caer del cielo como un rayo. Mirad: os he dado potestad para pisotear serpientes y escorpiones y todo el ejército del enemigo. Y no os hará daño alguno. Sin embargo, no estéis alegres porque se os someten los espíritus; estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».
 
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«¡Poneos en camino!» Dr. Josef ARQUER (Berlin, Alemania)
 
Hoy, nos fijamos en algunos que, entre la multitud, han procurado acercarse a Jesucristo, que está hablando mientras contempla los campos rebosantes de espigas: «La mies es mucha, pero los obreros pocos: rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies» (Lc 10,2). De repente, fija su mirada en ellos y va señalando a unos cuantos, uno a uno: tú, y tú, y tú. Hasta setenta y dos...
Asombrados, le oyen decir que vayan, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares adonde Él irá. Quizá alguno habrá respondido: —Pero, Señor, ¡si yo sólo he venido para oírte, porque es tan bello lo que dices!
 
El Señor les pone en guardia contra los peligros que les acecharán. «¡Poneos en camino! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos». Y utilizando imágenes de costumbre en las parábolas, añade: «No llevéis talega, ni alforja, ni sandalias» (Lc 10,3-4). Interpretando el lenguaje expresivo de Jesús: —Dejad de lado medios humanos. Yo os envío y esto basta. Aun sintiéndoos lejos, seguís cerca, yo os acompaño.
 
A diferencia de los Doce, llamados por el Señor para que permanezcan junto a Él, los setenta y dos regresarán luego a sus familias y a su trabajo. Y vivirán allí lo que habían descubierto junto a Jesús: dar testimonio, cada uno en su sitio, simplemente ayudando a quienes nos rodean a que se acerquen a Jesucristo.
 
La aventura acaba bien: «Los setenta y dos volvieron muy contentos» (Lc 10,17). Sentados en torno a Jesucristo, le debieron contar las experiencias de aquel par de días en que descubrieron la belleza de ser testigos.
 
Al considerar hoy aquel lejano episodio, vemos que no es puro recuerdo histórico. Nos damos por aludidos: podemos sentirnos junto al Cristo presente en la Iglesia y adorarle en la Eucaristía. Y el Papa Francisco nos anima a «llevar a Jesucristo al hombre, y conducirlo al encuentro con Jesucristo, Camino, Verdad y Vida, realmente presente en la Iglesia y contemporáneo en cada hombre».
 
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«Os envío» Rev. D. Iñaki BALLBÉ i Turu (Terrassa, Barcelona, España)
 
Hoy, la Iglesia contempla como, además de los Doce, había numerosos discípulos que seguían al Señor y habían sido llamados por Él. De entre todos aquellos discípulos, Jesucristo elige setenta y dos para una misión concreta. Les exige —lo mismo que a los Apóstoles— total desprendimiento y abandono completo en la Providencia divina.
 
El Concilio Vaticano II, en el Decreto Apostolicam actuositatem, nos recuerda que desde el Bautismo cada cristiano es llamado por Cristo a cumplir una misión. La Iglesia, en nombre del Señor, «ruega encarecidamente a todos los laicos que respondan gustosamente, con generosidad y prontitud de ánimo, a la voz de Cristo que en esta hora los invita con mayor insistencia, y a los impulsos del Espíritu Santo. Sientan los jóvenes que esa llamada va dirigida a ellos de modo particular; recíbanla con entusiasmo y magnanimidad. Es el propio Señor el que invita de nuevo a todos los laicos, por medio de este santo Concilio, a que se le unan cada día más íntimamente y a que, sintiendo como propias sus cosas, se asocien a su misión salvadora; de nuevo los envía a todas las ciudades y lugares a donde Él ha de ir, para que, con las diversas formas y maneras del único apostolado de la Iglesia que deberán adaptar constantemente a las nuevas necesidades de los tiempos, se le ofrezcan como cooperadores, abundando sinceramente en la obra del Señor y sabiendo que su trabajo no es inútil delante de Él» (n.33).
 
Cristo quiere inculcar a sus discípulos la audacia apostólica; por eso dice «os envío». Y san Juan Crisóstomo comenta: «Esto basta para daros ánimo, esto basta para que tengáis confianza y no temáis a los que os atacan». La audacia de los Apóstoles y de los discípulos venía de esta segura confianza de haber sido enviados por el mismo Dios. Actuaban, como explicó con firmeza el mismo Pedro al Sanedrín, en nombre de Jesucristo Nazareno, «pues no hay ningún otro nombre bajo el cielo dado a los hombres por el que hayamos de ser salvados» (Hch 4,12)
 
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Los mandó así, porque dos son los preceptos de la caridad: el amor de Dios y el del prójimo; y entre menos de dos no puede haber caridad» (San Gregorio Magno)
 
«San Lucas pone de relieve el entusiasmo de los discípulos por los frutos de la misión. Ojalá que este evangelio despierte en todos los bautizados la conciencia de que son misioneros de Cristo» (Benedicto XVI)
 
«(…) Los Doce y los otros discípulos participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte. Con todos estos actos, Cristo prepara y edifica su Iglesia» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 765)(evangelio net).

04 julio, 2025

Santa Isabel de Portugal Reina, madre de familia y pacificadora

 Santa Isabel de Portugal - Instituto Hesed

¡Oh¡, Santa Isabel de Portugal, vos, sois la hija del Dios
de la Vida, reina, madre de familia, y su amada santa que os
disteis ingenio para hacer de “pacificadora” y a vuestro
nombre que significa: “Promesa de Dios” lo cubristeis de fama.
Persuadisteis a través de una carta a vuestro esposo, cuando
vuestro hijo, medir quiso las armas con él, escribiendo así:
“Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su
hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen
contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo, haré que
primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de
mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores
de su padre”. Y, a vuestro hijo le dijisteis: “Por Santa
María la Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre.
Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos
y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas,
arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo
arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las
tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean
atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes
gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey”.
Y, así lograsteis vuestro cometido una y otra vez. Vuestro
esposo murió arrepentido por su mal accionar, y entonces
vos, os dedicasteis a socorrer pobres, auxiliar enfermos,
ayudar a religiosos, rezar y meditar. Pero, un día supisteis
que entre vuestro hijo Alfonso de Portugal y vuestro nieto,
el rey de Castilla, había estallado la guerra. Y, vos,
anciana ya, emprendisteis un largo viaje para lograr la paz
que amabais desde siempre. Pero, por el camino sentisteis
que os llegaba la muerte y os hicisteis llevar a un convento
de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Madre de Dios,
voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega increíble de amor
y paz. Abogada infalible para sembrar la paz y el amor
en cuanto territorio de guerras haya en el orbe de la tierra;
¡oh!, Santa Isabel de Portugal, “vivo Amor y Paz del Dios Vivo”.



 © 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Julio
Santa Isabel de Portugal
Reina, madre de familia y pacificadora
Año 1336


Isabel significa “Promesa de Dios” (Isab = promesa. El = Dios). Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III de Aragón, nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le pusieron este nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de Hungría.


Santa Isabel tuvo la dicha que su familia se esmerara extremadamente en formarla lo mejor posible en su niñez. Desde muy niña tenía una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en las vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si quería en verdad agradar a Dios debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y caprichos y esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el pecado.


Le repetían la frase antigua: “tanta mayor libertad de espíritu tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas”. Sus educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es acostumbrarse a no comer nada entre horas (o sea entre comida y comida), y soportar con paciencia que no se cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no amargarle ni complicarle la vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable santidad que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada educación que ella recibió en su niñez.


A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey de Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena esposa, pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante infiel en su matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era una continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien soportara todo con la más exquisita bondad y heroica paciencia.

El rey no era ningún santo, pero dejaba a Isabel plena libertad para dedicarse a la piedad y a obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada y leía cada día seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del numeroso personal del palacio. En horas libres se reunía con otras damas a coser y bordar y fabricar vestidos para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos y a socorrer cuanto necesitado encontraba.


Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y peregrinos. En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito para niñas, una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños abandonados. Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y repartía con gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba enfermos, conseguía médicos para los que no tenían con qué pagar la consulta; hacía construir conventos para religiosos, a las muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que pudieran entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de bodas, que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran lucir bien hermosas el día de su matrimonio.


Su marido el rey Dionisio era un buen gobernante pero vicioso y escandaloso. Ella rezaba por él, ofrecía sacrificios por su conversión y se esforzaba por convencerlo con palabras bondadosas para que cambiara su conducta. Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales que él tenía con otras mujeres. Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal, sucesor de su padre, y Constancia (futura reina de Castilla). Pero Alfonso dio muestras desde muy joven de poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte, esta rebeldía se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos naturales. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró contra su propio padre. Isabel trabajó hasta lo increíble, con su bondad, su amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y su poder de convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave era que los partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar al rey Dionisio y su hijo Alfonso.


Algunas veces cuando los ejércitos de su esposo y de su hijo se preparaban para combatirse, ella vestida de sencilla campesina atravesaba los campos y se iba hacia donde estaban los guerreros y de rodillas ante el esposo o el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz.


Son impresionantes las cartas que se conservan de esta reina pacificadora. Escribe a su esposo: “Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de su padre”. Al hijo le escribe: “Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey”. Y conseguía la paz una y otra vez.


Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó el resto de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y rezar y meditar. Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa como estaba, emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y caminos peligrosos, para lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue mortal para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María murió santamente el 4 de julio del año 1336.


Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo Pontífice la declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países donde hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue por nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Isabel_de_Portugal.htm)

03 julio, 2025

Santo Tomás Apóstol, Patrono de jueces, arquitectos y teólogos

Santo Tomás Apóstol 

¡Oh!, Santo Tomás, Apóstol, vos, sois el hijo del Dios de
la Vida, su amado Apóstol y santo. Vos, evangelizabais Persia   
y entregasteis vuestra santa alma como mártir en la India.  
Os recordamos tres veces en el evangelio: La primera, cuando Jesús 
 se dirige por última vez a Jerusalén, para ser atormentado y luego
morir. Entonces vos, intervenís, según refiere San Juan:
“Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también
nosotros y muramos con Él”. Demostrando con ello, vuestro
admirable valor. Alguien dijo, que vos, no solo demostrasteis
“una fe esperanzada, sino una desesperación leal”. O sea jamás
abandonar a Jesús. La segunda, en la Última Cena, cuando
Jesús os dijo a todos vosotros apóstoles: “A donde Yo voy,
ya sabéis el camino”. Y, vos, muy triste le respondisteis:
“Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el
camino?” Mostrabais así vuestra sinceridad para con Él,
para entender aquello que les estaba diciendo. Y, Jesús
os dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va
al Padre sino por mí”. “Yo voy para allá, síganme, que yo
soy el Camino para llegar con toda seguridad”. Y, la vez
tercera: Dice San Juan “En la primera aparición de Jesús
resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los
discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Y, vos les
contestasteis: “si no veo en sus manos los agujeros de los
clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos,
 y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré”.
Y, ocho días después estaban los discípulos reunidos y vos,
con ellos. Se presentó Jesús y os dijo: “Acerca tu dedo:
aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida
de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Y, vos,
contestasteis: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús os dijo:
“Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen
sin ver”. Luego os fuisteis a propagar el evangelio, hasta
morir martirizado por proclamar vuestra fe en Jesucristo
resucitado. Y, así, creyendo en el Dios de la Vida, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz
como un justo premio a vuestra entrega increíble de amor.
¡Santo Patrono de teólogos, jueces y arquitectos de la tierra!
¡Oh!, Santo Tomás: “vivo amor y fe: ¡Señor Mío y Dios Mío!”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Julio
Santo Tomás

Apóstol

Cada 3 julio la Iglesia Católica celebra la fiesta de Santo Tomás Apóstol, el sencillo pescador de Galilea a quien Jesús llamó a ser su discípulo. Quizá su incredulidad inicial, acaecida frente a los testimonios que hablaban de la Resurrección del Señor, ha quedado subrayada en exceso, un poco en detrimento de su posterior acto de fe cuando reconoció la divinidad de Jesús con firmeza y claridad. A él debemos, precisamente, aquellas hermosas palabras tomadas del Evangelio y que repetimos en cada misa, de rodillas, frente a Dios Eucaristía: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28) -reconocimiento de la presencia real de Cristo en el altar-.

El apóstol Tomás pronunció esas palabras a ocho días de la resurrección de Cristo, cuando este se apareció nuevamente a sus discípulos. Jesús dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Mt 28, 27).

Incredulidad y decepción, luego la fe fortalecida

El Evangelio de San Juan da cuenta de la incredulidad de Santo Tomás. Los discípulos le habían dicho: «Hemos visto al Señor», sin embargo, Tomás, que no estuvo con ellos cuando el Maestro apareció, no creyó y dijo: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto mi dedo en el agujero de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré” (Jn 20, 25).

Entonces, «… se presentó Jesús en medio estando las puertas cerradas, y dijo: “La paz con vosotros». Luego le dice a Tomás: «Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Jn 20, 27). Tomás respondió: «Señor mío y Dios mío» (Jn 20, 28).

La actitud inicial de Tomás refleja las dudas que probablemente le agobiaban el alma, incluso quizás hasta un sentimiento de decepción que lo atormentaba. Él había puesto su confianza en Jesús y había permanecido a su lado por mucho tiempo, y de pronto todo se mostraba confuso, oscuro, incierto. Tomás había creído en el amigo y confiaba en Él, pero tras la muerte de este, andaba desorientado.

“Apóstoles de los migrantes”: obispo mexicano alaba labor de la Iglesia ante migración forzada

Por eso Jesús, en su bondad, le da la oportunidad de redimirse y él aceptará la invitación. Sus palabras finales -como hemos visto- saldan la cuenta. Tomás, con la ayuda del Espíritu, logra vencer su falta de fe: “Señor Mío y Dios Mío”. Ahora el apóstol está seguro de que es el mismo Jesús quien tiene enfrente y que es el Dios verdadero. Tomás se ha convertido así en el primero de los apóstoles en reconocer plenamente la divinidad de Cristo resucitado.

El hombre de rodillas frente a la divinidad

Tiempo atrás hubo un momento entre Tomás y Jesús de características similares, y que vale la pena recordar hoy, en este contexto: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí”, dijo Jesús revelando su naturaleza. El Maestro se expresó así a propósito de una pregunta hecha por Tomás: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” (Jn 14, 5).

Una vez que los Apóstoles fueron enviados por el Espíritu Santo a predicar la Buena Noticia a todas las naciones, Tomás se dirigió a Persia y sus alrededores, así como a Etiopía e India, donde la tradición da cuenta del final de su vida, sometido al martirio.

El cinto de la Virgen María

Al santo se le atribuye haber recibido el cinto de la Santísima Virgen María, con el que es a veces representado artísticamente. De acuerdo a una antigua tradición, Tomás tampoco creyó en la Asunción de la Virgen María, e hizo abrir la tumba donde algunos decían que se hallaba el cuerpo de la Virgen. Esa misma tradición señala que Tomás se encontró solo con las abundantes flores que llenaban la fosa y que la Madre de Dios, desde el cielo, se desató el cinturón y lo dejó caer en las manos del apóstol.

Santo Tomás es considerado patrono de los arquitectos, constructores, jueces, teólogos y de las ciudades de Prato, Parma y Urbino en Italia.

“El Señor sabe por qué hace las cosas”

El día de la fiesta de Santo Tomás de 2013, el Papa Francisco hizo una reflexión sobre el apóstol Tomás, y recordó a los fieles que “el Señor sabe por qué hace las cosas. A cada uno de nosotros le da el tiempo que él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana. Jesús se presenta con sus llagas: todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz, pero las llagas estaban y están todavía, y cuando el Señor vendrá, al final del mundo, nos enseñará sus llagas (…)”.

“Tomás, para creer, quería meter sus dedos en las llagas: era un testarudo. Pero el Señor quiso precisamente un testarudo para hacernos comprender algo más grande. Tomás vio al Señor, que le invitó a meter el dedo en la herida de los clavos, a poner su mano en el costado y no dijo: es verdad: el Señor ha resucitado. ¡No! Fue más allá. Dijo: ¡Dios! Es el primer discípulo que confiesa la divinidad de Cristo después de la resurrección, y que adora propiamente» (Papa Francisco). (ACI prensa).


02 julio, 2025

San Junípero Serra, Evangelizador de California

 Puede ser una imagen de 2 personas y texto que dice "San Bernardino Realino póstol de las periferias" 2 2dejulio aciprensa.com"

 
¡Oh!, San Bernardino Realino, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo que, os nombraron “Patrono
Celestial” de Lecce, vuestra ciudad, antes de morir
y donde entregasteis vuestra alma a Dios. “Grande es nuestro
dolor, oh padre muy amado, al ver que nos dejáis, pues
nuestro más ardiente deseo sería que os quedarais para
siempre entre nosotros. No queriendo, sin embargo, oponernos
a la voluntad de Dios, que os convida con el cielo, deseamos,
por lo menos, encomendaros a nosotros mismos y a toda
esta ciudad, tan amada por vos, y que tanto os ha amado
 y reverenciado. Así lo haréis, ¡oh! padre, por vuestra inagotable
caridad, la cual nos permite esperar que queráis ser nuestro
protector y patrono en el paraíso, pues por tal os elegimos
desde ahora para siempre, seguros de que nos aceptaréis
por fieles siervos e hijos, ya que con vuestra ausencia nos
dejáis sumergidos en el más profundo dolor”. Dijo el alcalde
y contestasteis vos, un “Sí, señores”, casi moribundo, y que,
de alegría llenó al alcalde y a la la ciudad. “Habiéndome
introducido por senda tan resbaladiza, vino el ángel del Señor
a amonestarme de mis errores, y, retrayéndome de las puertas
del infierno, me colocó otra vez en la ruta del cielo.” Clorinda
se llamó “vuestro ángel”, duró poco a vuestro lado, porque dejó
este mundo. Y, vos, volvisteis a casa, os encerrasteis en vuestra
habitación y no recibir quisiste a nadie durante varios días
y luego os abrazasteis a la cruz de Cristo. María Virgen, se os
apareció y ella, os ordenó entrar en la Compañía de Jesús. León
Trece, dijo de vos: “Lo que fue San Felipe Neri en la Ciudad
Eterna, esto mismo fue para Lecce el Beato Bernardino Realino.
La más alta nobleza hasta los últimos harapientos, encarcelados
y esclavos turcos, no había quien no le conociese como universal
apóstol y bienhechor de la ciudad”. Vuestra santidad se acrisoló,
recibiendo favores del cielo. Una noche de Navidad, una penitente
notó que vos, temblabais a causa del frío y os ordenaron retiraros
a vuestra habitación y meditar sobre la Navidad, de repente
una luz vivísima brilló en vuestro aposento y la figura dulcísima
de María se dibujó ante vos, con el Niño Jesús en sus brazos y os
dijo: “¿Por qué tiemblas, Bernardino?”, y vos respondisteis:
“Estoy tiritando de frío”, con suma ternura y amor, para luego
entregaros al Niño Jesús. “Un ratito más, Señora; un ratito más.”
Dijisteis vos, y, en aquel invierno no volvisteis a sentir frío.
Cuando os llegaba la hora de partir dijisteis: “Me voy al cielo”,
y rezando la jaculatoria: “Oh Virgen mía Santísima”, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser con corona de luz y eternidad,
como justo premio a vuestra entrega increíble de vivo amor y fe;
¡Oh¡, San Bernardino Realino; “vivo apóstol del Dios de la Vida”.

© 2025 Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de julio
San Junípero Serra
Evangelizador de California
 
Cada 1 de julio, en Estados Unidos se conmemora a San Junípero Serra, fraile franciscano del siglo XVIII que encabezó muchas de las misiones evangelizadoras más importantes que se realizaron en América del Norte cuando esta aún no estaba constituida tal y como hoy la conocemos. En el resto del mundo su festividad se celebra el 21 de agosto.
 
A San Junípero se le considera, además, en la lista de los grandes exploradores del continente. Fue canonizado por el Papa Francisco en el año 2015.
Las misiones
 
En el siglo XVIII se denominaban ‘misiones' a los poblados fundados y organizados por diversas órdenes religiosas provenientes de Europa y que llegaban al Nuevo Mundo animadas por un afán evangelizador.
 
Dadas las condiciones generales en las que vivían los nativos americanos, los evangelizadores entendieron que el anuncio de Cristo tenía que ir acompañado de la transmisión de elementos propios de la civilización. Así, el mensaje cristiano contribuyó a elevar la calidad de vida de las poblaciones originarias de América. No es de extrañar, en consecuencia, que muchas de las misiones que San Junípero fundó se transformaran con el tiempo en pequeñas urbes y, después, en algunas de las grandes ciudades de la costa este de Estados Unidos.
 
América
 
Miguel José Serra Ferrer nació el 24 de noviembre de 1713 en Petra, Mallorca (España). A los 16 años se convirtió en fraile franciscano y cambió su nombre por el de ‘Junípero’.
 
En 1749 partió junto con veinte misioneros franciscanos hacia el Virreinato de la Nueva España (México). Allí empezó apoyando la labor evangelizadora desde el Colegio de Misioneros de San Fernando, y seis meses después de su arribo recibió la aprobación del Virrey para fundar una ‘misión’ en Sierra Gorda, un territorio montañoso donde ya habían fracasado otros franciscanos. Fray Junípero permanecería en ese lugar por los siguientes nueve años.
 
Expulsión de los jesuitas
 
Siendo que en 1767, el rey de España, Carlos III, decretó la expulsión de todos los miembros de la Compañía de Jesús (jesuitas) de los dominios de la corona -medida que incluyó al Virreinato de Nueva España- las misiones jesuíticas quedaron abandonadas.
 
Hasta ese momento, habían sido los jesuitas los que atendían espiritualmente a la población indígena y europea que habitaba las llamadas “Californias” (del norte y del sur). Dada su expulsión, los jesuitas fueron sustituidos por misioneros de la orden franciscana, dieciséis en total, encabezados por Fray Junípero.
 
El grupo de franciscanos salió de Ciudad de México el 14 de julio de 1767, para embarcarse posteriormente en el puerto de San Blas rumbo a la península de Baja California. Tras una corta travesía, arribaron a Loreto -sede de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, considerada la madre de las misiones de la Alta y Baja California-.
 
Presencia de los hermanos de San Francisco en el Nuevo Mundo
 
Una vez llegados los misioneros a la península, decidieron seguir explorando la Alta California, movidos por el deseo de anunciar a Cristo a la población indígena de la región. El 3 de julio de 1771 se erigió la ‘Misión de San Carlos Borromeo’. En el mismo mes, se estableció la ‘Misión de San Antonio de Padua’, y en agosto la de ‘San Gabriel’, ubicada en la actual área metropolitana de Los Ángeles, California. El 1 de septiembre de 1772, se funda una misión más, la de San Luis, Obispo de Tolosa. La Misión de San Francisco de Asís -fundación franciscana- dio lugar a la actual ciudad de San Francisco.
 
Los misioneros catequizaban a los indígenas, y también les enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería; les proporcionaban semillas y animales; y los asesoraban en el trabajo de la tierra.
 
Junípero Serra falleció en la Misión de San Carlos Borromeo (Monterrey, California) el 28 de agosto de 1784. Sus restos se encuentran en la Basílica del lugar.
 
Huellas de fe en la historia de EE.UU.
 
El Papa San Juan Pablo II beatificó a Fray Junípero en 1988; décadas más tarde, el Papa Francisco lo proclamaría santo, el 23 de septiembre de 2015. La ceremonia de canonización tuvo lugar en Estados Unidos y por ello se generó gran expectativa. Era la primera vez que se celebraba una ceremonia de este tipo en territorio norteamericano -para la anécdota quedó que aquella fue la primera vez que el Papa Francisco visitaba el país-.
 
En la homilía de la misa principal, el Papa Francisco recordó que Fray Junípero Serra “tuvo un lema que inspiró sus pasos y que plasmó en su vida. Supo decir, pero especialmente supo vivir diciendo: ‘siempre adelante’”.
 
San Junípero Serra es el único español que tiene una estatua en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio en Washington DC, sede del poder legislativo de Estados Unidos, y lugar donde están representados los personajes más ilustres de la historia de esa gran nación.(ACI prensa).

01 julio, 2025

San Junípero Serra, Evangelizador de California

 Santo del día 28 de agosto: San Junípero Serra. Santoral católico | ACI  Prensa

1 de julio
San Junípero Serra
Evangelizador de California
 
Cada 1 de julio, en Estados Unidos se conmemora a San Junípero Serra, fraile franciscano del siglo XVIII que encabezó muchas de las misiones evangelizadoras más importantes que se realizaron en América del Norte cuando esta aún no estaba constituida tal y como hoy la conocemos. En el resto del mundo su festividad se celebra el 21 de agosto.
 
A San Junípero se le considera, además, en la lista de los grandes exploradores del continente. Fue canonizado por el Papa Francisco en el año 2015.
Las misiones
 
En el siglo XVIII se denominaban ‘misiones' a los poblados fundados y organizados por diversas órdenes religiosas provenientes de Europa y que llegaban al Nuevo Mundo animadas por un afán evangelizador.
 
Dadas las condiciones generales en las que vivían los nativos americanos, los evangelizadores entendieron que el anuncio de Cristo tenía que ir acompañado de la transmisión de elementos propios de la civilización. Así, el mensaje cristiano contribuyó a elevar la calidad de vida de las poblaciones originarias de América. No es de extrañar, en consecuencia, que muchas de las misiones que San Junípero fundó se transformaran con el tiempo en pequeñas urbes y, después, en algunas de las grandes ciudades de la costa este de Estados Unidos.
 
América
 
Miguel José Serra Ferrer nació el 24 de noviembre de 1713 en Petra, Mallorca (España). A los 16 años se convirtió en fraile franciscano y cambió su nombre por el de ‘Junípero’.
 
En 1749 partió junto con veinte misioneros franciscanos hacia el Virreinato de la Nueva España (México). Allí empezó apoyando la labor evangelizadora desde el Colegio de Misioneros de San Fernando, y seis meses después de su arribo recibió la aprobación del Virrey para fundar una ‘misión’ en Sierra Gorda, un territorio montañoso donde ya habían fracasado otros franciscanos. Fray Junípero permanecería en ese lugar por los siguientes nueve años.
 
Expulsión de los jesuitas
 
Siendo que en 1767, el rey de España, Carlos III, decretó la expulsión de todos los miembros de la Compañía de Jesús (jesuitas) de los dominios de la corona -medida que incluyó al Virreinato de Nueva España- las misiones jesuíticas quedaron abandonadas.
 
Hasta ese momento, habían sido los jesuitas los que atendían espiritualmente a la población indígena y europea que habitaba las llamadas “Californias” (del norte y del sur). Dada su expulsión, los jesuitas fueron sustituidos por misioneros de la orden franciscana, dieciséis en total, encabezados por Fray Junípero.
 
El grupo de franciscanos salió de Ciudad de México el 14 de julio de 1767, para embarcarse posteriormente en el puerto de San Blas rumbo a la península de Baja California. Tras una corta travesía, arribaron a Loreto -sede de la Misión de Nuestra Señora de Loreto, considerada la madre de las misiones de la Alta y Baja California-.
 
Presencia de los hermanos de San Francisco en el Nuevo Mundo
 
Una vez llegados los misioneros a la península, decidieron seguir explorando la Alta California, movidos por el deseo de anunciar a Cristo a la población indígena de la región. El 3 de julio de 1771 se erigió la ‘Misión de San Carlos Borromeo’. En el mismo mes, se estableció la ‘Misión de San Antonio de Padua’, y en agosto la de ‘San Gabriel’, ubicada en la actual área metropolitana de Los Ángeles, California. El 1 de septiembre de 1772, se funda una misión más, la de San Luis, Obispo de Tolosa. La Misión de San Francisco de Asís -fundación franciscana- dio lugar a la actual ciudad de San Francisco.
 
Los misioneros catequizaban a los indígenas, y también les enseñaban nociones de agricultura, ganadería y albañilería; les proporcionaban semillas y animales; y los asesoraban en el trabajo de la tierra.
 
Junípero Serra falleció en la Misión de San Carlos Borromeo (Monterrey, California) el 28 de agosto de 1784. Sus restos se encuentran en la Basílica del lugar.
 
Huellas de fe en la historia de EE.UU.
 
El Papa San Juan Pablo II beatificó a Fray Junípero en 1988; décadas más tarde, el Papa Francisco lo proclamaría santo, el 23 de septiembre de 2015. La ceremonia de canonización tuvo lugar en Estados Unidos y por ello se generó gran expectativa. Era la primera vez que se celebraba una ceremonia de este tipo en territorio norteamericano -para la anécdota quedó que aquella fue la primera vez que el Papa Francisco visitaba el país-.
 
En la homilía de la misa principal, el Papa Francisco recordó que Fray Junípero Serra “tuvo un lema que inspiró sus pasos y que plasmó en su vida. Supo decir, pero especialmente supo vivir diciendo: ‘siempre adelante’”.
 
San Junípero Serra es el único español que tiene una estatua en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio en Washington DC, sede del poder legislativo de Estados Unidos, y lugar donde están representados los personajes más ilustres de la historia de esa gran nación.(ACI prensa).

30 junio, 2025

Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana

 

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¡Oh!, Santos Protomártires de la Iglesia Romana, vosotros, sois
los hijos del Dios de la Vida, sus “primeros mártires” y amados
santos del cielo, a quienes os persiguió el impío, desquiciado
y pirómano Nerón, después de que, él mismo, ordenara incendiar
Roma. Pero, como escrito está: “la mentira, patas cortas tiene” y he
aquí, la gran verdad en la pluma de Cornelio Tácito historiador:
“Como corrían voces que el incendio de Roma había sido doloso,
Nerón presentó como culpables, castigándoles con penas
excepcionales, a los que, odiados por sus abominaciones, el pueblo
llamaba cristianos”. Vuestro único delito, no profesar culto
a paganos dioses celosos y vengativos y, que, por el contrario, sí,
lo hacíais con la certeza de la fe y el amor, con un único Dios
Verdadero Santo y Trino, y, por el que, muy felices vosotros
disteis vuestras almas santas. Y, Él, os recompensó, coronándoos
con coronas de gloria, luz y eternidad. Arde Nerón hoy, por los
siglos de los siglos en el mismo infierno y, en el orbe de la tierra
toda, nunca más escucharemos al vulgo gritar: ¡Los cristianos a los
leones! ¡Los cristianos a los leones! ¡Los cristianos a los leones!
¡Nunca más! ¡Nunca más! ¡Nunca más! Y, en su remplazo se oye
cada vez más fuerte, más certera la envidiable y viva frase que
resonó, resuena y resonará por los siglos de los siglos: ¡Que viva
Cristo! ¡Que viva Cristo! !Que viva Cristo! ¡Ayer, hoy y siempre!
Entre los mártires encontramos al gran Pedro, el príncipe de los
apóstoles, que crucificado en el circo neroniano y, en donde
hoy está la Basílica de San Pedro. Y, el apóstol de los gentiles, el
otro grande: Pablo, que decapitado en la “Acque Galvie”
fue enterrado en la vía Ostiense. Por ello, después de la fiesta de
estas gigantes “Dos Columnas”, celebra el calendario nuevo la
“Memoria de los mártires incógnitos”, que no tienen especial
Lugar en la liturgia. Allí están entre otros, las antorchas humanas,
Rociadas con brea y dejadas ardiendo en los jardines de la colina
Oppio, aquellas mujeres y niños vestidos con pieles de animales
y dejados a merced de las bestias feroces en el circo romano
y otros miles, que suscitaron un sentido de compasión y de horror
en el mismo pagano pueblo romano. “Entonces se manifestó un
sentimiento de piedad, aun tratándose de gente merecedora de
los más ejemplares castigos, porque se veía que eran eliminados
no por el bien público, sino para satisfacer la crueldad de un
individuo, Nerón”. Escribió Cornelio Tácito, historiador, senador,
cónsul y gobernador del Imperio romano. Y, así en cruenta lid,  
vuestras almas volaron al cielo para coronadas ser con coronas
de luz y eternidad, como premio a vuestras entregas de amor y fe;
¡oh!, Santos Protomártires, “Vivo Amor por el Dios de la Vida y del Amor”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de junio
Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana

Cada 30 de junio recordamos a los “Santos Protomártires de la Santa Iglesia Romana”. Ellos murieron durante la primera persecución de la historia, organizada contra la Iglesia Católica (segunda mitad del siglo I). Padecieron terribles tormentos y entregaron la vida solo por llamarse ‘cristianos’, seguidores de Jesús de Nazareth. La Iglesia les ha concedido, en consecuencia, el título de ‘protomártires’ -término proveniente del griego antiguo- que quiere decir ‘primeros mártires’ o ‘primeros testigos’.

Una multitud vestida de blanco

Las fuentes históricas que dan cuenta de su martirio son tanto paganas (no religiosas) como cristianas. Así, por ejemplo, Tácito (c. 55-c. 120), político e historiador romano, registró lo sucedido en sus Anales; mientras que lo propio hizo el obispo de Roma de ese entonces, el Papa San Clemente (f.d.-97).

“A estos hombres [Pedro y Pablo], maestros de una vida santa, vino a agregarse una gran multitud de elegidos que, habiendo sufrido muchos suplicios y tormentos también por emulación, se han convertido para nosotros en un magnífico ejemplo”, escribe San Clemente en su carta a los Corintios.

Mentira y crimen de odio

Con el anuncio de la Buena Nueva encabezado por los Apóstoles, el número de fieles fue cada vez más en aumento. Lamentablemente, el clima anticristiano suscitó que el senado romano rechazara la “nueva religión” por considerarla contraria a las tradiciones romanas, declarándola “ilícita” en el año 35 d.C.

Posteriormente, el emperador Nerón, para librarse de la acusación de haber mandado incendiar Roma, aprovechó la situación y culpó a los cristianos de ser los verdaderos autores del incendio. Nerón culpaba a los cristianos de practicar una religión maléfica, que incluía el canibalismo -alusión distorsionada y perversa a la Eucaristía-, y de promover el incesto, debido a la costumbre de llamarse hermanos entre ellos y saludarse con el beso de la paz.

De esta manera, Nerón desencadenó una infame persecución en la que muchos perecieron por proclamar y creer en el Dios verdadero, el Dios del amor, revelado en Jesucristo.

En la memoria de la Iglesia

El Martirologio jeronimiano es el primero en registrar la conmemoración de estos sangrientos hechos, en los que más de 900 cristianos fueron asesinados. En dicho documento se señala el 29 de junio como el día destinado a la memoria de estos hombres y mujeres, coincidiendo con la efeméride de San Pedro y San Pablo, apóstoles y columnas de la Iglesia. Se le atribuye a San Pío V, en el siglo XVI, la primera mención a los protomártires en el Martirologio Romano, con fecha 24 de junio. En la actualidad, la Iglesia los conmemora cada 30 de junio, un día después de la Solemnidad de San Pedro y San Pablo.(ACI prensa).