08 noviembre, 2012

Santa Isabel de la Trinidad



Oh, Santa Isabel de la Trinidad;
sois vos, la hija del Dios de la vida,
y su amada santa que, alabanzas
elevabais a la Santísima Trinidad,
y, crecisteis día a día, en la carrera
del amor a las Tres Personas en un
solo Dios: Aquél, el de la inmortal
y eterna vida. El silencio, la soledad
y la contemplativa oración, vuestros
amigos fueron, en la perfecta senda
de vuestra vida, a la docilidad de la
voluntad divina entregada, que, os
condujo, feliz, a la santidad, para
gloria de nuestro Señor Jesucristo,
quien, os coronó con corona de luz
como justo premio, a vuestra entrega.
“Alabanza de gloria de la Santísima
Trinidad”, para, día en día crecer
“en la carrera del amor a los Tres”.
“La Trinidad: aquí está nuestra morada,
nuestro hogar, la casa paterna de la que
jamás debemos salir. Me parece que he
encontrado mi cielo en la tierra, puesto
que el cielo es Dios y Dios está en mi alma.
El día que comprendí eso todo se iluminó
para mí”. Así, escribisteis en “Enamorada
de Cristo”. “Voy a la luz, al amor, a la
vida”, dijisteis y luego marchasteis hacia
la gloria eterna de la Santa Trinidad;
Oh, Santa Isabel de la Santa Trinidad.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de noviembre
Santa Isabel de la Trinidad


Isabel Catez Rolland, hija de Francisco José y de María, nació en Bourges, Francia, el 18 de Julio de 1880. Desde su más tierna edad se distinguió por su temperamento apasionado, propenso a arrebatos de cólera y de una sensibilidad exquisita. Cuando contaba siete años, perdió a su padre, lo que fue causa de su “conversión” y de su cambio de carácter como fruto de su vida de asceis y oración.

Aunque tomaba parte en las fiestas y participaba en los compromisos sociales, fue siempre fiel a sus promesas bautismales. A los 14 años hizo voto de virginidad y a los 19 empezó a recibir las primeras gracias místicas. Estaba dotada de gran talento musical y se ofreció a Dios como víctima por la salvación de Francia.

El 2 de enero de 1901, a los 21 años de edad, ingresaba en el convento carmelitano de Dijón, ciudad donde vivía con su familia. Isabel -que en el Carmelo se llamaría Sor Isabel de la Trinidad- se propuso como lema ser “Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad” y crecer de día en día “en la carrera del amor a los Tres”.

Vistió el hábito el 8 de diciembre de 1902 y el 11 de noviembre de 1903 saltaba de gozo al emitir sus votos religiosos en la Orden del Carmen, a la que amaba con toda su alma. Con su vida y su doctrina -breve pero sólida- ha ejercido un gran influjo en la espiritualidad de nuestros días, debido, sobre todo, a su experiencia trinitaria. Preciosas son sus Elevaciones, Retiros, Notas Espirituales y sus Cartas.
Corrió, voló, en el camino de la perfección y el 9 de noviembre de 1906 expiraba a cuasa de una úlcera de estómago. En el capítulo “El Carmelo escuela de santidad”, recordamos una bella anécdota entre el Cardenal Mercier y la M. Priora de Dijón, sobre esta veloz carrera hacia la meta de la santidad de Sor Isabel de la Trinidad.Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 25.11.1984, fiesta de Cristo Rey. Su fiesta se celebra el 8 de noviembre.

Su espiritualidad

Fue más su vida misma que su doctrina. Esta sólo en parte fue escrita por ella. Sor Isabel es un alma interior que se transforma de día en día en el Misterio Trinitario. El silencio, la soledad, la oración contemplativa son la palestra que la disponen a ser dócil a la voluntad divina, que cumple siempre y en todo a la mayor perfección.

Enamorada de Cristo, que es “su libro preferido”, se eleva a la Trinidad hasta que “Isabel desaparece, se pierde y se deja invadir por los Tres”. “La Trinidad: aquí está nuestra morada, nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos salir… Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí eso todo se iluminó para mí.”

“Creer que un ser que se llama El Amor habita en nosotros en todo instante del día y de la noche y que nos pide que vivamos en sociedad con El, he aquí, os lo confío, lo que ha hecho de mi vida un cielo anticipado”
“Mi Esposo quiere que yo sea para El una humanidad adicional en la cual El pueda seguir sufriendo para gloria del Padre y para ayudar a la Iglesia”

Amó profundamente su vocación carmelita y trató de amar y de imitar a la “Janua coeíi”, como llamaba a la Virgen Purísima. Murmurando casi como en un canto “Voy a la luz, al amor, a la vida”, expiró.”

Su mensaje

Que corramos por el camino de la santidad, que el Espíritu Santo eleve nuestro espíritu, que seamos siempre “alabanza de gloria de la Sma. Trinidad”, que seamos dóciles a las mociones del Espíritu.

Su oración

Oh Dios, rico en misericordia, que descubriste a la Beata Isabel de la Trinidad el misterio de tu presencia secreta en el alma del justo e hiciste de ella una adoradora en espíritu y verdad, concédenos, por su intercesión, que también nosotros, permaneciendo en el amor de Cristo, merezcamos ser transformados en templos del Espíritu de Amor, para alabanza de tu gloria. Amén.

07 noviembre, 2012

San Ernesto


7 de Noviembre
San Ernesto
Abad


Etimológicamente significa “fuerte en el combate”. Viene de la lengua alemana. El joven Ernesto, muerto en el año 1147, vivió de lleno en la época de la primera cruzada (1099). Fue ella la que permitió abrir nuevos caminos para los lugares santos a todos los peregrinos.

Y además, permitió la fundación de cuatro pequeños estados cristianos en tierras del Islám: Jerusalén, Antioquía, Edesa y Trípoli. Sin embargo, desde 1144, la caída de Edesa mostró que los musulmanes podían volver a coger lo que los franceses les habían arrebatado anteriormente, incluida Jerusalén.

Esto dio lugar a la segunda cruzada (1147-1149). Se sabe por la historia que fue un desatino. De los 200.000 hombres y mujeres que partieron para el Oriente, volvieron sólo algunos miles.

Ernesto de Steisslingen fue uno de ellos. En su juventud entró de monje en la abadía de Zwiefalten, que da al bello lago de Constanza. Lo eligieron abad durante cinco años para dirigir humana y espiritualmente a los sesenta y dos monjes que la habitaban. Al término de su mandato, se marchó de nuevo a la cruzada con el ejército alemán, comandado por el emperador Conrado III.

Cuando se despidió de sus hermanos religiosos, les dijo: “Creo que no volveré a veros en esta tierra, pues Dios me concederá que vierta mi sangre por él. Poco importa la muerte que me reserva, si me permite sufrir por el amor de Cristo”.

Sus predicciones se cumplieron. Y desde entonces no se supo nunca cómo y dónde murió.


06 noviembre, 2012

San Leonardo de Noblac




Oh, San Leonardo de Noblac, vos, sois
el hijo del Dios de la vida, y, su amado
Santo, que popularidad ganasteis, pues
en vuestro honor se erigieron muchas
iglesias y capillas, pues, despertasteis
la fe, en tiempos de las cruzadas. Vos,
decidisteis no seguir la carrera de las
armas y preferisteis la vida espiritual
y os pusisteis al servicio de San Remigio,
y, cuando os ofrecieron la episcopal
dignidad, retirarte preferisteis a San
Maximino, para luego iros al bosque.
Y, un día, quiso Dios, que, en medio de
él, os encontrara vuestra reina, y, vos,
oraciones le prodigasteis, y cuidado le
disteis, pues, al mundo trajo nueva vida,
y el rey, os obsequió tierras para vuestro
monasterio y junto a ella, nueva ciudad
nació. Hombre justo, y, a la oración
entregado, un día, después de gastado
haber vuestra vida, entregasteis vuestra
alma, que, coronada fue con corona de luz,
como premio a vuestra entrega de amor;
Oh, San Leonardo de Noblac, “vida y luz”.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Noviembre
San Leonardo de Noblac
Abad

Es uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice un estudioso que en su honor se erigieron no menos de seiscientas iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente en la toponomástica y en el folclor. El mismo estudioso añade que él «despertó una devoción particular en tiempos de las cruzadas, y entre los devotos se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de plata parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio». San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto» a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras biografías, que después inspiraron el culto hacia él.

Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre el 491 y el 518. Como sus padres, a más de nobles, eran amigos de Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso seguir la carrera de las armas y prefirió ponerse al servicio de San Remigio, que era obispo de Reims.

Como San Remigio, sirviéndose de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder conceder la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también Leonardo pidió y obtuvo un poder semejante, que ejerció muchas veces. El rey quiso concederle algo más: la dignidad episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum.

Un día su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la reina, a quien precisamente en ese momento le vinieron los dolores del parto. Las oraciones y los cuidados de San Leonardo hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey hizo con el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un burro. Alrededor del oratorio en honor de María Santísima habría surgido una nueva ciudad.


05 noviembre, 2012

Santa Bertilla




Oh, Santa Bertilla, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa,
nacida feliz, en familia cristiana e
ilustre y, que, desde pequeña, deseos
sentisteis de renunciar al mundo
material y dedicaros a la vida religiosa,
deseo que se os cumplió, cuando
vuestros padres, os llevaron al monasterio
de Jouarre, donde acogida fuisteis
con tamaña alegría. Vos, os formasteis
bajo estrictas prácticas de perfección
monástica, la gentileza combinando
con el rigor, la piedad con la justicia,
la humildad con el coraje, la prudencia
con la sencillez. Por vuestra caridad
y voluntad de servicio, con obediencia
y humildad asumisteis los cargos, que,
os dieron. Y, con ello, nos enseñasteis,
el valor encontrar honor de servir a
los demás, pues, lo hicisteis con varias
reinas y damas de vuestro tiempo;
oh, Santa Bertilla, “servicio y luz”.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de noviembre
Santa Bertilla
Abadesa.

(¿630?-705)


Nació en la región de Soissons, Francia, en una de las familias cristianas más ilustres de la comarca. Desde que era apenas una niña, Santa Bertilla, o Bertille en francés, sintió deseos de renunciar al mundo material y dedicarse a la vida religiosa. Pero antes de revelar este anhelo a sus padres, la niña lo consultó con su preceptor, San Owen, quien la apoyó en su decisión.

Al ver a su hija tan determinada, sus progenitores terminaron convenciéndose, y de hecho la llevaron personalmente a Jouarre, un monasterio de grandes dimensiones a unas cuantas jornadas de Meaux, donde fue acogida con gran alegría.

En Jouarre, Santa Bertilla se formó bajo las más estrictas prácticas de la perfección monástica, combinando siempre la gentileza con el rigor, la piedad con la justicia, la humildad con el coraje, la prudencia con la sencillez.

Por la caridad y la voluntad de servicio que demostraba, la abadesa la puso al frente del priorato, nombrándola asistente suya en cuestiones de la administración del monasterio. En 659 se terminó de construir en Chelles la abadía que Santa Bathilda, reina de Francia, había dispuesto para retirarse del mundo y pasar sus últimos días.

La reina le solicitó entonces a la abadesa de Jouarre que le aportara algunas hermanas religiosas y una abadesa para Chelles; y la abadesa pensó de inmediato en Santa Bertilla como principal del grupo. Con discreción y vigor, Santa Bertilla fue abadesa de Chelles por cuarentaiséis años. Al principio ella se hizo cargo de Santa Bathilda, y más tarde también de Heresvida, la reina de Inglaterra, quien también se retiró en busca de paz a Chelles.

La fama de santidad de Santa Bertilla de Chelles atrajo a varias damas ilustres a su monasterio, el cual tuvo un gran auge durante su vida. Cuando falleció, Santa Bertilla fue enterrada en la iglesia de la abadía de Chelles junto a la tumba de Santa Bathilda.

SANTA BERTILLA nos enseña el valor de encontrar honor en servir a los demás.

04 noviembre, 2012

San Carlos Borromeo



Oh, San Carlos Borromeo; sois vos,
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo, que, al pie de la letra cumplió
aquello que Jesús dijo: “Quien ahorra
su vida, la pierde, pero el que gasta
su vida por Mí, la ganará”. Y, la verdad,
que, así lo hicisteis y la ganasteis, porque,
cada segundo de vuestra vida, por el
Dios eterno, los disteis, con prudencia
actuando, como el significado mismo
de vuestro nombre. Y, fuisteis, uno de
los santos más dados a la Iglesia y, el
pueblo de aquél entonces. Gastasteis
vuestra vida por el progreso de nuestra
santa religión y, porque, además os
caracterizasteis por ayudar a los desvalidos,
necesitados y pobres. Os disteis a salvar
almas, a catequistas formar y seminarios
fundar. Así, joven aún, vuestra alma,
voló a Dios, quien os premió con corona
eterna de luz, como justo premio a vuestra
entrega de amor, como bien lo sabéis;
oh, San Carlos Borromeo, “Cruz y Cáliz”.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de noviembre
San Carlos Borromeo
Obispo


San Carlos cuyo nombre significa “hombre prudente” ha sido uno de los santos extraordinariamente activos a favor de la Iglesia y del pueblo que sobresale admirablemente. San Carlos Borromeo, un santo que tomó muy en serio aquella frase de Jesús: “Quien ahorra su vida, la pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará”, murió relativamente joven porque desgastó totalmente su vida y sus energías por hacer progresar la religión y por ayudar a los más necesitados. Decía que un obispo demasiado cuidadoso de su salud no consigue llegar a ser santo y que a todo sacerdote y a todo apóstol deben sobrarle trabajos para hacer, en vez de tener tiempo de sobra para perder.

Nació en Arjona (Italia) en 1538. Desde joven dio señales de ser muy consagrado a los estudios y exacto cumplidor de sus deberes de cada día. A los 21 años obtuvo el doctorado en derecho en la Universidad de Milán. Un hermano de su madre, el Cardenal Médicis, fue nombrado Papa con el nombre de Pío IV, y éste admirado de sus cualidades nombró a Carlos como secretario de Estado. Más tarde, renunció a sus riquezas, se ordenó de sacerdote, y luego de obispo y se dedicó por completo a la labor de salvar almas.

San Carlos fundó 740 escuelas de catecismo con 3,000 catequistas y 40,000 alumnos. Fundó además 6 seminarios para formar sacerdotes bien preparados, y redactó para esos institutos unos reglamentos tan sabios, que muchos obispos los copiaron para organizar según ellos sus propios seminarios. Fue amigo de San Pío V, San Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio y San Andrés Avelino y de varios santos más.

Murió cuando tenía apenas 46 años, el 4 de noviembre de 1584. En Arona, su pueblo natal, le fue levantada una inmensa estatua que todavía existe.

03 noviembre, 2012

San Martín de Porres



¡Oh; San Martín de Porres!;
como vos, nadie; pues en la
paz de vuestra escoba perro,
pericote y gato; palomas
santas hechas, supieron que
en Cristo, se puede todo.

Si aquellas criaturas, supieron
dentro de sí, que la paz y el
amor, se dan: ¿cuánto más
podrá el hombre; si su corazón
abriera, al Dios de la Vida?.
¡Oh; Martín, “de la paz y del amor”.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Noviembre
San Martín de Porres
Religioso dominico


El racismo, esa distinción que hacemos los hombres distinguiendo a nuestros semejantes por el color de la piel es algo tan sinsentido como distinguirlos por la estatura o por el volumen de la masa muscular. Y lo peor no es la distinción que está ahí sino que ésta lleve consigo una minusvaloración de las personas -necesariamente distintas- para el desempeño de oficios, trabajos, remuneraciones y estima en la sociedad. Un mulato hizo mayor bien que todos los blancos juntos a la sociedad limeña de la primera mitad del siglo XVII.

Fue hijo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el Buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal mucho bien. Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.

La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.

Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.

Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.

Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.

Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.

Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque “la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura”.

Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatambo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.

No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.

El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.

Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.
Lo canonizó en papa Juan XXIII en 1962.

Desde luego, está claro que la santidad no entiende de colores de piel; sólo hace falta querer sin límite.

¿Qué nos enseña su vida?

La vida de San Martín nos enseña:

A servir a los demás, a los necesitados. San Martín no se cansó de atender a los pobres y enfermos y lo hacía prontamente. Demos un buen servicio a los que nos rodean, en el momento que lo necesitan. Hagamos ese servicio por amor a Dios y viendo a Dios en las demás personas.
A ser humildes. San Martín fue una persona que vivió esta virtud. Siempre se preocupó por los demás antes que por él mismo. Veía las necesidades de los demás y no las propias. Se ponía en el último lugar.
A llevar una vida de oración profunda. La oración debe ser el cimiento de nuestra vida. Para poder servir a los demás y ser humildes, necesitamos de la oración. Debemos tener una relación intima con Dios
A ser sencillos. San Martín vivió la virtud de la sencillez. Vivió la vida de cara a Dios, sin complicaciones. Vivamos la vida con espíritu sencillo.
A tratar con amabilidad a los que nos rodean. Los detalles y el trato amable y cariñoso es muy importante en nuestra vida. Los demás se lo merecen por ser hijos amados por Dios.
A alcanzar la santidad en nuestra vidas. Por alcanzar esta santidad, luchemos…
A llevar una vida de penitencia por amor a Dios. Ofrezcamos sacrificios a Dios.

San Martín de Porres se distinguió por su humildad y espíritu de servicio, valores que en nuestra sociedad actual no se les considera importantes. Se les da mayor importancia a valores de tipo material que no alcanzan en el hombre la felicidad y paz de espíritu. La humildad y el espíritu de servicio producen en el hombre paz y felicidad.

Oración

Virgen María y San Martín de Porres, ayúdenme este día a ser más servicial con las personas que me rodean y así crecer en la verdadera santidad.

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02 noviembre, 2012

Los Fieles Difuntos



Oh, Iglesias del Dios de la vida:
“Iglesia triunfante”, salvos por
la eternidad de eternidades.


“Iglesia militante”, nosotros todos,
vuestros hijos, en constante lucha
para el bien hacer y evitar el mal.


“Iglesia sufriente”; fieles difuntos
en el purgatorio, purificándose y
las manchas de sus almas limpiando,
por las Misas y los ruegos nuestros;
oh, Santas Iglesias del Dios de la vida.


© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Noviembre
Los Fieles Difuntos


“Una flor sobre su tumba se marchita, una lágrima sobre su recuerdo se evapora. Una oración por su alma, la recibe Dios.” -San Agustín
“Cada uno se presentará ante el tribunal de Dios para darle cuenta de lo que ha hecho, de lo bueno y de lo malo.” – Santa Biblia.

Las tres Iglesias: Se llama Iglesia a la asociación de los que creen en Jesucristo. La Iglesia se divide en tres grupos:

Iglesia triunfante: los que ya se salvaron y están en el cielo (los que festejamos ayer).
Iglesia militante: los que estamos en la tierra luchando por hacer el bien y evitar el mal.
Iglesia sufriente: los que están en el purgatorio purificándose de sus pecados, de las manchas que afean su alma.

El Catecismo de la Iglesia Católica, publicado por el Papa Juan Pablo II en 1992, es un texto de máxima autoridad para todos los católicos del mundo y dice cinco cosas acerca del Purgatorio:

1ª. Los que mueren en gracia y amistad de Dios pero no perfectamente purificados, sufren después de su muerte una purificación, para obtener la completa hermosura de su alma (1030).

2ª. La Iglesia llama Purgatorio a esa purificación, y ha hablado de ella en el Concilio de Florencia y en el Concilio de Trento. La Iglesia para hablar de que será como un fuego purificador, se basa en aquella frase de San Pablo que dice: “La obra de cada uno quedará al descubierto, el día en que pasen por fuego. Las obras que cada cual ha hecho se probarán en el fuego”. (1Cor. 3, 14).

3ª. La práctica de orar por los difuntos es sumamente antigua. El libro 2º. de los Macabeos en la S. Biblia dice: “Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados” (2Mac. 12, 46).

4ª. La Iglesia desde los primeros siglos ha tenido la costumbre de orar por los difuntos (Cuenta San Agustín que su madre Santa Mónica lo único que les pidió al morir fue esto: “No se olviden de ofrecer oraciones por mi alma”).

5ª. San Gregorio Magno afirma: “Si Jesucristo dijo que hay faltas que no serán perdonadas ni en este mundo ni en el otro, es señal de que hay faltas que sí son perdonadas en el otro mundo. Para que Dios perdone a los difuntos las faltas veniales que tenían sin perdonar en el momento de su muerte, para eso ofrecemos misas, oraciones y limosnas por su eterno descanso”.

De San Gregorio se narran dos hechos interesantes:

El primero, que él ofreció 30 misas por el alma de un difunto, y después el muerto se le apareció en sueños a darle las gracias porque por esas misas había logrado salir del purgatorio.

Y el segundo, que un día estando celebrando la Misa, elevó San Gregorio la Santa Hostia y se quedó con ella en lo alto por mucho tiempo. Sus ayudantes le preguntaron después por qué se había quedado tanto tiempo con la hostia elevada en sus manos, y les respondió: “Es que vi que mientras ofrecía la Santa Hostia a Dios, descansaban las benditas almas del purgatorio”. Desde tiempos de San Gregorio (año 600) se ha popularizado mucho en la Iglesia Católica la costumbre de ofrecer misas por el descanso de las benditas almas.

La respuesta de San Agustín

A este gran Santo le preguntó uno: “¿Cuánto rezarán por mí cuando yo me haya muerto?”, y él le respondió: “Eso depende de cuánto rezas tú por los difuntos. Porque el evangelio dice que la medida que cada uno emplea para dar a los demás, esa medida se empleará para darle a él”.

¿Vamos a rezar más por los difuntos? ¿Vamos a ofrecer por ellos misas, comuniones, ayudas a los pobres y otras buenas obras? Los muertos nunca jamás vienen a espantar a nadie, pero sí rezan y obtienen favores a favor de los que rezan por ellos.