14 septiembre, 2024

Exaltación de la Santa Cruz

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 ¡Exaltación!

¡Oh¡ Santo Día de la Exaltación
De la Santa Cruz!
Dulce madero
Vuelto a Casa
Cautivo de los persas
Heraclio emperador
Os rescató
Para Tierra Santa y el mundo todo
¡Por los Siglos de los Siglos!
¡Amén!

© 2022 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Santa Cruz

¡Oh!, Exaltación de la Santa Cruz, os recordamos hoy,
porque recuperada fuisteis por el emperador Heraclio,
quien os logró rescatar de los Persas, impíos ladrones,
que os hurtaron de Jerusalén. Y, él mismo, con gran
pompa y lujo, planeó vuestro arribo y, ya de pronto
en plena procesión se dio cuenta de que, capaz no era
de avanzar. Entonces Zacarías, Arzobispo de Jerusalén
os dijo: “Es que todo ese lujo de vestidos que lleva,
están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso
de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles”.
Entonces el emperador dejó lujo y realeza de lado
y descalzo empezó a caminar. Y, así, recién recorrer
las calles pudo en piadosa procesión. Y, para evitar
que os la robasen de nuevo, partida fuisteis en pedazos.
Uno para Roma, otro para Constantinopla, uno tercero
en cofre de plata para Jerusalén. Otro tanto, se partió
en pequeñísimas astillas para las iglesias de todo mundo.
Y, así, Vuestro Madero Santo llamado “Veracruz”,”Verdadera
Cruz”, alumbra la tierra toda con el mensaje de Vuestro Amor;
¡Oh Cruz Bendita de Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro!
¡Oh, Gloriosísima y Viva Exaltación de la Santa Cruz!

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de Septiembre
Exaltación de la Santa Cruz

La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.

Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: “Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles”.

Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión. La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron “Veracruz”(verdadera cruz).

Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció, pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.

A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.

De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: “Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio”. Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “La tristeza no produce ningún fruto bueno”. Y le aconsejó: “Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz”. La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.

Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.

Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante? Como recuerdo de esta fecha de la exaltación de la Santa Cruz, quiero hacer con más devoción y más despacio mi señal de la Cruz.

( http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Exaltación_de_la_Santa_Cruz.htm)

 

13 septiembre, 2024

San Juan Crisóstomo, Padre de la Iglesia y Patrono de los predicadores

 Juan Crisóstomo: pastor, teólogo y gran predicador de la iglesia primitiva

 

¡Oh!, San Juan Crisóstomo, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, llamado “Crisóstomo”
que significa “boca de oro” porque, vuestras prédicas
riquísimo manjar eran. Vuestra casa la convertisteis
en monasterio dedicándoos al estudio, la oración
y la penitencia. Marchasteis al desierto por seis
años a la muerte de vuestra madre a continuar orando,
penitencias haciendo y leyendo la Santa Biblia. Y,
de vuelta a la ciudad, continuasteis predicando bajo
la guía del Santo Espíritu. Escritor prolijo, trece
libros nos legasteis que prueba son de vuestra alma
exquisita y espíritu diáfano. Aplauso y llanto y
viceversa, en vuestras prédicas recogíais, prueba
de abrir el alma y el espíritu, para luego en frutos,
recoger vivas conversiones. Y, de la trifulca de
los impuestos al “Discurso de las estatuas”, que,
conmovieron a vuestros fieles e hicieron de vos,
famoso predicador del mundo de aquél entonces. No más
castigos a la ciudad, por vuestros ruegos. Vos,
aconsejabais diciendo: “sed pobres en el vestir, en
el comer, y en el mobiliario, y así, buen ejemplo
dar y, con lo que ahorréis ayudad a los necesitados”.
Con vuestros sermones atacasteis toda clase de lujos,
en el vestir y en sus mobiliarios. Y, cuando obró
el mal en vos, dijisteis: “¿Qué, me destierran? ¿A
qué sitio me podrán enviar que no esté mi Dios allí
cuidando de mí? ¿Qué, me quitan mis bienes? ¿Qué,
me pueden quitar si ya los he repartido todos? ¿Qué,
me matarán? Así me vuelvo más semejante a mi Maestro
Jesús, y cómo Él, daré mi vida por mis ovejas”. Ni
bien salisteis, terremoto en Constantinopla y de
terror llenos los gobernantes os rogaron que no os
marchaseis y, volvieseis, para poner calma. Y, así
fue. Y, un inmenso gentío salió a recibiros hasta
las lágrimas. Pero, más tarde, vuestros enemigos os
desterraron al mar Negro y os trataron brutalmente
haciéndoos caminar más de diez kilómetros a pleno sol
ardiente, lo cual os debilitó y os sentisteis muy
agotado y quedasteis dormido. Entonces, Basilisco
Santo, se os apareció en sueños y os decía: “ánimo,
Juan, mañana estaremos juntos”. ¡Y, así, fue! Vos,
dijisteis antes de morir: “Sea dada la gloria a Dios
por todo”. Y, luego de haber gastado vuestra santa
vida en buena lid, voló vuestra alma al cielo, para
coronada ser con corona de luz, como premio a vuestra
increíble entrega de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh! Santo Patrono de los predicadores de la tierra;
¡oh!, San Juan Crisóstomo, “viva boca del Dios Vivo".

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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13 de Septiembre
San Juan Crisóstomo
Patrono de los predicadores
Año 407

A este santo arzobispo de Constantinopla, la gente le puso el apodo de “Crisóstomo” que significa: “boca de oro”, porque sus predicaciones eran enormemente apreciadas por sus oyentes. Es el más famoso orador que ha tenido la Iglesia. Su oratoria no ha sido superada después por ninguno de los demás predicadores.

Nació en Antioquía (Siria) en el año 347. Era hijo único de un gran militar y de una mujer virtuosísima, Antusa, que ha sido declarada santa también.

A los 20 años Antusa quedó viuda y aunque era hermosa renunció a un segundo matrimonio para dedicarse por completo a la educación de su hijo Juan. Desde sus primeros años el jovencito demostró tener admirables cualidades de orador, y en la escuela causaba admiración con sus declamaciones y con las intervenciones en las academias literarias. La mamá lo puso a estudiar bajo la dirección de Libanio, el mejor orador de Antioquía, y pronto hizo tales progresos, que preguntado un día Libanio acerca de quién desearía que fuera su sucesor en el arte de enseñar oratoria, respondió: “Me gustaría que fuera Juan, pero veo que a él le llama más la atención la vida religiosa, que la oratoria en las plazas”.

Juan deseaba mucho irse de monje al desierto, pero su madre le rogaba que no la fuera a dejar sola. Entonces para complacerla se quedó en su hogar pero convirtiendo su casa en un monasterio, o sea viviendo allí como si fuera un monje, dedicado al estudio y la oración y a hacer penitencia.

Cuando su madre murió se fue de monje al desierto y allá estuvo seis años rezando, haciendo penitencias y dedicándose a estudiar la S. Biblia. Pero los ayunos tan prolongados, la falta total de toda comodidad, los mosquitos, y la impresionante humedad de esos terrenos le dañaron la salud, y el superior de los monjes le aconsejó que si quería seguir viviendo y ser útil a la sociedad tenía que volver a la ciudad, porque la vida de monje en el desierto no era para una salud como la suya.

El llegar otra vez a Antioquía fue ordenado de sacerdote y el anciano Obispo Flaviano le pidió que lo reemplazara en la predicación. Y empezó pronto a deslumbrar con sus maravillosos sermones. La ciudad de Antioquía tenía unos cien mil cristianos, los cuales no eran demasiado fervorosos. Juan empezó a predicar cada domingo. Después cada tres días. Más tarde cada día y luego varias veces al día. Los templos donde predicaba se llenaban de bote en bote. Frecuentemente sus sermones duraban dos horas, pero a los oyentes les parecían unos pocos minutos, por la magia de su oratoria insuperable. La entonación de su voz era impresionante. Sus temas, siempre tomados de la S. Biblia, el libro que él leía día por día, y meditaba por muchas horas. Sus sermones están coleccionados en 13 volúmenes. Son impresionantemente bellos.

Era un verdadero pescador de almas. Empezaba tratando temas elevados y de pronto descendía rápidamente como un águila hacia las realidades de la vida diaria. Se enfrentaba enardecido contra los vicios y los abusos. Fustigaba y atacaba implacablemente al pecado. Tronaba terrible su fuerte voz contra los que malgastaban su dinero en lujos e inutilidades, mientras los pobres tiritaban de frío y agonizaban de hambre.

El pueblo le escuchaba emocionado y de pronto estallaba en calurosos aplausos, o en estrepitoso llanto el cual se volvía colectivo e incontenible. Los frutos de conversión eran visibles.

El emperador Teodosio decretó nuevos impuestos. El pueblo de Antioquía se disgustó y por ello armó una revuelta y en el colmo de la trifulca derribaron las estatuas del emperador y de su esposa y las arrastraron por las calles. La reacción del gobernante fue terrible. Envió su ejército a dominar la ciudad y con la orden de tomar una venganza espantosa. Entre la gente cundió la alarma y a todos los invadió el terror. El Obispo se fue a Constantinopla, la capital, a implorar el perdón del airado emperador y las multitudes llenaron los templos implorando la ayuda de Dios.

Y fue entonces cuando Juan Crisóstomo aprovechó la ocasión para pronunciar ante aquel populacho sus famosísimos “Discursos de las estatuas” que conmovieron enormemente a sus miles de oyentes logrando conversiones. Esos 21 discursos fueron quizás los mejores de toda su vida y lo hicieron famoso en los países de los alrededores. Su fama llegó hasta la capital del imperio. Y el fervor y la conversión a que hizo llegar a sus fieles cristianos, obtuvieron que las oraciones fueran escuchadas por Dios y que el emperador desistiera del castigo a la ciudad.

En el año 398, habiendo muerto el arzobispo de Constantinopla, le pareció al emperador que el mejor candidato para ese puesto era Juan Crisóstomo, pero el santo se sentía totalmente indigno y respondía que había muchos que eran más dignos que él para tan alto cargo. Sin embargo el emperador Arcadio envió a uno de sus ministros con la orden terminante de llevar a Juan a Constantinopla aunque fuera a la fuerza. Así que el enviado oficial invitó al santo a que lo acompañara a las afueras de la ciudad de Antioquía a visitar las tumbas de los mártires, y entonces dio la orden a los oficiales del ejército de que lo llevaran a Constantinopla con la mayor rapidez posible, y en el mayor secreto porque si en Antioquía sabían que les iban a quitar a su predicador se iba a formar un tumulto inmenso. Y así fue que tuvo que aceptar ser arzobispo.

Apenas posesionado de su altísimo cargo lo primero que hizo fue mandar quitar de su palacio todos los lujos. Con las cortinas tan elegantes fabricaron vestidos para cubrir a los pobres que se morían de frío. Cambió los muebles de lujo por muebles ordinarios, y con la venta de los otros ayudó a muchos pobres que pasaban terribles necesidades. El mismo vestía muy sencillamente y comía tan pobremente como un monje del desierto. Y lo mismo fue exigiendo a sus sacerdotes y monjes: ser pobres en el vestir, en el comer, y en el mobiliario, y así dar buen ejemplo y con lo que se ahorraba en todo esto ayudar a los necesitados.

Pronto, en sus elocuentes sermones empezó a atacar fuertemente el lujo de las gentes en el vestir y en sus mobiliarios y fue obteniendo que con lo que muchos gastaban antes en vestidos costosísimos y en muebles ostentosos, lo empezaran a emplear en ayudar a la gente pobre. El mismo daba ejemplo en esto, y la gente se conmovía ante sus palabras y su modo tan pobre y mortificado de vivir.

En aquellos tiempos había una ley de la Iglesia que ordenaba que cuando una persona se sentía injustamente perseguida podía refugiarse en el templo principal de la ciudad y que allí no podían ir las autoridades a apresarle. Y sucedió que una pobre viuda se sintió injustamente perseguida por la emperatriz Eudoxia y por su primer ministro y se refugió en el templo del Arzobispo. Las autoridades quisieron ir allí a apresarla pero San Juan Crisóstomo se opuso y no lo permitió. Esto disgustó mucho a la emperatriz. Y unos meses más tarde Eudoxia peleó con su primer ministro y se propuso echarlo a la cárcel. Él corrió a refugiarse en el templo del arzobispo y aunque la policía de la emperatriz quiso llevarlo preso, San Juan Crisóstomo no lo permitió. El ministro que antes había querido llevarse prisionera a una pobre mujer y no pudo, porque el arzobispo la defendía, ahora se vio él mismo defendido por el propio santo. Eudoxia ardía de rabia por todo esto y juraba vengarse pero el gran predicador gritaba en sus sermones: “¿Cómo puede pretender una persona que Dios le perdone sus maldades si ella no quiere perdonar a los que le han ofendido?”

Eudoxia se unió con un terrible enemigo que tenía Crisóstomo, y era Teófilo de Alejandría. Este reunió un grupo de los que odiaban al santo y entre todos lo acusaron de un montón de cosas. Por ej. Que había gastado los bienes de la Iglesia en repartir ayudas a los pobres. Que prefería comer solo en vez de ir a los banquetes. Que a los sacerdotes que no se portaban debidamente los amenazaba con el grave peligro que tenían de condenarse, y que había dicho que la emperatriz, por las maldades que cometía, se parecía a la pérfida reina Jetzabel que quiso matar al profeta Elías, etc., etc.

Al oír estas acusaciones, el emperador, atizado por su esposa Eudoxia, decretó que Juan quedaba condenado al destierro. Al saber tal noticia, un inmenso gentío se reunió en la catedral, y Juan Crisóstomo renunció uno de sus más hermosos sermones. Decía: “¿Qué me destierran? ¿A qué sitio me podrán enviar que no esté mi Dios allí cuidando de mí? ¿Qué me quitan mis bienes? ¿Qué me pueden quitar si ya los he repartido todos? ¿Qué me matarán? Así me vuelvo más semejante a mi Maestro Jesús, y como El, daré mi vida por mis ovejas…”

Ocultamente fue enviado al destierro, pero sobrevino un terremoto en Constantinopla y llenos de terror los gobernantes le rogaron que volviera otra vez a la ciudad, y un inmenso gentío salió a recibirlo en medio de grandes aclamaciones.

Eudoxia, Teófilo y los demás enemigos no se dieron por vencidos. Inventaron nuevas acusaciones contra Juan, y aunque el Papa de Roma y muchos obispos más lo defendían, le enviaron desterrado al Mar Negro. El anciano arzobispo fue tratado brutalmente por algunos de los militares que lo llevaban prisionero, los cuales le hacían caminar kilómetros y kilómetros cada día, con un sol ardiente, lo cual lo debilitó muchísimo. El trece de septiembre, después de caminar diez kilómetros bajo un sol abrasador, se sintió muy agotado. Se durmió y vio en sueños que San Basilisco, un famoso obispo muerto hacía algunos años, se le aparecía y le decía: “Animo, Juan, mañana estaremos juntos”. Se hizo aplicarlos últimos sacramentos; se revistió de los ornamentos de arzobispo y al día siguiente diciendo estas palabras: “Sea dada gloria a Dios por todo”, quedó muerto. Era el 14 de septiembre del año 404.

Eudoxia murió unos días antes que él, en medio de terribles dolores. Al año siguiente el cadáver del santo fue llevado solemnemente a Constantinopla y todo el pueblo, precedido por las más altas autoridades, salió a recibirlo cantando y rezando. El Papa San Pío X nombró a San Juan Crisóstomo como Patrono de todos los predicadores católicos del mundo. Que Dios nos siga enviando muchos predicadores como él. ¿Si Dios está con nosotros, quién podrá contra nosotros? (San Pablo Rom.8).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_Crisostomo.htm)

12 septiembre, 2024

El Santísimo Nombre de María

 

 Santísimo nombre de María: 5 razones para celebrarlo 

 

¡Oh!, Santa Madre del Redentor, “María”, es vuestro
Santísimo Nombre y, el Sanro Evangelio así, lo dice:
“Y el nombre de la Virgen era María”. Y, Vuestro nombre,
traído del cielo por el mismo Dios, tenía en secreto,
“misión sagrada”, y, regalado como nombre a la “Madre
del Dios Vivo”. Y, así, desde siempre y por todos los
siglos, se ha invocado Vuestro Santísimo Nombre con
amor, respeto y confianza. “¡María!”, el dulce y bello
de cuantos nombres que se han pronunciado en esta
tierra después de el de Jesús! San Bernardo, dice de
Vuestro Nombre así: “No apartéis vuestra mirada del
resplandor de esta estrella, si no queréis sucumbir
entre las olas del mundo. Cuando soplen vientos de
tentaciones y las tribulaciones os abatan, invocad a
María. Cuando las furiosas olas de soberbia, ambición
o envidia os amenacen tragaros, mirad a la estrella,
¡invocad a María! Si la ira, avaricia o impureza
quieren hundir la nave de vuestra alma, mirad a la
estrella, ¡llamad a María! Si, desesperado estáis por
la multitud de vuestros pecados y anegado por vuestras
miserias y empezáis a desconfiar de vuestra salvación,
¡pensad en María!. En los peligros y sufrimientos, en
vuestros trabajos y luchas, pensad en María, ¡invocad
a María¡ Que su nombre no se aleje de vuestro corazón
ni se separe de vuestros labios». Y, él mismo muy
amoroso, en su segunda homilía de la Anunciación dice:
“Siguiéndola a ella, no te desviarás. Rogándole, serás
fuerte. Mirándola, no te equivocarás. Agarrándote, no
caerás. Siendo ella protectora, no temerás. Capitana,
no te fatigarás. Siendo propicia, llegarás”. Por ello
y sólo para Vuestros nombres el de “Jesús y María”,
la liturgia una fiesta especial ha establecido, porque
vosotros sois “Redentor y Corredentora”. ¡Unidos a la
Iglesia y con ella, alegrémonos venerando felices el
nombre de María, para llegar a las alegrías del cielo!
¡Oh!, Santísimo Nombre de María, “Vivo Amor del Dios Vivo.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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“María”

¡Que gozo y alegría!
el nombre de María
pronunciar siempre.

María, por nombre
sus padres, le pusieron.
Y, María, nombre
hebreo es, y en latín
es «Domina»; «Soberana«
o «Señora» significa.
Y, éso, es Ella, por
la autoridad misma
de su Hijo, soberano
y Señor del universo.
Alegres pues, llamemos
a María, Nuestra
Señora, como a Jesús
llamamos Nuestro Señor;
porque su nombre
pronunciado, afirmar
su poder es, implorar
su ayuda y bajo su
maternal protección,
siempre ponernos.

¡Que gozo y alegría!
el nombre de María
pronunciar siempre.

© 2012 luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Setiembre
El Santísimo Nombre de María

Por: Padre Tomás Morales, s. j.

MARÍA, EL NOMBRE DE LA VIRGEN

“Y el nombre de la Virgen era María”, nos dirá el Evangelio. En la Sagrada Escritura y en la liturgia el nombre tiene un sentido más profundo que el usual en el lenguaje de nuestros días. Es la expresión de la personalidad del que lo lleva, de la misión que Dios le encomienda al nacer, la razón de ser de su vida.

El nombre de la Madre de Dios no fue escogido al azar. Fue traído del cielo. Todos los siglos han invocado el nombre de María con el mayor respeto, confianza y amor… Si los nombres de personajes bíblicos juegan papel tan importante en el drama de nuestra redención y están llenos de sentido, ¡cuánto más el de María!… Madre del Salvador, tenía que ser el más simbólico y representativo de su tarea en mundo y eternidad. El más dulce y suave, y, al mismo tiempo, el más bello de cuantos nombres se han pronunciado en la tierra después del de Jesús. Sólo para los nombres de María y Jesús ha establecido la liturgia una fiesta especial en su calendario.

España se anticipó en solicitar y obtener de la Santa Sede la celebración de la fiesta del Dulce Nombre de María. Nuestros cruzados, después de ocho siglos de Reconquista, apenas descubierta América, pidieron su celebración en 1513. Cuenca fue la primera diócesis que la solemnizó.

La Virgen en sus distintas advocaciones, coronada de estrellas o atravesada de espadas dolorosas, resume en su culto los amores de la Península Ibérica. Creció bajo su manto, desde las montañas de Covadonga al iniciar la gran cruzada de Occidente, hasta terminarla invocando su nombre en aguas de Lepanto. La carabela de Colón descubriendo América, la prodigiosa de Magallanes dando la primera vuelta al mundo, bordarán también entre los pliegues de sus velas henchidas al viento, el dulce nombre de María, Reina y Auxilio de los cristianos.

Después de la derrota de Lepanto, los turcos se retiran hacia el interior de Persia. Cien años más tarde, con inesperado coraje, reaccionan y ponen sitio a Viena. Alborea límpido y radiante el sol del 12 de septiembre de 1663. El ejército cruzado ‑sólo unos miles de hombres‑ se consagra a María. El rey polaco Juan Sobieski ayuda la misa con brazos en cruz. Sus guerreros le imitan. Después de comulgar, tras breve oración, se levanta y exclama lleno de fe: ¡Marchemos bajo la poderosa protección de la Virgen Santa María!»

Se lanzan al ataque de los sitiadores. Una tormenta de granizo cae inesperada y violenta sobre el campamento turco. Antes de anochecer, el prodigio se ha realizado. La victoria sonríe a las fuerzas cristianas que se habían lanzado al combate invocando el nombre de María, vencedora en cien batallas. Inocencio XI extiende a toda la iglesia la festividad del dulce y santísimo nombre de María para conmemorar este triunfo de la Virgen.

«Y el nombre de la Virgen era María»… Preguntas: «¿quién eres?»> Con suavidad te responde: «Yo, como una viña, di aroma fragante. Mis flores y frutos son bellos y abundantes. Soy la madre del amor hermoso, del temor, de la santa esperanza. Tengo la gracia del camino y de la verdad. En mí está la esperanza de la vida» (cf. Si 24, 16‑21).

ESTRELLA, LUZ, DULZURA

María, Estrella del mar. En las tormentas de la vida, cuando la galerna ruge y encrespa olas, cuando la navecilla del alma está a punto de naufragar: Dios te salve, María, Estrella del mar.

María, Esperanza. Eso significa también su nombre arco iris de ilusión y anhelo que une el cielo con la tierra. «Feliz el que ama tu santo nombre ‑grita San Buenaventura , pues es fuente de gracia que refresca el alma sedienta y la hace fecunda en frutos de justicia».

Está llena de luz y transparencia. Sostiene en sus brazos a la luz del mundo (cf. Jn 8, 12). Irradia pureza. El nombre de María indica castidad, apunta Pedro Crisólogo. Azucenas y jazmines, nardos y lirios, embalsaman el ambiente con la fragancia de sus perfumes. Pero María, iluminada y pura, nos embriaga con el aroma de su virginidad incontaminada. Nos invita a todos: ,Venid a mí los que me amáis, saciaos de mis frutos. Mi recuerdo es más dulce que la. miel, mi heredad mejor que los panales» (Si 24, 19‑20).

María, mar amargo, simboliza asimismo su nombre. Asociada a la redención dolorosa de Cristo, su corazón es mar de amargura inundado de sufrimientos. Pide reparación y amor aún hoy, en Fátima y Lourdes. Dios te salve María, mar amargo de dolores. Angustia de madre, que ve con tristeza que sus hijos se condenan…

«María, nombre cargado de divinas dulzuras» (San Alfonso de Ligorio, ‑ 1 de agosto). «Puede el Altísimo fabricar un mundo mayor, extender un cielo más espacioso ‑exclama Conrado de Sajonia‑, pero una madre mejor y más excelente no puede hacerla»». Años antes, San Anselmo (‑‑ 21 de abril), prorrumpía lleno de admiración: «Nada hay igual a ti, de cuanto existe, o está sobre ti o debajo de ti. Sobre ti, sólo Dios. Debajo de ti, cuanto no es Dios>>.

«Dios te salve, María…» San Bernardo, entusiasmado al mirarla, siente su corazón arrebatarse en amor. Cantaba un día la Salve con sus monjes en un anochecer misterioso. Llenos de melancolía y esperanza, los cistercienses despiden el día rodeando a la Virgen. Al llegar a la petición final ‑‑‑después de este destierro, muéstranos a jesús, fruto bendito de tu vientre‑, Bernardo sigue solo balbuceando lleno de Júbilo, loco de amor: <«¡Oh clementísima, oh piadosísima, oh dulce Virgen María…!»

MIRA A LA ESTRELLA, INVOCA A MARÍA

“Estrella de los mares. Ave, Maris stella”, le canta la Iglesia. La estrella irradia luz sin corromperse. De María nace Jesús sin mancillar su pureza virginal. Ni el rayo de luz disminuye la claridad de la estrella, ni el Hijo de la Virgen marchita su integridad. María es la noble y brillante estrella que baña en su luz todo el orbe. Su resplandor ilumina la tierra. Enardece corazones, florecen virtudes, se amortiguan pasiones y se ahogan los vicios.

Es la estrella bella y hermosa reluciendo en las tinieblas del mundo y marcándonos la ruta del cielo.

San Bernardo nos dice en este día del Santísimo y Dulce Nombre de María: “No apartes tu mirada del resplandor de esta estrella, si no quieres sucumbir entre las olas del mundo. Cuando soplen vientos de tentaciones o te abatan tribulaciones, mira a la estrella, invoca a María. Cuando olas furiosas de soberbia, ambición o envidia amenacen tragarte, mira a la estrella, invoca a María. Si la ira, avaricia o impureza quieren hundir la nave de tu alma, mira a la estrella, llama a María. Si, desesperado por la multitud de tus pecados, anegado por tus miserias, empiezas a desconfiar de tu salvación, piensa en María. En los peligros, en los sufrimientos, en tus trabajos y luchas, piensa en María, invoca a María. Que su nombre no se aleje de tu corazón ni se separe de tus labios”.

«Dios te salve, María…» Es tu santo, el de todos tus hijos. Recibe nuestra felicitación emocionada, llena de confianza en el poder de tu nombre santísimo. Unámonos a la Iglesia y con ella alegrémonos venerando el nombre de María para merecer llegar a las eternas alegrías del cielo.

El Santísimo y Dulce Nombre de María será para nosotros emblema de victoria. Así ella va delante señalando luminosa el camino… Nos apropiamos las palabras de San Bernardo que continúan su segunda homilía de la Anunciación. “Siguiéndola a ella, no te desviarás. Rogándole, serás fuerte. Mirándola, no te equivocarás. Agarrándote, no caerás. Siendo ella protectora, no temerás. Capitana, no te fatigarás. Siendo propicia, llegarás”.

(http://www.mariologia.org/solemnidaddulcenombredemaria01.htm)

11 septiembre, 2024

Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela

Nuestra Señora de Coromoto - 8 de septiembre - Venezuela | EWTN

11 de septiembre
Nuestra Señora de Coromoto
Patrona de Venezuela
 
Cada 11 de septiembre se celebra a la Virgen Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela.
 
Una Madre que conoce a sus hijos
 
Cuenta la tradición que, después de la llegada de los españoles a la región de Guanare (Venezuela) en 1591, los indios de la tribu de los cospes, habitantes de la región, decidieron abandonar su tierra y trasladarse hacia la zona del río Tucupido con el propósito de no tener contacto con los foráneos y sus costumbres.
 
La situación se mantuvo así por décadas hasta que un día del año 1651, el cacique Coromoto, jefe de los cospes, tuvo una extraordinaria visión. El líder pudo ver con asombro, sobre la quebrada del río, la imagen de una hermosísima mujer. Acercándose de inmediato al lugar, acompañado de su esposa, el cacique se percató que aquella misteriosa mujer estaba mirándolos con una dulce expresión en el rostro, mientras que parecía desplazarse por encima de las aguas.
 
La mujer llevaba, además, a un niño sonriente entre los brazos.
 
Cuando Coromoto alcanzó a acercarse lo suficiente a ella, escuchó una voz que le decía: “Sal del bosque junto con los tuyos y ve donde los blancos para que reciban el agua sobre la cabeza y puedan entrar en el cielo”.
 
Cuando le damos la espalda a Dios
 
El cacique, impresionado por lo que había visto y oído, obedeció a la Señora y marchó con su tribu hacía donde estaban los españoles. Allí pidió “el agua sobre la cabeza y la entrada al cielo”, es decir, el bautismo.
 
Lamentablemente, al poco tiempo, Coromoto y su tribu decidieron volver al bosque, cansados e incómodos con el “nuevo régimen de vida” que “los blancos” imponían. Es decir, una vida de castidad, de respeto por la familia, las mujeres y los niños, sin lugar para el odio tribal.
 
El 8 de septiembre de 1652, la “Señora” volvió a aparecer, pero esta vez dentro de la choza de Coromoto. Ella le pidió al hombre que volviera con los foráneos, pero el cacique se negó rotundamente. Ni el aura ni los rayos luminosos que rodeaban la figura de la Madre de Dios, la Virgen María, le parecieron suficiente detalle si de cambiar su voluntad se trataba. Al contrario, Coromoto perdió el control y trató de echarla de su casa con gritos y amenazas.
 
La Señora, entonces, hizo ademán de acercarse al cacique, y este, preso de la furia, se lanzó sobre ella con la intención de atacarla. En ese instante, la Señora desapareció. Sorprendido, el indio se percató de que tenía algo entre las manos: era una pequeña estampa (figura) en la que estaba grabada la imagen de la “Señora”.
 
Lo importante es ponerse de pie
 
El cacique, asustado, huyó con dirección a la parte más densa del bosque. Entre el susto y el desconcierto, era ya incapaz de percatarse de lo que estaba sucediendo a su alrededor. De pronto, en un respiro, cuando pretendía recuperar un poco el aliento, sintió un dolor rápido y profundo: una serpiente venenosa lo había mordido.
 
Consciente de que su vida corría peligro, cambió de rumbo y se fue en dirección a Guanare, en busca de ayuda.
 
En el camino, la exaltación tras haber agredido a la Mujer se iba convirtiendo en temor por perder la vida, empezó a sentir remordimiento por haber atacado a la Señora que siempre se había dirigido a él con respeto y dulzura. Llegado a Guanare, exhausto y débil, los “blancos” lo atendieron, salvándole la vida. Una vez repuesto físicamente, Coromoto pidió el bautismo y se decidió a permanecer en el lugar con los suyos. Allí, en Guanare los cospes se amistaron con los españoles y empezaron a ser catequizados.
 
Coromoto, en adelante, vivió como un buen cristiano; y muchos entre sus hermanos indígenas seguirían sus pasos, acercándose a Dios.
 
La reliquia de la Virgen de Coromoto
 
La reliquia de la Virgen de Coromoto es una pequeña imagen -mide 27 mm por 22 mm-, grabada sobre pergamino (papel de seda).
 
La Madre de Dios aparece en esta de medio cuerpo, sentada sosteniendo al Niño Jesús en su regazo -Madre e Hijo miran de frente-, y las cabezas de ambos aparecen coronadas. Dos columnas unidas entre sí por un arco forman el respaldo del trono en el que reposan.
 
A quien observa la imagen le da la impresión de que se trata de un dibujo hecho finamente, como si fuera uno de esos retratos en tinta china que se hacen con rayas y puntos. La Virgen tiene los hombros cubiertos con un manto, y un velo cae simétricamente sobre sus cabellos.
 
No hay Venezuela sin la Virgen María
 
El 7 de octubre de 1944, el Papa Pío XII declaró a Nuestra Señora de Coromoto como “Patrona de la República de Venezuela”. Su coronación canónica se realizó el 11 de septiembre de 1952, con ocasión del tercer centenario de la aparición.
 
Los venezolanos celebran a su patrona varias veces a lo largo del año: cada 2 de febrero (fiesta de la Presentación del Señor), el 8 de septiembre (Natividad de la Virgen María) y el 11 de septiembre (el día central). El Santuario Nacional de la Virgen de Coromoto fue declarado basílica por el Papa Pío XII el 24 de mayo de 1949.
 
Hace poco más de 25 años…
 
El 10 de febrero de 1996 el Papa San Juan Pablo II, en visita a la República de Venezuela, inauguró el Santuario Nacional Nuestra Señora de Coromoto, construido en el lugar de las apariciones. Dicho Santuario está ubicado en la parroquia “Virgen de Coromoto” (Guanare).
 
Ese día, el Santo Padre pronunció unas hermosas palabras dirigidas a Nuestra Señora -las que deberían resonar por siempre en el alma de todo venezolano-:
“¡Tú eres el orgullo de nuestro pueblo! En los numerosos Santuario Marianos que se levantan en tantos lugares de la tierra, repetimos estas palabras del libro de Judit, para expresar nuestra alegría, porque la Madre de Dios ha establecido su morada en medio de su pueblo. Hoy pronuncian estas palabras los habitantes de Venezuela, que precisamente aquí en Coromoto, se unen para venerarla como Patrona de Venezuela”.
 
¡Nuestra Señora de Coromoto, ruega por Venezuela y por América católica! (ACI pensa).

10 septiembre, 2024

San Nicolás de Tolentino, Patrono de las almas del Purgatorio

 

 

 

¡Oh!, San Nicolás de Tolentino; vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y que, en gratitud a San Nicolás
de Bari, vuestros padres “Nicolás” os pusieron que
significa “regalo del cielo”. Y, sí; así fue, pues fuisteis
no solo, un precioso regalo para ellos sino, para el mundo
entero. Hombre virtuoso, predicador de dulce verbo, amable
y poderoso al que las gentes de aquél tiempo en alma y cuerpo
se rindieron, mientras que, de vuestras manos y labios Dios
os regalaba milagros. Vuestra vida: a las almas del purgatorio
amar, a los afligidos ayudar, convertir a los pecadores
y sembrar paz en los hogares. Vos, visteis en un sueño que un gran
número de almas del purgatorio os suplicaban que ofrecierais
oraciones y misas por ellas. Desde entonces os dedicasteis
a ofrecer muchas misas por el descanso de las benditas almas,
y, a nosotros nos toca también ese mismo favor por las de nuestros
difuntos. Vos, dijisteis antes de morir: “No digan nada a nadie.
Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra.
Un pobre pecador”. Cuarenta años después de vuestra muerte,
hallaron vuestro santo cuerpo ¡incorrupto! Os quitaron vuestros
brazos y manó, viva sangre de ellos, guardándose hasta hoy.
Así pues, por la vida pasateis con una entrega total de amor y fe,
a Jesús, Dios y Señor Nuestro; quien os premió con corona de luz,
como justo premio a vuestra entrega increíble de amor. “Victorioso
con el pueblo santo” y “Santo Patrono de las almas del purgatorio”;
¡Oh!, San Nicolás, “vivo amor por las almas del Dios Vivo y eterno”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Septiembre
San Nicolás de Tolentino

Patrono de las Almas del Purgatorio
Año 1305

Obra santa y piadosa es orar por los difuntos, para que descansen de sus penas (2 Macab.) El nombre Nicolás significa: “Victorioso con el pueblo” (Nico = victorioso. Laos = pueblo).

El sobrenombre Tolentino le vino de la ciudad italiana donde trabajó y murió. Sus papás después de muchos años de matrimonio no tenían hijos, y para conseguir del cielo la gracia de que les llegara algún heredero, hicieron una peregrinación al santuario de San Nicolás de Bari. Al año siguiente nació este niño y en agradecimiento al santo que les había conseguido el regalo del cielo, le pusieron por nombre Nicolás.

Ya desde muy pequeño le gustaba alejarse del pueblo e irse a una cueva a orar. Cuando ya era joven, un día entró a un templo y allí estaba predicado un famoso fraile agustino, el Padre Reginaldo, el cual repetía aquellas palabras de San Juan: “No amen demasiado el mundo ni las cosas del mundo. Todo lo que es del mundo pasará”. Estas palabras lo conmovieron y se propuso hacerse religioso. Pidió ser admitido como agustino, y bajo la dirección del Padre Reginaldo hizo su noviciado en esa comunidad.

Ya religioso lo enviaron a hacer sus estudios de teología y en el seminario lo encargaron de repartir limosna a los pobres en la puerta del convento. Y era tan exagerado en repartir que fue acusado ante sus superiores. Pero antes de que le llegara la orden de destitución de ese oficio, sucedió que impuso sus manos sobre la cabeza de un niño que estaba gravemente enfermo diciéndole: “Dios te sanará”, y el niño quedó instantáneamente curado. Desde entonces los superiores empezaron a pesar que sería de este joven religioso en el futuro.

Ordenado de sacerdote en el año 1270, se hizo famoso porque colocó sus manos sobre la cabeza de una mujer ciega y le dijo las mismas palabras que había dicho al niño, y la mujer recobró la vista inmediatamente. Fue a visitar un convento de su comunidad y le pareció muy hermoso y muy confortable y dispuso pedir que lo dejaran allí, pero al llegar a la capilla oyó una voz que le decía: “A Tolentino, a Tolentino, allí perseverarás”. Comunicó esta noticia a sus superiores, y a esa ciudad lo mandaron.

Al llegar a Tolentino se dio cuenta de que la ciudad estaba arruinada moralmente por una especie de guerra civil entre dos partidos políticos, los güelfos y los gibelinos, que se odiaban a muerte. Y se propuso dedicarse a predicar como recomienda San Pablo. Oportuna e inoportunamente”. Y a los que no iban al templo, les predicaba en las calles.

A Nicolás no le interesaba nada aparecer como sabio ni como gran orador, ni atraerse los aplausos de los oyentes. Lo que le interesaba era entusiasmarlos por Dios y obtener que cesara las rivalidades y que reinara la paz. El Arzobispo San Antonino, al oírlo exclamó: “Este sacerdote habla como quien trae mensajes del cielo. Predica con dulzura y amabilidad, pero los oyentes estallan en lágrimas al oírle. Sus palabras penetran en el corazón y parecen quedar escritas en el cerebro del que escucha. Sus oyentes suspiran emocionados y se arrepienten de su mala ida pasada”.

Los que no deseaban dejar su antigua vida de pecado hacían todo lo posible por no escuchar a este predicador que les traía remordimientos de conciencia. Uno de esos señores se propuso irse a la puerta del templo con un grupo de sus amigos a boicotearle con sus gritos y desórdenes un sermón al Padre Nicolás. Este siguió predicando como si nada especial estuviera sucediendo. Y de un momento a otro el jefe del desorden hizo una señal a sus seguidores y entró con ellos al templo y empezó a rezar llorando, de rodillas, muy arrepentido. Dios le había cambiado el corazón. La conversión de este antiguo escandaloso produjo una gran impresión en la ciudad, y pronto ya San Nicolás empezó a tener que pasar horas y horas en el confesionario, absolviendo a los que se arrepentían al escuchar sus sermones.

Nuestro santo recorría los barrios más pobres de la ciudad consolando a los afligidos, llevando los sacramentos a los moribundos, tratando de convertir a los pecadores, y llevando la paz a los hogares desunidos. En las indagatorias para su beatificación, una mujer declaró bajo juramento que su esposo la golpeaba brutalmente, pero que desde que empezó a oír al Padre Nicolás, cambió totalmente y nunca la volvió a tratar mal. Y otros testigos confirmaron tres milagros obrados por el santo, el cual cuando conseguía una curación maravillosa les decía: “No digan nada a nadie”. “Den gracias a Dios, y no a mí. Yo no soy más que un poco de tierra. Un pobre pecador”.

Murió el 10 de septiembre de 1305, y cuarenta años después de su muerte fue encontrado su cuerpo incorrupto. En esa ocasión le quitaron los brazos y de la herida salió bastante sangre. De esos brazos, conservados en relicarios, ha salido periódicamente mucha sangre. Esto ha hecho más popular a nuestro santo.

San Nicolás de Tolentino vio en un sueño que un gran número de almas del purgatorio le suplicaban que ofreciera oraciones y misas por ellas. Desde entonces se dedicó a ofrecer muchas santas misas por el descanso de las benditas almas. Quizás a nosotros nos quieran pedir también ese mismo favor las almas de los difuntos.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nicolás_de_Tolentino.htm)

09 septiembre, 2024

San Pedro Claver Apóstol y Patrono de los negros

 

 San Pedro Claver – Centro Clinico Quirúrgico Ambulatorio Hospital Día San  Pedro Claver

  ¡Oh! San Pedro Claver, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, Apóstol de los negros y su amado santo,
que desde niño mostrasteis cualidades de inteligencia
y de espíritu, razón suficiente, para que vuestros
padres os pusieran al servicio de la Iglesia en la
Compañía de Jesús. Aconsejado por San Alfonso Rodríguez,
humide portero del monasterio decidisteis salir de
España y dirigiros a evangelizar las Indias Occidentales,
hoy Colombia, y ordenado sacerdote en Cartagena,
y observando el servicio y entrega del P. Alfonso
Sandoval con los esclavos venidos del continente
africano, decidisteis convertiros en “esclavo de los
negros para siempre”, y pese a vuestra timidez y falta
de confianza en vos mismo, os disteis a vuestra misión
con valor y entusiasmo. Vuestras labores empezaban
con la visita diaria a las barracas en el puerto,
donde conversabais y predicabais la palabra de Dios,
logrando así, la conversión y el bautismo de miles
de vuestros negros. Allí, atendíais a numerosos
enfermos y moribundos, a quienes llevabais medicinas
y alimentos; y a los niños, juguetes y caramelos.
Vuestra obra, se extendió por los valles y haciendas
donde predicabais y velabais por el cuidado de vuestra
grey, venciendo obstáculos que os ponian los hacendados.
Vuestra intensa actividad os deterioró la salud,
y luego de bendecir a vuestro sucesor, un día, voló,
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz como justo premio a vuestra entrega de amor
y fe. Ese día, fue el de la Natividad de Nuestra Señora,
Santa Madre de Dios. ¡Qué grande premio! Santo Patrono,
Apóstol y Esclavo de los negros por siempre jamás;
¡oh!, San Pedro Claver, “vivo esclavo de amor por Cristo".


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Setiembre

San Pedro Claver
Apóstol y Patrono de los negros

Nació en 1581 en España, y desde niño mostró grandes cualidades de inteligencia y de espíritu, siendo destinado por sus padres al servicio de la Iglesia. Al terminar sus estudios en la universidad de Barcelona, y tras recibir las órdenes menores, el santo fue aceptado por la Compañía de Jesús.

Gracias a la influencia y consejos de San Alfonso Rodríguez -portero del monasterio jesuita donde San Pedro vivía- el santo decidió abandonar España en 1610 para asumir las misiones de evangelización en las Indias Occidentales, específicamente en la colonia de Nueva Granada, hoy república de Colombia.

En 1615 fue ordenado sacerdote en Cartagena, y fue ahí donde el santo, al ver la entrega y servicio del P. Alfonso Sandoval por los miles de esclavos negros provenientes del África, tomó la decición de convertirse en “esclavo de los negros para siempre” y pese a su timidez y falta de confianza en sí mismo, el santo se entregó a aquella misión con tenacidad y mucho entusiasmo. Sus labores empezaban con la visita casi diaria a las barracas en el puerto, donde conversaba y predicaba la palabra de Dios, logrando la conversión y el bautismo de miles de ellos.

Además, atendía a numerosos enfermos y moribundos, a quienes llevaba medicinas y alimentos, y a los niños, algunos dulces y caramelos. Su obra evangelizadora también se extendió por los valles y haciendas donde el santo iba a predicar y velar por el cuidado de sus “negros”, no sin antes vencer dificultades y penurias por parte de los hacendados.

La intensa actividad del santo deterioró su salud, y luego de bendecir a su sucesor en su misión apostólica falleció el 8 de setiembre de 1654, día de la Natividad de Nuestra Señora, y en medio de grandes muestras de amor y cariño popular. Fue canonizado el 1888, al mismo tiempo que su gran amigo San Alfonso Rodríguez.

(http://www.aciprensa.com/santos/santo.php?id=270)

08 septiembre, 2024

Natividad de la Santísima Virgen Maria

 

08 de septiembre
Natividad de la Santísima Virgen Maria
La Nuva Eva
 
Cada 8 de septiembre, la Iglesia celebra una festividad muy especial: la Natividad de la Santísima Virgen María, Madre de Jesús y nuestra. ¡Demos gracias a Dios por habernos regalado a tan excelsa Madre!
 
Nueva Eva
 
En una hermosa homilía pronunciada siglos atrás en la Basílica de Santa Ana en Jerusalén, San Juan Damasceno (675-749) señalaba: “Tenemos razones muy válidas para honrar el nacimiento de la Madre de Dios, por medio de la cual todo el género humano ha sido restaurado y la tristeza de la primera madre, Eva, se ha transformado en gozo”.
 
Luego, el santo y doctor de la Iglesia, añadía: “¡Oh feliz pareja, Joaquín y Ana, a ustedes está obligada toda la creación! Por medio de ustedes, en efecto, la creación ofreció al Creador el mejor de todos los dones, o sea, aquella augusta Madre, la única que fue digna del Creador”.
 
Si bien es cierto que en los Evangelios no podemos encontrar mayor información sobre el nacimiento de María, es a través de la tradición como nos han llegado algunos datos importantes. Por ejemplo, considerando que María fue descendiente de David, es altamente probable que haya nacido en Belén; aunque en otras tradiciones cristianas, como la griega o la armenia, se sugiere que la cuna de María fue Nazaret.
 
La Basílica de Santa Ana
 
Para el siglo V ya existía en Jerusalén un santuario dedicado a la Madre de Dios, situado al lado de la “Piscina Probática” (Piscina o estanque de Betesda, donde Jesús curó a un paralítico). Dicho santuario, de origen bizantino, fue destruido y reconstruido en más de una ocasión. A inicios del siglo XII se edificó en el lugar la que hoy es la iglesia románica de Santa Ana, que, de acuerdo a la tradición, se encuentra sobre los restos de la que habría sido la casa en la que nació y vivió la Virgen al lado de sus padres, los santos Joaquín y Ana.
 
Dicha tradición refuerza la versión según la cual Joaquín, padre de María, poseía un rebaño de ovejas que llevaba a la “piscina probática” con el propósito de lavarlas y dejarlas aptas para el sacrificio en el templo. Son ciertos textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago (siglo II) los que amparan este relato.
 
Orígenes de la celebración
Hay numerosas evidencias del profundo amor que los cristianos han profesado a María desde antiguo y de la importancia que posee la fiesta de la Natividad de María.
 
Esta fiesta se celebra en Oriente desde el siglo V, mientras que en Occidente fue introducida posteriormente, hacia el siglo VII. En Roma, la fiesta se celebraba con una procesión en la que se iban recitando las letanías a la Virgen y que concluía en la Basílica de Santa María la Mayor.
 
“Hoy emprende su ruta la que es puerta divina de la virginidad. De Ella y por medio de Ella, Dios, que está por encima de todo cuanto existe, se hace presente en el mundo corporalmente… Sirviéndose de Ella, Dios descendió sin experimentar ninguna mutación, o mejor dicho, por su benévola condescendencia apareció en la Tierra y convivió con los hombres" (San Juan Damasceno).