07 julio, 2017

San Fermín


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¡Oh!, San Fermín, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, que, famoso sois, hasta hoy,porque las “Corridas
de San Fermín” en vuestro honor se celebran. Vuestro nombre
proviene de “Firmus”, que significa “el firme”, “el valeroso”.
Os convirtió a la Fé San Honesto, discipulo de San Saturnino,
y os consagró el Obispo de Toulose, envíándoos a predicar
por Francia. Vos, construisteis un templo en Amiens, y allí,
convertisteis a muchos paganos al cristinanismo, que más
tarde, pagó con sangre el martirio por proclamar la fe en
Jesucristo. Vos, predicasteis con mucho fruto en Pamplona y
Navarra y lograsteis formar muchos sacerdotes fervorosos,
los cuales reafirmaron la fe católica en aquellas tierras.
En Francia, un gobernador os puso preso, pero el pueblo
invadió la cárcel y os liberó. Un día, el pagano jefe de
Amiens os ordenó que dejarais de predicar la religión de
Cristo, y vos, os negasteis a ello, entonces el impío, os
mandó cortaros la cabeza. Y así, lograsteis lo que más
ansiaba vuestro corazón: derramar su sangre por Jesucristo
y llegar a ser mártir de nuestra santa religión. Pamplona,
os celebra vuestra fiesta y quiera Dios que nuestros
religiosos y apóstoles, no dejen nunca de predicar y enseñar,
sin cansarse, ni desanimarse, la verdadera religión de Jesús.
Y, así, luego de haber gastado vuestra santa vida en buena
lid, voló, vuestra alma al cielo, para coronada ser de luz
como justo premio a vuetra entrega increíble,de amor y fe;
¡oh!, San Fermín, “vivo y firme mártir del Dios de la Vida”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de julio
San Fermín Obispo y Mártir
Siglo IV


Este Santo es el famoso patrono de las “Corridas de San Fermín” en España. Su nombre proviene de “Firmus”, el firme, el valeroso.

Nació en Pamplona, España, lo convirtió a la Fé San Honesto, un discipulo de San Saturnino, y lo consagro el Obispo de Toulose, el cual lo envío a predicar por Francia. San Fermín construyó un templo en Amiens, y en esa ciudad convirtió muchos paganos al cristinanismo. Amiens recibió también el martirio por proclamar la fe en Jesucristo.

Predicó San Fermín con mucho fruto en las regiones de Pamplona y Navarra y logró dejar ahí muchos sacerdotes fervorosos, los cuales reafirmaron la fe católica en aquellas tierras. Cuando se fue de allí, la mayoría de los paganos de la región se habían vuelto cristianos. En Francia un gobernador lo puso preso, pero el pueblo invadió la cárcel y lo liberó.

Más tarde el jefe pagano de Amiens le ordenó que dejara de predicar la religión de Cristo. Como Santo no quiso dejar de predicar la verdadera religión, entonces el gobernador le mandó cortar la cabeza. Y así obtuvo lo que más quería en toda su vida : derramar su sangre por Jesucristo y llegar a ser mártir de nuestra santa religión.

La ciudad de Pamplona celebra su fiesta, cada 7 de julio con grandes regocijos populares. Quiera Dios que nuestros religiosos y apóstoles, no dejen nunca de predicar y enseñar, sin cansarse, ni desanimarse, la verdadera religión de Jesús. Aunque ello les cueste grandes sacrificios.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Fermin_7_7.htm)

André Rieu hallelujah

06 julio, 2017

Santa María Goretti


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¡Oh!, Santa María Goretti, vos, sois la hija del Dios
de la vida y, su amada santa, que perdisteis a vuestro
padre a temprana edad, y vuestra madre a trabajar se dedicó
dejándoos a vuestros menores hermanos a cargo vuestro,
realizando vuestras obligaciones con alegría y amor,
y, cada semana, a clases de catecismo asistiendo. A los
once años, hicisteis vuestra primera comunión haciéndoos
el propósito de morir antes que cometer pecado alguno.
Y, así, fue. Donde vos, vivíais, un tal Alejandro Serenelli,
se enamoró de vos, y os proponía indecentes conductas
que vos, rechazabais. Pero, el mal tomó cuerpo en él, y
os buscó un día, pero vos, os negasteis a ceder en sus
pretensiones y advirtiéndole que, lo que pretendía pecado
era y que, vos, jamás accederíais. Y, entonces, vuestro
agresor ignorando vuestras palabras, os atacó salvajemente
con un cuchillo, clavándoos por catorce veces. Así, herida
de muerte, os llevaron al hospital de San Juan de Dios,
donde os operaron sin anestesia, soportando los dolores
que a su vez, ofrecíais al Dios Vivo. Antes de morir, vos,
alcanzasteis a recibir la comunión y la unción de los enfermos
e hicisteis público vuestro perdón a vuestro agresor. El
criminal, condenado fue a treinta años de prisión, no
dando muestras de estar arrepentido. Pero, después, en un
sueño, vos, aparecisteis a vuestro asesino, y le dijisteis
que él gozaría también del cielo. Y luego, sucedió el milagro:
Serenelli completamente cambió, volviéndose hacia Dios y
ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de
sus pecados. Más tarde, y después de veinte y siete años,
liberado fue y, acudió a perdón pedir a vuestra madre,
quien, no solo lo perdonó sino que, lo defendió en público
diciendo que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella
no tenía porque no hacerlo. Vuestra fama se extendió cada
vez más y fueron apareciendo muestras de santidad, fruto
de vuestra cercanía a Dios y a vuestra devoción a la Madre
de Dios. Fuisteis canonizada en la Plaza de San Pedro, ante
un gentío innumerable, por Pío Doce, Papa, y asistieron a
ella, vuestra madre, dos hermanas y un hermano vuestro. Y,
así, con vuestra corta y pero santa vida, corona de luz
ganasteis, como muy justo premio a vuestra misericordia;
¡Oh!, Santa María Goretti, “viva pureza del Dios de la vida”.


 
© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de julio
Santa María Goretti
Virgen y mártir


Santa María Goretti nació en Corinaldo, Italia el 16 de octubre de 1890 hija de Luis Goretti y Assunta Carlini, ambos campesinos. María fue la segunda de seis hijo. Vivió en el seno de una familia humilde y perdió a su padre a los diez años por causa del paludismo. Como consecuencia de la muerte de su padre, la madre de María Goretti tuvo que trabajar dejando la casa y los hermanos menores a cargo de ésta quien realizaba sus obligaciones con alegría y cada semana asistía a clases de catecismo.

A los once años hizo su primera comunión haciéndose, desde entonces, el firme propósito de morir antes que cometer un pecado. En la misma finca donde vivía María trabajaba Alejandro Serenelli, quien se enamoró de María que en ese entonces contaba con doce años. Serenelli, a causa de lecturas impuras, se dedicó a buscar a María haciéndole propuestas que la santa rechazaba haciendo que Serenelli se sintiera despreciado.

El 5 de julio de 1902 Serenelli fue en busca de María quien estaba sola en su casa y al encontrarla la invitó a ir a una recámara de la casa a lo que María se negó por lo que aquél se vio obligado a forzarla. María se negaba advirtiéndole a Serenelli que lo que pretendía era pecado y que no accedería a sus pretensiones por lo que éste la atacó con un cuchillo clavándoselo catorce veces.

María no murió inmediatamente, fue trasladada a la hospital de San Juan de Dios donde los médicos la operaron sin antestcia porque no había y durante dos horas la santa soportó el sufrimiento ofreciéndo a Dios sus dolores. Antes de morir, un día después del ataque, María alcanzó a recibir la comunión y la unción de los enfermos e hizo público su perdón a Serenelli.

El asesino fue condenado a 30 años de prisión donde al principio no daba muestras de arrepentimiento. La tradición cuenta que después de un sueño donde María le dijo que él también podía ir al cielo, Serenelli cambió completamente volviéndose hacia Dios y ofreciendo sus trabajos y sufrimientos en reparación de sus pecados.

Después de 27 años de cárcel fue liberado y acudió a pedir perdón a la madre de la santa, quien no solo lo perdonó sino que lo defendió en público alegando que si Dios y su hija lo habían perdonado, ella no tenía porque no perdonarlo. La fama de María Goretti se extendía cada vez más y fueron apareciendo las muestras de santidad, que fue fruto de su cercanía a Dios y su devoción a laVirgen María.

Después de numerosos estudios, la Santa Sede la canonizó el 24 de junio de 1950 en una ceremonia que se tuvo que realizar en la Plaza de San Pedro debido a la cantidad de asistentes que se calculaban en más de quinientas mil personas. En la ceremonia de canonización acompañaron a Pío XII la madre, dos hermanas y un hermano de María. Durante esta ceremonia Su Santidad Pío XII exhaltó la virtud de la santa y sus estudiosos afirman que por la vida que llevó aún cuando no hubiera sido mártir habría merecido ser declarada santa.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/María_Goretti.htm)

05 julio, 2017

San Antonio María Zaccaría


 
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05 de Julio San Antonio María Zaccaría Fundador

En este sacerdote que murió muy joven, sí que se cumplió aquella frase del Libro de la Sabiduría en la S. Biblia “Vivió muy poco tiempo, pero hizo obras como si hubiera tenido una vida muy larga”.

Nació en Cremona, Italia, en 1502. Quedó huérfano de padre cuando tenia muy pocos años. Su madre, viuda a los 18 años, renunció a nuevos matrimonios que se le ofrecían con tal de dedicarse totalmente a la educación de su hijita y los resultados que obtuvo fueron admirables.
Estudió medicina en la Universidad de Padua, y allí supo cuidarse muy bien para huir de las juergas universitarias y así conservar la santa virtud de la castidad. Desde joven renunció a los vestidos elegantes y costosos, y vistió siempre como la gente pobre, y el dinero que ahorraba con esto, lo repartía entre los más necesitados.

A los 22 años se graduó de médico y su gran deseo era dedicarse totalmente a atender a las gentes más pobres, la mayor parte de las veces gratuitamente, y aprovechar su profesión para ayudarles también a sus pacientes a salvar el alma y ganarse el cielo. Pero unos años después, sus directores espirituales le aconsejaron que hiciera también los estudios sacerdotales, y así logró ordenarse de sacerdote. Así fue doblemente médico: de los cuerpos y de las almas.

Antonio María tuvo siempre desde muy pequeño un inmenso amor por los pobres. Ya en la escuela, volvía a veces a casa sin saco, porque lo había regalado a algún pobrecito que había encontrado por ahí tiritando de frío. Durante sus años de profesional y sacerdote, todo lo que consigue lo reparte entre los más necesitados.

Se trasladó a Milán (la ciudad de mayor número de habitantes en Italia) porque en esa gran ciudad tenía más posibilidades de extender su apostolado a muchas gentes. Y allí, por medio de la hermana Luisa Torelli fundó la comunidad de las hermanas llamadas “Angelicales” (nombre que les pusieron porque su convento se llamaba de “Los Santos Angeles”). El fin de esta comunidad era preservar a las jovencitas que estaban en peligro de caer en vicios, y redimir y volver al buen camino a las que ya habían caído. Estas hermanas le ayudaron muchísimo a nuestro santo en todos sus apostolados.

Luego con otros compañeros fundó la Comunidad llamada “Clérigos de San Pablo” los cuales, por vivir en un convento llamado de San Bernabé, fueron llamados por la gente “Los Padres Bernabitas”. Esta congregación tenía por fin predicar para convertir a los pecadores, extender por todas partes la devoción a la Pasión y muerte de Cristo, y a su santa Cruz. Y esforzarse lo más posible por tratar de obtener la renovación de la vida espiritual y piadosa entre el pueblo, que estaba muy decaida y relajada. Estos religiosos hicieron tanto bien en la ciudad y sus alrededores que unos años mas tarde, San Carlos, gran arzobispo de Milán, dirá de ellos: “Son la ayuda más formidable que he encontrado en mi arquidiócesis”.

San Antonio María sentía un gran cariño por la Sagrada Eucaristía, donde está Cristo presente en la Santa Hostia, con su Cuerpo, Sangre, alma y divinidad. Por eso propagó por todas partes la devoción de las Cuarenta Horas, que consiste en dedicar tres días cada año, en cada templo, a honrar solemnemente a la Sma. Eucaristía con rezos, cantos y otros actos solemnes de culto.

Otra de sus grandes devociones era la pasión y muerte de Cristo. Cada viernes, a las tres de la tarde hacía sonar las campanas, para recordar a la gente que a esa hora había muerto Nuestro Señor. Siempre llevaba una imagen de Jesús crucificado, y se esmeraba por hacer que sus oyentes meditaran en los sufrimientos de Jesús en su Pasión y Muerte, porque esto aumenta mucho el amor hacia el Redentor. Y una tercera devoción que lo acompaño en sus años de sacerdocio fue un enorme entusiasmo por las Cartas de San Pablo. Su lectura lo emocionaba hasta el extremo, y de ellas predicaba, y a sus discípulos les insistía en que leyeran tan preciosas cartas frecuentemente, y que meditaran en sus importantísimas enseñanzas. A él le sucedió lo que le ha pasado a miles y millones de creyentes en el mundo entero, que al leer las Cartas de San Pablo han descubierto en ellas unos mensajes celestiales tan interesantes que quedan entusiasmados para siempre por su lectura y meditación.

A nuestro santo le correspondió vivir en los tiempos difíciles en los que en Alemania el falso reformador Lutero proclamaba una falsa reforma en la religión, y en Roma y España, San Ignacio y sus jesuitas empezaban a trabajar por conseguir una verdadera reforma de la Iglesia, y muchísimos católicos sentían un intenso deseo de que empezara una era de mayor fervor y menos frialdad y maldad. San Antonio María fue uno de los que con su enorme apostolado preparó la gran Reforma de la Iglesia Católica que iba a traer el Concilio de Trento.

Siendo aún muy joven, sintió que de tanto trabajar por el apostolado, le faltaban las fuerzas. Se fue a casa de su santa madre, y en sus brazos murió el 5 de julio de 1539. Tenía apenas 37 años, pero había hecho labores apostólicas como si hubiera trabajado por tres docenas de años más. El Papa León XIII lo declaró santo en 1897. Y nosotros le pedimos a San Antonio Zaccaría, que pida mucho al buen Dios para que la Iglesia Católica se renueve día por día y no vaya a caer nunca en la relajación y que no se enfríe nunca en el santo fervor que Nuestro Señor quiere de cada uno de los creyentes.

(https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Antonio_Mar%C3%ADa_Zaccaria.htm)

04 julio, 2017

Celtic Woman - Ave Maria

Santa Isabel de Portugal Reina


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¡Oh¡, Santa Isabel de Portugal, vos, sois la hija del Dios
de la vida y su amada santa, que, reina siendo y de familia
madre, os disteis ingenio para hacer de pacificadora y,
a vuestro nombre, en su significado: “Promesa de Dios”,
de fama lo colmasteis. Persuadisteis a través de una carta a
vuestro esposo, cuando vuestro hijo, medir quiso las armas
con él, diciendo: “Como una loba enfurecida a la cual le
van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas
del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo
tiempo, haré que primero me destrocen a mí las armas
de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra
los seguidores de su padre”. Y, a vuestro hijo le dijisteis:
“Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces
con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen
cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las
armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando,
consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré
que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo
sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes
gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey”.
Y, así conseguíais la paz una y otra vez. Vuestro esposo murió
muy arrepentido por su accionar, y entonces vos, os dedicasteis
a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y
rezar y meditar. Pero, en medio de todo, un día supisteis que
entre vuestro hijo Alfonso de Portugal y vuestro su nieto,
el rey de Castilla, había estallado la guerra. Y, vos, anciana
ya, emprendisteis un largo viaje para lograr la paz que amabais,
en vuestra familia. Pero, por el camino sentisteis que os llegaba
la muerte y os hicisteis llevar a un convento de hermanas Clarisas,
y allí, invocando a la Madre de Dios, voló vuestra alma al cielo,
que con una vida de ejemplo llena y entregada a Dios y al prójimo
coronada fue de luz, como premio justo a vuestra entrega grande
e increíble de amor y paz. Santa e infalible abogada para sembrar
la paz, en cuanto territorio de guerras hay. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, Santa Isabel de Portugal, “viva paz y amor del Dios Vivo”.


© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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4 de Julio
Santa Isabel de Portugal
Reina, madre de familia y pacificadora
Año 1336


 

Isabel significa “Promesa de Dios” (Isab = promesa. El = Dios). Nació en 1270. Era hija del rey Pedro III de Aragón, nieta del rey Jaime el Conquistador, biznieta del emperador Federico II de Alemania. Le pusieron este nombre en honor de su tía abuela Santa Isabel de Hungría. Santa Isabel tuvo la dicha que su familia se esmerara extremadamente en formarla lo mejor posible en su niñez. Desde muy niña tenía una notable inclinación hacia la piedad, y un gusto especial por imitar los buenos ejemplos que leía en las vidas de los santos o que observaba en las vidas de las personas buenas. En su casa le enseñaron que si quería en verdad agradar a Dios debía unir a su oración, la mortificación de sus gustos y caprichos y esforzarse por evitar todo aquello que la pudiera inclinar hacia el pecado.

Le repetían la frase antigua: “tanta mayor libertad de espíritu tendrás, cuanto menos deseos de cosas inútiles o dañosas tengas”. Sus educadores le enseñaron que una mortificación muy formativa es acostumbrarse a no comer nada entre horas (o sea entre comida y comida), y soportar con paciencia que no se cumplan los propios deseos, y esmerarse cada día por no amargarle ni complicarle la vida a los demás. Dicen sus biógrafos que la formidable santidad que demostró más tarde se debe en gran parte a la esmerada educación que ella recibió en su niñez.

A los 15 años ya sus padres la habían casado con el rey de Portugal, Dionisio. Este hombre admiraba las cualidades de tan buena esposa, pero él por su parte tenía un genio violento y era bastante infiel en su matrimonio, llevaba una vida nada santa y bastante escandalosa, lo cual era una continua causa de sufrimientos para la joven reina, quien soportara todo con la más exquisita bondad y heroica paciencia.
El rey no era ningún santo, pero dejaba a Isabel plena libertad para dedicarse a la piedad y a obras de caridad. Ella se levantaba de madrugada y leía cada día seis salmos de la Santa Biblia. Luego asistía devotamente a la Santa Misa; enseguida se dedicaba a dirigir las labores del numeroso personal del palacio. En horas libres se reunía con otras damas a coser y bordar y fabricar vestidos para los pobres. Las tardes las dedicaba a visitar ancianos y enfermos y a socorrer cuanto necesitado encontraba.

Hizo construir albergues para indigentes, forasteros y peregrinos. En la capital fundó un hospital para pobres, un colegio gratuito para niñas, una casa para mujeres arrepentidas y un hospicio para niños abandonados. Conseguía ayudas para construir puentes en sitios peligrosos y repartía con gran generosidad toda clase de ayudas. Visitaba enfermos, conseguía médicos para los que no tenían con qué pagar la consulta; hacía construir conventos para religiosos, a las muchachas muy pobres les costeaba lo necesario para que pudieran entrar al convento, si así lo deseaban. Tenía guardada una linda corona de oro y unos adornos muy bellos y un hermoso vestido de bodas, que prestaba a las muchachas más pobres, para que pudieran lucir bien hermosas el día de su matrimonio.

Su marido el rey Dionisio era un buen gobernante pero vicioso y escandaloso. Ella rezaba por él, ofrecía sacrificios por su conversión y se esforzaba por convencerlo con palabras bondadosas para que cambiara su conducta. Llegó hasta el extremo de educarle los hijos naturales que él tenía con otras mujeres. Tuvo dos hijos: Alfonso, que será rey de Portugal, sucesor de su padre, y Constancia (futura reina de Castilla). Pero Alfonso dio muestras desde muy joven de poseer un carácter violento y rebelde. Y en parte, esta rebeldía se debía a las preferencias que su padre demostraba por sus hijos naturales. En dos ocasiones Alfonso promovió la guerra civil en su país y se declaró contra su propio padre. Isabel trabajó hasta lo increíble, con su bondad, su amabilidad y su extraordinaria capacidad de sacrificio y su poder de convicción, hasta que obtuvo que el hijo y el papá hicieran las paces. Lo grave era que los partidos políticos hacían todo lo más posible para poder enemistar al rey Dionisio y su hijo Alfonso.

Algunas veces cuando los ejércitos de su esposo y de su hijo se preparaban para combatirse, ella vestida de sencilla campesina atravesaba los campos y se iba hacia donde estaban los guerreros y de rodillas ante el esposo o el hijo les hacía jurarse perdón y obtenía la paz.

Son impresionantes las cartas que se conservan de esta reina pacificadora. Escribe a su esposo: “Como una loba enfurecida a la cual le van a matar a su hijito, lucharé por no dejar que las armas del rey se lancen contra nuestro propio hijo. Pero al mismo tiempo haré que primero me destrocen a mí las armas de los ejércitos de mi hijo, antes que ellos disparen contra los seguidores de su padre”. Al hijo le escribe: “Por Santa María la Virgen, te pido que hagas las paces con tu padre. Mira que los guerreros queman casas, destruyen cultivos y destrozan todo. No con las armas, hijo, no con las armas, arreglaremos los problemas, sino dialogando, consiguiendo arbitrajes para arreglar los conflictos. Yo haré que las tropas del rey se alejen y que los reclamos del hijo sean atendidos, pero por favor, recuerda que tienes deberes gravísimos con tu padre como hijo y como súbdito con el rey”. Y conseguía la paz una y otra vez.

Su esposo murió muy arrepentido, y entonces Isabel dedicó el resto de su vida a socorrer pobres, auxiliar enfermos, ayudar a religiosos y rezar y meditar. Pero un día supo que entre su hijo Alfonso de Portugal y su nieto, el rey de Castilla, había estallado la guerra. Anciana y achacosa como estaba, emprendió un larguísimo viaje con calores horrendos y caminos peligrosos, para lograr la paz entre los dos contendores. Y este viaje fue mortal para ella. Sintió que le llegaba la muerte y se hizo llevar a un convento de hermanas Clarisas, y allí, invocando a la Virgen María murió santamente el 4 de julio del año 1336.

Dios bendijo su sepulcro con varios milagros y el Sumo Pontífice la declaró santa en 1626. Es abogada para los territorios y países donde hay guerras civiles, guerrillas y falta de paz. Que Santa Isabel ruegue por nuestros países y nos consiga la paz que tanto necesitamos.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Isabel_de_Portugal.htm)

03 julio, 2017

Santo Tomás, Apóstol

 
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¡Oh!, Santo Tomás, Apóstol, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo y apóstol, que entregasteis
vuestra alma martirizado en la India, después de estar
evangelizando en Persia. A vos, se os recuerda por tres
veces en el evangelio: La primera, cuando Jesús se dirige
por última vez a Jerusalén, para ser atormentado y luego
morir. Entonces vos, intervenís, según refiere San Juan:
“Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también
nosotros y muramos con Él”. Demostrando con ello, vuestro
admirable valor. Alguien dijo, que vos, no solo demostrasteis
“una fe esperanzada, sino una desesperación leal”. O sea
que vos, estabais seguro de una cosa, que, sucediera lo
que sucediera, por grave y terrible que fuera, no queríais
abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor.
Y eso fue lo que vos, hicisteis aquél día. La segunda,
en la Última Cena, cuando Jesús les dijo a los apóstoles:
“A donde Yo voy, ya sabéis el camino”. Y, vos, muy triste
le respondisteis: “Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo
podemos saber el camino?” Y, vos, muy sincero como erais,
le dijisteis a Él, vuestras dudas y vuestra incapacidad
para entender aquello que les estaba diciendo. Y, Jesús
os dijo: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va
al Padre sino por mí”. “Yo voy para allá, síganme, que yo
soy el Camino para llegar con toda seguridad”. Y, la vez
tercera: Dice San Juan “En la primera aparición de Jesús
resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los
discípulos le dijeron: “Hemos visto al Señor”. Y, vos les
contestasteis: “si no veo en sus manos los agujeros de los
clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y
no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré”. Y,
ocho días después estaban los discípulos reunidos y vos,
con ellos. Se presentó Jesús y os dijo: “Acerca tu dedo:
aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida
de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Y, vos,
contestasteis: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús os dijo: “Has
creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver”.
Luego de ello, os fuisteis a propagar el evangelio, hasta
morir martirizado por proclamar vuestra fe, en Jesucristo
resucitado. Y, así, creyendo en el Dios de la Vida, voló
vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona de luz
como un justo premio a vuestra entrega increíble de amor;
¡Oh!, Santo Tomás: “vivo amor y fe: ¡Señor Mío y Dios Mío!”.



© 2017 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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03 de Julio
Santo Tomás Apóstol
Siglo I

“Señor: Auméntanos la Fe”



Tomás significa “gemelo”


La tradición antigua dice que Santo Tomás Apóstol fue martirizado en la India el 3 de julio del año 72. Parece que en los últimos años de su vida estuvo evangelizando en Persia y en la India, y que allí sufrió el martirio. De este apóstol narra el santo evangelio tres episodios.

El primero sucede cuando Jesús se dirige por última vez a Jerusalem, donde según lo anunciado, será atormentado y lo matarán. En este momento los discípulos sienten un impresionante temor acerca de los graves sucesos que pueden suceder y dicen a Jesús: “Los judíos quieren matarte y ¿vuelves allá?. Y es entonces cuando interviene Tomás, llamado Dídimo (en este tiempo muchas personas de Israel tenían dos nombres: uno en hebreo y otro en griego. Así por ej. Pedro en griego y Cefás en hebreo). Tomás, es nombre hebreo. En griego se dice “Dídimo”, que significa lo mismo: el gemelo. Cuenta San Juan (Jn. 11,16) “Tomás, llamado Dídimo, dijo a los demás: Vayamos también nosotros y muramos con Él”. Aquí el apóstol demuestra su admirable valor.

Un escritor llegó a decir que en esto Tomás no demostró solamente “una fe esperanzada, sino una desesperación leal”. O sea: él estaba seguro de una cosa: sucediera lo que sucediera, por grave y terrible que fuera, no quería abandonar a Jesús. El valor no significa no tener temor. Si no experimentáramos miedo y temor, resultaría muy fácil hacer cualquier heroísmo. El verdadero valor se demuestra cuando se está seguro de que puede suceder lo peor, sentirse lleno de temores y terrores y sin embargo arriesgarse a hacer lo que se tiene que hacer. Y eso fue lo que hizo Tomás aquel día. Nadie tiene porque sentirse avergonzado de tener miedo y pavor, pero lo que sí nos debe avergonzar totalmente es el que a causa del temor dejemos de hacer lo que la conciencia nos dice que sí debemos hacer, Santo Tomás nos sirva de ejemplo.

La segunda intervención: sucedió en la Última Cena. Jesús les dijo a los apóstoles: “A donde Yo voy, ya sabéis el camino”. Y Tomás le respondió: “Señor: no sabemos a donde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” (Jn. 14, 15). Los apóstoles no lograban entender el camino por el cual debía transitar Jesús, porque ese camino era el de la Cruz. En ese momento ellos eran incapaces de comprender esto tan doloroso. Y entre los apóstoles había uno que jamás podía decir que entendía algo que no lograba comprender. Ese hombre era Tomás. Era demasiado sincero, y tomaba las cosas muy en serio, para decir externamente aquello que su interior no aceptaba. Tenía que estar seguro. De manera que le expresó a Jesús sus dudas y su incapacidad para entender aquello que Él les estaba diciendo. Admirable respuesta. Y lo maravilloso es que la pregunta de un hombre que dudaba obtuvo una de las respuestas más formidables del Hijo de Dios. Uno de las más importantes afirmaciones que hizo Jesús en toda su vida. Nadie en la religión debe avergonzarse de preguntar y buscar respuestas acerca de aquello que no entiende, porque hay una verdad sorprendente y bendita: todo el que busca encuentra.

Le dijo Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por mí” Ciertos santos como por ejemplo el Padre Alberione, Fundador de los Padres Paulinos, eligieron esta frase para meditarla todos los días de su vida. Porque es demasiado importante como para que se nos pueda olvidar. Esta hermosa frase nos admira y nos emociona a nosotros, pero mucho más debió impresionar a los que la escucharon por primera vez.

En esta respuesta Jesús habla de tres cosas supremamente importantes para todo israelita: el Camino, la Verdad y la Vida. Para ellos el encontrar el verdadero camino para llegar a la santidad, y lograr tener la verdad y conseguir la vida verdadera, eran cosas extraordinariamente importantes. En sus viajes por el desierto sabían muy bien que si equivocaban el camino estaban irremediablemente perdidos, pero que si lograban viajar por el camino seguro, llegarían a su destino. Pero Jesús no sólo anuncia que les mostrará a sus discípulos cuál es el camino a seguir, sino que declara que Él mismo es el Camino, la Verdad y la Vida.

Notable diferencia: Si le preguntamos al alguien que sabe muy bien: ¿Dónde queda el hospital principal? Puede decirnos: siga 200 metros hacia el norte y 300 hacia occidente y luego suba 15 metros… Quizás logremos llegar. Quizás no. Pero si en vez de darnos eso respuesta nos dice: “Sígame, que yo voy para allá”, entonces sí que vamos a llegar con toda seguridad. Es lo que hizo Jesús: No sólo nos dijo cual era el camino para llegar a la Vida Eterna Feliz, sino que afirma solemnemente: “Yo voy para allá, síganme, que yo soy el Camino para llegar con toda seguridad”. Y añade: Nadie viene al Padre sino por Mí: “O sea: que para no equivocarnos, lo mejor será siempre ser amigos de Jesús y seguir sus santos ejemplos y obedecer sus mandatos. Ese será nuestro camino, y la Verdad nos conseguirá la Vida Eterna”.

El hecho más famoso de Tomás

Los creyentes recordamos siempre al apóstol Santo Tomás por su famosa duda acerca de Jesús resucitado y su admirable profesión de fe cuando vio a Cristo glorioso. Dice San Juan (Jn. 20, 24) “En la primera aparición de Jesús resucitado a sus apóstoles no estaba con ellos Tomás. Los discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. El les contestó: “si no veo en sus manos los agujeros de los clavos, y si no meto mis dedos en los agujeros sus clavos, y no meto mi mano en la herida de su constado, no creeré”. Ocho días después estaban los discípulos reunidos y Tomás con ellos. Se presento Jesús y dijo a Tomás: “Acerca tu dedo: aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en la herida de mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. Tomás le contestó: “Señor mío y Dios mío”. Jesús le dijo: “Has creído porque me has visto. Dichosos los que creen sin ver”.

Parece que Tomás era pesimista por naturaleza. No le cabía la menor duda de que amaba a Jesús y se sentía muy apesadumbrado por su pasión y muerte. Quizás porque quería sufrir a solas la inmensa pena que experimentaba por la muerte de su amigo, se había retirado por un poco de tiempo del grupo. De manera que cuando Jesús se apareció la primera vez, Tomás no estaba con los demás apóstoles. Y cuando los otros le contaron que el Señor había resucitado, aquella noticia le pareció demasiado hermosa para que fuera cierta.

Tomás cometió un error al apartarse del grupo. Nadie está pero informado que el que está ausente. Separarse del grupo de los creyentes es exponerse a graves fallas y dudas de fe. Pero él tenía una gran cualidad: se negaba a creer sin más ni más, sin estar convencido, y a decir que sí creía, lo que en realidad no creía. El no apagaba las dudas diciendo que no quería tratar de ese tema. No, nunca iba a recitar el credo como un loro. No era de esos que repiten maquinalmente lo que jamás han pensado y en lo que no creen. Quería estar seguro de su fe.

Y Tomás tenía otra virtud: que cuando se convencía de sus creencias las seguía hasta el final, con todas sus consecuencias. Por eso hizo es bellísima profesión de fe “Señor mío y Dios mío”, y por eso se fue después a propagar el evangelio, hasta morir martirizado por proclamar su fe en Jesucristo resucitado. Preciosas dudas de Tomás que obtuvieron de Jesús aquella bella noticia: “Dichosos serán los que crean sin ver”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Tomás_apóstol_7_3.htm)