¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, vosotros sois, los hijos del Dios
de la vida y sus amados santos, que, servíais al emperador, pero
que, por dentro, vivabais a todo dar el “Nombre sobre todo nombre”:
el de Cristo Jesús, Señor y Dios Nuestro. Nombre Santo, al que
nunca renunciasteis y, por el cual, sufristeis el cruel martirio
de decapitados ser, tal y como lo relata Jerónimo Santo: “Su sangre
derramaron por su fe proclamar”. Y, así, vosotros que renunciando
a servir a mortales hombres, elegisteis poneros al servicio del
Señor, que Inmortal, como es; Él, os acogió en su Reino de plena
luz inconmensurable, donde ahora moráis, como premio a vuestro
amor incesante y porque sabíais que, sin cruz, redención no hay;
¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, “soldados de Cristo en la tierra”
de la vida y sus amados santos, que, servíais al emperador, pero
que, por dentro, vivabais a todo dar el “Nombre sobre todo nombre”:
el de Cristo Jesús, Señor y Dios Nuestro. Nombre Santo, al que
nunca renunciasteis y, por el cual, sufristeis el cruel martirio
de decapitados ser, tal y como lo relata Jerónimo Santo: “Su sangre
derramaron por su fe proclamar”. Y, así, vosotros que renunciando
a servir a mortales hombres, elegisteis poneros al servicio del
Señor, que Inmortal, como es; Él, os acogió en su Reino de plena
luz inconmensurable, donde ahora moráis, como premio a vuestro
amor incesante y porque sabíais que, sin cruz, redención no hay;
¡Oh!, Santos Nereo y Aquileo, “soldados de Cristo en la tierra”
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Nereo y Aquileo
Mártires
Siglo I
San Nereo y Aquileo
Mártires
Siglo I
Estos dos militares estaban al servicio de Flavia Domitila una de las
primeras señoras de Roma. El historiador Eusebio dice que esta noble
dama era sobrina del Emperador Domiciano y que el tal mandatario la
envió al destierro, porque ella se había declarado seguidora de
Jesucristo. Con Domitila fueron enviados también al destierro San Nereo y
San Aquileo, porque proclamaban su fe en el Divino Redentor. Afirma San
Jerónimo que el destierro fue tan cruel y tan largo que les sirvió de
martirio. Después otro emperador mandó que les cortaran la cabeza y así
tuvieron el honor de derramar su sangre por proclamar su fe.
El Papa San Dámaso escribió en el año 400 la siguiente inscripción en
la tumba de estos dos mártires: “Nereo y Aquileo pertenecían al
ejército del emperador. Pero se negaron a cumplir ciertas órdenes que a
ellos les parecían crueles. Al convertirse al cristianismo abandonaron
toda violencia y prefirieron tener que abandonar el ejército antes que
ser crueles con los demás. Proclamaron su amor a Cristo en esta tierra y
ahora gozan de la amistad de Cristo en la eternidad”.
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San Pancracio
Oh, San Pancracio; vos, sois el hijo del Dios de la vida
y su amado santo que, adolescente siendo, decidisteis
apartaros del mundo con sus herejías, su impiedad y su
paganismo, y así, abrazaros a la cruz de Cristo. Y, de
valor armado elegisteis el “angosto camino” de piedras
y abrojos lleno, para arribar, mas pronto y más temprano
a la gloria de Aquél que todo lo ve y juzga. Los martirios
más atroces resististeis y mostrabais a vuestro verdugo,
sonrisas sin igual, porque vos, sabíais del premio que
os esperaba en adelante. A vuestra mente deben de haber
arribado en pleno trance de la muerte, las palabras de
vuestra madre cuando os dijo: “Este relicario lo llevarás
colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente
como lo fue tu padre”. Y, hoy, desde el cielo, sois ejemplo
de amor a Cristo, en el recuerdo de vuestro padre, porque
Él mismo, os ciñó corona de eterna luz, como justo premio
a vuestra grande e incríble entrega de amor y fe divinas;
¡Oh!, San Pancracio, “amor adolescente hecho Cristo vivo”.
y su amado santo que, adolescente siendo, decidisteis
apartaros del mundo con sus herejías, su impiedad y su
paganismo, y así, abrazaros a la cruz de Cristo. Y, de
valor armado elegisteis el “angosto camino” de piedras
y abrojos lleno, para arribar, mas pronto y más temprano
a la gloria de Aquél que todo lo ve y juzga. Los martirios
más atroces resististeis y mostrabais a vuestro verdugo,
sonrisas sin igual, porque vos, sabíais del premio que
os esperaba en adelante. A vuestra mente deben de haber
arribado en pleno trance de la muerte, las palabras de
vuestra madre cuando os dijo: “Este relicario lo llevarás
colgado al cuello, cuando demuestres que eres tan valiente
como lo fue tu padre”. Y, hoy, desde el cielo, sois ejemplo
de amor a Cristo, en el recuerdo de vuestro padre, porque
Él mismo, os ciñó corona de eterna luz, como justo premio
a vuestra grande e incríble entrega de amor y fe divinas;
¡Oh!, San Pancracio, “amor adolescente hecho Cristo vivo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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12 de Mayo
San Pancracio
Mártir
Año 304
San Pancracio
Mártir
Año 304
El doce de mayo se celebra también la fiesta de San Pancracio, un
jovencito romano de sólo 14 años, que fue martirizado por declarase
creyente y partidario de Nuestro Señor Jesucristo.
Dicen que su padre murió martirizado y que la mamá recogió en unos
algodones un poco de la sangre del mártir y la guardó en un relicario de
oro, y le dijo al niño: “Este relicario lo llevarás colgado al cuello,
cuando demuestres que eres tan valiente como lo fue tu padre”.
Un día Pancracio volvió de la escuela muy golpeado pero muy contento.
La mamá le preguntó la causa de aquellas heridas y de la alegría que
mostraba, y el jovencito le respondió: “Es que en la escuela me declaré
seguidor de Jesucristo y todos esos paganos me golpearon para que
abandonara mi religión. Pero yo deseo que de mí se pueda decir lo que el
Libro Santo afirma de los apóstoles: “En su corazón había una gran
alegría, por haber podido sufrir humillaciones por amor a Jesucristo”.
(Hechos 6,41).
Al oír esto la buena mamá tomó en sus manos el relicario con la
sangre del padre martirizado, y colgándolo al cuello de su hijo exclamó
emocionada: “Muy bien: ya eres digno seguidor de tu valiente padre”.
Como Pancracio continuaba afirmando que él creía en la divinidad de
Cristo y que deseaba ser siempre su seguidor y amigo, las autoridades
paganas lo llevaron a la cárcel y lo condenaron y decretaron pena de
muerte contra él. Cuando lo llevaban hacia el sitio de su martirio (en
la vía Aurelia, a dos kilómetros de Roma) varios enviados del gobierno
llegaron a ofrecerle grandes premios y muchas ayudas para el futuro si
dejaba de decir que Cristo es Dios. El valiente joven proclamó con toda
la valentía que él quería ser creyente en Cristo hasta el último momento
de su vida. Entonces para obligarlo a desistir de sus creencias
empezaron a azotarlo ferozmente mientras lo llevaban hacia el lugar
donde lo iban a martirizar, pero mientras más lo azotaban, más
fuertemente proclamaba él que Jesús es el Redentor del mundo. Varias
personas al contemplar este maravilloso ejemplo de valentía se
convirtieron al cristianismo.
Al llegar al sitio determinado, Pancracio dio las gracias a los
verdugos por que le permitían ir tan pronto a encontrarse con Nuestro
Señor Jesucristo, en el cielo, e invitó a todos los allí presentes a
creer siempre en Jesucristo a pesar de todas las contrariedades y de
todos los peligros.
De muy buena voluntad se arrodilló y colocó su cabeza en el sitio
donde iba a recibir el hachazo del verdugo y más parecía sentirse
contento que temeroso al ofrecer su sangre y su vida por proclamar su
fidelidad a la verdadera religión.
Allí en Roma se levantó un templo en honor de San Pancracio y por
muchos siglos las muchedumbres han ido a venerar y admirar en ese templo
el glorioso ejemplo de un valeroso muchacho de 14 años, que supo
ofrecer su sangre y su vida por demostrar su fe en Dios y su amor por
Jesucristo.
Petición
San Pancracio ruégale a Dios por nuestra juventud que tiene tantos peligros de perder su fe y sus buenas costumbres.
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