15 mayo, 2015

San Isidro Labrador

¡Oh!, San Isidro Labrador; vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y que fundasteis vuestra santa vida,
en el temor de no ofender a Dios y, por ello a diario
lo buscabais, en el Santo Oficio, por todas las gentes
rogando de vuestra conflictiva época. Sensible como
erais, con los más desposeídos, -siendo vos uno más-,
nunca se os olvidó, ni siquiera las avecillas del
campo, que, de vuestras manos se alimentaban. La
Providencia del Señor, no os abandonó jamás, y de
manera constante, os favorecía de mil y una maneras,
y, vuestros campos, florecientes siempre estaban y
aunque generabais envidia, nunca prosperó, y mejor;
hoy por hoy, de los Agricultores, Patrono del mundo
sois, porque Aquél que lo ve todo, os bañó, de luz;
“Tened paciencia, hermanos, como el labrador que
aguanta paciente el fruto valioso de la tierra,
mientras recibe la lluvia temprana y tardía”. Así,
vos lo hicisteis, y recibisteis la gloria del cielo;
¡oh!, San Isidro; “labrador de los campos de Dios”.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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15 de mayo
San Isidro Labrador
Laico

Por: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net

Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, labrador, que juntamente con su mujer, santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano. († 1130)

Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV.

Breve Biografía

Cuarenta años antes de que ocurriera, había escrito Cicerón: “De una tienda o de un taller nada noble puede salir”. Unos años después, en el año primero de la era cristiana, salió de un taller de carpintero el Hijo de Dios. Las mismas manos que crearon el sol y las estrellas y dibujaron las montañas y los mares bravíos, manejaban la sierra, el formón, la garlopa, el martillo y los clavos y trabajaban la madera. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes. El patrón de aquella villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta ni un sabio, ni un jurista, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, vestido de paño burdo, con gregüescos sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y escarpines y con callos en las manos. Es un labrador, San Isidro. Como el Padre de Jesús, cuyas palabras nos transmite San Juan en el evangelio 15,1: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.

SE POSTRARON LOS REYES

Ante su se-pulcro se postraron los reyes, los arquitectos le construyeron templos y los poetas le dedicaron sus versos. Lope de Vega, Calderón de la Barca, Burguillos, Espinel, Guillén de Castro, honraron a este trabajador madrileño. El historiador Gregorio de Argaiz le dedicó un gran libro: “La soledad y el campo, laureados por San Isidro”. Fue su misión, laurear el campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero fue un héroe.

Fue un héroe que cumplió el “Ora et labora” benedictino. La oración era el descanso de las rudas faenas; y las faenas eran una oración. Labrando la tierra sudaba y su alma se iluminaba; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando la cruz, aprendió a empuñar la mancera. He ahí el misterio de su vida sencilla y alegre, como el canto de la alondra, revolando sobre los mansos bueyes y el vuelo de los mirlos audaces.

TAN POBRE

Alegre y, sin embargo, tan pobre. Isidro no cultivaba su prado, ni su viña; cultivaba el campo de Juan de Vargas, ante quien cada noche se descubría para preguntarle: “Señor amo, ¿adónde hay que ir mañana?” Juan de Vargas le señalaba el plan de cada jornada: sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, vendimiar, recoger la cosecha. Y al día siguiente, al alba, Isidro uncía los bueyes y marchaba hacia las colinas onduladas de Carabanchel, hacia las llanuras de Getafe, por las orillas del Manzanares o las umbrías del Jarama. Cuando pasaba cerca de la Almudena o frente a la ermita de Atocha, el corazón le latía con fuerza, su rostro se iluminaba y musitaba palabras de amor. Y las horas del tajo, sin impaciencias ni agobios, pero sin debilidades, esperando el fruto de la cosecha “Tened paciencia, hermanos, como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía” Santiago 5, 7. Así, todo el trabajo duro y constante, ennoblecido con las claridades de la fe, con la frente bañada por el oro del cielo, con el alma envuelta en las caricias de la madre tierra.

NO SABÍA LEER

El Cielo y la tierra eran los libros de aquel trabajador animoso que no sabía leer. La tierra, con sus brisas puras, el murmullo de sus aguas claras, el gorjeo de los pájaros, el ventalle de sus alamedas y el arrullo de sus fuentes; la tierra, fertilizada por el sudor del labrador, y bendecida por Dios, se renueva año tras año en las hojas verdes de sus árboles, en la belleza silvestre de sus flores, en los estallidos de sus primaveras, en los crepúsculos de sus tardes otoñales, con el aroma de los prados recién segados. Isidro se quedaba quieto, silencioso, extático, con los ojos llenos de lágrimas, porque en aquellas bellezas divisaba el rostro Amado. Seguro que no sabia expresar lo que sentía, pero su llanto era la exclamación del contemplativo en la acción, con la jaculatoria del poeta místico Ramón Llull: “¡Oh bondad! ¡Oh amable y adorable y munificentísima bondad!”. O del mínimo y dulce Francisco de Asís, el Poverello: “Dios mío y mi todo”. “Loado seas mi Señor por todas las criaturas, por el sol, la luna y la tierra y el agua, que es casta, humilde y pura”. O también con el sublime poeta castellano como él: “¡Oh montes y espesuras – plantados por las manos del Amado – oh prado de verduras, de flores esmaltado – decid si por vosotros ha pasado!!!. “El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante” Juan 15,5. Así, el día se le hacía corto y el trabajo ligero. Bajaban las sombras de las colinas. Colgaba el arado en el ubio, se envolvía en su capote y entraba en la villa, siguiendo la marcha cachazuda de la pareja de bueyes.

14 mayo, 2015

San Matías, Apóstol








 

¡Oh!, San Matías, vos, sois el hijo del Dios del vida,
su amado santo y Apóstol. A vos, os eligieron, para
completar al grupo de los “doce”, de la Ascensión
depués de Nuestro Señor Jesucristo, Dios y Señor Nuestro
en reemplazo del Judas “el malo”, que, su vida terminó,
por su traición contra Cristo. Pedro, vuestra elección
dirigió, con fe orando así: “Señor, tú que conoces
los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos
eliges como apóstol, en remplazo de Judas”. Y, en vos,
cayó la suerte, y desde aquél día, admitido fuisteis
como santo Apóstol. Vos, quizás no brillasteis como los
otros tantos, pero, sois, como muchos de nosotros, gente
común, a quienes animáis a serlo, tales como: San Chofer
de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y
Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y
Santa Vendedora de almacén, San Empleado y Santa Secretaria.
Santa Ama de casa, San Doctor, San Profesor y San Policía.
San Sacerdote, Santa Monja, San Estudiante y Santa Directora
de Colegio. Al final de cuentas, llamados todos estamos a
ser santos, para la gloria de Dios, “el Alpha y el Omega”;
¡oh!, San Matías, “regalo de Dios, para su gloria y honra”

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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14 de mayo
San Matías, Apóstol
(siglo I)

Matías significa: “Regalo de Dios”. Este es el apóstol No. 13 (El 14 es San Pablo). Es un apóstol “póstumo” (Se llama póstumo al que aparece después de la muerte de otro). Matías fue elegido “apóstol” por los otros 11, después de la muerte y Ascensión de Jesús, para reemplazar a Judas Iscariote que se ahorcó. La S. Biblia narra de la siguiente manera su elección:

“Después de la Ascensión de Jesús, Pedro dijo a los demás discípulos: Hermanos, en Judas se cumplió lo que de él se había anunciado en la Sagrada Escritura: con el precio de su maldad se compró un campo. Se ahorcó, cayó de cabeza, se reventó por medio y se derramaron todas sus entrañas. El campo comprado con sus 30 monedas se llamó Haceldama, que significa: “Campo de sangre”. El salmo 69 dice: “su puesto queda sin quién lo ocupe, y su habitación queda sin quién la habite”, y el salmo 109 ordena: “Que otro reciba su cargo”.

“Conviene entonces que elijamos a uno que reemplace a Judas. Y el elegido debe ser de los que estuvieron con nosotros todo el tiempo en que el Señor convivió con nosotros, desde que fue bautizado por Juan Bautista hasta que resucitó y subió a los cielos”.

Los discípulos presentaron dos candidatos: José, hijo de Sabas y Matías. Entonces oraron diciendo: “Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cual de estos dos eliges como apóstol, en reemplazo de Judas”.

Echaron suertes y la suerte cayó en Matías y fue admitido desde ese día en el número de los doce apóstoles (Hechos de los Apóstoles, capítulo 1).

San Matías se puede llamar un “apóstol gris”, que no brilló de manera especial, sino que fue como tantos de nosotros, un discípulo del montón, como una hormiga en un hormiguero. Y a muchos nos anima que haya santos así porque esa va a ser nuestra santidad: la santidad de la gentecita común y corriente. Y de estos santos está lleno el cielo: San Chofer de camión y Santa Costurera. San Cargador de bultos y Santa Lavandera de ropa. San Colocador de ladrillos y Santa Vendedora de Almacén, San Empleado y Santa Secretaria, etc. Esto democratiza mucho la santidad, porque ella ya no es para personajes brillantes solamente, sino para nosotros los del montón, con tal de que cumplamos bien cada día nuestros propios deberes y siempre por amor de Dios y con mucho amor a Dios.

San Clemente y San Jerónimo dicen que San Matías había sido uno de los 72 discípulos que Jesús mandó una vez a misionar, de dos en dos. Una antigua tradición cuenta que murió crucificado. Lo pintan con una cruz de madera en su mano y los carpinteros le tienen especial devoción.

13 mayo, 2015

La Virgen de Fátima


 

Alegría de veros Nuestra Madre
Aquél Trece de Mayo amorosa
Siempre con Cristo y clamorosa
Os posasteis en la obra del Padre

Vos que de los cielos bajasteis Madre
Eternas verdades de luz ansiosa
A tus hijos mostrasteis y gloriosa
El camino para llegar al Padre:

Por el ancho no, sí por el angosto
Pues fue el vuestro ir Santa María 

De Belén hasta Fátima, angosto


Porque es el Dios de la vida, María
Y sabe Él, cuantos como el angosto
De sol vestida, en Fátima gustó.



© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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13 de Mayo
La Virgen de Fátima
(1917)



Desde el 13 de Mayo de 1917 la Sma. Virgen María se apareció por seis veces en Fátima (Portugal) a tres pastorcitos: Lucía, Francisco y Jacinta. En un hermoso libro titulado “Memorias de Lucía” (cuya lectura recomendamos) la que vio a la Virgen cuenta todos los detalles de esas apariciones.


Primera Aparición 13 de Mayo de 1917


El 13 de mayo se produjo el siguiente diálogo:

– ¿De dónde es su merced?

– Mi patria es el cielo.

– ¿Y qué desea de nosotros?

– Vengo a pedirles que vengan el 13 de cada mes a esta hora (mediodía). En octubre les diré quién soy y qué es lo que quiero.

– ¿Y nosotros también iremos al cielo?

– Lucía y Jacinta sí.

– ¿Y Francisco?

Los ojos de la aparición se vuelven hacia el jovencito y lo miran con expresión de bondad y de maternal reproche mientras va diciendo:

– El también irá al cielo, pero antes tendrá que rezar muchos rosarios.

Y la Sma. continuó diciéndoles:

– ¿Quieren ofrecerse al Señor y estar prontos para aceptar con generosidad los sufrimientos que Dios permita que les lleguen y ofreciéndolo todo en desagravio por las ofensas que se hacen a Nuestro Señor?

– Sí, Señora, queremos y aceptamos.

Con un gesto de amable alegría, al ver su generosidad, les dijo:

– Tendrán ocasión de padecer y sufrir, pero la gracia de Dios los fortalecerá y asistirá.


Segunda aparición: 13 de Junio de 1917


La Sma. Virgen le dice a los tres niños: “Es necesario que recen el rosario y aprendan a leer”.

Lucía le pide la curación de un enfermo y la Virgen le dice: “Que se convierta y el año entrante recuperará la salud”.

Lucía le suplica: “Señora: ¿quiere llevarnos a los tres al cielo?”.

– Sí a Jacinta y a Francisco los llevaré muy pronto, pero tú debes quedarte aquí abajo, porque Jesús quiere valerse de ti para hacerme amar y conocer. El desea propagar por el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María.

– ¿Y voy a quedarme solita en este mundo?

– ¡No hijita! ¿Sufres mucho? Pero no te desanimes, que yo no te abandonaré. Mi corazón inmaculado será tu refugio y yo seré el camino que te conduzca a Dios.


Tercera aparición: 13 de julio de 1917


Ya hay 4,000 personas. Nuestra Señora les dice a los videntes: “Es necesario rezar el rosario para que se termine la guerra. Con la oración a la Virgen se puede obtener la paz. Cuando sufran algo digan: ‘Oh Jesús, es por tu amor y por la conversión de los pecadores’”.


La Virgen abrió sus manos y un haz de luz penetró en la tierra y apareció un enorme horno lleno de fuego, y en él muchísimas personas semejantes a brasas encendidas, que levantadas hacia lo alto por las llamas volvían a caer gritando entre lamentos de dolor. Lucía dio un grito de susto. Los niños levantaron los ojos hacia la Virgen como pidiendo socorro y Ella les dijo:


– ¿Han visto el infierno donde van a caer tantos pecadores? Para salvarlos, el Señor quiere establecer en el mundo la devoción al Corazón Inmaculado de María. Si se reza y se hace penitencia, muchas almas se salvarán y vendrá la paz. Pero si no se reza y no se deja de pecar tanto, vendrá otra guerra peor que las anteriores, y el castigo del mundo por sus pecados será la guerra, la escasez de alimentos y la persecución a la Santa Iglesia y al Santo Padre.


Vengo a pedir la Consagración del mundo al Corazón de María y la Comunión de los Primeros Sábados, en desagravio y reparación por tantos pecados. Si se acepta lo que yo pido, Rusia se convertirá y vendrá la paz. Pero si no una propaganda impía difundirá por el mundo sus errores y habrá guerras y persecuciones a la Iglesia. Muchos buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá que sufrir mucho. Varias naciones quedarán aniquiladas. Pero al fin mi Inmaculado Corazón triunfará.


Y añadió Nuestra Señora: Cuando recen el Rosario, después de cada misterio digan: “Oh Jesús, perdónanos nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia”.


Cuarta aparición: Agosto 1917


La 4ª. Aparición no fue posible el 13 de agosto, porque en este día el alcalde tenía prisioneros a los 3 niños para tratar de hacerlos decir que ellos no habían visto a la Virgen. Aunque no lo logró. La aparición sucedió unos días después.


La Sma. Virgen les dijo en la 4ª. Aparición


“Recen, recen mucho y hagan sacrificios por los pecadores. Tienen que recordar que muchas almas se condenan porque no hay quién rece y haga sacrificios por ellas”. (El Papa Pío XII decía que esta frase era la que más le impresionaba del mensaje de Fátima y exclamaba: “Misterio tremendo: que la salvación de muchas almas dependa de las oraciones y sacrificios que se hagan por los pecadores”.

Desde esta aparición los tres niños se dedicaron a ofrecer todos los sacrificios posibles por la conversión de los pecadores y a rezar con más fervor el Rosario.


Quinta aparición: 13 de Septiembre 1917


Ya hay unas 12,000 personas. Nuestra Señora les recomienda a los videntes que sigan rezando el Rosario y anuncia el fin de la guerra. Lucía le pide por varios enfermos. La Virgen le responde que algunos sí curarán, pero que otros no, porque Dios no se confía de ellos, y porque para la santificación de algunas personas es más conveniente la enfermedad que la buena salud. E invita a todos a presenciar un gran milagro el próximo 13 de octubre.


Sexta y última aparición. 13 de octubre de 1917


En este día hay 70,000 personas. La aparición dice a los tres niños: “Yo soy la Virgen del Rosario. Deseo que en este sitio me construyan un templo y que recen todos los días el Santo Rosario”.

Lucía les dice los nombres de bastantes personas que quieren conseguir salud y otros favores muy importantes. Nuestra Señora le responde que algunos de esos favores serán concedidos y otros serán reemplazados por favores mejores. Y añade: “Pero es muy importante que se enmienden y que pidan perdón por sus pecados”.


Y tomando un aire de tristeza la Sma. Virgen dijo estas sus últimas palabras de las apariciones: QUE NO OFENDAN MAS A DIOS QUE YA ESTA MUY OFENDIDO (Lucía afirma que de todas las frases oídas en Fátima, esta fue la que más le impresionó).


La Sma. Virgen antes de despedirse señaló con sus manos hacia el sol y entonces los 70,000 espectadores presenciaron un milagro conmovedor, un espectáculo maravilloso, nunca visto: la lluvia cesó instantáneamente (había llovido desde el amanecer y era mediodía) las nubes se alejaron y el sol apareció como un inmenso globo de plata o de nieve, que empezó a dar vueltas a gran velocidad, esparciendo hacia todas partes luces amarillas, rojas, verdes, azules y moradas, y coloreando de una manera hermosísima las lejanas nubes, los árboles, las rocas y los rostros de la muchedumbre que allí estaba presente. De pronto el sol se detiene y empieza a girar hacia la izquierda despidiendo luces tan bellas que parece una explosión de juegos pirotécnicos, y luego la multitud ve algo que la llena de terror y espanto.


Ven que el sol se viene hacia abajo, como si fuera a caer encima de todos ellos y a carbonizarlos, y un grito inmenso de terror se desprende de todas las gargantas. “Perdón, Señor, perdón”, fue un acto de contricción dicho por muchos miles de pecadores. Este fenómeno natural se repitió tres veces y duró diez minutos. No fue registrado por ningún observatorio astronómico porque era un milagro absolutamente sobrenatural.


Luego el sol volvió a su sitio y los miles de peregrinos que tenían sus ropas totalmente empapadas por tanta lluvia, quedaron con sus vestidos instantáneamente secos. Y aquel día se produjeron maravillosos milagros de sanaciones y conversiones.


Y nosotros queremos recordar y obedecer los mensajes de la Sma. Virgen en Fátima: “Rezar el Rosario. Hacer oración y sacrificios por la conversión de los pecadores y NO ofender más a Dios, que ya esta muy ofendido”.


12 mayo, 2015

Santos Nereo, Aquileo y Pancrasio

 


¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, vosotros sois, los hijos del Dios
de la vida y sus amados santos, que, servíais al emperador, pero
que, por dentro, vivabais a todo dar el “Nombre sobre todo nombre”:
el de Cristo Jesús, Señor y Dios Nuestro. Nombre Santo, al que
nunca renunciasteis y, por el cual, sufristeis el cruel martirio
de decapitados ser, tal y como lo relata Jerónimo Santo: “Su sangre
derramaron por su fe proclamar”. Y, así, vosotros que renunciando
a servir a mortales hombres, elegisteis poneros al servicio del
Señor, que Inmortal, como es; Él, os acogió en su Reino de plena
luz inconmensurable, donde ahora moráis, como premio a vuestro
amor incesante y porque sabíais que, sin cruz, redención no hay;
¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, “soldados de Cristo en la tierra”

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Nereo y Aquileo
Mártires
Siglo I

Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor. Afirma San Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.

El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en la tumba de estos dos mártires: “Nereo y Aquileo pertenecían al ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad”.

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San Pancracio

Oh, San Pancracio; vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo que, adolescente siendo, decidisteis
apartaros del mundo con sus herejías, su impiedad y su
paganismo, y así, abrazaros a la cruz de Cristo. Y, de
valor armado elegisteis el “angosto camino” de piedras
y abrojos lleno, para arribar, mas pronto y más temprano
a la gloria de Aquél que todo lo ve y juzga. Los martirios
más atroces resististeis y mostrabais a vuestro verdugo,
sonrisas sin igual, porque vos, sabíais del premio que
os esperaba en adelante. A vuestra mente deben de haber
arribado en pleno trance de la muerte, las palabras de
vuestra madre cuando os dijo: “Este relicario lo llevarás
colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente
como lo fue tu padre”. Y, hoy, desde el cielo, sois ejemplo
de amor a Cristo, en el recuerdo de vuestro padre, porque
Él mismo, os ciñó corona de eterna luz, como justo premio
a vuestra grande e incríble entrega de amor y fe divinas;
¡Oh!, San Pancracio, “amor adolescente hecho Cristo vivo”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Pancracio
Mártir
Año 304

El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.

Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de oro, y le dijo al niño: “Este relicario lo llevarás colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre”.

Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento. La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que mostraba, y el jovencito le respondió: “Es que en la escuela me declaré seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el Libro Santo afirma de los apóstoles: “En su corazón había una gran alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”. (Hechos 6,41).

Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó emocionada: “Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre”.

Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se convirtieron al cristianismo.

Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de todos los peligros.

De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su fidelidad a la verdadera religión.

Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por Jesucristo.

Petición

San Pancracio ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.

11 mayo, 2015

Santa Estela

 
 
¡Oh!, Santa Estela, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada santa y mártir. Y, que,
además, honor al significado de vuestro nombre
“Estela”, hicisteis. Pues él, significa “brillar
como una estrella”. Y, sí. Vuestro martirio
inundó de luz el insondable espacio, y vuestro
amor por Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
os lo agradececió. Eutropio, vuestro obispo,
os encaminó hacia ese cielo, pues, vos, fuisteis
una sus primeras conversas, fruto de su labor
pastoral constante. Fue vuestro “pecado”,
abrazaros a la cruz de Cristo, que a la vez,
os inmoló para gozar de la gloria del cielo,
como premio justo a vuestra entrega de amor;
¡Oh!, Santa Estela, “estela de Cristo por amor”. 

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Mayo
Santa Estela o Estrella
Virgen y Mártir

Etimológicamente: Estela = Aquella que brilla como una estrella, es de origen latino. Esta chica, de tan bonito nombre, fue una virgen del siglo III.
En este tiempo había un obispo llamado Eutropio. Tenía un gancho muy grande con la juventud. Realmente la entendía a la perfección. Empleaba noche y día en trabajar apostólicamente con los cristianos.

Durante este tiempo estaba en Charente, Francia. Era el primer obispo que tenía una ciudad que vivía todavía sumida, en su mayoría, en el paganismo.

Le cupo la gloria de que una de las primeras conversiones que se obraron con su pastoral, fue la de la joven Estela o Estrella.

Tenía una fuerte personalidad. El padre le había insistido una y mil veces que no se metiera en las cosas cristianas. Le parecía absurdo y raro para la gente con la que se codeaba.

Todos sus esfuerzos fueron inútiles para lograr que dejara el cristianismo. El padre estaba en un aprieto. Tenía que obedecer las órdenes imperiales, so pena de que lo mataran.

Entonces, con todo el dolor de su alma, entregó a su hija a las autoridades para que hicieran con ella lo que mandaba la ley.

Estas autoridades, como era natural, la enviaron a la muerte. En Francia, los poetas Mistral y los de la lengua D´Oc la eligieron como patrona de la Escuela Literaria de los Felibres, Era el año 1854.

10 mayo, 2015

Una carta de María para una mujer

    

  A María y a mi madre

¡Oh! gloria la de Mayo y este día
Celebrar a María y a la mía
Divina por ser María y la mía
Dulce imitadora de su compañía.

Siempre amor y misericordia
Fui yo su desvelo y alegría
Ave Marías, ¡todo el día!
Arrullo y juego noche y día

Así las quiero por que las quiero
Ábranme el corazón su amor late 
Y, late, por María, que prefiero


Oro para María y siento que late
Contenta el alma mía y quiero
Para Mery, mi amor tesonero.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Por María Susana Ratero
Fuente: Catholic.net


Una carta de María para una mujer, para ti, para mi, para todas y nos hagan caminar hacia los brazos de su Hijo.

Hola, mi querida hija del alma, que la paz del Señor esté contigo…

Mi corazón necesitaba escribirte estas simples líneas que, como pájaro de luz, lleguen de mi corazón al tuyo…le iluminen, disipen dudas y angustias, y te hagan caminar hacia tu verdadero destino: a los brazos de mi Hijo…

Sí, querida mía, tu verdadero destino, que no es muchas veces el que te propone el mundo y por el que tantos esfuerzos gastas olvidándote del negocio mas importante que tienes: la salvación de tu alma…

Los problemas, mi querida, son todos camino hacia el Padre, el dolor, la angustia, la soledad… todo va modelando el alma de acuerdo a las respuestas que vayas dando… tú, seguro, me dirás: “¡Pero lo que a mi me pasa es tan duro , Señora!!!” Lo sé, hija, ¿acaso por un momento has pensado que no lo sé? Querida, si lloro con tus lágrimas y río contigo sin que me notes a tu lado…. cómo no saber lo que siente tu alma, si yo misma lo he padecido… bien sé lo que es el dolor, la soledad, la traición…, pero también sé que todo eso, puesto en las manos del Padre, se transforma en camino de Salvación…

Cuando yo vivía entre ustedes, meditaba todas esas cosas y las guardaba en mi corazón, las que comprendía y las que no, las que me alegraban y las que me lastimaban, como perlas de un collar incompleto que, lentamente, con el tiempo, iban tomando su verdadero lugar…

¿Sabes hija? Me gusta mucho caminar en los atardeceres, luego de un largo día de trabajo…, y me encantaría que hoy me acompañases… o mañana, o el sábado, aunque sé que estás un poco cansada… ¿cómo lo sé? Pues verás, estoy contigo cuando abres los ojos y miras el despertador, tirano, que no te regala unos minutos mas, y debes levantarte rápido a preparar el desayuno del marido y los hijos, o el tuyo solo, o el de tu mamá…. mientras se calienta el agua te miro… te amo… luego, voy contigo a levantar los remolones que se empecinan en pelearse con el reloj…. te ayudo a vestirlos, te pongo a mano esa remera que no encontrabas… y me siento con ustedes a desayunar… me gusta como preparas todo, el olorcito rico de tu cocina, luego debemos llevar los chicos al colegio, ir a trabajar para traer el sustento, o volver a casa a la rutinaria (¡pero hermosa!) tarea de mantener limpio el hogar… juntas vamos al supermercado y hacemos que alcance el dinero justito para el almuerzo… hasta a veces hago que te sobre una moneda para un dulce… el postre sorpresa de los hijos…

También lavamos la ropa, el piso, acomodamos todo para que el esposo y los niños encuentren ese remanso de paz que anhelan, el olorcito a ”su casa” que les volverá al alma cuando se sientan tristes, solitarios, nostálgicos… allí recordarán todas las cosas buenas que les enseñaste…

También estoy contigo en el trabajo, ayudándote, aconsejándote, pidiéndote que sonrías siempre, que trates bien a todos, ya que nunca sabes cuanto bien haces con una sonrisa… eres mi embajadora cuando sonríes, cuando eres amable, cuando perdonas… ¡¡cuando perdonas haces sonreír a mi Hijo!!!
Ya estamos a mas de la mitad de la jornada, extrañamos volver a casa ¿verdad?…

Contigo corro a abrazar a los hijos, contigo me siento y les preguntamos juntas cómo les fue (aunque yo ya lo sé, porque los estuve cuidando por ti en el colegio, mientras jugaban, o cuando cruzaban la calle)
También te acompaño cuando debes darles una noticia triste, como que un amigo o un primo enfermo ha partido hacia mi Hijo, estoy contigo para decirles que lo he abrazado fuerte, fuerte y le he llenado de besos cuando ha llegado aquí al cielo, que le tengo a mi lado y damos largos paseos por los jardines celestiales….

Me gusta cuando les ayudas en la tareas, les hablas al alma, les acompañas a la catequesis … a veces te veo preocupada porque parecen distraídos, no te preocupes, mi querida, tú sigue sembrando, que tuyo es el tiempo de siembra y de mi Hijo el de la cosecha…

En fin, ya cae la tarde… ¿qué te parece si nos vamos juntas aunque más no sea hasta el almacén? Sí, dale, vamos a comprar el pan para la cena y así charlamos, sí, de eso que te tiene preocupada… ven, que tengo muchas ganas de tranquilizarte, de acompañarte, de abrazarte en silencio…

Vamos hija, vamos de paseo…
Desde el alma
Tu mamá
María de Nazaret
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Nota.-

Estos relatos sobre María Santísima han nacido en mi corazón y en mi imaginación por el amor que siento por ella, basados en lo que he leído. Pero no debe pensarse que estos relatos sean consecuencia de revelaciones o visiones o nada que se le parezca. El mismo relato habla de “Cerrar los ojos y verla” o expresiones parecidas que aluden exclusivamente a la imaginación de la autora, sin intervención sobrenatural alguna.

(http://www.es.catholic.net/op/articulos/3552/carta-de-mara-para-ti-mujer.html)

09 mayo, 2015

San Pacomio

 

¡Oh!, San Pacomio, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su amado Abad y santo, que, con vuestra vida de ermitaño
y vuestras mortificaciones de abstinencia, ayuno y vigilia,
en práctica, pusisteis el Evangelio “vivo” de Jesús. Y,
así, a los monjes vuestros educasteis, a la vida en común,
en vuestra “koinonía”, a la vida de los santos apóstoles
en réplica Jerusalén. Vuestra vida ascética, os entregó a
la gente de vuestro tiempo. Las arenas quemantes y frías
del desierto, saben mucho de vos, hasta la voz misteriosa
que, en la helada noche, escuchasteis y os invitó a quedaros
en aquél lugar, por siempre. Vos, iniciador de la vida
en común sois, donde el amor, la disciplina y la autoridad
reemplazó a la anarquía de los anacoretas. Así, dejasteis
vuestra huella esparcida en el desierto, y do quiera que
vuestra tumba esté, Dios os premió con justicia, coronándoos
de luz como premio a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡oh!, San Pacomio, “la nueva Koinonía del árido desierto”.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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9 de Mayo
San Pacomio
Abad


La extraordinaria vida de los ermitaños, con sus mortificaciones a veces exageradas y con aquella especie de encarnizamiento en sobrecargarse de abstinencias, ayunos, vigilias, era verdaderamente la traducción práctica del Evangelio. Su soledad podía de hecho tapar el engaño de sus extravagancias y de su orgullo.

Para eliminar este peligro un monje egipcio del siglo IV, San Pacomio, tuvo la idea de una nueva forma de monaquismo: el cenobitismo, o la vida en común, donde la disciplina y la autoridad reemplazaba la anarquía de los anacoretas.

Educó a sus monjes a la vida en común, constituyendo, poco lejos de las riberas del Nilo, la primera “koinonía”, una comunidad cristiana, a imitación de la fundada por los apóstoles en Jerusalén, basada en la comunión en la oración, en el trabajo y en el alimento y concretada en el servicio recíproco. El documento fundamental que regulaba esta vida era la Sagrada Escritura, que el monje aprendía de memoria y recitaba en voz baja durante el trabajo manual. Esta era también la forma principal de oración: un contacto con Dios mediante el sacramento de la Palabra.

San Pacomio nació en el Alto Egipto el año 287, de padres paganos. Enrolado a la fuerza en el ejército Imperial a la edad de 20 años, acabó en prisión en Tebas con todos los reclutas. Protegidos por la oscuridad, por la noche los cristianos les llevaban un poco de alimento. El gesto de los desconocidos conmovió a Pacomio, quien preguntó quién los incitaría a traer esto. “El Dios de los cielos” fue la respuesta de los cristianos. Aquella noche Pacomio rezó al Dios de los cristianos que lo liberara de las cadenas, prometiéndole a cambio dedicar su propia vida a su servicio.

Tan pronto recobró su libertad cumplió el voto uniéndose a una comunidad cristiana de una aldea del sur, la actual Kasr-es-Sayad en donde tuvo instrucción necesaria para recibir el bautismo.

Por algún tiempo llevó una vida de asceta entregándose al servicio de la gente del lugar, después se puso por siete años bajo la guía de un monje anciano, Palamone. Durante un paréntesis de soledad en el desierto una voz misteriosa lo invitó a establecer su residencia en aquel lugar, al cual después habrían llegado numerosos discípulos. A la muerte de Pacomio, los monasterios masculinos eran nueve, más uno femenino.

Del santo se desconoce el lugar de la sepultura, pues en su lecho de muerte dijo al discípulo Teodoro que escondiera sus restos para evitar que sobre su tumba edificaran una iglesia, a imitación de los “martyrion” o capillas construidas en las tumbas de los mártires.

(http://es.catholic.net/santoraldehoy/)