12 julio, 2011

San Juan Gualberto


Oh, San Juan Gualberto, sois vos,
el hijo del Dios de la vida, y el
mismo, que un Santo Viernes, al
que la vida quitó a vuestro hermano
halló, y aquél hombre de rodillas
y suplicante os dijo: “Juan, hoy es
Viernes Santo. Por Cristo que murió
por nosotros en la cruz, perdóname
la vida” y vos al ver los brazos en
cruz de aquél hombre, crucificado
a Cristo recordasteis y de vuestra
cabalgadura bajando, lo abrazasteis
diciendo: “Por amor a Cristo, te
perdono”, y así, vuestra nueva vida
sellasteis, trocando la de guerrero
por la de santo, y como de milagro
Él, os concedió la vocación ansiada
y, por el mundo marchasteis enseñando
el camino, la verdad y la vida; y con
entereza total y valor, combatisteis
la Simonía, porque no resistíais tal
falsía, denunciando tan vil patraña.
Sabe mucho de vos, Valleumbrosio,
pues, un monasterio fundasteis con
fieles monjes, que las reglas de San
Benito, santísimo fundador de vuestra
orden, brillar las hicieron; logrando
que sus muchos vicios abandonaran y
se convirtieran en sacerdotes santos.
Gozasteis vos, de aprecio enorme papal
y de muchos obispos, y habiendo, grande
obra hecho en esta tierra, partisteis
a la Casa del Padre, para vuestro premio
recibir, hecho corona de luz y de gloria;
oh, San Juan Gualberto, en perdón “rico”.

© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Julio 12
San Juan Gualberto
Religioso benedictino
Año 1073

Nació en Florencia, de familia muy rica y su único hermano fue asesinado. Era heredero de una gran fortuna y su padre deseaba que ocupara altos puestos en el gobierno. Un Viernes Santo iba este santo por un camino rodeado de varios militares amigos suyos, y de pronto se encontró en un callejón al esesino de su hermano. El enemigo no tenía a donde huir, y Juan dispuso matarlo allí mismo. El asesino se arrodilló, puso sus brazos en cruz y le dijo: “Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida”. Al ver Gualberto aquellos brazos en cruz, se acordó de Cristo crucificado. Se bajó de su caballo. Abrazó a su enemigo y le dijo: “Por amor a Cristo, te perdono”.

Siguió su camino y al llegar a la próxima iglesia se arrodillo ante la imagen de Cristo crucificado y le pareció que Jesús inclinaba la cabeza y le decía: “Gracias Juan”. Desde aquel día su vida cambió por completo. En premio de su buena acción, Jesús le concedió la vocación, y Juan dejó sus uniformes militares y sus armas y se fue al convento de los monjes benedictinos de su ciudad a pedir que lo admitieran como religioso.

Su padre se opuso totalmente y exigió al superior del convento que le dovolvieran a Juan inmediatamente. Cuando el papá vio al antiguo guerrero convertido en sencillo y piadoso monje se echó a llorar, y dándole su bendición se retiró. En aquellos tiempos, el peor defecto que había en la Iglesia era la Simonía, es decir, algunos compraban los altos cargos, y así llegaban a dirigir la Santa Iglesia algunos hombres indignos. En el convento de florencia, donde estaba Juan, se murió el superior, uno de los monjes fue con el obispo y con dinero hizo que lo nombraran superior a él. También el obispo había comprado su cargo.

Gualberto no pudo soportar esta indignidad y se retiró de aquel convento con otros monjes y antes de salir de la ciudad, declaró publicamente en la plaza principal que el superior del convento y el obispo merecían ser destituidos porque habían cometido el pecado de simonía. Más tarde logró que los destituyeran.

Fundador

Se fue a un sitio muy apartado y silencioso, llamado Valleumbroso y allá fundó un monasterio de mojes benedictinos que se propusieron cumplir exactamente todo lo que San Benito había recomendado a sus monjes. El monasterio llegó a ser muy famoso y le llegaron vocaciones de todas partes. Con los mejores religiosos de su nuevo convento fue fundando varios monasterios más y así logró difundir por muchas partes de Italia las buenas costumbres, y fue atacando sin misericordia la simonía y las costumbres corrompidas. Las gentes sentían gran veneración por él.

Después de haber logrado que muchas personas abandonaran sus vicios y se convirtieran y que muchos sacerdotes empezara a llevar una vida santa, y gozando del enorme aprecio del Papa y de numerosos obispos, murió el 12 de julio de 1073, dejando muchos monasterios de religiosos que trataban de imitarlo en sus virtudes y llegaron a gran santidad. Que sus ejemplos sean de gran provecho para nuestra alma.





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