Oh, San Bernardo; vos, sois el hijo
del Dios vivo y quizás,
por tanto
preguntarme deba y preguntaros a vos:
¿Qué carisma habría encerrado en
vos, Aquél que todo lo sabe y lo
ve? ¿Con que fuerza os sedujo, que
un poco más, hacéis de vuestra casa;
convento familiar? ¡Sólo Dios! y más
nadie, capaz es, de tamaño milagro.
Qué dulzor en vuestro hablar, que
atraían como abejas al panal celestial,
a los jóvenes de vuestro tiempo. No
en vano, os llamaban “El cazador de
almas y vocaciones, y doctor “boca
de miel”.Porque, también de vos, son
las palabras a la “Llena de Gracia”,
de la salve: “Oh clemente, oh piadosa,
oh siempre dulce Virgen María”.
-Vuestro reverendísimo amor celestial-.
“Batallador y valiente”, como honor,
hicisteis al significado de vuestro
nombre, así también, elevasteis vuestro
espíritu hasta la misma casa del Padre:
“Mi gran deseo -decíais vos- es ir a ver
a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor
hacia mis discípulos me mueve a querer
seguir ayudándolos. Que el Señor Dios
haga lo que a Él mejor le parezca”. Y,
a Él, le pareció que habíais trabajado
de sublime y estoica manera, que os
premió ciñéndoos corona justa de luz;
oh, San Bernardo; ”cazador de almas”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
_______________________________________
20 de Agosto
San Bernardo
Doctor de la Iglesia
Año 1153
San Bernardo: Gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.
“NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA” (San Bernardo).
Bernardo significa: “Batallador y valiente”. (Bern=batallador; Nard=valiente)
En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.
preguntarme deba y preguntaros a vos:
¿Qué carisma habría encerrado en
vos, Aquél que todo lo sabe y lo
ve? ¿Con que fuerza os sedujo, que
un poco más, hacéis de vuestra casa;
convento familiar? ¡Sólo Dios! y más
nadie, capaz es, de tamaño milagro.
Qué dulzor en vuestro hablar, que
atraían como abejas al panal celestial,
a los jóvenes de vuestro tiempo. No
en vano, os llamaban “El cazador de
almas y vocaciones, y doctor “boca
de miel”.Porque, también de vos, son
las palabras a la “Llena de Gracia”,
de la salve: “Oh clemente, oh piadosa,
oh siempre dulce Virgen María”.
-Vuestro reverendísimo amor celestial-.
“Batallador y valiente”, como honor,
hicisteis al significado de vuestro
nombre, así también, elevasteis vuestro
espíritu hasta la misma casa del Padre:
“Mi gran deseo -decíais vos- es ir a ver
a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor
hacia mis discípulos me mueve a querer
seguir ayudándolos. Que el Señor Dios
haga lo que a Él mejor le parezca”. Y,
a Él, le pareció que habíais trabajado
de sublime y estoica manera, que os
premió ciñéndoos corona justa de luz;
oh, San Bernardo; ”cazador de almas”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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20 de Agosto
San Bernardo
Doctor de la Iglesia
Año 1153
San Bernardo: Gran predicador, enamorado de Cristo y de la Madre Santísima: pídele al buen Dios que nos conceda a nosotros un amor a Dios y al prójimo, semejante al que te concedió a ti. Quiera Dios que así sea.
“NO ERES MÁS SANTO PORQUE NO ERES MÁS DEVOTO DE MARÍA” (San Bernardo).
Bernardo significa: “Batallador y valiente”. (Bern=batallador; Nard=valiente)
En orden cronológico, o sea en cuanto al tiempo, San Bernardo es el último de los llamados Padres de la Iglesia. Pero en importancia es uno de los que más han influido en el pensamiento católico en todo el mundo. Nace en Borgoña, Francia (cerca de Suiza) en el año 1090. Sus padres tuvieron siete hijos y a todos los formaron estrictamente haciéndoles aprender el latín, la literatura y, muy bien aprendida, la religión.
La familia que se fue con
Cristo
Esta familia ha sido un caso único en la
historia. Cuando Bernardo se fue de religioso, se llevó consigo a sus 4
hermanos varones, y un tío, dejando a su hermana a que cuidará al papá (la mamá
ya había muerto) y el hermanito menor para que administrara las posesiones que
tenían. Dicen que cuando llamaron al menor para anuanciarle que ellos
se iban de religiosos, el muchacho les respondió: “¡Ajá! ¿Conque ustedes
se van a ganarse el cielo, y a mí me dejan aquí unicamente en la tierra? Esto no
lo puedo aceptar”. Y un tiempo después, también él se fue de religioso. Y más
tarde llegaron además al convento el papá y el esposo de la hermana (y ella
también se fué de monja). Casos como este son más únicos que raros.
La personalidad de Bernardo
Pocos individuos han tenido una personalidad tan
impactante y atrayente, como San Bernardo. El poseía todas las ventajas
y cualidades que pueden hacer amable y simpático a un joven. Inteligencia viva y
brillante. Temperamento bondadoso y alegre, se ganaba la simpatía de cuantos
trataban con él. Esto y su físico lleno de vigor y lozanía era ocasión
de graves peligros para su castidad y santidad. Por eso durante algún
tiempo se enfrió en su fervor y empezó a inclinarse hacia lo mundano y lo
sensual. Pero todo esto lo llenaba de desilusiones. Las amistades mundanas por
más atractivas y brillantes que fueran lo dejaban vacío y lleno de hastío.
Después de cada fiesta se sentía más y más desilusionado del mundo y de sus
placeres.
A mal grave, remedio
terrible
Como sus pasiones sexuales lo atacaban
violentamente, una noche se revolcó entre el hielo hasta quedar casi congelado.
Y el tremendo remedio le trajo mucha paz.
Una visión cambia su rumbo
Una noche de Navidad, mientras celebraban
las ceremonias religiosas en el templo se quedó dormido y le pareció ver al Niño
Jesús en Belén en brazos de María, y que la Santa Madre le ofrecía al Niñito
Santo para que lo amara y lo hiciera amar mucho por los demás. Desde este día ya
no pensó sino en consagrarse a la religión y al apostolado.
Un hombre que arrastra con todo lo que
encuentra
Bernardo se fue al convento de monjes
benedictinos llamado Cister, y pidió ser admitido. El superior, San
Esteban, lo aceptó con gran alegría pues, en aquel convento, hacía 15 años que
no llegaban religiosos nuevos. Bernardo volvió a su familia a contar la noticia
y todos se opusieron. Los amigos le decían que esto era desperdiciar una gran
personalidad para irse a sepultarse vivo en un convento. La familia no
aceptaba de ninguna manera.
Pero aquí sí que apareció el poder tan
sorprendente que este hombre tenía para convencer a los demás e influir en ellos
y ganarse su voluntad. Empezó a hablar tan maravillosamente de las
ventajas y cualidades que tiene la vida religiosa, que logró llevarse al
convento a sus cuatro hermanos mayores, a su tío y casi a todos los jóvenes de
los alrededores, y junto con 31 compañeros llegó al convento de los
Cistercienses a pedir ser admitidos de religiosos. Pero antes en su
finca los había preparado a todos por varias semanas, entrenándolos acerca del
modo como debían comportarse para ser unos fervorosos religiosos. En el año
1112, a la edad de 22 años, se fue de religioso al convento.
El papá, el hermano Nirvardo, el cuñado y la
hermana, ya irán llegando uno por uno a pedir ser recibidos como religiosos.
Formidable poder de atracción. En toda la historia de la Iglesia es
difícil encontrar otro hombre que haya sido dotado por Dios de un poder de
atracción tan grande para llevar gentes a las comunidades religiosas, como el
que recibió Bernardo. Las muchachas tenían terror de que su
novio hablara con el santo, porque lo mas probable era que se iría de
religioso.
En las universidades, en los pueblos, en
los campos, los jóvenes al oírle hablar de las excelencias y ventajas de la vida
en un convento, se iban en numerosos grupos a que él los instruyera y los
formara como religiosos. Durante su vida fundó más de 300
conventos para hombres, e hizo llegar a gran santidad a muchos de sus
discípulos. Lo llamaban “el cazador de almas y
vocaciones”. Con su apostolado consiguió que 900 monjes hicieran
profesión religiosa.
Fundador de Claraval
En el convento del Císter demostró tales
cualidades de líder y de santo, que a los 25 años (con sólo tres de
religioso) fue enviado como superior a fundar un nuevo convento. Escogió un
sitio sumamente árido y lleno de bosques donde sus monjes tuvieran que derramar
el sudor de su frente para poder cosechar algo, y le puso el nombre de Claraval,
que significa valle muy claro, ya que allí el sol ilumina fuerte todo el
día.
Supo infundir del tal manera fervor y entusiasmo
a sus religiosos de Claraval, que habiendo comenzado con sólo 20
compañeros a los pocos años tenía 130 religiosos; de este convento de Claraval
salieron monjes a fundar otros 63 conventos.
La oratoria de santo
Después de San Juan Crisóstomo y de San
Agustín, es difícil encontrar otro orador católico que haya obtenido tantos
éxitos en su predicación como San Bernardo. Lo llamaban “El Doctor boca de miel”
(doctor melífluo) porque sus palabras en la predicación eran una verdadera
golosina llena de sabrosura, para los que la escuchaban.
Su inmenso amor a Dios y a la Virgen
Santísima y su deseo de salvar almas lo llevaban a estudiar por horas y horas
cada sermón que iba a pronunciar, y luego como sus palabras iban
precedidas de mucha oración y de grandes penitencias, el efecto era fulminante
en los oyentes. Escuchar a San Bernardo era ya sentir un impulso fortísimo a
volverse mejor.
Su amor a la Virgen
Santísima
Los que quieren progresar en su amor a la Madre
de Dios, necesariamente tienen que leer los escritos de San Bernardo, porque
entre todos los predicadores católicos quizás ninguno ha hablado con más cariño
y emoción acerca de la Virgen Santísima que este gran santo. Él fue
quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: “Oh clemente, oh piadosa,
oh dulce Virgen María”. Y repetía la bella oración que dice: “Acuérdate oh Madre
Santa, que jamás se oyó decir, que alguno a Ti haya acudido, sin tu auxilio
recibir”.
El pueblo vibraba de emoción cuando le oía clamar
desde el púlpito con su voz sonora e impresionante. “Si se levantan las
tempestades de tus pasiones, mira a la Estrella, invoca a María. Si la
sensualidad de tus sentidos quiere hundir la barca de tu espíritu, levanta los
ojos de la fe, mira a la Estrella, invoca a María. Si el recuerdo de tus muchos
pecados quiere lanzarte al abismo de la desesperación, lánzale una mirada a la
Estrella del cielo y rézale a la Madre de Dios. Siguiéndola, no te perderás en
el camino. Invocándola no te desesperarás. Y guiado por Ella llegarás
seguramente al Puerto Celestial”. Sus bellísimos sermones son leídos
hoy, después de varios siglos, con verdadera satisfacción y gran provecho.
Viajero incansable
El más profundo deseo de San Bernardo era
permanecer en su convento dedicado a la oración y a la meditación. Pero el Sumo
Pontífice, los obispos, los pueblos y los gobernantes le pedían continuamente
que fuera a ayudarles, y él estaba siempre pronto a prestar su ayuda donde
quiera que pudiera ser útil. Con una salud sumamente débil (porque los primeros
años de religioso, por imprudente, se dedicó a hacer demasiadas penitencias y se
le daño la digestión) recorrió toda Europa poniendo la paz donde había
guerras, deteniendo fuertemente las herejías, corrigiendo errores, animando
desanimados y hasta reuniendo ejércitos para defender la santa religión
católica. Era el árbitro aceptado por todos.
Exclamaba: A veces no me dejan tiempo durante el
día ni siquiera para dedicarme a meditar. Pero estas gentes están tan
necesitadas y sienten tanta paz cuando se les habla, que es necesario atenderlas
(ya en las noches pararía luego sus horas dedicado a la oración y a la
meditación).
De carbonero a Pontífice
Un hombre muy bien preparado le pidió que lo
recibiera en su monasterio de Claraval. Para probar su virtud lo dedicó las
primeras semanas a transportar carbón, y el otro lo hizo de muy buena voluntad.
Después llegó a ser un excelente monje, y más tarde fue nombrado Sumo Pontífice:
Eugenio III. El santo le escribió un famoso libro llamado “De
consideratione”, en el cual propone una serie de consejos importantísimos para
que los que están en puestos elevados no vayan a cometer el gravísimo error de
dedicarse solamente a actividades exteriores descuidando la oración y la
meditación. Y llegó a decirle: “Malditas serán dichas ocupaciones, si no dejan
dedicar el debido tiempo a la oración y a la meditación”.
Despedida gozosa
Después de haber llegado a ser el hombre más
famoso de Europa en su tiempo y de haber conseguido varios milagros (jor lcomo
por ej. Hacer hablar a un mudo, el cual confesó muchos pecados que tenía sin
perdonar) y después de haber llenado varios países de monasterios con religiosos
fervorosos, ante la petición de sus discípulos para que pidiera a Dios la gracia
de seguir viviendo otros años más, exclamaba: “Mi gran deseo es ir a ver
a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer
seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le
parezca”. Y a Dios le pareció que ya había sufrido y trabajado bastante
y que se merecía el descanso eterno y el premio preparado para los discípulos
fieles, y se lo llevó a su eternidad feliz el 20 de agosto del año 1153.
Solamente tenía 63 años pero había trabajado como si tuviera más de cien. El
sumo pontífice lo declaró Doctor de la Iglesia.
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