20 noviembre, 2016

Cristo, Rey del Universo

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¡Oh!, Cristo, Rey del Universo, Vos, sois el Amadísimo Hijo
del Padre, y, hoy, con Vos, la Iglesia toda, el Año Litúrgico
cierra, porque en él se ha meditado, el misterio de Vuestra
Vida, Vuestra predicación y el anuncio del Reino, de Vuestro
Amadísimo Padre. “Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino
fuese de este mundo mi gente habría combatido para que no
fuese entregado a los judíos; pero mi Reino no es de aquí”.
Respondisteis Vos, al interrogado ser, por Pilatos, porque
Vos, no sois el Rey de un mundo de miedo, mentira y pecado.
Vos, el “Rey del Reino de Dios” sois, que, nos trajisteis,
y al que, nos conducís. Vos, anunciáis la Verdad y ella,
el camino amoroso ilumina, trazado por Vos, con Vuestra Vía
Crucis, hacia el Reino de Dios dirigida. “Sí, como dices, soy
Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo:
para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad
escucha mi voz”. Y, vos a cada nada, la estáis recordándonosla,
ante la falsía del engaño del pecado, y, cual cordero, os
sacrificasteis en la cruz. Vos, el Espíritu Santo, nos dejasteis
que las gracias nos concede necesarias para lograr la Santidad
y transformar el mundo en el amor. Vuestra obra, y las dos
realidades de la Iglesia, “peregrina” y “celestial”, se unen
de manera definitiva. “Por ellos ruego; no ruego por el mundo,
sino por los que tu me has dado, porque son tuyos; y todo lo
mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y yo he sido glorificado
en ellos. Yo, ya no estoy en el mundo, pero ellos si están
en el mundo, y Yo, voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre
a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. No
te pido que los retires del mundo, sino que los guarde del
Maligno. Ellos no son del mundo, como yo no soy del mundo.
Santifícalos en la verdad: tu palabra es verdad”. Así, Vos,
orasteis antes de ser entregado, demostrando, cuánto nos
quieres y pidiendo que Vuestro Padre nos guarde y proteja
hasta alcanzar la vida divina por la cual os sacrificasteis:
“Padre santo, cuida en tu nombre a los que me has dado, para
que sean uno como nosotros”. Nunca jamás, suficiente será
deciros, ¡Viva Cristo, Rey del Universo! ¡Viva María!, vuestra
Santa Madre, por tanto e inmenso amor, desbrozado por el
hombre, a quien amasteis y amas desde siempre sin medida;
¡Oh!, Jesucristo, Rey del Universo, “Camino, verdad y vida”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Cristo Rey del Universo

La fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 por el papa Pío XI, que la fijó en el domingo anterior a la solemnidad de todos los santos. La Iglesia, ciertamente, no había esperado dicha fecha para celebrar el soberano señorío de Cristo: Epifanía, Pascua, Ascensión, son también fiestas de Cristo Rey. Si Pío XI estableció esa fiesta, fue como él mismo dijo explícitamente en la encíclica Quas primas, con una finalidad de pedagogía espiritual. Ante los avances del ateísmo y de la secularización de la sociedad quería afirmar la soberana autoridad de Cristo sobre los hombres y las instituciones. Ciertos textos del oficio dejan entrever un último sueño de cristiandad.

En 1970 se quiso destacar más el carácter cósmico y escatológico del reinado de Cristo. La fiesta se convirtió en la de Cristo “Rey del Universo” y se fijó en el último domingo per annum. Con ella apunta ya el tiempo de adviento en la perspectiva de la venida gloriosa del Señor.

La transformación de la segunda parte de la colecta revela claramente el cambio introducido en el tema de la fiesta. La oración de 1925 pedía a Dios “que todos los pueblos disgregados por la herida del pecado, se sometan al suavísimo imperio” del reino de Cristo. El texto modificado pide a Dios “que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te glorifique sin fin”.

Cristo, piedra angular

El año litúrgico llega a su fin. Desde que lo comenzamos, hemos ido recorriendo el círculo que describe la celebración de los diversos misterios que componen el único misterio de Cristo: desde el anuncio de su venida (Adviento), hasta su muerte y resurrección (Ciclo Pascual), pasando por su nacimiento (Navidad), presentación al mundo (Epifanía) y la cadencia semanal del domingo. Con cada uno de ellos, hemos ido construyendo un arco, al que hoy ponemos la piedra angular. Este es el sentido profundo de la solemnidad de Cristo – Rey del Universo, es decir, de Cristo – Glorioso que es el centro de la creación, de la historia y del mundo. “Todos perciben en sus almas una alegría inmensa, al considerar la santa Humanidad de Nuestro Señor: un Rey con corazón de carne, como el nuestro; que es autor del universo y de cada una de las criaturas, y que no se impone dominando: mendiga un poco de amor, mostrándonos, en silencio, sus manos llagadas”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer)

Pío XI, al establecer esta fiesta, quiso centrar la atención de todos en la imagen de Cristo, Rey divino, tal como la representaba la primitiva Iglesia, sentado a la derecha del Padre en el ábside de las basílicas cristianas, aparece rodeado de gloria y majestad. La cruz nos indica que de ella arranca la grandeza imponente de Jesucristo, Rey de vivos y de muertos. (P. Morales, I. L.)

La Iglesia anuncia hoy alborozada que “el Cordero degollado”, al entregar su vida “en el altar de la Cruz”, reconquistó con su sangre preciosa toda la creación y se la entregó a su Padre, aunque sólo al final de los tiempos esa “entrega” será plena y definitiva. Al anunciar y celebrar hoy el triunfo de Cristo, nos llenamos de alegría y esperanza, sabiendo que Él nos llevará a su reino eterno, si ahora damos de comer al hambriento, y de beber al sediento, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y enterrar a los muertos (Evangelio.)

“Yo soy Rey”

Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.
Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.

Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (JUAN PABLO II.) Los santos –únicos que se han tomado en serio su reinado- han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y la paz siempre y en todas partes. ¡Pobre tierra esta nuestra sin su acción y la de los demás seguidores de Jesús!. A pesar de sus debilidades y pecados.

“Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)

La historia de los mártires de Cristo Rey se ha reproducido siempre que el amor de Dios se apodera de un alma
Oposición al Señor


¿Por qué, entonces, tantos se oponen al reino de Jesucristo? Porque es evidente que son muchos los políticos, escritores, artistas, creadores de opinión, detentadores del dinero y del poder, gente de a pie, que gritan –con el más cruel y eficaz de los lenguajes: el de las obras- “¡No queremos que Él reine sobre nosotros!”. Ese es el grito que se esconde tras tantos diseños de la familia, de la educación, de la moda, de la cultura, de la sociedad actual (cf. San JOSEMARIA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, n. 179). Cierto que es un grito que no pocas veces es un eco del “no saben lo que hacen”. Pero no por eso menos real y doloroso.

Nosotros hemos de empeñarnos en lo contrario. Dejarle reinar en nuestra inteligencia, en nuestra voluntad, corazón, cuerpo, familia. Y hacer que reine en nuestros familiares, amigos, compañeros de trabajo y gente que se cruce en nuestro caminar. (José Antonio Abad, Comentarios Litúrgicos, Rev. Palabra)

Cristo

Viene de la traducción griega del término hebreo “Mesías” que quiere decir “ungido”. No pasa a ser nombre propio de Jesús sino porque Él cumple perfectamente la misión divina que esa palabra significa. En efecto, en Israel eran ungidos en el nombre de Dios los que le eran consagrados para una misión que habían recibido de Él. Jesús cumplió la esperanza mesiánica de Israel en su triple función de sacerdote, profeta y rey. (C.I.C 436)
Como Hijo de Dios, le correspondía por naturaleza un absoluto dominio sobre todas las cosas salidas de sus manos creadoras. “Todas han sido creadas por y en Él. En el cielo y en la tierra, todas las cosas subsisten por Él, las visibles y las invisibles”. Pero además es Rey nuestro por derecho de conquista. Él nos rescató del pecado, de la muerte eterna.

Cristo reina ya mediante la Iglesia

“Cristo murió y volvió a la vida para eso, para ser Señor de muertos y vivos” (Rm 14,9). La Ascensión de Cristo al Cielo significa su participación, en su humanidad, en el poder y en la autoridad de Dios mismo. Jesucristo es Señor: posee todo poder en los cielos, y en la tierra. Él está “por encima de todo principado, Potestad, Virtud, Dominación” porque el Padre “bajo sus pies sometió todas las cosas”. (Ef 1, 20-22). Cristo es el Señor del cosmos (cf Ef 4, 10; 1 Co 15, 24.27-28) y de la historia. En él, la historia de la humanidad e incluso toda la Creación encuentran su recapitulación (Ef 1,10), su cumplimiento trascendente. (C.I.C 668)

Como Señor, Cristo es también la cabeza de la Iglesia que es su Cuerpo (cf Ef 1, 22). Elevado al cielo y glorificado, habiendo cumplido así su misión, permanece en la tierra en su Iglesia. La Redención es la fuente de la autoridad que Cristo, en virtud del Espíritu Santo, ejerce sobre la Iglesia (cf Ef 4, 11-13). C.I.C 669

Cristo es Señor de la vida eterna. El pleno derecho de juzgar definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como Redentor del mundo. “Adquirió” este derecho por la Cruz.

Profundicemos llenos de agradecimiento, como aquellos colosenses a quienes Pablo dirige su carta, en el misterio de amor que es para nosotros Cristo Rey redimiéndonos: “Demos gracias a Dios Padre, que nos libró del poder de las tinieblas y nos hizo dignos de la herencia de los santos en la luz, introduciéndonos en el Reino del Hijo de su amor, en el cual tenemos redención por su sangre, perdón de los pecados”. (Col. 1. 12)

Él se ofreció en la cruz, como hostia inmaculada pacífica para que todos los hombres se sujetasen a su dominio. Y así poder entregar al Padre ese Reino eterno y universal formado con las almas que con Él y en Él se salvan siempre. Reino de verdad y de vida, Reino de Santidad y gracia, Reino de justicia, amor y paz.

“El Señor me ha empujado a repetir, desde hace mucho tiempo, un grito callado: serviré. Que El nos aumente esos afanes de entrega, de fidelidad, a su divina llamada –con naturalidad, sin aparato, sin ruido-, en medio de la calle. Démosle gracias desde el fondo del corazón. Dirijámosle una oración de súbditos, ¡de hijos!, y la lengua y el paladar se nos llenaran de leche y de miel, nos sabrá a panal tratar del reino de Dios, que es un Reino de libertad, de la libertad que El nos ganó”. (San Josemaría Escrivá de Balaguer).
 
(http://www.rosario.org.mx/liturgia/a_liturgico/cristorey.htm)

19 noviembre, 2016

San Andrés Avelino

 
 
 ¡Oh!, San Andrés Avelino; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, porque así, lo quiso
Dios, y el mismo letrado, que, al leer en el Libro
Santo, la frase: “La boca que miente, mata el alma”,
fue suficiente argumento, para todo abandonarlo. Y,
así, supisteis que, volveríais jamás a ser como antes
y por ello, os entregasteis con amor, fe y pasión, a
abrazar la Cruz de Cristo, atrás dejando fama, posición
y dinero, para el uniforme de sacerdote vestir y
con él, deslumbrar a propios y extraños, usando
vuestra palabra, por donde fuisteis, maravillas y
milagros haciendo. Acudieron grandes multitudes a
visitaros en vuestro ataúd, y durante setentaidos
horas vuestros cadáver echó sangre cada vez que le
hicieron alguna pequeña herida y ella, la recogieron
en frascos, y cuatro años después empezó a hervir,
en el aniversario de vuestra muerte. Había dicho
Nuestro Señor Jesucristo: “Quien renuncie a algo
importante por amor a mí, recibirá cien veces más”.
Y, claro, vos, lo recibisteis, y hoy, gozáis de las
alegrías del cielo eterno, coronado todo, de luz,
como premio justo, a vuestra entrega gran amor y fe;
¡oh! San Andrés Avelino; “vivo amor y renuncia”.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Noviembre
San Andrés Avelino
Año 1608


Que Dios que es tan bueno y tan generoso, nos envíe muchos predicadores que como San Andrés Avelino conviertan a los pecadores que asistan a sus sermones.

Quien renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá cien veces más (Jesucristo).


El hecho más conocido de este santo es que siendo un abogado de fama, un día en un pleito dijo una mentira, pero luego leyó en la S. Biblia la frase que dice: “La boca que miente, mata el alma”, y se asustó tanto que dejó la abogacía y se dedicó al sacerdocio, a predicar y salvar almas.

San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.

San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán, y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.

Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos. En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.

En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores, y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones. San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608, y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.

Acudieron grandes multitudes a visitarlo en su ataúd, y durante 72 horas su cadáver echó sangre cada vez que le hicieron alguna pequeña cortada. Esa sangre la recogieron en frascos, y cuatro años después empezó a hervir, en el aniversario e su muerte.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Andrés_Avelino.htm)

18 noviembre, 2016

Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

 

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¡Oh!, Dedicación de las Basílicas de San Pedro y
San Pablo, vosotras sois el cúlmen de la fe Católica
pues, llevan los nombres de los dos apóstoles y
santos más amados del Dios de la Vida, y cuyo
carisma, eterno e impercedero, vive en la roca viva,
plasmado en gloriosos Templos, que nos recuerdan
vuestra grandeza singular. Vosotras dos, sois
columnas vivas de amor, fe y esperanza, al igual
que lo eran y lo son vuestras vuestras santas vidas
que hoy “hechos Templos de Amor” están, en Basílicas
convertidas sobre vuestras tumbas, hacia la Celeste
Patria apuntando, para recuerdo del hombre y
del mundo, de vuestra increíble entrega de amor;
¡oh!, Basílicas de San Pedro y San Pablo, Amor de Dios.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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18 de Noviembre
Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

Propongámonos tener siempre el más grande respeto y veneración por nuestros templos.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua. La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.

Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.

Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.

La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.

Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini. Su hermosura es impresionante.

Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado “Las tres fontanas”, porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).

La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: “A San Pablo, Apóstol y Mártir”.

Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.

(http://ewtn.com/spanish/Saints/Dedicación_de_las_basílicas_de_San_Pedro_San_Pablo.htm

17 noviembre, 2016

Santa Isabel de Hungría

 
 
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¡Oh!; Santa Isabel de Hungría; vos, sois la hija
del Dios de la vida, y su amada santa. Y, aquella
mujer, que, habiendo vestido de realeza, renunciar
preferisteis a todos vuestros honores y bienes
materiales, y luego, votos de pobreza hacer a Cristo,
al estilo de San Francisco y Santa Clara de Asís,
consagrándoos al servicio de los pobres y débiles,
como humilde, santa y fervorosa sierva franciscana.
“¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de
espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”.
Os preguntasteis aquella vez que decidisteis entrar
en el Templo, para nunca más vestiros de lujo, en
la casa de Dios. Y, así, cambiasteis vuestros vestidos
de princesa por un hábito de hermana franciscana y
vuestros cuatro años últimos de vuestra devota vida
os dedicasteis a atender a los pobres y enfermos
del hospital que habíais fundado. Además, recorristeis
calles y campos, limosnas pidiendo para vuestros
pobres. Vivíais en una humilde choza junto al hospital
y os pasabais tejiendo y pescando para obtener dinero,
con qué comprarles medicinas a vuestros enfermos. Poco
antes de morir, un hermano lego, os suplicó interceder
por su brazo roto, y él, os dijo: “¿Señora, Usted que
siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora
está tan hermosamente vestida?”. Y vos, contestasteis
sonriente: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir
para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”.
Y, aquél hombre, quedó sano. Hoy, vos, estáis coronada
toda de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor.
Os rogamos pues, que, en mérito de vuestra santa vida,
intercedáis ante Jesús, Dios y Señor Nuestro, para que
colme nuestro mundo de mujeres, que sirvan al Dios Trino,
Señor de la vida y de la luz, en los pobres, los débiles,
los menesterosos y en los más descreídos del mundo.
Santa Patrona de todos los pobres y débiles del mundo;
¡Oh!; Santa Isabel, “vivo amor y pobreza de Cristo Jesús”.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de noviembre
Santa Isabel de Hungría
Viuda
(1207- 1231)

“Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados.”


Su Vida

Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: “Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?”. Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban: “Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros”.

Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desampardos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: “Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?”

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: “¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”. Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.

Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó este inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.

El pueblo la llamaba “la mamacita buena”

Uno sacerdotes de aquella época escribió: “Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada”. Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes.

El mismo emperador Federico II afirmó: “La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura”.

Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.

El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: “¿Señora, Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?”. Y ella sonriente le dijo: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”. El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte. Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Una Historia

No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapidando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis, quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.

– Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena. Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:

– ¿Qué llevas en la falda?

– Nada…, son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.

Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.

Oración

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Isabel_de_Hungría.htm)

16 noviembre, 2016

Santa Margarita de Escocia


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¡Oh!, Santa Margarita de Escocia; sois vos, la hija del Dios
de la vida y su amada santa, y, que, desde siempre supisteis
que el amor a Dios, no es simplemente decir: “yo amo a Dios
y punto”; sino, “viva” hacerla en cada prójimo, en cada pobre
y en cada desvalido; porque, sabíais, -como lo sabe todo el
mundo-, pero no lo lleva a cabo-, que, en cada uno mora el Dios
Trino de la Vida: Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo.
Visitabais y consolabais a los enfermos, limpiando sus heridas
y besando sus llagas. Ayudabais a familias pobres y numerosas;
socorríais a los indigentes con vuestros bienes y los del palacio,
hasta vuestras joyas vender. Además, leíais a diario los Libros
Santos, los meditabais y os esforzabais por imitar a Jesús,
sacando de ellos la luz y fuerza. Vuestro libro de rezos, recuperado
fue sin sufrir daño, del lecho del río donde cayó, se conserva
hasta hoy en la biblioteca bodleiana de Oxford. También os
ocupasteis en restaurar iglesias y levantar templos, entre ellos,
la edificación de la abadía de Dunferline. Eliminasteis del reino
los abusos en materia religiosa y os esforzasteis en poner fin a
las supersticiones. A la pérdida de vuestro esposo e hijo, en
batalla, dijisteis: “Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme
tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados”. Vuestros
compatriotas, tienen hoy, el orgullo, de haber tenido, en vida una
mujer muy virtuosa que, dejando de lado su condición de reina,
prevalecer hizo, la de ser una cristiana convicta y confesa, y,
que, con ello, muestras disteis de aquellos hombres, a los que Dios,
llamó “los pobres de espíritu”. Y, así, más tarde, no soportasteis
la codicia de Guillermo,” el usurpador”, además de vuestra
enfermedad que os llevó a la muerte en Edimburgo. Así, pues,
entregasteis vuestra alma a Dios, para, coronada ser, con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor, por imitar
en vuestra vida a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Santa
Patrona de Escocia, por la gracia del Dios de la vida. ¡Aleluya!
¡oh¡ Santa Margarita de Escocia, “viva imitación del Dios Vivo”.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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16 de Noviembre
Santa Margarita de Escocia
Reina


De estirpe regia y de santos. Por parte de padre emparenta con la realeza inglesa y por parte de madre con la de Hungría. Los santos son, por parte de padre, san Eduardo —llamado el “Confesor”— que era su bisabuelo y, por parte de madre, san Esteban, rey de Hungría.

Nació del matrimonio habido entre Eduardo y Agata, en Hungría, con fecha difícil de determinar. Su padre nunca llegó a reinar, porque al ser llamado por la nobleza inglesa para ello, resulta que el normando Guillermo el Conquistador invade sus tierras, se corona rey e impone el juramento de fidelidad; al poco tiempo murió Eduardo de muerte natural.

Pero esta situación fue la que hizo que Margarita llegara a ser reina de Escocia por casarse con el rey. Su madre había previsto y dispuesto que la familia regresara al continente al quedarse viuda tras la muerte de su esposo y, bien sea por necesidad de puerto a causa de tempestades, bien por la confianza en la buena acogida de la casa real escocesa, el caso es que atracaron en Escocia y allí se enamoró el rey Malcon III de Margarita y se casó con ella.

Es una mujer ejemplar en la corte y con la gente paño de lágrimas. Se la conoce delicada en el cumplimiento de sus obligaciones de esposa; esmerada en la educación de los hijos, les dedica todo el tiempo que cada uno necesita; sabe estar en el sitio que como a reina le corresponde en el trato con la nobleza y asume responsabilidades cristianas que le llenan el día. Señalan sus hagiógrafos las continuas preocupaciones por los más necesitados: visita y consuela enfermos llegando a limpiar sus heridas y a besar sus llagas; ayuda habitualmente a familias pobres y numerosas; socorre a los indigentes con bienes propios y de palacio hasta vender sus joyas. Lee a diario los Libros Santos, los medita y lo que es mejor ¡se esfuerza por cumplir las enseñanzas de Jesús! De ellos saca las luces y las fuerzas. De hecho, su libro de rezos, un precioso códice decorado con primor —milagrosamente recuperado sin sufrir daño del lecho del río en que cayó— se conserva en la biblioteca bodleiana de Oxford (Inglaterra).

También se ocupó de restaurar iglesias y levantar templos, destacando la edificación de la abadía de Dunferline.

Puso también empeño en eliminar del reino los abusos que se cometían en materia religiosa y se esforzó en poner fin a las abundantes supersticiones; para ello, convocó concilios con la intención de que los obispos determinaran el modo práctico de exponer todo y sólo lo que manda la Iglesia y las enseñanzas de los Padres.

“Gracias, Dios mío, porque me das paciencia para soportar tantas desgracias juntas”. Esta fue su frase cuando le comunicaron la muerte de su esposo y de su hijo Eduardo en una acción bélica. Fue cuando marcharon a recuperar el castillo de Aluwick, en Northumberland, del que se había apoderado el usurpador Guillermo. Ella soportaba en aquellos momentos la larga y penosísima enfermedad que le llevó a la muerte el año 1093, en Edimburgo.

Es la reina Margarita la patrona de Escocia, canonizada por el papa Inociencio IV en el año 1250. Pero no pueden venerarse sus reliquias por desconocerse el lugar donde reposan. Por la manía que tenían los antiguos de desarmar los esqueletos de los santos, su cráneo —que perteneció a María Estuardo— se perdió con la Revolución francesa, porque lo tenían los jesuitas en Douai y, desde luego, no salieron muy bien parados sus bienes. El cuerpo tampoco se pudo encontrar cuando lo pidió Gelliers, arzobispo de Edimburgo, a Pío XI, aunque se sabe que se trasladó a España por empeño de Felipe II quien mandó tallar un sepulcro en El Escorial para los restos de Margarita y de su esposo.

Aunque les duela esa carencia de reliquias a los escoceses, tienen sin embargo el orgullo de disfrutar en su historia de las grandes virtudes de una mujer que supo primar su condición cristiana a su condición de reina. O mejor, que ser reina no fue dificultad para vivir hasta lo más hondo su responsabilidad de cristiana. O aún más, supo desde la posición más alta ser testigo de Cristo. Y eso es mucho en cualquier momento de la Historia. ¿No será la gente como ella los que se llaman pobres de espíritu?

Fuente: Archidiócesis de Madrid

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/32053/margarita-de-escocia-santa.html)

15 noviembre, 2016

San Alberto Magno

 
 
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¡Oh!, San Alberto Magno; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, siendo además el hombre
más sabio y amoroso de vuestro tiempo, porque, vuestra
cerviz reclinasteis ante Nuestra Señora, pidiéndole
sabiduría, y, ella, os fue en el mismo acto concedida
de manera maravillosa, y María misma os dijo: “Alberto,
¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí
que soy “Trono de la Sabiduría?”. Y, así lo hicisteis
y, ya con ella, en vuestro corazón, la compartisteis
con el mundo de vuestro tiempo, y, en blanco y negro
plasmasteis el saber todo de Dios, en temas de Teología,
Filosofía, Geografía, Química, Astronomía y muchos
otros saberes más. No en vano, llamado erais “El Magno”,
“el grande” y el “Doctor Universal”, porque, de todo
sabíais, cuando erais consultado. Vos, que habiendo
sido de familia pudiente, y de alta alcurnia, Alemania
toda la recorristeis, predicando y viajando de limosna y,
además, hospedándoos como un simple limosnero, con el
sólo afán, de aumentar vuestra humildad. Y, así, un día,
os llegó la hora de “descansar” mientras charlabais
con vuestros religiosos y entregar vuestra alma a Dios
para coronada ser con corona de luz y de gloria como
justo premio a vuestra entrega inmensa de amor, pues,
toda vuestra santa vida, llevar fue, a todas las almas
hacia Dios, pues, es Él, “Vida verdadera y caridad”;
¡oh!, San Alberto Magno; “vivo amor del Dios de la Vida”.


© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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15 de Noviembre
San Alberto Magno
Doctor de la Iglesia
Año 1280

La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien. El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse.
(S. Biblia. Proverbios).


Alberto significa: “de buena familia” (Al = familia. Bert = buena). Ya en su tiempo la gente lo llamaba “El Magno”, el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también “El Doctor Universal” porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La gente decía “Sabe todo lo que se puede saber” y le daba el título de “milagro de la época”, “maravilla de conocimientos” y otros más. Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.

Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.

Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: “Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?”.

Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías”. Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: “Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima”. Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.

En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).

Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente. Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.

Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.

El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Alberto_Magno.htm)

14 noviembre, 2016

San Rufo


 

 ¡Oh!, San Rufo, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, y que, considerado como el primero
al frente de la comunidad cristiana de Aviñón, a la que
tanto amabais, fuisteis su Primer obispo. Sólo, Dios y vos,
sabéis, si fuisteis hijo de San Simón “el Cireneo”, y
que, en compañía de Santa María Magdalena, San Lázaro
de Betania y sus hermanas, a Marsella llegasteis, donde
con mucho amor el evangelio predicasteis. Después
fundasteis la diócesis de Tortosa, regresando a Francia,
y fuisteis elegido primer obispo de Aviñón. Y, así, vos,
un día, habiendo gastado vuestra santa vida, en favor
de Cristo Jesús Dios y Señor Nuestro, entregasteis vuestra
alma a Dios, quien os coronó, con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega de amor, fe y esperanza.
¡Al fin y al cabo, os canto, porque sois santo maravilloso!
¡Oh!, San Rufo de Aviñón, “vivo, con Cristo en el corazón”.


 © 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Noviembre 14
San Rufo de Aviñón
Obispo

Martirologio Romano: En Aviñón, de la Provenza, san Rufo, considerado como el primero que estuvo al frente de la comunidad cristiana de esta ciudad. c. 200.

Primer obispo de Aviñón. Su existencia es cierta pero las biografías que se han escrito sobre él no tienen valor histórico, ya que se dice que era hijo de san Simón el Cireneo, y que expulsado de Palestina, desembarcó en Marsella con santa María Magdalena, san Lázaro de Betania y sus hermanas. Predicó el evangelio en Aviñón.

Después habría fundado la diócesis de Tortosa, regresando a Francia, donde en el año 70 habría sido elegido primer obispo de Aviñón


(http://vidas-santas.blogspot.com/2013/11/san-rufo-de-avinon-obispo.html)