10 noviembre, 2020

San León Magno, Papa

 

San León Magno. Papa y Doctor de la Iglesia

 ¡Oh!, San León Magno; vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo y aquél que, se entregó íntegro al
servicio del Dios Vivo, tanto que, las huestes del mal
por doquier aparecieron para atacar y destruir la cristiana
doctrina de Cristo, Señor y Dios Nuestro. Pero, vos, fiel
a vuestras convicciones, con todas acabasteis, una a una,
tanto que, hasta el cruel Atila, huyó de vos. Con vuestras
obras de amor y fe; y la santidad llevando como coraza
a los hombres exhortabais en aquellas bellas navideñas
noches con esta viva reflexión: “Reconoce oh, cristiano tu
dignidad, El Hijo de Dios, se vino del cielo, por salvar tu
alma”. Y, la gente maravillada os escuchaba. Vuestro papado
muestras dio de poseer grandes cualidades para ese santo
oficio, predicando todo el tiempo y prueba de ello,
se conservan hasta hoy, noventa y seis bellísimos sermones.
A los que estaban lejos, los instruíais por medio de cartas,
llenas de Dios y de su inagotable Amor. Vuestra fama de sabio,
muy grande era, tanto que, en el Concilio de Calcedonia,
vuestros enviados leyeron la carta que vos, enviasteis
y los seiscientos obispos, os ovacionaron, y de pie exclamaron:
“San Pedro ha hablado por boca de León”. Y, después de Atila,
otro vil enemigo surgió: ¡Genserico!, jefe de los vándalos,
que saqueó Roma, pero, no logró incendiarla. Así, pues,
y durante los veintiún años que vuestro pastoreo duró, tanto
a enemigos internos como a los externos los enfrentasteis,
incluidos los que osaron destruir Roma y aquellos, que con sus
herejías engatuzar a los católicos deseaban. Y, así, y, luego
de haber gastado vuestra santa vida en buena lid, voló vuestra
alma al cielo, para coronada ser con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega increíble de gran amor y sabiduría;
¡Oh!, San León Magno; “viva santidad y Amor del Dios Vivo”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Noviembre
San León Magno
Pontífice
Año 461

Bendito sea Dios que ha enviado a su Santa Iglesia, jefes tan santos y tan sabios. Que no deje nunca el Señor de enviarnos pastores como San León Magno.

Lo llaman “Magno”, porque fue grande en obras y en santidad. Es el Pontífice más importante de su siglo. Tuvo que luchar fuertemente contra dos clases de enemigos: los externos que querían invadir y destruir a Roma, y los internos que trataban de engañar a los católicos con errores y herejías.

Nació en Toscana, Italia; recibió una esmerada educación y hablaba muy correctamente el idioma nacional que era el latín. Llegó a ser Secretario del Papa San Celestino, y de Sixto III, y fue enviado por éste como embajador a Francia a tratar de evitar una guerra civil que iba a estallar por la pelea entre dos generales. Estando por allá le llegó la noticia de que había sido nombrado Sumo Pontífice, el año 440.

Desde el principio de su pontificado dio muestra de poseer grandes cualidades para ese oficio. Predicaba al pueblo en todas las fiestas y de él se conservan 96 sermones, que son verdaderas joyas de doctrina. A los que estaban lejos los instruía por medio de cartas. Se conservan 144 cartas escritas por San León Magno.

Su fama de sabio era tan grande que cuando en el Concilio de Calcedonia los enviados del Papa leyeron la carta que enviaba San León Magno, los 600 obispos se pusieron de pie y exclamaron: “San Pedro ha hablado por boca de León”.

En el año 452 llegó el terrorífico guerrero Atila, capitaneando a los feroces Hunos, de los cuales se decía que donde sus caballos pisaban no volvía a nacer la yerba. El Papa San León salió a su encuentro y logró que no entrara en Roma y que volviera a su tierra, de Hungría.

En el año 455 llegó otro enemigo feroz, Genserico, jefe de los vándalos. Con este no logró San León que no entrara en Roma a saquearla, pero sí obtuvo que no incendiara la ciudad ni matara a sus habitantes. Roma quedó más empobrecida pero se volvió más espiritual.

San León tuvo que enfrentarse en los 21 años de su pontificado a tremendos enemigos externos que trataron de destruir la ciudad de Roma, y a peligrosos enemigos interiores que con sus herejías querían engañar a los católicos. Pero su inmensa confianza en Dios lo hizo salir triunfante de tan grandes peligros. Las gentes de Roma sentían por él una gran veneración, y desde entonces los obispos de todos los países empezaron a considerar que el Papa era el obispo más importante del mundo.

Una frase suya de un sermón de Navidad se ha hecho famosa. Dice así: “Reconoce oh cristiano tu dignidad, El Hijo de Dios se vino del cielo por salvar tu alma”. Murió el 10 de noviembre del año 461.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/León_Magno.htm)

08 noviembre, 2020

Domingo XXXII (A) del tiempo ordinario

 EvangeliodelDía | Parábola de las vírgenes prudentes | La Pampa Día x Día

Domingo XXXII (A) del tiempo ordinarioTexto del Evangelio (Mt 25,1-13): En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio. Cinco de ellas eran necias, y cinco prudentes. Las necias, en efecto, al tomar sus lámparas, no se proveyeron de aceite; las prudentes, en cambio, junto con sus lámparas tomaron aceite en las alcuzas. Como el novio tardara, se adormilaron todas y se durmieron.

»Mas a media noche se oyó un grito: ‘¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!’. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron y arreglaron sus lámparas. Y las necias dijeron a las prudentes: ‘Dadnos de vuestro aceite, que nuestras lámparas se apagan’. Pero las prudentes replicaron: ‘No, no sea que no alcance para nosotras y para vosotras; es mejor que vayáis donde los vendedores y os lo compréis’. Mientras iban a comprarlo, llegó el novio, y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de boda, y se cerró la puerta.

»Más tarde llegaron las otras vírgenes diciendo: ‘¡Señor, señor, ábrenos!’. Pero él respondió: ‘En verdad os digo que no os conozco’. Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora».

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«¡Ya está aquí el novio! ¡Salid a su encuentro!» Rev. P. Anastasio URQUIZA Fernández MCIU (Monterrey, México)

Hoy, se nos invita a reflexionar sobre el fin de la existencia; se trata de una advertencia del Buen Dios acerca de nuestro fin último; no juguemos, pues, con la vida. «El Reino de los Cielos será semejante a diez vírgenes, que, con su lámpara en la mano, salieron al encuentro del novio» (Mt 25,1). El final de cada persona dependerá del camino que se escoja; la muerte es consecuencia de la vida -prudente o necia- que se ha llevado en este mundo. Muchachas necias son las que han escuchado el mensaje de Jesús, pero no lo han llevado a la práctica. Muchachas prudentes son las que lo han traducido en su vida, por eso entran al banquete del Reino.

La parábola es una llamada de atención muy seria. «Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora» (Mt 25,13). No dejen que nunca se apague la lámpara de la fe, porque cualquier momento puede ser el último. El Reino está ya aquí. Enciendan las lámparas con el aceite de la fe, de la fraternidad y de la caridad mutua. Nuestros corazones, llenos de luz, nos permitirán vivir la auténtica alegría aquí y ahora. Los que viven a nuestro alrededor se verán también iluminados y conocerán el gozo de la presencia del Novio esperado. Jesús nos pide que nunca nos falte ese aceite en nuestras lámparas.

Por eso, cuando el Concilio Vaticano II, que escoge en la Biblia las imágenes de la Iglesia, se refiere a esta comparación del novio y la novia, y pronuncia estas palabras: «La Iglesia es también descrita como esposa inmaculada del Cordero inmaculado, a la que Cristo amó y se entregó por ella para santificarla, la unió consigo en pacto indisoluble e incesantemente la alimenta y la cuida. A ella, libre de toda mancha, la quiso unida a sí y sumisa por el amor y la fidelidad».

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2020-11-08)

07 noviembre, 2020

San Ernesto de Zwiefalten

San Ernesto, Abad y Mártir

¡Oh!, San Ernesto, vos, sois el hijo del Dios de la Vida, su Abad,
mártir y amado santo, y que, honor hicisteis al significado
de vuestro nombre, que significa: “fuerte en el combate”.
Vivisteis en la Cruzada Primera, con profunda fe y entrega.
Y, en vuestra juventud, monje en la abadía de Zwiefalten
fuisteis y, más tarde os eligieron abad, para dirigir
de manera espiritual y humana, a los sesenta y dos monjes
que teníais. Y, cuando os tocó despediros para la Cruzada,
de vuestros amados les dijisteis: “Creo que no volveré a veros
en esta tierra, pues Dios me concederá que vierta mi sangre
por él. Poco importa la muerte que me reserva, si me
permite sufrir por el amor de Cristo”. ¡Y, así, fue! Pues
no se supo nunca, cómo y dónde moristeis. Pero, si se sabe,
que vos, entregasteis el alma al Padre, para coronada
ser, con corona de luz eterna como muy justo premio
a vuestra entrega grande e increíble de amor y fe. !Aleluya!
¡oh!, San Ernesto, “vivo y fuerte combatiente de Jesucristo”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Noviembre
San Ernesto de Zwiefalten
Abad

Etimológicamente significa “fuerte en el combate”. Viene de la lengua alemana. El joven Ernesto, muerto en el año 1147, vivió de lleno en la época de la primera cruzada (1099). Fue ella la que permitió abrir nuevos caminos para los Lugares santos a todos los peregrinos.

Y además, permitió la fundación de cuatro pequeños estados cristianos en tierras del Islám: Jerusalén, Antioquía, Edesa y Trípoli. Sin embargo, desde 1144, la caída de Edesa mostró que los musulmanes podían volver a coger lo que los franceses les habían arrebatado anteriormente, incluida Jerusalén.

Esto dio lugar a la segunda cruzada (1147-1149). Se sabe por la historia que fue un desatino. De los 200.000 hombres y mujeres que partieron para el Oriente, volvieron sólo algunos miles.

Ernesto de Steisslingen fue uno de ellos. En su juventud entró de monje en la abadía de Zwiefalten, que da al bello lago de Constanza. Lo eligieron abad durante cinco años para dirigir humana y espiritualmente a los sesenta y dos monjes que la habitaban. Al término de su mandato, se marchó de nuevo a la cruzada con el ejército alemán, comandado por el emperador Conrado III.

Cuando se despidió de sus hermanos religiosos, les dijo: “Creo que no volveré a veros en esta tierra, pues Dios me concederá que vierta mi sangre por él. Poco importa la muerte que me reserva, si me permite sufrir por el amor de Cristo”.

Sus predicciones se cumplieron. Y desde entonces no se supo nunca cómo y dónde murió.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=13741)

06 noviembre, 2020

San Leonardo de Noblac, Patrono de los presos y de las mujeres parturientas

 

Santo del día | 6 de noviembre: San Leonardo de Noblac

 ¡Oh!, San Leonardo de Noblac, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y uno de los más populares
de Europa. Se erigieron cerca de seiscientas iglesias
 y capillas en vuestro honor y despertasteis una devoción
increíble en tiempos de las cruzadas: entre vuestros
devotos se cuenta que, el príncipe Boemundo de Antioquía,
hecho prisionero por los infieles, os atribuyó su liberación
donando a “Saint-Léonard-de-Noblac”, unas cadenas de plata
similares a las que vos habíais llevado durante vuestro
cautiverio. Cuando erais joven, no quisisteis seguir
la carrera de las armas y preferisteis poneros al servicio
de San Remigio, obispo de Reims. Él, quiso concederos
la dignidad episcopal, pero vos, no aspirabais a glorias
humanas y os retirasteis a San Maximino, en Micy, y, luego
al bosque de Pavum, cerca a Limoges. Un día, Clodoveo,
salió de cacería junto con todo su séquito, reina incluida
a quien le vinieron los dolores del parto y, vos, en mucho
ayudasteis con vuestras oraciones y cuidados, con resultados
maravillosos. Así, el rey, hizo con vos, un pacto especial:
el rey os obsequiaría para construir un monasterio todo
el territorio que pudierais recorrer a lomo de un burro.
Y, así, lo hicisteis, tanto que, surgió alrededor del oratorio
de María Santísima, una nueva ciudad. Vos, gastasteis vuestra
vida, en buena lid y, cumplida vuestra tarea, voló al cielo
vuestra alma para coronada ser con corona de luz como premio
a vuestra increíble entrega de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
Santo Patrono de los prisioneros y las parturientas de la tierra;
¡Oh!, San Leonardo de Noblac, “vivo Amor por el Dios Vivo".

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Noviembre
San Leonardo de Noblac
Abad

Es uno de los santos más populares de Europa central. En efecto; dice un estudioso que en su honor se erigieron no menos de seiscientas iglesias y capillas, y su nombre aparece frecuentemente en la toponomástica y en el folclor. El mismo estudioso añade que él «despertó una devoción particular en tiempos de las cruzadas, y entre los devotos se cuenta el príncipe Boemundo de Antioquía que, hecho prisionero por los infieles en 1100, atribuyó su liberación en 1103 al santo, y, de regreso a Europa, donó al santuario de Saint-Léonard-de-Noblac, como ex voto, unas cadenas de plata parecidas a las que él había llevado durante su cautiverio». San Leonardo de Noblac (o de Limoges) es un santo «descubierto» a principios del siglo XI, y a ese período remontan las primeras biografías, que después inspiraron el culto hacia él.

Leonardo nació en Galia en tiempos del emperador Anastasio, es decir, entre el 491 y el 518. Como sus padres, a más de nobles, eran amigos de Clodoveo, el gran jefe de los Francos, éste quiso servir de padrino en el bautismo del niño. Cuando ya era joven, Leonardo no quiso seguir la carrera de las armas y prefirió ponerse al servicio de San Remigio, que era obispo de Reims.

Como San Remigio, sirviéndose de la amistad con el rey, había obtenido el privilegio de poder conceder la libertad a todos los prisioneros que encontrara, también Leonardo pidió y obtuvo un poder semejante, que ejerció muchas veces. El rey quiso concederle algo más: la dignidad episcopal. Pero Leonardo, que no aspiraba a glorias humanas, prefirió retirarse primero a San Maximino en Micy, y después a un lugar cercano a Limoges, en el centro de un bosque llamado Pavum.

Un día su soledad se vio interrumpida por la llegada de Clodoveo que iba a cacería junto con todo su séquito. Con el rey iba también la reina, a quien precisamente en ese momento le vinieron los dolores del parto. Las oraciones y los cuidados de San Leonardo hicieron que el parto saliera muy bien, y entonces el rey hizo con el santo un pacto muy particular: le obsequiaría, para construir un monasterio, todo el territorio que pudiera recorrer a lomo de un burro. Alrededor del oratorio en honor de María Santísima habría surgido una nueva ciudad.

(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=13740)

05 noviembre, 2020

San Zacarías y Santa Isabel, Padres de San Juan Bautista

 

Hoy es la fiesta de San Zacarías y Santa Isabel, padres de Juan Bautista

“Ambos eran justos a los ojos de Dios y seguían en forma irreprochable todos los mandamientos y preceptos del Señor”, dice el Evangelio (Lc. 1,6) sobre San Zacarías y Santa Isabel -padres de San Juan Bautista y tíos de Jesús-, cuya fiesta litúrgica se celebra cada 5 de noviembre.

Tal como describe San Lucas, Zacarías pertenecía a la clase sacerdotal de Abdías, mientras Isabel era descendiente de Aarón. Ambos eran de edad avanzada y no habían podido tener hijos porque Isabel era estéril.

Cierto día, a Zacarías le tocó ingresar al “Santuario del Señor” para ofrecer la oración. De pronto, un ángel se le apareció y le dijo que su esposa le daría un hijo al que llamarían Juan. “Precederá al Señor con el espíritu y el poder de Elías, para reconciliar a los padres con sus hijos y atraer a los rebeldes a la sabiduría de los justos, preparando así al Señor un Pueblo bien dispuesto”, le dijo el ángel a Zacarías. Este preguntó al ángel cómo podía estar seguro de lo que decía, si él y su esposa ya eran ancianos. A lo que el ángel contestó “Yo soy Gabriel, el que está delante de Dios”, y que había sido enviado para anunciar esta buena noticia. Luego, sentenció “quedarás mudo por no haber creído”.

Así, Isabel quedaría embarazada. De manera que la que habían llamado estéril, eahora exultaba de gozo y gratitud a Dios: “Esto es lo que el Señor ha hecho por mí, cuando decidió librarme de lo que me avergonzaba ante los hombres”.

Después de que el ángel Gabriel se le apareció a la Virgen María, esta fue a casa de su prima Isabel para ayudarla. Isabel, al verla, exclamó: “¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo, para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor”.

Cuando Juan nació, todos se alegraron en casa de Zacarías por la acción misericordiosa de Dios. El día de la circuncisión de Juan, los familiares de Zacarías pidieron que el recién nacido se llame como su padre, de acuerdo a la costumbre. Sin embargo, Isabel se opuso y dijo que se llamaría Juan, de acuerdo a lo escrito por Zacarías en una tablilla. Una vez hecho esto, Zacarías recuperó el habla al instante y pronunció su célebre cántico -incorporado por la tradición de la Iglesia en la Liturgia de las Horas (Laudes u oración de la mañana)-:

“Cántico de Zacarías” (Benedictus)
Lucas 1,68-79

Bendito sea el Señor, Dios de Israel,
porque ha visitado y redimido a su pueblo,
suscitándonos una fuerza de salvación
en la casa de David, su siervo,
según lo había predicho desde antiguo
por la boca de sus santos profetas.

Es la salvación que nos libra de nuestros enemigos
y de la mano de todos los que nos odian;
realizando su misericordia
que tuvo con nuestros padres,
recordando su santa alianza
y el juramento que juró a nuestro padre Abrahán.

Para concedernos que, libres de temor,
arrancados de la mano de los enemigos,
le sirvamos con santidad y justicia,
en su presencia, todos nuestros días
.

Y a ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo,
porque irás delante del Señor
a preparar sus caminos,
anunciando a su pueblo la salvación,
el perdón de los pecados.

Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra
de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-fiesta-de-san-zacarias-y-santa-isabel-padres-de-juan-bautista-y-tios-de-jesus-14881)

04 noviembre, 2020

San Carlos Borromeo

 

 Biografía de San Carlos Borromeo - ACI Prensa

 ¡Oh!, San CarlosBorromeo; vos, sois vos, el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, que, a la práctica llevasteis
aquello que Jesús había dicho: “Quien ahorra su vida, la
pierde, pero el que gasta su vida por Mí, la ganará”. Y, la
verdad, que, así lo hicisteis y la ganasteis, porque, cada
segundo de la vuestra, por el Dios eterno la disteis, con
prudencia actuando y, honor dando al significado de vuestro
nombre: “Hombre prudente”, pues en cada cosa que hicisteis
dejasteis vuestro sello, porque sois uno de los santos
más dados a la Iglesia y, sobre todo a vuestro pueblo,
que os recuerda hasta hoy. Vuestra vida la gastasteis por
nuestra religión, a la que amabais de manera ejemplar. A los
necesitados y pobres ayudabais constantemente, muchas almas
salvasteis y os disteis tiempo para formar y seminarios
fundar. Todo ello, gracias a las reformas del Concilio
de Trento, imponiendo disciplina al clero y a los religiosos,
sin preocuparos de aquellos que, a sus privilegios renunciar
no querían. Vuestro escudo un lema de una sola palabra tenía:
“Humilitas”: ¡humildad!. Vos, siendo noble y muy rico, os
privabais de todo y vivíais en contacto con el pueblo para
sus necesidades y confidencias ecuchar, pues os llamaban
“padre de los pobres”. Y, lo fuisteis en el sentido pleno
de la palabra. Quizás por ello, atentaron contra vuestra vida
mientras en vuestra capilla rezabais y, luego en el acto
mismmo de aquél crimen, perdonasteis a vuestro agresor. Así,
erais, imitación pura y santa de vuestro Maestro: ¡Cristo!
Y, joven aún, vuestra alma, por designios de Dios, voló al
cielo, para premiaros con corona eterna de luz, como justo
premio a vuestra entrega entera de amor y, así, os puso, al
lado de vuestros amigos de toda la vida: San Pío V, San
Francisco de Borja, San Felipe Neri, San Félix de Cantalicio
y San Andrés Avelino. Patrono de los catequistas y seminaristas
¡Oh!, San Carlos Borromeo, “vivo amor, Cruz, Pan, Cáliz y Luz”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Noviembre
San Carlos Borromeo
Cardenal Arzobispo de Milán

Por: P. Ángel Amo
Fuente: Catholic.net

Martirologio Romano: Memoria de san Carlos Borromeo, obispo, que nombrado cardenal por su tío materno, el papa Pío IV, y elegido obispo de Milán, fue en esta sede un verdadero pastor fiel, preocupado por las necesidades de la Iglesia de su tiempo, y para la formación del clero convocó sínodos y erigió seminarios, visitó muchas veces toda su diócesis con el fin de fomentar las costumbres cristianas y dio muchas normas para bien de los fieles. Pasó a la patria celeste en la fecha de ayer (1584)

Etimología: Carlos = Prudente y dotado de noble inteligencia, es de origen germánico

La gigantesca estatua que sus conciudadanos le dedicaron en Arona, sobre el Lago Mayor en el norte de Italia, expresa muy bien la gran estatura humana y espiritual de este santo activo, bienhechor y comprometido en todos los campos del apostolado cristiano.

Había nacido en 1538. Sobrino del Papa Pío IV, fue creado cardenal diácono cuando sólo tenía 21 años. El mismo Papa lo nombró secretario de Estado, siendo el primero que desempeñó este cargo en el sentido moderno. Aún permaneciendo en Roma para dirigir los asuntos, tuvo el privilegio de poder administrar desde lejos la arquidiócesis de Milán.

Cuando murió su hermano mayor, renunció definitivamente al título de conde y a la sucesión, y prefirió ser ordenado sacerdote y obispo a los 24 años de edad. Dos años después, muerto el Papa Pío IV, Carlos Borromeo dejó definitivamente Roma y fue recibido triunfalmente en la sede episcopal de Milán, en donde permaneció hasta la muerte, cuando tenía sólo 46 años.

En una diócesis que reunía a los pueblos de Lombardía, Venecia, Suiza, Piamonte y Liguria, Carlos estaba presente en todas partes. Su escudo llevaba un lema de una sola palabra: “Humilitas”, humildad. No era una simple curiosidad heráldica, sino una elección precisa: él, noble y riquisimo, se privaba de todo y vivía en contacto con el pueblo para escuchar sus necesidades y confidencias. Fue llamado “padre de los pobres”, y lo fue en el pleno sentido de la palabra. Empleó todos sus bienes en la construcción de hospitales, hospicios y casas de formación para el clero.

Se comprometió en llevar adelante las reformas sugeridas por el concilio de Trento, del que fue uno de los principales actores. Animado por un sincero espíritu de reforma, impuso una rígida disciplina al clero y a los religiosos, sin preocuparse por las hostilidades que se iban formando en los que no querían renunciar a ciertos privilegios que brindaba la vida eclesiástica y religiosa. Fue blanco de un atentado mientras rezaba en la capilla, pero salió ileso, perdonando generosamente a su atacante.

Durante la larga y terrible epidemia que estalló en 1576, viajó a todos los rincones de su diócesis. Empleó todas las energías y su caridad no conoció límites. Pero su robusta naturaleza tuvo que ceder ante el peso de tanta fatiga. Murió el 3 de noviembre de 1584. Fue canonizado en 1610 por el Papa Pablo V.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/31830/carlos-borromeo-santo.html)

 

 

03 noviembre, 2020

San Martín de Porres

 

Santo del día | 3 de noviembre: San Martín de Porres

 

¡Oh!, San Martín de Porres, vos, sois, el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo, y, aunque vuestro color
no fue del contento de aquella virreynal Lima, vos, el bien,
hicisteis más, que los “blancos” de aquella sociedad. Al
mundo llegasteis, y por que así lo quiso Dios, bautizado
fuisteis en la misma pila bautismal de otro santo como
vos: ¡Santa Rosa de Lima! Barbero, curandero y ayudante
de médico erais, pues, drenabais hinchazones y tumores
con destreza. Con vuestros conocimientos a los menesterosos
y pobres ayudabais. De labriegos, soldados, caballeros
y corregidores amigo y, siempre hecho caridad contínua,
como el mismo Cristo y Nuestra Señora, que envolvió
a propios y extraños, pues vuestra persona y nombre, respeto
imponía, tanto que, arreglabais matrimonios, dirimíais
contiendas, fallabais en pleitos y reconciliabais familias.
Al Virrey y al Arzobispo aconsejabais en asuntos referidos
a la administración y a la Iglesia. Muchas veces os vieron
en éxtasis, ante el santo Crucifijo, pues devoto fiel, erais
de la Santa Eucaristía, y, jamás en vida, faltasteis a ella.
Vuestro convento, la casa de vuestra hermana y el hospital,
de pobres lo llenasteis. Todos os buscaban curación pidiendo
y a todos, los sanabais con caseros remedios, la oración
y con el toque de vuestra mano. “La caridad tiene siempre las
puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura”. Así,
respondisteis alguna vez y en cada enfermo, veíais la figura
de vuestro Maestro, y se os partía el alma, y por ello, con
la ayuda de vuestro Arzobispo y la del Virrey, un asilo
fundasteis, donde los atendías, los curabais, y les enseñabais
la doctrina cristiana. Abristeis, las escuelas de Huérfanos
de “La Santa Cruz”, donde los niños conocían a Jesucristo.
Dios, os concedió infinidad de gracias, como en las que,
curando estuvisteis en distintos sitios y a distancia,
dotado del poder de “bilocación”. Os hacíais azotar, hasta
derramar sangre, al igual que el otro pobre de Asís. Erais,
de perros, mulos, ratones, gatos, amigo y sanador, pues
a todos ellos los curabais, y jamás nunca, límites pusisteis
al ejercicio de la caridad. Y, así, el día os llegó, y que, vos,
mismo anunciasteis la fecha en la que vuestra alma al
cielo partiría y, entonces, perdón pedisteis a los religiosos,
por vuestros “malos ejemplos” y os marchasteis de este mundo,
para coronado ser, con corona de luz, como justo premio
a vuestra entrega increíble y grande de amor y fe. ¡Aleluya!
¡Oh!, San Martín de Porres, “vivo Amor del Dios de la Vida y del Amor”.

© 2020 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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¡Oh! Martín

¡Oh, Martín!
¡Nadie como vos!
La paz de vuestra escoba
A perro, pericote y gato
En santas palomas los convirtieron
¡Pues Cristo lo puede todo!

Si aquellas criaturas
Dentro de sí supieron
Que la paz y el amor se dan
¿Cuánto más podrá el hombre
Si su corazón se abriera
Al Dios de la Vida?
¡Oh; Martín, “de la Paz y del Amor”.

© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Noviembre
San Martín de Porres
Religioso dominico

Oración

Virgen María y San Martín de Porres, ayúdenme este día a ser más servicial con las personas que me rodean y así crecer en la verdadera santidad.

El racismo, esa distinción que hacemos los hombres distinguiendo a nuestros semejantes por el color de la piel es algo tan sinsentido como distinguirlos por la estatura o por el volumen de la masa muscular. Y lo peor no es la distinción que está ahí sino que ésta lleve consigo una minusvaloración de las personas -necesariamente distintas- para el desempeño de oficios, trabajos, remuneraciones y estima en la sociedad. Un mulato hizo mayor bien que todos los blancos juntos a la sociedad limeña de la primera mitad del siglo XVII.

Fue hijo del ilustre hidalgo -hábito de Alcántara- don Juan de Porres, que estuvo breve tiempo en la ciudad de Lima. Bien se aprecia que los españoles allá no hicieron muchos feos a la población autóctona y confiemos que el Buen Dios haga rebaja al juzgar algunos aspectos morales cuando llegue el día del juicio, aunque en este caso sólo sea por haber sacado del mal mucho bien. Tuvo don Juan dos hijos, Martín y Juana, con la mulata Ana Vázquez. Martín nació mulato y con cuerpo de atleta el 9 de diciembre de 1579 y lo bautizaron, en la parroquia de San Sebastián, en la misma pila que Rosa de Lima.

La madre lo educó como pudo, más bien con estrecheces, porque los importantes trabajos de su padre le impedían atenderlo como debía. De hecho, reconoció a sus hijos sólo tardíamente; los llevó a Guayaquil, dejando a su madre acomodada en Lima, con buena familia, y les puso maestro particular.

Martín regresó a Lima, cuando a su padre lo nombraron gobernador de Panamá. Comenzó a familiarizarse con el bien retribuido oficio de barbero, que en aquella época era bastante más que sacar dientes, extraer muelas o hacer sangrías; también comprendía el oficio disponer de yerbas para hacer emplastos y poder curar dolores y neuralgias; además, era preciso un determinado uso del bisturí para abrir hinchazones y tumores. Martín supo hacerse un experto por pasar como ayudante de un excelente médico español. De ello comenzó a vivir y su trabajo le permitió ayudar de modo eficaz a los pobres que no podían pagarle. Por su barbería pasarán igual labriegos que soldados, irán a buscar alivio tanto caballeros como corregidores.

Pero lo que hace ejemplar a su vida no es sólo la repercusión social de un trabajo humanitario bien hecho. Más es el ejercicio heroico y continuado de la caridad que dimana del amor a Jesucristo, a Santa María. Como su persona y nombre imponía respeto, tuvo que intervenir en arreglos de matrimonios irregulares, en dirimir contiendas, fallar en pleitos y reconciliar familias. Con clarísimo criterio aconsejó en más de una ocasión al Virrey y al arzobispo en cuestiones delicadas.

Alguna vez, quienes espiaban sus costumbres por considerarlas extrañas, lo pudieron ver en éxtasis, elevado sobre el suelo, durante sus largas oraciones nocturnas ante el santo Cristo, despreciando la natural necesidad del sueño. Llamaba profundamente la atención su devoción permanente por la Eucaristía, donde está el verdadero Cristo, sin perdonarse la asistencia diaria a la Misa al rayar el alba.

Por el ejercicio de su trabajo y por su sensibilidad hacia la religión tuvo contacto con los monjes del convento dominico del Rosario donde pidió la admisión como donado, ocupando la ínfima escala entre los frailes. Allí vivían en extrema pobreza hasta el punto de tener que vender cuadros de algún valor artístico para sobrevivir. Pero a él no le asusta la pobreza, la ama. A pesar de tener en su celda un armario bien dotado de yerbas, vendas y el instrumental de su trabajo, sólo dispone de tablas y jergón como cama.

Llenó de pobres el convento, la casa de su hermana y el hospital. Todos le buscan porque les cura aplicando los remedios conocidos por su trabajo profesional; en otras ocasiones, se corren las voces de que la oración logró lo improbable y hay enfermos que consiguieron recuperar la salud sólo con el toque de su mano y de un modo instantáneo.

Revolvió la tranquila y ordenada vida de los buenos frailes, porque en alguna ocasión resolvió la necesidad de un pobre enfermo entrándolo en su misma celda y, al corregirlo alguno de los conventuales por motivos de clausura, se le ocurrió exponer en voz alta su pensamiento anteponiendo a la disciplina los motivos dimanantes de la caridad, porque “la caridad tiene siempre las puertas abiertas, y los enfermos no tienen clausura”.

Pero entendió que no era prudente dejar las cosas a la improvisación de momento. La vista de golfos y desatendidos le come el alma por ver la figura del Maestro en cada uno de ellos. ¡Hay que hacer algo! Con la ayuda del arzobispo y del Virrey funda un Asilo donde poder atenderles, curarles y enseñarles la doctrina cristiana, como hizo con los indios dedicados a cultivar la tierra en Limatambo. También los dineros de don Mateo Pastor y Francisca Vélez sirvieron para abrir las Escuelas de Huérfanos de Santa Cruz, donde los niños recibían atención y conocían a Jesucristo.

No se sabe cómo, pero varias veces estuvo curando en distintos sitios y a diversos enfermos al mismo tiempo, con una bilocación sobrenatural.

El contemplativo Porres recibía disciplinas hasta derramar sangre haciéndose azotar por el indio inca por sus muchos pecados. Como otro pobre de Asís, se mostró también amigo de perros cojos abandonados que curaba, de mulos dispuestos para el matadero y hasta lo vieron reñir a los ratones que se comían los lienzos de la sacristía. Se ve que no puso límite en la creación al ejercicio de la caridad y la transportó al orden cósmico.

Murió el día previsto para su muerte que había conocido con anticipación. Fue el 3 de noviembre de 1639 y causada por una simple fiebre; pidiendo perdón a los religiosos reunidos por sus malos ejemplos, se marchó. El Virrey, Conde de Chinchón, Feliciano de la Vega -arzobispo- y más personajes limeños se mezclaron con los incontables mulatos y con los indios pobres que recortaban tantos trozos de su hábito que hubo de cambiarse varias veces.

Lo canonizó en papa Juan XXIII en 1962.

Desde luego, está claro que la santidad no entiende de colores de piel; sólo hace falta querer sin límite.

¿Qué nos enseña su vida?

La vida de San Martín nos enseña:

A servir a los demás, a los necesitados. San Martín no se cansó de atender a los pobres y enfermos y lo hacía prontamente. Demos un buen servicio a los que nos rodean, en el momento que lo necesitan. Hagamos ese servicio por amor a Dios y viendo a Dios en las demás personas.

A ser humildes. San Martín fue una persona que vivió esta virtud. Siempre se preocupó por los demás antes que por él mismo. Veía las necesidades de los demás y no las propias. Se ponía en el último lugar.

A llevar una vida de oración profunda. La oración debe ser el cimiento de nuestra vida. Para poder servir a los demás y ser humildes, necesitamos de la oración. Debemos tener una relación intima con Dios

A ser sencillos. San Martín vivió la virtud de la sencillez. Vivió la vida de cara a Dios, sin complicaciones. Vivamos la vida con espíritu sencillo.

A tratar con amabilidad a los que nos rodean. Los detalles y el trato amable y cariñoso es muy importante en nuestra vida. Los demás se lo merecen por ser hijos amados por Dios.

A alcanzar la santidad en nuestra vidas. Por alcanzar esta santidad, luchemos…

A llevar una vida de penitencia por amor a Dios. Ofrezcamos sacrificios a Dios.

San Martín de Porres se distinguió por su humildad y espíritu de servicio, valores que en nuestra sociedad actual no se les considera importantes. Se les da mayor importancia a valores de tipo material que no alcanzan en el hombre la felicidad y paz de espíritu. La humildad y el espíritu de servicio producen en el hombre paz y felicidad.

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