13 noviembre, 2014

San Leandro de Sevilla

 

Oh, San Leandro, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo, que, nacido en familia de santos,
predestinado estabais, como que así lo fuisteis, pues
con vuestros hermanos Isidoro, Fulgencio y Florentina,
hoy, os acompañan en el santoral. Creasteis, la escuela
en la que se enseñaban no sólo las ciencias sagradas,
sino también, todas las artes y entre los alumnos, Recadeo
y Hermenegildo, del rey visigodo, Leovigildo, hijos.
Así, la conversión de Hermenegildo, comenzó, el arrianismo
abandonando y abrazando la fe católica, aunque desterrado
terminasteis, pero, a Dios gracias, volvisteis a Sevilla
terminando la Arriana herejía, imponiéndose la fe Católica,
y con ella, el resurgir la cristiana vida, con la fundación
de monasterios y parroquias por pueblos y ciudades,
adornados de sabias legislaciones en materias religiosas
y civiles. A vos, os conocen de estadista y santo. Y, sí,
estadista, porque, desarrollasteis vastísima labor como
tal, y como amoroso obispo, una profunda dedicación
pastoral a vuestro pueblo, con prédicas de maravillosos
sermones. Escribíais teológicos tratados y os dedicabais
largo tiempo a la oración, a la penitencia y al ayuno.
Y así, un día de la vida, entregasteis vuestra alma a quien
le pertenece: ¡Dios!, para coronada ser, con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega de amor y esperanza;
Oh, San Leandro de Sevilla, “imitación amorosa de Dios”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________

13 de Noviembre
San Leandro de Sevilla
Obispo

Nació en Cartagena, hacia el año 540. Pertenecía a una familia de santos: sus hermanos Isidoro (que le sucedería como Obispo de Sevilla), Fulgencio (Obispo de Écija) y Florentina, le acompañan en el santoral.

Elegido Obispo de Sevilla, creó una escuela, en la que se enseñaban no sólo las ciencias sagradas, sino también todas las artes conocidas en aquel tiempo. Entre los alumnos, se encontraban Hermenegildo y Recaredo, hijos del rey visigodo Leovigildo. Allí comenzó el proceso de conversión de Hermenegildo, que lo llevaría a abandonar el arrianismo y a abrazar la fe católica. Y, también, el enfrentamiento con su padre, que desembocaría en una guerra. A consecuencia de esta guerra, a Leandro le tocó ir al destierro.

Cuando mejoró la situación, pudo volver a Sevilla. Hermenegildo había sido ajusticiado por orden de su padre. Pero este, en los últimos años de su vida, influenciado, sin duda, por el testimonio del hijo mártir, aconsejó bien a su otro hijo, Recaredo, que le sucedería en el trono. El nuevo rey, aconsejado por Leandro, convocó el Concilio III de Toledo, en el que rechazó la herejía arriana y abrazó la fe católica.

A Leandro le debemos no sólo la conversión del rey, sino también el haber contribuido al resurgir de la vida cristiana por todos los rincones de la Península: se fundaron monasterios, se establecieron parroquias por pueblos y ciudades, nuevos Concilios de Toledo dieron sabias legislaciones en materias religiosas y civiles.

Se ha dicho que Leandro fue un verdadero estadista y un gran santo. Y es verdad. Porque, al mismo tiempo que desarrollaba esa vasta labor como hombre de Estado, nunca olvidaba que, como obispo, su ministerio le exigía una profunda vida religiosa y una dedicación pastoral intensa a su pueblo. Predicaba sermones, escribía tratados teológicos, dedicaba largos ratos a la oración, a la penitencia y al ayuno.

Murió el Obispo Leandro, en Sevilla, hacia el año 601. Su fiesta se celebra el 13 de noviembre.

12 noviembre, 2014

San Josafat de Lituania

 


Oh, San Josafat de Lituania; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo. Y, aquél, a quien vuestra
madre, os enseñó a mirar en el crucifijo, al Crucificado
y en ella, el misterio de la vida y del amor hacia los demás.
Y, por ello, vuestra mortificación aquella, en la que,
soportabais a los ásperos e incomprensivos, con especial
dulzor, del cielo caído, y, con paciencia y amor, convertíais
sus corazones a la “luz de la fe”. “Sé que ustedes quieren
matarme y que me atacan por todas partes. En las calles,
en los puentes, en los caminos, en la Plaza Central, en todas
partes me han insultado. Yo, no he venido en son de guerra
sino como pastor de las ovejas, buscando el bien de las
almas. Pero, me considero verdaderamente feliz de poder
dar la vida por el bien de todos ustedes. Sé, que estoy a
punto de morir, y ofrezco mi sacrificio por la unión de
todas las iglesias bajo la dirección del Sumo Pontífice”.
Así, respondisteis a vuestros agresores. Y, cuando fuisteis
capturado así: “Por favor, hijos míos, no golpeen a mis
ayudantes, que ellos no tienen la culpa de nada. Aquí estoy
yo para sufrir en vez de ellos”. Pero, felizmente, “Dios
es mi juez”, vuestro nombre significa. Y, en verdad, así
fue, y juzgado fuisteis y Él, viendo vuestro martirio de
gloria lleno, os ciñó, corona de luz, como premio a vuestra
entrega de amor. Santo Patrono, de los que trabajan por
la unión de todos los cristianos del orbe de nuestra tierra;
oh, San Josafat de Lituania, “Juzgado por el Amor de Dios”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________

12 de Noviembre
San Josafat de Lituania
Mártir
Año 1623

La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos (Tertuliano).
Josafat es una palabra hebrea que significa “Dios es mi juez”. La nación de Lituania es ahora de gran mayoría católica. Pero en un tiempo en ese país la religión era dirigida por los cismáticos ortodoxos que no obedecen al Sumo Pontífice. Y la conversión de Lituania al catolicismo se debe en buena parte a San Josafat. Pero tuvo que derramar su sangre, para conseguir que sus paisanos aceptaran el catolicismo.
Nació en 1580, de padres católicos fervorosos. Su madre le enseñó a mirar de vez en cuando el crucifijo y pensar en lo que Jesucristo sufrió por nosotros, y esto le emocionaba mucho y le invitaba a dedicar su vida por hacer amar más a Nuestro Salvador.

De joven entró de ayudante de un vendedor de telas, y en los ratos libres se dedicaba a leer libros religiosos. Esto le disgustaba mucho al principio al dueño del almacén, pero después, viendo que el joven se dedicaba con tanto esmero a los oficios que tenía que hacer, se dio cuenta de que las lecturas piadosas lo llevaban a ser más bueno y mejor cumplidor de su deber. Y tanto se encariñó aquel negociante con Josafat, que le hizo dos ofertas: permitirle casarse con su hija y dejarlo como heredero de todos sus bienes. El joven le agradeció sus ofrecimientos, pero le dijo que había determinado conseguir más bien otra herencia: el cielo eterno. Y que para ello se iba a dedicar a la vida religiosa.

Para su fortuna se encontró con dos santos sacerdotes jesuitas que lo fueron guiando en sus estudios, y lo encaminaron hacia el monasterio de la Sma. Trinidad en Vilma, capital de Lituania, y se hizo religioso, dirigido por los monjes basilianos en 1604. Al monasterio lo siguió un gran amigo suyo y personaje muy sabio, Benjamín Rutsky, que será en adelante su eficaz colaborador en todo.

En 1595 los principales jefes religiosos ortodoxos de Lituania habían propuesto unirse a la Iglesia Católica de Roma, pero los más fanáticos ortodoxos se habían opuesto violentamente y se habían producido muchos desórdenes callejeros. Ahora llegaba al convento el que más iba a trabajar y a sacrificarse por obtener que su nación se pasara a la Iglesia Católica. Pero le iba a costar hasta su propia sangre.

Josafat fue ordenado de sacerdote, pero su vida siguió siendo como la del monje más mortificado. Muchas horas cada día y cada noche dedicadas a la oración y a la lectura y meditación de las Sagradas Escrituras y de los libros escritos por los santos. Como penitencias aguantaba los terribles fríos del invierno y los calores bochornosos del verano sin quejarse ni buscar refrescantes.

Cuando lo sorprendía una espantosa tormenta de lluvias, truenos y rayos en pleno viaje, lo ofrecía todo por sus pecados. Cuando los pobres estaban en grave necesidad se iba de casa en casa pidiendo limosnas para ellos, y la humillación de estar pidiendo la ofrecía por sus pecados y por los de los demás pecadores. Pero su especial mortificación era soportar las gentes ásperas e incomprensivas, sin demostrar jamás disgusto ni resentimiento.

Fue nombrado superior del monasterio, en Vilma, pero varios de los monjes que allí vivían eran ortodoxos y antirromanos. Con gran paciencia, mucha prudencia y caridad llena de finura y de santa diplomacia, se los fue ganando a todos. Ellos se dieron cuenta de que Josafat tenía el don de consejo, y le iban a consultar sus problemas e inquietudes y sus respuestas los dejaban muy consolados y llenos de paz.

Con sus sabias conferencias los fue convenciendo poco a poco de que la verdadera Iglesia es la católica y que el sucesor de San Pedro es el Sumo Pontífice y que a él hay que obedecer.
Con razón los enemigos de la religión lo llamaban “ladrón de almas”. Como jefe de los monasterios tenía el deber de visitar las casas que pertenecían a la religión. Una vez fue a visitar oficialmente una casa donde vivían unos 200 hombres que decían que se dedicaban a la religión, pero que en verdad no llevaban una vida demasiado santa. El jefe de esa casa salió furioso a recibirlo con unos perros bravísimos, anunciándole que si se atrevía a entrar allí sería destrozado por esas fieras. Pero el santo no se acobardó. Les habló de buenas maneras y los logró apaciguar. Ellos habían determinado echarlo al río, pero después de escucharlo y al darse cuenta de que era un hombre de Dios, santo y amable, aceptaron su visita, se hicieron sus amigos y aceptaron sus recomendaciones. Las gentes decían: “Ahora sí que se repitió el milagro antiguo: Daniel fue al foso de los leones y estos no le hicieron nada”.

En 1617, fue nombrado arzobispo de Polotsk, y se encontró con que su arzobispado estaba en el más completo abandono. Se dedicó a reconstruir templos y a obtener que los sacerdotes se comportaran de la mejor manera posible. Visitó una por una todas las parroquias. Redactó un catecismo y lo hizo circular y aprender por todas partes. Dedicaba sus tiempos libres a atender a los pobres e instruir a los ignorantes. Las gentes lo consideraban un gran santo. Algunos decían que mientras celebraba misa se veían resplandores a su alrededor. En 1620 ya su arzobispado era otra cosa totalmente diferente.

Pero sucedió que un tal Melecio se hizo proclamar de arzobispo en vez de Josafat (mientras este visitaba Polonia) y algunos revoltosos empezaron a recorrer los pueblos atizando una revuelta contra el santo, diciendo que no querían obedecer al Papa de Roma. Muchos relajados se sentían molestos porque san Josafat atacaba a los vicios y a las malas costumbres.

En 1623, sabiendo que la ciudad de Vitebsk era la más rebelde y contraria a él, dispuso ir a visitarla para tratar de hacer las paces con ellos. Sus amigos le rogaban que no fuera, y varios le propusieron que llevara una escolta militar. Él no admitió esto y exclamó: “Si Dios me juzga digno de morir mártir, no temo morir“. El recibimiento fue feroz. Insultos, pedradas, amenazas. Cuando una chusma agresiva lo rodeó insultándolo, él les dijo:

“Sé que ustedes quieren matarme y que me atacan por todas partes. En las calles, en los puentes, en los caminos, en la Plaza Central, en todas partes me han insultado. Yo no he venido en son de guerra sino como pastor de las ovejas, buscando el bien de las almas. Pero me considero verdaderamente feliz de poder dar la vida por el bien de todos ustedes. Sé que estoy a punto de morir, y ofrezco mi sacrificio por la unión de todas las iglesias bajo la dirección del Sumo Pontífice”.

Los enemigos se propusieron poner una trampa al santo para poderlo matar. Le enviaron un individuo que todos los días llegaba a su casa, mañana y tarde a insultarlo. Al fin uno de los secretarios del arzobispo detuvo al insultante para que no faltara más al respeto al prelado, y esta era la señal que los asesinos buscaban. Inmediatamente dieron voz de alarma en toda la ciudad, reunieron la chusma y se lanzaron a despedazar a todos los ayudantes de San Josafat.

Cuando él vio que iban a linchar a sus colaboradores, salió al patio y gritó a los atacantes: “Por favor, hijos míos, no golpeen a mis ayudantes, que ellos no tienen la culpa de nada. Aquí estoy yo para sufrir en vez de ellos”.

Al oír esto los jefes de la sedición gritaron: “¡Que muera el amigo del Papa!” y se lanzaron contra él. Le atravesaron de un lanzazo, le pegaron un balazo, y arrastraron su cuerpo por las calles de la ciudad y lo echaron al río Divna. Era el 12 de noviembre de 1623. Meses después los verdugos se convirtieron a la fe católica y pidieron perdón de su terrible crimen.

El Papa ha declarado a San Josafat, Patrono de los que trabajan por la unión de los cristianos.

11 noviembre, 2014

El Papa Francisco declara venerable a un niño de 12 años

El Papa Francisco declara venerable a un niño de 12 años

Un niño italiano de 12 años fallecido a causa de un tumor ha vivido con «virtud heroica» el Evangelio y la fe cristiana. Se encuentra entre los ocho «siervos de Dios», junto a un obispo latinoamericano, dos laicas y varios sacerdotes cuyas «virtudes» han sido confirmadas por los últimos decretos de la Congregación para las Causas de los Santos, autorizados por el Papa Francisco.


(Aleteia/InfoCatólica) Se trata de Silvio Dissegna (1967-1979), un niño nacido en Turín, alegre, inteligente y lleno de vida. Quería ser profesor de escuela -recuerda Radio Vaticano-, así su mamá le regaló para navidad una máquina de escribir; su primera carta la tecleó para ella: «Te agradezco mamá porque me has dado a la luz, porque me has dado la vida que es tan bonita. Yo tengo tantas ganas de vivir».

La enfermedad y la fe de hierro

En la primavera de 1978, con sólo 11 años de edad, llegan los primeros dolores a las piernas. Los médicos confirman que es un cáncer de huesos fulminante.

Se distinguió por la fe vivida de manera sencilla pero firme ante el sufrimiento atroz que le devoraba. Intensificó la oración, y el rosario en sus manos era una fuerza consoladora. Después de la unción del crisma, el 21 de mayo 1978, pidió comulgar todos los días a pesar de que ya no podía caminar. Ciego, postrado en una cama, sabía transmitir auténtica esperanza a quienes le conocían.

La muerte y el legado de amor

En los brazos de la fe, murió a los doce años, el 24 de septiembre de 1979 con la seguridad de encontrar a Jesús en el paraíso. «Yo tengo muchas cosas que decir a Jesús y a la Virgen», decía y ofrecía sus sufrimientos por los sacerdotes y los misioneros y por la salvación de los pecadores.

Un educador de jóvenes entre los venerables

Entre los nuevos venerables, también se encuentra al padre Raimondo Calcagno, nacido en 1888 en Chioggia, Italia, de una familia de pobres pescadores. Desde niño descubrió que su vocación era la docencia.
Entró en la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri y se comprometió como sacerdote a la asistencia de los jóvenes, sobre todo de aquellos de origen humilde. Mientras estaba muriendo, se escuchaba el ruido de los niños que jugaban. Y a quien se afanaba por hacerlos callar para respetar sus últimas horas, le dijo: «Déjalos jugar, jamás me han dado fastidio». Murió el 16 de julio 1964.

 (http://infocatolica.com/?t=noticia&cod=22467)

San Martín de Tours

 

Oh, San Martín de Tours; sois vos, el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo. Y, ese hombre al que
llamaban el de la “media capa” aquella, que, con amor
compartisteis con Aquél “pobre”, que resultó siendo
el mismo Jesús. Y, desde entonces, y, por siempre,
con sumo amor y bondad os ganasteis a cuanto hombre
se os cruzó con vos, convirtiéndolos a la “Buena Nueva”
de la vida. “Batallador”, como significa vuestro nombre,
grande honor le hicisteis pues, vuestra huella, desde
el alto cielo, ilumina el camino de los hombres, que
os imitan. “Con la espada podía vencer a los enemigos
materiales. Con la cruz, estoy derrotando a los enemigos
espirituales”. “fui soldado por obligación y por deber,
y monje por inclinación y para salvar mi alma”. Así,
respondisteis, lleno de fe y pleno de valor, a quien
osó, preguntaros sobre el por qué, el ejército habíais
abandonado, para, abrazaros a la cruz de Cristo. “Hasta
ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en
adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión”.
Así, os dirigisteis a vuestro general jefe, y él, quiso
daros varios premios pero vos, respondisteis: “Estos
regalos repártelos entre los que van a seguir luchando
en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de
Jesucristo, y mis premios serán espirituales”. Vuestros
discípulos os suplicaban llorando, cuando os ibais a
morir diciendo: “¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas
huérfanos y solos y desamparados?”. Y, vos, respondisteis
así: “Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehusó
ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras
mandar”. Y, así, luego de haberos gastado para Él, voló
vuestra alma, al cielo, para coronada ser, con corona
de luz, como premio a vuestra vida donada de amor y fe;
oh, San Martín de Tours, “batallador de la luz y del amor”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________

11 de Noviembre
San Martín de Tours
Obispo
Año 397

Que el simpático San Martín nos obtenga de Dios la gracia de recordar siempre que todo favor que hacemos al prójimo lo recibe y lo paga Jesucristo, como si se lo hubiéramos hecho a Él en persona. Si tenéis fe, nada será imposible para vosotros (Jesucristo. Mt. 17,20).

Martín significa: “el batallador”. (De Mart = batalla). San Martín es un gran santo queridísimo para los franceses, y muy popular en todo el mundo. Nació en Hungría, pero sus padres se fueron a vivir a Italia. Era hijo de un veterano del ejército y a los 15 años ya vestía el uniforme militar.

Durante más de 15 siglos ha sido recordado nuestro santo por el hecho que le sucedió siendo joven y estando de militar en Amiens (Francia). Un día de invierno muy frío se encontró por el camino con un pobre hombre que estaba tiritando de frío y a medio vestir. Martín, como no llevaba nada más para regalarle, sacó la espada y dividió en dos partes su manto, y le dio la mitad al pobre. Esa noche vio en sueños que Jesucristo se le presentaba vestido con el medio manto que él había regalado al pobre y oyó que le decía: “Martín, hoy me cubriste con tu manto”.

Sulpicio Severo, discípulo y biógrafo del santo, cuenta que tan pronto Martín tuvo esta visión se hizo bautizar (era catecúmeno, o sea estaba preparándose para el bautismo). Luego se presentó a su general que estaba repartiendo regalos a los militares y le dijo: “Hasta ahora te he servido como soldado. Déjame de ahora en adelante servir a Jesucristo propagando su santa religión”. El general quiso darle varios premios pero él le dijo: “Estos regalos repártelos entre los que van a seguir luchando en tu ejército. Yo me voy a luchar en el ejército de Jesucristo, y mis premios serán espirituales”.

En seguida se fue a Poitiers donde era obispo el gran sabio San Hilario, el cual lo recibió como discípulo y se encargó de instruirlo. Como Martín sentía un gran deseo de dedicarse a la oración y a la meditación, San Hilario le cedió unas tierras en sitio solitario y allá fue con varios amigos, y fundó el primer convento o monasterio que hubo en Francia. En esa soledad estuvo diez años dedicado a orar, a hacer sacrificios y a estudiar las Sagradas Escrituras. Los habitantes de los alrededores consiguieron por sus oraciones y bendiciones, muchas curaciones y varios prodigios. Cuando después le preguntaban qué profesiones había ejercido respondía: “fui soldado por obligación y por deber, y monje por inclinación y para salvar mi alma”.

Un día en el año 371 fue invitado a Tours con el pretexto de que lo necesitaba un enfermo grave, pero era que el pueblo quería elegirlo obispo. Apenas estuvo en la catedral toda la multitud lo aclamó como obispo de Tours, y por más que él se declarara indigno de recibir ese cargo, lo obligaron a aceptar.
En Tours fundó otro convento y pronto tenía ya 80 mojes. Y los milagros, la predicación, y la piedad del nuevo obispo hicieron desaparecer prontamente el paganismo de esa región, y las conversiones al cristianismo eran de todos los días. A los primeros que convirtió fue a su madre y a sus hermanos que eran paganos.

Un día un antiguo compañero de armas lo criticó diciéndole que era un cobarde por haberse retirado del ejército. Él le contestó: “Con la espada podía vencer a los enemigos materiales. Con la cruz estoy derrotando a los enemigos espirituales”.

Recorrió todo el territorio de su diócesis dejando en cada pueblo un sacerdote. Él fue fundador de las parroquias rurales en Francia. Dice su biógrafo y discípulo, que la gente se admiraba al ver a Martín siempre de buen genio, alegre y amable. Que en su trato empleaba la más exquisita bondad con todos.
Un día en un banquete San Martín tuvo que ofrecer una copa de vino, y la pasó primero a un sacerdote y después al emperador, que estaba allí a su lado. Y explicó el por qué: “Es que el emperador tiene potestad sobre lo material, pero al sacerdote Dios le concedió la potestad sobre lo espiritual”. Al emperador le agradó aquella explicación.

En los 27 años que fue obispo se ganó el cariño de todo su pueblo, y su caridad era inagotable con los necesitados. Los únicos que no lo querían eran ciertos tipos que querían vivir en paz con sus vicios, pero el santo no los dejaba. De uno de ellos, que inventaba toda clase de cuentos contra San Martín, porque éste le criticaba sus malas costumbres, dijo el santo cuando le aconsejaron que lo debía hacer castigar: “Si Cristo soportó a Judas, ¿por qué no he de soportar yo a este que me traiciona?”.

Con varios empleados oficiales tuvo fuertes discusiones, porque en ese tiempo se acostumbraba torturar a los prisioneros para que declararan sus delitos. Nuestro santo se oponía totalmente a esto, y aunque por ello se ganó la enemistad de altos funcionarios, no permitía la tortura.

Supo por revelación cuándo le iba a llegar la muerte y comunicó la noticia a sus numerosos discípulos. Estos se reunieron junto a su lecho de enfermo y le suplicaban llorando: “¿Te alejas padre de nosotros, y nos dejas huérfanos y solos y desamparados?”. El santo respondió con una frase que se ha hecho famosa: “Señor, si en algo puedo ser útil todavía, no rehuso ni rechazo cualquier trabajo y ocupación que me quieras mandar”.

Pero Dios vio que ya había trabajado y sufrido bastante y se lo llevó a que recibiera en el cielo el premio por sus grandes labores en la tierra. El medio manto de San Martín (el que cortó con la espada para dar al pobre) fue guardado en una urna y se le construyó un pequeño santuario para guardar esa reliquia. Como en latín para decir “medio manto” se dice “capilla”, la gente decía: “Vamos a orar donde está la capilla”. Y de ahí viene el nombre de capilla, que se da a los pequeños salones que se hacen para orar.

10 noviembre, 2014

San León Magno

 


Oh, San León Magno; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo y aquél, que, se entregó
de íntegra manera, al servicio de Dios, tanto que,
las huestes del mal, por doquier aparecieron,
para atacar y destruir la cristiana doctrina de Cristo,
Señor y Dios Nuestro. Pero, vos, fiel a vuestras
convicciones, con todas acabasteis, una a una,
tanto que, hasta Atila, de vos huyó. Con vuestras
obras de amor y, de fe y, con vos la santidad
llevando como coraza, a los hombres exhortabais,
en aquellas navideñas noches, con esta maravillosa
reflexión: “Reconoce oh, cristiano tu dignidad,
El Hijo de Dios, se vino del cielo, por salvar tu alma”.
Vuestro pontificado muestras dio de poseer grandes
cualidades para ese oficio. Predicabais al pueblo
en todas las fiestas y, prueba de ello, de vos, se
conservan noventa y seis, bellísimos sermones.
A los que estaban lejos, los instruíais por medio
de cartas, llenas de Dios y de amor. Vuestra fama
de sabio, muy grande era, tanto que, en el Concilio
de Calcedonia, vuestros enviados leyeron la carta
que vos, enviasteis y, los seiscientos obispos, os
ovacionaron, y de pie exclamaron: “San Pedro ha
hablado por boca de León”. Y, luego de haber gastado
vuestra santa vida, voló vuestra alma al cielo,
para coronada ser, con corona de luz, como justo
premio a vuestra incesante entrega de amor y saber;
Oh, San León Magno; “grande en obra y santidad”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
__________________________________

10 de Noviembre
San León Magno
Pontífice
Año 461


Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León Magno.

Lo llaman “Magno”, porque fue grande en obras y en santidad. Es el Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra dos clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a Roma, y los internos que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.

Nació en Toscana, Italia; recibió una esmerada educación y hablaba muy correctamente el idioma nacional que era el latín. Llegó a ser Secretario del Papa San Celestino, y de Sixto III, y fue enviado por éste como embajador a Francia a tratar de evitar una guerra civil que iba a estallar por la pelea entre dos generales. Estando por allá le llegó la noticia de que había sido nombrado Sumo Pontífice, el año 440.

Desde el principio de su pontificado dio muestra de poseer grandes cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y de él se conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina. A los que estaban lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144 cartas escritas por San León Magno.

Su fama de sabio era tan grande que cuando en el Concilio de Calcedonia los enviados del Papa leyeron la carta que enviaba San León Magno, los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: “San Pedro ha hablado por boca de León”.

En el año 452 llegó el terrorífico guerrero Atila, capitaneando a los feroces Hunos, de los cuales se decía que donde sus caballos pisaban no volvía a nacer la yerba. El Papa San León salió a su encuentro y logró que no entrara en Roma y que volviera a su tierra, de Hungría.

En el año 455 llegó otro enemigo feroz, Genserico, jefe de los vándalos. Con este no logró San León que no entrara en Roma a saquearla, pero sí obtuvo que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes. Roma quedó más empobrecida pero se volvió más espiritual.

San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a tremendos enemigos externos que trataron de destruir la ciudad de Roma, y a peligrosos enemigos interiores que con sus herejías querían engañar a los católicos. Pero su inmensa confianza en Dios lo hizo salir triunfante de tan grandes peligros. Las gentes de Roma sentían por él una gran veneración, y desde entonces los obispos de todos los países empezaron a considerar que el Papa era el obispo más importante del mundo.

Una frase suya de un sermón de Navidad se ha hecho famosa. Dice así: “Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino del cielo por salvar tu alma”. Murió el 10 de noviembre del año 461.

09 noviembre, 2014

Dedicación de la Basílica de Letrán

 

 
¡Oh!, Santo Dios de la vida, y que, en honor a Vos,
Señor de los cielos y de la tierra; edificada está,
Vuestra “Casa de Letrán”, a Fausta, gracias, esposa
de Constantino Emperador, y que donada fue a Milcíades
Papa. Ella, custodiada está, por dos discípulos
vuestros: Juan “el Bautista”, y Juan “el Evangelista”.
¡Oh!, Santa Basílica de Letrán: “Madre y Cabeza de
todas las iglesias de la ciudad y del mundo”. “Cuando
recordamos la Consagración de un templo, en serio
pensemos en aquello que San Pablo dijo: que, “cada
uno de nosotros somos templo del Espíritu Santo”.
Ojalá que nuestra alma, la conservemos bella y limpia
siempre, como le agrada a Dios, que sean sus templos
santos. “Vivirá así, contento el Espíritu Santo
en nuestra alma”. Decía, San Agustín, Obispo de Hipona,
Doctor de Nuestra Santa Madre Iglesia y lumbrera eclesial.
Oh, Basílica de Letrán, “Casa del Rey de la vida y la luz”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________

9 de noviembre
Dedicación de la Basílica de Letrán
Año 324

Basílica significa: “Casa del Rey”. En la Iglesia Católica se le da el nombre de Basílica a ciertos templos más famosos que los demás. Solamente se puede llamar Basílica a aquellos templos a los cuales el Sumo Pontífice les concede ese honor especial. En cada país hay algunos.

La primera Basílica que hubo en la religión Católica fue la de Letrán, cuya consagración celebramos en este día. Era un palacio que pertenecía a una familia que llevaba ese nombre, Letrán. El emperador Constantino, que fue el primer gobernante romano que concedió a los cristianos el permiso para construir templos, le regaló al Sumo Pontífice el Palacio Basílica de Letrán, que el Papa San Silvestre convirtió en templo y consagró el 9 de noviembre del año 324.

Esta basílica es la Catedral del Papa y la más antigua de todas las basílicas de la Iglesia Católica. En su frontis tiene esta leyenda: “Madre y Cabeza de toda las iglesias de la ciudad y del mundo”.
Se le llama Basílica del Divino Salvador, porque cuando fue nuevamente consagrada, en el año 787, una imagen del Divino Salvador, al ser golpeada por un judío, derramó sangre. En recuerdo de ese hecho se le puso ese nuevo nombre.

Se llama también Basílica de San Juan (de Letrán) porque tienen dos capillas dedicadas la una a San Juan Bautista y la otra a San Juan Evangelista, y era atendida por los sacerdotes de la parroquia de San Juan.

Durante mil años, desde el año 324 hasta el 1400 (época en que los Papas se fueron a vivir a Avignon, en Francia), la casa contigua a la Basílica y que se llamó “Palacio de Letrán”, fue la residencia de los Pontífices, y allí se celebraron cinco Concilios (o reuniones de los obispos de todo el mundo). En este palacio se celebró en 1929 el tratado de paz entre el Vaticano y el gobierno de Italia (Tratado de Letrán). Cuando los Papas volvieron de Avignon, se trasladaron a vivir al Vaticano. Ahora en el Palacio de Letrán vive el Vicario de Roma, o sea el Cardenal al cual el Sumo Pontífice encarga de gobernar la Iglesia de esa ciudad.

La Basílica de Letrán ha sido sumamente venerada durante muchos siglos. Y aunque ha sido destruida por varios incendios, ha sido reconstruida de nuevo, y la construcción actual es muy hermosa.

San Agustín recomienda: “Cuando recordemos la Consagración de un templo, pensemos en aquello que dijo San Pablo: ‘Cada uno de nosotros somos un templo del Espíritu Santo’. Ojalá conservemos nuestra alma bella y limpia, como le agrada a Dios que sean sus templos santos. Así vivirá contento el Espíritu Santo en nuestra alma”.

08 noviembre, 2014

Santa Isabel de la Trinidad

       


Oh, Santa Isabel de la Trinidad; sois vos, la hija
del Dios de la vida, y su amada santa, que, alabanzas
elevabais a la Santísima Trinidad, y, en el amor a
las “Tres Personas” en un solo Dios, crecisteis cada
día: Aquél, el de la inmortal y eterna vida. El silencio,
la soledad y la oración contemplativa, en vuestros
amigos se convirtieron y, en la perfecta senda de
vuestra vida, a la docilidad de la voluntad divina,
a la cual os entregasteis y que, os condujo, feliz, a
la santidad, para gloria de nuestro Señor Jesucristo,
quien, a su debido tiempo, os coronó con corona
de luz como justo premio, a vuestra entrega plena
de amor. “Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad”,
para, día en día crecer “en la carrera del amor a
los Tres”. “La Trinidad: aquí está nuestra morada,
nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos
salir. Me parece que he encontrado mi cielo en la
tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está
en mi alma. El día que comprendí eso, todo se iluminó
para mí”. “Creer que un ser que se llama El Amor
habita en nosotros en todo instante del día y de
la noche y que nos pide que vivamos en sociedad
con El, he aquí, os lo confío, lo que ha hecho
de mi vida un cielo anticipado” “Mi Esposo quiere
que yo sea para El una humanidad adicional en la
cual El pueda seguir sufriendo para gloria del Padre
y para ayudar a la Iglesia”. Así, escribisteis
en “Enamorada de Cristo”. “Voy a la luz, al amor, a
la vida”, dijisteis antes de morir, y luego marchó
vuestra alma al cielo, hacia la gloria eterna de
la Santa Trinidad, que tanto habíais añorado, como
recompensa, a vuestra entrega increíble de amor;
Oh, Santa Isabel de la Trinidad, “Dios hecho amor”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
__________________________________

8 de noviembre
Santa Isabel de la Trinidad

Isabel Catez Rolland, hija de Francisco José y de María, nació en Bourges, Francia, el 18 de Julio de 1880. Desde su más tierna edad se distinguió por su temperamento apasionado, propenso a arrebatos de cólera y de una sensibilidad exquisita. Cuando contaba siete años, perdió a su padre, lo que fue causa de su “conversión” y de su cambio de carácter como fruto de su vida de asceis y oración.

Aunque tomaba parte en las fiestas y participaba en los compromisos sociales, fue siempre fiel a sus promesas bautismales. A los 14 años hizo voto de virginidad y a los 19 empezó a recibir las primeras gracias místicas. Estaba dotada de gran talento musical y se ofreció a Dios como víctima por la salvación de Francia.

El 2 de enero de 1901, a los 21 años de edad, ingresaba en el convento carmelitano de Dijón, ciudad donde vivía con su familia. Isabel -que en el Carmelo se llamaría Sor Isabel de la Trinidad- se propuso como lema ser “Alabanza de gloria de la Santísima Trinidad” y crecer de día en día “en la carrera del amor a los Tres”.

Vistió el hábito el 8 de diciembre de 1902 y el 11 de noviembre de 1903 saltaba de gozo al emitir sus votos religiosos en la Orden del Carmen, a la que amaba con toda su alma. Con su vida y su doctrina -breve pero sólida- ha ejercido un gran influjo en la espiritualidad de nuestros días, debido, sobre todo, a su experiencia trinitaria. Preciosas son sus Elevaciones, Retiros, Notas Espirituales y sus Cartas.

Corrió, voló, en el camino de la perfección y el 9 de noviembre de 1906 expiraba a cuasa de una úlcera de estómago. En el capítulo “El Carmelo escuela de santidad”, recordamos una bella anécdota entre el Cardenal Mercier y la M. Priora de Dijón, sobre esta veloz carrera hacia la meta de la santidad de Sor Isabel de la Trinidad.

Fue beatificada por el papa Juan Pablo II el 25.11.1984, fiesta de Cristo Rey. Su fiesta se celebra el 8 de noviembre.

Su espiritualidad

Fue más su vida misma que su doctrina. Esta sólo en parte fue escrita por ella. Sor Isabel es un alma interior que se transforma de día en día en el Misterio Trinitario. El silencio, la soledad, la oración contemplativa son la palestra que la disponen a ser dócil a la voluntad divina, que cumple siempre y en todo a la mayor perfección.

Enamorada de Cristo, que es “su libro preferido”, se eleva a la Trinidad hasta que “Isabel desaparece, se pierde y se deja invadir por los Tres”. “La Trinidad: aquí está nuestra morada, nuestro hogar, la casa paterna de la que jamás debemos salir… Me parece que he encontrado mi cielo en la tierra, puesto que el cielo es Dios y Dios está en mi alma. El día que comprendí eso todo se iluminó para mí.”
“Creer que un ser que se llama El Amor habita en nosotros en todo instante del día y de la noche y que nos pide que vivamos en sociedad con El, he aquí, os lo confío, lo que ha hecho de mi vida un cielo anticipado”.

“Mi Esposo quiere que yo sea para El una humanidad adicional en la cual El pueda seguir sufriendo para gloria del Padre y para ayudar a la Iglesia”
Amó profundamente su vocación carmelita y trató de amar y de imitar a la “Janua coeíi”, como llamaba a la Virgen Purísima. Murmurando casi como en un canto “Voy a la luz, al amor, a la vida”, expiró.”

Su mensaje

Que corramos por el camino de la santidad, que el Espíritu Santo eleve nuestro espíritu, que seamos siempre “alabanza de gloria de la Sma. Trinidad”, que seamos dóciles a las mociones del Espíritu.
Su oración

Oh Dios, rico en misericordia, que descubriste a la Beata Isabel de la Trinidad el misterio de tu presencia secreta en el alma del justo e hiciste de ella una adoradora en espíritu y verdad, concédenos, por su intercesión, que también nosotros, permaneciendo en el amor de Cristo, merezcamos ser transformados en templos del Espíritu de Amor, para alabanza de tu gloria. Amén.