¡Oh!; San Teodoro de Heraclea, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y capitán de soldados, que,
honor hicisteis al significado de vuestro nombre que es
“Adorador de Dios” y, que con el testimonio de vuestra
sangre derramada, alcanzasteis la cumbre de la gloria,
defendiendo la fe y sabiendo anteponer a vuestra lealtad
de soldado la preeminencia de obedecer a Dios. Y, aunque
vuestra vida fue de fábula, pues pasabais, las tierras
librando de alimañas, monstruos y dragones, erais sobre
todo, hombre de fe. Vuestro emperador, os visita y os
lleva consigo dioses falsarios para que sirvan de amuletos
a vuestras tropas y vos, las recibís y ofreciendo vuestra
casa para cuidarlas y perfumarlas, y que más tarde optáis
por destruirlas, quitándoles el oro que las reviste para
luego ofrecerla a los pobres. Así, dais vivo testimonio
de vuestros valores y de vuestra fe y en quien la tenéis
depositada, y que al final, os llevan al cruel martirio
del degüello, precedido de innumerables tormentos.
Pero, Dios, jamás os abandonó, y vuestras heridas
Sanadas eran por ángeles y, a la par, llovían conversiones
múltiples, viendo la gente, vuestra firmeza hasta el final
de vuestra vida, en que, alzó vuelo vuestra alma, para
coronada ser con corona del luz, como justo premio a
vuestra grande e increíble entrega de amor, fe y luz;
¡Oh!; San Teodoro de Heraclea, “vivo” amor por Cristo.
de la vida, su amado santo y capitán de soldados, que,
honor hicisteis al significado de vuestro nombre que es
“Adorador de Dios” y, que con el testimonio de vuestra
sangre derramada, alcanzasteis la cumbre de la gloria,
defendiendo la fe y sabiendo anteponer a vuestra lealtad
de soldado la preeminencia de obedecer a Dios. Y, aunque
vuestra vida fue de fábula, pues pasabais, las tierras
librando de alimañas, monstruos y dragones, erais sobre
todo, hombre de fe. Vuestro emperador, os visita y os
lleva consigo dioses falsarios para que sirvan de amuletos
a vuestras tropas y vos, las recibís y ofreciendo vuestra
casa para cuidarlas y perfumarlas, y que más tarde optáis
por destruirlas, quitándoles el oro que las reviste para
luego ofrecerla a los pobres. Así, dais vivo testimonio
de vuestros valores y de vuestra fe y en quien la tenéis
depositada, y que al final, os llevan al cruel martirio
del degüello, precedido de innumerables tormentos.
Pero, Dios, jamás os abandonó, y vuestras heridas
Sanadas eran por ángeles y, a la par, llovían conversiones
múltiples, viendo la gente, vuestra firmeza hasta el final
de vuestra vida, en que, alzó vuelo vuestra alma, para
coronada ser con corona del luz, como justo premio a
vuestra grande e increíble entrega de amor, fe y luz;
¡Oh!; San Teodoro de Heraclea, “vivo” amor por Cristo.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
___________________________________
7 de Febrero
San Teodoro de Heraclea
Mártir
San Teodoro de Heraclea
Mártir
Fuente: Archidiócesis de Madrid
Martirologio Romano: En Amasea, en el Helesponto, pasión de san
Teodoro, soldado, que bajo el emperador Maximiano, por confesar que era
cristiano, fue terriblemente azotado, recluido en la cárcel y finalmente
quemado vivo. San Gregorio de Nisa cantó las alabanzas de este santo en
un célebre elogio. († 306)
Breve Biografía
Uno de los mártires orientales provenientes del mundo de la milicia.
Fue capitán de soldados. Hizo honor a su nombre -Teodoro es Adorador de
Dios- con el testimonio de su sangre derramada. Ejerce el mando en
tiempos del emperador Licinio. Murió mártir, en Heraclea, por el año
319, defendiendo la fe y sabiendo anteponer a su lealtad de soldado la
preeminencia de obedecer a Dios.
El resto es otro cantar. Muchos consideran los relatos como producto
de la fábula que se hace en torno a su persona y a su entrega; puede que
tengan razón. Siendo sinceros, también nosotros encontramos
dificultades para aceptar el relato tal cual nos lo entrega el tiempo
sin pasarlo por la criba de la historia que lo purifique. Muy
probablemente hay elementos del relato bordados en el telar de la
leyenda.
Porque dicen que pasaba su valiente vida librando las tierras de
alimañas, monstruos y dragones. Y donde se resalta su condición de
hombre de fe es en una de las caminatas que hacía el emperador visitando
el imperio, revisando sus fuerzas militares y comprobando el estado de
las posiciones. En esta ocasión, lleva consigo todas las imágenes
idolátricas de los dioses romanos. Son ricas y minuciosamente trabajadas
por los artistas palatinos. Quiere donarlas a sus tropas para que le
sirvan de protección en las campañas.
El capitán Teodoro hace los honores del recibimiento. Luego, de modo
ingenuo y servicial, pide permiso al emperador para que las estatuas de
los dioses paganos sean depositadas en las dependencias de su casa con
el pretexto de custodiarlas y perfumarlas. Así -asegura con pillería-
estarán más vistosas a la hora de ser presentadas al gran público. Y lo
más ocurrente que resuelve es destruir las imágenes de los dioses
falsos, obtener el oro que las recubre y posteriormente donarlo a los
pobres para que remedien sus miserias.
¡Claro que con su actuación alegre y decidida da un testimonio de
dónde tiene puestos sus valores y de en quién tiene depositada su fe!
Pero le valió el martirio por degüello precedido de incontables
tormentos que ya están previstos en los relatos de las actas martiriales
tardías. Sí, se habla de sus muchas heridas sanadas por ángeles y de
conversiones multitudinarias de testigos presenciales al comprobar su
firmeza hasta el último momento de su muerte.
En el cielo nos encontraremos con Teodoro, el capitán de Heraclea y,
si lo cree oportuno, nos contará la verdad de lo que pasó. No deja por
ello de animar nuestra existencia conocer lo que los ancestros dijeron
de este intrépido santo soldado pícaro, queriendo personificar en él que
la fe no está reñida con el sentido práctico y que la valentía
profesional debe acompañar a la fortaleza que da la entrega a Dios.
¿Existen dos santos Teodoro?
En el siglo IX tan sólo existía la devoción a un santo con este
nombre, pero luego otro Teodoro aparece, este no es soldado sino
general, quien habría muerto en Heraclea en tiempos de Licinio el 7 de
febrero, también él enterrado en Euchaita el 3 de junio. Esta doble
historia, del que fuera tal vez un único mártir, dio como origen a un
doble florecimiento de leyendas que han sido escritas en griego, latín y
otras lenguas orientales y que influyeron a su vez en los días de sus
conmemoraciones.
Los bizantinos recuerdan al Teodoro general el 8 de febrero mientras
el soldado el 17 de febrero. En los martirologios occidentales en cambio
el general es recordado el 7 de febrero y el soldado el 16 del mismo
mes.
Todo el asunto ha sido cuidadosamente estudiado por el padre H.
Delehaye en su libro “Las Leyendas griegas de militres santos” (1909).
En su opinión solo hubo un Teodoro, probablemente mártir y posiblemente
soldado de profesión. Parece ser que su culto comenzó hace mucho tiempo
en Euchaita, una población pequeña en el Helesponto y que desde ahí se
difundió a otras partes.
Poco a poco, algunos hagiógrafos fueron introduciendo muchos detalles
ficticios y contradictorios en su historia, sin preocuparse en absoluto
de si lo que escribían se apegaba a la verdad histórica. Con el tiempo
las divergencias llegaron a ser tan notorias, que fue necesario recurrir
a la hipótesis de dos San Teodoros diferentes: el Stratelates (el
general) y el de Tiro (el soldado), pero aun así sus biografías se
sobreponen y no puede sacarse gran cosa en claro.
Uno de los elementos fabulosos introducidos en ciertas versiones de
la historia, es la lucha con un dragón. Este detalle aparece en la
leyenda de san Teodoro mucho antes que en la de san Jorge. Por eso no es
raro encontrar imágenes y cuadros en los que aparece montado a caballo,
traspasando al dragón con una lanza, lo que se presta a identificarlo
erróneamente. La idea de distinguir a los dos Teodoros parece que se le
había ocurrido a alguno mucho antes de lo que el padre Delehaye supone.
En una homilía armenia que F. C. Conybeare atribuye al siglo cuarto,
ya se les considera distintos; y Mons. Wilper ha reproducido un mosaico
que colocó el Papa Félix IV (526-530) en la iglesia de san Teodoro en el
Palatino, en donde se representa a nuestro Salvador sentado; mientras
que san Pedro le presenta por un lado a un san Teodoro, y san Pablo le
presenta al otro san Teodoro por el otro.
De todos modos, es posible de que se trate de la misma persona conmemorada en dos días diferentes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario