28 enero, 2015

Santo Tomás de Aquino

 

 ¡Oh! Santo Tomás de Aquino, vos sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, a quien Él mismo,
sabiduría e inteligencia concedió, con los que, os
adentrasteis en los secretos de Dios. Vuestro pensar
y vuestra palabra, en “Summa Teológica”, grabados
quedaron y ella sola, pilar es, de Nuestra Santa
Madre Iglesia Católica. El “Pangelingua” y el 
“Tantumergo”,  Himnos sublimes son, que en honor 
a la Fiesta  del Cuerpo y Sangre de Cristo compusisteis.
Y, vuestro tratado sobre el Ave María, el culmen
son de vuestro portento de fe. San Alberto de vos, dijo:
“Vosotros lo llaman el “buey mudo”. Pero, este “buey”
llenará un día con sus mugidos el mundo entero”. Y,
cuando Jesús, se os apareció, os dijo: “Tomás, habéis
hablado bien de Mi ¿Qué queréis a cambio?”. Vos,
respondisteis: “Señor, lo único que quiero yo es amarte,
amarte mucho, y agradarte cada vez más”. “Ahora os
recibo a Vos, mi Jesús, que pagasteis con vuestra
sangre el precio de la redención de mi alma. Todas
las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo
y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me
profeso hijo obediente”. Palabras vuestras fueron,
antes de partir, para, corona de luz recibir, como premio
justo, a vuestro amor a Jesús y María y a nuestra Santa
Iglesia Católica. Vuestros compañeros de aquél tiempo,
escrito dejaron este comentario: “La ciencia de Tomás
es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. 
Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la
elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta
se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando
mientras celebra la Eucaristía”. En vuestros cuadernos,
siempre teníais en cuenta a Nuestra Señora, pues escribíais
en su borde “Dios te Salve María”. “Martillo de los herejes”,
luz y viva roca de Dios; vos, hoy estáis coronado de luz,
como justo premio a vuestra increíble entrega de amor;
¡Oh!, Santo Tomás de Aquino; “Doctor angélico de Dios”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Enero
Santo Tomás de Aquino
El Doctor Angélico

Presbítero y Doctor de la Iglesia
(+1274)

Su Vida

Nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225. Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino. Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.

Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios. Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.

Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religioso huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca.

Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.

Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.

Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: “El buey mudo”. Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: “Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero”. Y así sucedió en verdad después.

Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: “La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía”.

A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.

En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.

En 4 años escribe su obra más famosa: “La Suma Teológica”, obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.

En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.

El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el “Pangelingua” y el “Tantumergo” y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: “Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?”. Y el santo le respondió: “Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más”.

De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: “Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta”. Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.

Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: “Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa”.
Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.
Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.

Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.

Su humildad

Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: “Consideren superiores a los demás”. Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: “Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros”.
Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: “Dios te salve María“. Y compuso un tratado acerca del Ave María.

Su muerte

El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: “Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente”.

Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años. Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.

Oración a Santo Tomás de Aquino

Angélico doctor Santo Tomás, gloria inmortal de la religión, columna firmísima de la Iglesia, varón santísimo y sapientísimo, que por los admirables ejemplos de tu inocente vida fuiste elevado a la cumbre de una perfección consumada, y con tus prodigiosos escritos eres martillo de los herejes, luz de maestros y doctores, y milagro estupendo de sabiduría.

¡Oh! quien acertara, Santo mío, a ser en virtud y letras verdadero discípulo, aprendiendo en el libro de vuestras virtudes y en las obras que con tanto acierto escribiste la ciencia de los santos, que es la verdadera y única sabiduría.

¡Quién supiera hermanar, como vos, la doctrina con la modestia, y la alta inteligencia con la profunda humildad! Alcanzadme del Señor esta gracia, junto con el inestimable don de la pureza y haced que, practicando tu doctrina y siguiendo tus ejemplos, consiga la eterna bienaventuranza. Amén.

27 enero, 2015

Santa Angela Merici




¡Oh¡, Santa Angela Merici; vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, que, alumbrasteis siempre
con la luz de la fe, a las niñas de vuestro tiempo,
fundando las “Hermanas Ursulinas”, primera comunidad
religiosa femenina para a las niñas educar, en honor
a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que
dirigía el grupo de muchachas llamadas “Las once mil
vírgenes, que murieron por defender su religión y su
castidad. Como Terciaria Franciscana y sin muchos
estudios, con vuestro “Don del Consejo”, supisteis
aconsejar, qué es lo que hay que hacer, y qué dejar
de hacer en la vida. Por ello, gobernadores, obispos,
doctores y sacerdotes, sabios consejos de vos recibieron.
En una visión contemplasteis un enorme grupo de jóvenes
vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una
voz os dijo: “Estas son tus religiosas educadoras”. Y,
con el tiempo, así fue. Alguien os preguntó un día: ¿Qué 

consejo me recomienda para comportarme debidamente?
Y respondisteis “Compórtese cada día como deseara
haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse
y de darle cuenta a Dios”. “Dios mío, yo te amo”,
fueron vuestras últimas palabras, dejando volar vuestra
alma al cielo, para ser premiada con corona de luz
como justo premio a vuestra entrega de amor y fe,
¡oh!, Santa Angela de Merici, “mensaje del Dios vivo”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Enero
Santa Angela de Mérici
(+ 1540)

Es la fundadora de las Hermanas Ursulinas. Su nombre significa “Mensaje de Dios”. Nació en Italia en 1474 y tiene el mérito de haber fundado la primera comunidad religiosa femenina para educar niñas.
Se crió en una familia campesina muy creyente, donde cada noche leían la vida de un Santo, y esto la enfervorizaba mucho y la entusiasmaba por la religión.

Quedó huérfana de padre y madre cuando aún era muy niña y esto la impresionó muchísimo. Después durante toda su vida le pediría perdón a Dios por no haber confiado lo suficientemente en su juventud en la Providencia Divina que a nadie abandona.

Su infancia es muy sufrida y tiene que trabajar duramente pero esto la hace fuerte y la vuelve comprensiva con las niñas pobres que necesitan ayuda para poderse instruir debidamente.

Se hace Terciaria Franciscana y sin haber hecho sino estudios de primaria, llega a ser Consejera de gobernadores, obispos, doctores y sacerdotes. Es que había recibido del Espíritu Santo el Don del Consejo, que consiste en saber lo que más conviene hacer y evitar en cada ocasión.

Viendo que las niñas no tenían quién las educara y las librara de peligros mortales, y que las teorías nuevas llevaban a la gente a querer organizar la vida como si Dios no existiera, fundó la Comunidad de Hermanas Ursulinas (en honor a Santa Úrsula, la santa mártir del siglo IV, que dirigía el grupo de muchachas llamadas “Las once mil vírgenes, que murieron por defender su religión y su castidad).

Lo que más le impresionaba era que las niñas de los campos y pueblos que visitaba no sabían nada o casi nada de religión. Sus papás o no sabían o no querían enseñarles catecismo. Por eso ella organizó a sus amigas en una asociación dedicada a enseñar catecismo en cada barrio y en cada vereda.

Ángela era de baja estatura pero tenía todas las cualidades de líder y de guía para influir en los demás. Y además tenía mucha simpatía y agradabilidad en su trato.

En Brescia fundó una escuela y de allí se extendió su Comunidad de Ursulinas por muchas partes. Un grupo de 28 muchachas muy piadosas se vino a vivir en casa de Ángela y con ellas fundó la Comunidad. En una visión contempló un enorme grupo de jóvenes vestidas de blanco que volaban hacia el cielo, y una voz le dijo: “Estas son tus religiosas educadoras”.

La gente consideraba a Santa Úrsula como una gran líder o guía de mujeres. Por eso Ángela puso a sus religiosas el nombre de Ursulinas.

La Comunidad de Ursulinas fue fundada en 1535, y cinco años después murió su fundadora, Santa Ángela, el 27 de enero de 1540. Fue canonizada en 1807.

Un hombre le preguntó un día en plena calle: ¿Qué consejo me recomienda para comportarme debidamente? Y ella le respondió: “Compórtese cada día como deseara haberse comportado cuando le llegue la hora de morirse y de darle cuenta a Dios”.

Sus últimas palabras fueron: “Dios mío, yo te amo”. Que estas sean también las palabras que nosotros digamos no sólo al tiempo de morir, sino muchísimas veces durante toda nuestra vida.


26 enero, 2015

Santos Timoteo y Tito

 

¡Oh!, Santos Timoteo y Tito, vosotros sois los hijos del Dios
de la vida, sus amados santos y que, honor hicisteis al significado
de vuestros nombres. Vos, Timoteo decíais: “Tengo un gran respeto
a Dios”, pues engreído de Aquél y que, no siendo de los Doce,
os convertisteis en alguien importante de vuestro tiempo. Saulo
de Tarso, su verdadero nombre era, y más tarde Pablo, a quien
servisteis, como si hijo suyo fuerais, obedeciéndole en todo y
para todo, para gloria del Dios vivo, Jesucristo, Señor Nuestro.
Y, vos, Tito, el otro amigo engreído de San Pablo. Secretario
fiel, por donde anduvieron, y nunca os guardasteis para vos nada,
y, fielmente seguisteis, el ejemplo de Cristo, hasta el final
de vuestros días, como Obispo sirviéndolo. Y, así, cada quien
cuando la hora os llegó, ofrendaron vuestras santas vidas, por
la entrega increíble, de vuestras santas vidas, que coronadas
fueron con coronas de luz, como premio a vuestro amor sin fin;
¡oh!, Santos Timoteo y Tito, “Amor a Dios, vida, fe y luz”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Enero
San Timoteo y San Tito


Martirologio Romano: Memoria de los Santos  Timoteo y Tito, obispos y discípulos del apóstol san Pablo, que le ayudaron en su ministerio y presidieron las Iglesias de Éfeso y de Creta, respectivamente. Les fueron dirigidas cartas por su maestro que contienen sabias advertencias para los pastores, en vista de la formación de los fieles (s. I).
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San Timoteo
Obispo y Mártir
Año 97

San Timoteo fue un discípulo muy amado de san Pablo. Era de Listra. Los Hechos de los Apóstoles dicen: Había en Listra un discípulo llamado Timoteo, hijo de una mujer judía creyente y de padre griego. Los creyentes de la ciudad y de los alrededores daban de él muy buenos testimonios. Pablo quiso que se fuera con él.

San Pablo le impuso las manos y le confió el misterio de la predicación, y en adelante lo consideró siempre como un hijo suyo y un discípulo muy amado. En la carta a los Corintios, el apóstol lo llama “Timoteo: mi hijo amado” (1 Cor. 4,7) y de la misma manera lo llama en las dos cartas que le escribió a él.
Timoteo acompañó a San Pablo en su segundo y tercer viajes misioneros. El apóstol al escribirle más tarde le recordará lo buena que fue su familia: “Quiero refrescar el recuerdo de la gran fe que había en tu familia: en tu abuela Loida y en tu madre Eunice. Que esa fe se conserve en ti, ya que desde tu más tierna infancia te hicieron leer y meditar las Sagradas Escrituras” (1 Tim. 1,5;4,14)

La familia de Timoteo progresó mucho en santidad cuando San Pablo y San Bernabé estuvieron hospedados en su casa en Listra. Y allí aquella ciudad les sucedió a los dos apóstoles un hecho muy singular.

Las gentes al ver cómo Pablo curó instantáneamente a un tullido, bendiciéndolo en nombre de Jesucristo, se imaginaron que estos predicadores eran dos dioses disfrazados de hombres.

Que Bernabé, por alto y elegante, era Júpiter, y que Pablo, por lo bien que hablaba, era Mercurio, el mensajero de los dioses y patrono de los oradores. Y corrieron a llamar a los sacerdotes del Templo de Júpiter, los cuales llegaron trayendo un toro para ofrecérselo en sacrificio a los dos dioses. San Pablo se dio cuenta del engaño en que estaban, y rasgándose la camisa les gritó: “Hombres, nosotros no somos dioses, somos pobres criaturas como todos ustedes.”

Y entonces la situación cambió por completo. Los judíos incitaron al populacho contra los predicadores y los apedrearon dejándolos medio muertos. Fueron llevados a casa de Timoteo y allí les hicieron las curaciones más necesarias y en la madrugada salieron de la ciudad. Seguramente que a Timoteo le debió impresionar muy profundamente el modo tan extraordinariamente heroico y alegre que tenía San Pablo para ofrecer sus padecimientos por amor a Dios y por la salvación de las almas, y esto lo movió más y más a dedicarse a seguirlo en sus trabajos de apostolado.

Después de viajar con él en sus correrías de predicación por varios países, Timoteo acompañó a San Pablo en la prisión que tuvo que sufrir en Roma, pues en las cartas que desde Roma escribió el gran apóstol anuncia que lo está acompañando Timoteo, su fiel discípulo.

Muy famosas son las dos cartas de San Pablo a Timoteo. En ellas le recomienda: “Que nadie te desprecie por tu juventud. muéstrate en todo un modelo para los creyentes, por la palabra, la conducta, la caridad, la pureza y la fe”(1 Tim. 4,12) y hasta desciende a detalles prácticos: “Timoteo: no tomes sólo agua. Mézclale de vez en cuando un poco de vino, por tus continuos males de estómago” (1 Tim. 5,23).
El historiador Eusebio dice que San Pablo nombró a Timoteo como obispo de Efeso, y San Juan Crisóstomo afirma que fue nombrado presidente de los obispos de esa región. Se cuenta también que en tiempos del emperador Domiciano, hacia el año 97, Timoteo fue martirizado, apaleado y apedreado por haber tratado de impedir una fiesta muy corrompida en aquella ciudad.
San Juan Crisóstomo y San Jerónimo narran que junto a los restos o reliquias de San Timoteo, los cristianos obtenían muy grandes favores de Dios (y ojalá los obtengamos también hoy nosotros al recordarlo con cariño).

Lo que más simpatía le atrae a San Timoteo es haber sido discípulo siempre fiel y muy preferido del gran San Pablo. (Que bueno que él nos prendiera un poquito de su aprecio por las palabras de tan gran apóstol).

San Tito
Obispo
Siglo I

Tito fue discípulo y secretario de San Pablo. Acompañó al apóstol en muchos de sus viajes. En las dos cartas a los Corintios San Pablo declara que él confía plenamente en su discípulo Tito, y a él lo envía a tratar de que los cristianos cumplan lo que les ha dicho en sus cartas. Y después dice que ha quedado muy satisfecho por las noticias que Tito le ha traído.

San Pablo lo nombró obispo de la isla de Creta y le escribió una bella carta, señalándole las cualidades que deben tener los sacerdotes.

Parece que murió muy anciano y venerado. Tito significa: defensor. Que él sea nuestro defensor contra los errores que atacan a nuestra religión.

25 enero, 2015

La Conversión de San Pablo

 

 ¡Oh!, San Pablo, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado Apóstol y Santo, que, por Él, escogido, las
escrituras nos refieren de vos, así: “Saulo, respirando
amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se
presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación
para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si
encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar
presos y encadenados a Jerusalén. Y sucedió que yendo de
camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le
rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una
voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?”.
Y, vos, respondisteis: ¿Quién eres tú Señor? Y oísteis:
“Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate;
entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás
que hacer”. Y, luego la visita de Ananías, a quien, el
Señor le dijo en una visión: “¡Ananías!” El respondió:
“Aquí estoy Señor” y el Señor le dijo: “Levántate. Vete
a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno
de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y
está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le
coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista”.
Y, Ananías, dijo: “Señor, he oído a muchos hablar de ese
hombre y de los males que ha causado a tus seguidores
en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los
Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen
en tu nombre”. Dios, le dijo: “Vete, pues a éste lo he
elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante
los que no conocen la verdadera religión y ante los
gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré
todo lo que tendrá que padecer por mi nombre” Y fue
Ananías, y le dijo: “Hermano Saulo: me ha enviado a ti
el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por
donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista
y seas lleno del Espíritu Santo”. Y entonces, se os cayeron
de los ojos unas como escamas y recobrasteis la vista.
Os levantasteis y fuisteis bautizado. Y, así, vos, desde
entonces, os convertisteis, y lo narráis en vuestra carta
a los Gálatas así: “Cuando Aquél que me llamó por su
gracia me envió a que lo anunciara entre los que no
conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego
volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén
para conocer a Pedro y a Santiago”. Y, vuestra increíble
prédica, por Jesús, terminó jamás, hasta la entrega de
vuestra vida, por Él, que, coronada fue, con alegría
en el cielo, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡oh!, San Pablo, “Columna inmortal de la vida y la fe”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Enero
La Conversión de San Pablo

La Sagrada Biblia, en el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles, narra así La Conversión de San Pablo:

“Saulo, respirando amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al Sumo Sacerdote y le pidió cartas de recomendación para las sinagogas de los judíos de Damasco, para que si encontraba algunos seguidores de Cristo, los pudiera llevar presos y encadenados a Jerusalén.

Y sucedió que yendo de camino, cuando estaba cerca de Damasco, de repente le rodeó una luz venida del cielo; cayó en tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿Por qué me persigues?”. El respondió: ¿Quién eres tú Señor? Y oyó que le decían: “Yo soy Jesús a quien tú persigues. Pero ahora levántate; entra en la ciudad, y allí se te dirá lo que tendrás que hacer”.

Los hombres que iban con él se habían detenido mudos de espanto, pero no veían a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía los ojos abiertos no veía nada. Lo llevaron de la mano y lo hicieron entrar en Damasco. Pasó tres días sin comer y sin beber.

Había en Damasco un discípulo llamado Ananías. El Señor le dijo en una visión: ¡Ananías! El respondió: “Aquí estoy Señor” y el Señor le dijo: “Levántate. Vete a la calle Recta y pregunta en la casa de Judas por uno de Tarso que se llama Saulo; mira: él está en oración y está viendo que un hombre llamado Ananías entra y le coloca las manos sobre la cabeza y le devuelve la vista”.

Respondió Ananías y dijo: “Señor, he oído a muchos hablar de ese hombre y de los males que ha causado a tus seguidores en Jerusalén, y que ha venido aquí con poderes de los Sumos Sacerdotes para llevar presos a todos los que creen en tu nombre”.

El Señor le respondió: “Vete, pues a éste lo he elegido como un instrumento para que lleve mi nombre ante los que no conocen la verdadera religión y ante los gobernantes y ante los hijos de Israel. Yo le mostraré todo lo que tendrá que padecer por mi nombre”.

Fue Ananías. Entró en la casa. Le colocó sus manos sobre la cabeza y le dijo: “Hermano Saulo: me ha enviado a ti el Señor Jesús, el que se te apareció en el camino por donde venías. Y me ha enviado para que recobres la vista y seas lleno del Espíritu Santo”. Al instante se le cayeron de los ojos unas como escamas y recobró la vista. Se levantó y fue bautizado. Tomó alimento y recobró las fuerzas.

Estuvo algunos días con los discípulos de Damasco y enseguida se puso a predicar en favor de Jesús, en las sinagogas o casas de oración, y decía que Jesús es el Hijo de Dios. Todos los que lo escuchaban quedaban admirados y decían: ¿No es éste el que en Jerusalén perseguía tan violentamente a los que invocaban el nombre de Jesús? Y ¿No lo habían enviado los Sumos Sacerdotes con cartas de recomendación para que se llevara presos y encadenados a los que siguen esa religión? “Pero Saulo seguía predicando y demostraba a muchos que Jesús es el Mesías, el salvador del mundo”.

Saulo se cambió el nombre por el de Pablo. Y en la carta a los Gálatas dice: “Cuando Aquél que me llamó por su gracia me envió a que lo anunciara entre los que no conocían la verdadera religión, me fui a Arabia, luego volví a Damasco y después de tres años subí a Jerusalén para conocer a Pedro y a Santiago”.

Las Iglesias de Judea no me conocían pero decían: “El que antes nos perseguía, ahora anuncia la buena noticia de la fe, que antes quería destruir”. Y glorificaban a Dios a causa de mí.

Apóstol San Pablo: que tu conversión sea como un ideal para todos y cada uno de nosotros. Que también en el camino de nuestra vida nos llame Cristo y nosotros le hagamos caso y dejemos nuestra antigua vida de pecado y empecemos una vida dedicada a la santidad, a las buenas obras y al apostolado.

Si lo que busco es agradar a la gente, no seré siervo de Cristo.

24 enero, 2015

San Francisco de Sales

 


¡Oh¡, San Francisco de Sales; vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y “apóstol de la palabra y de
la verdad” contra los impíos protestantes, además, líder
y escudo con vuestro verbo prodigioso. Con “Introducción 
a la vida devota”, nos invitasteis dulcemente a amar esta
heroica clase de vida. Vos, decíais: “¿No es una barbaridad
querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados,
del taller de los artesanos, del palacio, de los príncipes y 
del hogar de los casados?” !Claro que sí! Prescindir de Dios, 
que es sólo Amor, es como estar muerto en vida, ir, ciego y 
cojo por el mundo, y el cuerpo, atado al eterno fuego. No 
nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos
con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; 
y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna:  no 
te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en 
tu corazón entrada al enojo”. Así, escribisteis sobre el enojo. 
Vuestra santa vida, la gastasteis en buena lid, ganándoos 
corona de luz, como premio justo a vuestra entrega de amor;
Santo Patrono de los escritores y periodistas del orbe todo;
¡oh!, San Francisco de Sales, “verdad, virtud y dulzura”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de enero
San Francisco de Sales
Obispo
Patrono de los periodistas y escritores
(1567-1622)

Se dice que escribía de día hojas clandestinas y la metía por debajo de las puertas, de noche. Por esa razón, se ganó el premio “patrono de los periodistas”.

Escribía como un ángel

De forma, que los franceses lo tienen entre sus clásicos de literatura. Montañés de cuerpo entero, nacido en los Alpes, en el castillo saboyano de Sales. Familia exquisita. Le llevan a estudiar a la universidad de París. Luego a Padua. Canónigo de Annecy, obispo auxiliar de Ginebra, líder de debates con los protestantes, apóstol de la región de Chablais. Vuelve a París, trata con san Vicente de Paul, en todas partes se le recibe con entusiasmo.

Hay un libro: “Introducción a la vida devota”, cuarenta ediciones en vida del autor, y en aquellos tiempos. Un libro utilizado muchísimo tiempo como lectura espiritual.

“¿No es una barbaridad -decía él- querer desterrar la vida devota del cuartel de los soldados, del taller de los artesanos, del palacio de los príncipes, del hogar de los casados?”

Hay una amistad que no se puede olvidar.La que mantuvo con Juana Chantal; con ella fundó la Orden de la Visitación.

Una virtud

La dulzura de este hombre, de quien dicen que en su juventud tenía tan mal genio.

Respecto a esto, es una constante en la biografía de todo santo su lucha ascética a fin de aumentar su capacidad de autodominio. Pero para demostrar que esta virtud no se consigue de la noche a la mañana, he aquí un detalle precisamente referida a nuestro santo.

Se cuenta que al hacerle al autopsia, le encontraron su hígado endurecido como un piedra. Esto se explica por la enorme violencia que tuvo que hacerse este hombre de fuerte carácter para hacerse y aparecer amable, delicado y bondadoso en el trato. Esa dulzura de la que hablamos antes, no le fue fácil conseguirla.

San Francisco de Sales escribió: “No nos enojemos en el camino unos contra otros; caminemos con nuestros hermanos y compañeros con dulzura, paz y amor; y te lo digo con toda claridad y sin excepción alguna: no te enojes jamás, si es posible; por ningún pretexto des en tu corazón entrada al enojo”

23 enero, 2015

San Ildefonso

 

 ¡Oh!, San Ildefonso, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y su amado santo, que, honor haciendo,
al significado de vuestro nombre: “preparado para
el combate”, dedicasteis vuestra pluma a la “Llena
de Gracia”, la “Kejaritomene”, su santa virginidad
defendiendo, antes, durante y después del parto;
pues mayor regalo de Dios, recibir pudo, la humanidad
toda, que la compañía de Su Unigénito y Amado Hijo,
Nuestro Señor Jesucristo. Y, por ello, Ella misma
os premió, felicitándoos y regalándoos un ornamento
de celebrar la Santa Misa, por haber dicho y escrito
bien de Ella. ¿Quién dudar podrá de vuestro amor
hacia la Madre Santa de Nuestro Redentor? ¡Nadie
ni nada! Y, hoy, gozáis con justicia de las alegrías
de la patria celestial, feliz, luciendo corona
de luz eterna, como premio a vuestra entrega de amor;
bien llamado “Doctor de la Virginidad de María”,
¡oh!, San Ildefonso; “combatiente del amor y la luz”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Enero
 San Ildefonso
Arzobispo de Toledo
Año 667 

El nombre “Ildefonso” significa “preparado para el combate”.

San Ildefonso ha sido considerado como una de las glorias de la Iglesia Escribió un famoso libro acerca de la Virginidad de María, y por su gran devoción a la Madre de Dios fue llamado “El Capellán de la Virgen”. Se cuenta que Nuestra Señora se le apareció para felicitarlo y darle las gracias por haber hablado tan fervorosamente acerca de Ella y que le regaló un ornamento de celebrar la Santa Misa. En los cuadros antiguos se pinta a San Ildefonso, recibiendo el ornamento de manos de la Santísima Virgen.Española. Sobrino de San Eugenio y discípulo de San Isidro, fue escogido por el pueblo para ser arzobispo de Toledo, que era en ese tiempo la capital de España.

San Ildefonso ha sido llamado “Doctor de la Virginidad de María”. Si tu haces algo por la Virgen María, la Virgen María hará mucho más por ti.

22 enero, 2015

San Vicente

   

¡Oh!, San Vicente, vos, sois el hijo del Dios de la vida
y, su amado santo, y, aquél hombre que, persistiendo junto
a Valerio, vuestro Obispo, en la fe, dijisteis: “Estamos
dispuestos a padecer todos los sufrimientos posibles con
tal de permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor
Jesucristo”. Entonces, Daciano, desterró a vuestro Obispo
y se dedicó a imponeros, sufrir impensables torturas para
tratar de haceros abandonar vuestra santa religión. A pesar
de los sufrimientos y el cruel martirio; fiel, a nuestra
santa religión premanecisteis, para, rabia y sorpresa
de vuestros verdugos. La providencia de Dios, jamás os
abandonó, y hecha voz, se dejó escuchar, rodeada toda
de celestes cánticos y lluvia de flores diciendo: “Ven
valeroso mártir a unirte en el cielo con el grupo de los
que aman a Nuestro Señor”. Y, vuestra alma, así, al regazo
de nuestro Creador llegó, para recibir vuestro premio:
coronado ser, con corona de luz inextinguible. ¿Habrá
otro premio mayor, para tan semejante entrega? ¡No la hay!
¡No!, tanto que, San Agustín escribió: “El que sufría era
Vicente, pero el que le daba tan grande valor era Dios.
Su carne al quemarse le hacía llorar y su espíritu al sentir
que sufría por Dios, le hacía cantar”. !Que amor! !Qué fe!
¡oh!, San Vicente, “luz vencedora y victoriosa de Cristo”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Enero
San Vicente
Mártir Año 304

San Vicente: ¡que nos consigas del cielo la gracia de Dios que nos vuelva muy valientes para proclamar nuestra fe!

Vicente significa: «Vencedor, victorioso”. San Vicente era un diácono español, y su martirio se hizo tan famoso que San Agustín le dedicó cuatro sermones y dice de él que no hay provincia donde no le celebren su fiesta. Roma levantó tres iglesias en honor de San Vicente y el Papa San León lo estimaba muchísimo. El poeta Prudencio compuso en honor de este mártir un himno muy famoso.

Era diácono o ayudante del obispo de Zaragoza, San Valerio. (Diácono es el grado inmediatamente inferior al sacerdocio). Como el obispo tenía dificultades para hablar bien, encargaba a Vicente la predicación de la doctrina cristiana, lo cual hacía con gran entusiasmo y consiguiendo grandes éxitos por su elocuencia y su santidad.

El emperador Diocleciano decretó la persecución contra los cristianos, y el gobernador Daciano hizo poner presos al obispo Valerio y a su secretario Vicente y fueron llevados prisioneros a Valencia. No se atrevieron a juzgarlos en Zaragoza porque allí la gente los quería mucho. En la cárcel les hicieron sufrir mucha hambre y espantosas torturas para ver si renegaban de la religión. Pero cuando fueron llevados ante el tribunal, Vicente habló con tan grande entusiasmo en favor de Jesucristo, que el gobernador regañó a los carceleros por no haberlo debilitado más con más atroces sufrimientos. Les ofrecieron muchos regalos y premios si dejaban la religión de Cristo y se pasaban a la religión pagana. El obispo encargó a Vicente para que hablara en nombre de los dos, y éste dijo: «Estamos dispuestos a padecer todos los sufrimientos posibles con tal de permanecer fieles a la religión de Nuestro Señor Jesucristo”. Entonces el perseguidor Daciano desterró al obispo y se dedicó a hacer sufrir a Vicente las más espantosas torturas para tratar de hacerlo abandonar su santa religión.

El primer martirio fue un tormento llamado «el potro”

Consistía en amarrarles cables a los pies y a las manos y tirar en cuatro direcciones distintas al mismo tiempo. Este tormento hacía que se desanimaran todos los que no fueran muy valientes. Pero Vicente, fiel a su nombre, que también significa «valeroso”, aguantó este terrible suplicio rezando y sin dejar de proclamar su amor a Jesucristo.

El segundo tormento fue apalearlo

El cuerpo de Vicente quedó masacrado y envuelto en sangre. Pero siguió declarando que no admitía más dioses que el Dios verdadero, ni más religión sino la de Cristo. El mismo jefe de los verdugos se quedó admirado ante el valor increíble de este mártir.

Entonces el gobernador le pidió que ahora sí le dijera dónde estaban las Sagradas Escrituras de los cristianos para quemarlas. Vicente dijo que prefería morir antes que decirle este secreto.

Y vino el tercer tormento: La parrilla al rojo vivo

Lo extendieron sobre una parrilla calientísima erizada de picos al rojo vivo. Los verdugos echaban sal a sus heridas y esto le hacía sufrir mucho más. Y en todo este feroz tormento, Vicente no hacía sino alabar y bendecir a Dios.

San Agustín dice: «El que sufría era Vicente, pero el que le daba tan grande valor era Dios. Su carne al quemarse le hacía llorar y su espíritu al sentir que sufría por Dios, le hacía cantar”. Si no hubiera sido porque Nuestro Señor le concedió un valor extraordinario, Vicente no habría sido capaz de aguantar tantos tormentos. Pero Dios cuando manda una pena, concede también el valor para sobrellevarla.

El tirano mandó que lo llevaran a un oscuro calabozo cuyo piso estaba lleno de vidrios cortantes y que lo dejaran amarrado y de pie hasta el día siguiente para seguirlo atormentando para ver si abandonaba la religión de Cristo. El poeta Prudencio dice: «El calabozo era un lugar más negro que las mismas tinieblas; un covacho que formaban las estrechas piedras de una bóveda inmunda; era una noche eterna donde nunca penetraba la luz”.

Interviene Dios

Pero a medianoche el calabozo se llenó de luz. A Vicente se le soltaron las cadenas. El piso se cubrió de flores. Se oyeron músicas celestiales. Y una voz le dijo: «Ven valeroso mártir a unirte en el cielo con el grupo de los que aman a Nuestro Señor”. Al oír este hermoso mensaje, San Vicente se murió de emoción. el carcelero se convirtió al cristianismo, y el perseguidor lloró de rabia al día siguiente al sentirse vencido por este valeroso diácono.