26 febrero, 2014

San Cesáreo de Nazianzo

 
Oh, San Cesáreo, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo,
y médico, no solo del cuerpo, sino
del alma y además, hermano de Gregorio
Nacianzo, erudito en las cosas de Dios.
Dominabais la oratoria, la filosofía y
la medicina, y también os resististeis
al impío Juliano, cuando éste, quiso
haceros vuestra fe abandonar, cosa
que nunca jamás logró. Y, en medio
de todo, un terremoto sucedió, que os
hizo al mundo renunciar y, vuestros
bienes dejando y luego de repartíroslo
entre los pobres, os abrazasteis a la
Cruz de Cristo. Cumplido vuestro tiempo,
voló vuestra alma al cielo, y fue vuestro
hermano, quien os dedicó un panegírico
emotivo, resaltando vuestra calidad de
cristiano y ser humano. Y, así, Dios,
os premió vuestra fe, y entrega de amor,
coronándoos con corona de luz. Justo
Patrono de los médicos de la tierra;
oh, San Cesáreo Nacianzo, “fe y luz”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
____________________________________
 
26 de Febrero
San Cesáreo de Nazianzo
Laico
†: 369
País:Turquía
 
En Nacianzo, de la región de Capadocia, san Cesáreo, médico, hermano de san Gregorio Nacianceno. Patronazgo: patrono de los médicos. Refieren a este santo: Santa Gorgonia, San Gregorio de Nacianzo, Santa Nona.
 
Cesáreo era hermano de san Gregorio de Nacianzo -el famoso teólogo- e hijo del obispo de dicha ciudad. Ambos hermanos recibieron una educación excelente; Gregorio estudió en Cesarea de Palestina y Cesáreo en Alejandría, donde se distinguó en todas las ramas del saber humano, especialmente en la oratoria, la filosofía y la medicina. Terminó sus estudios de medicina en Constantinopla y llegó a ser el mejor médico de su época. Aunque la ciudad del emperador Constancio quería conservarle, Cesáreo no quiso establecerse allí.
 
Más tarde, Juliano el Apóstata le llamó de nuevo a Constantinopla, le nombró jefe de sus médicos y le exceptuó de los edictos que publicó contra los cristianos. Cesáreo resistió victoriosamente a todas las tentativas de Juliano por hacerle abandonar la fe; pero su padre y su hermano le convencieron de que abandonara la corte, a pesar de la oposición de Juliano. Joviano le restituyó a su antiguo puesto y Valente le nombró su tesorero particular, es decir, director de la hacienda pública, en Bitinia.
 
El año 368, Cesáreo estuvo a punto de perder la vida en un terremoto y quedó tan impresionado, que renunció al mundo. A su muerte, ocurrida poco después, dejó todos sus bienes a los pobres. Su hermano, san Gregorio, predicó su oración fúnebre, que es nuestra principal fuente de información. Dicho panegírico le mereció el título de santo y la conmemoración que de él hace el Martirologio Romano. Sin embargo, es casi seguro que san Cesáreo recibió el bautismo después del terremoto de Nicea, es decir, apenas unos meses antes de su muerte. Durante la mayor parte de los cuarenta años que pasó sobre la tierra fue, por su propia voluntad, siempre catecúmeno, sin derecho a participar en los sagrados misterios.
 
El panegírico puede verse en Migne PG 35, 755-788. La iglesia oriental lo celebra el 9 de marzo.
 
Fuente: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 
Otras formas del nombre: Casario de Nazianzo. Canonización:pre-congregación
Hagiografía: «Vidas de los santos de A. Butler», Herbert Thurston, SI
 

25 febrero, 2014

San Néstor de Megido

 

Oh, San Néstor, vos, sois el hijo del Dios
de la vida, y que, con estoicismo aceptasteis
vuestro martirio, y no cualquier martirio,
sino, el mismo de Nuestro Señor Jesucristo:
¡Ser crucificado!. Por ello, quiso Dios, que,
recordado fuerais por siempre, honor haciendo
al significado de vuestro nombre, “Néstor”:
“Aquél que es recordado”. Vivisteis tiempos
de persecución y vos, presuroso, refugio
buscasteis para cristianos y paganos, -menos
para vos- y así, salvasteis sus vidas. Vos,
en cambio esperasteis en oración constante,
la hora de vuestro martirio. Y, así, llegó.
Y, prisionero hecho y, sometido a interrogatorios
y amenazas de tortura, permanecisteis impasible
y firme en el Señor, negándoos a renegar y
renunciar a vuestra fe. El garfio su trabajo
hizo, desgarrándoos la piel, pero jamás vuestra
alma, que, crucificado, y con fuerzas aún,
alentabais y exhortabais a cristianos y paganos,
a imitar y seguir a Cristo Jesús Nuestro Señor,
quien, os premió, con justicia, con corona
de luz, como justo premio a vuestro amor;
oh, San Néstor, “por amor, recuerdo eterno”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
__________________________________

25 de Febrero
San Néstor de Magido
Obispo y Mártir

Martirologio Romano: En Perge, en Pamfilia, pasión de san Néstor, obispo de Magido y mártir, que en tiempo de la persecución bajo el emperador Decio fue condenado por el prefecto de la provincia a ser clavado en una cruz, para que sufriese la misma pena que el Crucificado a quien confesaba (c. 250).

Etimológicamente: Néstor = Aquel que es recordado, es de origen griego.
 
Polio, gobernador de Panfilia y Frigia durante el reinado de Decio, trató de ganarse el favor del emperador, aplicando cruelmente su edito de persecución contra los cristianos. Néstor, obispo de Magido, gozaba de gran estima entre los cristianos y los paganos, y comprendió que era necesario buscar sitios de refugio para sus fieles. Rehusando a ser oculto, el Obispo esperó tranquilamente su hora de martirio, y cuando se encontraba en oración, oficiales de la justicia fueron en su búsqueda.
 
Luego de un extenso interrogatorio y amenazas de tortura, el Obispo fue enviado ante el gobernador, en Perga. El gobernador trató de convencer al santo –primero con halagos y luego con amenazas- de que renegara de la religión cristiana, pero Néstor se mantuvo firme en el Señor, siendo enviado al potro, donde el verdugo le desgarraba la piel de los costados con el garfio.
 
Ante la firme negativa del santo de adorar a los paganos, el gobernador lo condenó a morir en la cruz, donde el santo todavía tuvo fuerzas para alentar y exhortar a los cristianos que le rodeaban. Su muerte fue un verdadero triunfo porque cuando el Obispo expiró sus últimas palabras, tanto cristianos como paganos se arrodillaron a orar y alabar a Jesús.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=40916)

24 febrero, 2014

San Modesto de Tréveris

 
 
 
 
Oh, San Modesto de Tréveris, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y el mismo que
hicisteis honor al significado de vuestro
nombre: “Modesto”, ya que, en él, llevabais
inserta la templanza, cara y escasa virtud
de hallar y conseguir en cualquier tiempo.
Vos, os preocupabais por la mies de Cristo,
a quienes, trasmitíais vuestras virtudes,
en cada sermón y en cada ofrenda, a pesar
de que, invadido y asolado estabais por
reyezuelos corruptos, soportando el desorden,
el desaliento, el dolor que generaban los
muertos en vuestra grey y la inhumana
indigencia, en medio de la abundancia,
del vicio, el desarreglo y el libertinaje.
Pero, vos, todo lo transformasteis, con valor,
esfuerzo, paciencia y arduo trabajo, refugiándoos
en el secreto de los santos y santas: “la
oración”, llorando los pecados de vuestro
pueblo y ayunando, para que, la ira de Dios,
se aplacase, predicando desde el púlpito y
en la calle, ayudando a los pobres y desposeídos.
Y, así, de pronto, como respuesta venida
del cielo, lo casi imposible, se hizo posible,
y un increíble cambio se obró entre vuestros
fieles, hasta el día aquél, en que, cumplida
vuestra tarea, voló al cielo, vuestra alma,
para coronada ser de eternidad, como premio
justo a vuestra entrega de amor y modestia;
oh, San Modesto de Tréveris, “modestia y luz ”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________
 
24 de Febrero
San Modesto de Tréveris
Obispo
 
Martirologio Romano: En Tréveris, en la Galia Bélgica, (hoy en Alemania), san Modesto, obispo (c. 486).

Su apelativo bien pronunciado indica al poseedor de una virtud altamente costosa de conseguir y dice mucho con relación a la templanza que ayuda al perfecto dominio de sí. Buen servicio hizo esta virtud al santo que la llevó en su nombre.

El pastor de Tréveris trabaja y se desvive por los fieles de Jesucristo, allá por el siglo V. Lo presentan los escritos narradores de su vida adornado con todas las virtudes que debe llevar consigo un obispo.
Al leer el relato, uno va comprobando que, con modalidades diversas, el hombre continúa siendo el mismo a lo largo de la historia. No cambia en su esencia, no son distintos sus vicios y ni siquiera se puede decir que no sea un indigente de los mismos remedios ayer que hoy. Precisamente en el orden de la sobrenatural, las necesidades corren parejas por el mismo sendero, las virtudes a adquirir son siempre las mismas y los medios disponibles son idénticos. Fueron inventados hace mucho tiempo y el hombre ha cambiado poco y siempre por fuera.
 
Modesto es un buen obispo que se encuentra con un pueblo invadido y su población asolada por los reyes francos Merboco y Quildeberto. A su gente le pasa lo que suele suceder como consecuencia del desastre de las guerras. Soportan todas las consecuencias del desorden, del desaliento, del dolor de los muertos y de la indigencia. Están descaminados los usos y costumbres de los cristianos; abunda el vicio, el desarreglo y libertinaje. Para colmo de males, si la comunidad cristiana está deshecha, el estado en que se encuentra el clero es aún más deplorable. En su mayor parte, están desviados, sumidos en el error y algunos nadan en la corrupción.
 
El obispo está al borde del desaliento; lleno de dolor y con el alma encogida por lo que ve y oye. Es muy difícil poner de nuevo en tal desierto la semilla del Evangelio. Humanamente la tarea se presenta con dificultades que parecen insuperables.
 
Reacciona haciendo cada día más suyo el camino que bien sabía habían tomado con éxito los santos. Se refugia en la oración; allí gime en la presencia de Dios, pidiendo y suplicando que aplaque su ira. Apoya el ruego con generosa penitencia; llora los pecados de su pueblo y ayuna. Sí, son muchas las horas pasadas con el Señor como confidente y recordándole que, al fin y al cabo, las almas son suyas.
No deja otros medios que están a su alcance y que forman parte del ministerio. También predica. Va poco a poco en una labor lenta; comienza a visitar las casas y a conocer en directo a su gente. Sobre todo, los pobres se benefician primeramente de su generosidad. En esas conversaciones de hogar instruye, anima, da ejemplo y empuja en el caminar.
 
Lo que parecía imposible se realiza. Hay un cambio entre los fieles que supo ganar con paciencia y amabilidad. Ahora es el pueblo quien busca a su obispo porque quiere gustar más de los misterios de la fe. Ya estuvieron sobrado tiempo siendo rudos, ignorantes y groseros.
 
Murió -y la gente decía que era un santo el que se iba- el 24 de febrero del año 486.
El relato reafirma juntamente la pequeñez del hombre -el de ayer y el de hoy-y su grandeza.
 
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=672)

23 febrero, 2014

San Policarpo de Esmirna


Oh, San Policarpo, vos, sois el hijo
del Dios de la vida, y su amado santo,
a quien, por demás, os persuadieron, a

que,  a vuestra fe renunciarías, diciéndoos
el gobernador: “Declare que el César
es el Señor”. Y vos, respondisteis: “Yo
sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo,
el Hijo de Dios”. Y añadió el gobernador:
“¿Y qué pierde con echar un poco de incienso
ante el altar del César? Renuncie a su
Cristo y salvará su vida”. Y, vos, disteis
admirable respuesta: “Ochenta y seis años
llevo sirviendo a Jesucristo y El nunca
me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo a
fallar a Él ahora? Yo seré siempre amigo
de Cristo”. El gobernador os volvió a gritar:
“Si no adora al César y sigue adorando a
Cristo lo condenaré a las llamas”. Y, vos,
respondisteis con fe y valor: “Me amenazas
con fuego que dura unos momentos y después
se apaga. Yo lo que quiero es no tener que
ir nunca al fuego eterno que nunca se apaga”.
Y, así, con firmeza orando continuasteis
con más fuerza, fervor y más fe: “Señor
Dios, Todopoderoso, Padre de Nuestro
Señor Jesucristo: yo te bendigo porque
me has permitido llegar a esta situación
y me concedes la gracia de formar parte
del grupo de tus mártires, y me das el gran
honor de poder participar del cáliz de
amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que
tomar antes de llegar a su resurrección
gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido
entre el grupo de los que sacrifican su
vida por Ti y haz que este sacrificio te
sea totalmente agradable. Yo te alabo y te
bendigo Padre Celestial por tu santísimo
Hijo Jesucristo a quien sea dada la gloria
junto al Espíritu Santo, por los siglos
de los siglos”. Y, tan luego, voló, vuestra
alma al cielo; pronta también, la repuesta
de Dios Padre Todopoderoso llegó, abriendo
las puertas del cielo de par en par, para  así,

contaros entre sus hijos amados, coronándoos
de luz, como justo premio por vuestro amor
oh, San Policarpo; “divino fruto de la fe”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_________________________________

23 de Febrero
San Policarpo de Esmirna
Obispo y Mártir
(año 155)


Policarpo significa: el que produce muchos frutos de buenas obras. (poli = mucho, carpo = fruto). San Policarpo tuvo el inmenso honor de ser discípulo del apóstol San Juan Evangelista. Los fieles le profesaban una gran admiración. Y entre sus discípulos tuvo a San Ireneo y a varios varones importantes más.

En una carta a un cristiano que había dejado la verdadera fe y se dedicaba a enseñar errores, le dice así San Ireneo: “Esto no era lo que enseñaba nuestro venerable maestro San Policarpo. Ah, yo te puedo mostrar el sitio en el que este gran santo acostumbraba sentarse a predicar. Todavía recuerdo la venerabilidad de su comportamiento, la santidad de su persona, la majestad de su rostro y las santísimas enseñanza con que nos instruía. Todavía me parece estarle oyendo contar que él había conversado con San Juan y con muchos otros que habían conocido a Jesucristo, y repetir las palabras que había oído de ellos. Y yo te puedo jurar que si San Policarpo oyera las herejías que ahora están diciendo algunos, se taparía los oídos y repetiría aquella frase que acostumbraba decir: Dios mío, ¿por qué me has hecho vivir hasta hoy para oír semejantes horrores? Y se habría alejado inmediatamente de los que afirman tales cosas”.

San Policarpo era obispo de la ciudad de Esmirna, en Turquía, y fue a Roma a dialogar con el Papa Aniceto para ver si podían ponerse de acuerdo para unificar la fecha de fiesta de Pascua entre los cristianos de Asia y los de Europa. Y andando por Roma se encontró con un hereje que negaba varias verdades de la religión católica. El otro le preguntó: ¿No me conoces? Y el santo le respondió: ¡Si te conozco. Tu eres un hijo de Satanás!

Cuando San Ignacio de Antioquía iba hacia Roma, encadenado para ser martirizado, San Policarpo salió a recibirlo y besó emocionado sus cadenas. Y por petición de San Ignacio escribió una carta a los cristianos del Asia, carta que según San Jerónimo, era sumamente apreciada por los antiguos cristianos.

Los cristianos de Esmirna escribieron una bellísima carta poco después del martirio de este gran santo, y en ella nos cuentan datos muy interesantes, por ejemplo los siguientes:

“Cuando estalló la persecución, Policarpo no se presentó voluntariamente a las autoridades para que lo mataran, porque él tenía temor de que su voluntad no fuera lo suficientemente fuerte para ser capaz de enfrentarse al martirio, y porque sus fuerzas no eran ya tan grandes pues era muy anciano. El se escondió, pero un esclavo fue y contó dónde estaba escondido y el gobierno envió un piquete de soldados a llevarlo preso. Era de noche cuando llegaron. El se levantó de la cama y exclamó: “Hágase la santa voluntad de Dios”. Luego mandó que les dieran una buena cena a los que lo iban a llevar preso y les pidió que le permitieran rezar un rato. Pasó bastantes minutos rezando y varios de los soldados, al verlo tan piadoso y tan santo, se arrepintieron de haber ido a llevarlo preso.
 
El populacho estaba reunido en el estadio y allá fue llevado Policarpo para ser juzgado. El gobernador le dijo: “Declare que el César es el Señor”. Policarpo respondió: “Yo sólo reconozco como mi Señor a Jesucristo, el Hijo de Dios”. Añadió el gobernador: ¿Y qué pierde con echar un poco de incienso ante el altar del César? Renuncie a su Cristo y salvará su vida. A lo cual San Policarpo dio una respuesta admirable. Dijo así: “Ochenta y seis años llevo sirviendo a Jesucristo y El nunca me ha fallado en nada. ¿Cómo le voy yo a fallar a El ahora? Yo seré siempre amigo de Cristo”.
El gobernador le grita: “Si no adora al César y sigue adorando a Cristo lo condenaré a las llamas”,. Y el santo responde: “Me amenazas con fuego que dura unos momentos y después se apaga. Yo lo que quiero es no tener que ir nunca al fuego eterno que nunca se apaga”.

En ese momento el populacho empezó a gritar: ¡Este es el jefe de los cristianos, el que prohibe adorar a nuestros dioses. Que lo quemen! Y también los judíos pedían que lo quemaran vivo. El gobernador les hizo caso y decretó su pena de muerte, y todos aquellos enemigos de nuestra santa religión se fueron a traer leña de los hornos y talleres para encender una hoguera y quemarlo.

Hicieron un gran montón de leña y colocaron sobre él a Policarpo. Los verdugos querían amarrarlo a un palo con cadenas pero él les dijo: “Por favor: déjenme así, que el Señor me concederá valor para soportar este tormento sin tratar de alejarme de él”. Entonces lo único que hicieron fue atarle las manos por detrás.

Policarpo, elevando los ojos hacia el cielo, oró así en alta voz: “Señor Dios, Todopoderoso, Padre de Nuestro Señor Jesucristo: yo te bendigo porque me has permitido llegar a esta situación y me concedes la gracia de formar parte del grupo de tus mártires, y me das el gran honor de poder participar del cáliz de amargura que tu propio Hijo Jesús tuvo que tomar antes de llegar a su resurrección gloriosa. Concédeme la gracia de ser admitido entre el grupo de los que sacrifican su vida por Ti y haz que este sacrificio te sea totalmente agradable. Yo te alabo y te bendigo Padre Cestial por tu santísimo Hijo Jesucristo a quien sea dada la gloria junto al Espíritu Santo, por los siglos de los siglos”.

“Tan pronto terminó Policarpo de rezar su oración, prendieron fuego a la leña, y entonces sucedió un milagro ante nuestros ojos y a la vista de todos los que estábamos allí presentes (sigue diciendo la carta escrita por los testigos que presenciaron su martirio): las llamas, haciendo una gran circunferencia, rodearon al cuerpo del mártir, y el cuerpo de Policarpo ya no parecía un cuerpo humano quemado sino un hermoso pan tostado, o un pedazo de oro sacado de un horno ardiente. Y todos los alrededores se llenaron de un agradabilísimo olor como de un fino incienso. Los verdugos recibieron la orden de atravesar el corazón del mártir con un lanzazo, y en ese momento vimos salir volando desde allí hacia lo alto una blanquísima paloma, y al brotar la sangre del corazón del santo, en seguida la hoguera se apagó”.

“Los judíos y paganos le pidieron al jefe de la guardia que destruyeran e hicieran desaparecer el cuerpo del mártir, y el militar lo mandó quemar, pero nosotros alcanzamos a recoger algunos de sus huesos y los veneramos como un tesoro más valioso que las más ricas joyas, y los llevamos al sitio donde nos reunimos para orar”.

El día de su martirio fue el 23 de febrero del año 155.Esta carta, escrita en el propio tiempo en que sucedió el martirio, es una narración verdaderamente hermosa y provechosa.

Petición

Concédanos el Dios Todopoderoso poder también nosotros como San Policarpo ser fieles a Nuestro Señor Jesucristo hasta el último momento de nuestra vida.
 
 

21 febrero, 2014

San Pedro Damián


Oh, San Pedro Damián, vos,
sois el hijo del Dios de la vida,
que honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “domador”. Y,
así fue, domándoos a vos mismo,
para ejemplo de vuestro tiempo,
en el que, el relajo y la apatía
eran comidilla de todos los días.
Vos, corregíais los vicios con ardor
de corazón, en cada sermón vuestro,
y por dentro, os colocabais con
espinas correas y os dabais azotes,
ayunando pan y agua. Carpintero
seguisteis, y jamás olvidasteis
de desprenderos de vuestros bienes
materiales que, los dabais todos,
a los más pobres. Os agradaba
mucho el retiraros la soledad para
rezar meditar y sentías una “santa
envidia”, por aquellos que todo su
tiempo tienen, para orar y meditar.
Y, por ello, rodeado de silencio
y soledad, os dedicasteis al estudio
la Sagrada Biblia y los escritos de los
santos antiguos, para que vos, más
tarde escribierais vuestros libros
y cartas, de sabiduría llenos, entre
ellos vuestro “Libro Gomorriano”,
que, frontalmente combatió las malas
costumbres de vuestro tiempo. Hoy,
con justicia toda, brilláis, pues corona
de luz recibisteis, como justo premio
a vuestra entrega de amor y fidelidad;
oh, San Pedro Damián, “dulce domador”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________

21 de Febrero
San Pedro Damián
Cardenal, Obispo de Ostia

Doctor de la Iglesia
(año 1072)
 
Damián significa: el que doma su cuerpo. Domador de sí mismo. San Pedro Damián fue un hombre austero y rígido que Dios envió a la Iglesia Católica en un tiempo en el que la relajación de costumbres era muy grande y se necesitaban predicadores que tuvieran el valor de corregir los vicios con sus palabras y con sus buenos ejemplos. Nació en Ravena (Italia) el año 1007.
 
Quedó huérfano muy pequeñito y un hermano suyo lo humilló terriblemente y lo dedicó a cuidar cerdos y lo trataba como al más vil de los esclavos. Pero de pronto un sacerdote, el Padre Damián, se compadeció de él y se lo llevó a la ciudad y le costeó los estudios. En honor a su protector, en adelante nuestro santo se llamó siempre Pedro Damián.
 
El antiguo cuidador de cerdos resultó tener una inteligencia privilegiada y obtuvo las mejores calificaciones en los estudios y a los 25 años ya era profesor de universidad. Pero no se sentía satisfecho de vivir en un ambiente tan mundano y corrompido, y dispuso hacerse religioso.
 
Estaba meditando cómo entrarse a un convento, cuando recibió la visita de dos monjes benedictinos, de la comunidad fundada por el austero San Romualdo, y al oírles narrar lo seriamente que en su convento se vivía la vida religiosa, se fue con ellos. Y pronto resultó ser el más exacto cumplidor de los severísimos reglamentos de su convento.
 
Pedro, para lograr dominar sus pasiones sensuales, se colocó debajo de su camisa correas con espinas (cilicio, se llama esa penitencia) y se daba azotes, y se dedicó a ayunar a pan y agua. Pero sucedió que su cuerpo, que no estaba acostumbrado a tan duras penitencias, empezó a debilitarse y le llegó el insomnio, y pasaba las noches sin dormir, y le afectó una debilidad general que no le dejaba hacer nada. Entonces comprendió que las penitencias no deben ser tan exageradas, y que la mejor penitencia es tener paciencia con las penas que Dios permite que nos lleguen, y que una muy buena penitencia es dedicarse a cumplir exactamente los deberes de cada día y a estudiar y trabajar con todo empeño.
 
Esta experiencia personal le fue de gran utilidad después al dirigir espiritualmente a otros, pues a muchos les fue enseñando que en vez de hacer enfermar al cuerpo con penitencias exageradas, lo que hay que hacer es hacerlo trabajar fuertemente en favor del reino de Dios y de la salvación de las almas.
 
En sus años de monje, Pedro Damián aprovechó aquel ambiente de silencio y soledad para dedicarse a estudiar muy profundamente la Sagrada Biblia y los escritos de los santos antiguos. Esto le servirá después enormemente para redactar sus propios libros y sus cartas que se hicieron famosas por la gran sabiduría con la que fueron compuestas.
 
En los ratos en que no estaba rezando o estudiando, se dedicaba a labores de carpintería, y con los pequeños muebles que construía ayudaba a la economía del convento.
 
Al morir el superior del convento, los monjes nombraron como su abad a Pedro Damián. Este se oponía porque se creía indigno pero entre todos lo lograron convencer de que debía aceptar. Era el más humilde de todos, y pedía perdón en público por cualquier falta que cometía. Y su superiorato produjo tan buenos resultados que de su convento se formaron otros cinco conventos, y dos de sus dirigidos fueron declarados santos por el Sumo Pontífice (Santo Domingo Loricato y San Juan de Lodi. Este último escribió la vida de San Pedro Damián).
 
Muchísimas personas pedían la dirección espiritual de San Pedro Damián. A cuatro Sumos Pontífices les dirigió cartas muy serias recomendándoles que hicieran todo lo posible para que la relajación y las malas costumbres no se apoderaran de la Iglesia y de los sacerdotes. Criticaba fuertemente a los que son muy amigos de pasear mucho, pues decía que el que mucho pasea, muy difícilmente llega a la santidad.
 
A un obispo que en vez de dedicarse a enseñar catecismo y a preparar sermones pasaba las tardes jugando ajedrez, le puso como penitencia rezar tres veces todos los salmos de la Biblia (que son 150), lavarles los pies a doce pobres y regalarles a cada uno una moneda de oro. La penitencia era fuerte, pero el obispo se dio cuenta de que sí se la merecía, y la cumplió y se enmendó.
Los dos peores vicios de la Iglesia en aquellos años mil, eran la impureza y la simonía. Muchos sacerdotes eran descuidados en cumplir su celibato, o sea ese juramento solemne que han hecho de esforzarse por ser puros, y además la simonía era muy frecuente en todas partes. Y contra estos dos defectos se propuso luchar Pedro Damián.
 
Varios Sumos Pontífices, sabiendo la gran sabiduría y la admirable santidad del Padre Pedro Damián, le confiaron misiones delicadísimas. El Papa Esteban IX lo nombró Cardenal y Obispo de Ostia (que es el puerto de Roma). El humilde sacerdote no quería aceptar estos cargos, pero el Papa lo amenazó con graves castigos si no lo aceptaba. Y allí, con esos oficios, obró con admirable prudencia. Porque al que es obediente consigue victorias.
 
Resultó que el joven emperador Enrique IV quería divorciarse, y su arzobispo, por temor, se lo iba a permitir. Entonces el Papa envió a Pedro Damián a Alemania, el cual reunió a todos los obispos alemanes, y valientemente, delante de ellos le pidió al emperador que no fuera a dar ese mal ejemplo tan dañoso a todos sus súbditos, y Enrique desistió de su idea de divorciarse.
 
Sus sermones eran escuchados con mucha emoción y sabiduría, y sus libros eran leídos con gran provecho espiritual. Así, por ejemplo, uno que se llama “Libro Gomorriano”, en contra de las costumbres de su tiempo. (Gomorriano, en recuerdo de Gomorra, una de las cinco ciudades que Dios destruyó con una lluvia de fuego porque allí se cometían muchos pecados de impureza). A los Pontífices y a muchos personajes les dirigió frecuentes cartas pidiéndoles que trataran de acabar con la Simonía, o sea con aquel vicio que consiste en llegar a los altos puestos de la Iglesia comprando el cargo con dinero (y no mereciéndolo con el buen comportamiento). Este vicio tomó el nombre de Simón el Mago, un tipo que le propuso a San Pedro apóstol que le vendiera el poder de hacer milagros. En aquel siglo del año mil era muy frecuente que un hombre nada santo llegara a ser sacerdote y hasta obispo, porque compraba su nombramiento dando mucho dinero a los que lo elegían para ese cargo. Y esto traía terribles males a la Iglesia Católica porque llegaban a altos puestos unos hombres totalmente indignos que no iban a hacer nada bien sino mucho mal. Afortunadamente, el Papa que fue nombrado al año siguiente de la muerte de San Pedro Damián, y que era su gran amigo, el Papa Gregorio VII, se propuso luchar fuertemente contra ese vicio y tratar de acabarlo.
 
La gente decía: el Padre Damián es fuerte en el hablar, pero es santo en el obrar, y eso hace que le hagamos caso con gusto a sus llamadas de atención.
 
Lo que más le agradaba era retirarse a la soledad a rezar y a meditar. Y sentía una santa envidia por los religiosos que tienen todo su tiempo para dedicarse a la oración y a la meditación. Otra labor que le agradaba muchísimo era el ayudar a los pobres. Todo el dinero que le llegaba lo repartía entre la gente más necesitada. Era mortificadísimo en comer y dormir, pero sumamente generosos en repartir limosnas y ayudas a cuantos más podía.
 
El Sumo Pontífice lo envió a Ravena a tratar de lograr que esa ciudad hiciera las paces con el Papa. Lo consiguió, y al volver de su importante misión, al llegar al convento sintió una gran fiebre y murió santamente. Era el 21 de febrero del año 1072. Inmediatamente la gente empezó a considerarlo como un gran santo y a conseguir favores de Dios por su intercesión.
 
El Papa lo canonizó y lo declaró Doctor de la Iglesia por los elocuentes sermones que compuso y por los libros tan sabios que escribió.

Petición

San Pedro Damián: consíguenos de Dios la gracia de que nuestros sacerdotes y obispos sean verdaderamente santos y sepan cumplir fielmente su celibato.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Damian.htm)

20 febrero, 2014

San Eleuterio de Tournai



Oh, San Eleuterio de Tournai, vos,

sois el hijo del Dios de la vida,
que honor hicisteis al significado
de vuestro nombre: “Aquél que se
comporta con generosidad y libertad.
Os, tocó vivir en tiempos difíciles,
a los que os sobrepusisteis, de amor
y fe lleno, pues, los cristianos de
entonces de la idolatría a la herejía
arriana pasaron, mal convertidos.
Medardo Santo, contó de vos, anécdotas
varias y predijo que seriáis obispo,
cosa que fuisteis; con el pago del
martirio, que aceptasteis por Cristo,
no sin antes, diseminar la santa palabra
de Dios, entre un pueblo descreído,
duro e idólatra, que, con rey a la cabeza,
en masa se bautizaron. Y, así, como
vinisteis al mundo, así también, a la
gloria partisteis, para coronado ser,
con corona de luz, como premio justo
a vuestra entrega de amor y lealtad;
oh, San Eleuterio “obrero de la luz”.

© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
________________________________

20 de Febrero
San Eleuterio de Tournai
Obispo

Martirologio Romano: En Tournai, en la Galia Bélgica, san Eleuterio, obispo (c. 530). Etimológicamente: Eleuterio = Aquel que se comporta con generosidad y libertad, es de origen griego.

Este nombre, raro en nuestros días, era muy común en los primeros siglos del cristianismo, y lo llevan catorce santos, entre los cuales un Papa que gobernó la Iglesia del año 175 al 189 y que parece murió mártir.

Hoy el Martirologio Romano recuerda a dos obispos con el mismo nombre: San Eleuterio de Constantinopla, que gobernó a la Iglesia bizantina a comienzos del siglo II o a fines del siglo V. La fecha es muy imprecisa. EL otro es San Eleuterio, obispo de Tournai (Bélgica), en donde se le tiene mucha devoción.
Este santo, muy popular en el norte de Europa, vivió en un periodo sumamente difícil en la historia de Francia: probablemente nació en el año 456, y murió en el 531.

Es la época en que la Galia, ya meta de varias migraciones bárbaras, como la de los Burgundes y la de los Visigodos – convertidos mal al cristianismo, pues pasaron de la idolatría a la herejía arriana – se convirtió en tierra de conquista de los Francos del rey Clodoveo. A la conversión de estos contribuyeron la esposa cristiana, Clotilde, venerada como santa, el obispo de Reims, San Remigio, y San Eleuterio, elegido obispo de Tournai en el 484, cuando Clodoveo había hecho de esta ciudad la capital de su reino, antes de emprender la conquista de la región parisiense.

Aunque no poseamos ningún documento históricamente seguro sobre la actividad de este santo obispo y sobre su obra misionera, una biografía atribuida a San Medardo, coetáneo y hasta compañero de juegos en la infancia, cuenta muchas anécdotas de la vida de San Eleuterio y sobre sus contactos con el rey pagano Clodoveo. EL mismo Medardo le predijo que un día llegaría a ser obispo, pero esa profecía equivalía a un augurio de vida difícil, incluyendo el martirio.

Los pueblos bárbaros, que de las regiones orientales se iban trasladando hacia las verdes colinas de Francia, no conocían otra autoridad sino la de su rey. Al obispo de Tournai le correspondió la tarea de sembrar la palabra de Dios entre un pueblo rudo e idólatra, los Francos, que en el 506 recibirán en masa el bautismo, siguiendo el ejemplo de su rey, después de la victoria contra los Alemanes de Tolbiac. Pero el honor de esta abundante mies le corresponderá a San Remigio.

En la catedral de Tournai, meta de numerosas peregrinaciones, reposan los restos de San Eleuterio, el humilde e infatigable obrero del Evangelio, que tuvo como campo de trabajo la nueva frontera del cristianismo, representada por los pueblos bárbaros.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=648)

19 febrero, 2014

Beato de Álvaro de Zamora


Oh, Beato de Álvaro de Zamora,
vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, y que, célebre
os hicisteis por vuestro predicar
y por la contemplación de la Pasión
de Nuestro Señor Jesucristo. Vuestras
obras y ardorosa predicación, más
vuestro ejemplo y obras, a la reforma
contribuyeron de la Orden. Os impactó
el camino al calvario en Tierra Santa,
y por deseoso de vivir una existencia
en soledad y perfección, fundasteis
el obervante convento de Sto. Domingo
Escalaceli, en cuyos oratorios “la
vía dolorosa” se reproducía, por vos,
venerada en Jerusalén. Además, con vos,
origen se dio a la devoción de la “Vía
Crucis”. Y, vos, a imitación de vuestro
Padre Domingo, orabais y os flagelabais,
convirtiéndose con el tiempo, en meta
de las peregrinaciones para los fieles.
Poseíais el don de profecía y obrasteis
muchos milagros. Llegado el tiempo
de partir, vuestra alma entregasteis
al Padre, quien, os premió con corona
de luz eterna, como justa retribución
a vuestro amor e incréible esperanza;
Oh, Beato Álvaro de Zamora “luz”.


© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
______________________________________


19 de Febrero
Beato Álvaro de Zamora de Córdoba
Predicador Dominico


Martirologio Romano: En Córdoba, en la región española de Andalucía, conmemoración del beato Álvaro de Zamora, presbítero de la Orden de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y contemplar la Pasión del Señor (c. 1430).

Etimológicamente Álvaro = Aquel que es el defensor de todos, es de origen germánico.
Fecha de beatificación: El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22 de septiembre de 1741.
Álvaro de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en Zamora (1360?) y murió en Córdoba el año 1430. Perteneció a la noble familia Cardona.

Entró en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba, en el año 1368. Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.

Después de volver de una peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador.

Deseoso de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana.

De noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró milagros.

Murió el 19 de febrero de 1430 y fue sepultado en su convento.

(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=8315)