Oh, Santa Elena; sois vos, aquella
mujer que despreciada siendo; en
vos, se albergó Constantino, hijo
vuestro y final de la oscura noche
y nueva luz, para los cristianos;
porque el mismo Cristo, le habló
en sueños: “Con este signo vencerás”
mostrándole la Santa Cruz y él
venció, como Él, se lo había dicho.
Antorcha resplandeciente, brillas
por los siglos de los siglos, porque
encontrasteis la cruz en la cual
habían crucificado a Nuestro Señor
Jesucristo, en el Calvario monte y
por ello os pintan hasta hoy, con
una, en vuestra mano. Hicisteis
en Tierra Santa, tres templos construir:
uno en el Calvario, otro en el monte
de los Olivos y el tercero en Belén y
gastando vuestra vida en hacer buenas
obras, volasteis a los brazos del eterno
Padre, para recibir corona de luz;
Oh, Santa Elena; madre y reina.
© 2011 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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18 de agosto
Santa Elena
Reina
Año 330
Quien honra a su madre, es como quien encuentra un tesoro. (Eclesiástico).
Elena significa: “antorcha resplandeciente”. Esta gran santa se ha hecho famosa por haber sido la madre del emperador que les concedió la libertad a los cristianos, después de tres siglos de persecución, y por haber logrado encontrar la Santa Cruz de Cristo en Jerusalén. Nació ella en el año 270 en Bitinia (hacia el sur de Rusia, junto al Mar Negro). Era hija de un hotelero, y especialmente hermosa.
Y sucedió que llegó por esas tierras un general muy famoso del ejército romano, llamado Constancio Cloro y se enamoró de Elena y se casó con ella. De su matrimonio nació un niño llamado Constantino que se iba a hacer célebre en la historia por ser el que concedió la libertad a los cristianos.
Cuando ya llevaban un buen tiempo de matrimonio sucedió que el emperador de Roma, Maximiliano, ofreció a Constancio Cloro nombrarlo su más cercano colaborador, pero con la condición de que repudiara a su esposa Elena y se casara con la hija de Maximiliano. Constancio, con tal de obtener tan alto puesto repudió a Elena. Y así ella tuvo que estar durante 14 años abandonada y echada a un lado. Pero esto mismo la llevó a practicar una vida de santidad.
Pero al morir Constancio Cloro, fue proclamado emperador por el ejército el hijo de Elena, Constantino, y después de una fulgurante victoria obtenida contra los enemigos en el puente Milvio en Roma (antes de la cual se cuenta que Constantino vio en sueños que Cristo le mostraba una cruz y le decía: “Con este signo vencerás”), el nuevo emperador decretó que la religión católica tendría en adelante plena libertad (año 313) y con este decreto terminaron tres siglos de crueles y sangrientas persecuciones que los emperadores romanos habían hecho contra la Iglesia de Cristo.
Constantino amaba inmensamente a su madre Elena y la nombró Augusta o emperatriz, y mandó hacer monedas con la figura de ella, y le dio plenos poderes para que empleara el dinero del gobierno en las obras buenas que ella quisiera. Elena, que se había convertido al cristianismo, se fue a Jerusalén, y allá, con los obreros, que su hijo, el emperador, le proporcionó, se dedicó a excavar en el sitio donde había estado el monte Calvario y allá encontró la cruz en la cual habían crucificado a Jesucristo (por eso la pintan con una cruz en la mano).
Dice San Ambrosio que Santa Elena aunque era la madre del emperador, vestía siempre con mucha sencillez y se mezclaba con la gente pobre y aprovechaba de todo el dinero que su hijo le daba para hacer limosnas entre los necesitados. Que era supremamente piadosa y pasaba muchas horas en el templo rezando. En Tierra Santa hizo construir tres templos: uno en el Calvario, otro en el monte de los Olivos y el tercero en Belén. Gastó su vida en hacer obras buenas por la religión y los pobres, y ahora reina en el cielo y ruega por nosotros que todavía sufrimos en la tierra.
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