27 agosto, 2025

Santa Mónica, Madre de San Agustín y patrona de las madres

 


¡Oh!, Santa Mónica, vos, sois la hija del Dios de la Vida,
madre maravillosa de San Agustín y amada santa. Os
preguntaban por qué vuestro esposo era uno de los
hombres de peor genio en la ciudad, pero que nunca
os golpeaba, y, en cambio los otros, las golpeaban.
Y, vos, respondisteis : “Es que, cuando mi esposo está
de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio.
Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se
necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues,
no peleamos”. Dios, vuestras plegarias oyó y, vuestro
esposo converso fue, y así, su alma pudo volar hacia
Dios. Viuda, y con vuestro Agustín, rebelde, y sin causa,
jamás dejasteis de orar por su cambio y conversión,
aunque los maniqueos su alma habían tomado. Y, en
un sueño aquella voz secreta os habló, y os dijo: “tu
hijo volverá contigo”. Y, enseguida se lo narrasteis
a Agustín, y pensó él, que poco os faltaba, para que
maniquea fuerais. Y, vos, a ello, le respondisteis: “En
el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo,
sino el hijo volverá a la madre”. Y, en medio de vuestra
aflicción, un Obispo os dijo: “Esté tranquila, es imposible
que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Estas palabras
siempre os fortalecían y os daban confianza en el Dios
vivo. Y, aunque Agustín fuga, vos, fuisteis tras la “oveja
perdida”. Y, en el camino, San Ambrosio, os abrió su
corazón de bondad y de sabiduría lleno y, os dio sabios
consejos, que trasmitisteis a Agustín, que impactado
quedaba. Más tarde, él, mismo lo escuchaba con atención
y respeto, tanto que, al fin, abrió su mente y corazón
a la fe y las verdades católicas, bautizándose
para alegría del cielo y vuestra, en plena “Pascua de
Resurrección”. Así, vos, conseguisteis todo lo que
anhelabais en esta vida, y poder tranquila, de este
mundo partir. Y, junto al mar, mientras conversabais,
con vuestro hijo, exclamasteis: “¿ Y a mí que más me
amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran
deseo, el verte cristiano”. Y, Agustín, os abrazó y os
besó en la frente con ternura y, poco después, vuestra
alma al cielo voló, para recibir corona de luz, como
premio, a vuestra entrega de madre de fe y de amor;
¡oh!, Santa Mónica, “vivo amor y fe en el Dios Vivo”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Agosto
Santa Mónica
Madre de San Agustín
(Año 332- 387)

Mónica, la madre de San Agustín, nació en Tagaste (África del Norte) a unos 100 km de la ciudad de Cartago en el año 332. Sus padres encomendaron la formación de sus hijas a una mujer muy religiosa y estricta en disciplina. Ella no las dejaba tomar bebidas entre horas (aunque aquellas tierras son de clima muy caliente ) pues les decía : “Ahora cada vez que tengan sed van a tomar bebidas para calmarla. Y después que sean mayores y tengan las llaves de la pieza donde esta el vino, tomarán licor y esto les hará mucho daño.” Mónica le obedeció los primeros años pero, después ya mayor, empezó a ir a escondidas al depósito y cada vez que tenía sed tomaba un vaso de vino. Más sucedió que un día regañó fuertemente a un obrero y éste por defenderse le gritó ¡Borracha ! Esto le impresionó profundamente y nunca lo olvidó en toda su vida, y se propuso no volver a tomar jamás bebidas alcohólicas. Pocos meses después fue bautizada ( en ese tiempo bautizaban a la gente ya entrada en años) y desde su bautismo su conversión fue admirable.

Su esposo

Ella deseaba dedicarse a la vida de oración y de soledad pero sus padres dispusieron que tenía que esposarse con un hombre llamado Patricio. Este era un buen trabajador, pero de genio terrible, además mujeriego, jugador y pagano, que no tenía gusto alguno por lo espiritual. La hizo sufrir muchísimo y por treinta años ella tuvo que aguantar sus estallidos de ira ya que gritaba por el menor disgusto, pero éste jamás se atrevió a levantar su mano contra ella. Tuvieron tres hijos : dos varones y una mujer. Los dos menores fueron su alegría y consuelo, pero el mayor Agustín, la hizo sufrir por varias décadas.

La fórmula para evitar discusiones

En aquella región del norte de Africa donde las personas eran sumamente agresivas, las demás esposas le preguntaban a Mónica porqué su esposo era uno de los hombres de peor genio en toda la ciudad, pero que nunca la golpeaba, y en cambio los esposos de ellas las golpeaban sin compasión. Mónica les respondió : “Es que, cuando mi esposo está de mal genio, yo me esfuerzo por estar de buen genio. Cuando él grita, yo me callo. Y como para pelear se necesitan dos y yo no acepto entrar en pelea, pues….no peleamos”.

Viuda, y con un hijo rebelde

Patricio no era católico, y aunque criticaba el mucho rezar de su esposa y su generosidad tan grande hacia los pobres, nunca se opuso a que dedicará de su tiempo a estos buenos oficios. Quizás, el ejemplo de vida de su esposa logro su conversión. Mónica rezaba y ofrecía sacrificios por su esposo y al fin alcanzó de Dios la gracia de que en el año de 371 Patricio se hiciera bautizar, y que lo mismo hiciera su suegra, mujer terriblemente colérica que por meterse demasiado en el hogar de su nuera le había amargado grandemente la vida a la pobre Mónica. Un año después de su bautizo, Patricio murió, dejando a la pobre viuda con el problema de su hijo mayor.

El muchacho difícil: Agustín

Patricio y Mónica se habían dado cuenta de que Agustín era extraordinariamente inteligente, y por eso decidieron enviarle a la capital del estado, a Cartago, a estudiar filosofía, literatura y oratoria. Pero a Patricio, en aquella época, solo le interesaba que Agustín sobresaliera en los estudios, fuera reconocido y celebrado socialmente y sobresaliese en los ejercicios físicos. Nada le importaba la vida espiritual o la falta de ella de su hijo y Agustín, ni corto ni perezoso, fue alejándose cada vez más de la fe y cayendo en mayores y peores pecados y errores.

Una madre con carácter

Cuando murió su padre, Agustín tenía 17 años y empezaron a llegarle a Mónica noticias cada vez más preocupantes del comportamiento de su hijo. En una enfermedad, ante el temor a la muerte, se hizo instruir acerca de la religión y propuso hacerse católico, pero al ser sanado de la enfermedad abandonó su propósito de hacerlo. Adoptó las creencias y prácticas de una la secta Maniquea, que afirmaban que el mundo no lo había hecho Dios, sino el diablo. Y Mónica, que era bondadosa pero no cobarde, ni débil de carácter, al volver su hijo de vacaciones y escucharle argumentar falsedades contra la verdadera religión, lo echó sin más de la casa y cerró las puertas, porque bajo su techo no albergaba a enemigos de Dios.

La visión esperanzadora

Sucedió que en esos días Mónica tuvo un sueño en el que se vio en un bosque llorando por la pérdida espiritual de su hijo, se le acercó un personaje muy resplandeciente y le dijo: “tu hijo volverá contigo”, y enseguida vio a Agustín junto a ella. Le narró a su hijo el sueño y él le dijo lleno de orgullo, que eso significaba que ello significaba que se iba a volver maniquea, como él. A eso ella respondió: “En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre”. Su respuesta tan hábil impresionó mucho a su hijo Agustín, quien más tarde consideró la visión como una inspiración del cielo. Esto sucedió en el año 437. Aún faltaban 9 años para que Agustín se convirtiera.

La célebre respuesta de un Obispo

En cierta ocasión Mónica contó a un Obispo que llevaba años y años rezando, ofreciendo sacrificios y haciendo rezar a sacerdotes y amigos por la conversión de Agustín. El obispo le respondió: “Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”. Esta admirable respuesta y lo que oyó decir en el sueño, le daban consuelo y llenaban de esperanza, a pesar de que Agustín no daba la más mínima señal de arrepentimiento.

El hijo se fuga, y la madre va tras de él

A los 29 años, Agustín decide irse a Roma a dar clases. Ya era todo un maestro. Mónica se decide a seguirle para intentar alejarlo de las malas influencias pero Agustín al llegar al puerto de embarque, su hijo por medio de un engaño se embarca sin ella y se va a Roma sin ella. Pero Mónica, no dejándose derrotar tan fácilmente toma otro barco y va tras de él.

Un personaje influyente

En Milán; Mónica conoce al santo más famoso de la época en Italia, el célebre San Ambrosio, Arzobispo de la ciudad. En él encontró un verdadero padre, lleno de bondad y sabiduría que le impartió sabios consejos. Además de Mónica, San Ambrosio también tuvo un gran impacto sobre Agustín, a quien atrajo inicialmente por su gran conocimiento y poderosa personalidad. Poco a poco comenzó a operarse un cambio notable en Agustín, escuchaba con gran atención y respeto a San Ambrosio, desarrolló por él un profundo cariño y abrió finalmente su mente y corazón a las verdades de la fe católica.

La conversión tan esperada

En el año 387, ocurrió la conversión de Agustín, se hizo instruir en la religión y en la fiesta de Pascua de Resurrección de ese año se hizo bautizar.

Puede morir tranquila

Agustín, ya convertido, dispuso volver con su madre y su hermano, a su tierra, en África, y se fueron al puerto de Ostia a esperar el barco. Pero Mónica ya había conseguido todo lo que anhelaba es esta vida, que era ver la conversión de su hijo. Ya podía morir tranquila. Y sucedió que estando ahí en una casa junto al mar, mientras madre e hijo admiraban el cielo estrellado y platicaban sobre las alegrías venideras cuando llegaran al cielo, Mónica exclamó entusiasmada: ” ¿ Y a mí que más me amarra a la tierra? Ya he obtenido de Dios mi gran deseo, el verte cristiano.” Poco después le invadió una fiebre, que en pocos días se agravó y le ocasionaron la muerte. Murió a los 55 años de edad del año 387.

A lo largo de los siglos, miles han encomendado a Santa Mónica a sus familiares más queridos y han conseguido conversiones admirables. En algunas pinturas, está vestida con traje de monja, ya que por costumbre así se vestían en aquél tiempo las mujeres que se dedicaban a la vida espiritual, despreciando adornos y vestimentas vanidosas. También la vemos con un bastón de caminante, por sus muchos viajes tras del hijo de sus lágrimas. Otros la han pintado con un libro en la mano, para rememorar el momento por ella tan deseado, la conversión definitiva de su hijo, cuando por inspiración divina abrió y leyó al azar una página de la Biblia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Mónica_8_27.htm)

26 agosto, 2025

Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, Patrona de los ancianos

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26 de agosto
Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars
Patrona de los ancianos 
 
Cada 26 de agosto, la Iglesia celebra a Santa Teresa de Jesús Jornet e Ibars, religiosa española que se santificó en el servicio a los ancianos en estado de abandono. En 1873 fundó -junto al P. Saturnino López Novoa- la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, en la ciudad de Barbastro, Huesca (España).
 
Su obra se extendió rápidamente, floreciendo y dando abundantes frutos, al punto de que a la muerte de la Madre Teresa la congregación estaba a cargo de 103 asilos para ancianos, repartidos estos entre España y América.
 
El bien es difusivo
 
Teresa Jornet nació en Aitona, Lérida (España), el 9 de enero de 1843, en el seno de una familia profundamente católica. Como muestra de ello están las numerosas vocaciones que florecieron dentro de la familia. Dos de sus hermanas fueron también religiosas: una de ellas, Josefa, ingresó a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y sirvió muchos años en un hospital de la Habana (Cuba); la otra se incorporó a la Congregación que Teresa fundó. Finalmente, tres de las hijas de su hermano también formaron parte de su comunidad.
 
Inicialmente Teresa estudió para ser maestra en la ciudad de Lérida. Al graduarse fue invitada por un tío suyo, el Beato P. Francisco Palau y Quer -carmelita descalzo exclaustrado- a trabajar en el Instituto de las Hermanas Terciarias Carmelitas, que él había fundado. Teresa trabajó allí con esmero, pero sin considerar aún la vida religiosa como opción para su vida.
 
 “¿Qué quieres que haga por ti? (Mc 10, 51-52)
 
El llamado vocacional vino después. Teresa se descubrió llamada a la vida contemplativa y solicitó el ingreso al monasterio de las clarisas de Briviesca en Burgos (España) en 1872. Sin embargo, no llegó a realizar los votos y volvió a la casa familiar. Tras estos acontecimientos, replantea su camino y decide hacerse carmelita terciaria para dedicarse a la enseñanza.
 
En junio de ese mismo año, Teresa realizó un viaje junto a su madre a las aguas termales de Estadilla, Huesca. Durante el trayecto de regreso, Teresa se detuvo en Barbastro, localidad en la que conoció al Beato Saturnino López Novoa quien, con un grupo de sacerdotes amigos, se dedicaba al cuidado de ancianos abandonados.
 
Teresa vió en aquella noble labor una señal, algo que le indicaba la ruta que había estado buscando. Quizás, por vez primera, el futuro aparecía más despejado y luminoso. Percibía que era Cristo mismo quien le pedía entregarse a los demás de esa manera.
 
La caridad asistencial y su sentido
 
Poco después, el 11 de octubre de 1872, Teresa regresaría a Barbastro, esta vez para quedarse. Llegó acompañada de su hermana María y de la amiga de ambas, Mercedes Calzada. Su propósito era unirse al grupo de las primeras aspirantes, dirigidas por el P. Saturnino. Teresa sería nombrada superiora de esa primera comunidad femenina.
 
Luego la santa recibe oficialmente, de manos del Beato Saturnino, las constituciones que habrían de regir la vida de aquellas mujeres. Unos meses más tarde, el 27 de enero de 1873, se realiza la fundación de la Congregación de Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
 
Para mayo de 1873, las hermanitas llegan a Valencia, siempre acompañadas del P. Saturnino, a solicitud de la Asociación de Católicos de la ciudad. La idea era comenzar el trabajo de ayuda a los ancianos en abandono.
 
La espiritualidad de esta Congregación, concebida y forjada por sus santos fundadores, consiste en acoger a los ancianos más pobres e integrarlos en un ambiente de familia, atendiendo sus necesidades materiales y espirituales. En palabras de Teresa, se trata de: “Cuidar los cuerpos para salvar las almas”.
Teresa de Jesús Jornet e Ibars fue superiora general de su congregación hasta el día de su muerte, acontecida en Liria, Valencia, el 26 de agosto de 1897. Tenía 54 años.
 
El sendero del amor a los más frágiles
 
Teresa de Jesús Jornet e Ibars fue beatificada el 27 de abril de 1958 por el Papa Pío XII, solo cincuenta años después de su muerte.
 
El Papa San Pablo VI la canonizó el 27 de enero de 1974. En la homilía de la misa de canonización, el Papa señaló: “Teresa Jornet tuvo algo, misterioso si se quiere, que nos atrae. A su lado se siente esa presencia inefable de la Vida que la sostuvo y la alentó en sus afanes de consagración a Dios y al prójimo, orientándola hacia la senda concreta de la caridad asistencial. El fruto de la ingente labor desplegada por tan humilde religiosa cuajó de manera admirable, pero sin clamor externo. El quehacer de la gracia será siempre algo misterioso”.
 
En la actualidad, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados tienen 204 hogares distribuidos en 19 países, entre los que se encuentran Alemania, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, España, Filipinas, Guatemala, México, Mozambique, Perú y Paraguay.(ACI Prensa).

25 agosto, 2025

San Luis de Francia, rey

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25 de agosto
San Luis de Francia, rey
Amante de los pobres y débiles 
 
Cada 25 de agosto se recuerda a San Luis de Francia (1214-1270), el rey Luis IX, conocido también como Ludovico, quien se distinguió por su espíritu de penitencia y oración, y por su generosidad con los pobres y los débiles.
 
San Luis fue un gobernante sabio, justo y prudente. Entre sus aciertos está el haber eliminado las ordalías -institución que pretendía administrar justicia, pero sobre la base de supercherías- y promovido el principio de presunción de inocencia en los juicios.
 
El rey niño
 
Luis nació en Poissy, cerca de París, el 25 de abril en el año 1214; hijo de Luis VIII y de Blanca de Castilla. Vivió en tiempos en los que Francia jugaba un papel importantísimo para la cristiandad europea, amenazada por el afán expansionista de los pueblos árabes y que pugnaba por fortalecer su identidad y cultura. Su Francia fue, también, la de uno de esos momentos privilegiados en los que el espíritu humano alcanza las cúspides de la grandeza: Luis fue contemporáneo de Santo Tomás de Aquino y San Buenaventura, ambos destinados a ser profesores en París, donde se encontraba la universidad más famosa de aquel entonces.
 
Coronado en 1226 con apenas 12 años, no gobernó efectivamente hasta alcanzada la adultez. Mientras tanto el reino quedó bajo la regencia de la madre de Luis, doña Blanca de Castilla. Años más tarde, en 1235, Luis contrajo nupcias con Margarita de Provenza, con quien tuvo once hijos. Luis fue siempre un esposo y padre ejemplar.
 
Su corazón ardía de amor por la Iglesia y en sus decisiones siempre estaba el deseo de protegerla y extenderla. Fue así que durante su reinado apoyó la construcción de monasterios y el fortalecimiento de las órdenes religiosas.
 
La corona de espinas
 
Balduino II (1060-1131), último emperador latino de Constantinopla, se había visto obligado a vender la "Corona de Espinas" -la que según la tradición fue colocada en la cabeza de Jesús por la soldadesca romana antes de su crucifixión-, considerada una de las posesiones más célebres de monarca de origen francés.
 
La reliquia pasó por distintas manos hasta que fue recuperada por Luis IX. El santo, entonces, como expresión de su amor y devoción mandó derribar la capilla de San Nicolás y construyó en su lugar la Sainte Chapelle (Santa Capilla) en París para preservar allí esta y otras reliquias cargadas de simbolismo para los católicos, hoy patrimonio de toda la Iglesia.
 
La piedad y nobleza de San Luis de Francia lo llevó a integrar la Orden Terciaria Franciscana y la Orden Trinitaria. Entre los monasterios más famosos que mandó edificar en su intento por fortalecer a las órdenes religiosas estuvo el de Royaumont, así como el convento de Maubuisson (con ayuda de su madre). Para el servicio de sus súbditos construyó el hospital de ciegos Quinze-Vingts (Los Trescientos).
 
Las cruzadas
 
San Luis de Francia participó en dos cruzadas, decidido a recuperar el Santo Sepulcro y frenar las invasiones árabes en Tierra Santa, pero que terminaron en sendos fracasos. Sin embargo, por su compromiso y lealtad con la causa fue considerado como uno de los caballeros más valientes de la época.
 
En la primera cruzada cayó prisionero en Egipto, pero fue liberado. Como no se pudo lograr el objetivo de recuperar los lugares santos, el rey colaboró en la organización de una segunda cruzada, durante la cual enfermó de disentería cerca de Cartago (norte de África, hoy Túnez) y murió.
 
San Luis IX falleció el 25 de agosto de 1270, un día después de haber recibido los últimos sacramentos. Tenía 55 años. Sus restos fueron trasladados a Francia y depositados en la iglesia de Saint-Denis, donde permanecieron a salvo hasta que fueron profanados en los días de la Revolución Francesa. Luis de Francia fue canonizado en 1297.
 
San Luis por todo el mundo
 
San Luis de Francia ha prestado su nombre a ciudades y accidentes geográficos como pocos santos. Es llamativa la toponimia asociada a él.
 
En América: la ciudad y provincia de San Luis, y San Luis del Palmar en la provincia de Corrientes, Argentina; San Luis del Marañón en Brasil; el lago Saint Louis en Canadá; los dos municipios de San Luis en Cuba; San Luis Talpa, en el Departamento de La Paz, El Salvador; la ciudad de San Luis en el estado de Misuri, Estados Unidos; la ciudad y el estado de San Luis Potosí en México; las ciudades mexicanas de San Luis de la Paz, San Luis Coyotzingo, San Luis Anáhuac y San Luis Acatlán.
 
Fuera de América: la isla de San Luis, en París, Francia; la región de Saint Louis en Senegal; y cinco provincias que llevan su nombre en Filipinas.
 
Además, abundan las instituciones educativas, los equipos deportivos y las Iglesias o parroquias que llevan el nombre del rey santo.(ACI Prensa).

23 agosto, 2025

San Felipe Benizi, Fortaleció y expandió su Orden

 

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¡Oh!, San Felipe Benize; sois vos, el hijo del Dios de la
vida y su amado santo y, el mismo a quien la Reina del cielo
Santa María Virgen escogiera para propagarla . Sí, aquella
la de los «Servitas», o «Siervos de la Madre de Dios»,
famosa en vuestro tiempo y hoy, por el mundo extendida.
Por madre tomasteis a María Santa y, como “libro único”,
a Cristo Jesús Dios y Señor Nuestro, a quien “leísteis” fielmente
y “de palmo a palmo”. Al finalizar un intenso y largo
retiro espiritual, visitasteis los conventos de Alemania y Francia
para esparcir vuestra orden. Por vuestra sabiduría a todos
impresionasteis y con el «don de lenguas» convertisteis
a miles de pecadores y reconciliasteis a los cismáticos.
San Alejo, puso bajo vuestra dirección a su sobrina Santa
Juliana, quien fundó la tercera orden de las «Siervas
de María». También vos, os encargasteis de enviar
a los primeros misioneros servitas al oriente y, algunos
de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe
a Cristo. Al final de vuestra piadosa e ilustre vida, decidisteis
retiraros a vivir al más pobre y humilde convento
de vuestra orden, donde pasasteis vuestros últimos
días, orando y postrado ante la imagen de vuestra amada
“Madre”, Santa María, hasta el día en que, voló
vuestra alma al cielo para coronada ser con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, San Felipe Benize, “vivo siervo de la Madre del Dios Vivo».

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado

 
23 de agosto
San Felipe Benizi
Fortaleció y expandió su Orden
 
Cada 23 de agosto la Iglesia celebra a San Felipe Benizi (Filippo Benizzi), santo del siglo XIII, superior general de la Orden de los Siervos de María (Ordo Servorum Mariae), cuyos miembros son conocidos como “servitas”.
 
San Felipe Benizi de Damiani fue el responsable de la expansión y fortalecimiento de la Orden, fundada en Florencia en 1233 por los “siete santos fundadores”. Los servitas son una de las cinco órdenes mendicantes originales de la Iglesia Católica. Filippo Benizzi nació en el seno de una familia noble del reino de Florencia (Italia) el 15 de agosto de 1233.
 
En busca de su “lugar”
 
Siendo muy joven -se dice que con tan sólo 13 años- se mudó a París a estudiar Medicina. De París pasó a Padua, donde a los 19 años obtuvo el grado de Doctor en Medicina y Filosofía. A los 20 años regresó a su ciudad natal y ejerció allí su profesión por un año. Durante ese tiempo, se dedicó a estudiar las Sagradas Escrituras y a rezar con asiduidad. Solía hacerlo frente a un crucifijo del templo abacial de Fiésole. De cara a Cristo crucificado, Felipe le pedía al Señor la luz necesaria para descubrir su vocación.
 
Sus oraciones dieron fruto, y estando un día rezando en el templo de Fiésole, escuchó una voz que venía del crucifijo y que lo invitaba a ponerse bajo la protección de la Santísima Virgen en la Orden de los Servitas.
 
Siervo de María
 
Felipe pidió ser admitido en Monte Senario -monasterio servita- y recibió de manos de San Bonfilio el hábito de hermano lego. Los superiores le ordenaron trabajar en el huerto, pedir limosna y realizar algunas tareas duras y difíciles del campo. El santo se entregó por completo a dichas labores, orando incesantemente mientras las realizaba.
 
En 1258 fue enviado junto a otros servitas al convento de Siena. El largo viaje se convirtió en ocasión propicia para algunas discusiones en torno a la fe. Curiosamente, aun entre hombres de Dios, no siempre hay claridad y certidumbre en torno a las profundidades de la teología.
 
Felipe intervino en cada uno de los temas de manera brillante, dejando zanjadas varias cuestiones. Dos de los que viajaban con él dieron cuenta de lo sucedido al prior general, quien al constatar la sabiduría y sencillez del Felipe, le pidió que se prepare para el sacerdocio.
 
Fraile y presbítero
 
Ese fue el inicio del itinerario que lo llevaría a entregarse a Dios en 1262 de manera definitiva. Poco después, Felipe sería nombrado maestro de novicios del convento de Siena y Vicario asistente del prior general.
 
En 1267, por voto unánime, Felipe fue elegido prior general de los servitas. Como primera labor, visitó los conventos de la Orden ubicados en el norte de Italia, invitando a todos a convertirse y someterse a la protección de la Madre de Dios. Tiempo después, San Felipe iniciaría otra ronda de visitas a los conventos de Alemania y Francia.
 
Negativa al papado y suspensión de su Orden
 
En 1269, durante el cónclave de Viterbo, reunido para elegir al sucesor del Papa Clemente IV, el nombre de Benizi circuló con fuerza como probable Papa. Felipe, quien sabía de sus fragilidades, no se consideraba digno de semejante cargo, por lo que huyó de la ciudad y se refugió en una cueva (la famosa Grotta di San Filippo Benizi) en el Monte Amiata. En 1274 intervino en el segundo Concilio de Lyón que, siguiendo las directrices del IV Concilio de Letrán, prohibía la fundación de nuevas órdenes religiosas y suprimía las órdenes mendicantes que aún no habían sido aprobadas por la Santa Sede.
En 1276 el Papa Inocencio V declaró suprimida su Orden. Felipe se dirigió entonces a Roma, pero antes de su llegada, el Papa Inocencio murió. El restablecimiento de la Orden recién llegaría con el Papa Juan XXI. A partir de entonces empezaría un renacer de los servitas.
 
El renacer de los servitas
 
En 1284, San Alejo puso bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa Juliana, la cual fundó la Tercera Orden de las Siervas de María. El santo florentino se encargó también de enviar a los primeros misioneros servitas al Oriente. Algunos de ellos llegaron incluso a derramar su sangre en tierras lejanas por fidelidad a Cristo.
 
En 1285, San Felipe decidió retirarse de la vida pública, después de años de entrega generosa como apóstol de Cristo y servidor de la Iglesia. Sus últimos días los pasó en el convento de Todi, rezando postrado frente a la imagen de la Virgen Inmaculada.
 
Dios lo llamó a su presencia el 22 de agosto de 1285; fue canonizado en 1761 y su fiesta fue extendida a toda la Iglesia occidental en 1694.(ACI prensa).

21 agosto, 2025

San Pio X, pontífice

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21 de agosto
San Pio X, pontífice 
 
Cada 21 de agosto la Iglesia Católica celebra al Papa San Pio X, pontífice entre los años 1903 y 1914, en los albores del siglo XX. Gobernó en tiempos de profundos cambios que sirvieron, tristemente, de antesala de auténticos fracasos para la humanidad, como es el caso de la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial.
 
Precisamente, en este duro contexto Pio X supo enrumbar a la Iglesia dentro de los cauces de la fidelidad al Evangelio, de manera que esta pudiese afrontar con esperanza los grandes retos de los nuevos tiempos.
 
“Instaurar todo en Cristo”
 
Pio X asumió la sede de San Pedro tras la muerte del Papa León XIII en 1903. Inmediatamente se abocó a promover un compromiso mayor de los fieles con la Eucaristía. Animó a que estos se acerquen asiduamente a ella, si es posible que cultiven la costumbre de la misa diaria.
 
Por ahí empezó su “reforma”, muy acorde con el lema que escogió para su pontificado: “Instaurar todo en Cristo”; es decir, para transformar el mundo -cada vez más alejado de Dios- hay que construir sobre el más seguro de los cimientos: Cristo. Sin Él toda empresa humana está condenada a fracasar.
 
Un hijo de su tiempo
 
Giuseppe Melchor Sarto nació el 2 de junio de 1835, en Riese, Italia; hijo de un cartero e integrante de una familia humilde. Fue un niño que creció bajo las condiciones de la clase trabajadora italiana de fines del s. XIX. A pesar de las dificultades siempre fue un chico alegre, sensible e inteligente.
Mientras crecía, su inquieto espíritu lo fue moviendo a profundizar en su fe y vocación. Lo que más deseaba era amar a Dios y a los hermanos, así que llegó el momento más serio: se planteó ser sacerdote.
Años más tarde, a los 23, recibiría el orden sacerdotal en la provincia de Treviso, Venecia (Italia).
 
Vertiginosa carrera eclesiástica
 
En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la diócesis de Treviso, donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital. A la par, trabajó para que los estudiantes de las escuelas públicas pudieran recibir instrucción religiosa.
 
En noviembre de 1884 fue nombrado obispo de Mantua, una sede muy difícil. Al asumir el cargo, su principal preocupación era la formación del clero, por lo que empezó a trabajar en el seminario, encargándose personalmente de enseñar teología dogmática.
 
Más adelante, para su sorpresa, el Papa León XIII lo creó cardenal en consistorio secreto de junio de 1893, otorgándole el título de “San Bernardo de las Termas”. Tres días después, en consistorio público, fue preconizado “Patriarca de Venecia”, conservando el título de Administrador Apostólico de Mantua.
Sin embargo, el ahora Cardenal Sarto tuvo que esperar 18 meses para poder tomar posesión de su diócesis, ya que el gobierno italiano se negaba a concederle reconocimiento oficial. Una vez que pudo ser erigido como Patriarca de Venecia, concentró su atención nuevamente en el seminario, donde organizó la facultad de derecho canónico.
 
Espíritu renovador
 
Años después, ya como pontífice, hizo importantes reformas a tono con los tiempos y las necesidades de los fieles. Una de ellas fue publicada mediante decreto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, “Quam Singulari” (Cuán singular). El Papa recomendaba allí que la Primera Comunión sea administrada a los niños pequeños apenas tuviesen uso de razón.
Por el quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, Pio X publicó la encíclica “Ad diem Illum laetissimum” (Hasta aquel alegre día) en el marco del congreso mariano en el que coronó la imagen de la Inmaculada Concepción que está ubicada en la Basílica de San Pedro. A través de esta encíclica, el Papa le dio un nuevo impulso a la devoción a María Madre de Dios.
 
En relación a la enseñanza de la doctrina cristiana publicó la encíclica “Acerbo nimis” (Demasiado amargo), en la que planteaba que la catequesis fuera dirigida también a los adultos. Además promovió la publicación de un nuevo catecismo para la diócesis de Roma.
 
Igual que cuando fue obispo, siempre preocupado de la formación de los sacerdotes, como Papa intervino a través del magisterio: publicó la encíclica "Pieni l'animo" (Lleno el ánimo), dirigida al Episcopado italiano (1906), en donde hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia poco compatible con la disciplina eclesiástica.
 
Por otra parte, ordenó que los seminarios italianos fueran visitados frecuentemente por los obispos.
 
Cristianismo y modernidad
 
Otra de sus grandes preocupaciones fue preservar la pureza de la fe, por eso, en 1907, publicó el decreto “Lamentabili” (llamado también el “Syllabus de Pío X”), en el que 65 proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de ellas se referían a las Sagradas Escrituras y su inspiración, la doctrina de Jesús y los apóstoles; mientras que otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos y la primacía del Obispo de Roma.
 
Poco después, el 8 de Septiembre de 1907, publicó la encíclica “Pascendi Dominici gregis” (Apacentar la grey del Señor), en donde exponía y condenaba el sistema del modernismo, destacando sus peligros en relación con la filosofía, apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa corriente de pensamiento y la fe.
 
El Papa teólogo
 
Durante toda su vida, San Pio X había sido un gran enamorado de la música sacra, por lo que siendo pontífice publicó un motu proprio para el empleo de la música sacra en las iglesias. Ordenó que el canto gregoriano se utilizara en todas partes y dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el mismo tipo de fuente que se usa en el Vaticano, bajo la supervisión de una comisión especial.
Como el estudio de la Biblia es importantísimo para la teología, el Papa Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para dichos estudios, que diera garantía de ortodoxia y valor científico. Finalmente, con el apoyo de los jesuitas, fundó el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.
 
Bajo su pontificado se actualizó y completó el Código de Derecho Canónico en el que colaboraron autoridades en la materia de todo el mundo. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos departamentos fueron determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados.
 
Hizo una serie de importantes cambios en la curia vaticana y publicó un motu proprio con 19 proposiciones -especialmente para la Iglesia en Italia- con las que buscó confrontar ciertas tendencias inclinadas hacia el socialismo, que promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.
 
Marcando la pauta a los futuros pontífices
 
En virtud de todos estos elementos, queda claro que Pío X fue un gran protector de la doctrina y disciplina católicas. La brillantez de su trabajo doctrinal fue reconocida incluso fuera de la Iglesia. A la vez, a San Pío X se le reconoce por su espíritu apostólico, la fortaleza de su carácter, la precisión de sus decisiones y el celo por la recta formación de los católicos.(ACI Prensa).

 

20 agosto, 2025

San Bernardo de Claraval, “Cazador de Almas y Vocaciones”

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20 de agosto
San Bernardo de Claraval
“Cazador de Almas y Vocaciones”
 
Cada 20 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Bernardo de Claraval, monje francés que vivió entre los siglos XI y XII. Fue una de las figuras más relevantes de su tiempo, y su contribución a la teología y espiritualidad católicas ha sido determinante, especialmente en lo que respecta a la piedad filial a la Virgen Maria.
 
La tradición lo ha llamado ‘cazador de almas y vocaciones’ y ‘oráculo de la cristiandad’; y las razones para esto son múltiples, aunque generalmente concurren en torno a su fortaleza de carácter y su aguda inteligencia. 
 
Una personalidad arrasadora
 
Bernardo fue el primer y más famoso abad del monasterio de Claraval, célebre abadía cisterciense por su influencia cultural y sus abundantes frutos de santidad. En ese sentido, Bernardo es reconocido como uno de los grandes impulsores del renacimiento de la vida monástica a inicios del segundo milenio.
Poseedor de un gran celo por la verdad y de una notable capacidad de persuasión, Bernardo fue también un hombre de voluntad férrea. Y es en este punto donde no se debe prescindir, si queremos conocer al santo, de la capacidad de su fe para encender su corazón apasionado: Bernardo fue fundamentalmente alguien que supo poner sus dones y habilidades al servicio del Evangelio. Fue un hombre de servicio y de entrega a los demás. Libró numerosas batallas intelectuales y convirtió a muchos a Cristo, incluyendo a varios miembros de su propia familia. 
 
Fue consejero de reyes y papas, escribió varios libros y es el autor de una de las oraciones a la Virgen María más hermosas que existen. 
 
Amor filial
 
Bernardo de Fontaine -por su nombre de pila- nació en 1090 en el castillo de Fontaine-les-Dijon, ubicado en la región de Borgoña (Francia). Su familia pertenecía a la nobleza gala. Su padre, Tescelino, fue uno de los caballeros del duque de Borgoña; y su madre, Alice, era hija de un poderoso señor feudal llamado Bernardo de Montbard. Bernardo fue el tercero de siete hermanos.
 
Desde niño tuvo una relación muy estrecha con su madre. Ella decía que, estando embarazada, había tenido una visión sobre la vida de su hijo como un santo. Bernardo era un niño sensible y habitualmente reservado. Recibió una esmerada educación, al igual que sus hermanos. 
 
Cuando murió su madre, el pequeño Bernardo dirigió la mirada hacia la Virgen María, fuente de sus consuelos y por quien profesó una fuerte devoción toda su vida. Expresión de ese cariño especial a la Madre de Dios es el “Acordaos”, una de sus oraciones marianas más hermosas jamás escritas. 
 
La “huída” del mundo
 
Durante su juventud forjó un temperamento vigoroso, pero también se dejó seducir por las cosas del mundo, entre amistades superficiales y la vanagloria. En el fondo, Bernardo se sentía vacío y hastiado.
La noche de Navidad del año 1111, Bernardo se quedó dormido. En sueños se le apareció la Virgen llevando al Niño Jesús en brazos y mirándolo se lo ofreció para que lo amara e hiciera que otros lo amen también. Después de aquel sueño decidió consagrarse a Dios y alcanzar la santidad.
 
“Cazador de vocaciones”
 
En 1112 Bernardo ingresó al monasterio cisterciense de Citeaux, fundado por tres grandes santos: San Roberto, San Alberico y San Esteban Harding. En aquel momento, el monasterio se había convertido en centro de un movimiento de renovación eclesial impulsada por la idea de ‘una vuelta a los orígenes’: allí se practicaba con rigor la regla de San Benito (regla instituida por San Benito de Nursia en el siglo VI). San Esteban Harding, que era el prior de Citeaux, aceptó con inusitada alegría a Bernardo y a todos quienes se presentaron con él a la puerta de la abadía: no habían recibido vocaciones por quince años.
 
El empeño que puso Bernardo para alcanzar la santidad a través del espíritu originario de la vida monacal hizo que sus superiores confiaran en él para liderar un proyecto ambicioso. Con solo 25 años fue enviado a fundar, con otros doce monjes, un nuevo monasterio en Champagne, al que llamó “Clairvaux” -es decir, Claraval, que en francés significa “valle claro”-. El primer abad sería él.
Bernardo llevaba una vida rigurosa y exigente. Su oración constante y su preocupación por ser fiel a Cristo en todo atrajo a muchos a la vida monástica. Se ganó el apelativo de “el cazador de almas y vocaciones”. Se dice que las jovencitas temían que el santo hablara con sus novios porque terminaban pidiendo ser admitidos en la abadía. 
 
Bernardo visitó y predicó en escuelas, universidades, pueblos y campos para hablar sobre las bondades de la vida religiosa.
 
Fundó cerca de 300 monasterios y consiguió que 900 hombres profesaran sus votos. Uno de sus discípulos, Bernardo de Pisa, llegó a ser papa, con el nombre de Eugenio III.
 
La familia que alcanzó a Cristo
 
Bernardo no solo fue parte de una familia noble. Bernardo perteneció a una familia santa.
Su madre, la Beata Alice de Montbard, fue una mujer caritativa y entregada a la voluntad de Dios. Formó en la fe cristiana a sus siete hijos y murió rezando el santo rosario. Su padre, el venerable Tescelino, le perdonó la vida a un caballero que lo retó a duelo. El buen hombre quiso así inculcar a sus dos hijos mayores -el Beato Gerardo y el Beato Guy- la importancia de la misericordia.
 
Sin embargo, todo proceso rumbo a la santidad tiene altos costos: cuando San Bernardo manifestó a su familia el deseo de hacerse monje, encontró una fuerte oposición. A pesar de esto, el santo consiguió que las cosas cambiaran. No solo venció aquella oposición inicial, sino que terminó llevando consigo a sus cuatro hermanos mayores: Gerardo, Guy, Andrés y Bartolomé -todos ellos futuros beatos-; así como a uno de sus tíos y a 31 compañeros. 
 
Cuando Bernardo y sus hermanos -cuenta la tradición- dejaron la casa familiar, Nivardo, el hermano menor -otro que sería beatificado-, les dijo: “¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo y a mí me dejan aquí en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Años más tarde, Nivardo seguiría los pasos de sus hermanos mayores. 
 
Y ahí no terminaría la historia: el padre de Bernardo, Tescelino, ingresaría también, tiempo después, al monasterio de Citeaux.
 
El bien es difusivo
 
La esposa del Beato Guy, Isabel, también se hizo monja junto con sus dos hijas. La hermana del santo, la Beata Humbelina, llegó a un mutuo acuerdo con su esposo, Guy de Marcy, de que ambos se consagrarían a Dios. Humbelina fue fundadora de varios conventos. Su lema fue “amar es servir”.
Bernardo había sido quien desató el amor por Cristo en la familia, y la familia respondió con creces al llamado de Dios.
 
Siempre abad, siempre padre
 
San Bernardo se hizo consejero de príncipes y obispos, quienes le pedían luces sobre los asuntos más importantes gracias a su rectitud de pensamiento y sabiduría. Por eso, lo terminaron llamando "el oráculo de la cristiandad".
 
Bernardo murió el 21 de agosto de 1153, a los 73 años, tras haber sido abad durante casi cuatro décadas. Fue canonizado el 18 de enero de 1174 por el Papa Alejandro III y proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Pio VIII en 1830.
 
Entre las reflexiones sobre los Doctores de la Iglesia que realizó el Papa Benedicto XVI durante su pontificado destaca la dedicada a San Bernardo. En esta, el Papa resaltaba hermosamente, de la mano del santo, el papel de la Virgen María en la obra de la salvación:
“Quiero concluir estas reflexiones sobre san Bernardo con las invocaciones a María que leemos en una bella homilía suya: "En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres -dice- piensa en María, invoca a María. Que Ella no se aparte nunca de tus labios, que no se aparte nunca de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides nunca el ejemplo de su vida. Si la sigues, no puedes desviarte; si la invocas, no puedes desesperar; si piensas en ella, no puedes equivocarte. Si ella te sostiene, no caes; si ella te protege, no tienes que temer; si ella te guía, no te cansas; si ella te es propicia, llegarás a la meta..." (Hom. ii super "Missus est", 17: PL 183, 70-71).
 
Patronazgos
 
San Bernardo es el patrono de los cistercienses. También lo es de diversos lugares como la región de Borgoña (Francia), Gibraltar, Algeciras. Es patrono del Queens' College de la Universidad de Cambridge, de la Catedral de Speyer (Espira, Alemania) y de los apicultores y fabricantes de velas. En América Latina es patrono de la región del Salta (Argentina). (ACI Prensa).

18 agosto, 2025

San Alberto Hurtado, Fundador del Hogar de Cristo

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 ¡Oh!, San Alberto Hurtado, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo. Vuestra obra, grande fue,
al igual que vuestro legado que trasmitisteis a vuestros
sucesores y a vuestro pueblo que fue cubierto de amor
total. Vos, escribisteis: “Sería peligroso sin embargo,
bajo el pretexto de guardar contacto con Dios, refugiarnos
en una pereza soñolienta, en una quietud inactiva. Entra
en el plan de Dios el ser estrujado. La caridad nos urge
de tal manera que no podemos rechazar el trabajo; consolar
un triste, ayudar un pobre, un enfermo que visitar, un
favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso,
hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar
una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada
día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado
a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas
las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha
tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado
se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las
responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para
aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la
gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada,
que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo
para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales.
Y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde
nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro
lugar!”. “Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor
de Cristo la que nos urgía? y darse a los hermanos ¿no
es acaso darse a Cristo?” “Mientras más amor hay, más
se sufre: el deseo de hacer el bien, siempre el bien, de
socorrer a los desgraciados, de siempre enseñar y siempre
adaptar la verdad eterna, todo esto no se puede realizar
sino en ínfima medida. Aun rehusándonos mil ofrecimientos,
imponiéndose una línea de frecuentes rechazos, queda uno
desbordado y no nos queda el tiempo de encontrarnos a nosotros
mismos y de encontrar a Dios. Doloroso conflicto de una doble
búsqueda: la del plan de Dios que hemos de realizar en nuestros
hermanos y la búsqueda del mismo Dios que deseamos contemplar
y amar; conflicto doloroso que no puede resolverse sino en
el amor que es indivisible.” “Las manos juntas para orar,
pero abiertas para dar”. Así, como pensasteis, así escribisteis
y así lo hicisteis en el esplendor de vuestra vida, fundando
el Hogar de Cristo, dador de amor, fe y esperanza a los pobres;
¡oh!, San Alberto Hurtado, “vivo amor y luz de Cristo Jesús”.

© 2025 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Agosto
San Alberto Hurtado Cruchaga
Fundador del HOGAR DE CRISTO
Sacerdote Jesuita Chileno

Martirologio Romano: En Santiago de Chile, beato Alberto Hurtado Cruchaga, presbítero de la Compañía de Jesús, que fundó una obra para que los pobres que carecen de techo y los vagabundos, sobre todo niños, pudieran encontrar un verdadero y familiar hogar (1952).

UN SANTO DE NUESTRO TIEMPO

Muchos artículos escribió el Padre Alberto Hurtado, grande fue y es su obra, su trabajo fue tan impresionante como su legado, pues lo que dejó y transmitió a sus sucesores y a su pueblo, es una tarea de amor total, es así como me es difícil tomar una decisión sobre que escrito mostrar para hacer ver como pensó este santo de nuestro tiempo, porque cada cosa que leo, artículos, pensamientos, cada hecho o suceso, cada instante de su vida y obra, es camino de santidad.

En uno de sus tantos artículos escribió: “Sería peligroso sin embargo, bajo el pretexto de guardar contacto con Dios, refugiarnos en una pereza soñolienta, en una quietud inactiva. Entra en el plan de Dios el ser estrujado… La caridad nos urge de tal manera que no podemos rechazar el trabajo; consolar un triste, ayudar un pobre, un enfermo que visitar, un favor que agradecer, una conferencia que dar; dar un aviso, hacer una diligencia, escribir un artículo, organizar una obra, y todo esto añadido a las ocupaciones de cada día, a los deberes cotidianos. Si alguien ha comenzado a vivir para Dios en abnegación y amor a los demás, todas las miserias se darán cita en su puerta. Si alguien ha tenido éxito en el apostolado, las ocasiones de apostolado se multiplicarán para él. Si alguien ha llevado bien las responsabilidades ordinarias, ha de estar preparado para aceptar las mayores. Así nuestra vida y el celo por la gloria de Dios nos echan a una marcha rápidamente acelerada, que nos desgasta, sobre todo porque no nos da el tiempo para reparar nuestras fuerzas físicas o espirituales… y un día llega en que la máquina se para o se rompe. ¡Y donde nosotros creíamos ser indispensables se pone otro en nuestro lugar!”

“Con todo esto, ¿podríamos rehusar? ¿No era el amor de Cristo la que nos urgía? y darse a los hermanos ¿no es acaso darse a Cristo?”

“Mientras más amor hay, más se sufre: el deseo de hacer el bien, siempre el bien, de socorrer a los desgraciados, de siempre enseñar y siempre adaptar la verdad eterna, todo esto no se puede realizar sino en ínfima medida. Aun rehusándonos mil ofrecimientos, imponiéndose una línea de frecuentes rechazos, queda uno desbordado y no nos queda el tiempo de encontrarnos a nosotros mismos y de encontrar a Dios. Doloroso conflicto de una doble búsqueda: la del plan de Dios que hemos de realizar en nuestros hermanos y la búsqueda del mismo Dios que deseamos contemplar y amar; conflicto doloroso que no puede resolverse sino en el amor que es indivisible.”

BIOGRAFIA

Valparaíso, es la segunda provincia en importancia de mi país, esta larga y angosta faja de más de 5.000 kilómetros, que nace por el oriente al pie de la cordillera de los Andes, la que en muchos lugares llega hasta el mismo mar, Océano Pacifico, dejando algunos valles entre mar y cordillera. Junto al mar, en la misma ciudad donde nací, Viña del Mar, pero 49 años antes, nace Alberto Hurtado Cruchaga nació el 22 de enero de 1901, hijo de Ana y Alberto, luego hermano también de Miguel, otro de los hijo del matrimonio.

El padre de Alberto murió cuatro años después que el hubo nacido, se dice que por asuntos económicos, luego su madre vendió las propiedades familiares y emigró a Santiago, la capital donde vivió como allegada, el espíritu solidario de su familia y su madre fue una característica que llego a marcar y formar a Alberto “Las manos juntas para orar, pero abiertas para dar”, quien de nacer en un hogar acomodado, hace luego una infancia que lo acerca a la vida humilde y a la pobreza.

Así fue, como a los ocho años de edad, Alberto ingresa a estudiar en el colegio San Ignacio de Santiago como alumno becado, donde se destaca por cumplir con sus obligaciones, reflejado en sus calificaciones, su natural inclinación por hacer el bien, su incondicional entrega a sus compañeros y amigos, sin dejar de ser un muchacho muy alegre y juguetón, lo que atrae con admiración a sus compañero de curso y sus maestros.

Por ser una escuela católica el Colegio San Ignacio, Alberto recibió una educación sólida y reforzada en la fe, es así como con tan sólo 15 años él manifestó sus inquietudes por ingresar a la Compañía de Jesús, siendo motivado a completar previamente su Bachillerato, del que egresó con el premio en Apologética y mención honrosa en todas las materias posteriormente, ya en 1918, ingresó a la Escuela de Derecho de la Universidad Católica.

Por el año 1920, el país sufría algunas crisis laborales en el área minera, principal fuente de riqueza hasta el día de hoy, como así mismo la más importante fuente laboral, y no habiendo otros recursos de trabajos Santiago, la capital, recibía gran cantidad de emigrantes que quedaban marginados en la pobreza, habitando en miserables albergues. En esa realidad, Alberto, quien se destacaba por su espíritu solidario, siendo estudiante , luego de las clases universitarias, visitaba asiduamente a los trabajadores desamparados a fin de ofrecer su apoyo moral y espiritual, esta tarea la hacia motivando a otros amigos para que lo acompañaran.

No descanses mientras haya un dolor que mitigar, era un bello lema del Joven Alberto, quien desde temprana edad adolescente fue inquieto luchador por los más necesitados. Su labor inicial la hizo apoyada desde el Patronato de Andacollo, ubicado en un sector marginal de Santiago, barrio de Mapocho. Allí su acción y su entrega a favor de lucha contra la miseria, le permitió ejercer una loable actividad, motivando su apostolado de carácter social.

Alberto siente un natural impulso de aliviar el dolor de los demás, es así como este Joven de profunda espiritualidad, y de gran servicio a su prójimo, comienza a manifestar una bella actitud solidaria y samaritana en los pobres y sufridos hombres, abandonados a su suerte experimentando una espiritualidad muy profunda y de gran servicio. Es así, como en una ciudad fría, de cemento, inclemente, con una sociedad donde la aristocracia no se la juega por los pobres, y con grandes problemas de cesantía, Alberto, con un gesto valiente, solidario, inspirado en el amor de Cristo, su amigo y líder, vuelca todo su amor y muestra su adhesión y presta su apoyo a una causa ajena, en situaciones difíciles, llevando palabras de aliento y el mensaje de la Iglesia en cada albergue que visita.

El ejemplar comportamiento de vida y el respeto por la vida institucional de Alberto, se muestra también en el cumplimiento de su deber patriótico, y lo hace ingresado a cumplir con sus obligaciones militares como cualquier estudiante responsable en este deber.

Del mismo modo el vio la necesidad de no dejar de participar en los debates contingentes de la época en asuntos sociales a través de las organizaciones estudiantiles.

Dentro de toda su actividad, Alberto no descuida la oración, no deja de lado el ejercicio espiritual, participa en retiros, lo que indica que su buena enseñanza católica del Colegio san Ignacio, su buena educación en la familia, su grupo de amigos, es y sigue siendo algo muy importante en su fe cristiana, adoptando como forma de vida, las enseñanzas de Cristo y su incondicional amor por El, algo que refleja en sus actitud permanente con su prójimo y consigo mismo.

De esta manera, con esta actitud solidaria y comprometida con Cristo y sin entrar aún a la Compañía de Jesús, Alberto Hurtado concluye sus estudios de Derecho, con distinción unánime en la Universidad Católica de Chile.

Pero no era su carrera como abogado lo que el deseaba en su corazón, y es así como el 14 de agosto de 1923, ingresa a la Compañía de Jesús, con sus estudios en el Noviciado de Chillán, distante a poco mas de 400 Km. de su casa al sur de Chile, en ese lugar estaría dos años, después viaja a Argentina, ciudad de Córdoba, lugar donde continua con su etapa inicial preparatoria. En su caminar continua trasladándose por el año 1927 al Colegio Máximo de Sarriá de Barcelona, en España, hasta el año 1931, para cursar por tres años filosofía y teología y a continuación como consecuencia de la realidad política española de la época con la instauración de la República, se ve obligado a viajar a Bélgica, donde continua estudiando en la Universidad de Lovaina, allí cursa otras materia relacionadas con la pedagogía y psicología.

Por que así Dios lo quiso, así fue en el Plan de Vida de Alberto, es ordenado sacerdote en Lovaina, el 24 de agosto de 1933, luego continuando con su brillante formación recibe el grado de doctor en Pedagogía de la Universidad de Lovaina, finalizando su etapa de estudios jesuitas.

Así es, como en una de sus cartas escrita en le año 1933, refleja su inmensa alegría de ser sacerdote, expresándose así “¡Ya me tiene de sacerdote del Señor! Bien comprenderá mi felicidad y con toda sinceridad puedo decirte que soy plenamente feliz”, luego, tres años mas tarde, regresa a su país natal que es Chile a ejercer su tarea encomendada divinamente. Sus primeras tareas, como educador y formador, la hace impartiendo clase en la misma escuela que lo formó, el Colegio san Ignacio, en la misma Universidad Católica de Chile y en el Seminario Pontificio Mayor.

Sin embargo, el país no había experimentado grandes cambios y los problemas sociales continuaban, como país subdesarrollado, pobre, marginal, clasista y racista, donde los que tenía buena situación económica se autoproclamaban aristócratas, formando una clase separatista en categoría Alta, que se mostraba indiferente a los afligido. En esa realidad, el Padre Alberto Hurtado, siente la enorme necesidad de acudir a los desamparados, viendo en cada pobre el rostro sufriente de Jesús.

Pero como el Plan de Dios en los hombres ha de cumplirse, en el año 1937, la gran formadora de este Jesuita, doña Ana Cruchaga, madre de Alberto, se encamina al encuentro con el Señor, cuando ella muere, Alberto estaba en esos momento en sus Ejercicios Espirituales, y a pesar del dolor por la partida de su madre, se siente reconfortado porque su convicción de la vida eterna en la manos de Dios es dueña de su corazón.

El Padre Alberto, hombre de gran carisma, atrae a personas de toda edad, es feliz trabajando con los jóvenes, es feliz oyendo a cada necesitado, y con mucho entusiasmo invita a enloquecerse por Cristo, lo que el llamada con alegría motivadora el “chiflarse” por Cristo.

Entonces observando y sintiendo la triste realidad social del país, se empeña en llevar a cada rincón del territorio una palabra de aliento y esperanza, es así, como en este ambiente el ve la necesidad permanente de la Iglesia de aumentar las vocaciones sacerdotales, entonces esta la oportunidad de captar nuevos servidores y los exhorta a seguir el bello camino del servicio, con su ejemplo de vida la motivación siempre estaba en buenas manos. Es así como impartió Ejercicios Espirituales y dirigió espiritualmente a un grupo de jóvenes, que mas tarde dio como resultado a buenos hombres de fe y servicio social.

Por el año 1941, es nombrado asesor de la Juventud de la Acción Católica, que a partir de ese instante y a través de su conducción, el movimiento cobra gran auge, debiendo viajar constantemente por distintos lugares del país. El además se caracteriza por ser buen escritor, excelente crítico social, buen observador de las cosas cotidianas, buen analista de la realidad social de país, todo inspirado en su gran amor a Cristo, su irrenunciable fe, su amor al prójimo, su espíritu de servicio, su gran preocupación por la comunidad y principalmente los pobres.

El Padre Hurtado, conciente de lo que llamaba la “injusticia social trae más males que los que puede reparar la caridad”, se transforma en un buen obrero luchador por la transformación de una sociedad más justa, las tristes y pobres condiciones en las cuales viven los marginados socialmente en chile, la situación de los obreros, le causa un gran dolor, y una gran motivación para dedicarse a ellos, es tan vehemente, que busca, piensa y expresa todo los que puede ser de ayuda a los sufridos trabajadores, bajo el único concepto de justicia y amor que habita en su corazón, que es el espíritu de Cristo. Es así como él se hace presente en muchos sectores laborales, pala en mano se hace presente en las minas salitreras o de carbón en Chile.

En su incansable preocupación por los asuntos sociales, este notable solidario con sus hermanos, viaja a otros lugares como Paris en busca de elementos de juicio que aporten a su causa, llega a entrevistarse hasta con el Papa S.S.Pío XII, en Roma, a quien expone y presenta la realidad religiosa, social y política de su país Chile, haciéndole notar temas tan urgentes como llevar la doctrina social de la Iglesia al mundo sindical y hacer presente el espíritu cristiano en los trabajadores. También pasa por Bélgica, donde se ordeno sacerdote, para estudiar la liga de los campesinos católicos y los sindicatos cristianos.

En el año 1944 se involucra en lo que sería su proyecto más importante y de gran reconocimiento hoy en todo el País. Este comienza en una noche fría y lluviosa en una fecha que no es tradicional para la estación primaveral, en el mes de octubre, cuando es interceptado por un hombre de condición económica pobre que le solicita ayuda porque no tiene un lugar en donde dormir. Alberto con su gran corazón, se estremece, al verlo, desamparado y enfermo, y ve en aquel hombre pobre al mismo Cristo desolado.

Absolutamente conmovido, mas tarde cuenta su experiencia a un grupo de señoras de la congregación del Apostolado Popular que se encontraba en un retiro, con una gran respuesta, porque ellas también se conmovieron y sintieron el llamado de Cristo y decidieron entregar sus joyas y bienes que tenían a mano para dar impulso a una gran obra de caridad, así el 21 de diciembre de ese mismo año, el Padre Alberto Hurtado coloca la primera piedra del Hogar de Cristo.

El Hogar de Cristo es una de las obras de caridad mas grande y talvez la de mayor reconocimiento en el país, en ella el chileno expresa su solidaridad, en ella se refugian los pobres de Chile, en ella encuentran paz, descanso, comida y la presencia espiritual del Padre Alberto Hurtado. Esta obra surge de la espiritualidad del Padre Alberto, y de su gran concepto de lo que es ser solidario en Cristo, viéndolo a El en el rostro del desolado, el desamparado, el marginado y el hambriento hombre en busca de refugio.

“Dar al que lo necesita hasta que duela”, es una expresión acuñada en el corazón de muchos chilenos por el Padre Alberto Hurtado. También fue la invitación que ha sido acogida por sacerdotes y laicos que han estado dispuestos a trabajar por los más pobres, en un hogar que mucho amor, respeto y consideración se respira un aroma de autentica caridad para niños, adulto y ancianos, enfermos y sanos, chicos vagabundos, que habían hecho su hogar junto al Río, debajo de un puente, en una humilde choza de cartón, quienes en principio fueron recogidos por una típica camioneta de los años cincuenta que aún se conserva en excelentes condiciones.

Pero también, preocupado por la suerte del obrero chileno y sus paupérrimas condiciones, el Padre Alberto, se introdujo en el mundo del trabajo creando además la Acción Sindical y Económica Chilena (ASICH) en 1947, ocupando el cargo de Capellán. Allí en la (ASICH), formó dirigentes cristianos y organizó los servicios jurídicos y sociales para defender sus derechos. Cabe destacar el reconocimiento y la afiliación de esta organización a la Confederación Internacional de Sindicatos Cristianos e integrada a organismos internacionales como la ONU, UNESCO y la Organización Internacional del Trabajo.

También es el creador de la revista Mensaje, que público su primer número en octubre de 1951, revista con la cual se hicieron presente los valores de solidaridad, el servicio, la justicia social, y el Evangelio.

Así fue, como el 18 de agosto de 1952, a los cincuenta y dos años de edad, y estando enfermo de cáncer, fue llamado por Dios, del cual tenemos la convicción total, que fue recibido amorosamente, como uno de sus predilectos hijos, que se entregó por entero a vivir y trabajar en el espíritu del amor de Cristo como uno mas de sus apóstoles.

El Padre Alberto Hurtado Cruchaga, fue beatificado en Roma en 1994 y es el segundo de los chilenos, después de la carmelita Teresita de los Andes, y muy pronto también la joven Laurita Vicuña, que tiene un puesto de honor junto a todos los santos de Dios. Canonizado el 23 de octubre de 2005, por el Santo Padre, Papa Benedicto XVI.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=24755)