19 noviembre, 2016

San Andrés Avelino

 
 
 ¡Oh!, San Andrés Avelino; vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, y, porque así, lo quiso
Dios, y el mismo letrado, que, al leer en el Libro
Santo, la frase: “La boca que miente, mata el alma”,
fue suficiente argumento, para todo abandonarlo. Y,
así, supisteis que, volveríais jamás a ser como antes
y por ello, os entregasteis con amor, fe y pasión, a
abrazar la Cruz de Cristo, atrás dejando fama, posición
y dinero, para el uniforme de sacerdote vestir y
con él, deslumbrar a propios y extraños, usando
vuestra palabra, por donde fuisteis, maravillas y
milagros haciendo. Acudieron grandes multitudes a
visitaros en vuestro ataúd, y durante setentaidos
horas vuestros cadáver echó sangre cada vez que le
hicieron alguna pequeña herida y ella, la recogieron
en frascos, y cuatro años después empezó a hervir,
en el aniversario de vuestra muerte. Había dicho
Nuestro Señor Jesucristo: “Quien renuncie a algo
importante por amor a mí, recibirá cien veces más”.
Y, claro, vos, lo recibisteis, y hoy, gozáis de las
alegrías del cielo eterno, coronado todo, de luz,
como premio justo, a vuestra entrega gran amor y fe;
¡oh! San Andrés Avelino; “vivo amor y renuncia”.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Noviembre
San Andrés Avelino
Año 1608


Que Dios que es tan bueno y tan generoso, nos envíe muchos predicadores que como San Andrés Avelino conviertan a los pecadores que asistan a sus sermones.

Quien renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá cien veces más (Jesucristo).


El hecho más conocido de este santo es que siendo un abogado de fama, un día en un pleito dijo una mentira, pero luego leyó en la S. Biblia la frase que dice: “La boca que miente, mata el alma”, y se asustó tanto que dejó la abogacía y se dedicó al sacerdocio, a predicar y salvar almas.

San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.

San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán, y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.

Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos. En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.

En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores, y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones. San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608, y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.

Acudieron grandes multitudes a visitarlo en su ataúd, y durante 72 horas su cadáver echó sangre cada vez que le hicieron alguna pequeña cortada. Esa sangre la recogieron en frascos, y cuatro años después empezó a hervir, en el aniversario e su muerte.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Andrés_Avelino.htm)

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