19 mayo, 2023

Santa María Bernarda Bütler, Fundadora de las Misioneras Franciscanas de María Auxiliadora

 


 

 ¡Oh! Santa María Bernarda Bütler, vos sois la hija del Dios
de la Vida, alegre, inteligente, generosa y amante de la
naturaleza y su amada santa. Vuestra devoción a la Eucaristía
siempre fue el centro de vuestra espiritualidad. Vos, os
dedicasteis al trabajo agrícola y enamorada como estabais,
el amor a Dios, os hizo desprenderos de este sentir humano
para entregaros completamente a nuestro Señor. Decíais vos:
«Explicar este estado del alma a quien no ha experimentado V
jamás algo semejante, es extremadamente difícil, si no es
que imposible. El Espíritu Santo me enseñó a adorar, alabar,
bendecir y dar gracias a Jesús en el tabernáculo, en todo
momento, en medio de las labores y en la realidad cotidiana
de la vida». El trabajo, la oración, el apostolado en la
parroquia, hicieron que vos, mantuvieseis vivo el deseo de
la vida consagrada. Vuestro párroco os recomendó que entraseis
en el Monasterio franciscano de María Auxiliadora, y vestisteis
hábito franciscano, tomando el nombre de Sor María Bernarda
del Sagrado Corazón de María, emitisteis la Profesión religiosa,
para servir a nuestro Señor, hasta la muerte, en la vida
que vos queríais más: la vida contemplativa. Más tarde, os
eligieron Maestra de novicias y por tres veces Superiora de
la Comunidad. Vuestro celo y vuestro amor por el Reino de Dios
os hizo acoger la invitación de Monseñor Pietro Schumacher,
obispo de Puertoviejo, en Ecuador, quien os pidió venir a su
diócesis, para ser la anunciadora del Evangelio en aquella
tierra latinoamericana. Y así, tomando como estandartes la
luz de la fe y el celo por el anuncio del Evangelio, vos,
y vuestras compañeras emprendisteis el nuevo reto: ser la
fundadora de "las Hermanas Franciscanas Misioneras de María
Auxiliadora". Vos os hicisteis «toda para todos», y pusisteis
como fundamento de vuestra acción misionera la oración, la
pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio constante
de las obras de misericordia. Junto con vuestras hijas,
comenzasteis un apostolado constante entre las familias,
profundizando en el conocimiento de la lengua y de la cultura
del pueblo. Y, Dios os escuchó y la vida cristiana de aquella
población volvió a florecer milagrosamente. Muchos fueron
los sufrimientos a los que vos, y vuestras hijas se vieron
sometidas: la pobreza, el clima, riesgos para la salud, la
seguridad de vida, incomprensiones eclesiásticas, y hasta la
separación de Hermanas. Todo esto lo soportasteis con una
gran fortaleza y silencio, sin defenderos y sin alimentar
resentimientos. Perdonasteis de corazón y orasteis por
aquellos que os hacían sufrir. La Iglesia fue perseguida
por fuerzas hostiles, y os obligó a escapar del Ecuador, sin
saber a dónde ir, y de pronto Dios hizo su aparición en  
vuestro trajinar mediante Monseñor Eugenio Biffi, que os
invitó para trabajar en su diócesis de Cartagena. Y, en el
día de la fiesta de la Porciúncula de Asís, os recibió
paternalmente. Con amor compasivo y franciscano socorríais
las necesidades espirituales de los pobres que vos considerabais
vuestros predilectos. Decíais a las hermanas: «Abran
sus casas para ayudar a los pobres y a los marginados.
Prefieran el cuidado de los indigentes a cualquier otra
actividad». En la «Obra Pía» de Cartagena, llorada por  
vuestras Hijas, voló vuestra alma al cielo, para ser coronada
con corona de  luz, como justo premio a vuestra entrega de amor;
"¡Oh! Santa María Bernarda Bütler "vivo eslabón del Dios Verdadero"
.

 © 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado

____________________________________________

19 de Mayo
Santa María Bernarda Bütler
Fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora

Dotada de una excelente salud, Verena creció alegre, inteligente, generosa y amante de la naturaleza. A los siete años comenzó a frecuentar la escuela. El fervor y el empeño con el que, el 16 de abril de 1860, se acercó a la Primera Comunión permanecieron constantes en ella a lo largo de toda su vida. La devoción a la Eucaristía formará, efectivamente, el fundamento de su espiritualidad.

A la edad de 14 años, terminados los estudios elementales, Verena se dedicó al trabajo agrícola, experimentando también el afecto por un digno joven del cual se enamoró. Sintiendo la llamada de Dios supo desprenderse de este compromiso para entregarse completamente a su Señor. En este período de su vida se le concedió la gracia de gozar sensiblemente de la presencia de Dios, sintiéndolo muy cercano. Ella misma afirma: «Explicar este estado del alma a quien no ha experimentado jamás algo semejante, es extremadamente difícil, si no es que imposible». Y además: «El Espíritu Santo me enseñó a adorar, alabar, bendecir y dar gracias a Jesús en el tabernáculo, en todo momento, en medio de las labores y en la realidad cotidiana de la vida».

Atraída del amor de Dios, a los 18 años entró como postulante en un convento de la región. Comprobado que no era aquél el lugar donde el Señor la llamaba, Verena regresó pronto al seno familiar. El trabajo, la oración, el apostolado en la parroquia, mantuvieron vivo en ella el deseo de la vida consagrada. El 12 de noviembre de 1867, por sugerencia de su párroco, Verena entró en el Monasterio franciscano de María Auxiliadora en Altstätten. El 4 de mayo de 1868 vistió el hábito franciscano, tomando el nombre de Sor María Bernarda del Sagrado Corazón de María, y, el 4 de octubre de 1869 emitió la Profesión religiosa, con el firme propósito de servir al Señor hasta la muerte, en la vida contemplativa.

Pronto fue electa Maestra de novicias y por tres veces Superiora de la Comunidad, desempeñando este servicio fraterno por nueve años consecutivos. Su celo y su amor por el Reino de Dios la habían preparado para iniciar una nueva experiencia misionera. Por tanto, acogió de buen grado la invitación de Mons. Pietro Schumacher, obispo de Puertoviejo, en Ecuador, quien le pidió venir a su diócesis, planteándole la precaria situación de su gente. María Bernarda reconoció en esa invitación la clara voluntad de Dios que la llamaba a ser anunciadora del Evangelio en aquella tierra lejana.

Superadas las iniciales resistencias del obispo de San Gallo y después de haber obtenido un regular indulto pontificio, el 19 de junio de 1888 Sor María Bernarda y seis Compañeras dejaron el monasterio de Altstätten y partieron para el Ecuador. Solamente la luz de la fe y el celo por el anuncio del Evangelio sostuvieron a la Beata y a sus Compañeras en la difícil separación del amado monasterio y de las Hermanas. En su interior María Bernarda pensaba en el tener que dar vida a una fundación misionera dependiente del monasterio suizo. A su vez, el Señor la hacía fundadora de una nueva Congregación religiosa, la de las Hermanas Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora.

Recibidas paternalmente por el Obispo, éste encomendó a María Bernarda la Comunidad de Chone que presentaba un espectáculo desolador, por la falta casi absoluta de sacerdotes, la escasa práctica religiosa y por la difundida inmoralidad. María Bernarda se hizo «toda para todos», poniendo como fundamento de su acción misionera la oración, la pobreza, la fidelidad a la Iglesia y el ejercicio constante de las obras de misericordia. Junto con sus hijas, comenzó un intenso apostolado entre las familias, profundizando en el conocimiento de la lengua y de la cultura del pueblo. No tardaron en madurar los primeros frutos. La vida cristiana de aquella población volvió a florecer como por encanto. También la nueva Congregación franciscana creció en número y se fundaron las dos Casa filiales de Santa Ana y de Canoa. Pero, también, pronto la obra misionera de la Madre Bernarda fue marcada por el misterio de la Cruz. Fueron muchos los sufrimientos a los que ella y sus hijas se vieron sometidas: la pobreza absoluta, el clima tórrido, incertidumbres y dificultades de todo tipo, riesgos para la salud y la misma seguridad de vida, incomprensiones de parte de la autoridad eclesiástica y, la separación de algunas Hermanas de la Comunidad, constituidas después en una Congregación autónoma (las Franciscanas de la Inmaculada: Beata Caridad Brader). María Bernarda soportó todo con heroica entereza, en silencio, sin defenderse y sin alimentar resentimientos en la confrontación con alguno, perdonando de corazón y orando por aquellos que la hacían sufrir.

Como si no fueran suficientes todas estas pruebas, en 1895, una violenta persecución por parte de fuerzas hostiles a la Iglesia obligó a Sor María Bernarda y sus Hermanas a escapar del Ecuador. Sin saber a dónde ir, con 14 Hermanas se dirigió a Bahía, de donde prosiguió para Colombia. El grupo estaba aún buscando, cuando recibió la invitación de Mons. Eugenio Biffi para trabajar en su diócesis de Cartagena. Y, así, el 2 de agosto de 1895, fiesta de la Porciúncula de Asís, la Fundadora y sus Hermanas exiliadas del Ecuador, arribaron a Cartagena, recibidas paternalmente por el Obispo. Encontraron alojamiento en un ala del hospital femenino, llamado comúnmente «Obra Pía». El Señor las había conducido a aquel asilo, donde la Madre Bernarda permanecerá hasta el término de su vida. Después de la casa de Cartagena, se llevaron a cabo otras fundaciones no sólo en Colombia sino en Austria y en Brasil.

Con un amor compasivo, de auténtica franciscana, estaba encargada de socorrer las necesidades espirituales de los pobres que ella consideró siempre sus predilectos. Decía a las Hermanas: «Abran sus casas para ayudar a los pobres y a los marginados. Prefieran el cuidado de los indigentes a cualquier otra actividad».

La Madre guió su Congregación por espacio de treinta años. También después de haber renunciado al oficio de Superiora General, continuó animando, con sentimientos de verdadera humildad, a sus queridas Hermanas, sobre todo con el ejemplo de su vida, sus palabras y sus escritos.

Presa de punzantes dolores hipogástricos, el 19 de mayo de 1924, en la «Obra Pía» de Cartagena, llorada por sus Hijas, amada y venerada de todos como auténtica santa, María Bernarda se durmió serenamente en el Señor. Contaba con 76 años de edad, 56 de vida consagrada y 38 de misionera. La noticia de su muerte se difundió rápidamente. El párroco de la catedral de Cartagena anunció el tránsito diciendo a sus fieles: « ¡Esta mañana, en esta ciudad, ha muerto una Santa: la reverenda Madre Bernarda!» Su tumba fue pronto meta de peregrinaciones y lugar de oración.

El celo apostólico y el ardor de la caridad de la Madre María Bernarda reviven hoy en la Iglesia, particularmente a través de la Congregación fundada por ella y actualmente presente en varios.

Países de tres Continentes. La Beata puede ser señalada como auténtico modelo de «inculturación» de la que la Iglesia ha subrayado la urgencia para un eficaz anuncio del Evangelio (cfr. Redemptoris missio, n. 52). Ella encarnó perfectamente en su vida el lema programático: «Mi guía, mi estrella, es el Evangelio».

Durante su vida, encontró apoyo y consuelo solamente en Dios. Cuando abandonó su patria, a donde no habría de regresar jamás, y cuando dejó su querido monasterio de Altstätten y durante su incansable actividad apostólica, ella siempre estuvo sostenida por una sólida espiritualidad, de la oración incesante, la caridad heroica hacia Dios y hacia el prójimo, de una fe fuerte como la roca, una confianza ilimitada en la Providencia de Dios, una fuerza y humildad evangélica y de una fidelidad radical a los compromisos de su vida consagrada. De la contemplación del misterio de la Santísima Trinidad, de la Eucaristía y de la Pasión del Señor, obtuvo el don de aquella misericordia que practicó con todos y que dejó como particular carisma a su Congregación. Devotísima de la Virgen Madre del Señor, quiso que su Congregación tuviese a la Auxiliadora como Madre, Protectora y Modelo de vida en el seguimiento de Cristo y en su actividad misionera. Como franciscana, cultivó la misma veneración que San Francisco de Asís alimentó por la «Santa Madre Iglesia» por sus pastores y sacerdotes, que ella llamaba « los ungidos del Señor».

La Beata permanece como un admirable ejemplo de mujer bíblica: fuerte, prudente, mística, maestra espiritual, insignia misionera. Ella ha dejado a la Iglesia un testimonio maravilloso de entrega a la causa del Evangelio, enseñando a todos, sobre todo hoy, que es posible unir la contemplación a la acción, vida con Dios y servicio a los hermanos, llevando a Dios a los hombres y a los hombres a Dios.

El 29 de octubre de 1995, el Siervo de Dios Papa Juan Pablo II le confirió el título y los honores de los Beatos. El 12 de octubre de 2008, el Santo Padre Benedicto XVI la inscribe en el Catálogo de los Santos.

 (https://www.aciprensa.com/recursos/biografia-4672)

18 mayo, 2023

San Félix Cantalicio, Capuchino y Místico

 

 

 La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es imagen-16.png

 

¡Oh!, San Félix Cantalicio, vos sois, el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y aquél que la Cruz Santa
y el Santo Rosario, amasteis hasta el segundo último
de vuestra vida. El superior de vuestra comunidad os
describió las penitencias que había que hacer y la gran
pobreza en que allí se vivía y vos preguntasteis: “Padre
¿en mi habitación hay un crucifijo?”. “Sí, lo habrá”, os
dijo el superior. Y vos, le contestasteis: “Pues bastará
mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir
con paciencia”. Y, el superior os admitió. A vuestro
compañero de limosnería le decíais: “Amigo: los ojos en
el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo
rosario”. Y repetíais: “o santo, o nada”. “La única tristeza
es la de no ser santo”. Siempre viajabais descalzo, dormíais
sobre una tabla y la mayor parte de la noche os pasabais
rezando. Os alimentabais con las sobras que quedaban
de la mesa de los demás. Cuando ya estabais anciano, un
cardenal os dijo: “Fray Félix, ya no cargue más esa maleta
de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de
descansar”, y vos le respondisteis: “Monseñor: el burro
se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo
y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma”.
¿Sabiduría tanta de dónde vos, la habías obtenido? Se
preguntaba la gente y vos, contestabais: “De un libro
que seis páginas tiene: Cinco, son las heridas de Cristo
Crucificado y, la sexta es la Santísima Virgen María.
¡Qué respuesta tan maravillosa, saber tanto para la vida,
en «seis hojas guardado». Ayunabais muchas veces a pan
y agua y ocultabais los dones sobrenaturales que recibíais
del cielo, pero, mientras ayudabais en la Misa os elevabais
por los aires. San Carlos Borromeo os pidió unos consejos
para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos
vos le respondisteis: “Que cada sacerdote se preocupe
por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente
los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino”.
“Acuérdate que eres mi Madre”. “Yo soy siempre un pobre
niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre.
No me sueltes jamás de tus manos”, le decía a Nuestra
Señora. Vos, sois la prueba viva de vuestra santa vida;
tanto que el día de vuestra muerte, dijisteis: “a mi Madre
veo, María la Virgen, que rodeada viene, de ángeles
a llevarme”. Y, así, voló vuestra alma al cielo para
recibir corona de luz, como justo premio a vuestra entrega
de amor y fe. Hoy vivís, en la presencia de quien os creó: ¡Dios!
¡Oh!, San Félix Cantalicio, «viva prueba del Dios de la Vida y del Amor».

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado


San Félix de Cantalicio

Religioso
Místico Capuchino

¿En qué imitaré a San Félix? ¡Dios mío ilumíname! El que se humilla será enaltecido. (Jesucristo).

Nació en Cantalicio (Italia) en 1513. Hijo de dos campesinos muy pobres y muy piadosos. De niño tuvo por oficio pastorear ovejas, y allá en el campo, trazaba una cruz en la corteza de un árbol, y ante esa cruz pasaba horas rezando. Le encantaba rezar el Santo Rosario. Y decía que en cualquier oficio y a cualquier hora hay que acordarse de Dios y ofrecer por El todo lo que se hace o sufre.

Cuando ya era mayor, un día estaba arando el campo y de pronto los bueyes se asustaron y se le lanzaron encima. Al sentir que iba a morir allí pisoteado, prometió a Nuestro Señor dedicarse a una vida más perfecta. Salió ileso del accidente y al oír leer un libro de vidas de santos sintió un fuerte deseo de imitar a los grandes amigos de Dios en la oración y en la penitencia. Entonces le preguntó a un amigo cuál era la Comunidad religiosa más exigente y fervorosa que existía en ese entonces. El otro le dijo que eran los padres Capuchinos. Y hacia allá se dirigió a pedir que lo admitieran.

El superior, para que no se hiciera ilusiones le describió de manera muy fuerte las penitencias que había que hacer en aquella comunidad y la gran pobreza en que allí se vivía. Félix le preguntó: “Padre ¿en mi habitación hay un crucifijo?”. “Sí, lo habrá”, le dijo el superior. “Pues bastará mirar a Cristo Crucificado y su ejemplo me animará a sufrir con paciencia”. El superior comprendió que este joven amaba y meditaba la Pasión de Cristo, y lo admitió.

El oficio de Félix desde que entró a la comunidad hasta que se murió, fue por 40 años, el de pedir limosna por las calles de Roma, para ayudar a los necesitados. Era un oficio duro, cansado y humillante, pero él lo hacía con una alegría que impresionaba gratamente a la gente. A su compañero de limosnería le decía: “Amigo: los ojos en el suelo, el espíritu en el cielo y en la mano, el santo rosario”. Y repetía: “o santo, o nada”. “La única tristeza es la de no ser santo”. Y con lo que recogía ayudaba a familias muy necesitadas y a enfermos y gente abandonada.

La gente se admiraba de sus buenos consejos y le preguntaba en qué libro había aprendido tanta sabiduría y él respondía: en un libro que tiene seis páginas: cinco son las heridas de Cristo Crucificado, y la sexta es la Sma. Virgen María.

Siempre alegre, parecía no sufrir. Se chistoseaba con San Felipe Neri. Un día San Felipe le dice: “Fray Félix, que te quemen vivo los herejes, para que te consigas un gran puesto en el cielo”. Fray Félix le responde: “Padre Felipe: que lo picadillen los enemigos de la religión para que así se consiga una gran gloria en la eternidad”.

Siempre viajaba descalzo por calles y caminos, todos los días. Dormía sobre una tabla. La mayor parte de la noche la pasaba rezando. Se alimentaba con las sobras que quedaban de la mesa de los demás. Cuando ya estaba anciano, un cardenal le dijo: “Fray Félix, ya no cargue más esa maleta de mercados que recoge para los pobres. Ya es tiempo de descansar”, y el santo le respondió: “Monseñor: el burro se hizo para llevar cargas. Mi cuerpo es un borriquillo y si lo dejo descansar le puede hacer daño al alma”.

Ya desde pequeño nunca se sentía ofendido cuando lo humillaban e insultaban. Cuando alguien lo insultaba u ofendía muy fuertemente le decía: “Que Dios te haga un santo. Pediré a Dios que te haga un buen santo”.

Ayunaba muchas veces a pan y agua. Trataba de ocultar los dones sobrenaturales que recibía del cielo, para que nadie los supiera, pero muchas veces mientras ayudaba a Misa se elevaba por los aires.

Eran tantas las veces que repetía la frase “Gracias a Dios”, que las gentes sencillas al verlo decían: allá viene el hermanito “Gracias a Dios”.

San Carlos Borromeo le pidió unos consejos para obtener que sus sacerdotes se hicieran más santos y le respondió: “Que cada sacerdote se preocupe por celebrar muy bien la Misa y por rezar muy devotamente los salmos que tiene que rezar cada día, el Oficio Divino”.

Al franciscano Padre Montalto que iba a ser nombrado Sumo Pontífice le dijo: “Si un día lo nombran Papa, esmérese por ser un verdadero santo, porque si no es así, sería mucho mejor que se quedara como sencillo fraile en un convento”. Montalto llegó a ser Papa Sixto V y siempre recordaba el consejo del humilde hermano Félix.

Desde pequeñito se sintió favorecido por la Santísima Virgen y le tuvo un cariño inmenso. Cuando pasaba por frente a las imágenes de Nuestra Señora le repetía aquello que a San Bernardo le agradaba tanto decirle: “Acuérdate que eres mi Madre”. Y le decía frecuentemente: “Yo soy siempre un pobre niño y los niños no pueden andar sin la ayuda de la madre. No me sueltes jamás de tus manos”.

Pocos minutos antes de morir se llenó de alegría y de emoción y exclamó: “Veo a mi Madre, la Virgen María, que viene rodeada de ángeles a llevarme”.

Murió el 18 de mayo de 1587 a los 72 años.

El Papa Sixto V decía que en su tiempo ya se habían obtenido 18 milagros por intercesión de Félix de Cantalicio.

En 1712, el Papa Inocencio XI lo declaró santo.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Juan_I_5_18.htm)

17 mayo, 2023

San Pascual Bailón, Patrono de los Congresos Eucarísticos

San Pascual Bailón - Parroquia de San Ildefonso - Basílica Menor -  Santuario de la Virgen de la Capilla

 

¡Oh!, San Pascual Bailón, vos, sois el hijo del Dios de la Vida
y su amado santo, a quien adorabais toda vuestra santa vida en
la Santa Eucaristía. “Pascual”, os llamaron por haber nacido el
día de Pascua y, por increíble que parezca, fuisteis humilde
pastor de ovejas,y terminasteis en la Orden Franciscana Menor.
Un día gritasteis con fuerza: “¡Ahí viene! ¡Allí está!” Y de
rodillas, caísteis porque visteis a Jesús, Dios y Señor Nuestro.
Descalzo andabais por caminos de piedras y de espinas llenos,
y por compañía, siempre vuestro devocionario. Fraile ya, vuestros
oficios, los más humildes: portero, cocinero, mandadero y
barrendero. Pero, vos, experto erais en amar a Jesús en la
Eucaristía. Un día, vos,le dijisteis a Nuestra Señora: “Señora:
no puedo ofreceros grandes cualidades, porque no las tengo,
pero os ofrezco mi danza campesina en vuestro honor”. Y, de
seguro, Ella, feliz debió sentirse al veros. “¡Oh, me perdí la
ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera
dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me
habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor”.
Respondíais así,dentro de vos, por haber perdido aquella
oportunidad de no hablar de Dios. El día de Pentecostés, poco
antes de morir, oísteis los sonidos de una campana y dijisteis:
“¿De qué se trata?”. Y, os dijeron: “Es que están en la
elevación en la Santa Misa”. “¡Ah que hermoso momento!”,
respondisteis emocionado al borde de las lágrimas. Y, luego,
voló, vuestra alma al cielo, para coronada ser con corona
de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Durante vuestro funeral, tenían vuestro ataúd descubierto, y
cuando elevaban la Santa Hostia en la Santa Misa, los
presentes muy admirados vieron que vos, abríais y cerrabais
por dos veces vuestros ojos. ¡Y, claro! ¡Hasta vuestro
cadáver adoraba a Cristo en la Santa Eucaristía! Y, así,
vuestros santos restos para su veneración, se quedaron por
tres días seguidos, porque la gente quería despediros más;
¡Santo Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración
¡Oh! San Pascual, “vivo Amor por Jesucristo, Dios y Señor Nuestro".

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________________


17 de Mayo
San Pascual Bailón
Religioso(año 1592)

Querido San Pascual: consíguenos del buen Dios un inmenso amor por la Sagrada Eucaristía, un fervor muy grande en nuestras frecuentes visitas al Santísimo y una grande estimación por la Santa Misa. Propagad la devoción a Jesús Sacramentado y veréis lo que son los milagros (S. J. Bosco).

Le pusieron por nombre Pascual, por haber nacido el día de Pascua (del año 1540). Nació en Torre Hermosa, Aragón, España. Es el patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. Desde los 7 años hasta los 24, por 17 años fue pastor de ovejas. Después por 28 será hermano religioso, franciscano.

Su más grande amor durante toda la vida fue la Sagrada Eucaristía. Decía el dueño de la finca en el cual trabajaba como pastor, que el mejor regalo que le podía ofrecer al niño Pascual era permitirle asistir algún día entre semana a la Santa Misa. Desde los campos donde cuidaba las ovejas de su amo, alcanzaba a ver la torre del pueblo y de vez en cuando se arrodillaba a adorar el Santísimo Sacramento, desde esas lejanías. En esos tiempos se acostumbraba que al elevar la Hostia el sacerdote en la Misa, se diera un toque de campanas. Cuando el pastorcito Pascual oía la campana, se arrodillaba allá en su campo, mirando hacia el templo y adoraba a Jesucristo presente en la Santa Hostia.

Un día otros pastores le oyeron gritar: “¡Ahí viene!, ¡allí está!”. Y cayó de rodillas. Después dijo que había visto a Jesús presente en la Santa Hostia. De niño siendo pastor, ya hacía sus mortificaciones. Por ej. la de andar descalzo por caminos llenos de piedras y espinas. Y cuando alguna de las ovejas se pasaba al potrero del vecino le pagaba al otro, con los escasos dineros que le pagaban de sueldo, el pasto que la oveja se había comido.

A los 24 años pidió ser admitido como hermano religioso entre los franciscanos. Al principio le negaron la aceptación por su poca instrucción, pues apenas había aprendido a leer. Y el único libro que leía era el devocionario, el cual llevaba siempre mientras pastoreaba sus ovejas y allí le encantaba leer especialmente las oraciones a Jesús Sacramentado y a la Sma. Virgen.

Como religioso franciscano sus oficios fueron siempre los más humildes: portero, cocinero, mandadero, barrendero. Pero su gran especialidad fue siempre un amor inmenso a Jesús en la Santa Hostia, en la Eucaristía. Durante el día, cualquier rato que tuviera libre lo empleaba para estarse en la capilla, de rodillas con los brazos en cruz adorando a Jesús Sacramentado. Por las noches pasaba horas y horas ante el Santísimo Sacramento. Cuando los demás se iban a dormir, él se quedaba rezando ante el altar. Y por la madrugada, varias horas antes de que los demás religiosos llegaran a la capilla a orar, ya estaba allí el hermano Pascual adorando a Nuestro Señor.

Ayudaba cada día el mayor número de misas que le era posible y trataba de demostrar de cuantas maneras le fuera posible su gran amor a Jesús y a María. Un día un humilde religioso se asomó por la ventana y vio a Pascual danzando ante un cuadro de la Sma. Virgen y diciéndole: “Señora: no puedo ofrecerte grandes cualidades, porque no las tengo, pero te ofrezco mi danza campesina en tu honor”. Pocos minutos después el religioso aquel se encontró con el santo y lo vio tan lleno de alegría en el rostro como nunca antes lo había visto así. Cuando los padres oyeron esto, unos se rieron, otros se pusieron muy serios, pero nadie comentó nada.

Pascual compuso varias oraciones muy hermosas al Santísimo Sacramento y el sabio Arzobispo San Luis de Rivera al leerlas exclamó admirado: “Estas almas sencillas sí que se ganan los mejores puestos en el cielo. Nuestras sabidurías humanas valen poco si se comparan con la sabiduría divina que Dios concede a los humildes”. Sus superiores lo enviaron a Francia a llevar un mensaje. Tenía que atravesar caminos llenos de protestantes.

Un día un hereje le preguntó: “¿Dónde está Dios?”. Y él respondió: “Dios está en el cielo”, y el otro se fue. Pero enseguida el santo fraile se puso a pensar: “¡Oh, me perdí la ocasión de haber muerto mártir por Nuestro Señor! Si le hubiera dicho que Dios está en la Santa Hostia en la Eucaristía me habrían matado y sería mártir. Pero no fui digno de ese honor”.

Llegado a Francia, descalzo, con una túnica vieja y remendada, lo rodeó un grupo de protestantes y lo desafiaron a que les probara que Jesús sí está en la Eucaristía. Y Pascual que no había hecho estudios y apenas si sabía leer y escribir, habló de tal manera bien de la presencia de Jesús en la Eucaristía, que los demás no fueron capaces de contestarle. Lo único que hicieron fue apedrearlo. Y él sintió lo que dice la S. Biblia que sintieron los apóstoles cuando los golpearon por declararse amigos de Jesús: “Una gran alegría por tener el honor de sufrir por proclamarse fiel seguidor de Jesús”.

Lo primero que hacía al llegar a algún pueblo era dirigirse al templo y allí se quedaba por un buen tiempo de rodillas adorando a Jesús Sacramentado. Hablaba poco, pero cuando se trataba de la Sagrada Eucaristía, entonces sí se sentía inspirado por el Espíritu Santo y hablaba muy hermosamente. Había recibido de Dios ese don especial: el de un inmenso amor por Jesús Sacramentado. Siempre estaba alegre, pero nunca se sentía tan contento como cuando ayudaba a Misa o cuando podía estarse un rato orando ante el Sagrario del altar.

Pascual nació en la Pascua de Pentecostés de 1540 y murió en la fiesta de Pentecostés de 1592, el 17 de mayo (la Iglesia celebra tres pascuas: Pascua de Navidad, Pascua de Resurrección y Pascua de Pentecostés. Pascua significa: paso de la esclavitud a la libertad). Y parece que el regalo de Pentecostés que el Espíritu Santo le concedió fue su inmenso y constante amor por Jesús en la Eucaristía. Cuando estaba moribundo, en aquel día de Pentecostés, oyó una campana y preguntó: “¿De qué se trata?”. “Es que están en la elevación en la Santa Misa”. “¡Ah que hermoso momento!”, y quedó muerto plácidamente.

Después durante su funeral, tenían el ataúd descubierto, y en el momento de la elevación de la Santa Hostia en la misa, los presentes vieron con admiración que abría y cerraba por dos veces sus ojos. Hasta su cadáver quería adorar a Cristo en la Eucaristía. Los que lo querían ver eran tantos, que su cadáver lo tuvieron expuesto a la veneración del público por tres días seguidos. Por 200 años muchísimas personas, al acercarse a la tumba de San Pascual oyeron unos misteriosos golpecitos.

Nadie supo explicar el porqué pero todos estaban convencidos de que eran señales de que este hombre tan sencillo fue un gran santo. Y los milagros que hizo después de su muerte, fueron tantos, que el Papa lo declaró santo en 1690. El Sumo Pontífice nombró a San Pascual Bailón Patrono de los Congresos Eucarísticos y de la Adoración Nocturna. 

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pascual_Bailón5_17.htm)

16 mayo, 2023

San Simón Stock, Recibió de la Santísima Virgen el Escapulario Carmelita

 Leamos la BIBLIA: San Simón Stock

16 de Mayo

 

San Simón Stock

Presbítero

Martirologio Romano: En Burdeos, en el territorio de Gascuña, Francia, san Simón Stock, presbítero, que, primero ermitaño en Inglaterra, ingresó después en la Orden de los Carmelitas, que guió admirablemente, siendo célebre por su devoción singular a la Virgen María. ( 1265)

San Simón Stock es uno de los personajes centrales de la historia de la Orden del Carmen, por dos títulos, sobre todo: a él se debe el cambio estructural de la Orden abandonando el eremitismo originario y entrando a formar parte de las ordenes mendicantes o de apostolado.

La tradición nos ha legado que él recibió de manos de María el Santo Escapulario del Carmen, tan difundido desde el siglo XVI entre el pueblo cristiano.

La primera noticia de San Simón Stosck es del dominico Gerardo de Frascheto, contemporáneo del Santo (+1271). No es claro si el "hermano Simón, Prior de la misma Orden (Carmelitana), varón religioso y veraz" sea San Simón Stock.

La segunda referencia en orden cronológico es un antiguo Catálogo de Santos de la Orden, del cual se conservan tres redacciones del siglo XIV. La más breve y, por lo mismo, más antigua, dice de él:

"El noveno fue San Simón de Inglaterra, sexto General de la Orden, el cual suplicaba todos los días a la gloriosísima Madre de Dios que diera alguna muestra de su protección a la Orden de los Carmelitas, que gozaban del singular título de la Virgen, diciendo con todo el fervor de su alma es tas palabras:

 

Flor del Carmelo
Viña floridal esplendor del cielo;
Virgen fecunda y singular;
oh Madre dulce
de varón no conocida;
a los carmelitas,
proteja tu nombre,
estrella del mar.


Según la tradición, se le apareció la Virgen rodeada de ángeles, el 16 de julio de 1251, y le mostró el santo Escapulario de la Orden diciéndole: "Este será el privilegio para ti y todos los carmelitas; quien muriere con él no padecerá el fuego eterno, es decir, el que con él muriere se salvará".


Otra redacción más extensa de este Santoral añade nuevos e interesantes datos sobre él; Su apellido STOCK, que parece se deba a que vivía en el tronco de un árbol. Su ingreso entre los carmelitas recién llegados a Inglaterra procedentes del Monte Carmelo. Su elección como Prior General y la aprobación de la Orden por el Papa Inocencio IV. Su don celestial de obrar ruidosos milagros. Fue autor de varias composiciones, entre ellas el Flos Carmelí y el Ave Stella Matutina.

Parece que mientras visitaba la Provincia de Vasconia, murió en Burdeos, el 16 de mayo de 1265, casi centenario de edad.

Se le tributa culto desde 1435.

Nunca ha sido canonizado formalmente, pero el Vaticano aprobó la celebración de la festividad carmelita.

Su fiesta se celebra el 16 de mayo.

(https://es.catholic.net/op/articulos/36062/simn-stock-santo.html#modal)

 

15 mayo, 2023

San Isidro Labrador, Patrono de los agricultores

 

¡Oh!, San Isidro Labrador; vos, sois el hijo del Dios
de la Vida, su amado santo y que, en el temor de Dios
de no ofenderlo jamás, fundasteis vuestra vida. El Santo
Oficio, era vuestra alegría total, pues orabais por
todas las gentes de vuestra época. Sensible con los más
desposeídos, siendo vos, uno más, nunca se os olvidó, ni
siquiera las avecillas del campo, que, recibían de vos,
su alimento. El Amor de Dios, no os abandonó jamás, y de
manera increíble, os favorecía de mil y una maneras, tanto
que, vuestros campos florecientes siempre estaban y aunque
envidia generabais, nunca Dios permitió que prosperase.
Y, tal como dijo Santiago: “Tened paciencia, hermanos,
como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso
de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía”.
Así, lo hicisteis, y recibisteis la gloria del cielo,
y aunque no sabíais leer, el Cielo y la tierra eran vuestros
libros. El historiador Gregorio de Argaiz, quien os dedicó
el gran libro: “La soledad y el campo, laureados por San
Isidro” dice de vos, así: “Fue vuestra misión, laurear el
campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del
verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El
campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su
inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero
fue un héroe”. Erais alegre, pero pobre. Vos, no cultivabais
vuestro prado, ni vuestra viña; cultivabais el campo de Juan
de Vargas, vuestro amo, a quien le preguntabais: “Señor amo,
¿adónde hay que ir mañana?” Y él, os señalaba el plan de cada
jornada. Cuando pasabais cerca de la Almudena o frente a la
ermita de Atocha, el corazón os latía con fuerza y, vuestro
rostro se os iluminaba y musitabais palabras mudas, con
vuestras lágrimas de oropel. Lo que ganabais lo distribuías
en tres partes: una para el templo, otra para los pobres
y otra para vuestra familia. Antes de partir hicisteis una
humilde confesión de vuestros pecados y recomendasteis amor
a Dios y caridad con el prójimo. Y así, voló vuestra alma
al cielo para coronada ser con corona de luz como justo premio
a vuestra entrega increíble de amor y fe. Cuando os sacaron
del sepulcro vuestro cadáver incorrupto estaba, como si
estuviera recién muerto. Santo Patrono de los agricultores;
¡oh!, San Isidro; “vivo labrador de los campos del Dios Vivo”.

© 2023 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_____________________________________________

15 de mayo
San Isidro Labrador, Patrono de los agricultores

Laico

Por: Jesús Martí Ballester | Fuente: Catholic.net

Martirologio Romano: En Madrid, capital de España, labrador, que juntamente con su mujer, santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y piadoso agricultor cristiano. († 1130)

Fecha de canonización: 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV.

Breve Biografía

Cuarenta años antes de que ocurriera, había escrito Cicerón: “De una tienda o de un taller nada noble puede salir”. Unos años después, en el año primero de la era cristiana, salió de un taller de carpintero el Hijo de Dios. Las mismas manos que crearon el sol y las estrellas y dibujaron las montañas y los mares bravíos, manejaban la sierra, el formón, la garlopa, el martillo y los clavos y trabajaban la madera. Desde entonces, ni la azada ni el arado ni la faena de regar y de escardar tendrían que avergonzarse ante la pluma ni ante el manejo de los medios modernos de comunicación, ni ante las coronas de los reyes. El patrón de aquella villa recién conquistada a los musulmanes, Madrid, hoy capital de España, no es un rey, ni un cardenal, ni un rey poderoso, ni un poeta ni un sabio, ni un jurista, ni un político famoso. El patrón es un obrero humilde, vestido de paño burdo, con gregüescos sucios de barro, con capa parda de capilla, con abarcas y escarpines y con callos en las manos. Es un labrador, San Isidro. Como el Padre de Jesús, cuyas palabras nos transmite San Juan en el evangelio 15,1: “Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador”.

Se postraron los reyes

Ante su sepulcro se postraron los reyes, los arquitectos le construyeron templos y los poetas le dedicaron sus versos. Lope de Vega, Calderón de la Barca, Burguillos, Espinel, Guillén de Castro, honraron a este trabajador madrileño. El historiador Gregorio de Argaiz le dedicó un gran libro: “La soledad y el campo, laureados por San Isidro”. Fue su misión, laurear el campo, frío, duro, ingrato, calcinado por los soles del verano y estremecido por los hielos de los inviernos. El campo quedó iluminado y fecundado por su paciencia, su inocencia y su trabajo. No hizo nada extraordinario, pero fue un héroe.

Fue un héroe que cumplió el “Ora et labora” benedictino. La oración era el descanso de las rudas faenas; y las faenas eran una oración. Labrando la tierra sudaba y su alma se iluminaba; los golpes de la azada, el chirriar de la carreta y la lluvia del trigo en la era, iban acompañados por el murmullo de la plegaria de alabanza y gratitud mientras rumiaba las palabras escuchadas en la iglesia. Acariciando la cruz, aprendió a empuñar la mancera. He ahí el misterio de su vida sencilla y alegre, como el canto de la alondra, revolando sobre los mansos bueyes y el vuelo de los mirlos audaces.

Tan pobre

Alegre y, sin embargo, tan pobre. Isidro no cultivaba su prado, ni su viña; cultivaba el campo de Juan de Vargas, ante quien cada noche se descubría para preguntarle: “Señor amo, ¿adónde hay que ir mañana?” Juan de Vargas le señalaba el plan de cada jornada: sembrar, barbechar, podar las vides, limpiar los sembrados, vendimiar, recoger la cosecha. Y al día siguiente, al alba, Isidro uncía los bueyes y marchaba hacia las colinas onduladas de Carabanchel, hacia las llanuras de Getafe, por las orillas del Manzanares o las umbrías del Jarama. Cuando pasaba cerca de la Almudena o frente a la ermita de Atocha, el corazón le latía con fuerza, su rostro se iluminaba y musitaba palabras de amor. Y las horas del tajo, sin impaciencias ni agobios, pero sin debilidades, esperando el fruto de la cosecha “Tened paciencia, hermanos, como el labrador que aguanta paciente el fruto valioso de la tierra, mientras recibe la lluvia temprana y tardía” Santiago 5, 7. Así, todo el trabajo duro y constante, ennoblecido con las claridades de la fe, con la frente bañada por el oro del cielo, con el alma envuelta en las caricias de la madre tierra.

No sabía leer

El Cielo y la tierra eran los libros de aquel trabajador animoso que no sabía leer. La tierra, con sus brisas puras, el murmullo de sus aguas claras, el gorjeo de los pájaros, el ventalle de sus alamedas y el arrullo de sus fuentes; la tierra, fertilizada por el sudor del labrador, y bendecida por Dios, se renueva año tras año en las hojas verdes de sus árboles, en la belleza silvestre de sus flores, en los estallidos de sus primaveras, en los crepúsculos de sus tardes otoñales, con el aroma de los prados recién segados. Isidro se quedaba quieto, silencioso, extático, con los ojos llenos de lágrimas, porque en aquellas bellezas divisaba el rostro Amado. Seguro que no sabia expresar lo que sentía, pero su llanto era la exclamación del contemplativo en la acción, con la jaculatoria del poeta místico Ramón Llull: “¡Oh bondad! ¡Oh amable y adorable y munificentísima bondad!”. O del mínimo y dulce Francisco de Asís, el Poverello: “Dios mío y mi todo”. “Loado seas mi Señor por todas las criaturas, por el sol, la luna y la tierra y el agua, que es casta, humilde y pura”. O también con el sublime poeta castellano como él: “¡Oh montes y espesuras – plantados por las manos del Amado – oh prado de verduras, de flores esmaltado – decid si por vosotros ha pasado!!!. “El que permanece en mí y yo en él ese da fruto abundante” Juan 15,5. Así, el día se le hacía corto y el trabajo ligero. Bajaban las sombras de las colinas. Colgaba el arado en el ubio, se envolvía en su capote y entraba en la villa, siguiendo la marcha cachazuda de la pareja de bueyes.

Una santa

Empezaba la vida de familia. A la puerta le esperaba su mujer con su sonrisa y su amor y su paz. María Toribia era también una santa, Santa María de la Cabeza. Un niño salía a ayudar a su padre a desuncir y conducir los bueyes al abrevadero. Era su hijo, que lo era doblemente, porque después de nacer, Isidro le libró de la muerte con la oración. Luego arregla los trastos, cuelga la aguijada, ata los animales, los llama por su nombre, los acaricia y les echa el pienso en el pesebre, pues, según la copla castellana: “Como amigo y jornalero, – pace el animal el yero, – primero que su señor; – que en casa del labrador, – quien sirve, come primero”. Hasta que llega María restregándose las manos con el delantal: “Pero ¿qué haces, Isidro, no tienes hambre? -le dice cariñosamente-. Ya en la mesa, la olla de verdura con tropiezos de vaca. Pobre cena pero sabrosa, condimentada con la conformidad y animada con la alegría, la paz y el amor. Y eso todos los días; dias incoloros pero ricos a los ojos de Dios. Sin saber cómo, Isidro se ha ido convirtiendo en santo. “Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; y cuanto emprende tiene buen fin” Salmo 1,1. “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante” Juan 15,6

Ya su aguijada tiene la virtud de abrir manantiales en la roca, porque: “Mucho puede hacer la oración intensa del justo…Elías volvió a orar, y el cielo derramó lluvia y la tierra produjo sus frutos” Santiago 5, 17. “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis y se realizará” Juan 15, 7. Ya puede Isidro rezar con tranquilidad entre los árboles aunque le observe su amo, porque los ángeles empuñan el arado. ¡Oh arado, oh esteva, oh aguijada de San Isidro, sois inmortales como la tizona del Cid, el báculo pastoral de San Isidoro y la corona del rey San Fernando!, exclama el poeta. Con la pluma de Santa Teresa habéis subido a los altares. Así es como la villa y corte, centro de España, tiene por patrón a un labrador inculto, sin discursos, ni escritos, ni hechos memorables, sólo con una vida escondida y vulgar de un aldeano, hombre de aquella pequeña villa que se llamaba Madrid, recién reconconquistada al Islam. En 1083 Alfonso VI había entrado por la cuesta de la Vega. El contraste es instructivo y proclama el estilo de Dios cuando nos regala sus santos. “Escondiste estos secretos a los sabios, y los revelaste a las gentes sencillas”. San Isidro labrador era un simple; reconocerlo es admirar los planes de Dios.

El diácono de san Andrés

Lo que sabemos de su vida se debe al diácono de San Andrés, que conoció a su paisano y sólo ocupa media docena de páginas. ¿Quién es capaz de extender más la descripción de un labriego sencillísimo que cruza por esta vida sin ninguna aventura externa y sin más complicación que la personalísima de ser santo a los ojos de Dios? Fue un hombre sencillo, su villa era pequeña. Madrid era rica en aguas y en bosques, con su docena de pequeñas parroquias, sus estrechas calles y en cuesta, su alcázar junto al río, su morería y sus murallas. Un puñado de familias cristianas, entre ellas, la de los Vargas, que era la más rica, alrededor de la parroquia de San Andrés, a cuyo servicio estaba Isidro. San Isidro nos ofrece todo un programa de vida sencilla, de honrada laboriosidad, de piedad infantil aunque madura, de caridad fraterna, ejemplo para esta sociedad compleja, y llena de mundo, de vida callejera, de codicia y de egoísmo, que lamenta hoy el zarpazo del terrorismo atroz y espera el nacimiento del nuevo Infante heredero. Ambos acontecimientos, tan dispares, laten en el corazón celeste de San Isidro, en su calidad de Patrón de Madrid que lo es, en cierto modo, de España.

(http://es.catholic.net/op/articulos/31936/isidro-labrador-santo.html)

14 mayo, 2023

Domingo 6(A) de Pascua

 EL EVANGELIO DEL DOMINGO: Unos discípulos torpes, miedosos y ambiciosos.  Domingo 25. Ciclo B

Texto del Evangelio (Jn 14,15-21):En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos; y yo pediré al Padre y os dará otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros. No os dejaré huérfanos: volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo ya no me verá, pero vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis. Aquel día comprenderéis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí y yo en vosotros. El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él».

___________________

«Yo le amaré y me manifestaré a él» P. Julio César RAMOS González SDB (Mendoza, Argentina)

Hoy, Jesús —como lo hizo entonces con sus discípulos— se despide, pues vuelve al Padre para ser glorificado. Parece ser que esto entristece a los discípulos, que aún le miran con la sola mirada física, humana, que cree, acepta y se aferra a lo que únicamente ve y toca. Esta sensación de los seguidores, que también se da hoy en muchos cristianos, le hace asegurar al Señor que «no os dejaré huérfanos» (Jn 14,18), pues Él pedirá al Padre que nos envíe «otro Paráclito» (Auxiliador, Intercesor: Jn 14,16), «el Espíritu de la verdad» (Jn 14,17); además, aunque el mundo no le vaya a “ver”, «vosotros sí me veréis, porque yo vivo y también vosotros viviréis» (Jn 14,19). Así, la confianza y la comprensión en estas palabras de Jesús suscitarán en el verdadero discípulo el amor, que se mostrará claramente en el “tener sus mandamientos” y “guardarlos” (cf. v. 21). Y más todavía: quien eso vive, será amado de igual forma por el Padre, y Él —el Hijo— a su discípulo fiel le amará y se le manifestará (cf. v. 21).

¡Cuántas palabras de aliento, confianza y promesa llegan a nosotros este Domingo! En medio de las preocupaciones cotidianas —donde nuestro corazón es abrumado por las sombras de la duda, de la desesperación y del cansancio por las cosas que parecen no tener solución o haber entrado en un camino sin salida— Jesús nos invita a sentirle siempre presente, a saber descubrir que está vivo y nos ama, y a la vez, al que da el paso firme de vivir sus mandamientos, le garantiza manifestársele en la plenitud de la vida nueva y resucitada.

Hoy, se nos manifiesta vivo y presente, en las enseñanzas de las Escrituras que escuchamos, y en la Eucaristía que recibiremos. —Que tu respuesta sea la de una vida nueva que se entrega en la vivencia de sus mandamientos, en particular el del amor.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «La vida verdadera y auténtica es el Padre, la fuente de la que, por mediación del Hijo, en el Espíritu Santo, manan sus dones para todos, y, por su benignidad, también a nosotros los hombres se nos han prometido verídicamente los bienes de la vida eterna» (San Cirilo de Jerusalén)
  • «Ser cristianos no significa principalmente adherirse a una cierta doctrina, sino más bien vincular la propia vida a la persona de Jesús. El Espíritu nos enseña la única cosa indispensable: amar como Dios ama» (Francisco)
  • «Lo que el Padre nos da cuando nuestra oración está unida a la de Jesús, es ‘otro Paráclito, para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la verdad’ (Jn 14,16-17). Esta novedad de la oración y de sus condiciones aparece en todo el Discurso de despedida. En el Espíritu Santo, la oración cristiana es comunión de amor con el Padre, no solamente por medio de Cristo, sino también en Él» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 2.615

(https://evangeli.net/evangelio/dia/2023-05-14)

13 mayo, 2023

Nuestra Señora de Fátima, Santa Madre del Redentor y Madre Nuestra

 

Virgen de Fátima: Oraciones para venerarla el 13 de mayo | RESPUESTAS | EL  COMERCIO PERÚ

 
La aparición de la Virgen de Fátima a tres pastorcitos y el Milagro del Sol  que deslumbró a 50 mil personas - Infobae
 
 

 ¡Oh! gloria de mayo 13, Vos, Santa Madre
de Nuestro Redentor aparecisteis a los
tres pastorcitos, pidiendo conversión
y arrepentimiento y cambio en nuestras
vidas. El Rosario Santo, rezando todos
los días en nuestras vidas, hasta el
final natural de ellas. Lucía, Francisco
y Jacinta, videntes de vuestra gloria,
hoy están junto a Vos, gozando de vuestra
presencia, porque supieron afrontar
las blasfemias, herejías y mentiras
para extinguir de la vida del hombre
vuestra santa presencia, que con más
fuerza, tomó cuerpo en todo el orbe
de la tierra, diciéndole a todos de
una vez por todas: arrepentíos y creed
en el evangelio y tornad vuestros ojos
hacia Cristo: camino, verdad y vida;
¡oh! Santa María de Fátima, "Verbum Dei".

© by Luis Ernesto Chacón Delgado

______________________________________

 
13  de Mayo 
NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA
 
Cada 13 de mayo la Iglesia celebra a Nuestra Señora de Fátima, una de las advocaciones marianas más extendidas y queridas en el mundo católico. Fue un 13 de mayo, pero de 1917, cuando la Madre de Dios se apareció por primera vez a tres humildes pastorcitos en Cova de Iría, Fátima (Portugal).
 
Un portento frente a nuestros ojos
 
“No tengáis miedo. No os haré daño”, dijo la Virgen María a Lucía, Jacinta y Francisco, los tres niños portugueses que, impactados por su presencia maravillosa, se llenaron de comprensible temor. Aquellos pequeños -como probablemente cualquiera en esta tierra- habían sido sobrepasados por lo que veían sus ojos, aquella “señora vestida de blanco, más brillante que el sol”.
 
Tras el impacto inicial, nuestra dulce Madre les reveló de dónde venía: había bajado del Cielo para ayudar a restituir el lazo que hay entre Dios y los hombres. A continuación pediría a los tres que volvieran a aquel mismo lugar el día 13 de cada mes, a la misma hora, por seis meses seguidos. Después preguntó:
 
“¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?".
Los pequeños respondieron que sí, por lo que la Virgen, con franqueza y ternura, les advirtió que sufrirían mucho porque los pecados de los hombres eran grandes. Sin embargo, también les consoló diciéndoles que la gracia de Dios estaría siempre a su lado, dándoles fuerza. De inmediato, la Señora abrió las manos y una fuerte luz cubrió a los niños, quienes cayeron de rodillas y empezaron a rezar diciendo: “Santísima Trinidad, yo te adoro. Dios mío, Dios mío, yo te amo en el Santísimo Sacramento”.
 
Orad por la paz
 
Antes de partir, la Virgen pediría: “Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la guerra”. Dicho esto se elevó hasta que no pudieron verla más.
La Madre portaba un mensaje de paz en días de horror para la humanidad: se desarrollaba la Primera Guerra Mundial y el comunismo empezaba a acechar al mundo como nunca antes.
 
En los siguientes meses, los niños acudieron a las citas con la Señora, tal y como ella había pedido. Lamentablemente, eso les valdría a los pastorcitos convertirse en blanco de burlas, calumnias, e incluso amenazas de cárcel -el mundo se resistía a creer y aceptar su testimonio-. Es cierto que muchos corazones fueron tocados en ese momento, pero también brotó mucha incomprensión.
 
Incontables gracias para el mundo
 
Meses después de ocurridas las apariciones, Francisco y Jacinta Marto -quienes eran hermanos- fallecieron víctimas de la enfermedad. Lucía Santos les sobreviviría y se convertiría en monja de clausura.
 
Con los años, la Iglesia reconocería el testimonio de los niños y la veracidad de las apariciones milagrosas de la Madre de Dios, mientras tanto la devoción a la Virgen de Fátima se iba expandiendo por el mundo como ninguna otra advocación mariana anterior.
 
Algunas décadas más tarde, el Papa San Juan Pablo II consagró Rusia -nación esclavizada por el comunismo, ideología contraria a Dios y al ser humano- al Inmaculado Corazón de María, en cumplimiento del pedido de la Madre de Dios.
 
Finalmente, el Papa Peregrino, en el año 2000, beatificaría a los videntes Jacinto y Francisca, en una ceremonia que contó con la presencia de Sor Lucía, la última sobreviviente de los tres videntes. La religiosa falleció sólo unos años más tarde, en 2005.
 
Algunos pedidos que la Virgen de Fátima hizo a los pastorcitos
 
En su Cuarta memoria, Sor Lucía Santos da cuenta de un pedido especial de la Virgen, hecho en la aparición del 13 de julio de 1917:
 
“Sacrificaos por los pecadores, y decid muchas veces, en especial cuando hagáis algún sacrificio: Oh Jesús, es por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María”.
 
Luego insistió: “Cuando recéis el rosario decid, al final de cada misterio: Oh Jesús mío, perdonadnos, libradnos del fuego del infierno, llevad al Cielo a todas las almas, especialmente las más necesitadas de vuestra misericordia”.
 
El 13 de mayo de 2017, el Papa Francisco viajó a la ciudad de Fátima con motivo del primer centenario de las Apariciones. Ese día el Papa canonizó a los pastorcitos Francisco y Jacinta Marto, quienes se convirtieron en los santos no mártires más jóvenes de la Iglesia.
 
El año pasado, 2022, se realizó una Peregrinación Internacional de Aniversario, con ocasión del 5º aniversario de la canonización de los hermanitos Marto.¡Jacinta y Francisco, intercedan por la Iglesia!
¡Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros!
 
 (https://www.aciprensa.com/noticias/video-hoy-celebramos-a-la-virgen-de-fatima-55039)