Oh; Santa Clara de Asís,
vos sois la hija del Dios
de la vida, bendecida y
alabada, y de la franciscana
mies por San Francisco
surgida. Quiso el Altísimo
para gloria suya, escogeros;
y llevaros a Él por los
caminos de su Amado Hijo
que, con su humildad, pobreza
y su Cruz Eucaristía; fueron
para vos, viva luz en los
días aquellos; en que, a
Cristo seguisteis, tras las
huellas de vuestro mentor,
en pobreza, humildad y
caridad, llevando a cabo
vuestra ascensión plena
al monte de la inmortalidad.
En San Damián, hasta hoy
vuestras últimas palabras
resuenan: “Vete en paz ya
que has seguido el buen
camino; vete confiada, ya
que tu creador te ha santificado,
custodiado incesantemente
y amado con la ternura de
una madre con su hijo”.
“Oh Dios, bendito seas por
haberme creado” y hoy,-como
bien lo sabéis-, gozáis las
de alegrías del cielo; pequeña
sierva de vuestro padre San
Francisco, y del Dios eterno;
oh Santa Clara de Asís, plena luz.
© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Julio
Santa Clara de Asís
Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara: “Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña planta de nuestro Padre Francisco”
“Seguir a Cristo tras las huellas de San Francisco en pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás con mayor plenitud el ideal concebido por un hombre como esta mujer” (Joergensen).
SU VIDA
Nació en Asís en 1194, poco se conoce de su infancia y adolescencia. A los 18 años se consagró a Cristo haciéndose cortar los cabellos y vistiendo el sayo oscuro de la orden de San Francisco que se había convertido para ella desde 1208 en el “loco, cuyas palabras le parecían inflamadas y sus obras sobrehumanas”. Después de lo cual inició una vida de pobreza radical, renunciando a todo lo que tenia y prometiendo vivir sin poseer nada. Comenzaba así la Segunda Orden Franciscana: Las Damas Pobres o Clarisas. Esto sucedía en Santa María de los Angeles (Porciúncula), la iglesia restaurada por San Francisco. En 1228 obtenía del Papa el “privilegioum paupertatis” de vivir totalmente de limosnas.
El ideal de San Francisco lo realizaba Clara y un grupo de mujeres de Asís y de toda Italia. Cuarenta y tres años vivió Clara este ideal sin salir del convento. En vida pudo ver como su orden se extendía por España (43 conventos en el siglo XIII, Bohemia, Francia, Inglaterra). Dos veces logró hacer huir a los sarracenos, alistados en el ejército de Federico II, con solo mostrarles desde la ventana del dormitorio la custodia con el Santísimo Sacramento (1240), o exhortando a las hermanas a la oración, estando totalmente inmovilizada a causa de sus continuos dolores.
Murió en San Damián, a las afueras de Asís, el 11 de Agosto de 1253. Fue canonizada solo dos años después por Alejandro IV. Dejó cuatro cartas, la Regla y el testamento. “Vete en paz ya que has seguido el buen camino; vete confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo”. “Oh Dios, bendito seas por haberme creado”. Estas fueron las últimas palabras de una gran mística llena de alegría y de amor a Dios y a los hombres. Fiesta, 11 de Agosto.
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