Oh, San Ramón Nonato; sois vos,
el hijo del Dios de la vida, el
que, convertido en ángel guardián
de nuestros hermanos cristianos
en el África y por los sarracenos
esclavizados, fuisteis el que,
los liberasteis y os entregasteis
voluntario en rescate, y, con
ardiente valor, comenzasteis a
evangelizar en la misma cara de
vuestros captores, premunido con
la fuerza del Espíritu de Dios.
Os rogamos pues, interceder ante
Dios, Nuestro Señor, para que, los
sacerdotes del tiempo nuestro, os
imiten con la pasión y el amor que
os embargó, en el “nuevo rescate”
de las almas, para el Dios vivo,
y brillen algún día, como vos lo
hacéis hoy, todo coronado de luz,
como justo premio a vuestro amor
y entrega de fidelidad y de vida;
oh, San Ramón, “nacido para Dios”.
© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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31 de Agosto
San Ramón Nonato
Cardenal
Año 1240
San Ramón Nonato: te rogamos por todos los católicos que tienen que sufrir por defender nuestra santa religión.
Se le llama Nonato (no-nacido) porque nació después de morir su madre. Ella murió al dar a luz. Después de la muerte le hicieron cesárea para que el niño pudiera nacer. Ramón significa: “protegido por la divinidad” (Ra=divinidad. Mon=protegido). San Ramón nació en Cataluña, España, en 1204. Muy joven entró en la Congregación de Padres Mercedarios que se dedicaban a rescatar cautivos que los mahometanos habían llevado presos a Argel. Lo recibió el mismo San Pedro Nolasco, fundador de la Comunidad.
Pocos años después de haber entrado de religioso fue enviado con una gran cantidad de dinero a rescatar a los católicos que estaban esclavizados por los musulmanes en Africa. Allá gastó todo el dinero en conseguir la libertad de muchos cristianos y enviarlos otra vez a su patria, de donde habían sido llevados secuestrados por los enemigos de nuestra religión.
Cuando se le acabó el dinero se ofreció el mismo a quedarse como esclavo, con tal de que libertaran a algunos católicos que estaban en grave peligro de perder su fe y su religión por causa de los atroces castigos que los mahometanos les infligían. Como entre los musulmanes está absolutamente prohibido hablar de la religión católica, y Ramón se dedicó a instruir en la religión a sus compañeros de esclavitud y aun hasta a algunos mahometanos, le dieron terribles tormentos y lo azotaron muchas veces hasta dejarlo casi muerto. Y al fin, como no se callaba, le amarraron la cara a una correa a la cual le echaron candado, para que no pudiera hablar, y no abrían el candado sino cuando iba a comer.
El jefe musulmán, con la esperanza de que Ramón volviera a España y le llevara más dinero para rescatar cristianos, lo dejó en libertad. Pero se dedicó a hablar de nuestra religión a cuantas más personas podía. Esto hizo arder en cólera a los mahometanos y lo volvieron a encarcelar y a atormentar. Al fin San Pedro Nolasco envió a algunos de sus religiosos con una fuerte suma de dinero y pagaron su rescate y por orden de sus superiores volvió a España.
Como premio de tantos heroísmos, el sumo Pontífice Gregorio IX lo nombró Cardenal. Pero San Ramón siguió viviendo humildemente como si fuera un pobre e ignorado religioso. El Santo Padre lo llamó a Roma para que le colaborara en la dirección de la Iglesia, y el humilde Cardenal emprendió el largo viaje a pie. Pero por el camino lo atacaron unas altísimas fiebres y murió. Era el año 1240. Apenas tenía 36 años. Pero había sufrido y trabajado muy intensamente, y se había ganado una gran corona para el cielo. A San Ramón le rezan las mujeres que van a tener un hijo, para que les conceda la gracia de dar a luz sin peligro ni tormentos.
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