31 julio, 2013

San Ignacio de Loyola


Oh, San Ignacio de Loyola, vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, y el
que, Pamplona defendisteis hasta herido
caer, y convaleciente aún, obró la divina
providencia y en amante de la teología
os convertisteis. Gustabais de las lecturas
de piadosos libros, y allí, descubristeis,
en la vida de Jesús, y en la de los Santos,
vuestra vocación verdadera. Interiores
luchas os acosaron, entre piadosos deseos
y los del mundo, hasta que, venciendo
a los primeros, os dedicasteis, al servicio
de la fe, en un apostolado prístino. Así,
nuevamente la providencia divina, hizo
carne y os dirigió al Santuario de Nuestra
Señora de Montserrat y, haciendo confesión
sincera, vuestra espada y vuestras ropas,
a sus pies santos dejasteis, haciendo votos
de pobreza, una vida comenzasteis, de
oración y penitencia llenas, dedicándoos
en cuerpo y alma, a amar a Dios, sobre
todas las cosas. Con vuestros santos
escritos y con vuestros discípulos, Pedro
Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón,
Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla, y,
con vos, a la cabeza, la Compañía de Jesús,
fundasteis el Día de la Asunción de María,
en la cual, intensamente trabajasteis por la
reforma de Nuestra Santa Madre Iglesia.
Vuestro libro: “Ejercicios Espirituales”,
preciosa joya es, para domar el alma y alejar
los sentidos del mundo. Vuestra obra,
portentosa continúa hoy, y poderosa se
yergue y expande, por el orbe de la tierra,
tal y conforme, lo había ya, sentenciado
Jesús Nuestro Señor. Y, vos, que vuestra
vida gastasteis hasta el fin, entregasteis
vuestra alma al cielo, para recibir, justo
premio, hecho corona de gloria y de luz,
Santo Patrono de los “ejercicios espirituales;
oh, San Ignacio de Loyola, “luz de Cristo”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Julio
San Ignacio de Loyola
Fundador de los Jesuitas
Año 1556
 
San Ignacio: ruégale a Dios por todos los que como tí deseamos extender el Reino de Cristo, y hacer amar más a nuestro Divino Salvador.
“Todo para mayor Gloria de Dios” (San Ignacio)
 
San Ignacio nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Guipúzcoa, norte de España, cerca de los montes Pirineos que están en el límite con Francia. Su padre Bertrán De Loyola y su madre Marina Sáenz, de familias muy distinguidas, tuvieron once hijos: ocho varones y tres mujeres. El más joven de todos fue Ignacio. El nombre que le pusieron en el bautismo fue Iñigo.
 
Entró a la carrera militar, pero en 1521, a la edad de 30 años, siendo ya capitán, fue gravemente herido mientras defendía el Castillo de Pamplona. Al ser herido su jefe, la guarnición del castillo capituló ante el ejército francés. Los vencedores lo enviaron a su Castillo de Loyola a que fuera tratado de su herida. Le hicieron tres operaciones en la rodilla, dolorosísimas, y sin anestesia; pero no permitió que lo atasen ni que nadie lo sostuviera. Durante las operaciones no prorrumpió ni una queja. Los médicos se admiraban. Para que la pierna operada no le quedara más corta le amarraron unas pesas al pie y así estuvo por semanas con el pie en alto, soportando semejante peso. Sin embargo quedó cojo para toda la vida.
 
A pesar de esto Ignacio tuvo durante toda su vida un modo muy elegante y fino para tratar a toda clase de personas. Lo había aprendido en la Corte en su niñez. Mientras estaba en convalecencia pidió que le llevaran novelas de caballería, llenas de narraciones inventadas e imaginarias. Pero su hermana le dijo que no tenía más libros que “La vida de Cristo” y el “Año Cristiano”, o sea la historia del santo de cada día. Y le sucedió un caso muy especial. Antes, mientras leía novelas y narraciones inventadas, en el momento sentía satisfacción pero después quedaba con un sentimiento horrible de tristeza y frustración . En cambio ahora al leer la vida de Cristo y las Vidas de los santos sentía una alegría inmensa que le duraba por días y días. Esto lo fue impresionando profundamente.
 
Y mientras leía las historias de los grandes santos pensaba: “¿Y por qué no tratar de imitarlos? Si ellos pudieron llegar a ese grado de espiritualidad, ¿por qué no lo voy a lograr yo? ¿Por qué no tratar de ser como San Francisco, Santo Domingo, etc.? Estos hombres estaban hechos del mismo barro que yo. ¿Por qué no esforzarme por llegar al grado que ellos alcanzaron?”. Y después se iba a cumplir en él aquello que decía Jesús: “Dichosos los que tienen un gran deseo de ser santos, porque su deseo se cumplirá” (Mt. 5,6), y aquella sentencia de los psicólogos: “Cuidado con lo que deseas, porque lo conseguirás”.
 
Mientras se proponía seriamente convertirse, una noche se le apareció Nuestra Señora con su Hijo Santísimo. La visión lo consoló inmensamente. Desde entonces se propuso no dedicarse a servir a gobernantes de la tierra sino al Rey del cielo. Apenas terminó su convalecencia se fue en peregrinación al famoso Santuario de la Virgen de Monserrat. Allí tomó el serio propósito de dedicarse a hacer penitencia por sus pecados. Cambió sus lujosos vestidos por los de un pordiosero, se consagró a la Virgen Santísima e hizo confesión general de toda su vida.
 
Y se fue a un pueblecito llamado Manresa, a 15 kilómetros de Monserrat a orar y hacer penitencia, allí estuvo un año. Cerca de Manresa había una cueva y en ella se encerraba a dedicarse a la oración y a la meditación. Allá se le ocurrió la idea de los Ejercicios Espirituales, que tanto bien iban a hacer a la humanidad. Después de unos días en los cuales sentía mucho gozo y consuelo en la oración, empezó a sentir aburrimiento y cansancio por todo lo que fuera espiritual. A esta crisis de desgano la llaman los sabios “la noche oscura del alma”. Es un estado dificultoso que cada uno tiene que pasar para que se convenza de que los consuelos que siente en la oración no se los merece, sino que son un regalo gratuito de Dios.
 
Luego le llegó otra enfermedad espiritual muy fastidiosa: los escrúpulos. O sea el imaginarse que todo es pecado. Esto casi lo lleva a la desesperación. Pero iba anotando lo que le sucedía y lo que sentía y estos datos le proporcionaron después mucha habilidad para poder dirigir espiritualmente a otros convertidos y según sus propias experiencias poderles enseñar el camino de la santidad. Allí orando en Manresa adquirió lo que se llama “Discreción de espíritus”, que consiste en saber determinar qué es lo que le sucede a cada alma y cuáles son los consejos que más necesita, y saber distinguir lo bueno de lo malo. A un amigo suyo le decía después: “En una hora de oración en Manresa aprendí más a dirigir almas, que todo lo que hubiera podido aprender asistiendo a universidades”.
 
En 1523 se fue en peregrinación a Jerusalén, pidiendo limosna por el camino. Todavía era muy impulsivo y un día casi ataca a espada a uno que hablaba mal de la religión. Por eso le aconsejaron que no se quedara en Tierra Santa donde había muchos enemigos del catolicismo. Después fue adquiriendo gran bondad y paciencia. A los 33 años empezó como estudiante de colegio en Barcelona, España. Sus compañeros de estudio eran mucho más jóvenes que él y se burlaban mucho. El toleraba todo con admirable paciencia. De todo lo que estudiaba tomaba pretexto para elevar su alma a Dios y adorarlo.
 
Después pasó a la Universidad de Alcalá. Vestía muy pobremente y vivía de limosna. Reunía niños para enseñarles religión; hacía reuniones de gente sencilla para tratar temas de espiritualidad, y convertía pecadores hablándoles amablemente de lo importante que es salvar el alma. Lo acusaron injustamente ante la autoridad religiosa y estuvo dos meses en la cárcel. Después lo declararon inocente, pero había gente que lo perseguía. El consideraba todos estos sufrimientos como un medio que Dios le proporcionaba para que fuera pagando sus pecados. Y exclamaba: “No hay en la ciudad tantas cárceles ni tantos tormentos como los que yo deseo sufrir por amor a Jesucristo”.
 
Se fue a Paris a estudiar en su famosa Universidad de La Sorbona. Allá formó un grupo con seis compañeros que se han hecho famosos porque con ellos fundó la Compañía de Jesús. Ellos son: Pedro Fabro, Francisco Javier, Laínez, Salnerón, Simón Rodríguez y Nicolás Bobadilla. Recibieron doctorado en aquella universidad y daban muy buen ejemplo a todos. Los siete hicieron votos o juramentos de ser puros, obedientes y pobres, el día 15 de Agosto de 1534, fiesta de la Asunción de María. Se comprometieron a estar siempre a las órdenes del Sumo Pontífice para que él los emplease en lo que mejor le pareciera para la gloria de Dios.
 
Se fueron a Roma y el Papa Pablo III les recibió muy bien y les dio permiso de ser ordenados sacerdotes. Ignacio, que se había cambiado por ese nombre su nombre antiguo de Íñigo, esperó un año desde el día de su ordenación hasta el día de la celebración de su primera misa, para prepararse lo mejor posible a celebrarla con todo fervor. San Ignacio se dedicó en Roma a predicar Ejercicios Espirituales y a catequizar al pueblo. Sus compañeros se dedicaron a dictar clases en universidades y colegios y a dar conferencias espirituales a toda clase de personas. Se propusieron como principal oficio enseñar la religión a la gente.
 
En 1540 el Papa Pablo III aprobó su comunidad llamada “Compañía de Jesús” o “Jesuitas”. El Superior General de la nueva comunidad fue San Ignacio hasta su muerte. En Roma pasó todo el resto de su vida. Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: “Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador”. Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento. A San Pedro Canisio lo envió a Alemania y este santo llegó a ser el más célebre catequista de aquél país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.
 
El Colegio que San Ignacio fundó en Roma llegó a ser modelo en el cual se inspiraron muchísimos colegios más y ahora se ha convertido en la célebre Universidad Gregoriana. Los jesuitas fundados por San Ignacio llegaron a ser los más sabios adversarios de los protestantes y combatieron y detuvieron en todas partes al protestantismo. Les recomendaba que tuvieran mansedumbre y gran respeto hacia el adversario pero que se presentaran muy instruidos para combatirlos. El deseaba que el apóstol católico fuera muy instruido.
 
El libro más famoso de San Ignacio se titula: “Ejercicios Espirituales” y es lo mejor que se ha escrito acerca de como hacer bien los santos ejercicios. En todo el mundo es leído y practicado este maravilloso libro. Duró 15 años escribiéndolo. Su lema era: “Todo para mayor gloria de Dios”. Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido. En los 15 años que San Ignacio dirigió a la Compañía de Jesús, esta pasó de siete socios a más de mil. A todos y cada uno trataba de formarlos muy bien espiritualmente.
 
Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir, y murió súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. En 1622 el Papa lo declaró Santo y después Pío XI lo declaró Patrono de los Ejercicios Espirituales en todo el mundo. Su comunidad de Jesuitas es la más numerosa en la Iglesia Católica.
 

30 julio, 2013

San Pedro Crisólogo

 
Oh, San Pedro Crisólogo; vos, sois el hijo
del Dios de la vida y su amado santo, aquél
que, honor hizo, al significado de vuestro
nombre: “el que habla muy bien”. Y, sí, pues
a convertiros llegasteis en uno de los más
famosos oradores de vuestro tiempo, tanto
que, los paganos que abundaban en vuestra
zona, convertidos fueron por vuestro hablar
dulce, conciso, sencillo y práctico, pues,
explicabais claramente sobre la fe y la verdad.
Y por ello, la gente, os admiraba, por vuestro
mensaje breve y directo que llegaba al corazón.
La santa comunión, frecuente recomendabais
a vuestros oyentes y los exhortabais a hacer
de la Eucaristía Sagrada, su alimento de todas
las semanas. Hasta hoy, vuestra esencia nos
acompaña, pues de vos, guardamos maravillosos
sermones, prueba de vuestro amor a nuestra
Santa Madre Iglesia Católica. Y, vos, luego
de haberos gastado por el reino de los cielos,
entregando vuestra vida, partisteis a la morada
del Padre eterno, para justo premio recibir:
corona de luz y eternidad, “santo predicador”;
oh, Pedro Crisólogo, sabio y predicador de luz.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Doctor
Año 451
 
Crisólogo significa: el que habla muy bien. Este santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones de Dios. Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa San León Magno.
 
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le echan toda la culpa de ello a mis sermones”.
 
La gente se admiraba de que en predicaciones bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados.
 
Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia, por el Papa Benedicto XIII.
 
Recomendaba mucho la comunión frecuente y exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.

 Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la ponen en práctica. (Lc, 8, 21)
 

29 julio, 2013

Santa Marta

 
 
Oh, Santa Marta, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa,
la misma que, habéis hecho honor
al significado de vuestro nombre:
“señora y jefe de hogar”. Y, porque
los escritos sobre vos, en el sagrado
libro, dicen que Jesús, os amaba,
junto a María y a Lázaro, porque
sus amigos erais de verdad. Y, vos,
recordareis, cuando preguntasteis
a Jesús: “Señor, ¿cómo os parece
que mi hermana me haya dejado a mí
sola con todo el oficio de la casa?
Por qué no le dices que me ayude un
poco en esta tarea?”. Y, Él os dijo:
“Marta, Marta, os afanáis y os preocupáis
por muchas cosas. Sólo una cosa
necesaria es. María ha escogido la
mejor parte, la que no le será quitada”.
Y, vos, entendiendo, también lo
escuchasteis. Cuando Lázaro murió,
vos, presta, a Él, recurristeis y Él,
os dijo: “Tu hermano resucitará”. Y,
creísteis que seria al final de los
tiempos. Pero, Jesús, os dijo: “Yo
soy la vida y la resurrección. Todo
el que cree en mí, aunque haya muerto
vivirá”. ¿Crees esto?. Y, respondisteis:
¡Sí Señor, yo creo!. Y, dijo Jesús:
“¿Dónde lo han colocado?” Y, viendo
llorar a Marta y a sus acompañantes,
Él lloró también y las gentes decían:
“Mirad cómo lo amaba”. La piedra quitaron
y dijisteis vos: “Señor ya huele mal
porque hace cuatro días que está
enterrado”. Y, Jesús os dijo: “¿No os
he dicho que si creéis veréis la gloria
de Dios?”. Y, Jesús Dijo: “Lázaro, ven
afuera” Y, el muerto salió, llevando
el sudario y las vendas de sus manos.
Interceded pues, Marta Santa, para
que los “lázaros” que, por el pecado
muertos, por el mundo deambulan, al
llamado de Jesús, resuciten y mañana
más tarde, como vos, brillen, en el
cielo eterno, coronados todos de luz;
oh, Santa Marta, “señora, jefe de hogar”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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29 de Julio
Santa Marta de Betania
Hermana de Lázaro y María
 
Martirologio Romano: Memoria de santa Marta, que recibió en su casa de Betania, cerca de Jerusalén, a Jesús, el Señor, y muerto su hermano Lázaro, proclamó: «Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que has venido al mundo» (s. I).
 
Etimoligía: Marta = ama de casa, señorial, atractiva. Viene de la lengua hebrea.
 
Marta es hermana de María y de Lázaro y vivía en Betania, pequeña población distante unos cuatro kilómetros de Jerusalén, en las cercanías del Monte de los Olivos.
 
Jesús Nuestro Señor vivía en Galilea pero cuando visitaba Jerusalén acostumbraba hospedarse en la casa de estos tres discípulos en Betania, que, tal vez, habían cambiado también su morada de Galilea por la de Judea. Marta se esforzó en servirle lo mejor que pudo y, más tarde, con sus oraciones impetró la resurrección de su hermano.
 
San Juan nos dice que “Jesús amaba a Marta y a su hermana María y Lázaro” (Jn 11:5).
Lucas añade: “Yendo ellos de camino, entró en un pueblo; y una mujer, llamada Marta, le recibió en su casa. Tenía ella una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su Palabra, mientras Marta estaba atareada en muchos quehaceres. Acercándose, pues, dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me deje sola en el trabajo? Dile, pues, que me ayude.» -Lucas 10:38-40
 
No podemos estar seguros de la motivación de Marta al hacer su petición al Señor pero todo parece indicar que se quejaba contra su hermana. Nuestro Señor aprecia el servicio de Marta, pero al mismo tiempo sabía que era imperfecto. Muchas veces nuestro servicio, aunque sea con buena intención, esta mezclado con el afán de sobresalir, la compulsión por ser protagonistas, la competencia para sentirnos que somos los mejores. Es entonces que salen las comparaciones. ¿Por que la otra no hace nada y soy la que trabajo?
 
El Señor corrige a Marta, penetra en su corazón afanado y dividido y establece prioridades:
«Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte buena, que no le será quitada.» -Lucas 10: 41-42
 
Esa única cosa de la que hay necesidad es de poner todo el corazón en amar a Dios, atender a Jesús que nos habla, que quiere levantarnos de nuestra miseria.
 
Toda vida activa debe surgir de la contemplación. La vida activa sin contemplación lleva al alma a dispersarse perder de vista el fin. La vida contemplativa se concentra en Dios y se une a El por la adoración y el amor. La vida contemplativa es una especie de noviciado del cielo, pues la contemplación es la ocupación de los bienaventurados del paraíso. Por ello, Cristo alabó la elección de María y afirmó: “sólo una cosa es necesaria”. Eso significa que la salvación eterna debe ser nuestra única preocupación.
 
Si contemplamos como van las cosas en cualquier Iglesias podremos ver muchas actividades, programas, ideas… Es relativamente fácil hacer cosas por Jesús, pero cuanto nos cuesta estar en silencio ante su Presencia. En seguida pensamos en cosas que hacer. No comprendemos que lo primero y mas importante es atenderlo a El directamente por medio de la oración.
 
Jesús encontró más digna de alabanza la actitud contemplativa de María. Cuanto quisiera El Señor que todos, como María, nos sentáramos ante el para escucharle. Ella se consagraba a la única cosa realmente importante, que es la atención del alma en Dios. También el Padre nos pide que, ante todo, escuchemos a Su Hijo (Mt 17-5).
 
Entonces, ¿no es necesario trabajar? Claro que sí lo es. Pero para que el trabajo de fruto debe hacerse después de haber orado. El servicio de Marta es necesario, pero debe estar subordinado al tiempo del Señor. Hay que saber el momento de dejar las cosas, por importantes que parezcan, y sentarse a escuchar al Señor. Esto requiere aceptar que somos criaturas limitadas. No podemos hacerlo todo. No podemos siquiera hacer nada bien sin el Señor.
 
San Agustín escribe: “Marta, tú no has escogido el mal; pero María ha escogido mejor que tú”. San Basilio y San Gregorio Magno consideran a la hermana María modelo evangélico de las almas contemplativas y su santidad no está en duda, sin embargo, es curioso que, de los tres hermanos, solo Marta aparece en el santoral universal.
 
La resurrección de Lázaro
 
El capítulo 11 de San Juan narra el gran milagro de la resurrección de Lázaro. En aquella ocasión vuelve a hablarse de Marta. Lázaro se agravó de muerte mientras Jesús estaba lejos. Las dos hermanas le enviaron un empleado con este sencillo mensaje: “Señor aquel que tú amas, está enfermo”. En un mensaje de confianza en que Jesús va actuar a su favor.
 
Pero Jesús, que estaba al otro lado del Jordán, continuó su trabajo sin moverse de donde estaba. A los apóstoles les dice: “Esta enfermedad será para gloria de Dios”. Y luego les añade: “Lázaro nuestro amigo ha muerto. Y me alegro de que esto haya sucedido sin que yo hubiera estado allí, porque ahora vais a creer”.
 
A los cuatro días de muerto Lázaro, dispuso Jesús dirigirse hacia Betania, la casa estaba llena de amigos y conocidos que habían llegado a dar el pésame a las dos hermanas. Tan pronto Marta supo que Jesús venía, salió a su encuentro y le dijo: “Oh Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano; pero aún ahora yo sé que cuánto pidas a Dios te lo concederá”
Jesús le dice: “Tu hermano resucitará”.
Marta le contesta: “Ya sé que resucitará el último día en la resurrección de los muertos”.
Jesús añadió: “Yo soy la resurrección y la vida. Todo el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá. ¿Crees esto?”
Marta respondió: “Sí Señor, yo creo que Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.”
Jesús dijo: “¿Dónde lo han colocado?”. Y viendo llorar a Marta y a sus acompañantes, Jesús también empezó a llorar. Y las gentes comentaban: “Mirad cómo lo amaba”.
Y fue al sepulcro que era una cueva con una piedra en la entrada. Dijo Jesús: “Quiten la piedra”. Le responde Marta:“Señor ya huele mal porque hace cuatro días que está enterrado”. Le dice Jesús: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?”. Quitaron la piedra y Jesús dijo en voz alta: “Lázaro ven afuera”. Y el muerto salió, llevando el sudario y las vendas de sus manos.
 
El Banquete
 
Marta aparece también en un banquete en el que participa también Lázaro, poco después de su resurrección: también esta vez aparece Marta como la mujer ocupada en el servicio, pero puede ser que para entonces ya lo sabía someter al Señor con mas amor, sin quejarse ni compararse. 
 
De los años siguientes de la santa no tenemos ningún dato históricamente seguro, aunque según la leyenda de la Provenza, Marta fue con su hermana a Francia y evangelizó Tarascón donde según cuenta la leyenda Santa Marta derroto a la Tarasca, un dragón que amenazaba a la ciudad. Ahí se dice que encontraron, en 1187, sus pretendidas reliquias, que todavía se veneran en su santuario.
 
Los primeros en dedicar una celebración litúrgica a santa Marta fueron los franciscanos en 1262, el 29 de julio, es decir, ocho días después de la fiesta de santa María Magdalena, identificada por algunos como su hermana María.
 
S. Marta es la patrona de los hoteleros, porque sabía atender muy bien.
 
ORACIÓN DE LAS MADRES DE FAMILIA A SANTA MARTA
 
Oh Santa Marta dichosa,
que tantas veces tuviste el honor
y la alegría de hospedar a Jesús
en el seno de tu familia,
de prestarle personalmente tus servicios domésticos,
y que juntamente con tus santos hermanos Lázaro y María Magdalena,
gozaste de su divina conversación y doctrina,
ruega por mí y por mi familia,
para que en ella se conserve la paz
y el mutuo amor,
para que todos sus miembros
vivan en la observancia de la Ley de Dios,
y para que sólo Dios,
y no el mundo ni el pecado,
reine en nuestro hogar.
Libra a mi familia de toda desgracia espiritual y temporal,
ayúdame en el cuidado de mis hijos y subordinados,
y concédeme la dicha de verlos unidos bajo
la mirada paternal de Dios en la tierra,
para volver a verles reunidos en las moradas del cielo.
Amén.
 

28 julio, 2013

San Víctor I Papa y mártir

 
 
Oh, San Víctor I Papa y mártir, vos,
sois el hijo del Dios de la vida y,
su amado santo, porque fuisteis vos,
uno más en la lista de los hombres
de fe, que de sí, todo dieron, incluso
la vida, en defensa de la cristiana
Doctrina Católica; herencia única
de eterna vida, de carne y espíritu
hecha en esta tierra, por el Dios
eterno y vos, el primero en celebrar
los misterios sagrados en latín, tal
y conforme San Jerónimo lo describe,
porque vos, normas sobre la forma
única, de la eucarística celebración
disteis y, a costa, de vuestra vida,
exponeros con valor, como de Cristo
soldado. Cumplido el tiempo, al cielo
partisteis, para en la casa del Padre
habitar, recibiendo corona de luz
y de eternidad, como premio justo,
a vuestro sacrificio de amor y fe;
oh, San Víctor I, Papa santo y mártir.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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28 de Julio
San Victor I, Papa y Mártir
 
San Víctor, originario de Africa, sucedió en el pontificado a San Eleuterio hacia el año 189. Afrontó eficazmente las grandes dificultades de su época. Por ejemplo, ciertos cristianos del Asia que vivían en Roma, insistían en celebrar la Pascua según su propia tradición, aunque no fuese en domingo. Como ciertos obispos de Asia los apoyasen, San Víctor los amenazó con la excomunión. Otra de las dificultades que tuvo que enfrentar, fue la enseñanza de Teódoto, quien sostenía que Jesucristo era simplemente un hombre dotado de poderes sobrenaturales.
 
San Víctor murió antes de que comenzase la persecución de Septimio Severo, pero las persecuciones que debió sufrir por su enérgico celo para defender la fe, le merecen el título de mártir. Según San Jerónimo, este santo fue el primero en celebrar los sagrados misterios en latín.
 
 

27 julio, 2013

Santos Aurelio, Natalia, Félix,Liliosa y Jorge

 

 
 Oh, Santos Aurelio, Natalia, Félix,
Liliosa y Jorge, vosotros, sois los
hijos del Dios de la vida, y sus
amados santos y mártires, que, por
los sarracenos perseguidos, disteis
vuestro testimonio de cristiana fe,
y que, además, cesaron jamás de alabar
a Cristo Jesús, Dios y Señor Nuestro,
en la cárcel misma, donde vuestras
almas al cielo, de fe llenas volaron.
Vos, Aurelio aunque hijo de musulmán
vuestra amada madre, os educó en la
fe verdadera, al igual que Natalia,
vuestra fiel esposa. Antes de partir,
Aurelio y Sabigoto, al monasterio
vuestras hijas encomendaron. Y, así,
os entregan a Dios, renunciando a
vosotros mismos, y compartiendo, con
abundantes limosnas a todos los pobres
y necesitados. Nada de bienes, nada
de nada. Sueños en el duro suelo.
Ayuno diario, visita a los enfermos
y consuelo en las prisiones y, como
premio, en vuestros corazones, fuego.
El momento cumbre os llega, y, los
cinco gritan a voz viva, vuestra fe
cristiana y, además, afirman la falsedad
de la musulmana. El juez mano hecha
a todo, para recapacitar haceros,
pero, vosotros os negáis a escucharlo,
pues Cristo, es el camino, la verdad y
la vida. Y, así, volaron vuestras almas
y Dios, en su amor infinito os premio,
con sendas coronas eternas de luz,
oh, Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa
y Jorge, “santos de la vida y la luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Julio
Santos Aurelio, Natalia, Félix, Liliosa y Jorge
Mártires
 
Martirologio Romano: En Córdoba, en la provincia hispánica de Andalucía, santos mártires Jorge, diácono y monje originario de Siria, Aurelio y Sabigoto, esposos, y Félix y Liliosa, esposos también, que en la persecución desencadenada por los sarracenos, deseando dar testimonio de su fe cristiana, no cesaron de alabar a Cristo en la cárcel, donde fueron finalmente decapitados.
 
Aurelio es hijo de un mahometano de los que ocupaban Córdoba, en España; pero su madre es cristiana y procuró educarlo en la fe verdadera. Pronto quedó huérfano de padre y madre; una tía suya, también cristiana, se encargó de hacerlo un hombre. Al llegarle la edad se casó con Natalia, hija de padres mahometanos pero, convertida al cristianismo, se bautizó cuando ellos murieron y empezó a llamarse Sabigoto; tienen dos hijas pequeñas; son ricos y emparentados con gente importante de la ciudad por la parte mora.
 
Félix es uno de los amigos de Aurelio y está casado con Liliosa. A ellos las cosas les van igualmente bien, no por agarenos, sino por la renuncia que años atrás hizo Félix a la fe de los cristianos; tuvo miedo; no se atrevió a afrontar la vida con las limitaciones de trabajo, económicas, los impuestos, la mala perspectiva para los futuros hijos con todas las puertas cerradas para prosperar y disimuló su fe ante el juez. Por ello no les va nada mal. Él sigue creyendo en Dios, pero no frecuenta las reuniones, ni participa en el culto porque no se interprete que da marcha atrás.
 
Han comenzado a pasar cosas graves en la ciudad emirada en los últimos tiempos. Los ánimos se han calentado y comenzado a haber gente muerta por ser cristiana. Primero mataron a un presbítero que se llamaba Perfecto, luego a otros más; hay gente en la cárcel por su fe cristiana y se presentan situaciones tan tensas que no se sabe muy bien cómo va a ponerse el ambiente.
 
En general, los cristianos de Córdoba están ya hartos de su deteriorada situación, y han comenzado a presentarse ellos mismos, de modo espontáneo, al tribunal. Otros piensan que esta es la ocasión de lavar sus culpas y hasta parece ser el caso de Félix. Los dos matrimonios llevan tiempo hablando entre ellos de responsabilidades y de fidelidad. Una de las primeras cabezas cristianas les ha hecho poner en balanza lo que se gana y lo que se pierde; es ese hombre valiente y docto obispo que se llama Eulogio. Las dos parejas se animan a ser fieles y más valientes de lo que son.
 
Cuando el otro día estaba Aurelio en la plaza vió un espectáculo triste en sí mismo y lamentable; llevaban en un borrico, con gran alboroto, entre gritos y gestos maldicentes, al bueno de Juan; iba herido, le pegaban con cuerdas, le insultaban y maldecían por ser cristiano y no bendecir al Profeta. Llegó a casa y no pudo ocultar su pena por la injusticia, todo en él era rebeldía por la impotencia; Liliosa escuchó la versión y pronto la conocen Aurelio y Sabigoto. Ahora los cuatro están dispuestos a buscar solución definitiva pasando por el martirio; pero deben prepararse bien al momento decisivo.
Primero, Aurelio y Sabigoto deben llevar a sus hijas al monasterio que fundaron Jeremías e Isabel; ahora es Isabel la abadesa de Tábanos y ella se encargará de cuidarlas con la dote que pondrán a su disposición; luego, sí, deben mejorar su oración, sus sacrificios, su amor a Dios. Y así comienza una nueva dimensión en sus vidas. Los cuatro están a partir un piñón cuando dan abundantes limosnas con sus bienes, comienzan a dormir en el suelo, practican el ayuno, visitan a los enfermos y hasta deciden ir -con influencias- a la prisión para dar algo de consuelo.
 
Fue allí donde encontraron a Flora, la virgen que es hija de mahometano y cristiana y a María, monja de Cuteclara y hermana del diácono Wilabonso, decapitado el siete de junio del año pasado. Ellas están condenadas a muerte por sacrílegas y parece que lo que esperan es un premio por su alegría y decisión. Las dos parejas fueron a consolarlas y salieron de la cárcel con fuego en sus corazones.
 
Conocieron en el monasterio tabanense a Jorge, un monje oriental, concretamente de Siria, que pasó veintiséis años en San Sabas, cerca de Jerusalén, enviado a África para recoger limosnas para mantener a los monjes que habían quedado allí. Es diácono, amigo de Eulogio, sencillo y servidor de todos; habla griego, árabe y latín. Se les unió desde entonces, pensando en el martirio, y ya no se les despega ni de día ni de noche.
 
Los cinco se han presentado ante el juez; le ponen al corriente de su fe cristiana al tiempo que afirman la falsedad de la religión que profesan todos los seguidores de Mahoma. El juez se esfuerza en hacerles recapacitar sobre su locura; les está haciendo ver la vida que tienen por delante con promesas de bienes, comodidades y honra. Todo es basura comparado con Jesucristo a quien desean servir por encima de todo. Les da cinco días de cárcel para pensar y poder reunir al Consejo porque son personas importantes por su parentela y él no quiere decidir su suerte. Ante los nuevos jueces, pareció que tenían ellos más ganas de ser condenados que los jueces en condenarles. Terminaron degollados, aplicando la ley, por maldecir al Profeta y declarar abyecta su religión.
 
Fue el día 27 de julio del año 852.
Dos matrimonios y un fraile dijeron públicamente del modo más fuerte y claro que es mejor el bien de Cristo que la totalidad de bienes terrenos. Amén.
 
Hoy también se celebra a San Raimundo Zanfogni.
 

26 julio, 2013

San Joaquín y Santa Ana


Oh, San Joaquín y Santa Ana; vosotros,
sois los hijos del Dios de la vida, y,
sus amados santos, que, desde siempre
escogidos fuisteis, como padres de María,
y ella, como escrito estaba, en Madre
del Redentor del mundo, por su belleza
de alma, su vida prístina y su gran
corazón y que, vosotros, Joaquín y Ana;
gozosos albergasteis en vuestro hogar.
Y, cumpliendo tres años, la dedicasteis
al Templo del Señor, tal y conforme el
ángel os había dicho. A Dios, amabais
más que a nada y, mostrasteis, por las
obras buenas, celo y os esforzabais
en la virtud, y, como esposos fieles,
lo fuisteis de vuestros deberes. Y, el
tiempo llegado, vosotros, seríais los
abuelos de Jesús, Señor y Dios Nuestro.
Y, Dios Padre, complacido está, porque,
habéis cumplido como padres, y a María
nos disteis, a Dios gracias, la Reyna
del cielo, la Theotokos, la criatura
más perfecta y predilecta y la misma
que nos dio, por voluntad divina, en
entrega eterna, a Cristo Jesús, Señor
y Dios Nuestro. Por ello, vosotros sois,
fundamento y clave pieza de nuestra
redención, y, con justicia gozáis de
las alegrías del cielo, coronados de luz;
oh, Santos Joaquín y Ana, “lumen Dei”.


© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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San Joaquín
(Antiguo Testamento)


Es inútil buscar en la Sagrada Escritura una huella, siquiera fugaz, del abuelo materno de Jesús. Las genealogías que San Mateo (1, 1) y San Lucas (3, 23) incluyen en sus Evangelios dibujan a grandes rasgos el árbol genealógico de Jesús, tomando por puntos de referencia los cabezas de familia, desde San José, su padre legal, hasta Adán, pasando por David y Judá. La línea materna, en cambio, queda silenciada. Ante este problema, y en la necesidad de dilucidar la cuestión de la ascendencia de María, Padres de la Iglesia oriental tan venerables como San Epifanio y San Juan Damasceno no tuvieron reparo en echar mano de una añeja tradición en la que se contienen diversas noticias acerca de los abuelos maternos de Jesús.
 
Por otra parte, el hecho de que tantas veces encontremos representaciones pictóricas y escultóricas alusivas a los primeros años de María, quien aparece reclinada en los brazos de su madre, Santa Ana, y a escenas de la vida pastoril de San Joaquín, a quien se presenta como padre de María, lo mismo en mosaicos bizantinos del Monte Athos que en tablas de la escuela valenciana o castellana, atestigua la raigambre y el favor de que ha gozado en la cristiandad la piadosa tradición que hace a San Joaquín y Santa Ana padres de María y abuelos de Jesús.
 
Dicha tradición fue recopilada en la Edad Media por Jacobo de Vorágine y Vicente de Beauvais, quienes se encargaron de difundirla por el Occidente, pero ya en el siglo VI había sido aceptada oficialmente por la Iglesia oriental, refrendada como estaba por escritos venerables, cuya antigüedad llega a remontar el siglo II. En todos los datos que dicha tradición recoge acerca de la vida de San Joaquín descansa un fondo de verosimilitud que no puede ser turbado por el carácter apócrifo de los documentos escritos en que están contenidos. Pero ellos no constituyen, naturalmente, un cimiento inconmovible, sobre el que se pueda edificar históricamente la vida del augusto abuelo de Jesús, junto al nombre comúnmente aceptado de Joaquín (que significa el hombre a quien Yahvé levanta), se encuentran otros más raros como Cleofás, Jonachir y Sadoch, que no son sino variantes sin importancia de los documentos escritos. Una curiosa tradición retransmitida por los cruzados hace nacer a San Joaquín en Séforis, pequeña ciudad de Galilea. Otros dicen que fue Nazaret su ciudad natal.
 
San Juan Damasceno dice que su padre se llamaba Barpanther. Según el Protoevangelio de Santiago, apócrifo, que se remonta a las últimas décadas del siglo II en su núcleo primitivo, contrajo matrimonio con Santa Ana a la edad de veinte años. Pronto se trasladaron a Jerusalén, viviendo, al parecer, en una casa situada cerca de la famosa piscina Probática. Gozaban ambos esposos de una vida conyugal dichosa y de un desahogo económico que les permitía dar rienda suelta a su generosidad para con Dios y a su liberalidad para con los prójimos. Algunos documentos llegan incluso a decir que eran los más ricos del pueblo y dan incluso una minuciosa relación de la distribución que hacía San Joaquín de sus ganancias.
 
Sólo una sombra eclipsaba su felicidad, y ésta era la falta de descendencia después de largos años de matrimonio. Esta pena subió de punto al verse Joaquín vejado públicamente una vez por un judío llamado Rubén al ir a ofrecer sus dones al Templo. El motivo de tal vejación fue la nota de esterilidad, que todos por entonces consideraban como señal de un castigo de Dios. Tal impacto causó este incidente en el alma de San Joaquín, que inmediatamente se retiró de su casa y se fue al desierto, en compañía de sus pastores y rebaños, para ayunar y rogar a Dios que le concediera un vástago en su familia.
 
Mientras tanto Ana, su mujer, había quedado en casa, toda desconsolada y llorosa porque a su condición de estéril se había añadido la desgracia de quedar viuda por la súbita desaparición de su marido. Después de cuarenta días de ayuno Joaquín recibió una visita de un ángel del Señor, trayéndole la buena nueva de que su oración había sido oída y de que su mujer había concebido ya una niña, cuya dignidad con el tiempo sobrepujaría a la de todas las mujeres y quien ya desde pequeñita habría de vivir en el templo del Señor. Poco antes le había sido notificado a Ana este mismo mensaje, diciéndosele, además, que su marido Joaquín estaba ya de vuelta. Efectivamente, Joaquín, no bien repuesto de la emoción, corrió presurosamente a su casa y vino a encontrar a su mujer junto a la puerta Dorada de la ciudad, donde ésta había salido a esperarle.
 
Llegó el fausto acontecimiento de la natividad de María, y Joaquín, para festejarlo, dio un banquete a todos los principales de la ciudad. Durante él presentó su hija a los sacerdotes, quienes la colmaron de bendiciones y de felices augurios. Joaquín no echó en olvido las palabras del ángel relativas a la permanencia de María en el Templo desde su más tierna edad, e hizo que, al llegar ésta a los tres años, fuera presentada solemnemente en la casa de Dios. Y para que la niña no sintiera tanto la separación de sus padres procuró Joaquín que fuera acompañada por algunas doncellas, quienes la seguían con candelas encendidas.
 
Estos son los detalles que la tradición cristiana nos ha transmitido acerca de la vida de San Joaquín. Todos ligados, naturalmente, al nacimiento y primeros pasos de María sobre la tierra. Si es verdad que buena parte de los referidos episodios deben su inspiración a analogías con figuras del Antiguo Testamento y al deseo de satisfacer nuestra curiosidad sobre la ascendencia humana de Jesús, no lo es menos que todos, en conjunto, ofrecen una estampa amable y altamente ejemplar del padre de la Virgen, que ha sido forjada por muchos años de tradición y que goza del refrendo autorizado de la Iglesia.
 
AURELIO DE SANTOS OTERO
 
Santa Ana
Meditación
 
Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María, predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias. Nieto de Santa Ana fue el hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Deseado de las naciones. María es el fundamento de la gloria y poder de Santa Ana a la vez que es gloria y corona de su madre.
 
La santidad de Santa Ana es tan grande por las muchas gracias que Dios le concedió. Su nombre significa “gracia”. Dios la preparó con magníficos dones y gracias. Como las obras de Dios son perfectas, era lógico que Él la hiciese madre digna de la criatura más pura, superior en santidad a toda criatura e inferior solo a Dios.
 
Santa Ana tenía celo por hacer obras buenas y esforzarse en la virtud. Amaba a Dios sinceramente y se sometió a su santa voluntad en todos los sufrimientos, como fue su esterilidad por veinte años, según cuenta la tradición. Esposa y madre fue fiel cumplidora de sus deberes para con el esposo y su encantadora hija María. Muy grande es el poder intercesor de Santa Ana. Ciertamente santa amiga de Dios, distinguida sobre todo por ser la abuela de Jesús en cuanto Hombre.
 
La Santísima Trinidad le concederá sus peticiones: el Padre, para quien ella gestó, cuidó y educó a su hija predilecta; el Hijo, a quien le dió madre; el Espíritu Santo, cuya esposa educó con tan gran solicitud. Esta Santa privilegiada sobresale en mérito y gloria, cercana al Verbo encarnado y a su Santísima Madre. Sin duda que Santa Ana tiene mucho poder ante Dios. La madre de la Reina del Cielo, que es poderosa por su intercesión y Madre de misericordia, es también llena de poder y de misericordia.
 
Tenemos muchos motivos para escoger a Santa Ana como nuestra intercesora ante Dios. Como abuela de Jesucristo, nuestro hermano según la carne, es también nuestra abuela y nos ama a nosotros sus nietos. Nos ama mucho porque su nieto Jesús murió por nuestra salvación y María, su hija, fue proclamada Madre nuestra bajo la Cruz. Nos ama de verdad en atención a las dos Personas que ella amó más en esta vida: a Jesús y a María. Si su amor es tan grande su intercesión no será menos. Debemos, por tanto acudir a ella con tal confianza en nuestras necesidades. No hay la menor duda de que esto agrada a Jesús y a María, quienes la amaron tan profundamente. Se celebra la fiesta de Santa Ana el 26 de julio.
 
La Palabra de Dios
 
“… y permaneció viuda hasta los ochenta y cuatro años; no se apartaba del Templo, sirviendo a Dios noche y día en ayunos y oraciones”. Lc 2, 37. El logrará la bendición de Yahveh, la justicia del Dios de su salvación. Sal 24, 5. “¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron”. Mt 13, 16-17
 
Oraciones propias de la Novena
 
Gloriosa Santa Ana, quiero honrarte con especial devoción. Te escojo, después de la Santísima Virgen, por mi madre espiritual y protectora. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses: espirituales y temporales y los de mi familia. Te consagro mi mente, para que en todo se guíe por la luz de la fe; para que se conserve puro y lleno de amor a Jesús, a María, a José y a ti misma; mi voluntad para que, como la tuya, este siempre conforme con la de Dios.
 
Buenísima Santa Ana, desbordante de amor para cuantos te invocan y de compasión con los que sufren. Confiadamente pongo ante ti la necesidad de que me concedas están gracia en particular (mencione el favor que desea)
 
Te suplico recomiendes mi petición a tu Hija, la Santísima Virgen María, para que ambas, María y tu, la presentéis a Jesús. Por tu valiosa intercesión sea cumplido mi deseo.
 
Pero si lo que pido no fuere voluntad de Dios, obténme lo que sea de mayor bien para mi alma. Por el poder y gracia con que Dios te ha bendecido dame una mano y ayúdame.
 
Te pido sobre todo, misericordiosísima Santa Ana, me ayudes a dominar mis malas inclinaciones de mi estado de vida y de practicar las virtudes que sean más necesarias para mi salvación.
 
Como tu, haz que yo logre por el perfecto amor a Dios ser para El en vida y en muerte. Que después de haberte amado y honrado en la tierra con verdadera devoción de hijo pueda, por tus oraciones, tener el privilegio de amarte y honrarte en el Cielo con los ángeles y Santos por toda la eternidad.
 
Bondadosísima Santa Ana, madre de aquella que es nuestra vida, muestra tu dulzura y dame esperanza, intercede ante tu Hija, para que yo alcance la paz.


Memorare a Santa Ana
 
Recuerda, gloriosa Santa Ana, pues tu nombre significa gracia y misericordia, que nunca se ha oído decir que uno solo de cuantos se acogieron a tu protección o han implorado tu auxilio y buscado tu intercesión hayan sido desamparados.
Yo, pecador, animado de tal confianza, acudo a ti, santa madre de la Inmaculada Virgen María y encantadora abuela del Salvador. No rechaces mi petición, antes bien escucha y accede a mis ruegos. Amén.



Oración a San Joaquín y Santa Ana
Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos.
Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión.
Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida.
Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad.
Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve.


Letanía en honor a Santa Ana

Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial, ten piedad de nosotros
Dios, Hijo, redentor del mundo, ten piedad de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten piedad de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten piedad de nosotros.
Santa Ana, ruega por nosotros
Descendente de la familia de David,
Hija de los patriarcas,
Fiel esposa de San Joaquín,
Madre de María, la Virgen Madre de Dios,
Amable madre de la Reina del Cielo,
Abuela de nuestro Salvador,
Amada de Jesús, María y José,
Instrumento del Espíritu Santo
Ricamente dotada de las gracias de Dios,
Ejempol de piedad y paciencia en el sufrimiento,
Espejo de obediencia,
Ideal del autentico feminismo,
Protectora de las vírgenes,
Modelo de las madres cristianas,
Protectora de las casadas,
Guardián de los niños,
Apoyo de la vida familiar cristiana,
Auxilio de la Iglesia,
Madre de misericordia,
Madre merecedora de toda confianza,
Amiga de los pobres,
Ejemplo de las viudas,
Salud de los enfermos,
Cura de los que sufren del mal,
Madre de los enfermos,
Luz de los ciegos,
Voz de quienes no pueden hablar,
Oído de los sordos,
Consuelos de los afligidos,
Alentadora de los oprimidos,
Alegría de los ángeles y Santos,
Refugio de los pecadores,
Puerto de salvación,
Patrona de la buena muerte,
Auxilio de cuantos recurren a ti,
Cordero de Dios que quitas los pecado del mundo,
perdónanos Señor,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
escúchanos Señor,
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,
ten piedad de nosotros,
Ruega por nosotros buenísima Santa Ana,
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
 

Oremos
 
Dios todopoderoso y eterno te has complacido en escoger a Santa Ana para que de ella naciera la Madre de tu amado hijo. Haz, te rogamos, que cuantos la honramos con especial confianza podamos, por su intercesión, alcanzar la vida eterna. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/ana_7_26.htm)

25 julio, 2013

Santiago Apóstol

 
 
Oh, San Santiago Apóstol, vos, sois,
el hijo del Dios de la vida, su Apóstol
y santo, que, os convertisteis de Jesús
en preferido. Vuestro Maestro, os dijo
aquél día después de la pesca milagrosa,
en presencia de Pedro de vuestro hermano
Juan. “desde ahora seréis pescadores
de hombres”. Y, así fue. Dejasteis todo,
vuestras redes, a vuestro padre y madre,
y a vuestra empresa y marchasteis con
Cristo, para, en su apostolado servirle,
en amor y en verdad. Vos, el privilegio
tuvisteis, de ver con ojos propios, la
Transfiguración de Jesús, Señor y Dios
Nuestro, en el monte Tabor. Más tarde,
y, cumpliendo lo que estaba escrito,
a España marchasteis, para evangelizarla
dejando allí, vuestras reliquias. Hoy,
os veneran tanto que, Patrono os nombraron
de su tierra y de su caballería, porque,
cada vez, que os invocaban e invocan
recibieron y reciben milagros a raudales.
En más de mil combates, intercedisteis
para que el bien y la justicia triunfase.
¿Dónde ahora estáis Santiago? Y, de
seguro, hasta el silencio, cuerpo toma,
y responde a una voz diciendo: “en el
cielo está, con su Maestro y Señor”. Y,
así es, como bien vos, mismo lo sabéis,
Patrono de España y de su Caballería;
oh, San Santiago, “luz y ayuda del cielo”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Julio
Santiago el mayor
ApóstoI
Año 44
 
El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban: “Sant Iacob, ayúdenos”. Y de tanto repetir estas dos palabras, las unieron formando una sola: Santiago. Fue uno de los 12 apóstoles del Señor.
 
Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida, junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca. Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán escuchando a Juan Bautista.
 
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca milagrosa, al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de hombres”, dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en el Huerto de Getsemaní.
 
¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a nosotros en el grupo de sus preferidos.
 
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito a poco.
 
Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús les dijo: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy a beber?” Ellos le dijeron: “Sí somos capaces”. Cristo añadió: “El cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial”. Los otros apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: “El que quiera ser el primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del hombre que no ha venido a ser servido sino a servir”. Seguramente que con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.
 
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió como una de las principales figuras entre el gurpo de los Apóstoles. Por eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago, y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión de Jesús Resucitado.
 
Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
 
Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus favores.
 
Apóstol Santiago: pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que como tú, nos dediquemos con toda valentía y generosidad a propagar por el mundo la religión de Cristo.
 
 

24 julio, 2013

San Chárbel Makhluf

 
Oh, San Chárbel Makhluf, vos, sois
el hijo del Dios de la vida y su amado
santo. Solitario de Dios y llamado
el “Taumaturgo del Líbano”, amante
de la Eucaristía y de Nuestra Señora.
Y, que, en la soledad, buscasteis
elevaros a la perfección en el desierto,
a Dios sirviendo de día y de noche,
con austeridad, y, viviendo ayunando
y orando. Vuestra amada madre os dijo:
“Si no fueras a ser buen religioso
te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora
sé que el Señor te quiere a su servicio.
Y en mi dolor al estar separada de tí,
le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga,
hijo mío, y que haga de ti un santo…!.
Y, un día, despertó en vos, la vocación
por la vida eremítica y os fuisteis
a vivir en soledad y os retirasteis
a la ermita de San Pedro y San Pablo,
en la montaña, que os prodigó la luz,
ejercitándoos en la oración y las
mortificaciones continuas. Dormíais
sobre el suelo y comíais una sola
vez al día. Al mediodía la Santa Misa
oficiabais y dabais gracias a Dios,
la tarde entera. Vuestra santa alma,
al cielo voló, para coronada ser, con
corona de luz eterna, como premio justo
a vuestra vida de amor, fe y esperanza;
oh, San Chárbel Makhluf, “luz y paz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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24 de Julio
Santo Chárbel Makhluf
Solitario de Dios y Taumaturgo del Líbano
Gran amante de la Eucaristía y de la Virgen Santísima
 
Martirologio Romano: San Sarbelio (José, Charbel) Makhluf, presbítero de la Orden de los Maronitas Libaneses, que, por amor a la soledad y para alcanzar la más alta perfección, dejó el cenobio de Annaya, en el Líbano, y se retiró al desierto, en el que sirvió a Dios día y noche, viviendo con gran austeridad, ayunando y orando (1898).
 
Youssef (José) nació el 8 de mayo de 1828 en un pequeño poblado del Líbano llamado Biqa-Kafra. Era el quinto hijo de Antonio Makhlouf y Brígida Choudiac, sencillos campesinos llenos de fe. Dos de sus tíos maternos eran monjes en el monasterio de Quzhaya que distaba una hora de camino desde Biqa-Kafra. José los visitaba con frecuencia y se quedaba con ellos ayudando en los oficios divinos, participando en sus oraciones y cantos y escuchando sus sabios consejos.
 
Tenía veintitrés años cuando dejó casa y familia para entrar al monasterio de Nuestra Señora de Mayfouk de la orden maronita libanesa. Al recibir el hábito de novicio cambió su nombre por el de Chárbel, nombre de un mártir de la iglesia de Antioquía que murió en el año 107 bajo el imperio de Trajano.
 
Cuando su madre y su tío se enteraron de su decisión, se dirigieron inmediatamente a buscarlo al monasterio tratando de convencerlo de que regresara. Finalmente, Brígida, también convencida de la vocación de su hijo, le dijo: “Si no fueras a ser buen religioso te diría: ¡Regresa a casa! Pero ahora sé que el Señor te quiere a su servicio. Y en mi dolor al estar separada de tí, le digo resignada: ¡Que Dios te bendiga, hijo mío, y que haga de ti un santo…!”.
 
Desde joven había desarrollado una intensa vida interior y de oración que durante sus años de monje había madurado. Pronto se despertó en él la vocación por la vida eremítica que, de acuerdo con la tradición cristiana, se debe hacer viviendo en soledad. Se retiró a la ermita de San Pedro y San Pablo en Gebel an Nour (Montaña de la Luz) que tenía sólo dos habitaciones pequeñísimas y un oratorio también estrechísimo. Comenzó esta vida más austera en el año 1875 y la llevó durante veintitrés años. Se ejercitaba en diversas mortificaciones y en la oración continua; dormía sobre el suelo y comía una sola vez al día. Ordinariamente oficiaba la misa hacia el mediodía de tal forma que pasaba la mañana preparándose para el Santo Sacrificio y la tarde dando gracias a Dios. Vivía en el más absoluto retiro, del que sólo salía para atender alguna necesidad pastoral.
 
El 16 de diciembre de 1898 estaba celebrando la misa hacia las once de la mañana, cuando le sobrevino un ataque de parálisis en el momento de la consagración.
 
Murió el 24 de diciembre y sus restos reposan en el monasterio de San Maron, actual meta de peregrinaciones y milagros incesantes. Fue canonizado el 9 de octubre de 1977 por el papa Pablo VI.
 
 

23 julio, 2013

Santa Brígida

 
Oh, Santa Brígida, vos, sois la hija
del Dios de la vida y su amada santa,
la misma que, honor al significado de
vuestro nombre: “fuerte y brillante”
hicisteis. Os gustaba, desde niña, oír
de labios de vuestra madre, las vidas
de los santos, y, como premio, se os
apareció Nuestra Señora, invitándoos
a seguir una santa vida. Vuestra gran
devoción: la Pasión y Muerte de Nuestro
Señor Jesucristo, y, tanto que, un día,
que rezabais devotamente ante el crucifijo,
le dijisteis: ¿Quién te puso así? Y,
oísteis que Cristo os decía: “Los que
desprecian mi amor”. “Los que no le dan
importancia al amor que Yo, les he tenido”
Y, desde ese instante, todos los que
trataban con vos, a Cristo, lo amaron
más. En otra visión, oísteis de Él mismo
decir: “Yo en la vida sufrí pobreza, y,
vos tenéis demasiados lujos y comodidades”.
Y, bastaron aquellas palabras, para que
vos, fuerais de la pobreza amante, hasta
el final de vuestra santa vida, y por ello,
la “Comunidad de San Salvador” fundasteis.
Y, en “Revelaciones”, vuestro escrito
brillante, nos legasteis de cómo la vida
de Jesús fue. Y, así, gastada vuestra
vida, de este mundo partió vuestra alma,
para coronada ser de luz, como premio
a vuestra entrega de amor, fe y esperanza;
oh, Santa Brígida, “fuerte y brillante”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 de Julio
Santa Brígida
Viuda y Fundadora
Año 1373
 
Dios quiera enviar a su Iglesia muchas Brígidas, que con sus oraciones y sus buenos ejemplos y palabras logren enfervorizar por Cristo a muchas personas más.
 
Cristo murió por mí. ¿Y yo, qué haré por Él?
 
Brígida significa: Fuerte y brillante. Esta santa mujer tuvo la dicha de nacer en una familia que tenía como herencia de sus antepasados una gran religiosidad. Sus abuelos y bisabuelos fueron en peregrinación hasta Jerusalén y sus padres se confesaban y comulgaban todos los viernes, y como eran de la familia de los gobernantes de Suecia, y tenían muchas posesiones, empleaban sus riquezas en construir iglesias y conventos y en ayudar a cuanto pobre encontraban. Su padre era gobernador de la principal provincia de Suecia.
 
Brígida nació en Upsala (Suecia), en 1303. De niña su mayor gusto era oír a la mamá leer las vidas de los Santos. Cuando apenas tenía seis años ya tuvo su primera revelación. Se le apareció la Sma. Virgen a invitarla a llevar una vida santa, totalmente del agrado de Dios. En adelante las apariciones celestiales serán frecuentísimas en su vida, hasta tal punto que ella llegó a creer que se trataba de alucinaciones o falsas imaginaciones. Pero consultó con el sacerdote más sabio y famoso de Suecia, y él, después de estudiar detenidamente su caso, le dijo que podía seguir creyendo en esto, pues eran mensajes celestiales.
 
Cuando tenía 13 años asistió a un sermón de cuaresma, predicado por un famoso misionero. Y este santo sacerdote habló tan emocionantemente acerca de la Pasión y Muerte de Jesucristo, que Brígida quedó totalmente entusiasmada por nuestro Redentor. En adelante su devoción preferida será la de Jesucristo Crucificado.
 
Un día rezando con todo fervor delante de un crucifijo muy chorreante de sangre, le dijo a Nuestro Señor: – ¿Quién te puso así? – y oyó que Cristo le decía: “Los que desprecian mi amor”. “Los que no le dan importancia al amor que yo les he tenido”. Desde ese día se propuso hacer que todos los que trataran con ella amaran más a Jesucristo.
 
Su padre la casó con Ulf, hijo de otro gobernante. Tuvieron un matrimonio feliz que duró 28 años. Sus hijos fueron 8, cuatro varones y cuatro mujeres. Una de sus hijas fue Santa Catalina de Suecia. Un hijo fue religioso. Otros dos se portaron muy bien, y Carlos fue un pícaro que la hizo sufrir toda la vida. Sólo a la hora en que él se iba a morir logró la santa con sus oraciones que él se arrepintiera y pidiera perdón de sus pecados a Dios. Dos de sus hijas se hicieron religiosas, y otra fue “la oveja negra de la familia”, que con sus aventuras nada santas martirizó a la buena mamá.
 
Fue pues una familia como muchas otras: con gente muy buena y gente que hace sufrir. Brígida era la dama principal de las que colaboraban con el rey y la reina de Suecia. Pero en el palacio se dio cuenta de que se gastaba mucho dinero en lujos y comilonas y se explotaba al pueblo. Quiso llamar la atención a los reyes, pero estos no le hicieron caso. Entonces pidió permiso y se fue con su esposo en peregrinación a Santiago de Compostela en España. En el viaje enfermó Ulf gravemente. Brígida oró por él y en un sueño se le apareció San Diosnisio a decirle que se le concedía la curación, con tal de que se dedicara a una vida santa. El marido curó y entró de religioso cisterciense y unos años después murió santamente en el convento.
 
En una visión oyó que Jesús Crucificado le decía: “Yo en la vida sufrí pobreza, y tú tienes demasiados lujos y comodidades”. Desde ese día Brígida dejó todos sus vestidos elegantes y empezó a vestir como la gente pobre. Ya nunca más durmió en camas muy cómodas, sino siempre sobre duras tablas. Y fue repartiendo todos los bienes entre los pobres de manera que ella llegó a ser también muy pobre.
 
Con su hija Santa Catalina de Suecia se fue a Roma y en esa ciudad permaneció 14 años, dedicada a la oración, a visitar y ayudar enfermos, a visitar como peregrina orante muchos santuarios, y a dictar sus revelaciones que están contenidas en ocho tomos (Sufrió muy fuertes tentaciones de orgullo y sensualidad).
 
Desde Roma escribió a muchas autoridades civiles y eclesiásticas y al mismo Sumo Pontífice (que en ese tiempo vivía en Avignon, Francia) corrigiendo muchos errores y repartiendo consejos sumamente provechosos. Sus avisos sirvieron enormemente para mejorar las costumbres y disminuir los vicios.
Por inspiración del cielo fundó la Comunidad de San Salvador. El principal convento estaba en la capital de Suecia y tenía 60 monjas. Ese convento se convirtió en el centro literario más importante de su nación en esos tiempos. Con el tiempo llegó a tener 70 conventos de monjas en toda Europa.
 
Se fue a visitar los santos lugares donde vivió, predicó y murió Nuestro Señor Jesucristo, y allá recibió continuas revelaciones acerca de cómo fue la vida de Jesús. Las escribió en uno de los tomos de sus revelaciones, y son muy interesantes. En Tierra Santa parecía vivir en éxtasis todos los días.
 
Al volver de Jerusalén se sintió muy débil y el 23 de juilio de 1373, a la edad de 70 años murió en Roma con gran fama de santidad. A los 18 años de haber muerto, fue declarada santa por el Sumo Pontífice. Sus revelaciones eran tan estimadas en su tiempo, que los sacerdotes las leían a los fieles en las misas.
 
 

22 julio, 2013

Santa María Magdalena

 
Oh, Santa María Magdalena, vos, sois
la hija del Dios de la vida, su amada
santa y su discípula amada, que, por
el Señor liberada de demonios siete
fuisteis y así, convertida en discípula
suya, os seguisteis hasta el monte
Calvario y fuisteis la primera que,
a Nuestro Señor Jesucristo resucitado
visteis, aquella mañana de Pascua y,
de felicidad plena, la comunicasteis
a los demás. Ni “pecadora pública”,
ni “adúltera”, ni “prostituta”, sino,
sólo de Cristo seguidora, y, de cuyo
amor contagiada fuisteis, para, el gozo
pascual anunciar a los mismos Apóstoles.
Vos, en Éfeso, vivisteis junto a María
Madre de Dios, y Señora Nuestra y a San
Juan, para luego, entregar vuestra alma
al cielo, donde os recibió, Dios Padre,
para coronada ser, con corona de luz,
como premio a vuestro amor a Cristo;
oh, Santa María Magdalena; “amor y luz”.
 
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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22 de Julio
Santa María Magdalena
Discípula del Señor
 
Martirologio Romano: Memoria de santa María Magdalena, que, liberada por el Señor de siete demonios y convertida en su discípula, le siguió hasta el monte Calvario y mereció ser la primera que vio al Señor resucitado en la mañana de Pascua y la que se lo comunicó a los demás discípulos (s. I).
 
Hoy celebramos a Santa María Magdalena, debemos referirnos a tres personajes bíblicos, que algunos identifican en una sola persona: María Magdalena, María la hermana de Lázaro y Marta, y la pecadora anónima que unge los pies de Jesús.
 
Tres personajes para una historia
 
María Magdalena, así, con su nombre completo, aparece en varias escenas evangélicas. Ocupa el primer lugar entre las mujeres que acompañan a Jesús (Mt 27, 56; Mc 15, 47; Lc 8, 2); está presente durante la Pasión (Mc 15, 40) y al pie de la cruz con la Madre de Jesús (Jn 19, 25); observa cómo sepultan al Señor (Mc 15, 47); llega antes que Pedro y que Juan al sepulcro, en la mañana de la Pascua (Jn 20, 1-2); es la primera a quien se aparece Jesús resucitado (Mt 28, 1-10; Mc 16, 9; Jn 20, 14), aunque no lo reconoce y lo confunde con el hortelano (Jn 20, 15); es enviada a ser apóstol de los apóstoles (Jn 20, 18). Tanto Marcos como Lucas nos informan que Jesús había expulsado de ella «siete demonios». (Lc 8, 2; Mc 16, 9)
 
María de Betania es la hermana de Marta y de Lázaro; aparece en el episodio de la resurrección de su hermano (Jn 11); derrama perfume sobre el Señor y le seca los pies con sus cabellos (Jn 11, 1; 12, 3); escucha al Señor sentada a sus pies y se lleva «la mejor parte» (Lc 10, 38-42) mientras su hermana trabaja.
 
Finalmente, hay un tercer personaje, la pecadora anónima que unge los pies de Jesús (Lc 7, 36-50) en casa de Simón el Fariseo.
 
Dos en una, tres en una
 
No era difícil, leyendo todos estos fragmentos, establecer una relación entre la unción de la pecadora y la de María de Betania, es decir, suponer que se trata de una misma unción (aunque las circunstancias difieren), y por lo tanto de una misma persona.
 
Por otra parte, los «siete demonios» de Magdalena podían significar un grave pecado del que Jesús la habría liberado. No hay que olvidar que Lucas presenta a María Magdalena (Lc 8, 1-2) a renglón seguido del relato de la pecadora arrepentida y perdonada (Lc 7, 36-50).
 
San Juan, al presentar a los tres hermanos de Betania (Marta, María y Lázaro), dice que «María era la que ungió al Señor con perfumes y le secó los pies con sus cabellos». El lector atento piensa: “Conozco a este personaje: es la pecadora de Lucas 7″. Además, en el mismo evangelio de Lucas, inmediatamente después del episodio de la unción, se nos presenta a María Magdalena, de la que habían salido «siete demonios». El lector ratifica su impresión: “María Magdalena es la pecadora que ungió a Jesús”. Y por último, en el mismo evangelio de San Lucas, pocos capítulos después (Lc 10), María, hermana de Marta, aparece escuchando al Señor sentada a sus pies. El lector concluye: “María Magdalena y esta María son una misma persona, la pecadora penitente y perdonada, que Juan también menciona por su nombre aclarándonos que vivía en Betania”.
 
Pero esta conclusión no es necesaria porque: no hay por qué relacionar a Juan con Lucas; los relatos difieren en varios detalles. Así, por ejemplo, la unción, según Lucas, tiene lugar en casa de Simón el Fariseo; su relato hace explícita referencia a los pecados de la mujer que unge a Jesús. Pero Mateo, Marcos y Juan, por su parte, hablan de la unción en Betania en casa de un tal Simón (Juan no aclara el nombre del dueño de casa, sólo señala que Marta servía y que Lázaro estaba presente), y mencionan el gesto hipócrita de Judas en relación con el precio del perfume, sin sugerir que la mujer fuese una pecadora. Sólo Juan nos ofrece el nombre de la mujer, que los demás no mencionan.
 
los «siete demonios» no significan un gran número de pecados, sino -como lo aclara allí mismo Lucas- «espíritus malignos y enfermedades»; este significado es más conforme con el uso habitual en los evangelios.
 
Dos teorías
 
Los argumentos a favor de la identificación de los tres personajes, como vemos, son débiles. Sin embargo, tal identificación cuenta a su favor con una larga tradición, como se ha mencionado. Hay que decir también que los argumentos a favor de la distinción entre las tres mujeres tampoco son totalmente concluyentes. Es decir que ambas teorías cuentan con razones a favor y en contra, y de hecho, a lo largo de la historia, ambas interpretaciones han sido sostenidas por los exégetas: así, por ejemplo, los latinos estuvieron siempre más de acuerdo en identificar a las tres mujeres, y los griegos en distinguirlas.
 
Una respuesta “oficial”
 
A pesar de que ambas posturas cuentan con argumentos, hoy en día la Iglesia Católica se ha inclinado claramente por la distinción entre las tres mujeres. Concretamente, en los textos litúrgicos, ya no se hace ninguna referencia -como sí ocurría antes del Concilio- a los pecados de María Magdalena o a su condición de “penitente”, ni a las demás características que le provendrían de ser también María de Betania, hermana de Lázaro y de Marta. En efecto, la Iglesia ha considerado oportuno atenerse sólo a los datos seguros que ofrece el evangelio.
 
Por ello, actualmente se considera que la identificación entre Magdalena, la pecadora y María es más bien una confusión “sin ningún fundamento”, como dice la nota al pie en Lc 7, 37 de “El Libro del Pueblo de Dios”. No hay dudas de que la Iglesia, a través de su Liturgia, ha optado por la distinción entre la Magdalena, María de Betania y la pecadora, de modo que hoy podemos asegurar que María Magdalena, por lo que nos cuenta la Escritura y por lo que nos afirma la Liturgia, no fue “pecadora pública”, “adúltera” ni “prostituta”, sino sólo seguidora de Cristo, de cuyo amor ardiente fue contagiada, para anunciar el gozo pascual a los mismos Apóstoles.
 
La liturgia de su fiesta
 
Los textos bíblicos que se proclaman en su Memoria (que se celebra el 22 de julio) hablan de la búsqueda del «amado de mi alma» (Cant 3, 1-4a) o de la muerte y resurrección de Jesús como misterio de amor que nos apremia a vivir para «Aquel que murió y resucitó» por nosotros (2 Cor 5, 14-17). Ell evangelio que se proclama en la Misa es Jn 20, 1-2.11-18, es decir, el relato pascual en que Magdalena aparece como primera testigo de la Resurrección de Jesús, lo proclama «¡Maestro!» y va a anunciar a todos que ha visto al Señor. Como se ve, ninguna alusión a sus pecados ni a su supuesta identificación con María de Betania. Sólo pervive de esta supuesta identificación el hecho de que la Memoria litúrgica de Santa Marta se celebra justamente en la Octava de Santa Magdalena, es decir, una semana después, el 29 de julio. Santa María de Betania aun no tiene fiesta propia en el Calendario Litúrgico oficial.
 
Los textos eucológicos de la Misa de la Memoria de Santa María Magdalena nos dicen, por su parte, que a ella el Hijo de Dios le «confió, antes que a nadie… la misión de anunciar a los suyos la alegría pascual» (Oración Colecta). Magdalena es aquella «cuya ofrenda de amor aceptó con tanta misericordia tu Hijo Jesucristo» (Oración sobre las Ofrendas) y es modelo de «aquel amor que [la] impulsó a entregarse por siempre a Cristo» (Oración Postcomunión).
 
En la Liturgia de las Horas ocurre otro tanto, ya que los nuevos himnos compuestos después de la reforma litúrgica (Aurora surgit lúcida para Laudes y Mágdalæ sidus para Vísperas) hacen hincapié en los mismos aspectos: María Magdalena como testigo privilegiado de la Resurrección, primera en anunciar a Cristo resucitado, y fiel e intrépida seguidora de su Maestro. Algo similar se verifica en los demás elementos del Oficio Divino, en los que -nuevamente- no hay alusión ninguna a los supuestos pecados de la Magdalena ni a su condición de hermana de Marta y Lázaro.
 
Como claro contraste, cabe señalar que en la liturgia previa al Concilio, la Memoria del 22 de julio se llamaba «Santa María Magdalena, penitente», y abundaban las referencias a su pecado perdonado por Jesús y a su condición de hermana de Lázaro. El evangelio que se proclamaba era justamente Lc 7, 36-50, es decir, la unción de Jesús a cargo de «una mujer pecadora que había en la ciudad»: “in civitate peccatrix”.
 
Finalmente, mencionemos que el culto a Santa María Magdalena es muy antiguo, ya que la Iglesia siempre veneró de modo especial a los personajes evangélicos más cercanos a Jesús. La fecha del 22 de julio como su fiesta ya existía antes del siglo X en Oriente, pero en Occidente su culto no se difundió hasta el siglo XII, reuniendo en una sola persona a las tres mujeres que los Orientales consideraban distintas y veneraban en diversas fechas. A partir de la Contrarreforma, el culto a María Magdalena, “pecadora perdonada”, adquiere aun más fuerza.
 
La leyenda oriental señala que después de la Ascensión habría vivido en Éfeso, con María y San Juan; allí habría muerto y sus reliquias habrían sido trasladadas a Constantinopla a fines del siglo IX y depositadas en el monasterio de San Lázaro.
 
Otra tradición -que prevalece en Occidente- cuenta que los tres “hermanos” (Marta, María “Magdalena” y Lázaro) viajaron a Marsella (en un barco sin velas y sin timón). Allí, en la Provenza, los tres convirtieron a una multitud; luego Magdalena se retiró por treinta años a una gruta (del “Santo Bálsamo”) a hacer penitencia. Magdalena muere en Aix-en-Provence, adonde los ángeles la habían llevado para su última comunión, que le da San Máximo. Diversos avatares sufren sus reliquias y su sepulcro a lo largo de los siglos.
 
Estas leyendas, naturalmente, no tienen ningún fundamento histórico y, como otras tantas, fueron forjadas en la Edad Media para explicar y autentificar la presencia, en una iglesia del lugar, de las supuestas reliquias de Magdalena, meta de innumerables peregrinajes.
 
Finalmente, cabe consignar que el apelativo “Magdalena” significa “de Magdala”, ciudad que ha sido identificada con la actual Taricheai, al norte de Tiberíades, junto al lago de Galilea.
 
Oración
 
María Magdalena, te pido me ayudes a reconocer a Cristo en mi vida evitando las ocasiones de pecado. Ayúdame a lograr una verdadera conversión de corazón para que pueda demostrar con obras, mi amor a Dios.
Amén
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