14 agosto, 2011

San Maximiliano Kolbe


Oh, San Maximiliano Kolbe;
vos sois el hijo del Dios de la
vida e imitación perfecta de Él,
porque Él, la vida dio por la
redención del mundo y vos,
por la del prójimo. No en vano,
el Maestro Divino, había dicho
que no hay amor más grande,
que el amor de aquél, que la
Vida da por sus amigos y vos
honor hicisteis al significado de
vuestro nombre: “El más importante
de la familia”, como aquél día
en que la vida disteis, por uno
de vuestros compañeros de
martirio, elevándoos hasta el
mismo cielo, que sus puertas
abrió, para coronaros con corona
de luz, cuya brillo, jamás cesará;
oh, San Maximiliano Kolbe, Mártir.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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14 de Agosto
San Maximiliano Kolbe
Mártir
Año 1941

Maximiliano significa: “El más importante de la familia”. Es este uno de los mártires modernos. Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz. Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4…9…10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: “Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?”.

En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: “Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre”. El oficial le responde: ¿Y por qué? – Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita. El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.

Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.

Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios. Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.

Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.

Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.

El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado “El Caballero de la Inmaculada”, y otro “El Pequeño diario”. Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.

Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista “El caballero de la Inmaculada”, con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.

Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos. En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: “Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos”. Quiera Dios que también nosotros seamos capaces de sacrificarnos como Cristo y Maximiliano, por el bien de los demás.



13 agosto, 2011

San Estanislao Kostka


Oh, San Estanislao de Kostka;
sois vos, el hijo del Dios de
la vida, que hicisteis honor
al significado de vuestro nombre:
“Gloria y honor de vuestro grupo”,
y con vuestra intrepidez de
joven, os revelasteis contra
todo y contra todos, acudiendo
así, al llamado divino de Dios
Padre, en medio de las arideces
de vuestro tiempo, sin perder
de vista la Santa Eucaristía y el
amor profundo a Nuestra Señora,
de quien dijisteis: “ofrecerle
pequeños homenajes, pero no dejar
nunca de ofrecérselos” y vos a
temprana edad, presenciabais
por Dios concedido, la fiesta de
la Asunción de la Virgen, en el
mismo cielo porque volasteis
presto a la eternidad, para corona
de luz recibir, que no se apaga;
oh, San Estanislao de Kostka.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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13 de Agosto
San Estanislao de Kostka
Seminarista
Año 1568

San Estanislao: pídele al Señor muchas y santas vocaciones para las comunidades religiosas y para el sacerdocio, y que los jóvenes que se preparan para la vida religiosa o para ser sacerdotes, logren perseverar en su santa vocación hasta la muerte.

Estanislao significa: “Gloria y honor de su grupo”. De este santo tan joven ha quedado una frase muy popular. Le preguntaron qué hay que hacer para demostrarle a la Virgen que la amamos, y respondió: “Ofrecerle pequeños homenajes, pero no dejar nunca de ofrecérselos”.

Era hijo de un rico senador de Polonia, y nació en el castillo de su padre en 1550. A los 14 años entró a estudiar en un colegio de Jesuitas, pero tropezó con tres grandes obstaculos para su felicidad. El primero fue que su padre lo hizo hospedar en una casa de un calvinista protestante, el cual trataba mal a los católicos que eran fervorosos. El segundo fue su hermano mayor Pablo, fiestero y mundano (todo lo contrario a Estanislao que era recogido y piadoso). Y tercero, que el profesor que su padre les consigió para que les dirigiera, le tenía una antipatía especial y lo trataba con gran dureza. Todo esto le fue formando la personalidad y lo fue desprendiendo del mundo donde la gente no sabe hacer felices a los demás.

Como su hermano lo trataba mal, y el calvinista protestante no lo dejaba comulgar y el profesor era muy duro, y su padre se oponía a que se hiciera religioso, Estanislao dispuso huir de su casa e irse lejos, muy lejos, donde puediera realizar sus ideales religiosos. Quiso hacerse Jesuita en su país pero los padres de esa comunidad no se atrevieron a recibirlo por temor a echarse de enemigo a su padre. Entonces emprendió un viaje a pie a 500 kilómetros. Primero a Alemania, donde fue recibido amablemente por el superior regional de los Jesuitas. San Pedro Canisio, y luego hasta Roma, donde el superior general San Francisco de Borja lo recibió con especial cariño.

Al principio los religiosos lo emplearon en oficios humildes y domésticos, como lavar loza, servir en el comedor, etc. (a él que era de familia rica y distinguida), y lo hizo con muy buena voluntad y verdadera alegría.

Luego fue admitido en el noviciado donde resultó ser un verdadero modelo de santidad para todos. Se propuso hacer extraordinariamente bien las cosas ordinarias. Solamente alcanzó a durar nueve meses en aquella vida religiosa, pero fueron suficientes para dejar gran fama de piadoso, amable, servicial, buen trabajador, y excelente estudiante.

Su amor a Jesús Sacramentado era tan ardiente que cuando entraba al templo, su rostro se le volvía resplandeciente o se enrojecía. Y durante la santa misa o después de comulgar, frecuentemente era arrebatado en éxtasis, y quedaba como fuera de sí, sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor.

Polonia, el país de Estanislao, es una tierra donde hace intenso frío. Y en cambio los calores de Roma son casi insoportables en el mes de agosto. Y esto afectó fuertemente la salud del joven novicio y al principio de agosto empezó a sentirse muy mal. El 10 de agosto charlando con un religioso le dijo: “Estoy pensando cómo será de grande y bonita en el cielo la fiesta de la Asunción de la Virgen María. Desearía ir este año a presenciarla”. Y Dios le concedió su buen deseo.

Empezó a agravarse, y aunque los padres de la comunidad creían que la enfermedad le pasaría muy pronto, él estaba seguro de que la hora de su muerte estaba para llegar.

Y así el 15 de agosto de 1568, cuando sólo tenía 18 años, voló a la eternidad. Fue a presenciar la fiesta de la Asunción de la Virgen, en el cielo, como era su deseo.

Poco después llegó el hermano a llevárselo por la fuerza a Polonia, y se encontró con la amarga noticia de que había muerto. El pobre Pablo quedó toda la vida con el remordimiento de haber tratado tan duramente a Estanislao, y llegó a ser después un fervoroso creyente, y asistió a la beatificación de su hermano.

Por su intercesión se obtuvieron numerosos milagros, y el Santo Padre lo canonizó y lo declaró patrono de los novicios y de los que se preparan al sacerdocio.


12 agosto, 2011

San Eleazar


Oh, San Eleazar; sois vos el hijo
del Dios de la vida, y el mismo que
disteis honor al significado de vuestro
nombre: “Dios es mi ayuda” y dando
fe de las mismas, respondisteis a
vuestros captores con vuestra célebre
respuesta:“a mi edad no es digno fingir
hacer lo malo, aunque lo que se haga
sea bueno. Porque después muchos
jóvenes, creyendo que Eleazar a los
noventa años se ha pasado a las costumbres
de los que no tienen ninguna religión,
se podrán desviar, y yo por haber
simulado lo que no era cierto con el
pretexto de conservar el poco tiempo
de vida que aún me queda atraería deshonra
e infamia a mi vejez. Porque aunque yo
lograra en el presente librarme de los
castigos de los hombres, ni vivo ni muerto
podré librarme de los castigos que
Dios tiene reservados para los que van
contra su santa Ley. Por eso al sacrificar
ahora valientemente la vida, me mostraré
digno de mi ancianidad, dejando a los
jóvenes un ejemplo noble, al morir
generosamente, con valentía y nobleza, por
defender las leyes de nuestra sagrada
religión”; y así, partisteis, glorioso mártir
a la eternidad de la vida, para coronado
ser, con laureles de luz eternamente;
oh, San Eleazar, de Dios, fidelísimo siervo.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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12 de Agosto
San Eleazar
Mártir
Siglo II aC


Eleazar es un nombre que significa: “Dios me ayuda”. La Santa Biblia, en el 2o. libro de los Macabeos (capítulo 6) narra así la historia de ese mártir. “Eleazar era de los principales especialistas en explicar al pueblo la Ley del Señor. Era varón de avanzada edad y de muy noble aspecto. Los enviados del impío rey Antíoco, querían obligarlo a desobedecer la santa ley de Dios, pero él prefiriendo una muerte honrosa a una vida infame, dispuso marchar voluntariamente al suplicio del apaleamiento, después de rechazar valientemente todo lo que iba contra las leyes santas”.

“Los que estaban ecargados de obtener que los israelitas renunciaran a sus antiguas y sagradas costumbres, lo invitaban a simular que sí hacía lo que la ley prohibía, aunque no lo hiciera, para que obrando así se librara de la muerte y por su antigua amistad con ellos alcanzara benevolencia y buen trato.” Tomando una noble resolución, digna de su edad, de la venerablidad de su ancianidad, del inmejorable proceder que había tenido desde niño, y sobre todo de su inmensa veneración a las leyes santas dadas por Dios, se mostró consecuente con lo que profesaba, y pidió que más bien lo enviaran a la muerte, en vez de hacerle propuestas que iban en contra de su conciencia.

Y dijo estas inmortales palabras: “a mi edad no es digno finjir hacer lo malo, aunque lo que se haga sea bueno. Porque después muchos jóvenes, creyendo que Eleazar a los 90 años se ha pasado a las costumbres de los que no tienen ninguna religión,se podrán desviar, y yo por haber simulado lo que no era cierto con el pretexto de conservar el poco tiempo de vida que aún me queda atraería deshonra e infamia a mi vejez. Porque aunque yo lograra en el presente librarme de los castigos de los hombres, ni vivo ni muerto podré librarme de los castigos que Dios tiene reservados para los que van contra su santa Ley. Por eso al sacrificar ahora valientemente la vida, me mostraré digno de mi ancianidad, dejando a los jóvenes un ejemplo noble, al morir generosamente, con valentía y nobleza, por defender las leyes de nuestra sagrada religión”.

Al terminar Eleazar de decir las bellas palabras anteriores, se fue enseguida al suplicio. Los que lo llevaban, cambiaron su suavidad de poco antes en dureza, después de oír sus valientes declaraciones, y empezaron a apedrearlo sin compasión. El, cuando ya estaba a punto de morir, dijo entre suspiros: “El Señor Dios que posee la ciencia santa, sabe muy bien que yo pudiéndome librar de la muerte, soporto por su amor los crueles dolores que produce en mí este apaleamiento, pero en mi alma lo sufro con gusto porque se trata de demostrarle a mi Dios cuanto lo quiero y lo estimo”. De este modo murió santamente. Y Eleazar no dejó sólo a los jóvenes sino a todos los creyentes, con su heróica muerte, un ejemplo de nobleza, valor y generosidad y una invitación a preferir morir antes que pecar. No tengas respetos humanos que vayan contra tu alma. (Eclesiásticos).

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Eleasar.htm)

11 agosto, 2011

Santa Clara de Asís


Oh; Santa Clara de Asís,
vos sois la hija del Dios
de la vida, bendecida y
alabada, y de la franciscana
mies por San Francisco
surgida. Quiso el Altísimo
para gloria suya, escogeros;
y llevaros a Él por los
caminos de su Amado Hijo
que, con su humildad, pobreza
y su Cruz Eucaristía; fueron
para vos, viva luz en los
días aquellos; en que, a
Cristo seguisteis, tras las
huellas de vuestro mentor,
en pobreza, humildad y
caridad, llevando a cabo
vuestra ascensión plena
al monte de la inmortalidad.
En San Damián, hasta hoy
vuestras últimas palabras
resuenan: “Vete en paz ya
que has seguido el buen
camino; vete confiada, ya
que tu creador te ha santificado,
custodiado incesantemente
y amado con la ternura de
una madre con su hijo”.
“Oh Dios, bendito seas por
haberme creado” y hoy,-como
bien lo sabéis-, gozáis las
de alegrías del cielo; pequeña
sierva de vuestro padre San
Francisco, y del Dios eterno;
oh Santa Clara de Asís, plena luz.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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11 de Julio
Santa Clara de Asís

Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara: “Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña planta de nuestro Padre Francisco”

“Seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco en pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás con mayor plenitud el ideal concebido por un hombre como esta mujer” (Joergensen).

SU VIDA

Nació en Asís en 1194, poco se conoce de su infancia y adolescencia. A los 18 años se consagró a Cristo haciéndose cortar los cabellos y vistiendo el sayo oscuro de la orden de San Francisco que se había convertido para ella desde 1208 en el “loco, cuyas palabras le parecían inflamadas y sus obras sobrehumanas”. Después de lo cual inició una vida de pobreza radical, renunciando a todo lo que tenia y prometiendo vivir sin poseer nada. Comenzaba así la Segunda Orden Franciscana: Las Damas Pobres o Clarisas. Esto sucedía en Santa María de los Angeles (Porciúncula), la iglesia restaurada por San Francisco. En 1228 obtenía del Papa el “privilegioum paupertatis” de vivir totalmente de limosnas.

El ideal de San Francisco lo realizaba Clara y un grupo de mujeres de Asís y de toda Italia. Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir del convento. En vida pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en el siglo XIII, Bohemia, Francia, Inglaterra). Dos veces logró hacer huir a los sarracenos, alistados en el ejército de Federico II, con solo mostrarles desde la ventana del dormitorio la custodia con el Santísimo Sacramento (1240), o exhortando a las hermanas a la oración, estando totalmente inmovilizada a causa de sus continuos dolores.

Murió en San Damián, a las afueras de Asís, el 11 de Agosto de 1253. Fue canonizada solo dos años después por Alejandro IV. Dejó cuatro cartas, la Regla y el testamento. “Vete en paz ya que has seguido el buen camino; vete confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo”. “Oh Dios, bendito seas por haberme creado”. Estas fueron las últimas palabras de una gran mística llena de alegría y de amor a Dios y a los hombres. Fiesta, 11 de Agosto.




10 agosto, 2011

San Lorenzo


Oh, San Lorenzo sois vos;
el hijo del Dios de la vida,
y Diácono de Aquél; a quien
vos, servisteis hasta el total
martirio y con indescriptible
fe y valor, lidiasteis con
vuestros verdugos en suplicio
pleno y, ardiendo vos; vivabais
a Nuestro Señor Jesucristo,
en cara de paganos senadores,
que absortos, contemplaban
en vos, el poder de la luz,
y en el acto, se convertían
absortos y, de asombro llenos.
Por ello, San Ambrosio, San
Agustín y Prudencio el poeta,
maravillas de vos escribieron:
“Ya estoy asado por un lado.
Ahora que me vuelvan hacia el
otro lado para quedar asado
por completo”. “La carne ya
está lista, pueden comer”,
decíais voz con calma completa,
mientras voz erais “asado” vivo;
y así, vuestra alma, al cielo voló a
recibir corona de luz, de eterno brillo;
oh, San Lorenzo, "corona de laurel".

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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10 de Agosto
San Lorenzo
Mártir
Año 258


Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los necesitados. Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos lleguen.

Su nombre significa: “coronado de laurel”. Los datos acerca de este santo los ha narrado San Ambrosio, San Agustín y el poeta Prudencio. Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los siete hombres de confianza del Sumo Pontíice. Su oficio era de gran responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres. En el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6 de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.

La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que la Sumo Pontífice lo iban a matar le dijo: “Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?” y San Sixto le respondió: “Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás”. Lorenzo se alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios. Entonces Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todos los dineros y demás bienes que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes más necesitadas.

El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a Lorenzo y le dijo: “Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy valiosos. Vaya, recoga todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar”.

Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres, lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y mandó llamar al alcalde diciéndole: “Ya tengo reunidos todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador”.

Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero Lorenzo le dijo: “¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de la iglesia de Cristo!” .El alcalde lleno de rabia le dijo: “Pues ahora lo mando matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente”.

Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía no darle importancia a los dolores de esa tortura. Los cristianos vieron el rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísismo y sintieron un aroma muy agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.

Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo al juez: “Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado para quedar asado por completo”. El verdugo mandó que lo voltearan y así se quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: “La carne ya está lista, pueden comer”. Y con una tranquilidad que nadie había imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año 258.

El poeta Pruedencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatía empezó a disminuir en la ciudad. San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de los que se encomendaban a San Lorenzo. El santo padre mandó construirle una hermosa Basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en importancia en la Ciudad Eterna.



09 agosto, 2011

Santa Otilia

Santa Otilia; vos sois la
hija del Dios de la vida, que
privada de la visión, al mundo
llegasteis, pero, vuestra alma,
no, y Dios, sorpresa os guardó,
hasta cuando bautizada fuisteis
por las manos de San Erardo,
y pronunciara: “que se os abran
los ojos de vuestro cuerpo, como
se os han abierto los ojos de
vuestra alma”, y ¡milagro patente!,
recobrasteis milagrosamente la
vista y del desprecio primero al
pronto amor; y aquél paterno
regalo, en la cima de la montaña;
vos lo convertisteis en casa de
Dios, y del que, a borbotones brotó
agua; para devolver la vista, al
errante alma y yerta casi, de los
hombres tantos del mundo vuestro
y del nuestro, y porque agotasteis
vuestra preciosa vida, dándoos a
los pobres y miserables, que su
vida ambulaban por los desiertos
de vuestro tiempo. Ciega sí, de
amor puro y divino, hoy, coronada
de luz eterna en la Casa del Padre
alumbráis, santa patrona de Alsacia;
oh Santa Otilia, milagro de Dios.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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9 de agosto
Santa Otilia
Religiosa
Año 720

Otilia: Pídele a Dios que nos abra los ojos de nuestra alma para ver la eternidad que nos espera, y que con nuestras oraciones, limosnas y santas misas consigamos como tú, el descanso para nuestros amados difuntos.

Esta es la santa patrona de Alsacia (una provincia muy famosa de Francia, que tiene como capital a Estrasburgo). En aquellas tierras se ha tenido enorme devoción a Santa Otilia, por más de 1,000 años. Y su historia es bien interesante. El señor feudal que gobernaba Alsacia en el siglo VII era Aldarico; era un pagano recién convertido al catolicismo, y no muy bien convertido aún.

Aldarico deseaba mucho tener un hijo varón, pero he aquí que lo que le nació fue una hija, y ciega. El hombre se llenó de cólera y mandó que su hija fuera expulsada muy lejos de su castillo.

La pobre niña fue llevada a un lejano convento de religiosas, las cuales la educaron lo mejor que pudieron, en la religión de Cristo. La niña crecía ciega pero he aquí que un día llegó al convento el obispo San Erardo, el cual había tenido un sueño en el que se le ordenaba que fuera a esa casa de religiosas y bautizara a una niña. Le presentaron a la cieguita y el santo al bautizarla le puso el nombre de Otilia, que significa: “luz de Dios”. Y al administrarle el sacramento le dijo: “que se te abran los ojos de tu cuerpo, como se te han abierto los ojos de tu alma”, y la niña recobró milagrosamente la vista.

El santo obispo fue donde el papá de Otilia a pedirle que la aceptara en su casa ya que era hija suya, pero el otro no quería de ninguna manera. Afortunadamente el hijo varón y hermano menor de Otilia, Hugo, intercedió ante su padre, y éste aunque de muy mala gana, permitió que la muchacha volviera al castillo, pero más como sirvienta que como hija. Y sucedió que Aldarico empezó a notar que su hija era tan santa, tan caritativa, tan bondadosa con todos, que se encariñó grandemente con ella y la quiso con un amor fraternal que nunca antes había sentido.

Y el papá se propuso casarla con un gran señor alemán para que llegara a ser una princesa muy importante. Él no sabía que Otilia cuando estaba viviendo con las religiosas se había propuesto dedicar su vida entera a la oración y a las obras buenas, y a ser una religiosa. Cuando ella supo que su padre estaba resuelto a obligarla a casarse, se vistió de sirvienta, y así disfrazada huyó del palacio; un barquero la llevó al otro lado del inmenso río y ella siguió huyendo por los campos.

Aldarico envió a sus soldados a buscarla por todas partes y cuando la joven vio que se acercaban ya sus perseguidores pidió a Dios que la protegiera, y vio en una roca una hendidura, y ahí se escondió y nadie logró verla. Entonces su padre, lleno de remordimientos por su actitud, mandó publicar un decreto por medio del cual perdonaba a su hija y le permitía que se hiciera religiosa. Ella al oír tal noticia volvió al castillo y Aldarico le regaló un convento en una alta montaña para que se fuera allá con las demás jóvenes que quisieran ser religiosas. Y allí se fundó el convento de Otilburg.

Otilia y sus compañeras se dedicaron a la oración, a los trabajos manuales y a atender a los centenares de pobres que llegaban a pedir ayuda. Otilia se dedicaba a socorrer a los enfermos más repugnantes y abandonados. Y fundó un hospital para ellos. Al fin, Aldarico al darse cuenta de la gran santidad de su hija dispuso con su anciana esposa vivir los dos como monjes y convirtieron su castillo en un convento, dirigido por Otilia. Y allí murieron piadosamente. La santa se dedicó a ofrecer misas, limosnas y oraciones por el alma de su padre, y tiempo después en una visión le fue dicho que por sus misas y oraciones y obras de caridad, el alma de Aldarico lograba salir del purgatorio.

Después de dedicarse por muchos años a la oración y a prestar ayudas a enfermos y pobres, Otilia descansó en paz en el año 720. En su sepulcro empezaron a obrarse milagros, y toda aquella región de Alsacia la proclamó como patrona. Todos los emperadores alemanes desde Carlo Magno (año 800) le rindieron homenaje. El papa San León IX y el Rey Ricardo I de Inglaterra fueron en peregrinación a visitar su tumba. Todavía se conserva una fuente de agua que la santa hizo brotar con su oración, cuando en el convento no había nada para beber. Y con esa agua se bañan los ojos muchos enfermos de la vista y consiguen admirables curaciones.


08 agosto, 2011

Santo Domingo de Guzmán


Oh, Santo Domingo de Guzmán;
sois vos, el hijo del Dios de la vida,
el asceta de Cristo Señor Nuestro,
por que vos, con vuestra vida, vuestro
amor y entrega, os negasteis a vos
mismo y crecisteis en los desvalidos
y pobres de vuestro tiempo y de aquél
abrazo con San Francisco y sus estigmas,
maravillosas huellas del amor verdadero
dejasteis. “No puede ser que Cristo
sufra hambre en los pobres, mientras
yo guarde en mi casa algo con lo cual
podía socorrerlos”, a menudo vos
decíais. Vuestras armas para convertir,
la oración, la paciencia, la penitencia,
y horas incontables para instruir a los
ignorantes en religión eran, y a vuestros
detractores os decíais: “Inútil es, tratar
de convertir a la gente con la violencia.
La oración hace más efecto que todas
las armas guerreras. No crean que los
oyentes se van a conmover y a volver
mejores por que nos ven muy vestidos
elegantemente. En cambio con la
humildad sí se ganan los corazones”.
¿Cuál pues sería vuestro destino? Sólo
uno: el mismo cielo, porque lo habíais
ganado. “Que todos los ángeles y santos
salgan a recibiros”, decían vuestros
compañeros y vos moribundo añadíais:
“¡Qué hermoso, qué hermoso!” y volasteis
para recibir, justo premio, corona de
luz, “consagrado al Señor”, eternamente,
santo fundador de los Padres Dominicos
oh, Santo Domingo de Guzmán, ¡aleluya!.


© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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8 de Agosto
Santo Domingo de Guzmán
Fundador
Año 1221


Domingo significa: “Consagrado al Señor”. El fundador de los Padres Dominicos, que son ahora 6,800 en 680 casas en el mundo, nació en Caleruega, España, en 1171. Su madre, Juana de Aza, era una mujer admirable en virtudes y ha sido declarada Beata. Lo educó en la más estricta formación religiosa.

A los 14 años se fue a vivir con un tío sacerdote en Palencia en cuya casa trabajaba y estudiaba. La gente decía que en edad era un jovencito pero que en seriedad parecía un anciano. Su goce especial era leer libros religiosos, y hacer caridad a los pobres. Por aquel tiempo vino por la región una gran hambre y las gentes suplicaban alguna ayuda para sobrevivir. Domingo repartió en su casa todo lo que tenía y hasta el mobiliario. Luego, cuando ya no le quedaba nada más con qué ayudar a los hambrientos, vendió lo que más amaba y apreciaba, sus libros (que en ese tiempo eran copiados a mano y costosísimos y muy difíciles de conseguir) y con el precio de la venta ayudó a los menesterosos. A quienes lo criticaban por este desprendimiento, les decía: “No puede ser que Cristo sufra hambre en los pobres, mientras yo guarde en mi casa algo con lo cual podía socorrerlos”.

En un viaje que hizo, acompañando a su obispo por el sur de Francia, se dio cuenta de que los herejes habían invadido regiones enteras y estaban haciendo un gran mal a las almas. Y el método que los misioneros católicos estaban empleando era totalmente inadecuado. Los predicadores llegaban en carruajes elegantes, con ayudantes y secretarios, y se hospedaban en los mejores hoteles, y su vida no era ciertamente un modelo de la mejor santidad. Y así de esa manera las conversiones de herejes que conseguían, eran mínimas. Domingo se propuso un modo de misionar totalmente diferente.

Vio que a las gentes les impresionaba que el misionero fuera pobre como el pueblo. Que viviera una vida de verdadero buen ejemplo en todo. Y que se dedicara con todas sus energías a enseñarles la verdadera religión. Se consiguió un grupo de compañeros y con una vida de total pobreza, y con una santidad de conducta impresionante, empezaron a evangelizar con grandes éxitos apostólicos.

Sus armas para convertir eran la oración, la paciencia, la penitencia, y muchas horas dedicadas a instruir a los ignorantes en religión. Cuando algunos católicos trataron de acabar con los herejes por medio de las armas, o de atemorizarlos para que se convirtieran, les dijo: “Es inútil tratar de convertir a la gente con la violencia. La oración hace más efecto que todas las armas guerreras. No crean que los oyentes se van a conmover y a volver mejores por que nos ven muy elegantemente vestidos. En cambio con la humildad sí se ganan los corazones”.

Domingo llevaba ya diez años predicando al sur de Francia y convirtiendo herejes y enfervorizando católicos, y a su alrededor había reunido un grupo de predicadores que él mismo había ido organizando e instruyendo de la mejor manera posible. Entonces pensó en formar con ellos una comunidad de religiosos, y acompañado de su obispo consultó al Sumo Pontífice Inocencio III. Al principio el Pontífice estaba dudoso de si conceder o no el permiso para fundar la nueva comunidad religiosa. Pero dicen que en un sueño vio que el edificio de la Iglesia estaba ladeándose y con peligro de venirse abajo y que llegaban dos hombres, Santo Domingo y San Francisco, y le ponían el hombro y lo volvían a levantar. Después de esa visión ya el Papa no tuvo dudas en que sí debía aprobar las ideas de nuestro santo.

Y cuentan las antiguas tradiciones que Santo Domingo vio en sueños que la ira de Dios iba a enviar castigos sobre el mundo, pero que la Virgen Santísima señalaba a dos hombres que con sus obras iban a interceder ante Dios y lo calmaban. El uno era Domingo y el otro era un desconocido, vestido casi como un pordiosero. Y al día siguiente estando orando en el templo vio llegar al que vestía como un mendigo, y era nada menos que San Francisco de Asís. Nuestro santo lo abrazó y le dijo: “Los dos tenemos que trabajar muy unidos, para conseguir el Reino de Dios”. Y desde hace siglos ha existido la bella costumbre de que cada año, el día de la fiesta de San Francisco, los Padres dominicos van a los conventos de los franciscanos y celebran con ellos muy fraternalmente la fiesta, y el día de la fiesta de Santo Domingo, los padres franciscanos van a los conventos de los dominicos y hacen juntos una alegre celebración de buenos hermanos.

En agosto de 1216 fundó Santo Domingo su Comunidad de predicadores, con 16 compañeros que lo querían y le obedecían como al mejor de los padres. Ocho eran franceses, siete españoles y uno inglés. Los preparó de la mejor manera que le fue posible y los envió a predicar, y la nueva comunidad tuvo una bendición de Dios tan grande que a los pocos años ya los conventos de los dominicos eran más de setenta, y se hicieron famosos en las grandes universidades, especialmente en la de París y en la de Bolonia.

El gran fundador le dio a sus religiosos unas normas que les han hecho un bien inmenso por muchos siglos. Por ejemplo estas:

*Primero contemplar, y después enseñar. O sea: antes dedicar mucho tiempo y muchos esfuerzos a estudiar y meditar las enseñanzas de Jesucristo y de su Iglesia, y después sí dedicarse a predicar con todo el entusiasmo posible.

*Predicar siempre y en todas partes. Santo Domingo quiere que el oficio principalísimo de sus religiosos sea predicar, catequizar, tratar de propagar las enseñanzas católicas por todos los medios posibles. Y él mismo daba el ejemplo: donde quiera que llegaba empleaba la mayor parte de su tiempo en predicar y enseñar catecismo.

La experiencia le había demostrado que las almas se ganan con la caridad. Por eso todos los días pedía a Nuestro Señor la gracia de crecer en el amor hacia Dios y en la caridad hacia los demás y tener un gran deseo de salvar almas. Esto mismo recomendaba a sus discípulos que pidieran a Dios constantemente.

Los santos han dominado su cuerpo con unas mortificaciones que en muchos casos son más para admirar que para imitar. Recordemos algunas de las que hacía este hombre de Dios.

Cada año hacía varias cuaresmas, o sea, pasaba varias temporadas de a 40 días ayunando a pan y agua. Siempre dormía sobre duras tablas.

Caminaba descalzo por caminos irisados de piedras y por senderos cubiertos de nieve. No se colocaba nada en la cabeza ni para defenderse del sol, ni para guarecerse contra los aguaceros.

Soportaba los más terribles insultos sin responder ni una sola palabra.

Cuando llegaban de un viaje empapados por los terribles aguaceros mientras los demás se iban junto al fuego a calentarse un poco, el santo se iba al templo a rezar.

Un día en que por venganza los enemigos los hicieron caminar descalzos por un camino con demasiadas piedrecitas afiladas, el santo exclamaba: “la próxima predicación tendrá grandes frutos, porque los hemos ganado con estos sufrimientos”. Y así sucedió en verdad.

Sufría de muchas enfermedades, pero sin embargo seguía predicando y enseñando catecismo sin cansarse ni demostrar desánimo.

Era el hombre de la alegría, y del buen humor. La gente lo veía siempre con rostro alegre, gozoso y amable. Sus compañeros decían: “De día nadie más comunicativo y alegre. De noche, nadie más dedicado a la oración y a la meditación”. Pasaba noches enteras en oración. Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos, pero cuando había que hablar de Nuestro Señor y de temas religiosos entonces sí que charlaba con verdadero entusiasmo.

Sus libros favoritos eran el Evangelio de San Mateo y las Cartas de San Pablo. Siempre los llevaba consigo para leerlos día por día y prácticamente se los sabía de memoria. A sus discípulos les recomendaba que no pasaran ningún día sin leer alguna página del Nuevo Testamento o del Antiguo.

Los que trataron con él afirmaban que estaban seguros de que este santo conservó siempre la inocencia bautismal y que no cometió jamás un pecado grave. Totalmente desgastado de tanto trabajar y sacrificarse por el Reino de Dios a principios de agosto del año 1221 se sintió falto de fuerzas, estando en Bolonia, la ciudad donde había vivido sus últimos años. Tuvieron que prestarle un colchón porque no tenía. Y el 6 de agosto de 1221, mientras le rezaban las oraciones por los agonizantes cuando le decían: “Que todos los ángeles y santos salgan a recibirte”, dijo: “¡Qué hermoso, qué hermoso!” y expiró.

A los 13 años de haber muerto, el Sumo Pontífice lo declaró santo y exclamó al proclamar el decreto de su canonización: “De la santidad de este hombre estoy tan seguro, como de la santidad de San Pedro y San Pablo”.