
17 de Julio
Las dieciséis carmelitas mártires de Compiègne
Un
día después de la fiesta de la Virgen del Carmen, hoy, 17 de julio, la
Iglesia Católica recuerda a las dieciséis carmelitas mártires de
Compiègne (Francia). Estas valerosas mujeres fueron asesinadas por odio a
Cristo en tiempos de la Revolución Francesa (1789-1799). A estas
mártires se les llama también “teresianas”, en alusión a la Beata Teresa
de San Agustín, priora del monasterio carmelita de Compiègne.
Tiempos de confusión
Las
carmelitas se establecieron en Compiègne en 1641 y, fieles al espíritu
de Santa Teresa de Jesús, con su ejemplo se ganaron la estima de los
lugareños. Sin embargo, iniciada la Revolución, se desató un régimen
persecutorio contra la Iglesia y sus representantes. El convento en el
que vivían las religiosas fue cerrado y sus integrantes forzadas a vivir
como seglares, de acuerdo a la ley revolucionaria de 1790.
El
siguiente paso fue obligar a las religiosas a firmar el llamado
“juramento revolucionario”, por el que se comprometían a defender los
valores de la Revolución: libertad, igualdad y fraternidad. Sometiéndose
a dicha ley evitaron ser deportadas, pero tuvieron que disgregarse. Fue
así que las integrantes de la comunidad pasaron a residir en cuatro
casas distintas, en la clandestinidad.
Cuando la situación
parecía haberse calmado un poco, Teresa de San Agustín, antigua priora
del convento, propuso a sus hermanas retomar la disciplina de la vida
conventual, aunque estuviesen exclaustradas. De ese modo, pese a vivir
separadas, las monjas retomaron la relación de obediencia con su
superiora y comenzaron a comunicarse entre ellas a diario.
“En vano se afanan sus constructores, si el Señor no protege la ciudad” (Sal 127,1)
Los
ideales revolucionarios, mientras tanto, quedaban expuestos como
palabras que se lleva el viento. En nombre de estos, al amparo de la
“Razón” y el deseo de justicia, muchas atrocidades fueron cometidas,
como la que se narra a continuación.
En determinado momento,
algunos partidarios de la Revolución en Compiègne se percataron de lo
que las hermanas hacían y las denunciaron ante el “Comité de Salud
Pública”. De inmediato, se ordenó registrar sus casas e incautar toda
"prueba de vida conventual”. Se hallaron una estampa del Sagrado
Corazón, algunas cartas y escritos.
Esto era más que suficiente
para acusarlas de complotar secretamente en pos del “restablecimiento de
la monarquía y la desaparición de la República”. Lo que les esperaba
era, al menos, la cárcel.
Afortunadamente, algunas carmelitas
lograron escapar, aunque la mayoría -unas dieciséis- fue apresada. Los
revolucionarios, entonces, reunieron a las prisioneras en un solo
recinto. Estando una frente a la otra, las mujeres se encomendaron a la
Virgen del Carmen y acordaron retractarse del juramento revolucionario, y
no aceptar más imposiciones que comprometieran su fe.
Cuando se
solicitó que firmaran de nuevo el juramento, las carmelitas se negaron.
Acto seguido, fueron acusadas de “conspiradoras contra la Revolución”.
En la “Ciudad de la Luz”
Las dieciséis fueron enviadas rumbo a París, con las manos atadas, encima de dos carretas con paja. Al arribar a su destino fueron encerradas en la prisión de la Conciergerie, que tenía la fama de ser la antesala de la guillotina. Allí las ubicaron, al lado de presos comunes y, por supuesto, de presbíteros, religiosos y laicos comprometidos acusados de conspiradores también.
En la prisión, las carmelitas se convirtieron en modelo de piedad y firmeza. Establecieron una suerte de régimen de oración conventual y lo cumplían frente a todos, carceleros y reos, sin ningún temor. Las monjas, incluso, se las arreglaron para celebrar a la Virgen del Carmen el 16 de julio.
Aquel fue un día glorioso en la prisión, en el que se pudo respirar algo de serena alegría y solemnidad.
Vestidas de blanco, llevando palmas en las manos
A la mañana siguiente, 17 de julio de 1794, las hermanas comparecieron ante el Tribunal Revolucionario. Este sentenció la pena de muerte para todas; la forma de la ejecución: muerte por decapitación.
Al pie de la guillotina, las carmelitas cantaron el “Te Deum”, renovaron sus promesas y votos, y subieron una por una a entregar la vida, como ofrenda a Cristo. Así se cumpliría lo que cien años antes había vaticinado una carmelita de la misma comunidad de Compiègne. Aquella religiosa tuvo una visión en la que aparecían las monjas del monasterio vestidas de blanco, llevando la palma del martirio en las manos.
Las dieciséis carmelitas de Compiègne fueron beatificadas por el Papa San Pío X en 1906.
(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-se-recuerda-a-16-carmelitas-martires-decapitadas-durante-la-revolucion-francesa-56300)
¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, Vos, sois la Virgen
“Bienaventurada del Monte Carmelo”, monte en el que Elías
logró, que el pueblo de Israel, a dar culto volviese
al Dios Vivo y eterno que, más tarde, algunos, buscando
la soledad se retiraron para hacer eremítica vida, origen
dando a vuestra orden de contemplativa vida, que os tiene
como “Patrona y Protectora”, Santa Madre de Dios. Desde
los ermitaños establecidos en el Monte Carmelo: “Los
Carmelitas”, por su profunda devoción a Vos, Santísima
Virgen, conocidos son porque ellos, la nube interpretaron
de la visión de Elías, como símbolo Vuestro. Cinco siglos
antes de la proclamación como santísimo dogma, el
misal Carmelita contenía una Misa para Vos, “Inmaculada
Concepción”. Con Elías, profeta, que la pureza de la fe
en el Dios único y verdadero defendió; Vuestra Orden,
“frutos vivos de la fe” ha dado como: Santa Teresa de Ávila,
San Juan de la Cruz, Santa Teresa del Niño Jesús y Santa
Teresa Benedicta de la Cruz, en los tiempos modernos.
Los Carmelitas desde siempre han difundido vuestra devoción,
señalándoos como modelo de oración, contemplación
y de dedicación a Dios, porque Vos, creísteis que Jesús,
Verbo encarnado, el cúlmen es, del encuentro del hombre
con Dios. Los marineros, mucho antes de la cibernética
de las estrellas, para marcar su rumbo en la mar dependían
y por ello, a Vos, se os dirigen como, “Estrella del Mar”,
que guía por las aguas tortuosas y difíciles de la vida, hacia
el puerto seguro que es Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro.
Y, el día aquél en que, por la invasión de los sarracenos,
obligados se vieron a abandonar el Monte Carmelo, Vos, Madre
de Dios, os aparecisteis mientras cantaban el “Salve Regina”
y os prometió ser para vosotros su “Estrella del Mar”. Y, así,
acompañasteis y acompañáis a vuestros hijos, esparcidos
sobre la faz de la tierra, vistiendo hábito en honor a Vos,
porque sus vidas os pertenecen a Vos, y por Vos, a Cristo Jesús;
¡Oh!, Nuestra Señora del Carmen, “Viva Estrella del Mar de Dios”.
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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16 de julio
Nuestra Señora del Carmen
Advocación Mariana
Patrona de los marineros y pescadores
Memoria de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo, monte en el que Elías consiguió que el pueblo de Israel volviese a dar culto al Dios vivo y en el que, más tarde, algunos, buscando la soledad, se retiraron para hacer vida eremítica, dando origen con el correr del tiempo a una orden religiosa de vida contemplativa, que tiene como patrona y protectora a la Madre de Dios.
Desde los antiguos ermitaños que se establecieron en el Monte Carmelo, Los Carmelitas han sido conocidos por su profunda devoción a la Santísima Virgen. Ellos interpretaron la nube de la visión de Elías (1 Reyes 18, 44) como un símbolo de la Virgen María Inmaculada. Ya en el siglo XIII, cinco siglos antes de la proclamación del dogma, el misal Carmelita contenía una Misa para la Inmaculada Concepción.
En las palabras de Benedicto XVI, 15,VII,06:
“El Carmelo, alto
promontorio que se yergue en la costa oriental del Mar Mediterráneo, a
la altura de Galilea, tiene en sus faldas numerosas grutas naturales,
predilectas de los eremitas. El más célebre de estos hombres de Dios fue
el gran profeta Elías, quien en el siglo IX antes de Cristo defendió
valientemente de la contaminación de los cultos idolátricos la pureza de
la fe en el Dios único y verdadero. Inspirándose en la figura de Elías,
surgió al Orden contemplativa de los «Carmelitas», familia religiosa
que cuenta entre sus miembros con grandes santos, como Teresa de Ávila,
Juan de la Cruz, Teresa del Niño Jesús y Teresa Benedicta de la Cruz (en
el siglo, Edith Stein). Los Carmelitas han difundido en el pueblo
cristiano la devoción a la Santísima Virgen del Monte Carmelo,
señalándola como modelo de oración, de contemplación y de dedicación a
Dios. María, en efecto, antes y de modo insuperable, creyó y experimentó
que Jesús, Verbo encarnado, es el culmen, la cumbre del encuentro del
hombre con Dios. Acogiendo plenamente la Palabra, «llegó felizmente a la
santa montaña» (Oración de la colecta de la Memoria), y vive para
siempre, en alma y cuerpo, con el Señor. A la Reina del Monte Carmelo
deseo hoy confiar todas las comunidades de vida contemplativa esparcidas
por el mundo, de manera especial las de la Orden Carmelitana, entre las
que recuerdo el monasterio de Quart, no muy lejano de aquí [Valle de
Aosta]. Que María ayude a cada cristiano a encontrar a Dios en el
silencio de la oración.
La estrella del Mar y los Carmelitas
Los marineros, antes de la edad de la electrónica, dependían de las estrellas para marcar su rumbo en el inmenso océano. De aquí la analogía con La Virgen María quien como, estrella del mar, nos guía por las aguas difíciles de la vida hacia el puerto seguro que es Cristo.
Por la invasión de los sarracenos, los Carmelitas se vieron obligados a abandonar el Monte Carmelo. Una antigua tradición nos dice que antes de partir se les apareció la Virgen mientras cantaban el Salve Regina y ella prometió ser para ellos su Estrella del Mar. Por ese bello nombre conocían también a la Virgen porque el Monte Carmelo se alza como una estrella junto al mar.
Los Carmelitas y la devoción a la Virgen del Carmen se difunden por el mundo
La Virgen Inmaculada, Estrella del Mar, es la Virgen del Carmen, es decir a la que desde tiempos remotos se venera en el Carmelo. Ella acompañó a los Carmelitas a medida que la orden se propagó por el mundo. A los Carmelitas se les conoce por su devoción a la Madre de Dios, ya que en ella ven el cumplimiento del ideal de Elías. Incluso se le llamó: “Los hermanos de Nuestra Señora del Monte Carmelo”. En su profesión religiosa se consagraban a Dios y a María, y tomaban el hábito en honor ella, como un recordatorio de que sus vidas le pertenecían a ella, y por ella, a Cristo.
La devoción a la Virgen del Carmen se propagó particularmente en los lugares donde los carmelitas se establecieron.
España
Entre los lugares en que se venera en España la Virgen de España como patrona está Beniaján, Murcia. Vea ahí mas imágenes.
América
Es patrona de Chile; en el Ecuador es reina de la región
de Cuenca y del Azuay, recibiendo la coronación pontificia el 16 de
Julio del 2002. En la iglesia del monasterio de la Asunción en Cuenca se
venera hace más de 300 años. Es además venerada por muchos en todo el
continente.
(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31890/nuestra-seora-del-carmen.html)
¡Oh!, San Francisco Solano, vos sois el hijo del Dios
del vida y su amado santo, a quien os llamaron “el
Taumaturgo del nuevo mundo” por los muchos prodigios
y milagros que, de Dios obtuvisteis en Sudamérica. Desde
pequeño, erais de corazón pacificador, pues, cuando
los sables y discordias se peleaban, la paz volvía
en el acto, gracias a vuestra intervención. Franciscano
de alma, vida y corazón, os dedicasteis a predicar
y predicar, con increíbles resultados, pues, vuestros
sermones, llegaban hasta el fondo del corazón, causando
conversiones, pues, mucho rezabais y orabais antes
de cada predicación. Vos, y Fray Buenaventura, amigo
vuestro, a los enfermos de tifo y a los más necesitados
socorristeis, tanto espiritual y materialmente. Pero,
para pena y dolor vuestro, aquél amigo se contagió
y murió. Y, vos, luego, os contagiasteis pero, Dios, os
curó, increíblemente. El rey Felipe Segundo, pidió a
los franciscanos que misioneros fueran enviados
a Sudamérica, y a vos os tocó y así, llegasteis por el Nuevo
Mundo, para predicar a los nativos. Viajasteis a pie
y sorteando incontables peligros y sufrimientos, desde Lima
hasta Tucumán y hasta las pampas y el Chaco Paraguayo,
confiando sólo en Dios y por el deseo movido de almas
salvar. Dios os concedió la eficacia de la palabra
y la gracia de la simpatía y de la buena voluntad para
conseguir a vuestros oyentes. Un Jueves Santo, predicabais,
y os enfrentasteis a los indios, crucifijo en mano, logrando
que os entendieran en su propio idioma y después, aceptaron
ser evangelizados y bautizados en la religión católica.
El Chaco Paraguayo, Uruguay, el Río de la Plata, Santa Fe
y Córdoba de Argentina, saben de vos, y vuestro amor por
el Dios Vivo. Siempre a pie, indígenas convirtiendo
y colonos españoles, y a imitación pura de vuestro patrono
San Francisco, sentíais también, cariño por los animales
de Dios. Las aves os rodeaban muy a menudo, y luego
a vuestra voz, por los aires salían alegremente cantando,
alabando al Dios de la Vida. “Si piden perdón a Dios, no
les sucederá nada malo”, dijisteis en pleno temblor.
Y, todos así, lo hicieron y nada malo sucedió aquel día allí.
“Por las maldades de estas gentes, todo lo que está a
mi alrededor será destruido y no quedará sino, el sitio
desde donde estoy predicando”. ¡Y así fue! Y, el día
en que Dios os llamó, una bandada de pajaritos cantando
entró a vuestra habitación y vos dijisteis: “Que Dios sea
glorificado”, y luego, expirasteis santamente, para, coronado
ser con corona de luz como justo premio, a vuestra entrega
increíble de amor y fe. Aquella noche vuestra habitación
se iluminó como señal de la presencia del Dios de la Vida.
¡oh!, San Francisco Solano, “vivo evangelizador del Dios Vivo”.
© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado