23 agosto, 2023

San Felipe Benize, Propagador de la Orden de los Servitas

 

¡Oh!, San Felipe Benize; sois vos, el hijo del Dios de la
vida y su amado santo y, el mismo a quien la Reina del cielo
Santa María Virgen escogiera para propagarla . Sí, aquella
la de los «Servitas», o «Siervos de la Madre de Dios»,
famosa en vuestro tiempo y hoy, por el mundo extendida.
Por madre tomasteis a María Santa y, como “libro único”,
a Cristo Jesús Dios y Señor Nuestro, a quien “leísteis” fielmente
y “de palmo a palmo”. Al finalizar un intenso y largo
retiro espiritual, visitasteis los conventos de Alemania y Francia
para esparcir vuestra orden. Por vuestra sabiduría a todos
impresionasteis y con el «don de lenguas» convertisteis
a miles de pecadores y reconciliasteis a los cismáticos.
San Alejo, puso bajo vuestra dirección a su sobrina Santa
Juliana, quien fundó la tercera orden de las «Siervas
de María». También vos, os encargasteis de enviar
a los primeros misioneros servitas al oriente y, algunos
de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe
a Cristo. Al final de vuestra piadosa e ilustre vida, decidisteis
retiraros a vivir al más pobre y humilde convento
de vuestra orden, donde pasasteis vuestros últimos
días, orando y postrado ante la imagen de vuestra amada
“Madre”, Santa María, hasta el día en que, voló
vuestra alma al cielo para coronada ser con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, San Felipe Benize, “vivo siervo de la Madre del Dios Vivo».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Agosto
San Felipe Benizi
Sacerdote Servita

Martirologio Romano: En Todi, de la Umbría, san Felipe Benizi, presbítero de Florencia, varón de gran humildad y propagador de la Orden de los Siervos de María, que consideraba a Cristo crucificado su único libro (1285).

El hijo más ilustre y el más ardiente propagador de la congregación de los servitas en Italia, nació en el seno de una noble familia de Florencia el 15 de agosto de 1233. A los 13 años fue a vivir a París a estudiar medicina. De París pasó a Padua donde a los 19 años obtuvo el grado de doctor en medicina y filosofía, regresando a su ciudad natal y ejerciendo por un año su profesión. Durante ese tiempo, estudió las Sagradas Escrituras y, frecuentaba las iglesias de su ciudad natal, especialmente La Anunciata, que estaba a cargo de la Orden de los Servitas (siervos de María), así llamados por la gran devoción que tenían a nuestra Señora, que allí era particularmente reverenciada.

Una epístola de la semana de pascua refiere que uno de los discípulos y diácono de la primitiva comunidad de Jerusalén, llamado FeIipe, recibió de Dios el encargo de acercarse al carruaje del mayordomo de la reina de Etiopía e intentar convertirla a la fe católica. Dijo el Espíritu Santo: “Acércate y sube a este carro”.

Pues bien, estando Felipe Benicio, el l6 de abril de 1254, jueves de pascua, oyendo la misa conventual en la cercana ciudad de Fiésole, al proclamarse aquellas palabras: “Felipe, acércate y sube a este carro”, tomadas de los Hechos de los apóstoles, interpretó que iban dirigidas a él. Y después en su casa, orando, tuvo una visión en medio de un éxtasis: vio venir a su encuentro a la Virgen, Madre de Dios, quien mostrándole el hábito negro de los servitas, le sonrió diciéndole: “Felipe, acércate y sube a este carro”. Comprendió entonces que la reina del cielo lo invitaba a ponerse bajo su protección.

Ocultando su condición de noble y su profesión, Felipe pidió la admisión en Monte Senario y recibió de manos de San Bonfilio el hábito de los hermanos lego. Los superiores le ordenaron trabajar en el huerto, pedir limosna y algunas faenas duras y difíciles del campo. El santo se entregó por completo a dichas labores, orando incansablemente durante todas ellas. En 1258 fue enviado al convento de Siena, y durante el camino intervino en una polémica discusión sobre los dogmas de la fe, en la cual Felipe supo intervenir brillantemente aclarando y dando el verdadero sentido sobre lo dicho. Dos miembros de su congregación, que viajaban con él, dieron cuenta al prior general, quien al constatar la sabiduría del santo, lo ordenó sacerdote, y en 1262, fue nombrado maestro de novicios del convento de Siena, y Vicario asistente del prior general. En 1267, por voto unánime, el santo fue elegido prior general de la orden religiosa. Como primera labor, visitó todos los conventos de la orden que estaban en el norte de Italia invitando a las gentes a convertirse y someterse a la protección de la Virgen Madre. Luego, y al finalizar un intenso y largo retiro espiritual, San Felipe decidió visitar los conventos de Alemania y Francia.

En el Concilio de Lyon, San Felipe impresionó a todos por su sabiduría y don de las lenguas, don que fue utilizado por el santo para la conversión de los pecadores y reconciliación de los cismáticos de muchos lugares del mundo a donde iba a predicar el Evangelio; sin embargo, toda su fama no era suficiente para obtener la aprobación pontificia para la Orden de los Siervos de María.

En 1284, San Alejo puso bajo la dirección de San Felipe a su sobrina Santa Juliana, la cual fundó la tercera orden de las Siervas de María. El santo se encargó también de enviar a los primeros misioneros servitas al oriente, algunos de ellos, derramaron su sangre por mantenerse firmes en su fe a Cristo.

Cuando comprendió que se acercaba la hora de su muerte, en el año 1285, San Felipe decidió retirarse descansar al convento más sencillo y humilde de la orden religiosa, donde pasó sus últimos días, orando y postrado ante la imagen de la Virgen María. Falleció durante el ángelus vespertino, y en 1761 fue canonizado. Su fiesta fue extendida a toda la Iglesia occidental en 1694.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

22 agosto, 2023

Fiesta María Reina del cielo y de la tierra, unida para siempre a Cristo Rey

Santa Virgen María, Reina del universo. Fiesta


ORACIÓN

Dios todopoderoso, que nos has dado como Madre y como Reina a la Madre de tu Unigénito, concédenos que, protegidos por su intercesión, alcancemos la gloria de tus hijos en el reino de los cielos.Reina dignísima del mundo, María Virgen perpetua, intercede por nuestra paz y salud, tú que engendraste a Cristo Señor, Salvador de todos.

María Reina 

¡Oh! Santa María Reina,
os celebramos este día
en la octava de Vuestra Asunción
diciendo a los cuatro vientos
que un nexo existe
entre Vuestra realeza
y Vuestra partida a los cielos.
En el medievo os saludaban
como “Reina” a Vuestra Merced
Santa Madre de Dios
invocándoos así:
“Salve, Reina caelorum;
Reina caeli, laetare”.
Vuestro Hijo os ensalzó
como Reina universal,
para que Vos os asemejaseis a Él,
Señor de señores
Vencedor del Pecado y de la Muerte;
¡Oh! Santa María Reina, Santa Madre de nuestro Redentor.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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Santa Madre del Redentor

¡Oh!, Santa Madre del Redentor;
María Virgen Inmaculada
A la gloria celestial
Asunta en cuerpo y alma
Por Cristo ensalzada
Como Reina universal
Con justicia plena
A Vuestro Hijo semejante
¡Rey del universo!
¡Señor de señores!
¡Vencedor del pecado!
¡Vencedor de la muerte!
¡Y Dios de la Vida!
¡Oh!, Santa Madre del Redentor.

© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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22 de Agosto
Santa María Reina
Memoria Litúrgica

Por: Tere Fernandez del Castillo

Martirologio Romano: Memoria de la Bienaventurada Virgen María, Reina, que engendró al Hijo de Dios, Príncipe de la paz, cuyo reino no tendrá fin, y que es saludada por el pueblo cristiano como Reina del cielo y Madre de misericordia.

El 22 de agosto celebramos a la Santísima Virgen María como Reina. María es Reina por ser Madre de Jesús, Rey del Universo.

Un poco de historia

La fiesta de hoy fue instituida por el Papa Pío XII, en 1955 para venerar a María como Reina igual que se hace con su Hijo, Cristo Rey, al final del año litúrgico. A Ella le corresponde no sólo por naturaleza sino por mérito el título de Reina Madre.

María ha sido elevada sobre la gloria de todos los santos y coronada de estrellas por su divino Hijo. Está sentada junto a Él y es Reina y Señora del universo.

María fue elegida para ser Madre de Dios y ella, sin dudar un momento, aceptó con alegría. Por esta razón, alcanza tales alturas de gloria. Nadie se le puede comparar ni en virtud ni en méritos. A Ella le pertenece la corona del Cielo y de la Tierra.

María está sentada en el Cielo, coronada por toda la eternidad, en un trono junto a su Hijo. Tiene, entre todos los santos, el mayor poder de intercesión ante su Hijo por ser la que más cerca está de Él.

La Iglesia la proclama Señora y Reina de los ángeles y de los santos, de los patriarcas y de los profetas, de los apóstoles y de los mártires, de los confesores y de las vírgenes. Es Reina del Cielo y de la Tierra, gloriosa y digna Reina del Universo, a quien podemos invocar día y noche, no sólo con el dulce nombre de Madre, sino también con el de Reina, como la saludan en el cielo con alegría y amor los ángeles y todos los santos.

La realeza de María no es un dogma de fe, pero es una verdad del cristianismo. Esta fiesta se celebra, no para introducir novedad alguna, sino para que brille a los ojos del mundo una verdad capaz de traer remedio a sus males.

(https://www.es.catholic.net/op/articulos/34667/mara-reina-santa.html#modal)

21 agosto, 2023

San Pío X: «Instaurar todo en Cristo»

 

¡Oh!, San Pio X, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
su Pontífice y amado santo, que gobernasteis en tiempos
de profundos cambios, entre ellos, la Revolución Rusa
y la Primera Guerra Mundial. Cambios en los que supisteis
enrumbar a la Iglesia Católica, dentro de los cauces de
la fidelidad al Evangelio, para fortalecer los grandes
retos de los nuevos tiempos: «Instaurar todo en Cristo».
Vos, tomasteis posesión de la sede de San Pedro tras la
muerte del Papa León XIII, y os abocasteis a promover un
compromiso mayor de los fieles con la Eucaristía. Así
empezó vuestra reforma, de acuerdo con vuestro lema:
«Instaurar todo en Cristo». Transformar el mundo, cada
vez más alejado de Dios, y reconstruirlo sobre el más
seguro de los cimientos: ¡Cristo! Vos, en medio de las
dificultades erais siempre alegre, sensible e inteligente.
Vuestro deseo era amar a Dios y a los hermanos, y por
ello os planteasteis ser sacerdote. Más tarde Os nombraron
arcipreste de Salzano, donde  restaurasteis la iglesia
y ayudasteis a la ampliación y mantenimiento del hospital,
y trabajasteis para que los estudiantes de las escuelas
públicas pudieran recibir instrucción religiosa. Luego
fuisteis nombrado obispo de Mantua, trabajandoado en el
seminario y os encargasteis de enseñar teología dogmática.
Seguidamente el Papa León XIII, os creó cardenal en
un consistorio secreto y tres días después, fuisteis
preconizado «Patriarca de Venecia». En «Quam Singulari»
vos recomendabais que la Primera Comunión sea administrada
a los niños pequeños apenas tuviesen uso de razón.
Por el aniversario de la proclamación del dogma de la
Inmaculada Concepción, publicasteis la encíclica «Ad
diem Illum laetissimum», en la que disteis nuevos brios
a la devoción a María Madre de Dios. Por la doctrina
cristiana publicasteis la encíclica «Acerbo nimis» en la que
planteabais que la catequesis fuera dirigida también a los
adultos. Os preocupaba la formación de los sacerdotes
y para ello, publicasteis la encíclica «Pieni l’animo».
en donde recomendabais la necesidad de tener sumo cuidado
en la ordenación de sacerdotes. Para preservar la pureza
de la fe publicaste el decreto «Lamentabili» en el que
sesentaycinco proposiciones modernistas fueron condenadas.
En vuestra encíclica «Pascendi Dominici gregis», vos,
expusisteis y condenabais el sistema del modernismo,
destacando sus peligros en relación con la filosofía,
apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina,
mostrando la contradicción entre esa corriente de
pensamiento y la fe. Ordenasteis el empleo de la música
sacra en las iglesias, además del canto gregoriano.
Dispusisteis que los libros de cantos se imprimieran con
el mismo tipo de fuente que se usa en el Vaticano. Y como
obra final, con el apoyo de los jesuitas, fundasteis
el Pontificio Instituto Bíblico de Roma. Vuestro trabajo
doctrinal fue reconocido, fuera de la Iglesia. A vos,
también se os conoce vuestro espíritu apostólico, vuestra
fortaleza de carácter, la precisión de vuestra decisiones
y el celo por la recta formación de los católicos.
¡Oh! San Pío X "viva antorcha de la fe del Dios Vivo".
 

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Degado
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21 de Agosto
San Pío X

San Pio X, pontífice entre los años 1903 y 1914, en los albores del siglo XX. Gobernó en tiempos de profundos cambios que sirvieron, tristemente, de antesala de auténticos fracasos para la humanidad, como es el caso de la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial.

Precisamente, en este duro contexto Pio X supo enrumbar a la Iglesia dentro de los cauces de la fidelidad al Evangelio, de manera que esta pudiese afrontar con esperanza los grandes retos de los nuevos tiempos.
«Instaurar todo en Cristo»

Pio X asumió la sede de San Pedro tras la muerte del Papa León XIII en 1903. Inmediatamente se abocó a promover un compromiso mayor de los fieles con la Eucaristía. Animó a que estos se acerquen asiduamente a ella, si es posible que cultiven la costumbre de la misa diaria.

Por ahí empezó su «reforma», muy acorde con el lema que escogió para su pontificado: «Instaurar todo en Cristo»; es decir, para transformar el mundo -cada vez más alejado de Dios- hay que construir sobre el más seguro de los cimientos: Cristo. Sin Él toda empresa humana está condenada a fracasar.

Un hijo de su tiempo

Giuseppe Melchor Sarto nació el 2 de junio de 1835, en Riese, Italia; hijo de un cartero e integrante de una familia humilde. Fue un niño que creció bajo las condiciones de la clase trabajadora italiana de fines del s. XIX. A pesar de las dificultades siempre fue un chico alegre, sensible e inteligente.

Mientras crecía, su inquieto espíritu lo fue moviendo a profundizar en su fe y vocación. Lo que más deseaba era amar a Dios y a los hermanos, así que llegó el momento más serio: se planteó ser sacerdote.

Años más tarde, a los 23, recibiría el orden sacerdotal en la provincia de Treviso, Venecia (Italia).

Vertiginosa carrera eclesiástica

En 1867 fue nombrado arcipreste de Salzano, un importante municipio de la diócesis de Treviso, donde restauró la iglesia y ayudó a la ampliación y mantenimiento del hospital. A la par, trabajó para que los estudiantes de las escuelas públicas pudieran recibir instrucción religiosa.

En noviembre de 1884 fue nombrado obispo de Mantua, una sede muy difícil. Al asumir el cargo, su principal preocupación era la formación del clero, por lo que empezó a trabajar en el seminario, encargándose personalmente de enseñar teología dogmática.

Más adelante, para su sorpresa, el Papa León XIII lo creó cardenal en consistorio secreto de junio de 1893, otorgándole el título de «San Bernardo de las Termas». Tres días después, en consistorio público, fue preconizado «Patriarca de Venecia», conservando el título de Administrador Apostólico de Mantua.

Sin embargo, el ahora Cardenal Sarto tuvo que esperar 18 meses para poder tomar posesión de su diócesis, ya que el gobierno italiano se negaba a concederle reconocimiento oficial. Una vez que pudo ser erigido como Patriarca de Venecia, concentró su atención nuevamente en el seminario, donde organizó la facultad de derecho canónico.

Espíritu renovador

Años después, ya como pontífice, hizo importantes reformas a tono con los tiempos y las necesidades de los fieles. Una de ellas fue publicada mediante decreto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, «Quam Singulari» (Cuán singular). El Papa recomendaba allí que la Primera Comunión sea administrada a los niños pequeños apenas tuviesen uso de razón.

Por el quincuagésimo aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción, Pio X publicó la encíclica «Ad diem Illum laetissimum» (Hasta aquel alegre día) en el marco del congreso mariano en el que coronó la imagen de la Inmaculada Concepción que está ubicada en la Basílica de San Pedro. A través de esta encíclica, el Papa le dio un nuevo impulso a la devoción a María Madre de Dios.

En relación a la enseñanza de la doctrina cristiana publicó la encíclica «Acerbo nimis» (Demasiado amargo), en la que planteaba que la catequesis fuera dirigida también a los adultos. Además promovió la publicación de un nuevo catecismo para la diócesis de Roma.

Igual que cuando fue obispo, siempre preocupado de la formación de los sacerdotes, como Papa intervino a través del magisterio: publicó la encíclica «Pieni l’animo» (Lleno el ánimo), dirigida al Episcopado italiano (1906), en donde hacía énfasis en la necesidad de tener mayor cuidado en la ordenación de sacerdotes, llamando la atención de los obispos sobre el hecho de que, entre los clérigos más jóvenes, se manifestaba cada vez con mayor frecuencia un espíritu de independencia poco compatible con la disciplina eclesiástica.

Por otra parte, ordenó que los seminarios italianos fueran visitados frecuentemente por los obispos.

Cristianismo y modernidad

Otra de sus grandes preocupaciones fue preservar la pureza de la fe, por eso, en 1907, publicó el decreto «Lamentabili» (llamado también el «Syllabus de Pío X»), en el que 65 proposiciones modernistas fueron condenadas. La mayor parte de ellas se referían a las Sagradas Escrituras y su inspiración, la doctrina de Jesús y los apóstoles; mientras que otras se relacionaban con el dogma, los sacramentos y la primacía del Obispo de Roma.

Poco después, el 8 de Septiembre de 1907, publicó la encíclica «Pascendi Dominici gregis» (Apacentar la grey del Señor), en donde exponía y condenaba el sistema del modernismo, destacando sus peligros en relación con la filosofía, apologética, exégesis, historia, liturgia y disciplina, y muestra la contradicción entre esa corriente de pensamiento y la fe.

El Papa teólogo

Durante toda su vida, San Pio X había sido un gran enamorado de la música sacra, por lo que siendo pontífice publicó un motu proprio para el empleo de la música sacra en las iglesias. Ordenó que el canto gregoriano se utilizara en todas partes y dispuso que los libros de cantos se imprimieran con el mismo tipo de fuente que se usa en el Vaticano, bajo la supervisión de una comisión especial.

Como el estudio de la Biblia es importantísimo para la teología, el Papa Pío X deseaba fundar en Roma un centro especial para dichos estudios, que diera garantía de ortodoxia y valor científico. Finalmente, con el apoyo de los jesuitas, fundó el Pontificio Instituto Bíblico de Roma.

Bajo su pontificado se actualizó y completó el Código de Derecho Canónico en el que colaboraron autoridades en la materia de todo el mundo. La característica del nuevo reglamento es la completa separación de los aspectos judiciales de los administrativos; mientras que las funciones de algunos departamentos fueron determinadas con mayor precisión y sus trabajos más equilibrados.

Hizo una serie de importantes cambios en la curia vaticana y publicó un motu proprio con 19 proposiciones -especialmente para la Iglesia en Italia- con las que buscó confrontar ciertas tendencias inclinadas hacia el socialismo, que promovían un espíritu de insubordinación a la autoridad eclesiástica.

Marcando la pauta a los futuros pontífices

En virtud de todos estos elementos, queda claro que Pío X fue un gran protector de la doctrina y disciplina católicas. La brillantez de su trabajo doctrinal fue reconocida incluso fuera de la Iglesia. A la vez, a San Pío X se le reconoce por su espíritu apostólico, la fortaleza de su carácter, la precisión de sus decisiones y el celo por la recta formación de los católicos.

(https://www.aciprensa.com/noticias/56723/cada-21-de-agosto-se-celebra-al-papa-san-pio-x-quien-nos-llama-a-instaurarlo-todo-en-cristo)

 


San Bernardo de Claraval, "Cazador de almas y vocaciones"

 Cada 20 de agosto se celebra a San Bernardo de Claraval, el santo que convirtió a toda su familia

  

¡Oh!, San Bernardo de Claraval; vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo y quizás, por lo tanto, preguntarme deba
y preguntaros a vos: ¿Qué carisma habría encerrado
en vos, Aquél que todo lo sabe y lo ve? ¿Con qué fuerza
os sedujo, que un poco más, hacéis de vuestra casa
convento familiar? ¡Sólo Dios! y más nadie, capaz es,
de tamaño milagro. ¿Qué dulzor en vuestro hablar?, que
atraían como abejas al panal celestial a los jóvenes
de vuestro tiempo. No en vano, os llamaban “El cazador
de almas y vocaciones”, y “doctor boca de miel”. Porque,
también de vos, son las palabras a la “Llena de Gracia”
de la salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh siempre dulce
Virgen María”, prueba de vuestro grande amor celestial.
“Batallador y valiente”, como el honor que hicisteis
al significado de vuestro santo nombre y, elevando así
vuestro espíritu hasta la misma casa del Padre. Y, así,
y después de haber llegado a ser el más famoso de Europa
en vuestro tiempo y de haber conseguido varios milagros,
como el de hacer hablar a un mudo, el cual muchos pecados
confesó y, el de haber fundado varios monasterios con monjes
llenos de fe, vuestros discípulos os dijeron que pidieseis
a Dios la gracia de seguir viviendo unos cuantos años más
y les dijisteis: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar
junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve
a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que
a Él mejor le parezca”. Y, a Dios le pareció que ya habíais
sufrido y trabajado bastante y que merecíais el descanso
eterno y además, el premio que os había preparado para vos:
“ver con vuestros propios ojos al Dios
de la Vida y del Amor”;
¡oh!, San Bernardo de Claraval; “vivo cazador amoroso de almas del Dios Vivo”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Agosto
San Bernardo, Abad
Doctor de la Iglesia y Fundador
Año 1153

San Bernardo: Gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.

“NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA” (San Bernardo).

Bernardo significa: “Batallador y valiente”. (Bern=batallador; Nard=valiente)

En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.

La familia que se fue con Cristo

Esta familia ha sido un caso único en la historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4 hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos se iban de religiosos, el muchacho les respondió: “¡Ajá! ¿Conque ustedes se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no lo puedo aceptar”. Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.

La personalidad de Bernardo

Pocos individuos han tenido una personalidad tan impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío. Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus placeres.

A mal grave, remedio terrible

Como sus pasiones sexuales lo atacaban violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado. Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.

Una visión cambia su rumbo

Una noche de Navidad, mientras celebraban las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.

Un hombre que arrastra con todo lo que encuentra

Bernardo se fue al convento de monjes benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que no llegaban religiosos nuevos. Bernardo volvió a su familia a contar la noticia y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no aceptaba de ninguna manera.

Pero aquí sí que apareció el poder tan sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año 1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.

El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos. Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de religioso.

En las universidades, en los pueblos, en los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300 conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus discípulos. Lo llamaban “el cazador de almas y vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran profesión religiosa.

Fundador de Claraval

En el convento del Císter demostró tales cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval, que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el día.

Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20 compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval salieron monjes a fundar otros 63 conventos.

La oratoria de santo

Después de San Juan Crisóstomo y de San Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban “El Doctor boca de miel” (doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban.

Su inmenso amor a Dios y a la Virgen Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a volverse mejor.

Su amor a la Virgen Santísima

Los que quieren progresar en su amor a la Madre de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: “Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María”. Y repetía la bella oración que dice: “Acuérdate oh Madre Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio recibir”.

El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. “Si se levantan las tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás seguramente al Puerto Celestial”. Sus bellísimos sermones son leídos hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.

Viajero incansable

El más profundo deseo de San Bernardo era permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión católica. Era el árbitro aceptado por todos.

Exclamaba: “A veces no me dejan tiempo durante el día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas”. (ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la meditación).

De carbonero a Pontífice

Un hombre muy bien preparado le pidió que lo recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad. Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice: Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado “De consideratione”, en el cual propone una serie de consejos importantísimos para que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la meditación. Y llegó a decirle: “Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación”.

Despedida gozosa

Después de haber llegado a ser el hombre más famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (como por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia de seguir viviendo otros años más, exclamaba: “Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca”. Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos fieles, y se lo llevó a su eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153. Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bernardo_8_20.htm)

20 agosto, 2023

Domingo 20 (A) del tiempo ordinario

 Devocional – LA MUJER CANANEA | Desafio Joven

 

Texto del Evangelio (Mt 15,21-28): En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo». Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle: «Atiéndela, que viene detrás gritando». Él les contestó: «Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel». Ella los alcanzó y se postró ante Él, y le pidió de rodillas: «Señor, socórreme». Él le contestó: «No está bien echar a los perros el pan de los hijos». Pero ella repuso: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos». Jesús le respondió: «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas». En aquel momento quedó curada su hija.
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«Señor; (...) también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos»

Rev. D. Joan SERRA i Fontanet (Barcelona, España)

Hoy contemplamos la escena de la cananea: una mujer pagana, no israelita, que tenía la hija muy enferma, endemoniada, y oyó hablar de Jesús. Sale a su encuentro y con gritos le dice: «Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo» (Mt 15,22). No le pide nada, solamente le expone el mal que sufre su hija, confiando en que Jesús ya actuará.

Jesús “se hace el sordo”. ¿Por qué? Quizá porque había descubierto la fe de aquella mujer y deseaba acrecentarla. Ella continúa suplicando, de tal manera que los discípulos piden a Jesús que la despache. La fe de esta mujer se manifiesta, sobre todo, en su humilde insistencia, remarcada por las palabras de los discípulos: «Atiéndela, que viene detrás gritando» (Mt 15,23).

La mujer sigue rogando; no se cansa. El silencio de Jesús se explica porque solamente ha venido para la casa de Israel. Sin embargo, después de la resurrección, dirá a sus discípulos: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» (Mc 16,15).

Este silencio de Dios, a veces, nos atormenta. ¿Cuántas veces nos hemos quejado de este silencio? Pero la cananea se postra, se pone de rodillas. Es la postura de adoración. Él le responde que no está bien tomar el pan de los hijos para echarlo a los perros. Ella le contesta: «Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos» (Mt 15,26-27).

Esta mujer es muy espabilada. No se enfada, no le contesta mal, sino que le da la razón. Tienes razón, Señor! Parece como si le dijera: —Soy como un perro, pero el perro está bajo la protección de su amo.

La cananea nos ofrece una gran lección: da la razón al Señor, que siempre la tiene. —No quieras tener la razón cuando te presentas ante el Señor. No te quejes nunca y, si te quejas, acaba diciendo: «Señor, que se haga tu voluntad».

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Aprendamos la humildad o, mejor, aferrémosla. Si aún no la poseemos, aprendámosla. Si la poseemos, no la perdamos» (San Agustín)

  • «El Señor no cierra los ojos ante las necesidades de sus hijos y, si a veces parece insensible a sus peticiones, es sólo para ponerlos a prueba y templar su fe» (Benedicto XVI)

  • «Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: ‘todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido’ (Mc 11,24) (…). Tanto como Jesús se entristece por la “falta de fe” de los de Nazaret y la “poca fe” de sus discípulos, así se admira ante la “gran fe” del centurión romano y de la cananea» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.610)

     (https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-08-20)


19 agosto, 2023

San Juan Eudes, maestro de la vida espiritual y defensor de la mujer

 

SAN JUAN EUDES

 

 ¡Oh!, San Juan Eudes; sois vos, el hijo del Dios de la Vida,
su amado santo y de los “Corazones Sagrados de Jesús y María”,
su Apóstol. Se ha dicho de vos, que un “león”, en la predicación
erais y, en la confesión, un “manso cordero”, al que, unisteis
vuestro amoroso don de escritor y nato fundador. Dijisteis: “Para
ofrecer bien una Eucaristía se necesitan tres eternidades:
una para prepararla, otra para celebrarla y una tercera para
dar gracias”. Tal, vuestro pensar a cerca del Cuerpo y la Sangre
de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro. Vuestro amor a Dios, os
llevó a fundar la “Congregación de Jesús y María”, también
llamada de los Padres “Eudistas”, en honor a vos, mismo; también
insuflado del mismo sentimiento, os disteis tiempo para fundar
la “Comunidad de las Hermanas de Nuestra Señora del Refugio”,
que más tarde, origen dio a la “Comunidad del Buen Pastor”.
Vuestros escritos, grande bien han hecho, a las gentes de vuestro
tiempo y del nuestro. Os preocupasteis por todos los enfermos
y de especial manera por las mujeres arrepentidas, proveyéndoles
amor, refugio y trabajo. Vos, pensabais que primero teníais
que formar sacerdotes excelentes, para tener fieles similares,
y así lo hicisteis hasta el final de vuestros días. “El predicador
agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros”.
Decíais vos, que os inspirabais siempre por el influjo del Espíritu
Santo, que sintetizasteis en vuestro libro: “El Admirable Corazón
de la Santísima Madre de Dios”. Predicasteis vuestra última
misión en Sain-Lö, con un frío invernal y, duró ella, nueve
semanas. A partir de entonces os retirasteis de la vida activa.
Y, así, vuestra tarea cumplida, voló vuestra alma al cielo, para,
coronada ser de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, San Juan Eudes, “viva misericordia del Dios de la Vida y del Amor”.

2023 Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Agosto
San Juan Eudes
Presbítero y Fundador

Martirologio Romano: San Juan Eudes, presbítero, que durante muchos años se dedicó a la predicación en las parroquias y después fundó la Congregación de Jesús y María, para la formación de los sacerdotes en los seminarios, y otra de religiosas de Nuestra Señora de la Caridad, para fortalecer en la vida cristiana a las mujeres arrepentidas. Fomentó de una manera especial la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y de María, hasta que en Caen, de la región de Normandía, en Francia, descansó piadosamente en el Señor (1680).

Fecha de canonización: Fue canonizado en 1925 y su fiesta fue incluida en el calendario de la Iglesia de occidente en 1928.

Etimología Juan = Dios es misericordia. Viene de la lengua hebrea.

En la segunda mitad del siglo XVI, vivía en Ri, Normandía (Francia), un granjero llamado Isaac Eudes, casado con Marta Corbin. Como no tuviesen hijos al cabo de dos años de matrimonio, ambos esposos fueron en peregrinación a un santuario de Nuestra Señora. Nueve meses después tuvieron un hijo, al que siguieron otros cinco. El mayor recibió el nombre de Juan y, desde niño, dio muestras de gran inclinación al amor de Dios. Se cuenta que, cuando tenía nueve años, un compañero de juegos le abofeteó; en vez de responder en la misma forma, Juan siguió el consejo evangélico y le presentó la otra mejilla.

A los catorce años, Juan ingresó en el colegio de los jesuitas de Caén. Sus padres deseaban que se casara y siguiera trabajando la granja de la familia. Pero Juan, que había hecho voto de virginidad, recibió las órdenes menores en 1621 y estudió la teología en Caén con la intención de consagrarse a los ministerios parroquiales. Sin embargo, poco después determinó ingresar en la congregación del oratorio, que había sido fundada en 1611 por el futuro cardenal Pedro de Bérulle. Tras de recabar con gran dificultad el permiso paterno, fue recibido en París por el superior general en 1623. Juan había sido hasta entonces un joven ejemplar: su conducta en la congregación no lo fue menos, de suerte que el P. Bérulle le dio permiso de predicar, aunque sólo había recibido las órdenes menores. Al cabo de un año en París, Juan fue enviado a Aubervilliers a estudiar bajo la dirección del P. Carlos de Condren, el cual, según la expresión de Santa Juana Francisca de Chantal, “estaba hecho para educar ángeles”. El fin de la congregación del oratorio consistía en promover la perfección sacerdotal y Juan Eudes tuvo la suerte de ser introducido en ella por dos hombres de la talla de Condren y Bérulle.

Al servicio de los enfermos

Dos años más tarde, se desató en Normandía una violenta epidemia de peste, y Juan se ofreció para asistir a sus compatriotas. Bérulle le envió al obispo de Séez con una carta de presentación, en la que decía: “La caridad exige que emplee sus grandes dones al servicio de la provincia en la que recibió la vida, la gracia y las órdenes sagradas, y que su diócesis sea la primera en gozar de los frutos que se pueden esperar de su habilidad, bondad, prudencia, energía y vida”. El P. Eudes pasó dos meses en la asistencia a los enfermos en lo espiritual y en lo material. Después fue enviado al oratorio de Caén, donde permaneció hasta que una nueva epidemia se desató en esa ciudad, en 1631. Para evitar el peligro de contagiar a sus hermanos, Juan se apartó de ellos y vivió en el campo, donde recibía la comida del convento.

Predicador ungido

Pasó los diez años siguientes en la prédica de misiones al pueblo, preparándose así para la tarea a la que Dios le tenía destinado. En aquella época empezaron a organizarse las misiones populares en su forma actual. San Juan Eudes se distinguió entre todos los misioneros. En cuanto acababa de predicar, se sentaba a oír confesiones, ya que, según él, “el predicador agita las ramas, pero el confesor es el que caza los pájaros”. Mons. Le Camus, amigo de San Francisco de Sales, dijo refiriéndose al P. Eudes: “Yo he oído a los mejores predicadores de Italia y Francia y os aseguro que ninguno de ellos mueve tanto a las gentes como este buen padre”. San Juan Eudes predicó en su vida unas ciento diez misiones.

Confesor: Las gentes decían de él: “En la predicación es un león, y en la confesión un cordero”.

Las mujeres atrapadas en mala vida

Una de las experiencias que adquirió durante sus años de misionero, fue que las mujeres de mala vida que intentaban convertirse, se encontraban en una situación particularmente difícil. Durante algún tiempo, trató de resolver la dificultad alojándolas provisionalmente en las casas de las familias piadosas, pero cayó en la cuenta de que el remedio no era del todo adecuado. Magdalena Lamy, una mujer de humilde origen, que había dado albergue a varias convertidas, dijo un día al santo: “Ahora os vais tranquilamente a una iglesia a rezar con devoción ante las imágenes y con ello creéis cumplir con vuestro deber. No os engañéis, vuestro deber es alojar decentemente a estas pobres mujeres que se pierden porque nadie les tiende la mano”.

Estas palabras produjeron profunda impresión en San Juan Eudes, quien alquiló en 1671, una casa para las mujeres arrepentidas; en la que podían albergarse en tanto que encontraban un empleo decente. Viendo que la obra necesitaba la atención de religiosas, el santo la ofreció a las visitandinas, quienes se apresuraron a aceptarla.

Formación del clero

San Juan Eudes se dio cuenta de que para que el pueblo sea ferviente y llevarlo a la santidad era necesario proveerlo de muy buenos y santos sacerdotes y que para formarlos se necesitaban seminarios donde los jóvenes recibieran muy esmerada preparación. Por eso se propuso fundar seminarios en los cuales los futuros sacerdotes fueran esmeradamente preparados para su sagrado ministerio.

Después de mucho orar, reflexionar y consultar, San Juan Eudes abandonó la congregación del oratorio en 1643. La experiencia le enseñó que el clero necesitaba reformarse antes que los fieles y que la congregación sólo podría conseguir su fin mediante la fundación de seminarios. El P. Condren, que había sido nombrado superior general, estaba de acuerdo con el santo; pero su sucesor, el P. Bourgoing, se negó a aprobar el proyecto de la fundación de un seminario en Caén.

Entonces el P. Eudes decidió formar una asociación de sacerdotes diocesanos, cuyo fin principal sería la creación de seminarios con miras a la formación de un clero parroquial celoso. La nueva asociación quedó fundada el día de la Anunciación de 1643, en Caén, con el nombre de “Congregación de Jesús y María”. Sus miembros, como los del oratorio, eran sacerdotes diocesanos y no estaban obligados por ningún voto. San Juan Eudes y sus cinco primeros compañeros se consagraron a “la Santísima Trinidad, que es el primer principio y el último fin de la santidad del sacerdocio”. El distintivo de la congregación era el Corazón de Jesús, en el que estaba incluido místicamente el de María; como símbolo del amor eterno de Jesús por los hombres.

La congregación encontró gran oposición, sobre todo por parte de los jansenistas y de los padres del oratorio. En 1646, el P. Eudes envió a Roma al P. Manoury para que recabase la aprobación pontificia para la congregación, pero la oposición era tan fuerte, que la empresa fracasó.

En 1650, el obispo de Coutances pidió a San Juan que fundase un seminario en dicha ciudad. El año siguiente, M. Oliver, que consideraba al santo como “la maravilla de su época”, Ie invitó a predicar una misión de diez semanas en la iglesia de, San Sulpicio de París. Mientras se hallaba en esa misión, el P. Eudes recibió la noticia de que el obispo de Bayeux acababa de aprobar la congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio, formada por las religiosas que atendían a las mujeres arrepentidas de Caén. En 1653, San Juan fundó en Lisieux un seminario, al que siguió otro en Rouen en 1659. ¡En seguida, el santo se dirigió a Roma a tratar de conseguir la aprobación pontificia para su congregación; pero los santos no siempre tienen éxito, y San Juan Eudes fracasó en Roma.

Un año después, una bula de Alejandro VII aprobó la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Caridad del Refugio. Ese fue el coronamiento de la obra que el P. Eudes y Magdalena Larny habían emprendido treinta años antes en favor de las pecadoras arrepentidas. San Juan siguió predicando misiones con gran éxito; en 1666, fundó un seminario en Evreux y, en 1670, otro en Rennes.

Al año siguiente, publicó un libro titulado “La Devoción al Adorable Corazón de Jesús”. Ya antes, el santo había instituido en su congregación una fiesta del Santísimo Corazón de María. En su libro incluyó el propio de una misa y un oficio del Sagrado Corazón de Jesús. El 31 de agosto de 1670, se celebró por primera vez dicha fiesta en la capilla del seminario de Rennes y pronto se extendió a otras diócesis. Así pues, aunque San Juan Eudes no haya sido el primer apóstol de la devoción al Sagrado Corazón en su forma actual, fue sin embargo él “quien introdujo el culto del Sagrado Corazón de Jesús y del Santo Corazón de María”´, como lo dijo León XIII en 1903. El decreto de beatificación añadía: “El fue el primero que, por divina inspiración les tributó un culto litúrgico.”

Clemente X publicó seis breves por los que concedía indulgencias a las cofradías de los Sagrados Corazones de Jesús y María, instituidas en los seminarios de San Juan Eudes.

Durante los últimos años de su vida, el santo escribió su tratado sobre “el Admirable Corazón de la Santísima Madre de Dios”; trabajó en la obra mucho tiempo y la terminó un mes antes de morir. Su última misión fue la que predicó en Sain-Lö, en 1675, en plena plaza pública, con un frío glacial. La misión duró nueve semanas. El esfuerzo enorme acabó con su salud y a partir de entonces se retiró prácticamente de la vida activa. Su muerte ocurrió el 19 de agosto de 1680.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)

18 agosto, 2023

Santa Elena, madre del Emperador Constantino y poderosa intercesora cuando algo se nos ha extraviado

 

 Biografía de Santa Elena

 

!Oh¡, Santa Elena vos sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, madre del emperador Constantino quien
detuvo la persecución a los cristianos y les concedió
la libertad de culto. A vos, se os atribuye el hallazgo
en Jerusalén de la Santa Cruz en la que Cristo murió.
A vos, también se os conoce como  Santa Elena de la Cruz
o Helena de Constantinopla. Vuestros devotos esparcidos
sobre la faz de la tierra, recurren a vos, cuando algo
o alguien se ha extraviado, para que con vuestra ayuda
lo perdido sea encontrado. Constancio Cloro vuestro esposo
prefirió el servilismo hacia Maximiano y que os repudiara
a vos, para casarse con su hija. Y, así lo hizo llevado
por la ambición y os abandonó por cerca de catorce años.
Pero, vos conocisteis a Dios, en medio de la soledad,
y os convertisteis al cristianismo. A la muerte de vuestro
esposo Constancio Cloro, Constantino vuestro hijo fue
proclamado emperador por el ejército romano. Antes de la
batalla de Saxa Rubra, vuestro hijo, Constantino tuvo
un sueño en el que Cristo os mostraba la cruz y le decía:
“Con este signo vencerás”. Y, Constantino ordenó que una
Cruz encabezara a sus huestes durante el combate y ganó
increíblemente. Tras el triunfo, Constantino decretó la
libre profesión de la religión católica, y, habiendo él
mismo abrazado esa fe, se propuso hacerla crecer en todo
el imperio. Constantino que os amaba entrañable os nombró
"Emperatriz", ordenando acuñar monedas con vuestro rostro,
y os dió pleno poder para que emplearais el dinero del
imperio en obras de caridad. Y, así, comprometida con la
causa cristiana, viajasteis a Jerusalén con la finalidad
de recuperar los vestigios dejado por Jesús de Nazaret.
Y, así, por vuestra devoción a Dios de la Vida y del Amor,
os propusisteis hallar la Santa Cruz de nuestro Señor.
Hechas las excavaciones en el monte Calvario, se encontró
el santo madero. Mas tarde, vos, mandasteis traer a Roma
la “Escalera Santa” desde el palacio de Poncio Pilato,
la misma que Cristo subió el Viernes Santo hacia el lugar
de su juzgamiento y sobre la cual derramó su preciosa sangre.
Hoy, aquella "Scala", está ubicada frente a la Basílica
de San Juan de Letrán en la Ciudad Eterna, donde miles y
miles de peregrinos la veneran y la suben de rodillas en
señal de sentida devoción. San Ambrosio de Milán, decía de
vos, que, a pesar de ser la madre del emperador, vestíais
con sencillez, os mezclabais con los pobres y utilizabais
las riquezas de vuestro hijo para ayudarlos. Vos, hicisteis
construir tres templos en Tierra Santa: uno en el monte
Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en
Belén. Vos, sois considerada patrona de las hermandades
de la Vera Cruz y os claman vuestra intercesión cuando
un objeto se encuentra extraviado. Así de extraordinaria fue
vuestra vida y obra, santa madre de Constantino emperador;
!Oh¡, Santa Elena de la Cruz, "Viva sierva del Dios Vivo".


© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de agosto
Santa Elena
Reina
Año 330
 
Santa Elena (Helena), emperatriz romana, fue la madre de Constantino I, el emperador que detuvo la persecución a los cristianos y les concedió la libertad de culto dentro de las fronteras del imperio. A Santa Elena se le atribuye el hallazgo, en Jerusalén, de la Santa Cruz en la que Cristo murió.

Santa Elena también es conocida como ‘Helena de Constantinopla’ o ‘Santa Elena de la Cruz’. A ella recurren los fieles cristianos cuando algo o alguien se ha extraviado, para que con su ayuda lo perdido sea encontrado.

Rechazada por su esposo, encontró al Dios verdadero

Elena nació alrededor del año 246, en Bitinia, antigua provincia del Imperio Romano ubicada al noroeste de Asia Menor, al suroeste del mar Negro (actual Turquía). Aunque su origen fue humilde -se dice que fue hija de un sirviente-, estuvo casada con Constancio Cloro, quien se convertiría en emperador con el nombre de Constancio I. Ambos fueron los padres de Constantino I el Grande.

En tiempos del emperador Maximiano, Constancio Cloro ya era reconocido como un militar destacado. Cuando el emperador se percató de su capacidad, lo invitó a ser su colaborador más cercano, pero con una condición: que repudiara a su esposa, Elena, y se casara con su hija. Dejándose llevar por la ambición, Constancio repudió a Elena.

La santa sufriría, como consecuencia, un humillante abandono durante 14 años. Sin embargo, en medio de la soledad, conoció a Dios y se convirtió al cristianismo, muy probablemente por influencia de su hijo, futuro emperador, quien abrazó el cristianismo antes que ella.

El ascenso de Constantino

A la muerte de Constancio Cloro, Constantino fue proclamado emperador por el ejército romano.

Estando en el campamento militar del puente Milvio en Roma, antes de la batalla de Saxa Rubra (año 313), Constantino tuvo un sueño en el que Cristo le mostraba la cruz y le decía: “Con este signo vencerás”. A la mañana siguiente, el emperador ordenó que una cruz encabezara la formación de sus huestes. Así se hizo durante el combate y Constantino consiguió la victoria.

Tras aquel triunfo, Constantino decretó la libre profesión del cristianismo -la religión católica-, y, habiendo él mismo abrazado esa fe, se propuso contribuir a hacerla crecer en todo el imperio.
Buscó y halló: la Cruz

Constantino amaba y respetaba inmensamente a su madre, Elena, y la nombró “Augusta” (emperatriz). Mandó acuñar monedas con su rostro, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del imperio en las obras de caridad que ella quisiera.

Elena, comprometida con la causa cristiana, decidió emprender un viaje a Jerusalén con el propósito de recuperar todo vestigio dejado por Jesús de Nazaret. Es así que, movida por la devoción al Dios que muere por amor a los hombres, se propuso encontrar la Santa Cruz de nuestro Señor. Para tal empresa llevó consigo un numeroso grupo de obreros quienes realizaron excavaciones en el monte Calvario, donde de acuerdo a la tradición fue encontrado el madero santo.
Scala sancta

Posteriormente, en el año 326, Santa Elena mandó traer a Roma la “Escalera Santa” (Scala sancta) desde el palacio de Poncio Pilato en Jerusalén. La Escalera Santa fue transportada posteriormente en su integridad.

De acuerdo a la tradición, Cristo subió por aquella escalera el Viernes Santo hacia el lugar donde sería juzgado; y sobre ella derramó su sangre. Hoy, la escalera está ubicada frente a la Basílica de San Juan de Letrán en la Ciudad Eterna.

En 1723, la “Scala” fue recubierta con madera de nogal como una forma de preservarla del desgaste. Como es natural, miles y miles de peregrinos se acercan al lugar en el que está ubicada hoy con la intención de venerarla. A través de los siglos ha quedado establecida la costumbre de subir por ella de rodillas como signo de sentida devoción.
Una mujer humilde y de gran voluntad

San Ambrosio de Milán, en el siglo IV, se refería a Santa Elena resaltando que, a pesar de ser la madre del emperador, vestía con sencillez, se mezclaba con los pobres y utilizaba las riquezas que su hijo le daba para ayudarlos.

Santa Elena hizo construir tres templos en Tierra Santa: uno en el monte Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén.

 Ella es considerada patrona de las sociedades o hermandades de la Vera Cruz y se pide su intercesión cuando un objeto importante se encuentra extraviado.

Santa Elena de la Cruz murió alrededor del año 330 de nuestra era.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-celebramos-a-santa-elena-que-rescato-la-santa-cruz-de-cristo-54111)