Oh, San Pedro Crisólogo; vos, sois
el hijo del Dios de la vida, aquél
que honor hizo, al significado de
vuestro nombre: “el que habla muy
bien”.Pues, a convertiros llegasteis
en uno de los más famosos oradores
de vuestro tiempo, y, tanto, que, los
paganos que abundaban en vuestra
zona, convertidos fueron por vuestro
hablar dulce, conciso, sencillo y
práctico, pues, explicar sabíais
claramente de la fe y, la verdad y
por ello, la gente, os admiraba, por
vuestro mensaje breve y directo
que llegaba al corazón. Mucho,
la comunión frecuente recomendabais
a vuestros oyentes y exhortabais a
hacer de la Eucaristía Sagrada, su
alimento de todas las semanas. Hasta
hoy, vuestra esencia nos acompaña,
pues de vos, guardamos maravillosos
sermones, prueba de vuestro amor a
nuestra Santa Madre Iglesia Católica.
Y, vos, luego de haberos gastado por
el reino de los cielos, entregando
vuestra vida, partisteis a la morada
del Padre eterno, para justo premio
recibir: corona de luz y eternidad;
Oh, Pedro Crisólogo, “Santo predicador”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Julio
San Pedro Crisólogo
Doctor
Año 451
Crisólogo significa: el que habla muy bien. Este
santo ha sido uno de los oradores más famosos de la Iglesia Católica. Nació en
Imola (Italia) y fue formado por Cornelio obispo de esa ciudad, por el cual
conservó siempre una gran veneración. Este santo prelado lo convenció de que en
el dominio de las propias pasiones y en el rechazar los malos deseos reside la
verdadera grandeza, y que este es un medio seguro para conseguir las bendiciones
de Dios. Pedro gozó de la amistad del emperador Valentiniano y de la madre de
este, Plácida, y por recomendación de ellos los dos, fue nombrado Arzobispo de
Ravena (la ciudad donde vivía el emperador). También gozó de la amistad del Papa
San León Magno.
Cuando empezó a ser arzobispo de Ravena, había en
esta ciudad un gran número de paganos. Y trabajó con tanto entusiasmo por
convertirlos, que cuando él murió ya eran poquísimos los paganos o no creyentes
en esta capital. A la gente le agradaban mucho sus sermones (y por eso le
pusieron el sobrenombre de crisólogo, o sea: el que habla muy bien). Su
modo de hablar era conciso, sencillo y práctico. Sabía explicar muy claramente
las principales verdades de la fe. A ratos se entusiasmaba tanto mientras
predicaba, que la misma emoción le impedía seguir hablando, y el público se
contagiaba de su entusiasmo y empezaban muchos a llorar. En los dos meses más
calurosos del verano dejaba de predicar y explicaba así jocosamente a sus
oyentes el porqué de esta determinación: “en este tiempo de calores tan
bochornosos no les predico, porque ustedes se apretujan mucho para escucharme y
con estas temperaturas tan altas llegan los ahogos y trastornos, y después le
echan toda la culpa de ello a mis sermones”.
La gente se admiraba de que en predicaciones
bastante breves, era capaz de resumir las doctrinas más importantes de la fe. Se
conservan de él, 176 sermones, muy bien preparados y cuidadosamente redactados.
Por su gran sabiduría al predicar y escribir, fue nombrado Doctor de la Iglesia,
por el Papa Benedicto XIII.
Recomendaba mucho la comunión frecuente y
exhortaba a sus oyentes a convertir la Sagrada Eucaristía en su alimento de
todas las semanas. Murió el 30 de julio del año 451. Quiera nuestro buen Dios
concedernos que muchos predicadores y catequistas de nuestro tiempo merezcan
también el apelativo de Crisólogos: los que hablan muy bien.
(http://www.ewtn.com/spanish/Saints/Pedro_Crisólogo.htm)
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