09 febrero, 2016

Santa Apolonia

 

¡Oh!, Santa Apolonia, vos, sois la hija del Dios de la vida
y su amada santa. Cristiana y bautizada desde pequeña;
educada fuisteis en la fe de vuestros padres. Y, que más
tarde, os decidisteis a quedaros sin matrimonio, así donando
vuestra santa vida a Jesús. Casi de la nada, sale a la calle
un poeta, y va cantando malos augurios, metido estaba
en la magia, y en las vías y plazas alejandrinas, vocifera
los males, catástrofes y calamidades que sobrevendrán
a la ciudad si no se extermina a los cristianos. El obispo
Dionisio Alejandrino, relata esta persecución. Toman
violentamente al anciano Metro y, sin respetar sus canas;
le exigen blasfemar contra Jesucristo, desalentándose
con su negativa, lo muelen a palos y luego pasan a lapidarlo.
Luego toman a la matrona Cointa, que es atada, arrastrada
y muerta a pedradas. Literalmente arde la ciudad, parece
en estado de guerra, la gente fuera de sí, asalta las casas
de los cristianos. A vos, ya entrada en años; os conocían por
vuestras obras de caridad, sólida virtud y vuestro retiro
en oración. Un tiempo, erais diaconisa, de la vuestra iglesia
local. Unas hordas, os secuestran y pretenden obligaros
a blasfemar contra Jesucristo. Pero vos, no lo hacéis, y
entonces, con una piedra os destrozan los dientes. Después
os llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla
al fuego, si no apostataseis. Vos, entonces, pedís un tiempo
para reflexionar y entráis en oración. Luego, vos misma
con desprecio a la vida, que sin Dios no vale, con valor y
paso decidido, entrasteis en las llamas donde entregasteis
vuestra santa vida, a quien os la dio: ¡Dios!. Y, así,
voló vuestra alma al cielo, para cornada ser con corona
de luz como justo premio a vuestra entrega de amor y fe,
Santa Abogada contra todos los males de dientes y muelas,
Patrona Santa de todos los odontólogos del mundo entero;
¡Oh!, Santa Apolonia, “vivo amor y fidelidad a Jesucristo”.

© 2016 by Luis ernesto Chacón Delgado
________________________________
9 de Febrero
Santa Apolonia
Virgen y Mártir


Martirologio Romano: En Alejandría, en Egipto, conmemoración de santa Apolonia, virgen y mártir, la cual, después de haber sufrido muchos y crueles tormentos por parte de los perseguidores, para no verse obligada a proferir palabras impías prefirió entregarse al fuego antes que ceder en su fe (c. 250).

Etimología: Apolonia = Aquella que desciende de Apolo, es de origen griego.

Sucedió en tiempos del emperador Felipe que es una época suave en la práctica de la fe cristiana. El lugar de los acontecimientos es Alejandría y por el año 248, previo a la persecución de Decio.

Sale a la calle un poeta con aires de profeta de males futuros; practicaba la magia, según se dice; va por las vías y plazas alejandrinas publicando, como agorero de males, las catástrofes y calamidades que van a sobrevenir a la ciudad si no se extermina de ella a los cristianos. No se sabe qué cosas dieron motivo para predecir esos tiempos aciagos, pero la verborrea produjo su efecto. El obispo Dionisio Alejandrino es el que relata el comienzo de la persecución. Tomaron violentamente al anciano Metro, sin respetar sus canas; le exigen blasfemias contra Jesucristo, se desalientan con su firmeza y acaban moliéndolo a palos y lapidándolo a las afueras de la ciudad. Luego van a por la matrona Cointa que es atada, arrastrada y también muerta a pedradas. Ahora la ciudad parece en estado de guerra; han crecido los tumultos; la gente va loca asaltando las casas donde puede haber cristianos. Se multiplican los incendios, los saqueos y la destrucción.

En Alejandría vive una cristiana bautizada desde pequeña y educada en la fe por sus padres; en los tiempos de su juventud decidió la renuncia voluntaria al matrimonio para dar su vida entera a Jesús. Se llama Apolonia y ya es entrada en años; los que la conocen saben mucho de sus obras de caridad, de su sólida virtud y de su retiro en oración; incluso presta ayuda a la iglesia local como diaconisa, según se estila en la antigüedad. Las hordas incontroladas la secuestran y pretenden obligarla a blasfemar contra Jesucristo. Como nada sale de su boca, con una piedra le destrozan los dientes. Después la llevan fuera de la ciudad amenazándola con arrojarla a una hoguera, si no apostata. Pide un tiempo para reflexionar. Se abisma en oración. Luego, ella misma es la que, con desprecio a la vida que sin Dios no vale, con paso decidido, pasa ante sus asombrados verdugos y entra en las llamas donde murió.

Los cristianos recogieron de entre las cenizas lo poco que quedó de sus despojos. Los dientes fueron recogidos como reliquias que distribuyeron por las iglesias.

Su representación iconográfica posterior la presenta sufriendo martirio de manos de un sayón que tiene una gran piedra en la mano para impartir el golpe que le destrozó la boca. Por eso es abogada contra los males de dientes y muelas.

También a nosotros nos asombra la decisión de santa Apolonia por parecerse al suicidio. Algún magnánimo escritor habla de que «eso sólo es lícito hacerlo bajo una inspiración de Dios». Desde luego es susceptible de más de una glosa. Sólo que los santos, tan extremosamente llenos de Dios, adoptan en ocasiones actitudes inverosímiles y desconcertantes bajo el aguijón del Amor y ¡quien sabe si esas son «locuras» sólo para quien no tiene tanto amor! Al fin y al cabo, cada santo es el misterio de responder sin cuento a Dios.

08 febrero, 2016

San Jerónimo Emiliani

 


¡Oh!, San Jerónimo Emiliani, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, y, el que, lustre disteis
al significado de vuestro nombre Jerónimo: “nombre sagrado”.
Cayó Castelnouvo y también vos, y encarcelado fuisteis
con cadenas en manos y pies. Y, así, vuestra conversión
empezó, en la soledad de la cárcel, meditando las palabras
de Nuestro Señor Jesucristo, una y otra vez: “¿De qué
le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a
sí mismo?” Y, bastó, aquél instante para que vos, la
santidad buscaseis y pidiendo con fervorosa fe, a María,
Madre de Dios y Señora Nuestra. Y, ella, os escuchó y
os liberó de todos los grilletes, en especial de los que
os ataban al mundo. Y, luego, libre ya, y ante los pies
de Nuestra Señora de Treviso, renunciasteis a vuestras
armas y prometisteis en adelante, propagar su devoción,
en señal de gratitud, por doquiera que anduvieseis. Los
huérfanos y los niños, que la peste había dejado, por vos,
atendidos eran de solícita manera, tanto que hoy, en el
mundo todo, os conocen como “Patrono de los huérfanos”,
“paño de lágrimas”, “corazón de Cristo” y más. Fundador
de los Padres Somascos, realidad hicisteis las palabras
de Cristo, cuando dijo: “Todo el que reciba a un niño
en mi nombre, me recibe a Mí. Quien regale aunque sea un
vaso de agua, en razón a que es discípulo mío, no quedará
sin recompensa. Todo el bien que habéis hecho a los demás,
aun a los más humildes, lo recibo como si me lo hubierais
hecho a Mí personalmente”. Y, así, y luego de gastar vuestra
santa vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para
coronada ser, con corona de luz como premio, a vuestra
increíble entrega de amor. Padre amoroso, guía y “Santo
Patrono de todos los Niños Huérfanos del mundo entero”,
¡Oh!, San Jerónimo, “amor vivo de Cristo por los niños”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________________

08 de Febrero
San Jerónimo Emiliani
Fundador de los Padres Somascos (1537)


Jerónimo significa: “un nombre sagrado” (Jero = sagrado, Nomo = nombre). Jerónimo nació en Venecia, Italia, el año 1486. De joven fue militar y llegó a ser comandante de las fuerzas que defendía la ciudad de Castelnouvo de Quero. Las fuerzas enemigas francesas, muy superiores en número, lograron tomar a Castelnouvo y Jerónimo cayó prisionero, y encarcelado en un calabozo con cadenas en manos y pies. Y éste fue el golpe de gracia para su conversión.

Hasta entonces había llevado una vida muy mundana, pero en la soledad de la cárcel se dedicó a meditar en aquellas palabras de Jesús: ¿De qué le sirve a un hombre ganar todo el mundo, si se pierde a sí mismo? Y se propuso dedicar su vida entera y todas sus energías a tratar de conseguir su propia santificación y la salvación de muchos otros.

Estando en la tenebrosa prisión, y viendo que humanamente no tenía remedio para aquella aflicción, se dedicó a rezar con toda fe a la Santísima Virgen María para que le consiguiera de Dios su pronta liberación. Y he aquí que de la manera más inesperada son quitadas las cadenas de sus manos y de sus pies y logra salir sin que los guardianes se le opongan. En el silencio de la cárcel había encontrado la amistad con Dios por medio de la oración y la meditación.

Reconociendo que su liberación de la cárcel era un favor especialísimo de la Sma. Virgen, se dirigió ante la imagen de Nuestra Señora en Treviso y a sus pies dejó sus cadenas y sus armas de militar, como recuerdo y agradecimiento y se propuso propagar incansablemente la devoción a la Madre de Dios.

Por aquellos tiempos apareció en Italia una serie de apóstoles formidables que se propusieron, iluminados por el Espíritu Santo, enfervorizar al pueblo en la piedad, y dedicar el mayor número posible de personas a obras de caridad en favor de los necesitados. Algunos de estos santos fueron: Santa Catalina de Génova, San Cayetano, San Camilo de Lelis, San Bernardino de Feltre, San Felipe Neri, San José Calazans, y Santa Angela de Merici. Un verdadero “sindicato” de apóstoles de la caridad. A ellos se unió San Jerónimo.

En 1531 se propagó por Italia la terrible peste del cólera. Jerónimo vendió todo lo que tenía, incluso los muebles de su casa, y se dedicó a atender a los enfermos más abandonados. El mismo tenía que cavarles las sepulturas y llevarlos al cementerio, porque casi nadie se atrevía a acercárseles, por temor al contagio. También él se contagió de la terrible enfermedad, pero por favor de Dios logró curarse.

Miles y miles de niños pobres quedaron huérfanos y desamparados, por la muerte de sus padres en la epidemia de cólera. Entonces Jerónimo se dedica a recogerlos y a proporcionales alimento, vestido, hospedaje y educación, todo totalmente gratis. De casa en casa va pidiendo limosnas para poder ayudar a sus niños huérfanos. Muchos le colaboran. Levanta dos grandes edificios; en uno recibe a los niños y en el otro a las niñas. Y como muchas mujeres ante la absoluta miseria se han dedicado a la prostitución, entonces el santo funda una Casa para mujeres arrepentidas y allí aprenden costura, bordados y otras artes para ganarse la vida honestamente.

Varios de sus amigos y colaboradores deseaban dedicarse por completo a la obra de atender a los niños huérfanos y desamparados, y con ellos fundó el santo una nueva comunidad, en Somasca, cerca de Milán. El nombre de esta congregación religiosa fue de “Servidores de los pobres”, pero en recuerdo al sitio donde se efectuó su fundación, ahora se llama la Comunidad de los Padres Somascos. En la actualidad tienen unas 75 casas en el mundo con unos 500 religiosos, y se dedican preferencialmente a educar niños desamparados.

Las gentes decían que la vida de Jerónimo Emiliani estaba toda hecha de caridad. Que de él se podía repetir (en sus debidas proporciones) el elogio que fue hecho de Jesús: “Pasó su vida haciendo el bien” (Hech. 10,38). Nadie que viniera a pedirle un favor quedaba sin ser atendido. Lo llamaban “el paño de lágrimas” de los que sufrían y lloraban. No reparaba en ningún sacrificio con tal de hacer el bien, especialmente a los niños más pobres, para los cuales se sacrificaba hasta el extremo con tal de conseguirles maestros, alimentos y toda clase de ayudas espirituales y materiales.

Y Dios premiaba su oración, su caridad y su sacrificio, permitiéndole obrar frecuentes milagros. A muchos enfermos los cuidaba como especializado y amable enfermero, y a varios otros les colocaba las manos sobre su cabeza y los curaba de sus enfermedades.

La fama de sus milagros se extendió por todos los alrededores de las ciudades donde trabajaba. Viajaba por los campos predicando misiones, y en los ratos libres se iba a trabajar con los campesinos y aprovechaba la confianza y el cariño que éstos le tenían, para darles buenos consejos y ponerlos en amistad con Dios.

Volvió a propagarse la peste del cólera y San Jerónimo volvió a dedicarse a curar enfermos, a llevarles alimento y vestidos y a enterrar personalmente a los muertos llevándolos sobre sus hombros. Pero se contagió de la violenta enfermedad y en pocos días estuvo agonizante. Era el buen amigo que ofrecía su vida por sus amigos.

Cuando apenas tenía 56 años de edad, murió santamente el 8 de febrero de 1537. Después de muerto hizo numerosos milagros y el Papa Clemente XIII lo declaró santo en 1767. Después el Pontífice Pío XI lo declaró Patrono de los niños huérfanos en 1928.

Propósito

Recordaré una frase de Jesús que animaba mucho a San Jerónimo para dedicarse al apostolado: “Todo el que reciba a un niño en mi nombre, me recibe a Mí. Quien regale aunque sea un vaso de agua, en razón a que es discípulo mío, no quedará sin recompensa. Todo el bien que habéis hecho a los demás, aun a los más humildes, lo recibo como si me lo hubierais hecho a Mí personalmente” (Mt. 25,40).

Señor Jesús; haz que nuestro corazón sea tan generoso para ayudar a los niños pobres y necesitados como lo fue tu Corazón Santísimo y el corazón de los grandes santos que dedicaron su vida al bien de la juventud abandonada.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Jerónimo_Emiliani.htm)

07 febrero, 2016

San Teodoro de Heraclea

 

¡Oh!;  San Teodoro de Heraclea, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y capitán de soldados, que,
honor hicisteis al significado de vuestro nombre que es
“Adorador de Dios” y, que  con el testimonio de vuestra
sangre derramada, alcanzasteis la cumbre de la gloria,
defendiendo la fe y sabiendo anteponer a vuestra lealtad
de soldado la preeminencia de obedecer a Dios. Y, aunque
vuestra vida fue de fábula, pues pasabais, las tierras
librando de alimañas, monstruos y dragones, erais sobre
todo, hombre de fe. Vuestro emperador, os visita y os
lleva consigo dioses falsarios para que sirvan de amuletos
a vuestras tropas y vos, las recibís y ofreciendo vuestra
casa para cuidarlas y perfumarlas, y que más tarde optáis
por destruirlas, quitándoles el oro que las reviste para
luego ofrecerla a los pobres. Así, dais vivo testimonio
de vuestros valores y de vuestra fe y en quien la tenéis
depositada, y que al final, os llevan al cruel martirio
del degüello, precedido de innumerables tormentos.
Pero, Dios, jamás os abandonó, y vuestras heridas
Sanadas eran por ángeles y, a la par, llovían conversiones
múltiples, viendo la gente, vuestra firmeza hasta el final
de vuestra vida, en que, alzó vuelo vuestra alma, para
coronada ser con corona del luz, como justo premio a
vuestra grande e increíble entrega de amor, fe y luz;
¡Oh!;  San Teodoro de Heraclea, “vivo” amor por Cristo. 


 © 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________

7 de Febrero  
San Teodoro de Heraclea
Mártir
Fuente: Archidiócesis de Madrid

Martirologio Romano: En Amasea, en el Helesponto, pasión de san Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar que era cristiano, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo en un célebre elogio. († 306)

Breve Biografía

Uno de los mártires orientales provenientes del mundo de la milicia. Fue capitán de soldados. Hizo honor a su nombre -Teodoro es Adorador de Dios- con el testimonio de su sangre derramada. Ejerce el mando en tiempos del emperador Licinio. Murió mártir, en Heraclea, por el año 319, defendiendo la fe y sabiendo anteponer a su lealtad de soldado la preeminencia de obedecer a Dios.

El resto es otro cantar. Muchos consideran los relatos como producto de la fábula que se hace en torno a su persona y a su entrega; puede que tengan razón. Siendo sinceros, también nosotros encontramos dificultades para aceptar el relato tal cual nos lo entrega el tiempo sin pasarlo por la criba de la historia que lo purifique. Muy probablemente hay elementos del relato bordados en el telar de la leyenda.

Porque dicen que pasaba su valiente vida librando las tierras de alimañas, monstruos y dragones. Y donde se resalta su condición de hombre de fe es en una de las caminatas que hacía el emperador visitando el imperio, revisando sus fuerzas militares y comprobando el estado de las posiciones. En esta ocasión, lleva consigo todas las imágenes idolátricas de los dioses romanos. Son ricas y minuciosamente trabajadas por los artistas palatinos. Quiere donarlas a sus tropas para que le sirvan de protección en las campañas.

El capitán Teodoro hace los honores del recibimiento. Luego, de modo ingenuo y servicial, pide permiso al emperador para que las estatuas de los dioses paganos sean depositadas en las dependencias de su casa con el pretexto de custodiarlas y perfumarlas. Así -asegura con pillería- estarán más vistosas a la hora de ser presentadas al gran público. Y lo más ocurrente que resuelve es destruir las imágenes de los dioses falsos, obtener el oro que las recubre y posteriormente donarlo a los pobres para que remedien sus miserias.

¡Claro que con su actuación alegre y decidida da un testimonio de dónde tiene puestos sus valores y de en quién tiene depositada su fe! Pero le valió el martirio por degüello precedido de incontables tormentos que ya están previstos en los relatos de las actas martiriales tardías. Sí, se habla de sus muchas heridas sanadas por ángeles y de conversiones multitudinarias de testigos presenciales al comprobar su firmeza hasta el último momento de su muerte.

En el cielo nos encontraremos con Teodoro, el capitán de Heraclea y, si lo cree oportuno, nos contará la verdad de lo que pasó. No deja por ello de animar nuestra existencia conocer lo que los ancestros dijeron de este intrépido santo soldado pícaro, queriendo personificar en él que la fe no está reñida con el sentido práctico y que la valentía profesional debe acompañar a la fortaleza que da la entrega a Dios.

¿Existen dos santos Teodoro?

En el siglo IX tan sólo existía la devoción a un santo con este nombre, pero luego otro Teodoro aparece, este no es soldado sino general, quien habría muerto en Heraclea en tiempos de Licinio el 7 de febrero, también él enterrado en Euchaita el 3 de junio. Esta doble historia, del que fuera tal vez un único mártir, dio como origen a un doble florecimiento de leyendas que han sido escritas en griego, latín y otras lenguas orientales y que influyeron a su vez en los días de sus conmemoraciones.

Los bizantinos recuerdan al Teodoro general el 8 de febrero mientras el soldado el 17 de febrero. En los martirologios occidentales en cambio el general es recordado el 7 de febrero y el soldado el 16 del mismo mes.

Todo el asunto ha sido cuidadosamente estudiado por el padre H. Delehaye en su libro “Las Leyendas griegas de militres santos” (1909). En su opinión solo hubo un Teodoro, probablemente mártir y posiblemente soldado de profesión. Parece ser que su culto comenzó hace mucho tiempo en Euchaita, una población pequeña en el Helesponto y que desde ahí se difundió a otras partes.

Poco a poco, algunos hagiógrafos fueron introduciendo muchos detalles ficticios y contradictorios en su historia, sin preocuparse en absoluto de si lo que escribían se apegaba a la verdad histórica. Con el tiempo las divergencias llegaron a ser tan notorias, que fue necesario recurrir a la hipótesis de dos San Teodoros diferentes: el Stratelates (el general) y el de Tiro (el soldado), pero aun así sus biografías se sobreponen y no puede sacarse gran cosa en claro.

Uno de los elementos fabulosos introducidos en ciertas versiones de la historia, es la lucha con un dragón. Este detalle aparece en la leyenda de san Teodoro mucho antes que en la de san Jorge. Por eso no es raro encontrar imágenes y cuadros en los que aparece montado a caballo, traspasando al dragón con una lanza, lo que se presta a identificarlo erróneamente. La idea de distinguir a los dos Teodoros parece que se le había ocurrido a alguno mucho antes de lo que el padre Delehaye supone.

En una homilía armenia que F. C. Conybeare atribuye al siglo cuarto, ya se les considera distintos; y Mons. Wilper ha reproducido un mosaico que colocó el Papa Félix IV (526-530) en la iglesia de san Teodoro en el Palatino, en donde se representa a nuestro Salvador sentado; mientras que san Pedro le presenta por un lado a un san Teodoro, y san Pablo le presenta al otro san Teodoro por el otro.

De todos modos, es posible de que se trate de la misma persona conmemorada en dos días diferentes.

06 febrero, 2016

San Pablo Miki y compañeros mártires

 
 
¡Oh!, San Pablo Miki y compañeros mártires, vosotros,
sois los hijos del Dios de la vida, y sus amados santos,
que, el mundo todo, hoy, os recuerda: San Juan Goto,
San Santiago Kisai, San Felipe de Jesús, San Gonzalo
García, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, San
Francisco de San Miguel, San Cayo Francisco; San
Francisco de Miako; San León Karasuma, y, los niños
San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky,
cuyo padre fue también martirizado, todo por amor a Cristo.
Vos, antes de partir a la eternidad dijisteis con fe y
valor extraordinario: “Llegado a este momento final de
mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de
ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que
no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para
conseguir la salvación es pertenecer a la religión
cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me
enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar
a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al
jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y,
a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y
les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra
santa religión y se hagan bautizar”. La gente de veros
se maravilló al suplicio marchar, entre cánticos de Salmos
llenos de amor y fe, porque, vosotros sabíais, que Dios,
os premiaría, con coronas de luz y eternidad, como justo
premio a vuestra grande e increíble entrega de amor;
¡oh!, San Pablo Miki y compañeros, vivos mártires de Cristo.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________
6 de febrero
Los Mártires del Japón
San Pablo Miki y Compañeros Mártires


“Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico”. (R. P. San Pablo Miki)

Fueron 26, martirizados el mismo día, 5 de febrero del año 1597. En el año 1549 San Francisco Javier llegó al Japón y convirtió a muchos paganos.

Ya en el año 1597 eran varios los miles de cristianos en aquel país. Y llegó al gobierno un emperador sumamente cruel y vicioso, el cual ordenó que todos los misioneros católicos debían abandonar el Japón en el término de seis meses. Pero los misioneros, en vez de huir del país, lo que hicieron fue esconderse, para poder seguir ayudando a los cristianos. Fueron descubiertos y martirizados brutalmente. Los que murieron en este día en Nagasaki fueron 26. Tres jesuitas, seis franciscanos y 16 laicos católicos japoneses, que eran catequistas y se habían hecho terciarios franciscanos.

Los mártires jesuitas fueron:

San Pablo Miki, un japonés de familia de la alta clase social, hijo de un capitán del ejército y muy buen predicador: San Juan Goto y Santiago Kisai, dos hermanos coadjutores jesuitas. Los franciscanos eran: San Felipe de Jesús, un mexicano que había ido a misionar al Asia. San Gonzalo García que era de la India, San Francisco Blanco, San Pedro Bautista, superior de los franciscanos en el Japón y San Francisco de San Miguel.

Entre los laicos estaban:

Un soldado: San Cayo Francisco; un médico: San Francisco de Miako; un Coreano: San Leon Karasuma, y tres muchachos de trece años que ayudaban a misa a los sacerdotes: los niños: San Luis Ibarqui, San Antonio Deyman, y San Totomaskasaky, cuyo padre fue también martirizado.

A los 26 católicos les cortaron la oreja izquierda, y así ensangrentados fueron llevados en pleno invierno a pie, de pueblo en pueblo, durante un mes, para escarmentar y atemorizar a todos los que quisieran hacerse cristianos.

Al llegar a Nagasaki les permitieron confesarse con los sacerdotes, y luego los crucificaron, atándolos a las cruces con cuerdas y cadenas en piernas y brazos y sujetándolos al madero con una argolla de hierro al cuello. Entre una cruz y otra había la distancia de un metro y medio.

La Iglesia Católica los declaró santos en 1862

Testigos de su martirio y de su muerte lo relatan de la siguiente manera: “Una vez crucificados, era admirable ver el fervor y la paciencia de todos. Los sacerdotes animaban a los demás a sufrir todo por amor a Jesucristo y la salvación de las almas. El Padre Pedro estaba inmóvil, con los ojos fijos en el cielo. El hermano Martín cantaba salmos, en acción de gracias a la bondad de Dios, y entre frase y frase iba repitiendo aquella oración del salmo 30: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. El hermano Gonzalo rezaba fervorosamente el Padre Nuestro y el Avemaría”.

Al Padre Pablo Miki le parecía que aquella cruz era el púlpito o sitio para predicar más honroso que le habían conseguido, y empezó a decir a todos los presentes (cristianos y curiosos) que él era japonés, que pertenecía a la compañía de Jesús, o sociedad de los Padres jesuitas, que moría por haber predicado el evangelio y que le daba gracias a Dios por haberle concedido el honor tan enorme de poder morir por propagar la verdadera religión de Dios. A continuación añadió las siguientes palabras:

“Llegado a este momento final de mi existencia en la tierra, seguramente que ninguno de ustedes va a creer que me voy a atrever a decir lo que no es cierto. Les declaro pues, que el mejor camino para conseguir la salvación es pertenecer a la religión cristiana, ser católico. Y como mi Señor Jesucristo me enseñó con sus palabras y sus buenos ejemplos a perdonar a los que nos han ofendido, yo declaro que perdono al jefe de la nación que dio la orden de crucificarnos, y a todos los que han contribuido a nuestro martirio, y les recomiendo que ojalá se hagan instruir en nuestra santa religión y se hagan bautizar”.

Luego, vueltos los ojos hacia sus compañeros, empezó a darles ánimos en aquella lucha decisiva; en el rostro de todos se veía una alegría muy grande, especialmente en el del niño Luis; éste, al gritarle otro cristiano que pronto estaría en el Paraíso, atrajo hacia sí las miradas de todos por el gesto lleno de gozo que hizo. El niño Antonio, que estaba al lado de Luis, con los ojos fijos en el cielo, después de haber invocado los santísimos nombres de Jesús, José y María, se puso a cantar los salmos que había aprendido en la clase de catecismo. A otros se les oía decir continuamente: “Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía”. Varios de los crucificados aconsejaban a las gentes allí presentes que permanecieran fieles a nuestra santa religión por siempre.

Luego los verdugos sacaron sus lanzas y asestaron a cada uno de los crucificados dos lanzazos, con lo que en unos momentos pusieron fin a sus vidas.

El pueblo cristiano horrorizado gritaba: ¡Jesús, José y María!

05 febrero, 2016

Santa Agueda

 


¡Oh!, Santa Agueda, sois vos, la hija del Dios de la vida
y su amada santa. La predilecta de Nuestro Señor Jesucristo,
y, aquella que, amándoos de tal forma, la mundana vida y
sus propuestas rechazó, hasta la entrega de la propia vida,
en cruel y cruento martirio, Salmos elevando al cielo. Y,
cuando curada fuisteis, por el mismo Pedro, os preguntó
el tirano: “¿Quién os ha curado?” Vos, respondisteis: “He
sido curada por el poder de Jesucristo”. Y, lleno de rabia
el impío os gritó: “¿Cómo os atrevéis a nombrar a Cristo,
si eso está prohibido?” Y, vos, volvisteis a responder: “Yo
no puedo dejar de hablar de Aquél, a quien más fuertemente
amo en mi corazón”. Y, entonces os tiraron sobre llamas y
brasas ardientes. Y, vos, mientras os quemabais decíais:
“Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has
protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor
a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por la
paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora
en tus brazos mi alma”. Y, Él, os escuchó y os recibió en
sus amadísimos brazos, y, a la vez os premió, con corona
de luz, como premio a vuestra entrega incréible de amor.
Por todo ello, un himno latino muy antiguo, os canta así:
“Oh Agueda: tu corazón era tan fuerte que logró aguantar
que el pecho fuera destrozado a machetazos y tu intercesión
es tan poderosa, que los que te invocan cuando huyen al
estallar el volcán Etna, se logran librar del fuego y de
la lava ardiente, y los que te rezan, logran apagar el
fuego de la concupiscencia”. “La buena”, “La virtuosa”;
¡oh!, Santa Agueda; “viva luz de bondad y virtud de Cristo”.

 
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
__________________________________

5 de Febrero
Santa Agueda
Virgen y Mártir
(año 251)

 


Agueda significa “la buena”, “la virtuosa”. Un himno latino sumamente antiguo canta así: “Oh Agueda: tu corazón era tan fuerte que logró aguantar que el pecho fuera destrozado a machetazos y tu intercesión es tan poderosa, que los que te invocan cuando huyen al estallar el volcán Etna, se logran librar del fuego y de la lava ardiente, y los que te rezan, logran apagar el fuego de la concupiscencia”.

Agueda nació en Catania, Sicilia, al sur de Italia, hacia el año 230.Como Santa Inés, Santa Cecilia y Santa Lucía, decidió conservarse siempre pura y virgen, por amor a Dios. En tiempos de la persecución del tirano emperador Decio, el gobernador Quinciano se propone enamorar a Agueda, pero ella le declara que se ha consagrado a Cristo.

Para hacerle perder la fe y la pureza el gobernador la hace llevar a una casa de mujeres de mala vida y estarse allá un mes, pero nada ni nadie logra hacerla quebrantar el juramento de virginidad y de pureza que le ha hecho a Dios. Allí, en esta peligrosa situación, Agueda repetía las palabras del Salmo 16: “Señor Dios: defiéndeme como a las pupilas de tus ojos. A la sombra de tus alas escóndeme de los malvados que me atacan, de los enemigos mortales que asaltan”.

El gobernador le manda destrozar el pecho a machetazos y azotarla cruelmente. Pero esa noche se le aparece el apóstol San Pedro y la anima a sufrir por Cristo y la cura de sus heridas.

Al encontrarla curada al día siguiente, el tirano le pregunta: ¿Quién te ha curado? Ella responde: “He sido curada por el poder de Jesucristo”. El malvado le grita: ¿Cómo te atreves a nombrar a Cristo, si eso está prohibido? Y la joven le responde: “Yo no puedo dejar de hablar de Aquél a quien más fuertemente amo en mi corazón”.

Entonces el perseguidor la mandó echar sobre llamas y brasas ardientes, y ella mientras se quemaba iba diciendo en su oración: “Oh Señor, Creador mío: gracias porque desde la cuna me has protegido siempre. Gracias porque me has apartado del amor a lo mundano y de lo que es malo y dañoso. Gracias por la paciencia que me has concedido para sufrir. Recibe ahora en tus brazos mi alma”. Y diciendo esto expiró. Era el 5 de febrero del año 251.

Desde los antiguos siglos los cristianos le han tenido una gran devoción a Santa Agueda y muchísimos y muchísimas le han rezado con fe para obtener que ella les consiga el don de lograr dominar el fuego de la propia concupiscencia o inclinación a la sensualidad.

Propósito

Digámosle a Dios: “Señor, aquí están todas mis concupiscencias y malas inclinaciones. Mi vida se puede convertir fácilmente en un desorden. Toma en tus manos estas mis malas inclinaciones y cálmalas y cúralas, tu que curaste las heridas de tu sierva Agueda y le diste fortaleza para resistir al fuego. Creo que el poder y la bondad de mi Dios podrán obtener lo que mis pobres fuerzas no han logrado. Dios puede mejorar radicalmente mi personalidad”.

¿Cuántas veces pondré en manos de Dios mis concupiscencias y malas inclinaciones para que El las cure y las calme? ¿Cuántas veces cada día?

04 febrero, 2016

San Gilberto





¡Oh!, San Gilberto, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, y, quien fundasteis la monástica orden
de los gilbertinos, en la que, doble disciplina impusisteis:
“La Regla de los Cistirsences”, para las monjas, y la de San
Agustín, para los clérigos. Distribuíais a los pobres, vuestras
rentas y, con vuestro ejemplo, a la santidad a muchos
invitasteis. “Las Gilbertinas” las mismas que, en el tiempo
se perdieron, pero que, dentro de la cual el Santo Oficio,
recitado era, en simple tono, como muestra de humildad.
Comíais poco, y en vuestra mesa había siempre “el plato
del Señor Jesús”, y, en él, reservabais para los pobres
lo mejor de la comida. Vestíais camisa de cerdas, sentado
dormíais y pasabais la noche en oración constante. La prisión
y la afrenta preferisteis, antes de exponeros a la supresión
de vuestra orden y, antes también que defenderos .Y, aunque
vos, tuvisteis larga vida, por la gracia del Señor, a quien,
jamás abandonasteis, el maligno disfrazó su maldad
y hecho calumnias y acusaciones, os imputó el haber prestado
ayuda a Santo Tomás de Canterbury, pero vos, preferisteis
la prisión y exponeros a la supresión de vuestra orden, antes
que defenderos. Además, ya entrado en años, tuvisteis que
soportar las calumnias de hermanos legos rebeldes. Y, así,
y luego de haberos gastado, íntegro por Jesucristo, voló feliz,
vuestra alma al cielo, para, coronada ser, con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
¡oh!, San Gilberto de Sempringham, “amor y luz de Cristo”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_________________________

4 de febrero
San Gilberto de Sempringham
Monje y Fundador


Martirologio Romano: En Sempringham, en Inglaterra, san Gilberto, presbítero, que fundó, con la aprobación del papa Eugenio III, una Orden monástica, en la que impuso una doble disciplina: la Regla de san Benito para las monjas y la de san Agustín para los clérigos (1189).

Etimología: Gilberto = Aquel que es un famoso arquero, es de origen germánico.Fecha de canonización: 11 de enero de 1202 por el Papa Inocencio III.

San Gilberto nació en Sempringham de Lincolnshire. Después de su ordenación sacerdotal, enseñó algún tiempo en una escuela gratuita; pero su padre, que estaba encargado de repartir los beneficios eclesiásticos de Sempringham y Terrington, le eligió para uno de ellos en 1123. El santo distribuía las rentas a los pobres y sólo reservaba una mínima parte para cubrir sus necesidades.

Con su ejemplo, arrastró a la santidad a muchos de sus parroquianos. Redactó las reglas para siete jóvenes que vivían en estricta clausura en una casa anexa desarrolló rápidamente y, San Gilberto se vio obligado a emplear hermanas y hermanos legos en las tierras de la fundación. En 1147, fue a Citeaux a pedir al abad que tomase la dirección de la comunidad; pero como los cistercienses no pudieran hacerlo el Papa Eugenio III animó a San Gilberto a dirigirla por sí mismo.

San Gilberto completó la obra, añadiendo un grupo de canónigos regulares que ejercían las funciones de capellanes de las religiosas. Tales fueron los orígenes de las Gilbertinas, la única orden religiosa medieval que produjo Inglaterra. Sin embargo, excepto una casa en Escocia, la fundación no se extendió nunca más allá de las fronteras de Inglaterra, y se extinguió en la época de la disolución de los monasterios, cuando contaba con veintiséis conventos.

Las religiosas tenían las reglas de San Benito, y los canónigos las de San Agustín. Los conventos eran dobles, pero la orden era principalmente femenina, aunque el superior general era un canónigo. La disciplina era muy severa, con cierta influencia cisterciense. El deseo de simplicidad en el ornato de las iglesias y en el culto en general llegó hasta imponer que el oficio se recitase en tono simple, como muestra de humildad.

San Gilberto desempeñó por algún tiempo el cargo de superior general, pero renunció a él, poco antes de su muerte, pues la pérdida de la vista le impedía cumplir perfectamente sus obligaciones. Era tan abstinente, que sus contemporáneos se maravillaban de que pudiese mantenerse en vida, comiendo tan poco.

En su mesa había siempre lo que él llamaba “el plato del Señor Jesús”, en el que apartaba para los pobres lo mejor de la comida. Vestía una camisa de cerdas, dormía sentado, y pasaba gran parte de la noche en oración. Durante el destierro de Santo Tomás de Canterbury, fue acusado, junto con otros superiores de su orden, de haberle prestado ayuda. La acusación era falsa; pero San Gilberto prefirió la prisión y exponerse a la supresión de su orden, antes que defenderse, para evitar la impresión de que condenaba una cosa buena y justa. Cuando era ya nonagenario, tuvo que soportar las calumnias de algunos hermanos legos que se habían rebelado.

San Gilberto murió en 1189, a los 106 años de edad, y fue canonizado en 1202. Se dice que el rey Luis VIII llevó sus reliquias a Toulouse, donde se hallan probablemente todavía, en la iglesia de San Sernín. Las diócesis de Northampton y Nottíngham celebran la fiesta de San Gilberto el día 3; los Canónigos de Letrán la celebran el 4 de febrero, día en que le conmemora el Martirologio Romano.

Autor:ar.geocities.com/misa_tridentina01

03 febrero, 2016

San Blas y San Oscar




 ¡Oh!, San Blas, vos sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, y que honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “arma de la divinidad”. Vos, que,
excelente médico erais, y aprovechasteis de ello,
para evangelizar a las gentes de vuestro tiempo.
Por vuestra gran santidad, el pueblo os eligió como
Obispo, y cuando la persecución de Diocleciano
estalló, os fuisteis a la montaña, y desde allí dirigíais
y animabais a todos los cristianos perseguidos, y
por la noche bajabais a escondidas a la ciudad a
ayudarlos, socorrerlos y brindar vuestro consuelo
a los que estaban en las cárceles, y brindarles
la Sagrada Eucaristía. Curabais a las fieras heridas
y, ellas venían en cantidad a visitaros cariñosamente.
Y, ello, más tarde, causa fue de que os tomaran
preso. El gobernador os ofreció muchos premios,
que vos, rechazasteis, pues respondisteis que,
amigo de Jesús y de su santa religión erais y que
lo seríais hasta el fin de vuestra santa vida. Ante
esta respuesta, os sometieron a torturas, las cuales
y sin proferir queja alguna resististeis y sin dejar
de proclamar vuestra puro amor a Dios, os cortaron
la cabeza, volando así, vuestra santa alma al cielo
para coronada ser con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe. Hasta hoy
se escucha decir: “Por intercesión de San Blas, te
libre Dios de los males de garganta”. Y, cuando
los niños se enferman de la garganta, las mamás
repiten: “San Blas bendito, que se ahoga el angelito”.
¡oh!, San Blas, “amor vivo del Dios de la vida”.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_________________________



3 de Febrero
San Blas y San Oscar

San Blas
(año 316)


Blas significa: “arma de la divinidad”.(año 316). San Blas fue obispo de Sebaste, Armenia (al sur de Rusia).
Al principio ejercía la medicina, y aprovechaba de la gran influencia que le daba su calidad de excelente médico, para hablarles a sus pacientes en favor de Jesucristo y de su santa religión, y conseguir así muchos adeptos para el cristianismo.

Al conocer su gran santidad, el pueblo lo eligió obispo. Cuando estalló la persecución de Diocleciano, se fue San Blas a esconderse en una cueva de la montaña, y desde allí dirigía y animaba a los cristianos perseguidos y por la noche bajaba a escondidas a la ciudad a ayudarles y a socorrer y consolar a los que estaban en las cárceles, y a llevarles la Sagrada Eucaristía.

Cuenta la tradición que a la cueva donde estaba escondido el santo, llegaban las fieras heridas o enfermas y él las curaba. Y que estos animales venían en gran cantidad a visitarlo cariñosamente. Pero un día él vio que por la cuesta arriba llegaban los cazadores del gobierno y entonces espantó a las fieras y las alejó y así las libró de ser víctimas de la cacería.

Entonces los cazadores, en venganza, se lo llevaron preso. Su llegada a la ciudad fue una verdadera apoteosis, o paseo triunfal, pues todas las gentes, aun las que no pertenecían a nuestra religión, salieron a aclamarlo como un verdadero santo y un gran benefactor y amigo de todos.

El gobernador le ofreció muchos regalos y ventajas temporales si dejaba la religión de Jesucristo y si se pasaba a la religión pagana, pero San Blas proclamó que él sería amigo de Jesús y de su santa religión hasta el último momento de su vida.

Entonces fue apaleado brutalmente y le desgarraron con garfios su espalda. Pero durante todo este feroz martirio, el santo no profirió ni una sola queja. El rezaba por sus verdugos y para que todos los cristianos perseveraran en la fe.

El gobernador, al ver que el santo no dejaba de proclamar su fe en Dios, decretó que le cortaran la cabeza. Y cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio iba bendiciendo por el camino a la inmensa multitud que lo miraba llena de admiración y su bendición obtenía la curación de muchos.

Pero hubo una curación que entusiasmó mucho a todos. Una pobre mujer tenía a su hijito agonizando porque se le había atravesado una espina de pescado en la garganta. Corrió hacia un sitio por donde debía pasar el santo. Se arrodilló y le presentó al enfermito que se ahogaba. San Blas le colocó sus manos sobre la cabeza al niño y rezó por él. Inmediatamente la espina desapareció y el niñito recobró su salud. El pueblo lo aclamó entusiasmado.

Le cortaron la cabeza (era el año 316). Y después de su muerte empezó a obtener muchos milagros de Dios en favor de los que le rezaban. Se hizo tan popular que en sólo Italia llegó a tener 35 templos dedicados a él. Su país, Armenia, se hizo cristiano pocos años después de su martirio.

En la Edad Antigua era invocado como Patrono de los cazadores, y las gentes le tenían gran fe como eficaz protector contra las enfermedades de la garganta. El 3 de febrero bendecían dos velas en honor de San Blas y las colocaban en la garganta de las personas diciendo: “Por intercesión de San Blas, te libre Dios de los males de garganta”. Cuando los niños se enfermaban de la garganta, las mamás repetían: “San Blas bendito, que se ahoga el angelito”.

A San Blas, tan amable y generoso, pidámosle que nos consiga de Dios la curación de las enfermedades corporales de la garganta, pero sobre todo que nos cure de aquella enfermedad espiritual de la garganta que consiste en hablar de todo lo que no se debe de hablar y en sentir miedo de hablar de nuestra santa religión y de nuestro amable Redentor, Jesucristo.

______________________

¡Oh!, San Oscar, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, con justicia
llamado “el evangelizador de las tierras
gélidas”: Dinamarca, Suecia y Noruega, porque,
a los habitantes de aquél tiempo, hombres,
mujeres, ancianos y niños, el corazón les
calentasteis, con preciosa medicina: Jesucristo,
Dios y Señor Nuestro; que desde entonces
flamea victoriosa, como llama de esperanza
viva. Vos, disteis calor a aquellos hermanos,
y Dios, os premió con corona de luz eterna,
como premio por vuestro entrega de amor y fe;
¡oh!, San Oscar, “lumbrera viva de Jesucristo”
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________
San Oscar
Misionero
(Año 865)


Este gran misionero fue el evangelizador y primer obispo de los países escandinavos, o sea: Dinamarca, Suecia y Noruega. Murió muy joven, agotado de tanto misionar y de tanto trabajar por extender el reino de Cristo. Su muerte sucedió el 3 de febrero del año 865.

Propósito

Pediré a Dios que me conceda su gran fortaleza para ser fiel creyente hasta el final de la vida. Si no pido esta gracia quizás no la reciba, pero si la pido muchas veces la voy a conseguir, porque Jesús prometió: “Todo el que pide, recibe”.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Blas_Oscar.htm)