06 junio, 2018

San Marcelino Champagnat

 
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¡Oh!, San Marcelino Champagnat, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, su amado santo, consagrado a Nuestra Señora.
Nunca asististeis a escuela alguna y erais de pronto, experto
albañil y hábil negociante. Por compañero tuvisteis al “Santo
Cura de Ars”, San Juan María Vianey; con el cual os entendíais
de maravillas, mil. Os dedicasteis con toda vuestra alma, a
acabar con el libertinaje de la juventud y decidisteis instruirlos
en la religión y la catequesis, tarea que hacíais con dulce
entrega y grande amor. Vuestro sacerdocio a Nuestra Señora
lo consagrasteis, y fundasteis la congregación de los “Hermanos
Maristas”, cuya norma es: “caridad con todos”. El humillante
trato suprimisteis para con los alumnos y disteis especial
importancia al canto, para eficaz hacer la enseñanza. La escuela
activa os recuerda como su promotor, permitiendo a los alumnos
su participación en clase. También cada religioso, debía dedicar
una hora diaria para prepararse en la catequesis y la pedagogía.
Siempre repetíais a cada nada: “Todo en honor de Jesús,
pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia
Jesús”. “Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra
Señora, la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar
dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos
su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más
fácilmente hacia Jesucristo”. Y, vuestra estatura, nunca
fue más grande que vuestra virtud, por vuestro amor y alegría
desbrozadas en cada acto, por pequeño que fuese a lo largo
de vuestra santa vida. Y, así, luego de haber entregado con
pasión vuestra vida y amor por los jóvenes, vuestra alma, voló
al cielo para, coronada ser, con corona de luz y eternidad
como justo premio a vuestra increíble y grande entrega de amor;
¡oh!, San Marcelino; “vivo y amoroso pedagogo del Dios vivo”.


 © 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de junio
San Marcelino Champagnat
Fundador
Año 1840


Nació en 1789 cerca de Lyon, Francia. Su padre que llegó a ser alcalde del pueblo, por defender y favorecer la religión tuvo que sufrir mucho durante la revolución francesa. La mamá era sumamente devota de la Virgen Santísima y le infundió una gran devoción mariana a Marcelino, desde muy pequeño, y le consagró su hijo a la Madre de Dios. Una tía muy piadosa le leía Vidas de Santos, y estas lecturas lo fueron entusiasmando por la vida de apostolado. La lectura de las Vidas de Santos entusiasma mucho por la virtud.

Creció sin asistir a la escuela, pero las lecturas caseras lo fueron formando en un fuerte amor por la religión. Desde muy niño demostró mucha capacidad para aprender la albañilería, y la practicó en su niñez, y después este oficio le va a ser muy útil en sus fundaciones. También era ágil para el negocio. Compraba corderitos, los engordaba, y luego los vendía y así fue haciendo sus ahorros, con los cuales más tarde ayudará a costearse sus estudios.

Terminada la revolución francesa, el Cardenal Fresh (tío de Napoleón) se propuso conseguir vocaciones para el sacerdocio y fundó varios seminarios. Cerca del pueblo de Marcelino abrieron un seminario mayor y un sacerdote visitador llegó a la casa de los Champagnat a visitar a alguno de los jóvenes a ingresar en el nuevo seminario. A Marcelino le entusiasmó la idea, pero su padre y su tío decían que él no servía para los estudios sino para los oficios manuales. Sin embargo el joven insistió y le permitieron entrar en el seminario.

Como lo habían anunciado el papá y el tío, los estudios le resultaron sumamente difíciles y estuvo a punto de ser echado del seminario por sus bajas notas en los exámenes. Pero su buena conducta y el hacerse repetir las clases por unos buenos amigos, le permitieron poder seguir estudiando para el sacerdocio. En el seminario tenía otro compañero que, como él, tenía menos memoria y menos aptitud para los estudios que los demás, pero los dos sobresalían en piedad y en buena conducta y esto les iba a ser inmensamente útil en la vida. El compañero se llamaba Juan María Vianey, que después fue el Santo Cura de Ars, famoso en todo el mundo.

Poco antes de recibir la ordenación sacerdotal, él y otros 12 compañeros hicieron el propósito de fundar una Comunidad religiosa que propagara la devoción a la Sma. Virgen y fueron en peregrinación a un santuario mariano a encomendar esta gracia. Marcelino logrará cumplir este buen deseo de sus compañeros.

En 1816 fue ordenado sacerdote y lo nombraron como coadjutor o vicario de un sacerdote anciano en un pueblecito donde los hombres pasaban sus ratos libres en las cantinas tomando licor, y la juventud en bailaderos nada santos, y la ignorancia religiosa era sumamente grande.

Marcelino se dedicó con toda su alma a tratar de acabar con las borracheras y los bailaderos y a procurar instruir a sus fieles lo mejor posible en la religión. Como tenía una especial cualidad para atraer a la juventud, pronto se vio rodeado de muchos jóvenes que deseaban ser instruidos en la religión. Y hasta tal punto les gustaba su clase de catequesis, que antes de que abrieran la iglesia a las seis de la mañana, ya estaban allí esperando en la puerta para entrar a escucharle.

Marcelino era todavía muy joven, apenas tenía 27 años, y ya resultó fundando una nueva comunidad. Era de elevada estatura, robusto, de carácter enérgico y amable a la vez. Alto en su aspecto físico y gigante en la virtud. Le había consagrado su sacerdocio a la Virgen María, y en una de sus visitas al Santuario Mariano de la Fourviere, recibió la inspiración de dedicarse a fundar una congregación religiosa dedicada a enseñar catecismo a los niños y a propagar la devoción a Nuestra Señora.

Eso sucedió en 1816, y una placa allá en dicho santuario recuerda este importante acontecimiento. Lo que movió inmediatamente a Marcelino a fundar la Comunidad de Hermanos Maristas fue el que al visitar a un joven enfermo se dio cuenta de que aquel pobre muchacho ignoraba totalmente la religión. Se puso a pensar que en ese mismo estado debían estar miles y miles de jóvenes, por falta de maestros que les enseñaran el catecismo. Lo preparó a bien morir, y se propuso buscar compañeros que le ayudaran a instruir cristianamente a la juventud.

El 2 de enero de 1817 empezó la nueva comunidad de Hermanos Maristas en una casita que era una verdadera Cueva de Belén por su pobreza. Sus jóvenes compañeros se dedicaban a estudiar religión y a cultivar un campo para conseguir su subsistencia. El santo los formaba rígidamente en pobreza, castidad y obediencia, para que luego fueran verdaderamente apóstoles. Pronto empezaron a llegar peticiones de maestros de religión para parroquias y más parroquias.

Marcelino enviaba a los que ya tenía mejor preparados, y la casa se le volvía a llenar de aspirantes. Siempre tenía más peticiones de parroquias para enviarles hermanos catequistas, que jóvenes ya preparados para ser enviados. Y como su casa se llenó hasta el extremo, él mismo se dedicó ayudado por sus novicios, y aprovechando sus conocimientos de albañilería, a ensanchar el edificio.

Ante todo, las labores de sus religiosos estaban todas dirigidas a hacer conocer y amar más a Dios y a nuestra religión. El método empleado era el de la más exquisita caridad con todos. Marcelino no podía olvidar cómo una vez un profesor puso en público un sobrenombre humillante a un alumno y entonces los compañeros de ese pobre muchacho empezaron a humillarlo hasta desesperarlo. Por eso prohibió rotundamente todo trato humillante para con los alumnos. Quitó los castigos físicos y deprimentes. Le dio mucha importancia al canto como medio de hacer más alegre y más eficaz la catequesis. Fue precursor de la escuela activa, en la cual los alumnos participan positivamente en las clases. Cada religioso debía dedicar una hora por día a prepararse en catequesis, y en pedagogía para saber enseñar lo mejor posible.

La quinta esencia de la pedagogía de San Marcelino era su gran devoción a la Virgen Santísima. Repetía a sus religiosos: “Todo en honor de Jesús, pero por medio de María. Todo por María, para llevar hacia Jesús”. Y les decía: “Nuestra Comunidad pertenece por completo a Nuestra Señora la Madre de Dios. Nuestras actividades deben estar dirigidas a hacerla amar, estimar y glorificar. Inculquemos su devoción a nuestros jóvenes, y así los llevaremos más fácilmente hacia Jesucristo”.

Marcelino murió muy joven, apenas de 51 años el 6 de junio de 1840. Los últimos años había sufrido de una gastritis aguda, y un cáncer al estómago le ocasionó la muerte. Al morir dejaba 40 casas de Hermanos Maristas. Ahora sus religiosos son más de 6,000 en 870 casas, en muy diversos países. Marcelino Champagnat fue proclamado santo por el Papa Juan Pablo II el 18 de abril de 1999.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelino_Champagnat_6_7.htm)

05 junio, 2018

San Bonifacio, Apóstol de Alemania

 
 Hoy celebramos a San Bonifacio, mártir y patrono de Alemania
 
¡Oh!, San Bonifacio, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, siendo vuestro nombre Winfrido, y
ordenado sacerdote con dos compañeros más. Más
tarde regresasteis a vuestro monasterio y luego viajasteis
a Roma para solicitar del papa Gregorio II la autorización
de misionar en el continente. Él, os escuchó complacido y,
en el momento de otorgaros la bendición os dijo: “Soldado
de Cristo, te llamarás Bonifacio”, que significa “bienhechor”.
Convertisteis en Frislandia y Hesse a cientos de bárbaros
de manera milagrosa. En Amoneburg, a orillas del río Olm,
fundasteis el primer monasterio, y de regreso a Roma,
el Papa, os ordenó Obispo. En Hesse, fundasteis el convento
de Fritzlar, y el monasterio de Ordruf. Presidisteis el concilio
donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío
de Carlomagno, quien os apoyó en vuestra empresa. El Papa
en Roma, os elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia,
para proseguir vuestra misión evangelizadora y os unieron a
vos, varios hermanos evangelizadores. Os apoyaron también
mujeres inglesas, para contribuir a la conversión de Alemania,
como santa Tecla, santa Walburga y una prima vuestra,
santa Lioba. Vos, proseguisteis fundando monasterios y
celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia.
Cuando teníais ochenta años, y con cincuenta y dos
 compañeros marchasteis a Holanda, porque los convertidos
habían apostatado y al desembarcar cerca de Dochum, miles
 de habitantes que os esperaban fueron bautizados y el día
 de pentecostés recibieron el sacramento de la confirmación.
Un día, vos, os encontrabais leyendo, cuando escuchasteis
el rumor de gente que se acercaba. Salisteis de vuestra tienda
creyendo que serían los recién convertidos, pero, visteis una
turba decidida a mataros, siendo atacados con lanzas y espadas.
“Dios salvará nuestras almas”, gritasteis vos. Uno de los
atacantes se arrojó sobre vos, y vos, levantasteis la Biblia
para protegeros. La espada partió el Santo Libro y también
vuestra cabeza, volando al cielo vuestra alma, para coronada
ser con corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor.
Santo Apóstol y Patriarca amado de los católicos alemanes;
¡Oh! San Bonifacio, “vivo Apóstol y Patriarca del Dios Vivo”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Junio
San Bonifacio
Apóstol de Alemania


Bonifacio nació hacia el año 680, en el territorio de Wessex (Inglaterra). Su verdadero nombre era Winfrido. Ordenado sacerdote, en el año 716 con dos compañeros se encaminó a Turingia; pero aún no era la hora de su apostolado. Regresó a su monasterio y en el año 718 viajó a Roma para solicitar del papa Gregorio II autorización de misionar en el continente. El Sumo Pontífice lo escuchó complacido y, en el momento de otorgarle la bendición, le dijo: “Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio”. Este nombre significa “bienhechor”.

En 719 se dirigió a Frislandia. Allí estuvo tres años; luego se marchó a Hesse, convirtiendo a gran número de bárbaros. En Amoneburg, a orillas del río Olm, fundó el primer monasterio. Regresó a Roma, donde el papa lo ordenó obispo.

Poco después, en el territorio de Hesse, fundaba el convento de Fritzlar. En el año 725 volvió a dirigirse a Turingia y, continuando su obra misionera, fundó el monasterio de Ordruf. Presidió un concilio donde se encontraba Carlomán, hijo de Carlos Martel y tío de Carlomagno, quien lo apoyó en su empresa. En el año 737, otra vez en Roma, el papa lo elevó a la dignidad de arzobispo de Maguncia. Prosiguió su misión evangelizadora y se unieron a él gran cantidad de colaboradores.

También llegaron desde Inglaterra mujeres para contribuir a la conversión del país alemán, emparentado racialmente con el suyo. Entre éstas se destacaron santa Tecla, santa Walburga y una prima de Bonifacio, santa Lioba. Este es el origen de los conventos de mujeres. Prosiguió fundando monasterios y celebrando sínodos, tanto en Alemania como en Francia, a consecuencia de lo cual ambas quedaron íntimamente unidas a Roma.

El anciano predicador había llegado a los ochenta años. Deseaba regresar a Frisia (la actual Holanda). Tenía noticias de que los convertidos habían apostatado. Cincuenta y dos compañeros fueron con él. Atravesaron muchos canales, hasta penetrar en el corazón del territorio. Al desembarcar cerca de Dochum, miles de habitantes de Frisia fueron bautizados. El día de pentecostés debían recibir el sacramento de la confirmación.

Bonifacio se encontraba leyendo, cuando escuchó el rumor de gente que se acercaba. Salió de su tienda creyendo que serían los recién convertidos, pero lo que vio fue una turba armada con evidente determinación de matarlo.

Los misioneros fueron atacados con lanzas y espadas. “Dios salvará nuestras almas”, grito Bonifacio. Uno de los malhechores se arrojó sobre el anciano arzobispo, quien levantó maquinalmente el libro del evangelio que llevaba en la mano, para protegerse. La espada partió el libro y la cabeza del misionero. Era el 5 de junio del año 754.

El sepulcro de san Bonifacio se halla en Fulda, en el monasterio que él fundó. Se lo representa con un hacha y una encina derribada a sus pies, en recuerdo del árbol que los gentiles adoraban como sagrado y que Bonifacio abatió en Hesse. Es el apóstol de Alemania y el patriarca de los católicos de ese país.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy:

Sancho, Florencio, Julián, Ciriaco, Marcelino, Nicanor, Faustino, Apolonio, Marciano, Zenaida, Ciria, Valeria, Marcia, Doroteo, Claudio, Adalaro, Lupercio, mártires; Eutiquio, obispo; Doroteo, presbítero; Félix, monje; beato Fernando de Portugal.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints)

04 junio, 2018

San Quirino de Tivoli

 
 
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¡Oh!, San Quirino, vos, sois el hijo del Dios de la Vida y
su amado santo. Fuisteis vos, el que, primero, el martirio
recibisteis de los demás “quirinos”, así, llamados como vos.
Diocleciano, cruel emperador, ordenó que todos vieran,
que sacrificios hicierais a sus paganos dioses y, vos, con
valor os negasteis a esta infeliz propuesta y, así, feliz
a las mazmorras os fuisteis. Y, allí, ni los barrotes, os
impidieron que dejaseis de predicar sobre Cristo Jesús.
  Y, de  pronto, el milagro se produjo: Marcelo, el guardián
  de la prisión la Cruz de Cristo, abrazó. Y, el enemigo
enterado, continuó para haceros cambiar de actitud,
pero vos, más firme que nunca, rechazasteis aquella
infeliz propuesta y os mantuvisteis, a vuestra fe, fiel.
Y, así, vencisteis, tanto que, el idólatra Diocleciano,
de rabia lleno, y viendo vuestra valentía, ordenó que os
arrojaran al río, atándoos una piedra al cuello, mientras
que vos, orabais al Dios de la vida a voz viva. Más tarde,
recogieron vuestro cuerpo los cristianos y os dieron
sepultura digna. En el siglo quinto, os llevaron a Roma
para colocaros en un mausoleo. ¡Sí, en verdad os quitaron
la vida, pero, al hacerlo, os dieron vida eterna a vuestra
alma!, que luce hoy, con corona de luz eterna como premio a
vuestra increíble entrega de amor y fe. ¡Aleluya!¡Aleluya!
¡oh!, San Quirino de Tivoli, “mártir de la fe y la luz”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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4 de Junio
San Quirino de Tivoli
Mártir


Etimológicamente significa “del dios Qurinal”. Viene de la lengua latina.

Fue uno de los cinco mártires con este nombre en los primeros siglos. Todos sabemos ya los duros golpes que les infligían a los cristianos por el sólo hecho de confesarse como tales. Los emperadores pensaban que era una afrenta contra el imperio y sus muchos dioses protectores.

El Quirino de hoy fue el primero que recibió el martirio. Su cuerpo lo enterraron en las catacumbas de san Ponciano, una vez que lo sacaron del río Tíber, en donde lo habían arrojado.

Pero según César Baronio, está en la iglesia de san Lorenzo de Tivoli. Pero hay otro santo con el mismo nombre que se celebra también en este día. Este homonimo fue obispo en Siscia (Croacia).
Siguiendo con la historia de Quirino de Tivoli, cuando Diocleciano hacía de las suyas contra los creyentes. Lo mandó prender para que, delante de todo el mundo, hiciera sacrificios a los dioses, tal y como prescribía el edicto imperial; con la fuerza interior que Dios da a sus amigos, rechazó tal oferta. Entonces lo metieron en la cárcel. Incluso en ella no dejaba de predicar y enseñar la vida de Jesús. De este modo, pudo convertir al guardián Marcelo.

Al cabo de los tres días, otro juez le hizo recapacitar en su decisión. Y se mantuvo fiel en su fe.
Cansado y al mismo tiempo admirado de su valentía, dictaminó que lo echaran al río Sava con una piedra atada al cuello.

Los cristianos recogieron su cuerpo y le dieron sepultura. Ya en el siglo V se lo llevaron a Roma y lo colocaron en un mausoleo, detrás de la basílica de san Sebastián en la Via Apia.

Su nombre se hizo muy popular entre los romanos para designar a los Sabinos y los Quirites

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=10370)

03 junio, 2018

Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo



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Día litúrgico: Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (B) (Segundo domingo después de Pentecostés)
  Ver 1ª Lectura y Salmo

Texto del Evangelio (Mc 14,12-16.22-26): El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?». Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros». Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.

Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el Reino de Dios».
Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
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«Éste es mi cuerpo. Ésta es mi sangre»
Mons. Josep Àngel SAIZ i Meneses Obispo de Terrassa (Barcelona, España)

Hoy, celebramos solemnemente la presencia eucarística de Cristo entre nosotros, el “don por excelencia”: «Éste es mi cuerpo (…). Ésta es mi sangre» (Mc 14,22.24). Dispongámonos a suscitar en nuestra alma el “asombro eucarístico” (San Juan Pablo II).

El pueblo judío en su cena pascual conmemoraba la historia de la salvación, las maravillas de Dios para con su pueblo, especialmente la liberación de la esclavitud de Egipto. En esta conmemoración, cada familia comía el cordero pascual. Jesucristo se convierte en el nuevo y definitivo cordero pascual sacrificado en la cruz y comido en Pan Eucarístico.

La Eucaristía es sacrificio: es el sacrificio del cuerpo inmolado de Cristo y de su sangre derramada por todos nosotros. En la Última Cena esto se anticipó. A lo largo de la historia se irá actualizando en cada Eucaristía. En Ella tenemos el alimento: es el nuevo alimento que da vida y fuerza al cristiano mientras camina hacia el Padre.

La Eucaristía es presencia de Cristo entre nosotros. Cristo resucitado y glorioso permanece entre nosotros de una manera misteriosa, pero real en la Eucaristía. Esta presencia implica una actitud de adoración por nuestra parte y una actitud de comunión personal con Él. La presencia eucarística nos garantiza que Él permanece entre nosotros y opera la obra de la salvación.

La Eucaristía es misterio de fe. Es el centro y la clave de la vida de la Iglesia. Es la fuente y raíz de la existencia cristiana. Sin vivencia eucarística la fe cristiana se reduciría a una filosofía.

Jesús nos da el mandamiento del amor de caridad en la institución de la Eucaristía. No se trata de la última recomendación del amigo que marcha lejos o del padre que ve cercana la muerte. Es la afirmación del dinamismo que Él pone en nosotros. Por el Bautismo comenzamos una vida nueva, que es alimentada por la Eucaristía. El dinamismo de esta vida lleva a amar a los otros, y es un dinamismo en crecimiento hasta dar la vida: en esto notarán que somos cristianos.

Cristo nos ama porque recibe la vida del Padre. Nosotros amaremos recibiendo del Padre la vida, especialmente a través del alimento eucarístico.

(http://evangeli.net/evangelio/dia/2018-06-03)

02 junio, 2018

Santos Marcelino y Pedro

 
 
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¡Oh!, Santos Marcelino y Pedro, vosotros, sois los hijos
Dios de la vida y sus amados santos. Vos, Marcelino, erais
un sacerdote, y vos, Pedro, un fervoroso cristiano que
teníais el poder especial de demonios expulsar. En aquél
tiempo, os llevaron a prisión por los enemigos de Cristo,
pero, en la cárcel os dedicasteis a predicar valerosamente
tanto que, lograsteis al carcelero, a su mujer, a sus hijos
y a varios prisioneros convertir. Y, claro, enterados de ésta
humillación, vuestros impíos captores la pena de muerte
decretaron sobre vosotros y, os llevaron a un bosque
llamado “la selva negra”, y allá os asesinaron, cortándoos
la cabeza para luego sepultaros en el más profundo secreto
para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero,
cosas de Dios, el verdugo, al ver lo santamente que habían
muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban
sepultados y los cristianos fueron y sacaron vuestros restos
  para daros cristiana y honrosa sepultura. Enterado, Constantino
emperador, una basílica construyó, sobre vuestras tumbas
y quiso él, que en ese sitio fuera sepultada su santa madre,
Santa Elena. Y, como suele suceder, por obra de Dios, ante
vuestros restos numerosos milagros se obraron. Tantos,
que, las gentes a coro repetían: “Santos Marcelino y Pedro
poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”. Y,
escuchaban ellos, y por obra de Dios, sus clamores realidad
se hacían. Y, así, con fe y valor vosotros entregasteis vuestras
vidas, y volaron vuestras almas, para coronadas ser con
coronas de luz y eternidad, como justo premio a vuestras
entregas increíbles de amor, fe y valor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡Oh!, Santos Marcelino y Pedro, “vivos verbos del Dios Trino”.


© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Junio
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304



El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.

A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado “la selva negra”, y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.

Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Marcelino_6_2.htm)

01 junio, 2018

San Justino, Mártir

 
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¡Oh! San Justino, vos, sois el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo que, siendo laico, el primer apologista
fuisteis que, con vuestra pluma defendisteis las verdades
del cristianismo. Un anciano os dijo: “Si deseáis saber
mucho acerca de Dios, os recomiendo estudiar la religión
cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente
y de manera que, el alma queda plenamente satisfecha,
además, leed la Sagrada Biblia”. Y, vos, así lo hicisteis y
  encontrasteis lo que vuestra alma tantas veces andaba
buscando. Y,  fruto de aquella lectura, surgió “Apologías”
  que ensalzaba al único Dios Trino. Países, pueblos y
ciudades recorristeis, y, si en vuestro camino, se os cruzaban
paganos, herejes y judíos, con todos ellos discutíais y los
convencíais, y, dentro de ellos a Crescencio “el cínico”.
En vuestra  vívida defensa del cristianismo, vos,
les preguntabais a los gobernantes de aquél tiempo: ¿Por
qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos?
Y, escribisteis: ¡No lo son! ¡Creen en el Dios verdadero!
¿Porque son inmorales? Y, escribisteis: ¡No! Los cristianos
observan mejor comportamiento que los de otras religiones.
¿Porque son un peligro para el gobierno? Y Vos, escribisteis
¡Nada de eso! Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos
del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y vos,
describís cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y
  de esa manera demostrasteis que el ceremonial cristiano
es de los más santos que existen. Y, a aquellos impíos no les quedó
más camino que entregaros al alcalde de Roma, quien pudo
oíros, y luego de largo diálogo, de vuestros propios labios,
surgió vuestra fulminante respuesta: “Nada más honroso
para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos,
que, ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor
que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo”. Y, vos, con cinco
valerosos hombres y una mujer virtuosa, fuisteis azotados vil
y cruelmente, para luego cortaros la cabeza. Y, así, plena
de gozo vuestra alma, voló al cielo, conjuntamente con
la de vuestros compañeros para, coronada ser, con justicia
con corona de luz y eternidad, como justo premio a vuestra
entrega increíble de amor. ¡Aleluya! ¡Aleluya!¡Aleluya!
“Santísimo Patrono de los Filósofos del orbe de la tierra”;
¡oh!, San Justino, “viva apología del Dios Vivo y del amor”.




© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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1 de Junio
San Justino Mártir
Año 165


No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y Justino escribió varias apologías o defensas del cristianismo. Sus escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.

El mismo Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de Siquem, capital de Samaria (ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura e historia.

Durante algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la corriente llamada “estoicismo”, pero luego dejó esa religión porque se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.

Un día que paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un venerable anciano, el cual le dijo: – Si quiere saber mucho acerca de Dios, le recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha. El anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.

Justino se dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su existencia.

El santo cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo conmovía profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires preferían los más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo hacia pensar: “Estos no deben ser criminales porque mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El”.

Los paganos conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que defendieran nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “Tener sabiduría y guardársela para uno mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad”. Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar sus “Apologías” en favor de la religión de Jesucristo.

Ataviado con las vestimentas características de los filósofos, Justino recorrió varios países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es la religión verdadera y la mejor de todas las religiones.

En Roma tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico llamado Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos (que no respetan las leyes morales) son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente como seguidor de Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos porque Justino había dirigido sus “Apologías” al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían que respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.

En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que existen.

Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:

Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?

– Justino. Durante mis primeros treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor religión.

Alcalde. – Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. – Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en ninguna otra religión.

Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?

Justino. – La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. – ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?

Justino. – Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de Cristo.

Alcalde. – Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?

Justino. – No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.

Alcalde. – Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.

Justino. – Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Los otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino acababa de decir.

Justino y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego les cortaron la cabeza.

Y el antiquísimo documento termina con estas palabras: “Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen”.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Justino_6_1.htm)

30 mayo, 2018

San Fernando III, rey de Castilla y de León

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 ¡Oh!, San Fernando III, rey de Castilla y de León
vos, sois el hijo del Dios de la vida, y su amado
santo, y nadie como vos, que dejando de lado alcurnia
de oro, rendido cayese, a los pies de Aquél que todo
lo ve,  y, del cielo implorase favores divinos, ninguno
negado y todos concedidos en vuestro reinado. De
Cristo Caballero, y de Nuestra Señora, fiel y humilde
siervo, jamás conocisteis el vicio ni el ocio, y mas
bien os mostrasteis siempre, “en la paz bravo”. ¡Vos,
sois, la muestra del amor, la humildad y la fe
maravillosa! Vos solías decir: “Más temo las maldiciones
de una viejecita pobre de mi reino que a todos los
moros del África”. Antes de partir a la casa del Padre,
abandonasteis vuestro lecho y, postrándoos en tierra,
sobre un montón de cenizas, recibisteis los últimos
sacramentos. A continuación, llamasteis a la reina y
a vuestros hijos, y os despedisteis de ellos amorosamente,
no sin antes de darles sabios consejos. Luego, volviéndoos
se a los que se hallaban presentes, os pedisteis que os
  perdonasen por alguna ofensa recibida. Y, así, y alzando
hacia el cielo una vela encendida, la reverenciasteis
como símbolo del Espíritu Santo, pidiendo a los clérigos
que cantasen el “Te Deum”. Y, así, marchó vuestra alma
al cielo, para coronada ser con corona de luz, como justo
premio a vuestra entrega de amor y fe. Por ello, os
rogamos, para que los poderosos de esta tierra, a imitánción
vuestra, se rindan ante Vos, Eterno Padre, porque Sois
Vos; el origen de toda autoridad que en este mundo mora,
porque Vuestros, son el Reino, el Poder y la Gloria;
por los siglos de los siglos. Patrono de España, protector
de cautivos, devalidos y gobernantes. ¡Aleluya! ¡Aleluya!
¡oh!, San Fernando, “viva imitación del Dios de la Vida”.

© 2018 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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30 de mayo
San Fernando III
Rey de Castilla y de León

Su nombre significa “bravo en la paz”.


Santo seglar, que “no conoció el vicio ni el ocio”, Fernando III -el más grande de los reyes de Castilla, dice Menéndez y Pelayo- nació en 1198; fue hijo de don Alfonso IX, rey de León, y primo de san Luis IX, rey de Francia. Guerreó con los moros, que ocupaban gran parte de España, unió las coronas de Castilla y de León, y conquistó los reinos de Úbeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla.

En sus dilatadas campañas, triunfó siempre en todas las batallas. No buscó su propia gloria ni el acrecentamiento de sus dominios. Para él el reino verdadero era el reino de Dios. Pedía a diario el aumento de la fe católica y elevaba sus plegarias a la Virgen, de quien se llamaba siervo. Caballero de Cristo, Jesús le había otorgado la gracia de los éxtasis y las apariciones divinas. Amaba a sus vasallos y procuraba no agravar los tributos, a pesar de las exigencias de la guerra. A este respecto era conocido su dicho: “Más temo las maldiciones de una viejecita pobre de mi reino que a todos los moros del África”. Llevaba siempre consigo una imagen de nuestra Señora, a la que entronizó en Sevilla y en múltiples lugares de Andalucía, a fin de que ésta fuera llamada tierra de María Santísima.

La muerte del rey san Fernando constituye un ejemplo de fe y humildad. Abandonó el lecho y, postrándose en tierra, sobre un montón de cenizas, recibió los últimos sacramentos. Llamó a la reina y a sus hijos, y se despidió de ellos después de haberles dado sabios consejos.

Volviéndose a los que se hallaban presentes, les pidió que lo perdonasen por alguna involuntaria ofensa. Y, alzando hacia el cielo la vela encendida que sostenía en las manos, la reverenció como símbolo del Espíritu Santo. Pidió luego a los clérigos que cantasen el Te Deum, y así murió, el 30 de mayo de 1252. Había reinado treinta y cinco años en Castilla y veinte en León, siendo afortunado en la guerra, moderado en la paz, piadoso con Dios y liberal con los hombres, como afirman las crónicas de él.

Guerrero, poeta y músico, compuso cantigas, una de ellas dedicada a Nuestra Señora. Se destacó por su honestidad y la pureza de sus costumbres.Fernando III fue canonizado por el papa Clemente X en el año 1671. Lo sucedió en el trono su hijo mayor, Alfonso X, que la historia conoce con el nombre de Alfonso el Sabio.

Otros Santos cuya fiesta se celebra hoy
Santos: Félix I, papa; Gabino, Críspulo, Sico, Palatino, mártires; Exuperancio, Ausonio, Anastasio, presbíteros; Juana de Arco, virgen; Venancio, Isaac, Basilio, Emilia, confesores; Uberto, Gamo, monjes; Urbicio, abades.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Fernando_III.htm)