26 noviembre, 2015

Beato Santiago Alberione



 

¡Oh!, Beato Santiago Alberione, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, que, solícito por la evangelización del mundo, os
dedicasteis a poner al servicio de la sociedad del mundo los modernos
medios de comunicación social, para promover la verdad de Cristo
Jesús Dios y Señor Nuestro, fundando la “Congregación de la Pía
Sociedad de San Pablo Apóstol”. Y, por ello, sois hoy por hoy, sois
Considerado el apóstol más creativo del siglo veinte. Vos, niño aún,
Aspirabais Cura ser, y Dios os llenó el alma para el logro de aquél
sueño. Y, Él, os donó aquella gracia, tanto que, una “luz especial ”
os vino de la Santa Hostia, como signo divino de vuestro andar futuro.
Vuestra misión predicar el Evangelio a todos los pueblos, siempre
en el espíritu de San Pablo utilizando los medios de comunicación,
cosa, que vos, nos legasteis en: “Apuntes de teología pastoral”, y
“La mujer asociada al celo sacerdotal”. Pensando en la “Familia
Paulina”, fundasteis la “Pía Sociedad de San Pablo”, de hermanos y
hermanas compuesta. Y, de ellas es Teresa Merlo, quien os sigue,
fundando la congregación de las “Hijas de San Pablo”. Luego vos,
diríais “San Pablo me curó”, pues sufristeis males del cuerpo de forma
repentina. El Divino Maestro, os dijo en sueños: “No temáis, Yo
estoy con vosotros, desde aquí quiero iluminar, caminad en continua
conversión”. Y, vos, continuasteis por el Maestro. Y, así, fundasteis
“Las Pías Discípulas del Divino Maestro”. Vos, en el campo apostólico,
difundisteis la impresión de ediciones populares de los Libros Sagrados,
y de la Doctrina Cristiana, para hacerle llegar el mensaje de Cristo a
la gente de todo el orbe de la tierra. “Vida Pastoral”, “El Domingo”,
“Familia Cristiana”, “La Madre de Dios”, “Pastor bonus”, “Camino,
Verdad y Vida”, “La Vida en Cristo”, “En la Iglesia”, y el “Giornalino 1”,
escribisteis. Fundasteis las “Hermanas de Jesús Buen Pastor”,
para el apostolado pastoral directo. “La primera preocupación
en la familia Paulina, será la de la vida, la segunda, la santidad
de la doctrina”, señalasteis antes de lanzaros a vuestro proyecto
Mayor: “La enciclopedia sobre Jesús Maestro”. La congregación
femenina, el “Instituto Regina Apostolorum”, para las vocaciones y
los Institutos de vida secular consagrada: San Gabriel Arcángel,
Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y la Santa Familia, también
los fundasteis . El Papa Paulo VI, dijo en vida de vos, así: “Miradlo:
humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado
en sus pensamientos, que van de la oración a la acción, siempre
atento a escrutar los “signos de los tiempos”. Es decir, las formas
más geniales de llegar a las almas. Nuestro P. Alberione ha dado a
la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios
para vigorizar y ampliar su apostolado,  y nueva conciencia
de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y
con los medios modernos. Deje, querido P. Alberione, que el Papa
goce de esta prolongada, fiel e incansable fatiga y de los frutos por
ella producidos para gloria de Dios y bien de la Iglesia”. Y, así, y luego
de haber gastado vuestra santa vida, os llegó el dulce sueño de la
muerte, que os elevó a la Casa del Padre, para coronado ser de luz
como premio a vuestra increíble entrega de amor, fe y esperanza;
¡Oh!, Beato Santiago Alberione, “viva Palabra del Dios vivo, para todos”.


© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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26 de Noviembre Beato Santiago Alberione  
Sacerdote Presbítero y 
Fundador de la Congregación de la Pía 
Sociedad de San Pablo Apóstol

Martirologio Romano: En Roma, beato Santiago Alberione, presbítero, que, solícito por la evangelización, se dedicó enteramente a poner al servicio de la sociedad humana los instrumentos de comunicación social para promover la verdad de Cristo, fundando, además, la Congregación de la Pía Sociedad de San Pablo Apóstol (1971).

Fundador de la Familia Paulina, fue uno de los apóstoles más creativos del siglo XX. Nacido en San Lorenzo di Fossano (Cúneo, Italia) el 4 de abril de 1884, recibió el bautismo al día siguiente. La familia Alberione, compuesta por Michele y Teresa Allocco más seis hijos, pertenecía a la clase campesina, era profundamente cristiana y trabajadora.

El pequeño Santiago, cuarto de los hijos, experimenta pronto la llamada de Dios: el primer año de la escuela elemental, al preguntarle la maestra qué hará cuando sea mayor, respondió: “Quiero ser cura”. Los años de la niñez se orientan en esa dirección.

Trasladada la familia al pueblecito de Cherasco, parroquia de San Martín, diócesis de Alba, el párroco don Montersino ayuda al adolescente a tomar conciencia y a responder a la llamada. A los 16 años, Santiago es admitido en el seminario de Alba y enseguida se encuentra con quien le será padre, guía, amigo y consejero durante 46 años: el canónigo Francisco Chiesa.

Al término del Año Santo 1900, habiéndose sentido interpelado por la encíclica de León XIII “Tametsi futura”, Santiago vive la experiencia determinante de su vida. La noche del 31 de diciembre de 1900, puente entre los dos siglos, el joven seminarista reza cuatro horas seguidas ante el Smo. Sacramento y proyecta en la luz de Dios su futuro. Una “luz especial ” le vino de la Hostia, y desde aquel momento se siente “profundamente obligado a prepararse para hacer algo por el Señor y por los hombres del nuevo siglo”: “obligado a servir a la Iglesia” con los nuevos medios que el ingenio humano presentaba.

El itinerario del joven Alberione prosigue intensamente durante los años del estudio de la filosofía y la teología. El 29 de junio de 1907 es ordenado sacerdote. Sigue una breve pero decisiva experiencia pastoral en Narzole (Cúneo), como vicepárroco. Allí encuentra al jovencito José Giaccardo, que para él será lo que fue Timoteo para el apóstol Pablo. Y también allí, el P. Alberione madura la comprensión de lo que puede hacer la mujer implicada en el apostolado.

En el seminario de Alba desempeña el cargo de Padre espiritual de los seminaristas mayores y menores, y da clases de varias asignaturas. Se presta para la predicación, catequesis y conferencias en diversas parroquias de la diócesis. Dedica asimismo mucho tiempo al estudio sobre la situación de la sociedad civil y eclesial de su tiempo y sobre las nuevas necesidades que se entrevén.

Comprende que el Señor le guía a una misión nueva: predicar el Evangelio a todos los pueblos, en el espíritu del apóstol Pablo, utilizando los medios modernos de comunicación. Atestiguan tal orientación dos libros suyos: Apuntes de teología pastoral (1912) y La mujer asociada al celo sacerdotal (1911-1915).

Dicha misión, para tener carisma y continuidad, debe ser asumida por personas consagradas, pues “las obras de Dios se hacen con los hombres de Dios”. Y así, el 20 de agosto de 1914, mientras en Roma muere el papa Pío X, en Alba el P. Alberione da inicio a la “Familia Paulina” con la fundación de la Pía Sociedad de San Pablo. El comienzo es pobrísimo, de acuerdo con la pedagogía divina: “empezar siempre desde un pesebre”.

La familia humana —en la que el P. Alberione se inspira— está compuesta de hermanos y hermanas. La primera mujer que sigue al P. Alberione es una muchacha veinteañera de Castagnito (Cúneo): Teresa Merlo. Con su aporte, Alberione da comienzo a la congregación de las Hijas de San Pablo (1915). Lentamente la “Familia” se desarrolla, las vocaciones masculinas y femeninas aumentan, el apostolado se delinea y toma forma.

En diciembre de 1918 se produce una primera partida de “hijas” hacia Susa (Turín): empieza una intrépida historia de fe y de iniciativas, que engendra incluso un estilo característico, denominado “a la paulina”. Este camino parece interrumpirse en 1923, cuando el P. Alberione enferma gravemente y el diagnóstico de los médicos no deja esperanzas. Pero el Fundador reemprende milagrosamente el camino: “San Pablo me curó”, comentará después. Por entonces aparece en las capillas paulinas la frase que, en sueño o en revelación, el divino Maestro dirige al Fundador: “No temáis – Yo estoy con vosotros – Desde aquí quiero iluminar – Caminad en continua conversión”.
Al año siguiente viene a la vida la segunda congregación femenina: las Pías Discípulas del Divino Maestro, para el apostolado eucarístico, sacerdotal, litúrgico. A guiarlas en la nueva vocación, el P. Alberione llama a la joven Hna. Ma. Escolástica Rivata, que morirá a los noventa años en olor de santidad.

En el campo apostólico, el P. Alberione promueve la impresión de ediciones populares de los Libros Sagrados, y con las publicaciones periódicas se lanza a las formas más rápidas para hacer llegar el mensaje de Cristo a los lejanos. En 1912 ya había aparecido la revista Vida Pastoral destinada a los párrocos; El Domingo, hojita semanal para la animación de la liturgia dominical, sale en 1921; en 1931 nace Familia Cristiana, revista semanal con la finalidad de alimentar la vida cristiana de las familias. Seguirán: La Madre de Dios (1933), “para desvelar a las almas las bellezas y las grandezas de María”; Pastor bonus (1937), revista mensual en latín; Camino, Verdad y Vida (1952), revista mensual para dar a conocer y enseñar la doctrina cristiana; La Vida en Cristo y en la Iglesia (1952), con el fin de hacer “conocer los tesoros de la Liturgia, difundir cuanto sirve a la Liturgia, vivir la Liturgia según la Iglesia”. El P. Alberione piensa también en los muchachitos: para ellos empieza a publicar en 1924 Il Giornalino 1.

Se pone mano asimismo a la construcción del gran templo dedicado a san Pablo en Alba. Seguirán los otros dos a Jesús Maestro (en Alba y Roma) y el santuario a la Reina de los Apóstoles (Roma). Sobre todo se mira a salir de los confines locales y nacionales. En 1926 nace la primera Casa filial en Roma, seguida en los años sucesivos por muchas fundaciones en Italia y en otras naciones.

Entretanto crece el edificio espiritual: el Fundador inculca el espíritu de entrega mediante “devociones” de fuerte dinamismo apostólico: a Jesús Maestro y Pastor “Camino y Verdad y Vida”, a María Madre, Maestra y Reina de los Apóstoles; a san Pablo apóstol. Es precisamente la referencia al Apóstol lo que califica en la Iglesia a las nuevas instituciones como “Familia Paulina”. La meta ansiada por el Fundador como primer empeño, es la conformación plena con Cristo: acoger todo el Cristo Camino y Verdad y Vida en toda la persona, mente, voluntad, corazón, fuerzas físicas. Orientación codificada en el librito Donec formetur Christus in vobis (1932).
En octubre de 1938 el P. Alberione funda la tercera congregación femenina: las Hermanas de Jesús Buen Pastor o “Pastorcitas”, destinadas al apostolado pastoral directo en auxilio de los Pastores.

Durante el obligado paréntesis de la segunda guerra mundial (1940-1945), el Fundador no se detiene en su itinerario espiritual. Va acogiendo en medida creciente la luz de Dios en un clima de adoración y contemplación. De ello son testimonio los Cuadernillos espirituales, en los que anota las inspiraciones y los medios que adoptar para responder al proyecto de Dios. En esta atmósfera espiritual nacen las meditaciones que cada día dicta a los hijos e hijas, las directrices para el apostolado, la predicación de incontables retiros y cursos de ejercicios (recogidos en sendos opúsculos). El empeño del Fundador es siempre el mismo: hacer comprender a todos que “la primera preocupación en la Familia Paulina será la santidad de la vida, la segunda la santidad de la doctrina”. A la luz de esto hay que entender su Proyecto de una enciclopedia sobre Jesús Maestro (1959).

En 1954, recordando el 40 aniversario de fundación, el P. Alberione aceptó por primera vez que se escribiera de él en el volumen Mi protendo in avanti 2, y consintió en facilitar algunos apuntes suyos acerca de los orígenes de la fundación. Surgió así el librito Abundantes divitiæ gratiæ suæ, que se considera como la “historia carismática de la Familia Paulina”. Familia que fue completándose entre 1957 y 1960, con la fundación de la cuarta congregación femenina, el Instituto Regina Apostolorum para las vocaciones (Hermanas “Apostolinas”), y de los Institutos de vida secular consagrada: San Gabriel Arcángel, Virgen de la Anunciación, Jesús Sacerdote y Santa Familia. Diez instituciones (incluidos los Cooperadores Paulinos), unidos todos ellos por el mismo ideal de santidad y de apostolado: la reafirmación de Cristo “Camino, Verdad y Vida” en el mundo, mediante los instrumentos de la comunicación social.

A lo largo de los años 1962-1965, el P. Alberione es protagonista silencioso pero atento del Concilio Vaticano II, a cuyas sesiones participa diariamente. Entre tanto, no faltan tribulaciones y sufrimientos: la muerte prematura de sus primeros colaboradores, Timoteo Giaccardo y Tecla Merlo; la preocupación por las comunidades en países con dificultades y, personalmente, una martirizadora escoliosis, que le atormentaba noche y día.

Vivió 87 años. Cumplida la obra que Dios le había encargado, el 26 de noviembre de 1971 dejó la tierra para ocupar su sitio en la Casa del Padre. Sus últimas horas se vieron confortadas con la visita y la bendición del papa Pablo VI, que nunca ocultó su admiración y veneración por el P. Alberione. Es conmovedor el testimonio que dio de él en la audiencia concedida a la Familia Paulina el 28 de junio de 1969 (el Fundador tenía 85 años):

“Miradlo: humilde, silencioso, incansable, siempre alerta, siempre ensimismado en sus pensamientos, que van de la oración a la acción, siempre atento a escrutar los “signos de los tiempos”, es decir, las formas más geniales de llegar a las almas… Nuestro P. Alberione ha dado a la Iglesia nuevos instrumentos para expresarse, nuevos medios para vigorizar y ampliar su apostolado, nueva capacidad y nueva conciencia de la validez y de la posibilidad de su misión en el mundo moderno y con los medios modernos. Deje, querido P. Alberione, que el Papa goce de esta prolongada, fiel e incansable fatiga y de los frutos por ella producidos para gloria de Dios y bien de la Iglesia”.

El 27 de Abril de 2003 fue beatificado por el papa Juan Pablo II
Texto reproducido con autorización de Vatican.va

25 noviembre, 2015

Santa Catalina de Alejandría




¡Oh!, Santa Catalina de Alejandría, vos, sois la hija del Dios
de la vida, su amada mártir y santa, pues, vuestro ingenio,
sabiduría y fortaleza de ánimo os catapultaron en vida, a
alcanzar los cielos eternos, por amor a Cristo Jesús, Dios y
Señor Nuestro. Con vuestra santa vida, no hicisteis otra
cosa, que, la de aleccionar a los cristianos de vuestro tiempo
y estimularlos en su fidelidad a Cristo. Vuestra belleza, e
inteligencia os distinguieron en Alejandría, pues versada
como erais en filosofía, buscabais siempre la verdad. Por
ello, os bautizasteis cristiana. Y, desde allí, recriminasteis
al emperador por su conducta y lo callasteis con vuestra
rectitud de obrar. Enfrentasteis a los sabios del imperio y
descubristeis sus sofismas, tanto así, que los convertisteis
a vuestra fe. Nadie osó venceros en el campo de la razón,
pero, sí, os vencieron por la fuerza de las armas, con aquella
rueda con cuchillas, y la espada, que os cortó vuestra cabeza.
Vos, representáis lo recto, lo justo  y lo sublime, y, por ello,
lista estabais para dar la vida por la Verdad. Hoy, vuestras
reliquias en el monte Sinaí veneran, y en el monasterio
que vuestro santo nombre lleva. Vos sois, la Santa Patrona
de todos los buscadores de la sabiduría y de la verdad;
¡Oh!, Santa Catalina; “novia de la verdad y de la sabiduría”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Noviembre

Santa Catalina de Alejandría

Mártir

Martirologio Romano: Santa Catalina, mártir, que, según la tradición, fue una virgen de Alejandría dotada tanto de agudo ingenio y sabiduría como de fortaleza de ánimo. Su cuerpo se venera piadosamente en el célebre monasterio del monte Sinaí (s. inc.)

La veneración de los restos de santa Catalina en el monte Sinaí y la celebridad del monasterio ortodoxo que lleva su nombre y que los guarda ha hecho que casi haya disminuido la figura del mismo Moisés. Se la venera tanto en Oriente como en Occidente. Los aficionados al saber la tienen como patrona.



Nada sabemos con certeza histórica del lugar y fecha de su nacimiento. La historia nos tiene velado el nombre de sus padres. Los datos de su muerte, según la “passio”, son tardíos y están pletóricos de elementos espureos. Por esto, algún historiador ha llegado a pensar que quizá esta santa nunca haya existido. Así, Catalina de Alejandría sería un personaje aleccionador salido de la literatura para ilustrar la vida de los cristianos y estimularles en su fidelidad a la fe. De todos modos es seguro que la fantasía ha rellenado los huecos en el curso del tiempo.



Se la presenta como una joven de extremada belleza y aún mayor inteligencia. Perteneciente a una familia noble. Residente en Alejandría. Versada en los conocimientos filosóficos de la época y buscadora incansable de la verdad. Movida por la fe cristiana, se bautiza. Su vida está enmarcada en el siglo IV, cuando Maximino Daia se ha hecho Augusto del Imperio de Oriente. Sí, le ha tocado compartir el tiempo con este “hombre semibárbaro, fiera salvaje del Danubio, que habían soltado en las cultas ciudades del Oriente”, según lo describe el padre Urbel, o, con términos de Lactancio, “el mundo para él era un juguete”. Recrimina al emperador su conducta y lo enmudece con sus rectos razonamientos.



Enfrentada con los sabios del imperio, descubre sus sofismas e incluso se convierten después de la dialéctica bizantina. Aparece como vencedora en la palestra de la razón y vencida por la fuerza de las armas en el martirio de rueda con cuchillas que llegan a saltar hiriendo a sus propios verdugos y por la espada que corta su cabeza de un tajo.



Sea lo que fuere en cuanto se refiere a la historia comprobable, lo cierto es que la figura de nuestra santa lleva en sí la impronta de lo recto y sublime que es dar la vida por la Verdad que con toda fortaleza se busca y una vez encontrada se posee firmemente hasta la muerte. Esto es lo que atestigua la tradición, la leyenda y el arte.



¡Que bien nos vendrían hoy unas cuantas Catalinas que sepan ser mártires por la Verdad que es lo mismo que ser de Él testigos!



(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=746)

24 noviembre, 2015

San Clemente, Papa y mártir



 



¡Oh!, San Clemente, vos sois el hijo del Dios de la vida,
que mantuvisteis vuestra fe, hasta el final de vuestros
días. Vos, fuisteis el tercer sucesor de San Pedro, y
gobernasteis la Iglesia desde el año noventaitrés  hasta
el ciento uno.  El año noventaiséis, una carta escribisteis
a Los Corintios, con sabios y muy espirituales consejos
en el que les recomendabais obedecer siempre al Pontífice
de Roma. Por Él, convertisteis a los paganos de vuestro
tiempo y les regalasteis, ríos de agua viva, aquella que
jamás sed produce en sus almas: “El que se conserva
puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es
un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”.
Así, y conservándoos de esa admirable forma, fuisteis
martirizado, por cristiano ser, desterrado por el Trajano
emperador, a Crimea y condenado a trabajos forzados a
picar piedra con otros dos mil cristianos y ellos os decían:
“Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos
de las promesas de Cristo”. San Ireneo, dice que vos,
visteis a los santos apóstoles Pedro y Pablo y hablasteis
con ellos. En Crimea convertisteis a muchos paganos y
los bautizasteis, pero, los obreros de la mina donde
vos trabajabais, de sed sufrían, y orasteis con mucha fe y
de pronto milagro divino: apareció allí muy cerca de vos
una fuente de agua cristalina. Y la gente, creyó más y
os permitió conseguir muchas conversiones más. Un
día os exigieron adorar a júpiter y vos, os negasteis y
que sólo, adorabais al verdadero Dios, entonces sin más
arrojado fuisteis al mar, y para que los cristianos no
pudieran vuestro cadáver venerar, os ataron al cuello,
un hierro pesado, pero una gran ola devolvió vuestro
cadáver a la orilla. Y, otro milagro, más adelante San Cirilo
y San Metodio llevaron vuestros restos santos a Roma
los mismos, recibidos fueron con gran solemnidad y
hasta hoy, se conservan. Así, marchó al cielo vuestra
alma, que coronada fue con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega increíble de amor, fe y esperanza;
¡oh!, San Clemente; “vivo mártir de la luz de Cristo Jesús”.

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Noviembre

San Clemente

Papa

Año 101




Oremos por nuestro actual Pontífice, para que a imitación de San Clemente y los demás Pontífices santos que ha tenido la Iglesia Católica, continúe guiando sabiamente a los que seguimos la santa religión de Cristo.



Cuando los persigan no tengáis temor porque el Espíritu Santo hablará por vosotros (Jesucristo).

San Clemente fue el tercer sucesor de San Pedro (después de Lino y Cleto) y gobernó a la Iglesia desde el año 93 hasta el 101. El año 96 escribió una carta a Los Corintios, que es el documento Papal más antiguo que se conoce (Después de las cartas de San Pedro). En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: “el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”.



Por ser cristiano fue desterrado por el emperador Trajano a Crimea (al sur de Rusia) y condenado a trabajos forzados a picar piedra con otros dos mil cristianos. Las actas antiguas dicen que estos le decían: “Ruega por nosotros Clemente, para que seamos dignos de las promesas de Cristo”.



San Ireneo (que vivió en el siglo segundo) dice que Clemente vio a los santos apóstoles Pedro y Pablo y trató con ellos. Las Actas antiguas añaden que allá en Crimea convirtió a muchísimos paganos y los bautizó. Los obreros de la mina de mármol sufrían mucho por la sed, porque la fuente de agua más cercana estaba a diez kilómetros de distancia. El santo oró con fe y apareció allí muy cerca una fuete de agua cristalina. Esto le dio más fama de santidad y le permitió conseguir muchas conversiones más.



Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla. San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.



(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Clemente.htm)