Oh; Santa Clara de Asís, vos, sois
la hija del Dios de la vida, y su santa
amada, que, bendecida y alabada y,
de la franciscana mies, por Francisco
surgida, quiso Dios Altísimo, para
gloria suya, escogeros y llevaros hacia
Él, por los caminos de su Amado Hijo,
que, con su humildad, pobreza y su
Cruz Eucaristía; fueron para vos, viva
luz, en aquellos días, en que, a Cristo
seguisteis, y tras las huellas de vuestro
mentor, fuisteis, toda llena de pobreza,
humildad y caridad, a cabo llevando
vuestra ascensión plena al monte
de la inmortalidad. En San Damián,
hasta hoy, vuestras últimas palabras
resuenan: “Vete en paz ya que has
seguido el buen camino; vete confiada,
ya que tu creador te ha santificado,
custodiado incesantemente y amado
con la ternura de una madre con su hijo”.
“Oh Dios, bendito seas por haberme
creado”. Y, hoy,-como bien lo sabéis-,
gozáis las de alegrías del cielo, pequeña
sierva de vuestro padre San Francisco;
oh Santa Clara de Asís, “vida y luz plena”.
© 2012 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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11 de Julio
Santa Clara de Asís
Estas palabras resumen la vida y espíritu de Clara:
“Yo, Clara, sierva de Cristo, pequeña
planta de nuestro Padre Francisco”.
“Seguir a Cristo tras las huellas de San
Francisco en pobreza, humildad y caridad. Nadie ha realizado jamás con mayor
plenitud el ideal concebido por un hombre como esta mujer”
(Joergensen).
SU VIDA
SU VIDA
Nació en Asís en 1194, poco se conoce de su
infancia y adolescencia. A los 18 años se consagró a Cristo haciéndose
cortar los cabellos y vistiendo el sayo oscuro de la orden de San Francisco que
se había convertido para ella desde 1208 en el “loco, cuyas palabras le parecían
inflamadas y sus obras sobrehumanas”. Después de lo cual inició
una vida de pobreza radical, renunciando a todo lo que tenia y prometiendo vivir
sin poseer nada. Comenzaba así la Segunda Orden Franciscana: Las Damas
Pobres o Clarisas. Esto sucedía en Santa María de los Angeles (Porciúncula), la
iglesia restaurada por San Francisco. En 1228 obtenía del Papa el “privilegioum
paupertatis” de vivir totalmente de limosnas.
El ideal de San Francisco lo realizaba Clara y un
grupo de mujeres de Asís y de toda Italia. Cuarenta y tres años vivió
Clara este ideal sin salir del convento. En vida pudo ver como su orden se
extendía por España (43 conventos en el siglo XIII, Bohemia, Francia,
Inglaterra). Dos veces logró hacer huir a los sarracenos, alistados en el
ejército de Federico II, con solo mostrarles desde la ventana del dormitorio la
custodia con el Santísimo Sacramento (1240), o exhortando a las
hermanas a la oración, estando totalmente inmovilizada a causa de sus continuos
dolores.
Murió en San Damián, a las afueras de Asís, el 11
de Agosto de 1253. Fue canonizada solo dos años después por Alejandro IV. Dejó
cuatro cartas, la Regla y el testamento. “Vete en paz ya que has seguido
el buen camino; vete confiada, ya que tu creador te ha santificado, custodiado
incesantemente y amado con la ternura de una madre con su hijo”. “Oh Dios,
bendito seas por haberme creado”. Estas fueron las últimas palabras de
una gran mística llena de alegría y de amor a Dios y a los hombres. Fiesta, 11
de Agosto.
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