03 agosto, 2021

Beato Agustín Kazotic

 Hoy es la fiesta del Beato Agustín Kazotic, Obispo de Lucera

El Beato Agustín Kazotic fue un obispo dominico nacido en Trogir, Dalmacia, Croacia en 1260. Ingresó muy joven a la Orden de Predicadores (dominicos), estudiando primero en Spalato, su región natal, y posteriormente en la Universidad de París, Francia, hacia 1286. Acabados sus estudios viajó a Hungría, donde entabló una profunda amistad con el cardenal Nicolás Boccasini, quien más tarde se convertiría en el Papa Benedicto XI.

En 1303, el Cardenal Boccasini consagró a Agustín como Obispo de Zagreb, capital de Croacia. Por aquel entonces, Zagreb era un territorio caracterizado por las pugnas entre facciones aspirantes al trono. La nobleza estaba dividida y la diócesis padecía los estragos producidos por la inestabilidad política y social. En ese contexto, el Obispo Agustín se convirtió en propulsor de la virtud y la paz entre los ciudadanos, destacando por su prudencia y tenacidad. Tuvo que aguardar cerca de 20 años para que aquellos enfrentamientos desaparecieran.

Luego, en 1318, Agustín tuvo que entrevistarse con el Papa Juan XXII -uno de los Papas del periodo de Aviñón- para solicitar su intervención en la solución del conflicto entre el rey de Croacia y el rey de Hungría, Carlos I. Por fortuna, aquella gestión dio los frutos esperados y Croacia pudo mantenerse en paz. Durante su estadía en Avignon escribió un tratado pastoral en el que condenaba la adivinación, la superstición y la brujería, pero recomendaba educar al pueblo en torno a estos problemas y no simplemente castigarlo.

Algunos años después, en 1322, el mismo Papa Juan XXII lo trasladó a la diócesis de Lucera, Puglia, Italia, donde desarrolló una gran obra en favor de los pobres y necesitados, así como en el fortalecimiento de la vida religiosa. Fundó varios conventos, algunos regentados por miembros de su Orden, los dominicos. Lucera era una ciudad que había sido el hogar de miles de musulmanes sarracenos deportados desde Sicilia.

Al Obispo Agustín Kazotic se le dio la tarea de reconstruir la presencia cristiana en dicho lugar. Bastó un año para que sus esfuerzos empezasen a dar fruto, lo que le acarreó enemistades entre los líderes de la población musulmana de la ciudad. Fue, precisamente, un sarraceno quien atentó contra su vida, golpeándolo y dejándolo mal herido. Falleció a causa de dicho ataque, el 3 de agosto de 1323.

Sus reliquias se encuentran en la Basílica de Santa María de la Asunción en Lucera, Italia. Su fiesta se celebra el 3 de agosto.

(https://www.aciprensa.com/noticias/hoy-es-la-fiesta-san-agustin-kazotic-obispo-de-lucera-19086)

02 agosto, 2021

San Pedro Julián Eymard, Apóstol de la Eucaristía

 Hoy es la fiesta de San Pedro Julián, apóstol de la Eucaristía

 

 ¡Oh!, San Pedro Julián Eymard, vos sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, os llaman con justicia
“Apóstol de la Eucaristía”. En vuestras horas libres
estudiabais latín y recibíais clases de teología. Ya
sacerdote ingresasteis a la Congregación de los Maristas
y el Obispo os dijo: “La mejor prueba de estima que
puedo dar a esa congregación es permitir a un sacerdote
como vos ingresar en ella”. El centro de vuestra vida
espiritual siempre fue vuestra devoción al Santísimo
Sacramento. Vos deciais: “Sin Él, perdería yo mi alma”.
En cierta ocasión llevabais al Santísimo en vuestras
manos y dijisteis: “Mi alma se inundó de fe y de amor
por Jesús en el Santísimo Sacramento. Las dos horas
pasaron como un instante. Puse a los pies del Señor
a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo.
Mis ojos estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón
fuese un lagar. Hubiese yo querido en ese momento
que todos los corazones estuvieran con el mío y se
incendiaran con un celo como el de San Pablo”. Ante
Nuestra Señora de Fourviéres dijisteis: “Me obsesionaba
la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada
a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación
total. Debía existir esa congregación. Entonces prometí
a María trabajar para ese fin. Se trataba aún de un
plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar
la Compañía de María. ¡Que horas tan maravillosas pasé ahí!”.
Y luego, fundasteis la Congregación de Sacerdotes adoradores
del Santísimo Sacramento. Como toda obra nueva sufristeis
críticas y oposición a ella, y el de haberos marchado
de la Compañía de María. Vos dijisteis entonces: “No
comprenden la obra y creen que hacen bien en oponerse
a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida.
¿Acaso el Señor no fue perseguido durante su vida?”.
Pero, vos, confiado en la divina Providencia, seguisteis
adelante con vuestra labor. Vuestros sacerdotes rezan
el oficio divino en coro y ejercen ministerios pastorales
siendo su misión principal, la adoración del Santísimo
Sacramento. Fundáis también la congregación de las Siervas
del Santísimo Sacramento, la Liga Eucarística Sacerdotal,
la “Obra de Adultos”. Organizasteis la Archicofradía
del Santísimo Sacramento. Escribisteis sobre la Eucaristía.
En vuestro tiempo os consideraban un verdadero santo,
pues se os notaba en todo: vuestra vida diaria, de obras
y virtudes llena, en especial vuestro amor, y vuestros dones
sobrenaturales. Teníais proféticas visiones, adivinabais
los pensamientos y leíais los corazones. San Juan Bautista
Vianney os conoció y dijo de vos: “Es un santo. El mundo se
opone a su obra porque no la conoce, pero se trata de una
empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios.
¡Adoración Sacerdotal, que maravilla! Decid al P. Eymard
que pediré diariamente por su obra”. Alguna vez, dijisteis
desalentado: “Estoy abrumado bajo el peso de la cruz,
aniquilado, deshecho. Tengo que llevar la cruz totalmente
solo para no asustar o desalentar a mis hermanos”. Y, así,
luego de haber gastado vuestra santa vida, voló, vuestra
alma al cielo, que coronada fue, con corona de luz, como
justo premio a vuestra entrega increíble de amor y fe;
¡Oh!, San Pedro Julián Eymard, “vivo Apóstol de la Eucaristía”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Agosto
San Pedro Julián Eymard
Apóstol de la Eucaristía
Fundador de los Sacerdotes del Santísimo Sacramento, Las Siervas del Santísimo Sacramento, Archicofradía del Santísimo Sacramento y otras obras.

Pedro Julián nació en un pueblito de la diócesis francesa de Grénoble, llamado Mure d’Isére, en el año 1811. En la misma diócesis ocurrieron las apariciones de la Virgen en La Salette. Trabajó con su padre en su fábrica de cuchillos y mas tarde en una prensa de aceite, hasta que cumplió 18 años. En sus horas libres estudiaba latín y recibía clases de un sacerdote de Grénoble, con quien también trabajo por un tiempo.

En 1831 entra en el seminario de Grénoble y en tres años es ordenado sacerdote.

En sus primeros cinco años de sacerdote sirvió en una parroquia en Chatte y Monteynard. Luego pidió permiso al obispo para ingresar en la Congregación de los Maristas. El obispo le concede diciendo: “La mejor prueba de estima que puedo dar a esa congregación es permitir a un sacerdote como vos ingresar en ella”. Al terminar su noviciado, Pedro Julián fue nombrado director espiritual del seminario menor de Belley y mas tarde fue elegido provincial de Lyon en 1845.

La Eucaristía incendia su corazón

El centro de su vida espiritual había sido siempre la devoción al Santísimo Sacramento. El santo decía: “Sin El, perdería yo mi alma”. El santo nos relata una experiencia extraordinaria en una procesión de Corpus Christi, mientras llevaba al Santísimo en sus manos: “Mi alma se inundó de fe y de amor por Jesús en el Santísimo Sacramento. Las dos horas pasaron como un instante. Puse a los pies del Señor a la Iglesia de Francia, al mundo entero, a mi mismo. Mis ojos estaban llenos de lágrimas, como si mi corazón fuese un lagar. Hubiese yo querido en ese momento que todos los corazones estuvieran con el mío y se incendiaran con un celo como el de San Pablo”.

Hizo una peregrinación al Santuario de Nuestra Señora de Fourviéres en 1851: “Me obsesionaba la idea de que no hubiese ninguna congregación consagrada a glorificar al Santísimo Sacramento, con una dedicación total. Debía existir esa congregación … Entonces prometí a María trabajar para ese fin. Se trataba aún de un plan muy vago y no me pasaba por la cabeza abandonar la Compañía de María…¡Que horas tan maravillosas pasé ahí! “.

Las Fundaciones y las pruebas

Fue aconsejado por sus superiores a no tomar ninguna decisión hasta que su proyecto estuviera más maduro. Después de 4 años en la Seyne, alentado por los mismos fundadores de los Maristas, Pío IX y el venerable Juan Colin, decide salir de la Compañía de María para fundar la nueva Congregación de Sacerdotes adoradores del Santísimo Sacramento, en 1856. Presenta su plan al Monseñor Sibour, Arzobispo de París. Recibió la aprobación de Mons. Sibour a los 12 días.

Pedro Julián junto con un compañero se instaló en la casa que el mismo Monseñor puso a su disposición. El 6 de enero de 1857, en la capilla de la casa, Julián por primera vez expuso el Santísimo Sacramento y predicó en la nueva congregación.

El Padre Eymard tuvo que enfrentar muchas críticas por haberse salido de la Compañía de María y sufrió oposición a su obra. El Santo les decía: “No comprenden la obra y creen que hacen bien en oponerse a ella. Ya sabía yo que la obra iba a ser perseguida. ¿Acaso el Señor no fue perseguido durante su vida?”.

Muchos eran los llamados, pero pocos los escogidos. Los P.P. de Cuers y Champion fueron los primeros miembros de la Congregación. El progreso fue lento y con muchas dificultades. Tuvieron que cambiar de casa. En 1858 consiguieron una capillita en el suburbio de Saint-Jacques. El P. Eymard llamó a ese lugar “la capilla de los milagros” porque por 9 años, el Señor se derramó allí en abundancia. El Santísimo se exponía 3 veces por semana. El siguiente año, Pío IX emitió un breve en alabanza a la congregación.

Se abre la segunda casa en Marsella y la tercera en Angers en 1862. Para entonces habían suficientes miembros para establecer un noviciado regular. Los sacerdotes rezan el oficio divino en coro y ejercen ministerios pastorales. Su principal misión es la adoración del Santísimo Sacramento, en lo cual ayudan los hermanos legos.

El P. Eymard funda la congregación de las Siervas del Santísimo Sacramento en 1852, también dedicadas a la adoración perpetua y a propagar el amor al Señor. También funda la Liga Eucarística Sacerdotal cuyos miembros se comprometen a una hora diaria de oración ante el Santísimo.

Trabajar con los sacerdotes y religiosas no fue su único objetivo. Funda la “Obra de Adultos”, organización que se dedica a preparar a hombres y mujeres adultos para la primera comunión cuando por razón de edad o trabajo no podían asistir a la catequesis parroquial.

Organizó la Archicofradía del Santísimo Sacramento que luego el derecho canónico ordena establecer en todas las parroquias. Escribió varias obras sobre la Eucaristía que han sido traducidas a varios idiomas.

Muchos lo consideraban un verdadero santo, se le notaba en todo: en su vida diaria llena de obras y virtudes, en especial el amor, y en sus dones sobrenaturales. Tenía visiones proféticas, adivinaba los pensamientos y leía los corazones.

San Juan Bautista Vianney lo conoció personalmente y dijo de él: “Es un santo. El mundo se opone a su obra porque no la conoce, pero se trata de una empresa que logrará grandes cosas por la gloria de Dios. ¡Adoración Sacerdotal, que maravilla! … Decid al P. Eymard que pediré diariamente por su obra”.

En sus últimos años de vida, el P. Eymard tuvo una gota reumática, padecía de insomnio y otras tantas enfermedades. A sus sufrimientos se añadían innumerables dificultades.

Una vez dejó ver el desaliento que sufría, según escribe el P. Mayet en 1868: “Nos abrió su corazón y nos dijo: ‘Estoy abrumado bajo el peso de la cruz, aniquilado, deshecho’. Necesitaba el consuelo de un amigo, ya que, según nos explicó: ‘Tengo que llevar la cruz totalmente solo para no asustar o desalentar a mis hermanos’ “.

Presentía su muerte. Su hermana le pidió en febrero que fuera con mas frecuencia a Mure, el le dijo: “Volveré mas pronto de lo que imaginas”. El P. Eymard fue a visitar a sus amigos y penitentes, hablándoles como si fuese la última vez que los veía. El 21 de febrero el Padre Eymard salió de Grénoble rumbo a la Mure. Por el intenso calor y cansancio, llega casi sin conocimiento y con un ataque de parálisis parcial.

Muere el 1 de agosto. Antes de finalizar ese año ocurren varios milagros en su tumba. En 1895 la Santa Sede confirmó la Congregación “in perpetuum”. El Padre Eymard es beatificado en 1925 y es canonizado el 9 de diciembre de 1962 por S.S. Juan XXIII.

Bibliografía:
J.M. Lambert, Colección Les Saints (1925).

(http://www.corazones.org/santos/pedro_julian.htm)

El “Perdón de Asís” o la “indulgencia de la Porciúncula”

 Detalle de la Porciúncula. Foto: Mercedes De La Torre / ACI Prensa

El tradicional “perdón de Asís” o la “indulgencia de la Porciúncula” se realizó este 1 y 2 de agosto manteniendo las medidas sanitarias para evitar contagios del coronavirus COVID-19.

De acuerdo con el programa publicado por la Diócesis de Asís – Nocera Umbra – Gualdo Tadino, el sábado 1 de agosto se llevó a cabo la apertura de la solemnidad del perdón a las 11:00 a.m. (hora local) con una Misa presidida por Fray Massimo Fusarelli OFM recientemente elegido ministro general del Orden de los Frailes Menores Franciscanos.

Al finalizar la Eucaristía inició “la apertura del perdón” en la que ha sido posible recibir la indulgencia plenaria hasta las 12:00 a.m. del 2 de agosto.

El “perdón de Asís” se expande a todas las iglesias parroquiales y a las iglesias franciscanas del mundo.

Para obtener la indulgencia plenaria para sí mismo o para un difunto al visitar la Porciúncula es necesaria la confesión, la participación a la Misa y la Eucaristía, además de rezar el Credo y el Padre Nuestro por las intenciones del Papa.

El domingo por la tarde, 1 de agosto, el Obispo de Asís – Nocera Umbra – Gualdo Tadino, Mons. Domenico Sorrentino, presidió el rezo de vísperas de la Solemnidad del Perdón de Asís en la Basílica de Santa María de los Ángeles.

En el solemne momento de oración, Mons. Sorrentino reflexionó sobre la importancia del “perdón de Asís” y explicó qué es lo que hay en “esta grande gracia obtenida por San Francisco para toda la Iglesia, especialmente para los pobres” ya que “la gracia del perdón de Dios, la cual todos tenemos siempre necesidad, la pedimos en la liturgia, el Sacramento de la Reconciliación cuando presentamos nuestros pecados”.

Sin embargo, el Prelado destacó qué es lo que nos “hace volver al abrazo de Dios, a que esa enemistad no exista más, y volvemos a tener relación de hijos” que nos permite ser santos.

Gracias al don del Bautismo “estamos llamados a vivir cada vez más el camino de santidad, de modo que nuestra vida sea el reflejo puro de Dios” es decir, que “nuestra vida se convierta en un paraíso”, afirmó Mons. Sorrentino.

“San Francisco nos dice eso con la gracia del perdón: que el paraíso puede comenzar desde acá”, señaló.

En esta línea, el Obispo de Asís destacó que San Francisco, tras la experiencia mística de la “alegría tan grande del paraíso”, dijo: “Deseo que sea para todos, que la vida en esta tierra también sea un paraíso”; por lo que pidió a la Virgen para que “quienes visiten esta iglesia se sientan también en el paraíso”.

Por ello, Mons. Sorrentino invitó a liberarse de los grandes pecados y de los “pequeños defectos cotidianos” para “vivir más allá de la mediocridad con el deseo de santidad” y agregó que ese es el don de la Indulgencia, que nos permite “abrir el corazón a Dios y ser santos”.

Sin embargo, el Prelado advirtió que “no funciona en forma mágica” sino que “es necesario que nosotros de verdad queramos abrir el corazón y querer ser santos, no es automático. Funciona con la gracia de Dios, que es segura, por lo que es necesario recibir esta gracia”.

“Nosotros realizamos un camino al acudir a la Porciúncula, es un camino, es una decisión que tomamos, es una gracia que recibimos. Es necesario en el compromiso de santidad de vida”, destacó.

Por último, el Obispo de Asís invitó a “testimoniar a Jesús y el Evangelio en forma fuerte. En este momento, más que nunca, es necesario una Iglesia que resplandezca en santidad”.

“Debemos testimoniar que el encuentro con Jesús transforma nuestra vida, y con ella, nuestras relaciones, transforma nuestra familia, nuestra comunidad, la economía, la política. Jesús es capaz de transformar todo”, concluyó Mons. Sorrentino.

Historia de la Porciúncula

La Porciúncula es una pequeña capilla dentro de la Basílica de Nuestra Señora de los Ángeles en las afueras de Asís en Italia. Allí, San Francisco de Asís recibió su vocación en el año 1208 y vivió la mayor parte de su vida en este lugar.

En el año 1216, mientras Francisco estaba en la Porciúncula, en oración y en contemplación, se le apareció Cristo y le ofreció que le pidiera el favor que él quisiera. En el centro del corazón de San Francisco siempre estaba la salvación de las almas.

Él soñaba que su amada Porciúncula fuese un santuario donde muchos se pudieran salvar, entonces le pidió al Señor que le concediera una indulgencia plenaria (o sea, una completa remisión de todas las culpas), para que todos aquellos que vinieran a visitar la pequeña capilla, una vez que se hubieran arrepentido de sus pecados y confesado, pudieran obtenerla. Nuestro Señor accedió a su petición con la condición de que el Papa ratificara la indulgencia. Y fue el Papa Honorio III quien aprobó esta indulgencia.

La Porciúncula fue también el lugar donde San Francisco recibió los votos de Santa Clara. El 3 de octubre de 1226, muere San Francisco, y en su lecho de muerte, le confía el cuidado y protección de la capilla a sus hermanos.

(https://www.aciprensa.com/noticias/asi-se-vivio-el-perdon-de-asis-en-la-porciuncula-este-2021-68281)

01 agosto, 2021

Domingo 18 (B) del tiempo ordinario

 

 Lectio Divina: 24 de febrero de 2018 – Iglesia en Aragon

Domingo 18 (B) del tiempo ordinario

Texto del Evangelio (Jn 6,24-35): En aquel tiempo, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: «Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello».

Ellos le dijeron: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que creáis en quien Él ha enviado». Ellos entonces le dijeron: «¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: ‘Pan del cielo les dio a comer’». Jesús les respondió: «En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo». Entonces le dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan». Les dijo Jesús: «Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed».

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«Señor, danos siempre de ese pan (…) Yo soy el pan de la vida» + Rev. D. Joaquim FONT i Gassol (Igualada, Barcelona, España)

Hoy vemos diferentes actitudes en las personas que buscan a Jesús: unos han comido el pan material, otros piden un signo cuando el Señor acaba de hacer uno muy grande, otros se han apresurado para encontrarlo y hacen de buena fe -podríamos decir- una comunión espiritual: «Señor, danos siempre de ese pan» (Jn 6,34).

Jesús debía estar muy contento del esfuerzo en buscarlo y seguirlo. Aleccionaba a todos y los interpelaba de varios modos. A unos les dice: «Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para la vida eterna» (Jn 6,27). Quienes preguntan: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» (Jn 6,28) tendrán un consejo concreto en aquella sinagoga de Cafarnaúm, donde el Señor promete la Sagrada Comunión: «Creed».

Tú y yo, que intentamos meternos en las páginas de este Evangelio, ¿vemos reflejada nuestra actitud? A nosotros, que queremos revivir esta escena, ¿qué expresiones nos punzan más? ¿Somos prontos en el esfuerzo de buscar a Jesús después de tantas gracias, doctrina, ejemplos y lecciones que hemos recibido? ¿Sabemos hacer una buena comunión espiritual: ‘Señor danos siempre de este pan, que calma toda nuestra hambre’?

El mejor atajo para hallar a Jesús es ir a María. Ella es la Madre de Familia que reparte el pan blanco para los hijos en el calor del hogar paterno. La Madre de la Iglesia que quiere alimentar a sus hijos para que crezcan, tengan fuerzas, estén contentos, lleven a cabo una labor santa y sean comunicativos. San Ambrosio, en su tratado sobre los misterios, escribe: «Y el sacramento que realizamos es el cuerpo nacido de la Virgen María. ¿Acaso puedes pedir aquí el orden de la naturaleza en el cuerpo de Cristo, si el mismo Jesús nació de María por encima de las leyes naturales?».

La Iglesia, madre y maestra, nos enseña que la Sagrada Eucaristía es «sacramento de piedad, señal de unidad, vínculo de caridad, convite Pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da la prenda de la gloria futura» (Concilio Vaticano II).

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2021-08-01)

31 julio, 2021

San Ignacio de Loyola, Fundador de los Jesuitas

 

 Hoy es la fiesta de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús

 

¡Oh!, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo del Dios
de la Vida y su amado santo, y que, a Pamplona, vuestra
tierra la defendisteis hasta herido caer, y convaleciente
obró la divina providencia en vos, y así, en amante
de la teología os convertisteis de un momento a otro,
tanto que, gustabais de las lecturas de piadosos libros.
Y, allí descubristeis la vida de vuestro amado Jesús,
y en la lectura de la vida de los santos, vuestra vocación
verdadera: ¡Ser sacerdote de Dios! Interiores y constantes
luchas os acosaron y, entre piadosos deseos y los del mundo
a los primeros vencisteis y escogisteis poneros al servicio
de Dios en un apostolado prístino. Así, nuevamente la
providencia divina hizo carne y os dirigió al Santuario
de Nuestra Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera vuestra espada y vuestras ropas de combatiente
a sus pies santos dejasteis y, haciendo votos de pobreza,
una nueva vida comenzasteis de oración y penitencia llenas
dedicándoos en cuerpo y alma a amar a Dios, sobre todas
las cosas. Con vuestros santos escritos y con vuestros
discípulos Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla la “Compañía de Jesús”
fundasteis en especial día: el de la “Asunción de María”,
con quienes intensamente trabajasteis por los cambios
y la reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia. Vuestro libro:
“Ejercicios Espirituales”, preciosa joya para domar el alma
y alejar los sentidos del mundo. Vuestra gran obra llena
de portentos continúa hoy y poderosa se yergue y expande
por todo el orbe de la tierra, tal y conforme lo había ya
sentenciado Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y, vos, que vuestra
vida la gastasteis en buena lid entregasteis vuestra alma
al cielo, recibiendo corona de luz como premio a vuestro
amor. “Santo Patrono de los ejercicios espirituales del mundo”;
¡oh!, San Ignacio de Loyola, “vivo amor, pluma y Luz de Cristo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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 31 de Julio

San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556

San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)

San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.

Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.

A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.

Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.

Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.

Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.

Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.

En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.

Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.

Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.

Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.

En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.

El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.

El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.

Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ignacio_de_loyola.htm

30 julio, 2021

San Pedro Crisólogo

Hoy es fiesta de San Pedro Crisólogo, el hombre de palabras de oro

 

¡Oh!, San Pedro Crisólogo; vos, sois el hijo del Dios de la Vida
 y su amado santo, y aquél que, honor hizo al significado
de vuestro nombre: “el que habla muy bien”. Así, llegasteis
a convertiros en nuno de los más famosos oradores de vuestro
tiempo que, los paganos de entonces convertidos fueron
por vuestro hablar dulce, conciso, sencillo y práctico, pues
les explicabais claramente sobre la fe y la verdad que, en el
Dios único y verdadero reposa por los sigloas de los siglos.
Y, por ello la gente os admiraba por vuestro mensaje breve
y directo, que llegaba al mismo corazón. La comunión frecuente
recomendabais y los exhortabais a hacer de la Eucaristía Sagrada
su alimento semanal. En los meses más calurosos del verano
de predicar dejabais y los explicabais así: “en este tiempo de
calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan
mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan
los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello
a mis sermones”. Hasta hoy, vuestra escencia y sabiduría nos
acompaña en vuestros sermones los mismos que guardamos como
prueba de vuestro amor a nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
Por vuestra gran sabiduría e inteligencia al predicar y escribir,
el Papa Benedicto Trece, os nombró Doctor de la Iglesia Católica.
Y, así, y luego de haberos gastado por el reino de los cielos en
esta vida, partisteis a la morada del Padre eterno, para corona de
luz recibir como justo premio a vuestra entrega increible de amor;
¡oh!, Pedro Crisólogo, “vivo predicador de la Luz y la Verdad de Dios”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Doctor
Año 451

Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)

Crisólogo significa: el que habla muy bien.

Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios.

Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.

Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones”. La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados.

Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.

Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Crisólogo.htm)

29 julio, 2021

Santa Marta de Betania, Hermana de Lázaro y María

 

Hoy la Iglesia celebra a Santa Marta, patrona de las cocineras y amas de casa

 ¡Oh!, Santa Marta, vos, sois la hija del Dios de la Vida
y su amada santa, la misma que, haciendo honor al significado
de vuestro nombre: “señora y jefe de hogar”, os catapultasteis
a una cima elevada de gloria. Los escritos sobre vos en
el Sagrado Libro dicen que Jesús, os amaba, junto a María
 y a Lázaro, vuestro hermano, porque amigos erais de verdad.
Y, vos, recordareis cuando preguntasteis a Jesús: “Señor,
¿cómo os parece que mi hermana, me haya dejado a mí sola
con todo el oficio de la casa? Por qué no le dices que me
ayude un poco en esta tarea?”. Y, Él os dijo: “Marta,Marta,
os afanáis y os preocupáis por muchas cosas. Sólo una cosa
necesaria es. María ha escogido la mejor parte, la que no
le será quitada”. Y, vos, entendiendo esto, lo escuchasteis.
Cuando Lázaro, murió, vos, presta, a Jesús, recurristeis y Él,
os dijo: “Tu hermano resucitará”. Y, creísteis que sería al
final de los tiempos. Pero, Jesús, os dijo: “Yo soy la Vida
y la Resurrección. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá”. ¿Crees esto?. Y, respondisteis: ¡Sí Señor, yo creo!
Y, os dijo Jesús: “¿Dónde lo han colocado?” Y, viéndoos llorar
a vos, y a vuestros acompañantes Él, lloró también y las
gentes decían: “¡Mirad cómo lo amaba!”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal porque hace cuatro días
que está enterrado”. Y, Jesús os dijo: “¿No os he dicho que
si creéis veréis la gloria de Dios?”. Y, Jesús Dijo: “¡Lázaro,
ven afuera!”. Y, el muerto salió, llevando el sudario y las
vendas de sus manos. Santa Marta, interceded pues, para que
los “lázaros” de este tiempo, que, por el pecado “muertos”
por el mundo deambulan al llamado de Jesús, resuciten
y mañana más tarde como vos, brillen en el cielo eterno;
¡oh!, Santa Marta de Betania, “vivos oídos para en Dios Vivo”.

© 2021 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Julio
Santa Marta de Betania
Hermana de Lázaro y María

Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).

Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.

Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.

Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.

San Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro” (Jn 11:5).

Lucas añade: “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40

No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?

El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:

«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42

Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.

Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: “sólo una cosa es necesaria”. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.

Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.

Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).

Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor

San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.

La resurrección de Lázaro

El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está enfermo”. En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.

Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.

A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”

Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.

Marta le contesta: “Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos”.

Jesús añadió: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”

Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?”. Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.

Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta:“Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.

El Banquete

Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después
Marta de Betania, Santa
de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse.

De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.

Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.

S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.

ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA

Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.

Amén.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=611)