08 octubre, 2016
San Evodio de Brana
¡Oh!, San Evodio de Brana, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amado santo, que, en Rouen, en la Galia
Lugdunense, fuisteis, por amor a Cristo, Dios y Señor
Nuestro, erigido en su santo Obispo, pues, desde joven
os entregasteis al servicio de su causa y de su amor,
recibiendo las órdenes sagradas de manos de san Victricio,
que, os valió para arribar al cargo de arzobispo de
Rouen, y así, reunir poder en torno a Cristo, vuestro
Amado Maestro, a su Santa Iglesia, liberada recién
de perseguida por el martirio y la muerte ser. Vuestra
vida la oración, el ayuno, el amor a los pobres, y
la evangelización fue. Santo Patrón de la colegiata
de Saint Yved de Braine, hoy, estáis, todo coronado,
con corona de luz, como justo premio a grande amor;
¡Oh!, San Evodio de Brana, “vivo mártir del Dios vivo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Octubre
San Evodio de Brana
Obispo
Martirologio Romano: En Rouen, en la Galia Lugdunense, san Evodio, obispo. 550.
Formado desde muy joven al servicio de la catedral de Rouen, su ciudad natal, recibió las órdenes sagradas de manos del obispo san Victricio. Fue elegido arzobispo de Rouen.
Su labor como obispo fue consolidar la iglesia de su diócesis recién salida de las persecuciones. Patrón de la colegiata de Saint Yved de Braine, cerca de Soissons, donde trasladaron sus reliquias.
(http://vidas-santas.blogspot.com/2013/10/san-evodio-de-brana-obispo.html)
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07 octubre, 2016
Nuestra Señora del Rosario

¡Oh!, Nuestra Señora del Rosario, Santa Madre
de Dios, Vos, sois la corona mariana, que invitáis
a vuestros hijos, a la meditación de los misterios
de Cristo, amadísimo Hijo Vuestro, porque Vos,
estuvisteis unida a la encarnación, vida, pasión,
muerte y resurrección de Aquél, por vuestro filial
y grande amor. Así, os aparecisteis a Santo Domingo
con un rosario en las manos y enseñándole a rezarlo,
le pedisteis que lo difundiera entre los hombres,
con promesas diferentes para quienes así lo hicieran.
Y, Domingo, fiel y leal siervo vuestro, así lo hizo,
enseñándolo a los soldados liderados por su amigo
Simón Cuarto de Montfort, antes de medir fuerzas
en la Batalla de Muret, y cuya victoria se os atribuyó
a Vos, Señora Nuestra, Santa Madre del Redentor.
Por ello, Montfort os erigió la primera capilla
dedicada a Vos. Y, cuando vuestra devoción había
decaído, nuevamente os aparecisteis al beato Alano
de la Rupe, pidiéndole, para que la reviviese y que
recogiera en un libro todos los milagros llevados a
cabo por su rezo y le recordasteis las promesas que
siglos atrás, Vos, disteis a Santo Domingo. Y, así,
vuestra devoción se arraigó más en nuestro pueblo,
que popularizó y extendió con alegría San Pío V, Papa,
el día de la victoria total de la batalla de Lepanto,
atribuida también a Vos, Santa María, Madre de Dios.
¡Dios te salve María llena eres de gracia, el Señor
está contigo y bendita eres entre todas las mujeres!
¡Oh!, Señora Nuestra del Rosario, Madre de Dios.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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7 de Octubre
Nuestra Señora del Rosario
Advocación Mariana
Fiesta
Martirologio Romano: Memoria de la santísima Virgen María del Rosario. En este día se pide la ayuda de la santa Madre de Dios por medio del Rosario o corona mariana, meditando los misterios de Cristo bajo la guía de aquélla que estuvo especialmente unida a la encarnación, pasión y resurrección del Hijo de Dios.
Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio de Prouilhe (Francia) con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen.
En el siglo XV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo.
El rezo del Santo Rosario es una de las devociones más firmemente arraigada en el pueblo cristiano. Popularizó y extendió esta devoción el papa san Pío V en el día aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la batalla de Lepanto (1571), victoria atribuída a la Madre de Dios, invocada por la oración del Rosario. Más hoy la Iglesia no nos invita tanto a rememorar un suceso lejano cuanto a descubrir la importancia de María dentro del misterio de la salvación y a saludarla como Madre de Dios, repitiendo sin cesar: Ave María. La celebración de este día es una invitación a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=421)
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10/07/2016 10:48:00 a.m.
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06 octubre, 2016
San Bruno

¡Oh!, San Bruno, vos, sois, el hijo del Dios de la vida, y
su amado santo, y aquél que, habiendo escuchado el relato
sobre el cadáver que habló, el cual, en vida fama tenía
de ser persona buena, pero que, en su privada vida, nada
santo era y que, cuando su funeral le celebraban, habló
tres veces así: “¡He sido juzgado!” “¡He sido hallado culpable!”
y “¡He sido condenado!” Respuestas duras que os llevaron
a alejaros de la vida mundana y a dedicaros a la vida
de oración y penitencia. Y, más tarde, a que formarais
la casi increíble, pero cierta “Comunidad Religiosa de Los
Monjes Cartujos”, que, rigurosa, austera y penitente,
al silencio perpetuo por compañía tienen y que oran y claman
por la salvación eterna de las almas, en éste descreído,
pero al fin, mundo entero nuestro. Así, los quiere y ama
el Padre eterno, así, cuida sus almas y cuerpos que,
entregados al Dios de la vida; vida y paz nos regalan a
los hombres del mundo, con sus penitencias y oraciones
constantes. Nunca comer carne, ni tomar licor. Recibir
visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias
horas al día al estudio, las labores manuales y copiar libros
y vivir totalmente incomunicados con el mundo entero. Ésto,
hicisteis vos, con vuestra orden y, claro, todos os admiran
y ruegan porque vos, insigne “santo del silencio”, intercedáis,
para que, Dios Nuestro Señor, envíe a esta vida, muchos
santos hombres, capaces de imitaros en el vivir y el convivir
en el silencio, tanto, en el fondo, como en la forma. Los
últimos años de vuestra vida, los pasasteis entre misiones
que os confiaba el Santo Padre, y además largas temporadas
en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia.
Y, así, y luego de haber gastado vuestra santa vida en buena
lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser, con corona
de luz, como premio justo a vuestra entrega increíble de amor;
¡Oh!; San Bruno, “viva santidad del silencio del Dios Vivo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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6 de Octubre
San Bruno
Fundador de los Monjes Cartujos
Año 1101
Bruno significa: “fuerte como una coraza o armadura metálica” (Brunne, en alemán es coraza). Este santo se hizo famoso por haber fundado la comunidad religiosa más austera y penitente, los monjes cartujos, que viven en perpetuo silencio y jamás comen carne ni toman bebidas alcohólicas.
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: “He sido juzgado”. La segunda: “He sido hallado culpable”. La tercera: “He sido condenado”. Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo… Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande. Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad.
Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad. Que sean pocas tus palabras (S. Biblia).
Nació en Colonia, Alemania, en el año 1030. Desde joven demostró poseer grandes cualidades intelectuales, y especialísimas aptitudes para dirigir espiritualmente a los demás. Ya a los 27 años era director espiritual de muchísimas personas importantes. Uno de sus dirigidos fue el futuro Papa Urbano II.
Ordenado sacerdote fue profesor de teología durante 18 años en Reims, y Canciller del Sr. Arzobispo, pero al morir éste, un hombre indigno, llamado Manasés, se hizo elegir arzobispo de esa ciudad, y ante sus comportamientos tan inmorales, Bruno lo acusó ante una reunión de obispos, y el Sumo Pontífice destituyó a Manasés. Le ofrecieron el cargo de Arzobispo a nuestro santo, pero él no lo quiso aceptar, porque se creía indigno de tan alto cargo. El destituido en venganza, le hizo quitar a Bruno todos sus bienes y quemar varias de sus posesiones.
Dicen que por aquel tiempo oyó Bruno una narración que le impresionó muchísimo. Le contaron que un hombre que tenía fama de ser buena persona (pero que en la vida privada no era nada santo) cuando le estaban celebrando su funeral, habló tres veces. La primera dijo: “He sido juzgado”. La segunda: “He sido hallado culpable”. La tercera: “He sido condenado”. Y decían que las gentes se habían asustado muchísimo y habían huido de él y que el cadáver había sido arrojado al fondo de un río caudaloso. Estas narraciones y otros pensamientos muy profundos que bullían en su mente, llevaron a Bruno a alejarse de la vida mundana y dedicarse totalmente a la vida de oración y penitencia, en un sitio bien alejado de todos.
Teniendo todavía abundantes riquezas y gozando de la amistad de altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y pudiendo, si aceptaba, ser nombrado Arzobispo de Reims, Bruno renunció a todo esto y se fue de monje al monasterio de San Roberto en Molesmes. Pero luego sintió que aunque allí se observaban reglamentos muy estrictos, sin embargo lo que él deseaba era un silencio total y un apartamiento completo del mundo. Por eso dispuso irse a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva fundación.
San Hugo, obispo de Grenoble, vio en un sueño que siete estrellas lo conducían a él hacia un bosque apartado y que allá construían un faro que irradiaba luz hacia todas partes. Al día siguiente llegaron Bruno y seis compañeros a pedirle que les señalara un sitio muy apartado para ellos dedicarse a la oración y a la penitencia. San Hugo reconoció en ellos los que había visto en sueños y los llevó hacia el monte que le había sido indicado en la visión. Aquel sitio se llamaba Cartuja, y los nuevos religiosos recibieron el nombre de Cartujos.
San Bruno redactó para sus monjes un reglamento que es quizás el más severo que ha existido para una comunidad. Silencio perpetuo. Levantarse a media noche a rezar por más de una hora. A las 5:30 de la mañana ir otra vez a rezar a la capilla por otra hora, todo en coro. Lo mismo a mediodía y al atardecer.
Nunca comer carne ni tomar licores. Recibir visitas solamente una vez por año. Dedicarse por varias horas al día al estudio o a labores manuales especialmente a copiar libros. Vivir totalmente incomunicados con el mundo… Es un reglamento propio para hombres que quieren hacer gran penitencia por los pecadores y llegar a un alto grado de santidad.
San Hugo llegó a admirar tanto la sabiduría y la santidad de San Bruno, que lo eligió como su director espiritual, y cada vez que podía se iba al convento de la Cartuja a pasar unos días en silencio y oración y pedirle consejos al santo fundador. Lo mismo el Conde Rogerio, quien desde el día en que se encontró con Bruno la primera vez, sintió hacia él una veneración tan grande, que no dejaba de consultarlo cuando tenía problemas muy graves que resolver. Y aun se cuenta que una vez a Rogerio le tenían preparada una trampa para matarlo, y en sueños se le apareció San Bruno a decirle que tuviera mucho cuidado, y así logró librarse de aquel peligro.
Por aquel tiempo había sido nombrado Papa Urbano II, el cual de joven había sido discípulo de Bruno, y al recordar su santidad y su gran sabiduría y su don de consejo, lo mandó ir hacia Roma a que le sirviera de consejero. Esta obediencia fue muy dolorosa para él, pues tenía que dejar su vida retirada y tranquila de La Cartuja para irse a vivir en medio del mundo y sus afanes. Pero obedeció inmediatamente. Es difícil calcular la tristeza tan grande que sus monjes sintieron al verle partir para lejanas tierras. Varios de ellos no fueron capaces de soportar su ausencia y se fueron a acompañarlo a Roma. Y entonces el Conde Rogerio le obsequió una finca en Italia y allá fundó el santo un nuevo convento, con los mismos reglamentos de La Cartuja.
Los últimos años del santo los pasó entre misiones que le confiaba el Sumo Pontífice, y largas temporadas en el convento dedicado a la contemplación y a la penitencia. Su fama de santo era ya muy grande. Murió el 6 e octubre del año 1101 dejando en la tierra como recuerdo una fundación religiosa que ha sido famosa en todo el mundo por su santidad y su austeridad.
Que Dios nos conceda como a él, el ser capaces de apartarnos de lo que es mundano y materialista, y dedicarnos a lo que es espiritual y lleva a la santidad. Que sean pocas tus palabras (S. Biblia).
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Bruno.htm)
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10/06/2016 09:47:00 a.m.
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05 octubre, 2016
Santa Faustina Kowalska

¡Oh!; Santa Faustina Kowalska, Apóstol de la Divina Misericordia,
vos, sois la hija del Dios de la vida y su amada santa, que desde
pequeña, sentiais amor por la oración, el trabajo, la obediencia,
y gran sensibilidad ante la miseria y pobreza humanas. Vuestra
educación escolar duró sólo tres años y al cumplir dieciséis años
os fuisteis de la casa familiar para trabajar como empleada
doméstica y a los veinte años, entrasteis en la “Congregación
de las Hermanas de la Madre de Dios de la Misericordia”, y ya
como Sor María Faustina, vivisteis trece años cumpliendo deberes
de cocinera, jardinera y portera, pero, unida extraordinariamente
a Dios. Desde niña deseasteis ser una gran santa y, colaborasteis
con Jesús en la obra de salvar a las almas perdidas, hasta ofreceros
como sacrificio por los pecadores. Vuestros años de conventual
vida, estuvieron marcados, por el sufrimiento y las extraordinarias
gracias místicas de parte de Dios. Vuestra misión consistió en tres
tareas: proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada
Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona;
alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y a los
pecadores, practicando las nuevas formas de culto a la Divina
Misericordia, presentadas por el Señor Jesús: la imagen de la Divina
Misericordia con la inscripción: “Jesús, en ti confío”, la fiesta de la
Divina Misericordia, el primer domingo después de la Pascua de
Resurrección, la coronilla a la Divina Misericordia y la oración a
la hora de la Misericordia; e inspirar un movimiento apostólico
de la Divina Misericordia y proclamar y alcanzar la misericordia
de Dios para el mundo y aspirar a la perfección cristiana siguiendo
vuestro camino y huella. Vuestra misión, la escribisteis en el Diario
que os mandó el Señor Jesús y de vuestros confesores, registrando
con fidelidad todo lo que Jesús os pidió y describiendo los encuentros
de vuestra alma con Él. “Secretaria de mi más profundo misterio
tu misión es la de escribir todo lo que te hago conocer sobre mi
misericordia para el provecho de aquellos que leyendo estos escritos,
encontrarán en sus almas consuelo y adquirirán valor para acercarse
a mí”. Os dijo Jesús. Y así y luego de haber gastado vuestra santa
vida en buen lid, voló vuestra alma al cielo, para coronada ser con
corona de luz, como justo premio a vuestra entrega de amor y fe.
Vuestro Diario, traducido ha sido a muchos idiomas, por citar algunos:
inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe, ruso,
húngaro, checo y eslovaco. Juan Pablo Segundo, Papa, os beatificó
y canonizó, pues él, llevó inicialmente el proceso arquidiocesano
como paso previo a los de Roma, pues Arzobispo fue de Cracovia;
¡oh!; Santa Faustina Kowalska, “vivo amor de la Misericordia de Dios”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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5 de Octubre
Santa Faustina Kowalska
Apóstol de la Divina Misericordia
Sor Faustina nació en el año 1905 en la aldea de Glogowiec, cerca de
Lodz, como la tercera de diez hermanos en la familia de Kowalski. Desde
pequeña se destacó por el amor a la oración, laboriosidad, obediencia y
sensibilidad ante la pobreza humana. Su educación escolar duró apenas
tres años. Al cumplir 16 años abandonó la casa familiar para trabajar de
empleada doméstica en casas de familias acomodadas. A los 20 años entró
en la Congregación de las Hermanas de la Madre de Dios de la
Misericordia, donde como Sor María Faustina vivió 13 años cumpliendo
los deberes de cocinera, jardinera y portera. Su vida, aparentemente
ordinaria, monótona y gris, se caracterizó por la extraordinaria
profundidad de su unión con Dios.
Desde niña había deseado ser una gran santa y, en consecuencia,
caminó hacia este fin colaborando con Jesús en la obra de salvar a las
almas perdidas, hasta ofrecerse como sacrificio por los pecadores. Los
años de su vida conventual estuvieron marcados, pues, por el estigma del
sufrimiento y las extraordinarias gracias místicas.
La misión de sor Faustina consiste en 3 tareas:
1.Acercar y proclamar al mundo la verdad revelada en la Sagrada Escritura sobre el amor misericordioso de Dios a cada persona.
2.Alcanzar la misericordia de Dios para el mundo entero, y
especialmente para los pecadores, por ejemplo a través de la práctica de
las nuevas formas de culto a la Divina Misericordia, presentadas por el
Señor Jesús: la imagen de la Divina Misericordia con la inscripción:
Jesús, en ti confío, la fiesta de la Divina Misericordia, el primer
domingo después de la Pascua de Resurrección, la coronilla a la Divina
Misericordia y la oración a la hora de la Misericordia (las tres de la
tarde). A estas formas de la devoción y a la propagación del culto a la
Divina Misericordia el Señor Jesús vinculó grandes promesas bajo la
condición de confiar en Dios y practicar el amor activo hacia el
prójimo.
3. Inspirar un movimiento apostólico de la Divina Misericordia que ha
de proclamar y alcanzar la misericordia de Dios para el mundo y aspirar
a la perfección cristiana siguiendo el camino trazado por la beata sor
María Faustina. Este camino es la actitud de confianza de niño hacia
Dios que se expresa en cumplir su voluntad y la postura de caridad hacia
el prójimo.
Actualmente este movimiento dentro de la Iglesia abarca a millones de
personas en el mundo entero: congregaciones religiosas, institutos
laicos, sacerdotes, hermandades, asociaciones, distintas comunidades de
apóstoles de la Divina Misericordia y personas no congregadas que se
comprometen a cumplir las tareas que el Señor Jesús transmitió por sor
María Faustina.
Sor María Faustina manifestó su misión en el Diario que escribió por mandato del Señor Jesús y de los confesores
Registró en él con fidelidad todo lo que Jesús le pidió y describió
todos los encuentros de su alma con Él. Secretaria de mi más profundo
misterio ‹dijo el Señor Jesús a sor María Faustina‹ tu misión es la de
escribir todo lo que te hago conocer sobre mi misericordia para el
provecho de aquellos que leyendo estos escritos, encontrarán en sus
almas consuelo y adquirirán valor para acercarse a mí (Diario 1693).
Esta obra acerca de modo extraordinario el misterio de la misericordia
Divina. Atrae no solamente a la gente sencilla sino también a
científicos que descubren en ella un frente más para sus
investigaciones. El Diario ha sido traducido a muchos idiomas,por citar
algunos: inglés, alemán, italiano, español, francés, portugués, árabe,
ruso, húngaro, checo y eslovaco.
El 18 de abril de 1993 el Papa Juan Pablo II beatificó a nuestra Sor
Faustina Kowalska en la Basílica de San Pedro en Roma. Fue en el primer
domingo de Pascua, en el cual, según el pedido expreso de Jesús a Sor
Faustina, debía celebrarse la Fiesta de la Misericordia. Y la beatificó
precisamente Juan Pablo II, quien siendo aún arzobispo de Cracovia,
llevó adelante el proceso arquidiocesano como paso previo a los procesos
romanos. El 30 de abril de 2000, el Santo Padre Juan Pablo II, canonizó
a Sor Faustina, en la Basílica de San Pedro, frente a 200.000 devotos
de la Divina Misericordia.
ORACIÓN PARA ALCANZAR GRACIAS POR MEDIO DE LA SANTA SOR FAUSTINA
Oh Jesús, que hiciste de la beata Faustina, una gran devota de tu
infinita misericordia, concédeme por su intercesión, si fuere esto
conforme a tu santísima voluntad, la gracia de …………………………, que te pido.
Yo, pecador/a, no soy digno/a de tu misericordia, pero dígnate mirar el
espíritu de entrega y sacrificio de Sor Faustina y recompensa sus
virtudes atendiendo las súplicas que a través de ella te presento
confiando en tí.
Padre nuestro…
Ave María…
Gloria…
Santa Faustina, ruega por nosotros.
También vea:
*La página de Divina Misericordia
*Corazones.org
*El sitIo de Santa Faustina
*Corazones.org
*El sitIo de Santa Faustina
Este día también se festeja a San Plácido, San Simón y San Flroilan
(http://www.es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=2791)
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04 octubre, 2016
San Francisco de Asís

¡Oh!; San Francisco de Asís, vos, sois el hijo del Dios de la vida y
su amado santo, que, la dicha tuvo, de en vida recibir los estigmas
de Nuestro Señor Jesucristo, y, declarado santo ser, por su amado
pueblo, mucho antes, de que el Papa, así lo hiciera. Y, después
del regalo de vuestra armadura, Dios, os mostró en sueños, otra,
para enfrentar a los enemigos del espíritu. “¿Por qué dedicarse a
servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe
Supremo de todos?”. Una voz, os dijo, y vos, comentabais: “Sí,
estoy enamorado y es de la novia más fiel y más pura y santificadora
que existe”. Sabía nadie, de qué, se trataba, pero, vos, sí. ¡Os habíais
enamorado de la pobreza o sea del mismo Cristo! Y, así, vendisteis
todos vuestros bienes y, a los pobres los disteis. Y, de aquél beso
al leproso, Dios, os dio una gran fuerza para vuestros instintos
dominar y poder sacrificaros, en favor de los demás. “Francisco,
tienes que reparar mi casa, porque está en ruinas”. Y, vos, creísteis
que Jesús, os mandaba arreglar las paredes de la iglesia. Y, así,
comenzó, vuestro caminar de gloria. “Hasta ahora he sido el hijo
de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir: Padre
Nuestro que estás en los cielos”. Dijisteis a vuestro padre, y con
Cristo os marchasteis. Fundasteis vuestra orden de los “Franciscanos”
y más tarde, con Clara, bella y santa de Asís, que se entusiasmó
por la vida de pobreza, oración y alegría de vuestros seguidores,
huyó de casa para monja hacerse, según vuestra sabia dirección,
fundando así, las “Damas Pobres” o “Clarisas”, cuyos conventos,
esparcidos están hoy en todo el mundo. La avecillas del campo,
os seguían todas felices y una cruz formaban, por donde predicabais
a diario. Y, de aquél regalo de Cristo, en vuestro cuerpo, a vos,
se os formaron las mismas santas heridas en las manos, en los pies
y en el costado. “El amor no es amado”. Decíais, para que, la gente
amara, a Jesucristo más. Os aventurasteis a viajar a Egipto, y, a
Tierra Santa, visitando los lugares Santos, donde Jesús nació, vivió,
murió y resucitó. Y, por ello, hasta hoy, son vuestros hermanos,
los que custodian por los tiempos de los tiempos y con devoción
viva, aquellos “vivos” lugares de la Tierra Santa. Vos, poeta como
erais, le cantabais himnos a todas las criaturas, a Dios alabando.
¡El sol, la luna, la tierra, las estrellas, el fuego, el viento, el agua,
flora y fauna, felices se sentían al escucharos! “Alabado sea mi
Señor por el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben
perdonar”, cantabais. Y, cómo olvidar vuestro saludo: “Paz y bien”,
porque, con él, ganasteis de Dios la gloria, lleno de alegría, de paz
y de Su amor, que se hicieron visibles cada día y noche del ayer,
del hoy, y por siempre del mañana. Además, fuisteis vos, quien
dejó la costumbre de los “Pesebres de Navidad”, por vuestro amor,
fe y esperanza por el Dios de la vida. Y, el día que tanto habíais
ansiado, para ver el rostro de vuestro Creador, os llegó y acostado
en el duro suelo, cubierto con un hábito que os prestaron de limosna,
y pidiendo a vuestros seguidores que se amaran siempre, como
Cristo los amó, entregasteis vuestra santísima alma a Dios, para
coronada ser con corona de luz, como justo premio a vuestro amor;
¡oh!, San Francisco de Asís, “vivo Jesucristo, Dios y Señor Nuestro”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Oración Por La Paz
Oh, Señor, haz de mí un instrumento de Tu Paz .
Donde hay odio, que lleve yo el Amor.
Donde haya ofensa, que lleve yo el Perdón.
Donde haya discordia, que lleve yo la Unión.
Donde haya duda, que lleve yo la Fe.
Donde haya error, que lleve yo la Verdad.
Donde haya desesperación, que lleve yo la Alegría.
Donde haya tinieblas, que lleve yo la Luz.
Oh, Maestro, haced que yo no busque tanto ser consolado, sino consolar;
Ser comprendido, sino comprender;
Ser amado, como amar.
Porque es dando, que se recibe;
Perdonando, que se es perdonado;
Muriendo, que se resucita a la Vida Eterna.
Amén.
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4 de Octubre
San Francisco de Asís
Fundador
Su Vida
Dicen que a San Francisco lo declaró santo el pueblo, antes de que el
Sumo Pontífice le concediera ese honor, y que si se hace una votación
entre los cristianos (aún entre los protestantes) todos están de acuerdo
en declarar que es un verdadero santo. Todos, aun los no católicos, lo
quieren y lo estiman.
Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue
sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro
Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le
puso el nombre de Francisco, que significa: “el pequeño francesito”.
Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas,
paseos y reuniones con mucha música. Su padre tenía uno de los mejores
almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los
negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad
de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera
hacerlo.
Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de
Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de
los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para
meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se
incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a
los enemigos. Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor
caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar
que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco,
conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. Esa noche en sueños
sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas
armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu.
Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena
enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: “¿Por qué dedicarse a
servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo
de todos?”. Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y
parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro. La gente al
verlo tan silencioso y meditabundo comentaba que Francisco probablemente
estaba enamorado. Él comentaba: “Sí, estoy enamorado y es de la novia
más fiel y más pura y santificadora que existe”. Los demás no sabían de
quién se trataba, pero él sí sabía muy bien que se estaba enamorando de
la pobreza, o sea de una manera de vivir que fuera lo más parecida
posible al modo totalmente pobre como vivió Jesús. Y se fue convenciendo
de que debía vender todos sus bienes y darlos a los pobres.
Paseando un día por el campo encontró a un leproso lleno de llagas y
sintió un gran asco hacia él. Pero sintió también una inspiración divina
que le decía que si no obramos contra nuestros instintos nunca seremos
santos. Entonces se acercó al leproso, y venciendo la espantosa
repugnancia que sentía, le besó las llagas. Desde que hizo ese acto
heroico logró conseguir de Dios una gran fuerza para dominar sus
instintos y poder sacrificarse siempre a favor de los demás. Desde aquel
día empezó a visitar a los enfermos en los hospitales y a los pobres. Y
les regalaba cuanto llevaba consigo.
Un día, rezando ante un crucifijo en la iglesia de San Damián, le
pareció oír que Cristo le decía tres veces: “Francisco, tienes que
reparar mi casa, porque está en ruinas”. Él creyó que Jesús le mandaba
arreglar las paredes de la iglesia de San Damián, que estaban muy
deterioradas, y se fue a su casa y vendió su caballo y una buena
cantidad de telas del almacén de su padre y le trajo dinero al Padre
Capellán de San Damián, pidiéndole que lo dejara quedarse allí
ayudándole a reparar esa construcción que estaba en ruinas. El sacerdote
le dijo que le aceptaba el quedarse allí, pero que el dinero no se lo
aceptaba (le tenía temor a la dura reacción que iba a tener su padre,
Pedro Bernardone) Francisco dejó el dinero en una ventana, y al saber
que su padre enfurecido venía a castigarlo, se escondió prudentemente.
Pedro Bernardone demandó a su hijo Francisco ante el obispo
declarando que lo desheredaba y que tenía que devolverle el dinero
conseguido con las telas que había vendido. El prelado devolvió el
dinero al airado papá, y Francisco, despojándose de su camisa, de su
saco y de su manto, los entregó a su padre diciéndole: “Hasta ahora he
sido el hijo de Pedro Bernardone. De hoy en adelante podré decir:
Padrenuestro que estás en los cielos”. El Sr. Obispo le regaló el
vestido de uno de sus trabajadores del campo: una sencilla túnica, de
tela ordinaria, amarrada en la cintura con un cordón. Francisco trazó
una cruz con tiza, sobre su nueva túnica, y con ésta vestirá y pasará el
resto de su vida. Ese será el hábito de sus religiosos después: el
vestido de un campesino pobre, de un sencillo obrero.
Se fué por los campos orando y cantando. Unos guerrilleros lo
encontraron y le dijeron: “¿Usted quién es? – Él respondió: – Yo soy el
heraldo o mensajero del gran Rey”. Los otros no entendieron qué les
quería decir con esto y en cambio de su respuesta le dieron una paliza.
Él siguió lo mismo de contento, cantando y rezando a Dios. Después
volvió a Asís a dedicarse a levantar y reconstruir la iglesita de San
Damián. Y para ello empezó a recorrer las calles pidiendo limosna. La
gente que antes lo había visto rico y elegante y ahora lo encontraba
pidiendo limosna y vestido tan pobremente, se burlaba de él. Pero
consiguió con qué reconstruir el pequeño templo.
La Porciúncula
Este nombre es queridísimo para los franciscanos de todo el mundo,
porque en la capilla llamada así fue donde Fracisco empezó su comunidad.
Porciúncula significa “pequeño terreno”. Era una finquita chiquita con
una capillita en ruinas. Estaba a 4 kilómetros de Asís. Los padres
Benedictinos le dieron permiso de irse a vivir allá, y a nuestro santo
le agradaba el sitio por lo pacífico y solitario y porque la capilla
estaba dedicada a la Sma. Virgen
En la misa de la fiesta del apóstol San Matías, el cielo le mostró lo
que esperaba de él. Y fue por medio del evangelio de ese día, que es el
programa que Cristo dio a sus apóstoles cuando los envió a predicar.
Dice así: “Vayan a proclamar que el Reino de los cielos está cerca. No
lleven dinero ni sandalias, ni doble vestido para cambiarse. Gratis han
recibido, den también gratuitamente”. Francisco tomó esto a la letra y
se propuso dedicarse al apostolado, pero en medio de la pobreza más
estricta. Cuenta San Buenaventura que se encontró con el santo un hombre
a quien un cáncer le había desfigurado horriblemente la cara. El otro
intentó arrodillarse a sus pies, pero Francisco se lo impidió y le dio
un beso en la cara, y el enfermo quedó instantáneamente curado. Y la
gente decía: “No se sabe qué admirar más, si el beso o el milagro”.
El primero que se le unió en su vida de apostolado fue Bernardo de
Quintavalle, un rico comerciante de Asís, el cual invitaba con
frecuencia a Francisco a su casa y por la noche se hacía el dormido y
veía que el santo se levantaba y empleaba muchas horas dedicado a la
oración repitiendo: “mi Dios y mi todo”. Le pidió que lo admitiera como
su discípulo, vendió todos sus bienes y los dio a los pobres y se fue a
acompañarlo a la Porciúncula. El segundo compañero fue Pedro de
Cattaneo, canónigo de la catedral de Asís. El tercero, fue Fray Gil,
célebre por su sencillez. Cuando ya Francisco tenía 12 compañeros se
fueron a Roma a pedirle al Papa que aprobara su comunidad. Viajaron a
pie, cantando y rezando, llenos de felicidad, y viviendo de las limosnas
que la gente les daba.
En Roma no querían aprobar esta comunidad porque les parecía
demasiado rígida en cuanto a pobreza, pero al fin un cardenal dijo: “No
les podemos prohibir que vivan como lo mandó Cristo en el evangelio”.
Recibieron la aprobación, y se volvieron a Asís a vivir en pobreza, en
oración, en santa alegría y gran fraternidad, junto a la iglesia de la
Porciúncula. Dicen que Inocencio III vio en sueños que la Iglesia de
Roma estaba a punto de derrumbarse y que aparecían dos hombres a ponerle
el hombro e impedir que se derrumbara. El uno era San Francisco,
fundador de los franciscanos, y el otro, Santo Domingo, fundador de los
dominicos. Desde entonces el Papa se propuso aprobar estas comunidades.
A Francisco lo atacaban a veces terribles tentaciones impuras. Para
vencer las pasiones de su cuerpo, tuvo alguna vez que revolcarse entre
espinas. Él podía repetir lo del santo antiguo: “trato duramente a mi
cuerpo, porque él trata muy duramente a mi alma”. Clara, una joven muy
santa de Asís, se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa
alegría que llevaban los seguidores de Francisco, y abandonando su
familia huyó a hacerse monja según su sabia dirección. Con santa Clara
fundó él las Damas Pobres o Clarisas, que tienen hoy conventos en todo
el mundo.
Francisco tenía la rara cualidad de hacerse querer de los animales.
Las golondrinas le seguían en bandadas y formaban una cruz, por encima
de donde él predicaba. Cuando estaba solo en el monte una mirla venía a
despertarlo con su canto cuando era la hora de la oración de la
medianoche. Pero si el santo estaba enfermo, el animalillo no lo
despertaba. Un conejito lo siguió por algún tiempo, con gran cariño.
Dicen que un lobo feroz le obedeció cuando el santo le pidió que dejara
de atacar a la gente.
Francisco se retiró por 40 días al Monte Alvernia a meditar, y tanto
pensó en las heridas de Cristo, que a él también se le formaron las
mismas heridas en las manos, en los pies y en el costado. Los seguidores
de San Francisco llegaron a ser tan numerosos, que en el año 1219, en
una reunión general llamado “El Capítulo de las esteras”, se reunieron
en Asís más de cinco mil franciscanos. Al santo le emocionaba mucho ver
que en todas partes aparecían vocaciones y que de las más diversas
regiones le pedían que les enviara sus discípulos tan fervorosos a que
predicaran. Él les insistía en que amaran muchísimo a Jesucristo y a la
Santa Iglesia Católica, y que vivieran con el mayor desprendimiento
posible hacia los bienes materiales, y no se cansaba de recomendarles
que cumplieran lo más exactamente posible todo lo que manda el santo
evangelio.
Francisco recorría campos y pueblos invitando a la gente a amar más a
Jesucristo, y repetía siempre: “El Amor no es amado”. Las gentes le
escuchaban con especial cariño y se admiraban de lo mucho que sus
palabras influían en los corazones para entusiasmarlos por Cristo y su
religión. Dispuso ir a Egipto a evangelizar al sultán y a los
mahometanos. Pero ni el jefe musulmán ni sus fanáticos seguidores
quisieron aceptar sus mensajes. Entonces se fue a Tierra Santa a visitar
en devota peregrinación los Santos Lugares donde Jesús nació, vivió y
murió: Belén, Nazaret, Jerusalén, etc. En recuerdo de esta piadosa
visita suya los franciscanos están encargados desde hace siglos de
custodiar los Santos Lugares de Tierra Santa. Por no cuidarse bien de
las calientísimas arenas del desierto de Egipto se enfermó de los ojos y
cuando murió estaba casi completamente ciego. Un sufrimiento más que el
Señor le permitía para que ganara más premios para el cielo.
San Francisco, que era un verdadero poeta y le encantaba recorrer los
campos cantando bellas canciones, compuso un himno a las criaturas, en
el cual alaba a Dios por el sol, y la luna, la tierra y las estrellas,
el fuego y el viento, el agua y la vegetación. “Alabado sea mi Señor por
el hermano sol y la madre tierra, y por los que saben perdonar”, etc.
Le agradaba mucho cantarlo y hacerlo aprender a los demás y poco antes
de morir hizo que sus amigos lo cantaran en su presencia. Su saludo era
“Paz y bien”.
Cuando sólo tenía 44 años sintió que le llegaba la hora de partir a
la eternidad. Dejaba fundada la comunidad de Franciscanos, y la de
hermanas Clarisas. Con esto contribuyó enormemente a enfervorizar la
Iglesia Católica y a extender la religión de Cristo por todos los países
del mundo. Los seguidores de San Francisco (Franciscanos, Capuchinos,
Clarisas, etc.) son el grupo religioso más numeroso que existe en la
Iglesia Católica. El 3 de octubre de 1226, acostado en el duro suelo,
cubierto con un hábito que le habían prestado de limosna, y pidiendo a
sus seguidores que se amen siempre como Cristo los ha amado, murió como
había vivido: lleno de alegría, de paz y de amor a Dios.
Cuando apenas habían transcurrido dos años después de su muerte, el
Sumo Pontífice lo declaró santo y en todos los países de la tierra se
venera y se admira a este hombre sencillo y bueno que pasó por el mundo
enseñando a amar la naturaleza y a vivir desprendido de los bienes
materiales y enamorados de nuestro buen Dios. Fue él quien popularizó la
costumbre de hacer pesebres para Navidad.
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10/04/2016 10:41:00 a.m.
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03 octubre, 2016
San Edmundo de Escocia

¡Oh!, San Edmundo de Escocia, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado Santo. Y, como
San Agustín dijo: “Una cosa es amar al hombre,
y otra poner la esperanza en el hombre y tanta
diferencia hay que Dios manda lo primero y
prohíbe esto último”. Y, claro, así es, sin decir
nada más. Y, vos, de tradición y alcurnia alta, y
de espíritu humilde y, con Margarita por madre,
reina de Escocia, después de que vos, tomasteis
parte en acontecimientos políticos y militares
con vuestro tío paterno, marchasteis a Inglaterra
donde os abrazasteis a la Cruz salvadora de Cristo,
que os brindó la santidad, que vuestro espíritu,
había anhelado siempre. Y, así, os dedicasteis a
la dirección espiritual, la oración, el ayuno y
el amor a los pobres. Al final de vuestra vida,
voló, vuestra alma al cielo, para, coronada ser
con corona de luz y eternidad, como justo premio
a vuestra grande e increíble entrega de amor;
¡oh!, San Edmundo, “viva humildad de Cristo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Octubre
San Edmundo de Escocia
Confesor
Una cosa es amar al hombre, y otra poner la esperanza en el hombre, y tanta diferencia hay que Dios manda lo primero y prohíbe esto último (San Agustín).
San Edmundo era hijo de Santa Margarita, reina de Escocia y de
Malcolm III (1057-1093). Después de haber tomado parte en los
acontecimientos políticos y militares de Escocia a cargo de su tío
paterno en 1097, se fue a Inglaterra donde abrazó la vida religiosa.
Vivió en el monasterio cisterciense de Montague (Somerset), donde murió
santamente en 1100.
(http://santoraltradicional.blogspot.com/2011/10/san-edmundo-de-escocia.html)
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10/03/2016 10:18:00 a.m.
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02 octubre, 2016
Santos Ángeles de la Guarda

¡Oh!, Santos Ángeles de la Guarda, vosotros, sois
los hijos espirituales de Dios y sus amados ángeles.
Significa vuestro nombre “mensajero”, y por vuestra
espiritual pureza, estáis cerca de Dios, para adorarlo,
y sus órdenes cumplir, para llevar sus mensajes a
los hombres. Decía Orígenes, el gran sabio que: “Los
cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios
un ángel para que nos guíe y proteja”. Y, ello, citado
está en el Salmo noventa: “A sus ángeles ha dado
órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos”. Y,
con la frase de Jesús: “Cuidad de no escandalizar a
ninguno de estos pequeñuelos, porque sus ángeles están
siempre contemplando el rostro de mi Padre Celestial”.
Judit, libertadora de Betulia exclamaba: “El ángel del
Señor me acompañó en el viaje de ida, en mi estadía
allá, y en el viaje de venida”. Y, en el Nuevo Testamento
se confirma aquello de que cada uno tiene un ángel
custodio, cuando San Pedro, sacado es de la cárcel.
San Bernardo, hizo acerca del Ángel de la Guarda,
un hermoso y bello sermón, dejándonos vivas reflexiones.
Su presencia respetemos, portándonos como es debido;
agradezcámosle sus favores que son muchos más de
los que nos podemos imaginar, y en su ayuda confiemos,
que es poderosa y superior a la de los demonios que nos
atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan. San
Juan Bosco, dice que el día de la fiesta del Ángel
de la Guarda, recomendó a sus muchachos que en los
momentos de peligro invocaran a su Ángel Custodio y
así fue: Dos jóvenes obreros estaban en un andamio
alcanzando materiales y de pronto se partió la tabla
y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo
oído y exclamó: “Ángel de mi guarda!”. Cayeron sin
sentido. Fueron a recoger al uno y lo encontraron
muerto, y cuando levantaron al segundo, este recobró
el sentido y como si nada le hubiera pasado. “Cuando vi
que me venía abajo invoqué a mi Ángel de la Guarda y
sentí como si me pusieran por debajo una sábana y me
bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más”. Por
ello, os invito a orar a vuestros ángeles así: “Ángel
del Señor, que por orden de su piadosa providencia sois
mi guardián, custodiadme de día y de noche, iluminad
mi entendimiento, dirigid mis afectos, gobernad mis
sentimientos e impulsos , para que jamás os ofenda Dios
mío. Amen y Amén”. ¡Gloria a los Ángeles Custodios!
¡Oh!, Ángeles de la Guardia: “viva fe del Dios Vivo”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Octubre
Los Santos Ángeles de la Guarda
Angel de mi guarda, mi dulce compañía, no me desampares
ni de noche ni de día, hasta que me pongas en los brazos de Jesús, José y
María.
En la S. Biblia la palabra Ángel significa “Mensajero”. Un espíritu
purísimo que está cerca de Dios para adorarlo, y cumplir sus órdenes y
llevar sus mensajes a los seres humanos. Ya en el siglo II el gran sabio
Orígenes decía: “Los cristianos creemos que a cada uno nos designa Dios
un ángel para que nos guíe y proteja”.
Y se basa esta creencia en la frase del Salmo 90: “A sus ángeles ha
dado órdenes Dios, para que te guarden en tus caminos”. Y en aquella
otra frase tan famosa de Jesús: “Cuidad de no escandalizar a ninguno de
estos pequeñuelos, porque sus ángeles están siempre contemplando el
rostro de mi Padre Celestial”. Y Judit en la Biblia al ser recibida como
libertadora de Betulia exclamaba: “El ángel del Señor me acompañó en el
viaje de ida, en mi estadía allá , y en el viaje de venida”.
En el Nuevo Testamento es tan viva la creencia de que cada uno tiene
un ángel custodio, que cuando San Pedro al ser sacado de la cárcel llega
a llamar a la puerta de la casa donde están reunidos los discípulos de
Jesús, ellos creen al principio, que no es Pedro en persona y exclaman:
“Será su ángel” (Hechos 12, 15).
Ya en el año 800 se celebraba en Inglaterra una fiesta a los Ángeles
de la Guarda y desde el año 1111 existe una oración muy famosa al Ángel
de la Guarda. Dice así: “Ángel del Señor, que por orden de su piadosa
providencia eres mi guardián, custodiame en este día (o en esta noche)
ilumina mi entendimiento, dirige mis afectos, gobierna mis sentimientos,
para que jamás ofenda a Dios Señor. Amen”.
En el año 1608 el Sumo Pontífice extendió a toda la Iglesia universal
la fiesta de los Ángeles Custodios y la colocó el día 2 de octubre.
Consejos de un santo: San Bernardo en el año 1010 hizo un sermón muy
célebre acerca del Ángel de la Guarda, comentando estas tres frases:
Respetemos su presencia (portándonos como es debido). Agradezcámosle sus
favores (que son muchos más de los que nos podemos imaginar). Y
confiemos en su ayuda (que es muy poderosa porque es superior en poder a
los demonios que nos atacan y a nuestras pasiones que nos traicionan).
San Juan Bosco narra que el día de la fiesta del Ángel de la Guarda,
un dos de octubre, recomendó a sus muchachos que en los momentos de
peligro invocaran a su Ángel Custodio y que en esa semana dos jóvenes
obreros estaban en un andamio altísimo alcanzando materiales y de pronto
se partió la tabla y se vinieron abajo. Uno de ellos recordó el consejo
oído y exclamó: “Ángel de mi guarda!”. Cayeron sin sentido. Fueron a
recoger al uno y lo encontraron muerto, y cuando levantaron al segundo,
al que había invocado al Ángel Custodio, este recobró el sentido y subió
corriendo la escalera del andamio como si nada le hubiera pasado.
Preguntado luego exclamó: “Cuando vi que me venía abajo invoqué a mi
Ángel de la Guarda y sentí como si me pusieran por debajo una sábana y
me bajaran suavecito. Y después ya no recuerdo más”. Así lo narra el
santo.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Angeles_de_la_Guarda.htm)
Publicadas por
luisernestochacondelgado@gmail.com
a la/s
10/02/2016 10:10:00 a.m.
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