21 noviembre, 2013

La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo



Oh, Santa María Niña Nuestra, Vos,
sois la hija del Dios de la vida
y su amadísima y predilecta Hija.
Y, que maravilla, que en este día,
a Vos, os presentaran Joaquín y Ana,
vuestros amadísimos padres y santos
en el Templo de Dios, para que Vos,
supierais vuestros deberes para
con Él. Y, Él, que es el Alpha y el
Omega, desde siempre y por siempre
os bendijo amorosamente eternamente;
Oh, Santa María Niña Nuestra, “luz”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de noviembre
La Presentación de la Santísima Virgen María en el Templo


Honramos hoy la Presentación en el Templo de aquella Niña de bendición. Los orígenes de esta fiesta hay que buscarlos en una piadosa tradición que surge en el escrito apócrifo llamado el «Protoevangelio de Santiago». Según este documento la Virgen María fue llevada a la edad de tres años por sus padres San Joaquín y Santa Ana. Allí, junto a otras doncellas y piadosas mujeres, fue instruida cuidadosamente respecto la fe de sus padres y sobre los deberes para con Dios.

Históricamente, el origen de esta fiesta fue la dedicación de la Iglesia de Santa María la Nueva en Jerusalén , en el año 543. Todo eso se viene conmemorando en Oriente desde el siglo VI, y hasta habla de ello el emperador Miguel Comeno en una Constitución de 1166.

Un gentil hombre francés, canciller en la corte del Rey de Chipre, habiendo sido enviado a Aviñón en 1372, en calidad de embajador ante el Papa Gregorio XI, le contó la magnificencia con que en Grecia celebraban esta fiesta el 21 de noviembre. El Papa entonces la introdujo en Aviñón, y Sixto V la impuso a toda la Iglesia.

Oración

Oh Dios, que quisiste que en este día fuese presentada en el templo la Santísima Virgen María, morada del Espíritu Santo: suplicámoste por su intercesión nos concedas merecer ser presentados en el templo de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo.

Amén.

 
 

20 noviembre, 2013

San Octavio



Oh, Octavio, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado
santo, y que, como San Ambrosio
de Milán decía: “Comenzad en vosotros
la obra de la paz, una vez que
vosotros estéis pacificados,
llevaréis la paz a los demás”.
Vos, así lo hicisteis, conjuntamente
que Solutor y Adventor, vuestros
compañeros, y que hoy, os celebran
en la iglesia de Turín. Y que,
valientes y valerosos como eran
su fe, confesaron en Cristo, Dios
y Señor Nuestro. A vosotros, de
tanta entrega militar, se os compuso
una “Pasión”, donde se os resaltaba
vuestra entrega y vuestra vida
como mártires, en plena persecución.
Vuestra “Pasión”, narra, cómo escapar
lograron de la masacre de Agaunum,
pero, capturados fueron enseguida,
para fugarse de ellas, y caminar
por inhóspitos parajes. Y esta vez,
caminaron sobre su muerte, y todo
por su fe en Dios. Templo y más tarde
un monasterio benedictino, demolición
y la Consolata os recibió, hasta
descansar en Iglesia de los Mártires,
en la que hoy, están, como justo
premio a vuestra entrega de grande amor;
oh, San Octavio, “guía de la paz y la luz.



© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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20 de Noviembre
San Octavio u Octaviano
Mártir



Etimológicamente significa “octavo hijo”. Viene de la lengua latina.
 

La paz sobre la tierra comienza en nosotros mismos. Ya en el siglo IV, san Ambrosio de Milán decía: "Comenzad en vosotros la obra de la paz, una vez que vosotros estéis pacificados, llevaréis la paz a los demás”.
 

Este joven, juntamente con Solutor y Adventor, se celebran hoy en la iglesia de Turín, Italia.
 

Eran soldados de la Legión Tebea. Combatían valientemente durante el imperio que mandaba por aquel tiempo Maximiano.
 

Eran valientes en la lucha y valientes en confesar su fe en Cristo el Señor. El clima y el ambiente no les eran propicios. Ya habían visto con sus propios ojos morir a muchos cristianos.
 

No hay datos exactos de cómo murieron. Sin embargo, a personas de tanto brillo militar y de tanta fama entre los creyentes, fue fácil componerles un teatro o “Pasión” entre los años 432-450.
 

Ellos murieron como mártires en el siglo III, es decir cuando las persecuciones arreciaron como nunca.
 

La “Pasión” narraba que lograron escapar de la masacre de Agaunum.
 
Su fuga no pasó desapercibida. La policía militar los cogió en seguida. Los llevaron presos a Turín.
También se escaparon de la prisión. Empezaron a caminar pro lugares inhóspitos. Y ya esta vez, fueron enviados a la muerte por su fe en Dios único y verdadero.
 

Los turineses le levantaron pronto un templo en su honor. Este templo se convertiría más tarde, por mandato del obispo Gezone, en un monasterio benedictino.
 

Cuando los franceses ordenaron la demolición del monasterio en 1536, los tres cuerpos fueron llevados a la Consolata y finalmente a la iglesia de los mártires, en la que están hoy en día.
 

19 noviembre, 2013

San Andrés Avelino



Oh, San Andrés Avelino; vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo, y, fuisteis también, y porque
quiso Dios, el mismo letrado, que,
al leer en el Libro Santo, la frase:
“La boca que miente, mata el alma”,
suficiente argumento, para abandonarlo
todo. Así, pues, supisteis que, volveríais
jamás a ser como antes y por ello
os entregasteis, con pasión y amor,
a abrazar la Cruz de Cristo, atrás
dejando fama, posición y dinero, para
el uniforme de sacerdote vestir y con
él, deslumbrar a propios y extraños,
usando vuestra palabra, por donde
fuerais, maravillas y milagros haciendo.
Había dicho Nuestro Señor Jesucristo:
“Quien renuncie a algo importante por
amor a mí, recibirá cien veces más”.
Y, claro, vos, lo recibisteis. Hoy, gozáis
de las alegrías del cielo, coronado de luz,
como premio justo, a vuestro gran amor;
oh San Andrés Avelino; “luz y esperanza”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Noviembre
San Andrés Avelino
Año 1608

 
Que Dios que es tan bueno y tan generoso, nos envíe muchos predicadores que como San Andrés Avelino conviertan a los pecadores que asistan a sus sermones.
 
Quien renuncie a algo importante por amor a mí, recibirá cien veces más (Jesucristo).
 
El hecho más conocido de este santo es que siendo un abogado de fama, un día en un pleito dijo una mentira, pero luego leyó en la S. Biblia la frase que dice: “La boca que miente, mata el alma”, y se asustó tanto que dejó la abogacía y se dedicó al sacerdocio, a predicar y salvar almas.
 
San Andrés Avelino nació en Nápoles (Italia) en 1521. Entró a la comunidad de Padres Teatinos y allí dio tales muestras de sabiduría, que fue nombrado maestro de novicios y superior.
 
San Carlos Borromeo, que era Arzobispo de Milán, quedó tan admirado de las cualidades de ciencia y de santidad de San Andrés que pidió a los superiores de esa comunidad que se lo enviaran a Milán, y lo obtuvo, consiguiendo con ello un gran progreso para su ciudad, porque las predicaciones de Avelino convertían muchos pecadores.
 
Había un convento muy relajado y San Carlos envió al Padre Andrés a tratar de reformarlo. Lo amenazaron de muerte si se atrevía a entrar allá, pero fue valiente y acabó con todos los abusos. En la ciudad de Piacenza su predicación produjo un cambio tan grande en las costumbres, que los cantineros y dueños de casas de juegos se quejaron ante el gobernador porque se les había acabado la clientela. El gobernador llamó al santo para que le diera explicaciones y este le habló tan hermosamente acerca de lo importante que es evitar el pecado y salvar el alma, que desde ese día la esposa del gobernante lo escogió como director espiritual.
 
En su ciudad de Nápoles su predicación convertía miles de pecadores, y él acompañaba sus palabras con admirables milagros y sanaciones. San Andrés Avelino murió a la edad de 80 años en noviembre de 1608, y murió en el preciso momento en el que empezaba la santa misa. Al hacer la señal de la cruz para comenzar la celebración, cayó muerto de un ataque de apoplejía.
 
Acudieron grandes multitudes a visitarlo en su ataúd, y durante 72 horas su cadáver echó sangre cada vez que le hicieron alguna pequeña cortada. Esa sangre la recogieron en frascos, y cuatro años después empezó a hervir, en el aniversario e su muerte.
 

18 noviembre, 2013

Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo


 
 
Oh, San Pedro y San Pablo, vosotros
 sois los hijos del Dios de la vida, sus
 Apóstoles y amados santos, cuyo
 carisma, imperecedero y eterno, vive
 en la roca viva, plasmado en gloriosos
 Templos, que nos recuerdan vuestra
 grandeza singular. Vosotros dos, sois
 dos columnas de amor, fe y esperanza,
 que hechos Templos están, en Basílicas
 convertidas, sobre vuestras tumbas
 hacia la Celeste Patria apuntando
 para recuerdo del hombre y del mundo,
 de vuestra increíble gloria espiritual;
 oh, Basílicas de San Pedro y San Pablo.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de Noviembre
Dedicación de las Basílicas de San Pedro y San Pablo

Propongámonos tener siempre el más grande respeto y veneración por nuestros templos.

La actual Basílica de San Pedro en Roma fue consagrada por el Papa Urbano Octavo el 18 de noviembre de 1626, aniversario de la consagración de la Basílica antigua. La construcción de este grandioso templo duró 170 años, bajo la dirección de 20 Sumos Pontífices. Está construida en la colina llamada Vaticano, sobre la tumba de San Pedro.
Allí en el Vaticano fue martirizado San Pedro (crucificándolo cabeza abajo) y ahí mismo fue sepultado. Sobre su sepulcro hizo construir el emperador Constantino una Basílica, en el año 323, y esa magnífica iglesia permaneció sin cambios durante dos siglos. Junto a ella en la colina llamada Vaticano fueron construyéndose varios edificios que pertenecían a los Sumos Pontífices. Durante siglos fueron hermoseando cada vez más la Basílica.
Cuando los Sumos Pontífices volvieron del destierro de Avignon el Papa empezó a vivir en el Vaticano, junto a la Basílica de San Pedro (hasta entonces los Pontífices habían vivido en el Palacio, junto a la Basílica de Letrán) y desde entonces la Basílica de San Pedro ha sido siempre el templo más famoso del mundo.
La Basílica de San Pedro mide 212 metros de largo, 140 de ancho, y 133 metros de altura en su cúpula. Ocupa 15,000 metros cuadrados. No hay otro templo en el mundo que le iguale en extensión.
Su construcción la empezó el Papa Nicolás V en 1454, y la terminó y consagró el Papa Urbano VIII en 1626 (170 años construyéndola). Trabajaron en ella los más famosos artistas como Bramante, Rafael, Miguel Angel y Bernini. Su hermosura es impresionante.
Hoy recordamos también la consagración de la Basílica de San Pablo, que está al otro lado de Roma, a 11 kilómetros de San Pedro, en un sitio llamado “Las tres fontanas”, porque la tradición cuenta que allí le fue cortada la cabeza a San Pablo y que al cortársela cayó al suelo y dio tres golpes y en cada golpe salió una fuente de agua (y allí están las tales tres fontantas).
La antigua Basílica de San Pablo la habían construido el Papa San León Magno y el emperador Teodosio, pero en 1823 fue destruida por un incendio, y entonces, con limosnas que los católicos enviaron desde todos los países del mundo se construyó la nueva, sobre el modelo de la antigua, pero más grande y más hermosa, la cual fue consagrada por el Papa Pío Nono en 1854. En los trabajos de reconstrucción se encontró un sepulcro sumamente antiguo (de antes del siglo IV) con esta inscripción: “A San Pablo, Apóstol y Mártir”.
Estas Basílicas nos recuerdan lo generosos que han sido los católicos de todos los tiempos para que nuestros templos sean lo más hermoso posible, y cómo nosotros debemos contribuir generosamente para mantener bello y elegante el templo de nuestro barrio o de nuestra parroquia.
(http://ewtn.com/spanish/Saints/Dedicación_de_las_basílicas_de_San_Pedro_San_Pablo.htm)

17 noviembre, 2013

Santa Isabel de Hungría



 
 
Oh; Santa Isabel de Hungría; vos, sois la hija del Dios
de la vida, y su amada santa. Aquella mujer, que,
habiendo vestido de realeza, renunciar preferisteis
a todos vuestros honores y bienes materiales, y votos
de pobreza hacer, a imitación de Cristo, de Francisco
y Clara de Asís, consagrándoos al servicio de los más
pobres y débiles, como humilde, santa y fervorosa
sierva franciscana. “¿Jesús en la Cruz despojado de todo
y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos
lujosos?”. Dijisteis, aquella vez que entrasteis en el Templo
y nunca más vestisteis de lujo, para entrar al Templo
de Dios. Poco antes de morir, un hermano lego os suplicó
interceder por su brazo roto, y él os dijo: “¿Señora,
Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué
ahora está tan hermosamente vestida?”. Y vos, contestasteis
sonriente: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para
la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado” Y, el
hombre, quedó sano. Hoy, vos, estáis coronada de luz,
como Justo premio a vuestra entrega de fe y de amor.
Os rogamos pues, que, en mérito de vuestra santa vida,
Intercedáis ante Jesús, Dios y Señor Nuestro, para que
colme nuestro mundo de santas mujeres, que sirvan al Dios
Trino, Señor de la vida y de la luz, en los pobres, en los débiles,
en los menesterosos y en los descreídos todo el tiempo;
Oh; Santa Isabel de Hungría, “Patrona de los pobres y débiles”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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17 de noviembre
Santa Isabel de Hungría
Viuda
(1207- 1231)


“Que el Señor nos conceda como a su buena Isabel, el don de un gran desprendimiento para dedicar nuestra vida y nuestros bienes a ayudar a los más necesitados.”

SU VIDA

Isabel, a los 15 años fue dada en matrimonio por su padre el Rey de Hungría al príncipe Luis VI de Turingia, el matrimonio tuvo tres hijos. Se amaban tan intensamente que ella llegó a exclamar un día: “Dios mío, si a mi esposo lo amo tantísimo, ¿Cuánto más debiera amarte a Ti?”. Su esposo aceptaba de buen modo las santas exageraciones que Isabel tenía en repartir a los pobres cuanto encontraba en la casa. Él respondía a los que criticaban: “Cuanto más demos nosotros a los pobres, más nos dará Dios a nosotros”.

Cuando apenas de veinte años y con su hijo menor recién nacido, su esposo, un cruzado, murió en un viaje a defender Tierra Santa. Isabel casi se desespera al oír la noticia, pero luego se resignó y aceptó la voluntad de Dios. Rechazó varias ofertas de matrimonio y se decidió entonces a vivir en la pobreza y dedicarse al servicio de los más pobres y desamparados.

El sucesor de su marido la desterró del castillo y tuvo que huir con sus tres hijos, desprovistos de toda ayuda material. Ella, que cada día daba de comer a 900 pobres en el castillo, ahora no tenía quién le diera para el desayuno. Pero confiaba totalmente en Dios y sabía que nunca la abandonaría, ni a sus hijos. Finalmente algunos familiares la recibieron en su casa, y más tarde el Rey de Hungría consiguió que le devolvieran los bienes que le pertenecían como viuda, y con ellos construyó un gran hospital para pobres, y ayudó a muchas familias necesitadas.

Un Viernes Santo, después de las ceremonia, cuando ya habían desvestido los altares en la iglesia, se arrodilló ante uno y delante de varios religiosos hizo voto de renuncia de todos sus bienes y voto de pobreza, como San Francisco de Asís, y consagró su vida al servicio de los más pobres y desampardos. Cambió sus vestidos de princesa por un simple hábito de hermana franciscana, de tela burda y ordinaria, y los últimos cuatro años de su vida (de los 20 hasta los 24 años) se dedicó a atender a los pobres enfermos del hospital que había fundado. Se propuso recorrer calles y campos pidiendo limosna para sus pobres, y vestía como las mujeres más pobres del campo. Vivía en una humilde choza junto al hospital. Tejía y hasta pescaba, con tal de obtener con qué compararles medicinas a los enfermos.

Tenía un director espiritual que para ayudarla en su camino a la santidad, la trataba duramente. Ella exclamaba: “Dios mío, si a este sacerdote le tengo tanto temor, ¿cuánto más te debería temer a Ti, si desobedezco tus mandamientos?”

Un día, cuando todavía era princesa, fue al templo vestida con los más exquisitos lujos, pero al ver una imagen de Jesús crucificado pensó: “¿Jesús en la Cruz despojado de todo y coronado de espinas, y yo con corona de oro y vestidos lujosos?”. Nunca más volvió con vestidos lujosos al templo de Dios.

Una vez se encontró un leproso abandonado en el camino, y no teniendo otro sitio en dónde colocarlo por el momento, lo acostó en la cama de su marido que estaba ausente. Llegó este inesperadamente y le contaron el caso. Se fue furioso a regañarla, pero al llegar a la habitación, vio en su cama, no el leproso sino un hermoso crucifijo ensangrentado. Recordó entonces que Jesús premia nuestros actos de caridad para con los pobres como hechos a Él mismo.

El pueblo la llamaba “la mamacita buena”.

Uno sacerdotes de aquella época escribió: “Afirmo delante de Dios que raramente he visto una mujer de una actividad tan intensa, unida a una vida de oración y de contemplación tan elevada”. Algunos religiosos franciscanos que la dirigían en su vida de total pobreza, afirman que varias veces, cuando ella regresaba de sus horas de oración, la vieron rodeada de resplandores y que sus ojos brillaban como luces muy resplandecientes.

El mismo emperador Federico II afirmó: “La venerable Isabel, tan amada de Dios, iluminó las tinieblas de este mundo como una estrella luminosa en la noche oscura”.

Cuando apenas cumplía 24 años, el 17 de noviembre del año 1231, pasó de esta vida a la eternidad. A sus funerales asistieron el emperador Federico II y una multitud tan grande formada por gentes de diversos países y de todas las clases sociales, que los asistentes decían que no se había visto ni quizá se volvería a ver en Alemania un entierro tan concurrido y fervoroso como el de Isabel de Hungría, la patrona de los pobres.

El mismo día de la muerte de la santa, a un hermano lego se le destrozó un brazo en un accidente y estaba en cama sufriendo terribles dolores. De pronto vio a parecer a Isabel en su habitación, vestida con trajes hermosísimos. Él dijo: “¿Señora, Usted que siempre ha vestido trajes tan pobres, por qué ahora tan hermosamente vestida?”. Y ella sonriente le dijo: “Es que voy para la gloria. Acabo de morir para la tierra. Estire su brazo que ya ha quedado curado”. El paciente estiró el brazo que tenía totalmente destrozado, y la curación fue completa e instantánea.

Dos días después de su entierro, llegó al sepulcro de la santa un monje cisterciense el cual desde hacía varios años sufría un terrible dolor al corazón y ningún médico había logrado aliviarle de su dolencia. Se arrodilló por un buen rato a rezar junto a la tumba de la santa, y de un momento a otro quedó completamente curado de su dolor y de su enfermedad.

Estos milagros y muchos más, movieron al Sumo Pontífice a declararla santa, cuando apenas habían pasado cuatro años de su muerte. Santa Isabel de Hungría es patrona de la Arquidiócesis de Bogotá.

Una Historia

No faltó quien acusó a la princesa ante el propio duque de estar dilapidando los caudales públicos y dejar exhaustos los graneros y almacenes. El margrave Luis, quería a su esposa con delirio, pero no pudo resistir, sin duda, el acoso de sus intendentes y les pidió una prueba de su acusación.

- Espera un poco -le dijeron- y verás salir a la señora con la faltriquera llena. Efectivamente, poco tuvo que esperar el duque para ver a su mujer que salía, como a hurtadillas, de palacio cerrando cautelosamente la puerta. Violentamente la detuvo y la preguntó con dureza:

- ¿Qué llevas en la falda?

- Nada…, son rosas -contestó Isabel tratando de disculparse, sin recordar que estaba en pleno invierno-.

Y, al extender el delantal, rosas eran y no mendrugos de pan lo que Isabel llevaba, porque el Señor quiso salir fiador de la palabra de su sierva.

ORACIÓN

Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

16 noviembre, 2013

Santa Margarita de Escocia

 
Oh, Santa Margarita de Escocia;
sois  vos, la hija del Dios de la vida
 su amada santa, y, que, desde siempre
 comprendisteis, que el amor a Dios,
 no es la simpleza de decir “yo amo a
 Dios”, sino, viva hacerla en cada
 prójimo, en cada pobre y en cada
 desvalido; porque, sabíais, -como lo
 sabe todo el mundo, pero no lo lleva
 a cabo-, que, en cada uno de ellos,
 mora Dios y está Cristo, y su mismo
 Santo Espíritu. Al saber la pérdida
 de vuestro esposo e hijo, en batalla,
 dijisteis:“Te doy gracias Dios mío,
 porque al mandarme tan dolorosas
 noticias me purificas de mis pecados”.
Y, así, más tarde, vuestra alma santa
 de esposa y de madre entregasteis,
 a Dios, para, premiada ser, por quien
 vos, habías imitado toda vuestra vida:
 Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
 como justo premio a vuestro amor santo;
 oh Santa Margarita de Escocia, “luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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 16 de Noviembre
 Santa Margarita de Escocia
 Año 1093
 
Quiera Dios que todas las esposas de los jefes de las naciones sean tan fervorosas y generosas como Santa Margarita de Escocia, y que las demás esposas lo sean también.
Margarita era hija del rey San Eduardo. Su padre tuvo que salir huyendo de Inglaterra cuando el rey Canuto de Dinamarca invadió el país. Luego de caer Inglaterra en poder de Guillermo el Conquistador, Margarita y sus hermanos se refugiaron en Escocia, donde era rey Malcon III, el cual al darse cuenta de las cualidades de bondad y caridad que tenía la joven, se casó con ella. Y así Margarita, a los 24 años llegó a ser reina de Escocia.
Para ella lo principal en la vida era ayudar a los pobres. Cada día antes de ir a almorzar servía personalmente el almuerzo a nueve niños huérfanos (y a veces les servía de rodillas, al recordar que los favores que hacemos al pobre los recibe Jesucristo como hechos a Él mismo). En su palacio de reina se atendía diariamente a centenares de pobres, y cuando ella salía por las calles volvía a la casa sin dinero, sin joyas y hasta sin el manto, porque todo lo regalaba a los necesitados. Era estimadísima entre el pueblo por la inmensa compasión que demostraba hacia los más miserables.
Tuvo seis hijos y dos hijas. Su esposo Malcon III era cruel y rudo, pero la amabilidad de Margarita lo fue volviendo amable y caritativo, tanto que él mismo le ayudaba a servir el almuerzo a los centenares de pobres que llegaban a pedir alimentos. De los hijos de Margarita, dos llegaron a ser santos y tres fueron reyes, y del esposo de una hija de ella, Enrique I, proviene la actual familia real de Inglaterra.
Costeó la construcción de conventos y templos y organizó una asociación de señoras para dedicarse con ellas a tejer y bordar ornamentos para las iglesias, a sus hijos los educó muy cuidadosamente en la religión católica y se esmeró porque aprendieran muy bien el catecismo y la doctrina cristiana. En su casa y entre la gente del pueblo hacía leer las vidas de santos. Se esmeraba en conseguir sacerdotes fervorosos para las parroquias. A su esposo el rey, lo entusiasmaba continuamente para que hiciera obras a favor de la Iglesia y de los pobres, y para que fuera compasivo con sus enemigos.
Construyó una hermosísima catedral. Insistía mucho a la gente en el deber de santificar el domingo. En Cuaresma y en Adviento (las cuatro semanas anteriores a la Navidad) ayunaba cada día. Le gustaba mucho leer los Evangelios y pasaba varias horas de la noche en oración.
Su esposo y su hijo mayor murieron batallando contra los ingleses que querían invadir el territorio de Escocia. Santa Margarita sufrió inmensamente al saber tan trágica noticia. Exclamó entonces: “Te doy gracias Dios mío, porque al mandarme tan dolorosas noticias me purificas de mis pecados”, y cuatro días después ella también murió, el 16 de noviembre del año 1093.
Inmediatamente el pueblo empezó a honrarla como santa, y su popularidad ha sido inmensa en Escocia y en otros países. Es recordada sobre todo por su admirable generosidad para con los pobres y afligidos.
 

15 noviembre, 2013

San Alberto Magno

 
 
Oh, San Alberto Magno; vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo.

Y fuisteis además, el hombre más sabio
y amoroso de vuestro tiempo, porque,
confiando en Nuestra Señora, vuestra
cerviz reclinasteis y sabiduría pedisteis,
y ella, os fue en el acto concedida, cuando
ella mismo os dijo: “Alberto, ¿por qué
en vez de huir del colegio, no me rezas
a Mí que soy “Trono de la Sabiduría?”.
Y, así, ya con ella, en vuestro corazón,
La compartisteis con el mundo todo
de vuestro tiempo, en blanco y negro
plasmando el saber todo de Dios, en
temas de Teología, Filosofía, Geografía,
Química, Astronomía y muchas otras más.
No en vano, llamado erais “El Magno”,
“el grande” y “Doctor Universal”, porque,
de todo sabíais, cuando erais consultado.
Y, así, un día, os llegó la hora de entregar
vuestra alma a Dios, para coronada ser
con corona de luz y de gloria, como
justo premio a vuestra entrega de amor;.
pues vuestra santa vida, llevar fue, a
todas las almas hacia Él, pues, es Él,

vida verdadera, fe, esperanza y caridad;
oh, San Alberto Magno; “amor de Dios”.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de Noviembre
San Alberto Magno
Doctor de la Iglesia
Año 1280
La Virgen Santísima nos conceda como a su buen devoto San Alberto, el don de la sabiduría, para hacer mucho bien. El primer paso para adquirir sabiduría es tener un gran deseo de instruirse. (S. Biblia. Proverbios).
 
Alberto significa: “de buena familia” (Al = familia. Bert = buena). Ya en su tiempo la gente lo llamaba “El Magno”, el grande, el magnífico, por la sabiduría tan admirable que había logrado conseguir. Lo llamaban también “El Doctor Universal” porque sabía de todo: de ciencias religiosas, de ciencias naturales, de filosofía, etc. Era geógrafo, astrónomo, físico, químico y teólogo. La gente decía “Sabe todo lo que se puede saber” y le daba el título de “milagro de la época”, “maravilla de conocimientos” y otros más. Tuvo el honor San Alberto de haber sido el maestro del más grande sabio que ha tenido la Iglesia Católica, Santo Tomás de Aquino, y esto le aumentó su celebridad. El descubrió el genio que había en el joven Tomás.
 
Nació en Alemania en 1206. Era de familia rica y de importancia en el gobierno y en la alta sociedad. Su padre era Conde, o sea gobernador de la región. Estudió en la Universidad de Padua. Allí se encontró con el más grande pescador de vocaciones, el beato Jordán de Sajonia, sucesor de Santo Domingo, y aunque el papá de Alberto se oponía a que su hijo se hiciera religioso, sin embargo la personalidad de Jordán fue tan impresionante para él, que dejó todo su futuro de hacendado, político y hombre de mundo, y entró de religioso con los Padres Dominicos.
 
Él mismo contaba que de joven le costaban los estudios y por eso una noche dispuso huir del colegio donde estudiaba. Pero al tratar de huir por una escalera colgada de una pared, en la parte de arriba, le pareció ver a Nuestra Señora la Virgen María que le dijo: “Alberto, ¿por qué en vez de huir del colegio, no me rezas a Mí que soy ‘Trono de la Sabiduría?”.
 
Si me tienes fe y confianza, yo te daré una memoria prodigiosa. Y para que sepas que sí fui yo quien te la concedí, cuando ya te vayas a morir, olvidarás todo lo que sabías”. Y así sucedió. Y al final de su vida, un día en un sermón se le olvidó todo lo que sabía, y dijo: “Es señal de que ya me voy a morir, porque así me lo anunció la Virgen Santísima”. Y se retiró de sus labores y se dedicó a orar y a prepararse para morir, y a los pocos meses murió.
 
En Colonia, en París y en varias otras universidades fue profesor brillantísimo y de muchas naciones iban estudiantes a escuchar sus clases. Él tuvo el mérito de haber separado la teología de la filosofía, y de haber descubierto que el filósofo Aristóteles tiene un gran parecido con las ideas cristianas (lo cual perfeccionará luego su discípulo Santo Tomás).
 
Escribió 38 volúmenes, de todos los temas. Teología, filosofía, geografía, química, astronomía, etc. Era una verdadera enciclopedia viviente. Fue nombrado superior provincial de su comunidad de Dominicos. Y el Sumo Pontífice lo nombró Arzobispo de Ratisbona, pero a los dos años renunció a ese cargo para dedicarse a dar clases y escribir, que eran sus oficios preferidos.
 
Habiendo sido de familia muy rica y de alta posición social, recorrió Alemania predicando, y viajando de limosna y hospedándose donde le dieran posada como a un limosnero. Era una buena práctica para aumentar la virtud de la humildad.
 
El 15 de noviembre de 1280, mientras charlaba tranquilamente con unos religiosos de su comunidad, quedó muerto plácidamente. Tenía 74 años. Dejaba fama de haber sido más sabio que todos los sabios de su tiempo. Todas las enseñanzas tenían por fin llevar el alma hacia Dios que es amor.