17 julio, 2025

Las dieciséis carmelitas mártires de Compiègne

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17 de Julio
Las dieciséis carmelitas mártires de Compiègne

Un día después de la fiesta de la Virgen del Carmen, hoy, 17 de julio, la Iglesia Católica recuerda a las dieciséis carmelitas mártires de Compiègne (Francia). Estas valerosas mujeres fueron asesinadas por odio a Cristo en tiempos de la Revolución Francesa (1789-1799). A estas mártires se les llama también “teresianas”, en alusión a la Beata Teresa de San Agustín, priora del monasterio carmelita de Compiègne.

Tiempos de confusión

Las carmelitas se establecieron en Compiègne en 1641 y, fieles al espíritu de Santa Teresa de Jesús, con su ejemplo se ganaron la estima de los lugareños. Sin embargo, iniciada la Revolución, se desató un régimen persecutorio contra la Iglesia y sus representantes. El convento en el que vivían las religiosas fue cerrado y sus integrantes forzadas a vivir como seglares, de acuerdo a la ley revolucionaria de 1790.

El siguiente paso fue obligar a las religiosas a firmar el llamado “juramento revolucionario”, por el que se comprometían a defender los valores de la Revolución: libertad, igualdad y fraternidad. Sometiéndose a dicha ley evitaron ser deportadas, pero tuvieron que disgregarse. Fue así que las integrantes de la comunidad pasaron a residir en cuatro casas distintas, en la clandestinidad.

Cuando la situación parecía haberse calmado un poco, Teresa de San Agustín, antigua priora del convento, propuso a sus hermanas retomar la disciplina de la vida conventual, aunque estuviesen exclaustradas. De ese modo, pese a vivir separadas, las monjas retomaron la relación de obediencia con su superiora y comenzaron a comunicarse entre ellas a diario.

“En vano se afanan sus constructores, si el Señor no protege la ciudad” (Sal 127,1)

Los ideales revolucionarios, mientras tanto, quedaban expuestos como palabras que se lleva el viento. En nombre de estos, al amparo de la “Razón” y el deseo de justicia, muchas atrocidades fueron cometidas, como la que se narra a continuación.

En determinado momento, algunos partidarios de la Revolución en Compiègne se percataron de lo que las hermanas hacían y las denunciaron ante el “Comité de Salud Pública”. De inmediato, se ordenó registrar sus casas e incautar toda "prueba de vida conventual”. Se hallaron una estampa del Sagrado Corazón, algunas cartas y escritos.

 Esto era más que suficiente para acusarlas de complotar secretamente en pos del “restablecimiento de la monarquía y la desaparición de la República”. Lo que les esperaba era, al menos, la cárcel.

Afortunadamente, algunas carmelitas lograron escapar, aunque la mayoría -unas dieciséis- fue apresada. Los revolucionarios, entonces, reunieron a las prisioneras en un solo recinto. Estando una frente a la otra, las mujeres se encomendaron a la Virgen del Carmen y acordaron retractarse del juramento revolucionario, y no aceptar más imposiciones que comprometieran su fe.

Cuando se solicitó que firmaran de nuevo el juramento, las carmelitas se negaron. Acto seguido, fueron acusadas de “conspiradoras contra la Revolución”.

En la “Ciudad de la Luz”

Las dieciséis fueron enviadas rumbo a París, con las manos atadas, encima de dos carretas con paja. Al arribar a su destino fueron encerradas en la prisión de la Conciergerie, que tenía la fama de ser la antesala de la guillotina. Allí las ubicaron, al lado de presos comunes y, por supuesto, de presbíteros, religiosos y laicos comprometidos acusados de conspiradores también.

En la prisión, las carmelitas se convirtieron en modelo de piedad y firmeza. Establecieron una suerte de régimen de oración conventual y lo cumplían frente a todos, carceleros y reos, sin ningún temor. Las monjas, incluso, se las arreglaron para celebrar a la Virgen del Carmen el 16 de julio.

Aquel fue un día glorioso en la prisión, en el que se pudo respirar algo de serena alegría y solemnidad.

Vestidas de blanco, llevando palmas en las manos

A la mañana siguiente, 17 de julio de 1794, las hermanas comparecieron ante el Tribunal Revolucionario. Este sentenció la pena de muerte para todas; la forma de la ejecución: muerte por decapitación.

Al pie de la guillotina, las carmelitas cantaron el “Te Deum”, renovaron sus promesas y votos, y subieron una por una a entregar la vida, como ofrenda a Cristo. Así se cumpliría lo que cien años antes había vaticinado una carmelita de la misma comunidad de Compiègne. Aquella religiosa tuvo una visión en la que aparecían las monjas del monasterio vestidas de blanco, llevando la palma del martirio en las manos.

Las dieciséis carmelitas de Compiègne fueron beatificadas por el Papa San Pío X en 1906.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-recuerda-a-16-carmelitas-martires-decapitadas-durante-la-revolucion-francesa-56300)

16 julio, 2025

Nuestra Señora del Carmen, patrona de los marineros y pescadores

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 ¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, Vos, sois la Virgen
“Bienaventurada del Monte Carmelo”, monte en el que Elías
logró, que el pueblo de Israel, a dar culto volviese
al Dios Vivo y eterno que, más tarde, algunos, buscando
la soledad se retiraron para hacer eremítica vida, origen
dando a vuestra orden de contemplativa vida, que os tiene
como “Patrona y Protectora”, Santa Madre de Dios. Desde
los ermitaños establecidos en el Monte Carmelo: “Los
Carmelitas”, por su profunda devoción a Vos, Santísima
Virgen, conocidos son porque ellos, la nube interpretaron
de la visión de Elías, como símbolo Vuestro. Cinco siglos
antes de la proclamación como santísimo dogma, el
misal Carmelita contenía una Misa para Vos, “Inmaculada
Concepción”. Con Elías, profeta, que la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero defendió; Vuestra Orden,
“frutos vivos de la fe” ha dado como: Santa Teresa de Ávila,
San Juan de la Cruz, Santa Teresa del Niño Jesús y Santa
Teresa Benedicta de la Cruz, en los tiempos modernos.
Los Carmelitas desde siempre han difundido vuestra devoción,
señalándoos como modelo de oración, contemplación
y de dedicación a Dios, porque Vos, creísteis que Jesús,
Verbo encarnado, el cúlmen es, del encuentro del hombre
con Dios. Los marineros, mucho antes de la cibernética
de las estrellas, para marcar su rumbo en la mar dependían
y por ello, a Vos, se os dirigen como, “Estrella del Mar”,
que guía por las aguas tortuosas y difíciles de la vida, hacia
el puerto seguro que es Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
Y, el día aquél en que, por la invasión de los sarracenos,
obligados se vieron a abandonar el Monte Carmelo, Vos, Madre
de Dios, os aparecisteis mientras cantaban el “Salve Regina”
y os prometió ser para vosotros su “Estrella del Mar”. Y, así,
acompañasteis y acompañáis a vuestros hijos, esparcidos
sobre la faz de la tierra, vistiendo hábito en honor a Vos,
porque sus vidas os pertenecen a Vos, y por Vos, a Cristo Jesús;
¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, “Viva Estrella del Mar de Dios”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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16 de julio
Nuestra Señora del Carmen
Advocación Mariana
Patrona de los marineros y pescadores

Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.

Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.

En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
“El Carmelo, alto promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales, predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías, surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila, Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo, señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el silencio de la oración.

La estrella del Mar y los Carmelitas

Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.

Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.

Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo

La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: “Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo”. En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.

La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.

España
Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.

América
Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el continente.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31890/nuestra-seora-del-carmen.html)

14 julio, 2025

San Francisco Solano, "El Apóstoñ de Nuevo Mundo, Patrono de Perú, Paraguay, Chile, Bolivia y Argentina"

 Imagen


 ¡Oh!, San Francisco Solano, vos sois el hijo del Dios
del vida y su amado santo, a quien os llamaron “el
Taumaturgo del nuevo mundo” por los muchos prodigios
y milagros que, de Dios obtuvisteis en Sudamérica. Desde
pequeño, erais de corazón pacificador, pues, cuando
los sables y discordias se peleaban, la paz volvía
en el acto, gracias a vuestra intervención. Franciscano
de alma, vida y corazón, os dedicasteis a predicar
y predicar, con increíbles resultados, pues, vuestros
sermones, llegaban hasta el fondo del corazón, causando
conversiones, pues, mucho rezabais y orabais antes
de cada predicación. Vos, y Fray Buenaventura, amigo
vuestro, a los enfermos de tifo y a los más necesitados
socorristeis, tanto espiritual y materialmente. Pero,
para pena y dolor vuestro, aquél amigo se contagió
y murió. Y, vos, luego, os contagiasteis pero, Dios, os
curó, increíblemente. El rey Felipe Segundo, pidió a
los franciscanos que misioneros fueran enviados
a Sudamérica, y a vos os tocó y así, llegasteis por el Nuevo
Mundo, para predicar a los nativos. Viajasteis a pie
y sorteando incontables peligros y sufrimientos, desde Lima
hasta Tucumán y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo,
confiando sólo en Dios y por el deseo movido de almas
salvar. Dios os concedió la eficacia de la palabra
y la gracia de la simpatía y de la buena voluntad para
conseguir a vuestros oyentes. Un Jueves Santo, predicabais,
y os enfrentasteis a los indios, crucifijo en mano, logrando
que os entendieran en su propio idioma y después, aceptaron
ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Chaco Paraguayo, Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe
y Córdoba de Argentina, saben de vos, y vuestro amor por
el Dios Vivo. Siempre a pie, indígenas convirtiendo
y colonos españoles, y a imitación pura de vuestro patrono
San Francisco, sentíais también, cariño por los animales
de Dios. Las aves os rodeaban muy a menudo, y luego
a vuestra voz, por los aires salían alegremente cantando,
alabando al Dios de la Vida. “Si piden perdón a Dios, no
les sucederá nada malo”, dijisteis en pleno temblor.
Y, todos así, lo hicieron y nada malo sucedió aquel día allí.
“Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a
mi alrededor será destruido y no quedará sino, el sitio
desde donde estoy predicando”. ¡Y así fue! Y, el día
en que Dios os llamó, una bandada de pajaritos cantando
entró a vuestra habitación y vos dijisteis: “Que Dios sea
glorificado”, y luego, expirasteis santamente, para, coronado
ser con corona de luz como justo premio, a vuestra entrega
increíble de amor y fe. Aquella noche vuestra habitación
se iluminó como señal de la presencia del Dios de la Vida.
¡oh!, San Francisco Solano, “vivo evangelizador del Dios Vivo”.



© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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14 de Julio
San Francisco Solano
Misionero
(año 1610)


Francisco Solano, llamado “el Taumaturgo del nuevo mundo”, por la cantidad de prodigios y milagros que obtuvo en Sudamérica, nació en 1549, en Montilla, Andalucía, España. Su padre era alcalde de la ciudad, y el jovencito desde muy pequeño se caracterizó por su habilidad en poner paz entre los que se peleaban. Cuando había algún duelo a espada, bastaba que Francisco corriera a donde los combatientes a suplicarles que no se pelearan más, para que hicieran las paces.


Estudió con los Jesuitas, pero entró a la comunidad Franciscana porque le atraían mucho la pobreza y la vida tan sacrificada de los religiosos de San Francisco. Los primero años de sacerdocio los dedicó a predicar con gran provecho en el sur de España. Sus sermones no tenían nada de rebuscado ni de elegante, pero llegaban hasta el fondo del corazón de los pecadores y conseguían grandes conversiones. Es que rezaba mucho antes de cada predicación.


Llegó a Andalucía la peste del tifo negro y Francisco y su compañero Fray Buenaventura se dedicaron a atender a los enfermos más abandonados. Buenaventura se contagió y murió (y ahora es santo también) luego se contagió también Francisco y creyó que ya le había llegado la hora de partir para la eternidad, pero luego, de la manera más inesperada, quedó curado. Con eso se dio cuenta de que Dios lo tenía para obras apostólicas todavía más difíciles.


Pidió a sus superiores que lo enviaran de misionero al Africa, y no le fue aceptada su petición. Pero poco después el rey Felipe II pidió a los franciscanos que enviaran misioneros a Sudamérica y entonces sí fue enviado Francisco a extender la religión por estas tierras. Fue una gran alegría para su corazón.


Y sucedió que una terrible tempestad lanzó el barco contra unas rocas frente a Panamá y se partió en dos. No había sino una embarcación para volver a tierra firme, y el misionero prefirió aguardar allá en esos escollos con los esclavos negros que él había venido instruyendo durante el viaje y acompañarlos hasta que llegara otra barca a salvarlos. Y aprovechó esos tres días de terror y peligro, para acabar de instruirlos y bautizarlos allí mismo. Varios de ellos perecieron luego entre aquellas olas pero ya habían sido bautizados.


La pequeña embarcación los llevó a unas costas inhospitalarias y allá pasaron días terribles de hambre y peligros. Cuando los marineros se desesperaban lo único que podía calmarlos era la intervención del Padre Francisco. Cuando había peleas, al único que le hacían caso para dejar de pelear, era el Padre Solano. Al fin lograron que un barco los recogiera y los llevara a la ciudad de Lima.


Fray Francisco Solano recorrió el continente americano durante 20 años predicando, especialmente a los indios. Pero su viaje más largo fue el que tuvo que hacer a pie, con incontables peligros y sufrimientos, desde Lima hasta Tucumán (Argentina) y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo. Más de 3,000 kilómetros y sin ninguna comodidad. Sólo confiando en Dios y movido por el deseo de salvar almas.


Y le sucedió en aquel gran viaje misionero, que lograba aprender con extraordinaria facilidad los dialectos de aquellos indios a las dos semanas de estar con ellos. Y le entendían todos admirablemente sus sermones. Sus compañeros misioneros se admiraban grandemente de este prodigio y lo consideraban un verdadero milagro de Dios. Pero lo más admirable es que las tribus de indios, aun las más belicosas, y opuestas a los blancos, recibían los sermones del santo con una docilidad y un provecho que parecían increíbles. Dios le había concedido la eficacia de la palabra y la gracia de conseguir la simpatía y buena voluntad de sus oyentes.


Fray Francisco llegaba a las tribus más guerreras e indómitas y aunque al principio lo recibían al son de batalla, después de predicarles por unos minutos con un crucifijo en la mano, conseguía que todos empezaran a escucharle con un corazón dócil y que se hicieran bautizar por centenares y miles.


Un Jueves Santo estando el santo predicando en La Rioja (Argentina) llegó la voz de que se acercaban millares de indios salvajes a atacar la población. El peligro era sumamente grande, todos se dispusieron a la defensa, pero Fray Francisco salió con su crucifijo en la mano y se colocó frente a los guerreros atacantes y de tal manera les habló (logrando que lo entendieran muy bien en su propio idioma) que los indígenas desistieron del ataque y poco después aceptaron ser evangelizados y bautizados en la religión católica.


El Padre Solano tenía una hermosa voz y sabía tocar muy bien el violín y la guitarra. Y en los sitios que visitaba divertía muy alegremente a sus oyentes con sus alegres canciones. Un día llegó a un convento donde los religiosos eran demasiado serios y recordando el espíritu de San Francisco de Asís que era vivir siempre interior y exteriormente alegres, se puso a cantarles y hasta a danzar tan jocosamente que aquellos frailes terminaron todos cantando, riendo y hasta bailando en honor del Señor Dios.


San Francisco Solano misionó por más de 14 años por el Chaco Paraguayo, por Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe y Córdoba de Argentina, siempre a pie, convirtiendo innumerables indígenas y también muchísimos colonos españoles. Su paso por cada ciudad o campo, era un renacer del fervor religioso. Un día en el pueblo llamado San Miguel, estaban en un toreo, y el toro feroz se salió del corral y empezó a cornear sin compasión por las calles. Llamaron al santo y éste se le enfrentó calmadamente al terrible animal. Y la gente vio con admiración que el bravísimo toro se le acercaba a Fray Francisco y le lamía las manos y se dejaba llevar por él otra vez al corral.


A imitación de su patrono San Francisco de Asís, el padre solano sentía gran cariño por los animalillos de Dios. Las aves lo rodeaban muy frecuentemente, y luego a una voz suya, salían por los aires revoloteando, cantando alegremente como si estuvieran alabando a Dios.


Por orden de sus superiores, los últimos años los pasó Fray Francisco en la ciudad de Lima predicando y convirtiendo pecadores. Entraba a las casas de juegos y hacía suspender aquellos vicios y llevaba a los jugadores a los templos. En los teatros, en plena función inmoral hacía suspender la representación y echaba un fogoso sermón desde el escenario, haciendo llorar y arrepentirse a muchos pecadores. En plena plaza predicaba al pueblo anunciando terribles castigos de Dios si seguían cometiendo tantos pecados y esto conseguía muchas conversiones.


Un día estando predicando en una misa la tierra empezó a temblar. Las gentes quisieron salir huyendo, pero él les dijo: “Si piden perdón a Dios, no les sucederá nada malo”. Todos pidieron perdón y nada malo sucedió aquel día allí. Otro día en pleno sermón exclamó: “Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a mi alrededor será destruido y no quedará sino el sitio desde donde estoy predicando”. Y así sucedió años después. llegó un terremoto y destruyó el templo y todos los alrededores, y el único sitio que quedó sin que le pasara nada, fue aquel desde donde el santo había predicado.


En mayo de 1610 empezó a sentirse muy débil. Los médicos que lo atendían se admiraban de su paciencia y santidad. El 14 de julio, una bandada de pajaritos entró cantando a su habitación y el Padre Francisco exclamó: “Que Dios sea glorificado”, y expiró. Desde lejos las gentes vieron una rara iluminación en esa habitación durante toda la noche.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Francisco_Solano.htm)

13 julio, 2025

Domingo 15 (C) del tiempo ordinario

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13 de julio
Domingo 15 (C) del tiempo ordinario
 
Texto del Evangelio (Lc 10,25-37): En aquel tiempo, se levantó un maestro de la Ley, y para poner a prueba a Jesús, le preguntó: «Maestro, ¿que he de hacer para tener en herencia la vida eterna?». Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?». Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo». Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás».
 
Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?». Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, 
echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva’.
 
»¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?». Él dijo: «El que practicó la misericordia con él». Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo».
 
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«Un samaritano (...) tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas (...) y, montándole sobre su propia cabalgadura...»
Rev. D. Jordi POU i Sabater
(Sant Jordi Desvalls, Girona, España)
 
Hoy, nos preguntamos: «Y, ¿quién es mi prójimo?» (Lc 10,29). Cuentan de unos judíos que sentían curiosidad al ver desaparecer su rabino en la vigilia del sábado. Sospecharon que tenía un secreto, quizá con Dios, y confiaron a uno el encargo de seguirlo... Y así lo hizo, lleno de emoción, hasta una barriada miserable, donde vio al rabino cuidando y barriendo la casa de una mujer: era paralítica, y la servía y le preparaba una comida especial para la fiesta. Cuando volvió, le preguntaron al espía: «¿Dónde ha ido?; ¿al cielo, entre las nubes y las estrellas?». Y éste contestó: «¡No!, ha subido mucho más arriba».
 
Amar a los otros con obras es lo más alto; es donde se manifiesta el amor. ¡No pasar de largo!: «Es el propio Cristo quien alza su voz en los pobres para despertar la caridad de sus discípulos», afirma el Concilio Vaticano II en un documento.
 
Hacer de buen samaritano significa cambiar los planes («llegó junto a él»), dedicar tiempo («cuidó de él»)... Esto nos lleva a contemplar también la figura del posadero, como dijo san Juan Pablo II: «¡Qué habría podido hacer sin él? De hecho, el posadero, permaneciendo en el anonimato, realizó la mayor parte de la tarea. Todos podemos actuar como él cumpliendo las propias tareas con espíritu de servicio. Toda ocupación ofrece la oportunidad, más o menos directa, de ayudar a quien lo necesita (...). El cumplimiento fiel de los propios deberes profesionales ya es practicar el amor por las personas y la sociedad».
 
Dejarlo todo para acoger a quien lo necesita (el buen samaritano) y hacer bien el trabajo por amor (el posadero), son las dos formas de amar que nos corresponden: «‘¿Quién (...) te parece que fue prójimo?’. ‘El que practicó la misericordia con él’. Díjole Jesús: ‘Vete y haz tú lo mismo’» (Lc 10,36-37).
 
Acudamos a la Virgen María y Ella —que es modelo— nos ayude a descubrir las necesidades de los otros, materiales y espirituales.
 
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Pensamientos para el Evangelio de hoy
 
«Cuán grande y admirable cosa es la caridad. Roguemos, pues, y supliquémosle que, por su misericordia, nos permita vivir en la caridad» (San Clemente de Roma)
 
«Buen Samaritano es todo hombre sensible al sufrimiento ajeno, el hombre que ‘se conmueve’ ante la desgracia del prójimo. Es necesario cultivar esta sensibilidad del corazón, que testimonia la compasión hacia el que sufre» (San Juan Pablo II)
 
«Cuando le hacen la pregunta: ‘¿Cuál es el mandamiento mayor de la Ley?’ (Mt 22,36), Jesús responde: ‘Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas’ (Mt 22,37-40). El Decálogo debe ser interpretado a la luz de este doble y único mandamiento de la caridad, plenitud de la Ley» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.055)(ACI prensa).

12 julio, 2025

Santa Verónica, enjugó el sudor y la sangre de Cristo camino al Calvario

De acuerdo a la tradición, Santa Verónica fue la mujer que, conmovida por  los sufrimientos de Cristo en su camino al Calvario, se apiadó de Él y se  acercó a enjugar el 

¡Oh! Santa Verónica, vos sois la hija del Dios
de la Vida y su amada santa. Aquella mujer que,
conmovida por los dolores de Cristo en su camino 
al Calvario, os apiadiasteis de Él y os acercasteis
a enjugar el sudor y la sangre que cubrían su 
rostro, utilizando vuestro velo de cabeza. Y así,   
quedó impreso con sangre bendita el rostro de  
de vuestro amado Jesús. Hoy, convertido está, en
"reliquia definitiva" del Dios-hecho-hombre, 
semejante al Sábana Santa de Turín. Vuestro velo
era un paño liviano, muy sencillo, confeccionado 
a la usanza de la época, pero que después de haber 
quedado grabada el rostro de Cristo, está c0nvertido
en célebre objeto de incalculable valor espiritual, 
por mostrar el rostro de Nuestro Señor Jesucristo.
!Oh! Santa Verónica, "amor piadoso por el Dios Vivo"
 
 © 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Julio
Santa Verónica 
 
Cada 12 de julio la Iglesia Católica recuerda a Santa Verónica, o, simplemente, ‘la Verónica’ (Serafia); la mujer que, conmovida por los dolores de Cristo en su camino al Calvario, se apiadó de Él y se acercó a enjugar el sudor y la sangre que cubrían su rostro. De acuerdo a la tradición, ella utilizó el velo de su cabeza para este propósito, en el que quedaría ‘impreso’ con sangre el rostro de Jesús, por lo que podría afirmarse que dicho velo es como una ‘reliquia definitiva’ del Dios-hecho-hombre, semejante al caso de la Sábana Santa de Turín.
 
El velo de Santa Verónica era un paño liviano, muy sencillo, confeccionado a la usanza de la época, pero que después de haber quedado grabada la cara de Cristo en él, se convertiría en un objeto célebre, de enorme importancia e incalculable valor, puesto que es capaz de ver el rostro del Señor. Por eso, también, se le empezaría a conocer como ‘la Santa Faz’ o ‘el Velo de la Verónica’.
 
Una mujer llamada ‘Verónica’
 
El nombre ‘Verónica’ aparece en un texto apócrifo: Los hechos (actas) de Pilato, conocido también con el título de Evangelio de Nicodemo; no así en los Evangelios canónicos. Y es bastante probable que ese no haya sido su nombre real. ‘Verónica’ parece ser más bien un nombre adjudicado por la tradición, procedente del latín, producto de la yuxtaposición de los términos vera [verdadero] e icon [imagen]; ‘Verónica’ quiere decir en consecuencia ‘imagen verdadera’, ‘verdadero ícono’.
 
‘Verónica’ también podría ser la variación del nombre macedonio: ‘Berenice’. Este se encuentra documentado desde el siglo IV y posee un significado lleno de simbolismo: ‘la que lleva a la victoria’. En apoyo de esta posibilidad acuden algunos textos de la Baja Edad Media, donde aparece como el nombre de la hemorroísa de los Evangelios sinópticos, a quien Jesús curó milagrosamente.
 
De acuerdo a cierta tradición, Santa Verónica fue una mujer piadosa que vivía en Jerusalén, y que, tras la Pasión del Señor, se dirigió a Roma llevando consigo el velo con la ‘Santa Faz’. Este habría sido expuesto para la veneración pública, tocando las almas de muchas personas, quienes se habrían convertido al catolicismo con tan solo verlo. La historia en torno al ‘Velo de la Verónica’ caló tan hondo en la fe del pueblo que la ejemplar acción de la mujer ha sido perennizada en oración de la Iglesia, como es el caso de la sexta estación del Vía Crucis.
 
Otros relatos milagrosos
 
Existen tradiciones numerosas sobre el poder milagroso de Santa Verónica y su velo. Se dice que, estando en Roma, la santa tuvo un encuentro con el emperador romano Tiberio que se hallaba gravemente enfermo. Verónica lo habría hecho tocar la sagrada imagen e implorar a Dios su misericordia y Tiberio habría recuperado la salud en el acto. A partir de ese evento, la santa decidió quedarse en la capital del imperio y permanecer cerca de los Apóstoles San Pedro y San Pablo. Al morir, el velo habría pasado a manos del Papa Clemente I (ca. 88/921​ - 97/99).
 
Con motivo del primer año santo de la historia, en 1300, el Velo de la Verónica se convirtió en una de las mirabilias urbis romanae [maravillas de la ciudad de Roma] atrayendo gran cantidad de peregrinos a la Basílica de San Pedro.
 
Santa Faz de Manoppello
 
El Velo de la Verónica, sin embargo, fue trasladado varias veces a lo largo de los siglos posteriores hasta que se le perdió el rastro después del Año Santo celebrado en 1600.
 
Recientemente (1999), el sacerdote jesuita alemán Heinnrich Pfeiffer, profesor de Historia del Arte de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, anunció que había encontrado el sagrado paño en una iglesia de los Frailes Menores Capuchinos en Manoppello (Italia), donde habría permanecido desde 1660. Esta iglesia hoy lleva el nombre de ‘Iglesia de la Santa Faz’.
 
El Papa Benedicto XVI fue el primer Pontífice en visitar dicho santuario para orar y dirigir un discurso en el que reflexionó en torno a la esencia del cristianismo (septiembre de 2006).( ACI Prensa).

11 julio, 2025

San Benito de Nursia o San Benito Abad, Fundador del monacato occidental, Patriarca de los monjes de Occidente y Patrono de Europa.

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¡Oh!, San Benito, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
 y su amado santo que, honor disteis al significado de vuestro
nombre: “Bendecido”. Sois, “base y roca” de las órdenes
religiosas en las que se inspiraron las demás. Con San
Mauro, San Plácido, y otros amados discípulos fundasteis
los “Benedictinos” en el Monte Casino. Y, vuestros milagros
surgieron incontables y, entre ellos: “El muchacho que
no sabía nadar”, “El edificio que se cae”, “La piedra que
no se movía”, “El disfrazado” y “Los panes que se multiplican”,
prueba son de lo taumaturgo que erais, porque Dios,
jamás os abandonó. Decías en vuestra “Regla Santa”,
que la virtud que un religioso necesita es “la humildad”;
y que, la casa de Dios es para “rezar” y no para “charlar”;
que, todo superior debe esforzarse por amable ser, como
un bondadoso padre; que, el ecónomo no debe jamás humillar
a nadie; que, como único lema debe tener y tiene: “Trabajar
y rezar”; que, cada uno debe esforzarse por ser exquisito
 y agradable en su trato; que, cada comunidad debe ser como
una buena familia donde todos se aman; que, en lo posible
cada ser evite, todo lo que sea rústico y vulgar, porque
“portarse con nobleza es una gran virtud”, tal como lo decía
san Ambrosio, y, que sobre todo “hay que tener un deseo
inmenso de ir al cielo”. Un Jueves Santo, sentisteis morir
y os, apoyasteis en los brazos de dos de vuestros discípulos,
y elevando vuestros ojos hacia el cielo cumplisteis una vez
más lo que tanto recomendabais a los que os escuchaban:
“Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo”, y entonces,
lanzando un suspiro como de quien obtiene aquello que tanto
había anhelado, quedasteis muerto. Otros, dos monjes,
lejos de allí, vieron una luz brillante que subía hacia los cielos
y dijeron: “Seguramente es nuestro Padre Benito, que ha volado
a la eternidad”. ¡Y, sí!, era el momento preciso en que vuestra
alma, al cielo volaba, para recibir justo premio y, coronada
ser, con corona de luz, por vuestra increíble entrega de amor y fe.
Vuestro hoy, compañero, San Juan Pablo Segundo, en vida, os
reconoció como “Patrono Santo de todas las Europas y guía”;
y además el  “Primer Fundador de Religiosos” ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Benito, “vivo trabajo y oración, por el Dios de la Vida”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de julio
San Benito de Nursia o San Benito Abad
Fundador del monacato occidental, patriarca de los monjes de Occidente y patrono de Europa.
 
Cada 11 de julio la Iglesia Católica celebra a San Benito de Nursia, fundador del monacato occidental, patriarca de los monjes de Occidente y patrono de Europa. También se le conoce como San Benito, Abad.
 
Dios a tiempo completo
 
La máxima de vida de San Benito -con la que ha inspirado a la cristiandad a lo largo de los siglos- fue “ora et labora” (ora y trabaja), síntesis perfecta de su propuesta de vida y un llamado a la unidad entre contemplación y acción.
 
El legado de este gran santo ha influido de manera definitiva en la formación y desarrollo del monacato -para aquellos hombres y mujeres llamados a buscar a Dios en la soledad y el silencio-, y hoy, tras muchos siglos, sigue inspirando a quienes asumen la tarea de hacer de la oración acción, y de la acción oración. El ideal de San Benito siempre fue la entrega completa del monje a Dios: una entrega a tiempo completo.
 
Dios en el silencio
 
San Benito nació en Nursia (Italia), en el año 480. Tuvo una hermana melliza, Escolástica, quien también alcanzaría la santidad. Después de haber estudiado retórica y filosofía en Roma, Benito se retiró a la ciudad de Enfide (actual Affile) para dedicarse con mayor profundidad al estudio y la disciplina ascética.
 
No conforme con lo logrado hasta entonces, con 20 años el santo marchó hacia el monte Subiaco para vivir en absoluta soledad. Allí se instaló en una cueva. Más tarde se haría de la guía espiritual de un ermitaño. Años después, como parte de su búsqueda, se unió a los monjes de Vicovaro, quienes lo eligieron prior en virtud de su espíritu disciplinado.
 
En Vicovaro brotaron las primeras animadversiones contra Benito, aparecidas en los corazones de los monjes que no estaban de acuerdo con la disciplina impuesta por el santo. Algunos de sus hermanos en el monasterio llegaron incluso a conspirar para asesinarlo.
 
Cuenta la tradición que un día, a la hora de los alimentos, uno de los monjes le sirvió a Benito un vaso con agua envenenada. El abad lo recibió y lo puso sobre la mesa frente a sí. Antes de beber, como de costumbre, hizo la señal de la cruz y sin querer golpeó la copa, que cayó al suelo, haciéndose pedazos. Un sospechoso alboroto se produjo tras el hecho que acabó con los conspiradores, quienes quedaron en evidencia. Esto precipitó que San Benito se aleje de aquel monasterio definitivamente, no sin antes reprochar a aquellos “hombres de Dios” la gravedad de sus actos.
 
Edificador de Europa
 
Pasado aquel triste episodio, acompañado de un grupo de jóvenes animados por su enseñanza, Benito se dedicó a la fundación y organización de otros monasterios por diversos lugares de la Europa central, entre los que destacó el construido en Monte Cassino (Italia).
 
Convencido de que la vida monástica requiere orden y armonía, se animó a escribir su famosa Regla, que ha servido de apoyo para un sin fin de otros reglamentos de comunidades religiosas a lo largo del tiempo. Paralelamente, el abad trabajó en hacer de sus monasterios auténticos centros de formación humana y espiritual, en los que se preservaba la cultura y la tradición.
 
Gracias a estas notas características, su proyecto cobró forma y se convirtió en una suerte de red cultural y espiritual que enlazó a la Europa de aquel entonces. El estilo de vida monástico suscitó tal entusiasmo que miles de cristianos se descubrieron llamados a dejar el mundo atrás para dedicarse a Dios en los silenciosos claustros de un monasterio.
 
El monacato europeo sirvió de base para la expansión de la cultura cristiana en el Viejo Continente. La red de monasterios repartidos por todos lados fue semilla de los sistemas educativos y se convirtió en la reserva cultural de Occidente. La mayoría de ciudades importantes de la Europa de hoy surgieron alrededor de algún monasterio, o se organizaron siguiendo su ritmo e inspiración.
 
El deber de un monje
 
Siempre que se presta atención a la figura de San Benito se debe hacer con respeto y cuidado. La tentación de reducir su gesta a un intento puramente organizacional resultado de cierta obsesión con la disciplina constituye un error. Incurrir en una simplificación de esa magnitud sólo puede conducir a una seguidilla de malas interpretaciones. Nada más lejos que identificar la belleza de la vida religiosa con sacrificios exteriores carentes de sentido.
 
Se debe tener presente que Benito, padre del monacato, fue antes que cualquier cosa un hombre de oración, una persona consciente de que el tiempo dedicado a Dios es indispensable para transformar la vida y construir el bien común. La práctica de la caridad debe ir siempre unida a la relación íntima con Dios.
 
Ciertamente, Benito fue un hombre exigente, pero también reconocido por su trato amable y su generosidad. Su día a día empezaba de madrugada, cuando se levantaba para rezar los salmos y meditar la Escritura. Sólo salía a predicar después de haber cumplido con sus deberes en el monasterio.
Gustaba de practicar el ayuno y tenía la convicción de que los monjes debían ocupar su tiempo en algún tipo de esfuerzo físico. El trabajo era para él un honroso camino hacia la santidad.
 
Lejos del mundo, más cerca del cielo
 
San Benito realizó muchos milagros en vida: curó enfermos y resucitó muertos. Se enfrentó al demonio personalmente y practicó exorcismos, siempre con la cruz en la mano -de allí la devoción a la Cruz de San Benito-. Recolectó limosna para asegurar el alimento a sus hermanos y ayudar a los necesitados. Consoló a muchos que se hundieron en la tristeza y les devolvió el ánimo.
 
El gran abad murió el 21 de marzo del año 547, pocos días después de su hermana, Santa Escolástica. San Benito murió en la capilla de su monasterio, con las manos levantadas al cielo, en gesto orante, como haciendo eco de algo que él mismo repetía: "Hay que tener un deseo inmenso de ir al cielo".(ACI prensa).

10 julio, 2025

San Cristóbal, Mártir

 San Cristóbal, Patrono de Viajeros, Conductores y Transportistas

  

¡Oh! San Cristóbal, vos sois el hijo del Dios
de la Vida su mártir, amado santo y gran figura
brillante en la historia del cristianismo de
Oriente y Occidente. Vuestra historia más que
leyenda, conocida es en Occidente pues vos,
portasteis sobre vuestros hombros a un niño
reluciente al que vos, no conocíais y nunca
habíais visto, a través de un río caudaloso
el que atravesabais una y otra vez, de un lado
al otro, llevando gente que no era capaz de
vencer la fuerza de las aguas. A vos, os
resultaba más fácil cruzar dada la fuerza y
altura que poseíais. Pero, aquel niño que os
solicitó ayuda, antes de desaparecer, os reveló
secretamente que era Cristo, a quien vos,
intentabais ayudar ayudando a otros. Por ello
se entiende mejor porque a vos, os llamaban
“Christophoros”, que en griego quiere decir
“portador de Cristo”. Por ello, os representan con
el niño Jesús sobre vuestros hombros y llevando 
un bastón con hojas. En la baja Edad Media se
popularizó la creencia de que bastaba mirar
vuestra imagen para que cualquier viajero se
librara del peligro durante su travesía. Y,
claro, no por nada sois patrón de peregrinos,
viajeros, motoristas y transportistas en general.
Erais vos, un hombre corpulento, de gran estatura
que servisteis como soldado del Imperio Romano
y que, con vuestra alma caritativa ayudabais
a los cristianos cautivos. A vos os bautizaron en
Antioquía y de allí os dirigisteis predicar a
Licia y Samos, donde os tomaron como prisionero
por el rey Dagón, por órdenes del infeliz Decio,
donde vos, os resististeis a abdicar de vuestra
fe, aunque fuerais torturado, y terminasteis
siendo degollado. ¡Y maravilla de maravillas!
Siria, y el rey Dagón se convirtieron a Cristo
gracias a vos, “Christophoros”, portador de Cristo.
Hoy, vuestra alma brilla en la mansión del Señor
y vuestros criminales en las tinieblas del averno;
¡Oh! San
Cristóbal "vivo portador del Dios Vivo".    
 
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Julio
San Cristóbal
Mártir

San Cristóbal de Licia es una figura muy importante en la historia del cristianismo de Oriente y Occidente; y aunque las dificultades para conocerlo y entender su papel histórico son reales, se sabe con bastante certeza que vivió durante el gobierno de Decio, tercer emperador romano, alrededor del año 250 de la era cristiana.

Su famosa leyenda, que es conocida sobre todo en Occidente y que podría haberse inspirado tanto en historias reales de mártires cristianos como en algún personaje de la mitología griega, cuenta que Cristóbal portó sobre sus hombros a un chico, al que no conocía, a través del río caudaloso que atravesaba una y otra vez, de un lado al otro, llevando gente que no era capaz de vencer la fuerza de las aguas. A Cristóbal le resultaba más fácil cruzar dada la fuerza y altura que poseía. Aquel niño desconocido que le solicitó ayuda, antes de desaparecer, le reveló que era Cristo, a quien él intentaba ayudar ayudando a otros.

Precisamente, al considerar esta historia, uno puede comprender mejor el porqué de su nombre “Christophoros”, que en griego quiere decir “portador de Cristo”. Desde el siglo IV San Cristóbal fue representado con el niño Jesús sobre sus hombros y llevando un bastón con hojas.

En la baja Edad Media se popularizó la creencia de que bastaba mirar su imagen para que cualquier viajero se librara del peligro durante su travesía; y es que a Cristobal se le considera patrón de peregrinos, viajeros, motoristas y transportistas en general.

La tradición conserva la idea de que fue un hombre corpulento, de gran estatura que probablemente se desempeñó como soldado del Imperio Romano; también se dice que tenía un alma caritativa y trataba de ayudar a los cristianos cautivos.

La tradición señala, además, que San Cristóbal fue bautizado en Antioquía y de allí se dirigió a predicar a Licia y Samos. En esa ciudad fue tomado prisionero por el rey Dagón, por órdenes del emperador Decio, y tras resistirse a abdicar de su fe aunque fuese torturado, se ordenó degollarlo. Según Gualterio de Espira, la nación Siria y el mismo Dagón se convirtieron a Cristo gracias a este Santo.

San Cristóbal es un santo muy popular; lo es en tal medida que poetas modernos como Federico García Lorca y Antonio Machado lo han cantado con inspirados versos. Su estatua, generalmente colosal y gigantesca, decora muchísimas catedrales, como la de Toledo, en España.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-de-san-cristobal-patrono-de-los-transportistas-57266)