04 junio, 2024

San Francisco Caracciolo, a quien Dios curó de una terrible enfermedad

 

 

 

¡Oh!, San Francisco Caracciolo, vos, sois el hijo del Dios de la
Vida y su amado santo, pero en la flor de vuestra vida, un mal
contrajisteis, que lepra parecía y creían todos, que incurable
sería. A Dios le dijisteis así con gran fervor, entonces:
“Si me curas de esta enfermedad, Dedicaré mi vida al
sacerdocio y al apostolado”. Y, Dios, os escuchó
y curado quedasteis de vuestro mal y vuestra promesa
cumplisteis dedicándoos a prepararos para el sacerdocio
santo y ejerciéndolo ya, la comunidad de “Clérigos
regulares” fundasteis.  Vuestros religiosos y vos,
os dedicaban a predicar misiones por pueblos, campiñas,
cárceles y hospitales. Vuestros pobres amados, os
esperaban, porque siempre algo teníais para regalarles,
limosnas incluidas. Vuestro corazón, comprensible
y de amor lleno para con los pecadores, así estaba en
el confesionario. Vuestros sermones recordaban siempre
la misericordia de Dios, por nosotros, los pecadores
y, quizás por ello, os llamaban “El predicador del Amor
de Dios” y claro, jamás dejasteis la devoción a Nuestra
Señora, y cuando os llegaba la muerte, os dedicasteis
a la oración y a la meditación en un cuartucho debajo
de las  escaleras donde en pleno éxtasis y con los
brazos en cruz dijisteis: “Vayamos jubilosos, vayamos
jubilosos a la Patria Celestial. Al cielo para siempre”.
Y, así, partisteis a la gloriosa eternidad, para recibir
corona de luz, como premio a vuestra entrega de amor y fe;
¡oh!, San Francisco Caracciolo, “viva luz del Dios de la Vida y del Amor".


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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4 de junio

San Francisco Caracciolo
Fundador
Año 1608

Señor: que también nosotros, después de una vida dedicada a tu santo servicio, vayamos un día a acompañarte en tu Patria feliz del cielo, para siempre. Amén.

El que quiera ser el primero que se haga el servidor de todos (Jesucristo).

Este santo nació en los Abruzos (Italia) en 1536 y como era de familia rica había dispuesto dedicarse al comercio y a la política. Le agradaban fuertemente el deporte y las fiestas.  Pero a los 21 años le dio una enfermedad tan terrible a la piel, que parecía lepra, y todos creían que sería incurable. Entonces Francisco le hizo a Dios esta promesa: “Si me curas de esta enfermedad, dedicaré mi vida al sacerdocio y al apostolado”. Y cuando menos se lo esperaba quedó curado de su enfermedad, de una manera tan admirable que muchos consideraron esta curación como un verdadero milagro.

Entonces nuestro joven cumplió su promesa y se dedicó a prepararse al sacerdocio. Se fue a Nápoles, y allá, apenas ordenado de sacerdote se unió a un grupo de apostolado que se dedicaba a atender a los presos de las cárceles. Este trabajo le iba a ser muy útil para cuando más tarde fundara su Comunidad religiosa.

En el año 1588 un gran apóstol llamado Juan Adorno, dispuso fundar una comunidad religiosa que dedicara la mitad del tiempo a la oración y la otra mitad al apostolado y para esto mandó una carta a un tal Ascanio Caracciolo, pidiéndole consejos acerca de este proyecto y proponiéndole que le colaborara. Y sucedió que los que llevaban la carta se equivocaron de destinatario y en vez de entregarla a Ascanio la entrega fue a nuestro santo. Y él al leerla encontró que esta comunidad era lo que él había deseado por muchos años y se fue donde Juan Adorno y entre los dos fundaron la nueva congregación.

Juan y Francisco hicieron un Retiro Espiritual de 40 días en un monasterio de camaldulenses, en perfecto silencio y dedicados totalmente a la oración, después de ayunar y rezar y meditar mucho, y de haber pedido insistentemente al Espíritu Santo que los iluminara, redactaron los Reglamentos de la Nueva Congregación.

La nueva comunidad recibió el nombre de “Clérigos regulares” y su reglamento tenía detalles como los siguientes:

1º. Cada día alguno de los religiosos hará ayuno (por que Jesús dijo: “Ciertos espíritus malos no se alejan sino con la oración y el ayuno”).

2º. Todo lo religioso pasará cada día al menos una hora en el templo en oración ante el Santísimo Sacramento. 3º. Los religiosos prometerán no aspirar a cargos importantes ni a altos puestos.

Los dos fundadores se fueron a Roma y el Papa Sixto V aprobó la nueva Congregación, y les fue concedida una casa junto a la famosa Basílica Santa María la Mayor y pronto empezaron a llegarles muchos jóvenes con la aspiración de pertenecer a la comunidad recién fundada. Los fervorosos religiosos se dedicaban a predicar misiones por pueblos y veredas y a hacer apostolados en las cárceles y hospitales. Tenían ciertos sitios apartados y solitarios para retirarse de vez en cuando a dedicarse a la oración y a la meditación.

Al morir su compañero, fue nombrado nuestro santo como superior general de la Congregación, pero él se sentía totalmente indigno y firmaba así sus cartas: “Francisco el pecador”. Aunque había sido nombrado Superior General, sin embargo Francisco seguía haciendo su turno semanal para barrer las habitaciones, tender las camas de los huéspedes, y lavar la loza en la cocina, como todos los demás.

Las pocas horas que concedía al sueño las pasaba sobre una mesa, o en las gradas del altar. Sus amados pobres sabía que siempre tenía algo para regalarles, y muchas veces tuvo que salir por las calles de la ciudad a pedir limosnas para regalarles a los necesitados. En pleno invierno se quitaba su propio abrigo y lo regalaba a los más pobres. 

Los pecadores sabían que en el confesionario los estaba esperando todos los días con un corazón inmensamente comprensivo. Los envidiosos le inventaron horribles calumnias, y él callaba humildemente, dejando a Dios que se encargara de su defensa. Muchos le demostraban desprecio y otros se oponían agriamente a sus labores apostólicas, pero el santo lo soportaba todo con gran mansedumbre y paciencia. Nadie le escuchaba jamás una queja contra los que lo hacían sufrir.

Sus sermones trataban casi siempre acerca de la gran misericordia que Dios tiene para con nosotros los pecadores. Tanto que la gente lo llamaba “El predicador del Amor de Dios”. Y no se cansaba de propagar en sus sermones la devoción a la Sma. Virgen. De vez en cuando con la señal de la cruz devolvía la salud a los enfermos. La gente se arrodillaba al verlo pasar por las calles.

Fundó una gran casa religiosa en Nápoles, que pronto se llenó de nuevos religiosos de su congregación. Fundó también casas en Madrid, Valladolid y Alcalá en España. En 1607 renunció a todos sus cargos y se dedicó a la oración y a la meditación, como preparándose para la muerte. Escogió como habitación un cuartucho debajo de una escalera en la casa religiosa de Nápoles, y allí varias veces lo encontraron en el suelo, con los brazos en cruz, en éxtasis, orando mirando al crucifijo y sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

El Sumo Pontífice le ofreció varias veces nombrarlo obispo, pero el santo que había hecho juramento de no aspirar a altos puestos, no quiso aceptar. Se sentía indigno. En el año 1608 se fue hacia el santuario de la Sma. Virgen de Loreto y allá le permitieron pasar la noche orando ante la imagen de Nuestra Señora, y en una visión sintió que su antiguo compañero Juan Adorno le decía: “Pronto nos encontraremos de nuevo en la eternidad”. Al día siguiente amaneció con alta fiebre. Recibió los últimos sacramentos y después de comulgar por viático empezó a decir: “Vayamos jubilosos, vayamos jubilosos”. Uno de los presentes le preguntó: – Vayamos jubilosos, ¿a dónde Padre Francisco?” y él respondió: “A la Patria Celestial. Al cielo. Al cielo para siempre”. Y tan pronto terminó de decir estas palabras le fue concedido su deseo y murió en santa paz, pasando a la eternidad a recibir el premio de sus muchas buenas obras. Era el 4 de junio del año 1608. Tenía apenas 44 años. Su cuerpo, después de muerte despedía suaves fragancias que por tres días llenaron aquel recinto.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Francisco_caracciolo_6_4.htm)

03 junio, 2024

San Carlos Lwanga y compañeros mártires de Uganda

 

 Carlos Lwanga y compañeros mártires - Hogar de la Madre

¡Oh!, San Carlos Luanga y Mártires compañeros
de Uganda, vosotros sois los hijos del Dios de la Vida,
sus mártires y, sus amados santos, que, instruidos
en la verdad de los evangelios santos y el temor
de Dios, os convertisteis en ejemplo vivo y real,
y además gérmen de la fe y cristiandad del África
y del mundo, sobre todo de los jóvenes del tiempo
vuestro y del nuestro, porque, con la donación de
vuestra vida defendisteis el templo del Espíritu Santo,
y con vuestros santos cuerpos, os negasteis a que,
mancillados fueran por aquél tirano y depravado
reyezuelo llamado Muanga. El mismo los volvió
a reunir y os preguntó: “¿Siguen decididos a seguir
siendo cristianos?”. Y vosotros con valor respondisteis
a viva voz y en en coro: “¡Cristianos hasta la muerte!”.
El infame rey, montó en ira y, fuera de sí, os mandó
mataros envolviéndoos en esteras de juncos secos,
y un inmenso montón de leña seca, colocándoos allí
y prendiéndoos rabioso fuego y, de entre las llamas
vuestras voces surgían clamando a Cristo y cantaban
a Dios, hasta vuestro último aliento de vuestras vidas.
Y, así, el malvado pudo sí, con vuestros cuerpos, pero,
jamás nunca, con las almas vuestras, que felices se
tornaron hacia la Casa del Padre, quien os la dio
y a donde fuisteis todos gozosos, para ser coronados
de luz, como premio, a vuestra entrega de amor y fe;
El depravado reyezuelo, "gozando está" del fuego eterno.
¡oh!, San Carlos Luanga “Viva gloria del Dios de la Vida”.


© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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3 de Junio
San Carlos Luanga y los Mártires de Uganda
Año 1886

Santos mártires de Uganda

Os encomendamos a los jóvenes de nuestro tiempo para que sepan defender valientemente su pureza contra todos los corruptores, y para que nunca jamás se dejen robar por nadie su fe católica.

Uganda es un país del Africa. Los padres Blancos del Cardenal Lavigerie empezaron a misionar ese país y pronto hubo muchos negros convertidos al catolicismo y esta religión les transformó muy notablemente su modo de pensar y obrar.

Y sucedió que el jefe de esa nación, llamado Muanga, tenía el vicio de la homosexualidad. Y cuando el jefe del personal de mensajeros del palacio José Makasa, se convirtió al catolicismo le hizo saber al jefe que la Biblia condena y prohibe totalmente la homosexualidad y que la llama una “aberración”, o sea algo abominable, que va contra la Ley Divina y que es totalmente impropio de la persona humana. Y que el Libro Sagrado dice que “la homosexualidad es un pecado merecedor de la muerte” ( Levítico 18 ) y “algo que va contra la naturaleza (Rom. 1,26) y que los que lo cometen no poseerán el Reino de Dios (1 Cor. 6,10). Esto indignó tanto al reyezuelo, que ordenó asesinar a José Makasa el 15 de noviembre de 1885, y así este llegó a ser el primero de los 26 mártires de Uganda. (Ahora se llama San José Makasa). Otra de las causas del asesinato de José fue haber reprendido al rey por el asesinato del dos misioneros.

Al saber esta terrible noticia, los demás católicos que trabajaban en el palacio real como mensajeros o empleados, en vez de acobardarse, se animaron más fuertemente a preferir morir antes que ofender a Dios.

La segunda víctima fue un pequeño mensajero llamado Denis. El jefe Muanga quiso irrespetar a un jovencito llamado Muafa, pero este le dijo que su cuerpo era un templo del Espíritu Santo, y que él se haría respetar costara lo que costara. Averiguó el rey quién le había enseñado al niño estas doctrinas y le dijeron que era otro de los mensajeros, Denis, ¡y le dio muerte! Así este jovencito llegó a ser el segundo mártir San Denis. (Antes de darle muerte, el rey le preguntó: “¿eres cristiano?” y el niño respondió: “Sí, soy cristiano y lo seré hasta la muerte”).

Mientras tanto allá en un salón del palacio, el nuevo jefe de los mensajeros, Carlos Luanga (que había reemplazado a San José Makasa) reunía a todos los jóvenes y les recordaba lo que enseña San Pablo en la S. Biblia, que “los que cometen el pecado de homosexualidad tendrán un castigo inevitable por su extravío” ( Rom. 1,18 ) y les recordaba que “homosexualidad es la tendencia a cometer acciones impuras con personas del propio sexo”, y que eso no es amor de caridad que busca el bien de la otra persona, sino que es un “amor de concupiscencia” por el afecto que se siente hacia personas bien parecidas del propio sexo, y que lo que busca es satisfacer sus propios apetitos e inclinaciones anormales hacia las cualidades físicas del otro. Y les narraba cómo las ciudades de Sodoma y Gomorra fueron destruidas por una lluvia de fuego por cometer ese pecado, y cómo la Biblia anuncia tremendos castigos para los que lo cometen. Carlos terminaba sus charlas recordando aquellas palabras de Jesús: “Al que se declare a mí favor aquí, yo me declararé a su favor en el cielo”.

Con estas instrucciones de Carlos Luanga, ya todos los jovencitos mensajeros y empleados del palacio real de Uganda quedaron resueltos a perder su vida antes que renunciar a las creencias católicas o perder la pureza de su alma con un pecado de homosexualidad. Y ahora iba a llegar el desenlace fatal y sangriento.

El reyezuelo tenía como primer ministro al terrible brujo Katikiro, el cual estaba disgustadísimo porque los que se volvían cristianos católicos, ya no se dejaban engañar por sus brujerías. Y entonces se propuso convencer al rey de que debía hacer morir a todos los que se declararon cristianos.

El cruel Muanga reunió a todos sus mensajeros y empleados y les dijo: “De hoy en adelante queda totalmente prohibido ser cristiano, aquí en mi reino. Los que dejen de rezar al Dios se los cristianos, y dejen de practicar esa religión, quedarán libres. Los que quieran seguir siendo cristianos irán a la cárcel y a la muerte”. Y luego les dio una orden mortal: – Los que quieran seguir siendo cristianos darán un paso hacia adelante”.

Inmediatamente Carlos Luanga, jefe de todos los empleados y mensajeros del palacio, dio el paso hacia adelante. Lo siguió el más pequeño de los mensajeros, que se llamaba Kisito. Y enseguida 22 jóvenes más dieron el paso decisivo. Inmediatamente entre golpes y humillaciones fueron llevados todos a prisión.

El Padre misionero no había alcanzado a bautizar a algunos de ellos, y entonces estos jóvenes valientes viendo que su muerte estaba ya muy próxima pidieron a Carlos que los bautizara. Y allí en la oscuridad de la prisión Carlos Luanga bautizó a los que aún no estaban bautizados, y se prepararon todos para su paso a la eternidad feliz, que ya estaba muy cerca.

El reyezuelo los volvió a reunir y les preguntó: “¿Siguen decididos a seguir siendo cristianos?”. Y ellos respondieron a coro: “Cristianos hasta la muerte”. Entonces por orden del cruel ministro Katikiro fueron llevados prisioneros a 60 kilómetros de distancia por el camino, y allí mismo fueron asesinados por los guardias.

Después de haberlos tenido siete días en prisión en esas lejanías, en medio de los más atroces sufrimientos, mientras reunían la leña para el holocaustos el 3 de junio del año 1886, día de la Ascensión, los envolvieron en esteras de juncos muy secos, y haciendo un inmenso montón de leña seca los colocaron allí y les prendieron fuego. Entre las llamas salían sus voces aclamando a Cristo y cantando a Dios, hasta el último aliento de su vida.

Por el camino se llevaron los verdugos a dos mártires más, ya mayores de edad. El uno por haber convertido y bautizado a unos niños (San Matías Kurumba) y el otro por haber logrado que su esposa se hiciera cristiana (San Andrés Kawa). Ellos se unieron a los otros mártires (de los cuales 17 eran jóvenes mensajeros) y en total murieron en aquel año 26 mártires católicos por defender su fe y su castidad.

El cruel Katikiro fue fusilado y echado a los perros unos años después en una revolución. El reyezuelo Muanga fue derrotado por sus enemigos y desterrado a terminar sus años en una isla solitaria. Y los 26 mártires de Uganda, con Carlos Luanga a la cabeza, fueron declarados santos por el Papa Pablo VI, y ahora en Uganda hay un millón de católicos: “La sangre de los mártires, produce nuevos cristianos”.

(http://www.ewtn.com/SPANISH/Saints/Carlos%20Luanga_6_3.htm)

02 junio, 2024

Solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo (B)

 Jueves Santo: La última noche - Revista Vive

Texto del Evangelio (Mc 14,12-16.22-26): El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?». Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: ‘El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?’. Él os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros». Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.


Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, éste es mi cuerpo». Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba de nuevo en el Reino de Dios».

Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
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«Éste es mi cuerpo. Ésta es mi sangre»

Mons. José Ángel SAIZ Meneses, Arzobispo de Sevilla (Sevilla, España)

Hoy, celebramos solemnemente la presencia eucarística de Cristo entre nosotros, el “don por excelencia”: «Éste es mi cuerpo (...). Ésta es mi sangre» (Mc 14,22.24). Dispongámonos a suscitar en nuestra alma el “asombro eucarístico” (San Juan Pablo II).

El pueblo judío en su cena pascual conmemoraba la historia de la salvación, las maravillas de Dios para con su pueblo, especialmente la liberación de la esclavitud de Egipto. En esta conmemoración, cada familia comía el cordero pascual. Jesucristo se convierte en el nuevo y definitivo cordero pascual sacrificado en la cruz y comido en Pan Eucarístico.

La Eucaristía es sacrificio: es el sacrificio del cuerpo inmolado de Cristo y de su sangre derramada por todos nosotros. En la Última Cena esto se anticipó. A lo largo de la historia se irá actualizando en cada Eucaristía. En Ella tenemos el alimento: es el nuevo alimento que da vida y fuerza al cristiano mientras camina hacia el Padre.

La Eucaristía es presencia de Cristo entre nosotros. Cristo resucitado y glorioso permanece entre nosotros de una manera misteriosa, pero real en la Eucaristía. Esta presencia implica una actitud de adoración por nuestra parte y una actitud de comunión personal con Él. La presencia eucarística nos garantiza que Él permanece entre nosotros y opera la obra de la salvación.

La Eucaristía es misterio de fe. Es el centro y la clave de la vida de la Iglesia. Es la fuente y raíz de la existencia cristiana. Sin vivencia eucarística la fe cristiana se reduciría a una filosofía.

Jesús nos da el mandamiento del amor de caridad en la institución de la Eucaristía. No se trata de la última recomendación del amigo que marcha lejos o del padre que ve cercana la muerte. Es la afirmación del dinamismo que Él pone en nosotros. Por el Bautismo comenzamos una vida nueva, que es alimentada por la Eucaristía. El dinamismo de esta vida lleva a amar a los otros, y es un dinamismo en crecimiento hasta dar la vida: en esto notarán que somos cristianos.

Cristo nos ama porque recibe la vida del Padre. Nosotros amaremos recibiendo del Padre la vida, especialmente a través del alimento eucarístico.

Pensamientos para el Evangelio de hoy

  • «Cristo instituyó este sacramento como el memorial perenne de su pasión, siendo la más maravillosa de sus obras. Y lo dejó a los suyos como singular consuelo en las tristezas de su ausencia» (Santo Tomás de Aquino)

  • «La Eucaristía es verdaderamente un resquicio del cielo que se abre sobre la tierra. Es un rayo de gloria de la Jerusalén Celestial que penetra en las nubes de nuestra historia y proyecta luz sobre nuestro camino» (San Juan Pablo II)

  • «Cristo, que pasó de este mundo al Padre, nos da en la Eucaristía la prenda de la gloria que tendremos junto a Él: la participación en el Santo Sacrificio nos identifica con su Corazón, sostiene nuestras fuerzas a lo largo del peregrinar de esta vida, nos hace desear la Vida eterna y nos une ya desde ahora a la Iglesia del cielo, a la Santa Virgen María y a todos los santos» (Catecismo de la Iglesia Católica, nº 1.419)

     (https://evangeli.net/evangelio/dia/2024-06-02)

01 junio, 2024

San Justino, Padre de la Iglesia Mártir

 

¡Oh! San Justino, vos, sois el hijo del Dios de la Vida,
y su amado santo que, siendo laico, el primer apologista
fuisteis que, con vuestra pluma defendisteis las verdades
del cristianismo. Un anciano os dijo: “Si deseáis saber
mucho acerca de Dios, os recomiendo estudiar la religión
cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente
y de manera que, el alma queda plenamente satisfecha,
además, leed la Sagrada Biblia”. Y, vos, así lo hicisteis
y encontrasteis lo que vuestra alma tantas veces andaba
buscando. Y, fruto de aquella lectura, surgió “Apologías”
que ensalzaba al único Dios Trino y Verdadero. Países, pueblos
y ciudades recorristeis, y, si en vuestro camino, se os cruzaban
paganos, herejes y judíos, con todos ellos discutíais y los
convencíais, y, dentro de ellos a Crescencio “el cínico”.
En vuestra vívida y valerosa defensa del cristianismo, vos,
les preguntabais a los gobernantes de aquél tiempo: «¿Por
qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Por qué son ateos?«
Y, escribisteis: «¡No lo son! ¡Creen en el Dios verdadero!«
«¿Por qué son inmorales?» Y, escribisteis: «¡No! Los cristianos
observan mejor comportamiento que los de otras religiones.
¿Por qué, son un peligro para el gobierno?» Y Vos, escribisteis
«¡Nada de eso! Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos
del mundo. ¿Por qué practican ceremonias indebidas?» Y vos,
describís cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía,
y de esa manera demostrasteis que el ceremonial cristiano
es de los más santos que existen. Y, a aquellos impíos no les quedó
más camino que entregaros al alcalde de Roma, quien pudo
oíros, y luego de largo diálogo, de vuestros propios labios,
surgió vuestra fulminante respuesta: “Nada más honroso
para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos,
que, ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor
que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo”. Y, vos, con cinco
valerosos hombres y una mujer virtuosa, fuisteis azotados vil
y cruelmente, para luego cortaros la cabeza. Y, así, plena
de gozo vuestra alma, voló al cielo, conjuntamente con
la de vuestros compañeros para, coronada ser, con justicia
con corona de luz y eternidad, como justo premio a vuestra
entrega increíble de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!¡Aleluya!
“Santísimo Patrono de los Filósofos del orbe de la tierra”;
¡oh!, San Justino, “viva apología del Dios Vivo y del Amor”.

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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1 de Junio
San Justino Mártir
Año 165

No fue sacerdote, sino simplemente un laico, y fue el primer apologista cristiano. Se llama apologista al que escribe en defensa de algo. Y Justino escribió varias apologías o defensas del cristianismo. Sus escritos ofrecen detalles muy interesantes para saber cómo era la vida de los cristianos antes del año 200 y cómo celebraban sus ceremonias religiosas.

El mismo Justino cuenta que él era un Samaritano, porque nació en la antigua ciudad de Siquem, capital de Samaria (ciudad que en su tiempo se llamaba Naplus). Sus padres eran paganos, de origen griego, y le dieron una excelente educación, instruyéndolo lo mejor posible en filosofía, literatura e historia.

Durante algún tiempo se dedicó a estudiar la ciencia que enseñaban los que seguían la corriente llamada “estoicismo”, pero luego dejó esa religión porque se dio cuenta de que no le enseñaban nada seguro acerca de Dios.

Un día que paseaba junto al mar, meditando acerca de Dios, vio que se le acercaba un venerable anciano, el cual le dijo: – Si quiere saber mucho acerca de Dios, le recomiendo estudiar la religión cristiana, porque es la única que habla de Dios debidamente y de manera que el alma queda plenamente satisfecha. El anciano le recomendó que le pidiera mucho a Dios la gracia de lograr saber más acerca de El, y le recomendó la lectura de la S. Biblia.

Justino se dedicó a leer la S. Biblia y allí encontró maravillosas enseñanzas que antes no había logrado encontrar en ningún otro libro. Tenía unos treinta años cuando se convirtió, y en adelante el estudio de la Sagrada Escritura fue para él lo más provechoso de toda su existencia.

El santo cuenta que cuando todavía no era cristiano, había algo que lo conmovía profundamente y era ver el valor inmenso con el cual los mártires preferían los más atroces martirios, con tal de no renegar de su fe en Cristo, y que esto lo hacia pensar: “Estos no deben ser criminales porque mueren muy santamente y Cristo en el cual tanto creen, debe ser un ser muy importante, porque ningún tormento les hace dejar de creer en El”.

Los paganos conocían poco del cristianismo porque había pocos escritos que defendieran nuestra santa religión. Y Justino se convenció de que muchos paganos llegarían a ser cristianos si leían un libro donde se les comprobara filosóficamente que el cristianismo es la religión más santa de la tierra. Y se convenció de que es una grave obligación de los que están convencidos de la santidad de nuestra religión, tratar de animar a otros para que lleguen también a pertenecer al cristianismo. A él le llamaban la atención aquellas palabras del Libro del Eclesiástico en la S. Biblia: “Tener sabiduría y guardársela para uno mismo sin comunicarla a los demás, es una infidelidad y una inutilidad”. Por eso se propuso recoger todas las pruebas que pudo y publicar sus “Apologías” en favor de la religión de Jesucristo.

Ataviado con las vestimentas características de los filósofos, Justino recorrió varios países y muchas ciudades, discutiendo con los paganos, con los herejes y los judíos, tratando de convencerlos de que el cristianismo es la religión verdadera y la mejor de todas las religiones.

En Roma tuvo Justino una gran discusión filosófica con un filósofo cínico llamado Crescencio, en la cual le logró demostrar que las enseñanzas de los cínicos (que no respetan las leyes morales) son de mala fe y demuestran mucha ignorancia en lo religioso. Crescencio, lleno de odio al sentirse derrotado por los argumentos de Justino, dispuso acusarlo de cristiano, ante el alcalde de la ciudad. Había una ley que prohibía declararse públicamente como seguidor de Cristo. Y además en el gobierno había ciertos descontentos porque Justino había dirigido sus “Apologías” al emperador Antonino Pío y a su hijo Marco Aurelio, exigiéndoles que si en verdad querían ser piadosos y ser justos tenían que respetar a la religión cristiana que es mejor que las demás.

En sus famosos libros de Apologías (o defensa del cristianismo) nuestro santo les decía a los gobernantes de ese tiempo: ¿Por qué persiguen a los seguidores de Cristo? ¿Porque son ateos? No lo son. Creen en el Dios verdadero. ¿Porque son inmorales? No. Los cristianos observan mejor comportamiento que los de otras religiones. ¿Porque son un peligro para el gobierno? Nada de eso. Los cristianos son los ciudadanos más pacíficos del mundo. ¿Porque practican ceremonias indebidas? Y les describe enseguida cómo es el bautismo y cómo se celebra la Eucaristía, y de esa manera les demuestra que las ceremonias de los cristianos son las más santas que existen.

Las actas que se conservan acerca del martirio de Justino son uno de los documentos más impresionantes que se conservan de la antigüedad. Justino es llevado ante el alcalde de Roma, y empieza entre los dos un diálogo emocionante:

Alcalde. ¿Cuál es su especialidad? ¿En qué se ha especializado?
– Justino. Durante mis primeros treinta años me dediqué a estudiar filosofía, historia y literatura. Pero cuando conocí la doctrina de Jesucristo me dediqué por completo a tratar de convencer a otros de que el cristianismo es la mejor religión.
Alcalde. – Loco debe de estar para seguir semejante religión, siendo Ud. tan sabio.
Justino. – Ignorante fui cuando no conocía esta santa religión. Pero el cristianismo me ha proporcionado la verdad que no había encontrado en ninguna otra religión.
Alcalde. ¿Y qué es lo que enseña esa religión?
Justino. – La religión cristiana enseña que hay uno solo Dios y Padre de todos nosotros, que ha creado los cielos y la tierra y todo lo que existe. Y que su Hijo Jesucristo, Dios como el Padre, se ha hecho hombre por salvarnos a todos. Nuestra religión enseña que Dios está en todas partes observando a los buenos y a los malos y que pagará a cada uno según haya sido su conducta.
Alcalde. – ¿Y Usted persiste en declarar públicamente que es cristiano?
Justino. – Sí declaro públicamente que soy un seguidor de Jesucristo y quiero serlo hasta la muerte.
El alcalde pregunta luego a los amigos de Justino si ellos también se declaran cristianos y todos proclaman que sí, que prefieren morir antes que dejar de ser amigos de Cristo.
Alcalde. – Y si yo lo mando torturar y ordeno que le corten la cabeza, Ud. que es tan elocuente y tan instruido ¿cree que se irá al cielo?
Justino. – No solamente lo creo, sino que estoy totalmente seguro de que si muero por Cristo y cumplo sus mandamientos tendré la Vida Eterna y gozaré para siempre en el cielo.
Alcalde. – Por última vez le mando: acérquese y ofrezca incienso a los dioses. Y si no lo hace lo mandaré a torturar atrozmente y haré que le corten la cabeza.
Justino. – Ningún cristiano que sea prudente va a cometer el tremendo error de dejar su santa religión por quemar incienso a falsos dioses. Nada más honroso para mí y para mis compañeros, y nada que más deseemos, que ofrecer nuestra vida en sacrificio por proclamar el amor que sentimos por Nuestro Señor Jesucristo.

Los otros cristianos gritaron que ellos estaban totalmente de acuerdo con lo que Justino acababa de decir.
Justino y sus compañeros, cinco hombres y una mujer, fueron azotados cruelmente, y luego les cortaron la cabeza.

Y el antiquísimo documento termina con estas palabras: “Algunos fieles recogieron en secreto los cadáveres de los siete mártires, y les dieron sepultura, y se alegraron que les hubiera concedido tanto valor, Nuestro Señor Jesucristo a quien sea dada la gloria por los siglos de los siglos. Amen”.

(http://www.ewtn.com/spanish/saints/Justino_6_1.htm)

31 mayo, 2024

Fiesta de la Visitación de Santa María a su prima Santa Isabel

 

 

31 de Mayo
Fiesta de la Visitacion de Maria a su prima Santa Isabel
 
Cada 31 de mayo la Iglesia celebra la fiesta de la “Visitación de la Virgen María” a Santa Isabel, su prima, quien se encontraba también en estado de buena esperanza.
 
Con esta celebración se cierra el mes de mayo, dedicado a nuestra Madre del Cielo. Se trata, pues, de un hermoso detalle previsto por la Iglesia para coronar los ejercicios de piedad o las expresiones de amor que hemos ido realizando a lo largo del mes.
 
Durante mayo hemos acompañado a la Virgen en los jubilosos días de Pascua; la hemos celebrado en la Advocación de la Virgen de Fátima y, hace poco, hemos estado a su lado celebrando Pentecostés. Aunque, quizás, sea mejor decir, que fue Ella quien estuvo todo el tiempo a nuestro lado, educándonos en la fe. Cada rezo del Rosario, cada Letanía a la Virgen, cada oración frente a su santa imagen ha sido un gesto importante para que la amemos más, la conozcamos mejor y la tengamos más presente el resto del año.
 
¡Dios nos conceda el don de amar a María como Jesús la amó!
Conociendo a nuestra Madre
 
La fiesta de la Visitación constituye esencialmente una invitación del Señor a contemplar a la Virgen María, la Madre de Dios, que salió al encuentro de Isabel para ponerse a su servicio -recordemos que Isabel estaba embarazada y era una mujer mayor-.
 
Al mismo tiempo, se trata de una oportunidad renovada para considerar el llamado a vivir el ‘amor generoso’ -amor que brota de nuestro interior cuando en él habita Jesús-. María camino a la casa de Zacarías e Isabel es la clara evidencia de que la Madre de Dios jamás se cerró sobre sí misma sino que estuvo siempre sensible y atenta a las necesidades del otro. Se puso en marcha para servir en las labores domésticas sin hacer alarde de nada; María acude con sencillez, movida por el amor a su prima.
 
María viene a visitar tu corazón
 
De acuerdo al relato evangélico, el ángel Gabriel anunció a María que sería la Madre de Jesús, Redentor del mundo. Luego le revelaría que su prima Isabel estaba encinta a pesar de su edad. Dios obraba con grandeza delante de todos y suscita la respuesta amorosa del ser humano: la Virgen sale en ayuda de su pariente embarazada, la que será madre de Juan el Bautista, y se queda con esta por un periodo de tres meses.
 
Este gesto amable nos recuerda que María, como madre que es, ama a cada uno con un amor particular. Por otro lado, evoca el encargo que recibirá en el Calvario (Cfr. Jn 19, 26-27) por el que sabemos que nunca abandonará a ninguno de sus hijos.
 
De esta manera, la doncella elegida por Dios se ha hecho ejemplo perfecto de cómo debemos salir también nosotros al encuentro del prójimo: llevando a Jesús en el corazón.
 
No perdamos la esperanza, al contrario: la primera que quiere ayudarnos a tener a Jesús dentro es la Virgen. ¡Llámala sin reparos! ¡Recíbela en tu casa! 
 
Una madre como Ella jamás ha de negarse.
 
‘Canal de la Gracia’
 
San Bernardo de Claraval, a propósito de los pasajes considerados, señalaba que “desde entonces María quedó constituida como un ‘canal inmenso’ por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones”.
 
Evangelio del día (Lc 1, 39-56)
 
En aquellos días, María se encaminó presurosa a un pueblo de las montañas de Judea y, entrando en la casa de Zacarías, saludó a Isabel. En cuanto ésta oyó el saludo de María, la creatura saltó en su seno.
Entonces Isabel quedó llena del Espíritu Santo, y levantando la voz, exclamó: “¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a verme? Apenas llegó tu saludo a mis oídos, el niño saltó de gozo en mi seno. Dichosa tú, que has creído, porque se cumplirá cuanto te fue anunciado de parte del Señor”.
 
Entonces dijo María:
 
“Mi alma glorifica al Señor
y mi espíritu se llena de júbilo en Dios, mi salvador,
porque puso sus ojos en la humildad de su esclava.
Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones,
porque ha hecho en mí grandes cosas el que todo lo puede.
Santo es su nombre
y su misericordia llega de generación en generación
a los que lo temen.
Ha hecho sentir el poder de su brazo:
dispersó a los de corazón altanero,
destronó a los potentados
y exaltó a los humildes.
A los hambrientos los colmó de bienes
y a los ricos los despidió sin nada.
Acordándose de su misericordia,
vino en ayuda de Israel, su siervo,
como lo había prometido a nuestros padres,
a Abraham y a su descendencia,
para siempre”.
 
María permaneció con Isabel unos tres meses, y luego regresó a su casa.(ACI prensa).

30 mayo, 2024

Solemnidad de Corpus Christi

 

 Solemnidad del Corpus Christi 2024

 ¡Oh! Solemnidad del Corpus Christi
¡Oh!, Corpus Christi, “Cuerpo de Cristo”
¡Oh banquete precioso y admirable!
Un Jueves Santo instituido
Milagros Eucarísticos por el mundo
Urbano Cuarto Papa con la bula “Transiturus”
¡Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo!
Vos, mismo, Señor mío Jesucristo dijisteis:
“Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre
verdadera bebida; el que come Mi Carne, y bebe
Mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él”.
“¡Oh banquete precioso y admirable!”
¡Vida Eterna de por Vida!
¡Oh!, “Vivo y Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”.

© 2024 Luis Ernesto Chacón Delgado

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30 de Mayo
Solemnidad de Corpus Christi

Corpus Christi: “Cuerpo de Cristo”, en latín.
“¡Oh banquete precioso y admirable!” ( Sto. Tomas de Aquino).

Esta fiesta conmemora la institución de la Santa Eucaristía el Jueves Santo con el fin de tributarle a la Eucaristía un culto público y solemne de adoración, amor y gratitud. Por eso se celebraba en la Iglesia Latina el jueves después del domingo de la Santísima Trinidad. En los Estados Unidos y en otros países la solemnidad se celebra el domingo después del domingo de la Santísima Trinidad.

La Solemnidad de Corpus Christi se remonta al siglo XIII. Dos eventos extraordinarios contribuyeron a la institución de la fiesta: Las visiones de Santa Juliana de Mont Cornillon y El milagro Eucarístico de Bolsena/Orvieto.

Urbano IV, amante de la Eucaristía, publicó la bula “Transiturus” el 8 de septiembre de 1264, en la cual, después de haber ensalzado el amor de nuestro Salvador expresado en la Santa Eucaristía, ordenó que se celebrara la solemnidad de “Corpus Christi” en el día jueves después del domingo de la Santísima Trinidad, al mismo tiempo otorgando muchas indulgencias a todos los fieles que asistieran a la santa misa y al oficio. Este oficio, compuesto por el doctor angélico, Santo Tomás de Aquino, por petición del Papa, es uno de los más hermosos en el breviario Romano y ha sido admirado aun por Protestantes.

La muerte del Papa Urbano IV (el 2 de octubre de 1264), un poco después de la publicación del decreto, obstaculizó que se difundiera la fiesta. La fiesta fue aceptada en Cologne en 1306. El Papa Clemente V tomó el asunto en sus manos y en el concilio general de Viena (1311), ordenó una vez más la adopción de esta fiesta. Publicó un nuevo decreto incorporando el de Urbano IV. Juan XXII, sucesor de Clemente V, instó su observancia.

Procesiones

Ninguno de los decretos habla de la procesión con el Santísimo como un aspecto de la celebración. Sin embargo estas procesiones fueron dotadas de indulgencias por los Papas Martín V y Eugenio IV y se hicieron bastante comunes en a partir del siglo XIV.

El Concilio de Trento declara que muy piadosa y religiosamente fue introducida en la Iglesia de Dios la costumbre, que todos los años, determinado día festivo, se celebre este excelso y venerable sacramento con singular veneración y solemnidad, y reverente y honoríficamente sea llevado en procesión por las calles y lugares públicos.

En esto los cristianos atestiguan su gratitud y recuerdo por tan inefable y verdaderamente divino beneficio, por el que se hace nuevamente presente la victoria y triunfo de la muerte y resurrección de Nuestro Señor Jesucristo. Juan Pablo II ha exhortado a que se renueve la costumbre de honrar a Jesús en este día llevándolo en solemnes procesiones.

En la Iglesia griega la fiesta de Corpus Christi es conocida en los calendarios de los sirios, armenios, coptos, melquitas y los rutinios de Galicia, Calabria y Sicilia.

Santa Juliana de Mont Cornillon y la fiesta de Corpus Christi

La santa nace en Retines cerca de Liège, Bélgica en 1193. Quedó huérfana muy pequeña y fue educada por las monjas Agustinas en Mont Cornillon. Cuando creció, hizo su profesión religiosa y más tarde fue superiora de su comunidad. Por diferentes intrigas tuvo que irse del convento. Murió el 5 de abril de 1258, en la casa de las monjas Cistercienses en Fosses y fue enterrada en Villiers.

Juliana, desde joven, tuvo una gran veneración al Santísimo Sacramento. Y siempre añoraba que se tuviera una fiesta especial en su honor. Este deseo se dice haberse intensificado por una visión que ella tuvo de la Iglesia bajo la apariencia de luna llena con una mancha negra, que significaba la ausencia de esta solemnidad. Ella comunicó esta visión a Roberto de Thorete, el entonces obispos de Liège, también al docto Dominico Hugh, más tarde cardenal legado de los Países Bajos; a Jacques Pantaleón, en ese tiempo archidiácono de Liège, después obispo de Verdun, Patriarca de Jerusalén y finalmente al Papa Urbano IV.

El obispo Roberto se impresionó favorablemente y como en ese tiempo los obispos tenían el derecho de ordenar fiestas para sus diócesis, invocó un sínodo en 1246 y ordenó que la celebración se tuviera el año entrante; también el Papa ordenó, que un monje de nombre Juan debía escribir el oficio para esa ocasión. El decreto está preservado en Binterim (Denkwürdigkeiten, V.I. 276), junto con algunas partes del oficio.

El obispo Roberto no vivió para ver la realización de su orden, ya que murió el 16 de octubre de 1246, pero la fiesta se celebró por primera vez con los cánones de San Martín en Liège. Jacques Pantaleón llegó a ser Papa el 29 de agosto de 1261. La ermitaña Eva, con quien Juliana había pasado un tiempo y quien también era ferviente adoradora de la Santa Eucaristía, le insistió a Enrique de Guelders, obispo de Liège, que pidiera al Papa que extendiera la celebración al mundo entero.

Milagro Eucarístico de Orvieto – Bolsena

Orvieto es una preciosa ciudad de la Umbría, región italiana que ha dado a la Iglesia innumerables santos. Basta mencionar a San Francisco, Sta. Clara de Asís, Sta. Clara de Montefalco, San Valentín, San Benito, Sta. Rita…

La ciudad, anidada en la cima de una montaña, me hace pensar en lo trabajoso que habrá sido para sus ciudadanos comunicarse con el mundo antes de este siglo. Sin embargo es en la actualidad cuando Orvieto parece estar alejada y olvidada.

Los hijos de Orvieto del siglo XX, en su mayoría, prefirieron las ciudades grandes de las planicies a vivir por las nubes. Sus grandes edificios, especialmente su catedral, parecen un recuerdo de otros tiempos muy distantes donde allí se vivió intensamente la fe, el arte y el deseo de hacer algo grande por Dios

El Milagro Eucarístico

Orvieto no se puede olvidar porque allí se encuentra un prodigio divino. Su catedral es custodia de un milagro Eucarístico que se puede venerar en la capilla izquierda. Se trata de un corporal que muestra la Sangre que brotó de una Sagrada Hostia.

En el año 1264 el Padre Pedro de Praga, Bohemia, dudaba sobre el misterio de la transustanciación del Cuerpo y de la Sangre de Cristo en la Eucaristía. Acudió así en peregrinación a Roma para pedir sobre la tumba de San Pedro la gracia de una fe fuerte. De regreso de Roma, Dios se le manifestó de manera milagrosa ya que cuando cuando celebraba la Santa Misa en Bolsena, en la cripta de Santa Cristina, la Sagrada Hostia sangró llenando el Corporal de la Preciosa Sangre.

La noticia del prodigio llegó pronto al Papa Urbano IV, que se encontraba en Orvieto, ciudad cercana a Bolsena. Hizo traer el corporal y, al constatar los hechos, instituyó la Solemnidad de Corpus Christi.

El mismo Papa Urbano IV encargó a Sto. Tomás de Aquino la preparación de un oficio litúrgico propio para esta fiesta y la creación de cantos e himnos para celebrar a Cristo Eucaristía. Entre los que compuso está la sublime secuencia “Lauda Sion” que se canta en la Misa de Corpus Christi.

El año 1290 el Papa Nicolás IV, a petición del clero y del pueblo, colocó la primera piedra de la nueva catedral de Orvieto donde aun se encuentra la sagrada reliquia.

(http://www.corazones.org/lugares/italia/orvieto/a_orvieto.htm)

Bibliografía

La Enciclopedia Católica, volumen 4, y otras fuentes.Esta página es obra de Las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María.

(http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/liturgia/corpus_christi.htm)

29 mayo, 2024

San Paulo VI, El Papa que defendió la vida y la familia

Santo del día 29 de mayo: San Pablo VI. Santoral católico | ACI Prensa

 ¡Oh! San Pablo VI, Papa, vos sois el hijo del Dios de la Vida
su Papa y amado santo, que defendisteis la vida y la familia
con vuestra encíclica “Humanae Vitae” y que, a feliz término
llevasteis el Concilio Vaticano II. Os ordenaron sacerdote,
y luego de largos años en la Secretaría de Estado, os nombraron
Arzobispo de Milán y San Juan XXIII, os creó cardenal. Al
fallecimiento del "Papa Bueno", os eligieron como su sucesor
y tomasteis el nombre de Pablo VI, continuando con el Concilio
hasta clausurarlo. Guiado por el Espíritu Santo, escribisteis
las encíclicas: "Ecclesiam Suam", "Mense maio", "Mysterium
fidei", "Christi Matri", "Populorum Progressio", "Sacerdotalis
Caelibatus" y "Humanae Vitae", sobre la natalidad. Impulsasteis
el diálogo ecuménico, iniciada con el abrazo con el Patriarca
Atenágoras y levantasteis las excomuniones. A vos, se os recuerda
como el Papa que inició la modernidad con los viajes pontificios
a los cinco continentes, Tierra Santa y a la ONU. En alguno de
aquellos viajes, la Divina Providencia os salvó de un atentado
contra vuestra vida. A vos, se debe de que los obispos presenten
su renuncia al cargo, que después se extendió a los cardenales.
También, promulgasteis la reforma litúrgica y modificasteis
la elección papal. Creasteis seis consistorios y creasteis
cardenales a Karol Wojtyla y a Joseph Ratzinger, ambos papas;
uno elevado a los altares y el segundo Papa Emérito. Y así, y
luego de haber gastado vuestra santa vida en buena lid, voló
vuestra alma al cielo para coronada ser con corona de luz,
como premio a vuestra entrega de amor y fe. ¡Aleluya! ¡Aleluya!;
¡Oh!, San Paulo VI, “vivo Apóstol del Dios de la Vida y del Amor”

© 2024 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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29 de Mayo
San Paulo VI  
El Papa que defendió la vida y la familia

Hoy celebramos a San Pablo VI, el Papa que defendió la vida y la familia con su encíclica Humanae Vitae y que llevó a término el Concilio Vaticano II.

Giovanni Battista Enrico Antonio Maria Montini, nombre con el que fue bautizado Pablo VI, nació en Lombardía (Italia) el 26 de septiembre de 1897. Fue el segundo de los tres hijos de Giorgio Montini, abogado, periodista, director de la Acción Católica y parlamentario italiano; y de Giudetta Alghisi.

El 29 de mayo de 1920, a la edad de 22 años, fue ordenado sacerdote y enviado a Roma a estudiar en la Pontificia Universidad Gregoriana, en la Universidad de Roma La Sapienza y en la Academia Pontificia Eclesiástica.

Cuatro años después fue asignado a la oficina de la Secretaría de Estado, donde permaneció por 30 años.
El 1 de noviembre de 1954, con 57 años de edad, fue nombrado Arzobispo de Milán. San Juan XXIII lo creó cardenal el 15 de diciembre de 1958.

En 1963 fallece San Juan XXIII, cuando aún se estaba realizando el Concilio Vaticano II. Es así como se convoca a un cónclave y el Cardenal Montini es elegido Papa el 21 de junio de ese año, tomando el nombre de Pablo VI. Entre sus principales obras está el haber continuado el Concilio Vaticano II, hasta su clausura el 8 de diciembre de 1965.

Escribió seis encíclicas: Ecclesiam Suam (6 de agosto de 1964), Mense maio (29 de abril de 1965), Mysterium fidei (3 de septiembre de 1965), Christi Matri (15 de septiembre de 1966), Populorum Progressio (26 de marzo de 1967), Sacerdotalis Caelibatus (24 de junio de 1967) y Humanae Vitae (25 de julio de 1968), sobre la regulación de la natalidad.

El nuevo santo también impulsó el diálogo ecuménico, como su histórico abrazo con el Patriarca de Constantinopla Atenágoras en 1964 y el mutuo levantamiento de excomuniones.

Además, inició la era moderna de los viajes pontificios con visitas a países de los cinco continentes, además de Tierra Santa y la sede la ONU en Nueva York. Durante su viaje a Filipinas en 1970 fue el blanco de un intento de asesinato.

En su motu propio Ecclesiae sanctae, del 6 de agosto de 1966, señaló que los obispos debían presentar su renuncia al cargo al cumplir los 75 años de edad. Este requisito se hizo extensivo a los cardenales en 1970.

Asimismo, en 1969 promulgó la reforma litúrgica.
También modificó la elección papal al establecer que solo los cardenales menores de 80 años pueden participar en los cónclaves.

Pablo VI celebró seis consistorios entre 1965 y 1977. Así, creó cardenales Karol Wojtyla en 1967 y a Joseph Ratzinger en 1977.

Pablo VI falleció en Castel Gandolfo el 6 de agosto de 1978 luego de un pontificado de 15 años. Fue beatificado el 19 de octubre de 2014 por el Papa Francisco, y canonizado el 14 de octubre de 2018.