Oh, San Pío de Pietrelcina, vos, sois
el hijo del Dios de la
vida y su amado
Santo, y, que, a lo largo de vuestra
vida, os abrazasteis a la cruz de Cristo,
para vivir en oración y sufrimiento
constantes, a la dirección espiritual
y la reconciliación de los penitentes
dedicado, sin olvidar a los pobres y
necesitados. “Siempre humíllense
amorosamente ante Dios y ante los
hombres. Porque Dios le habla a aquellos
que son Verdaderamente humildes
de corazón, y los enriquece con grandes
dones”, decíais vos, muy a menudo. Y,
es verdad. Vos, teníais el vivo carisma
de la bilocación, y por ello, estabais en
dos lugares al mismo tiempo, curando
almas y cuerpos en diversos lugares del
mundo, en épocas distintas. Las almas
de los hombres veíais, porque, confesaros
con vos, desnudarse ante Dios era, pues
vos, decíais los pecados y los relatabais
con dureza y enojo, y más, cuando el ofendido,
Dios era. Poseíais, el don de sanación,
con el cual, curasteis a hermanos nuestros,
de los males del alma y del cuerpo. Con
vuestro don de la profecía, anticipabais
hechos, que más tarde se cumplieron.
Vuestra vida, rodeada estuvo de Jesús
y María, Santos y Ángeles, y de las almas
del Purgatorio, de la oración vuestra necesitadas.
Y así, viéndoos, Dios, os regaló vuestros
estigmas y, cinco fueron vuestras llagas,
que os duraron, vuestra vida toda y, vuestro
cuerpo, aroma a rosas expelía. El demonio,
nunca os dejó en paz, sus ataques sufriendo.
Y, más, cuando, más conversos lograbais
y más, la fe, crecía a vuestro alrededor.
Hoy, corona de luz eterna, lucís, como
premio justo, a vuestro amor a Cristo Jesús;
Oh, San Pio de Pietrelcina, “vivo Cristo”.
© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 Septiembre
San Pío de Pietrelcina (Francisco Forgione)
Presbítero Capuchino Septiembre 23
Un hombre de oración y sufrimiento
Santo, y, que, a lo largo de vuestra
vida, os abrazasteis a la cruz de Cristo,
para vivir en oración y sufrimiento
constantes, a la dirección espiritual
y la reconciliación de los penitentes
dedicado, sin olvidar a los pobres y
necesitados. “Siempre humíllense
amorosamente ante Dios y ante los
hombres. Porque Dios le habla a aquellos
que son Verdaderamente humildes
de corazón, y los enriquece con grandes
dones”, decíais vos, muy a menudo. Y,
es verdad. Vos, teníais el vivo carisma
de la bilocación, y por ello, estabais en
dos lugares al mismo tiempo, curando
almas y cuerpos en diversos lugares del
mundo, en épocas distintas. Las almas
de los hombres veíais, porque, confesaros
con vos, desnudarse ante Dios era, pues
vos, decíais los pecados y los relatabais
con dureza y enojo, y más, cuando el ofendido,
Dios era. Poseíais, el don de sanación,
con el cual, curasteis a hermanos nuestros,
de los males del alma y del cuerpo. Con
vuestro don de la profecía, anticipabais
hechos, que más tarde se cumplieron.
Vuestra vida, rodeada estuvo de Jesús
y María, Santos y Ángeles, y de las almas
del Purgatorio, de la oración vuestra necesitadas.
Y así, viéndoos, Dios, os regaló vuestros
estigmas y, cinco fueron vuestras llagas,
que os duraron, vuestra vida toda y, vuestro
cuerpo, aroma a rosas expelía. El demonio,
nunca os dejó en paz, sus ataques sufriendo.
Y, más, cuando, más conversos lograbais
y más, la fe, crecía a vuestro alrededor.
Hoy, corona de luz eterna, lucís, como
premio justo, a vuestro amor a Cristo Jesús;
Oh, San Pio de Pietrelcina, “vivo Cristo”.
© 2012 Luis Ernesto Chacón Delgado
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23 Septiembre
San Pío de Pietrelcina (Francisco Forgione)
Presbítero Capuchino Septiembre 23
Un hombre de oración y sufrimiento
Martirologio Romano: San Pío
de Pietrelcina (Francisco) Forgione, presbítero de la Orden de Hermanos Menores
Capuchinos, que en el convento de San Giovanni Rotondo, en Apulia, se dedicó a
la dirección espiritual de los fieles y a la reconciliación de los penitentes,
mostrando una atención particular hacia los pobres y necesitados, terminando en
este día su peregrinación terrena y configurándose con Cristo crucificado
(1968).
“Siempre humíllense amorosamente ante Dios y
ante los hombres. Porque Dios le habla a aquellos que son verdaderamente
humildes de corazón, y los enriquece con grandes dones.” (San Giovanni
Rotondo, Italia).
En un convento de la Hermandad de los Capuchinos,
en la ladera del monte Gargano, vivió por muchísimos años el que probablemente
fuera el Sacerdote Místico más destacado del siglo XX, a punto actualmente de
ser declarado Santo por el Vaticano. El Padre Pío, nacido en Pietrelcina en
1887, fue un hombre rico en manifestaciones de su santidad. Enorme cantidad de
milagros rodearon su vida, testimoniados por miles de personas que durante
décadas concurrieron allí a confesarse. Sus Misas, a decir de los concurrentes,
recordaban en forma vívida el Sacrificio y Muerte del Señor a través de la
entrega con que el Padre Pío celebraba cada Eucaristía.
Es notable su carisma de bilocación: la
capacidad de estar presente en dos lugares al mismo tiempo, a miles de
kilómetros de distancia muchas veces. El Padre Pío raramente abandonó San
Giovanni Rotondo; sin embargo se lo ha visto y testimoniado curando almas y
cuerpos en diversos lugares del mundo en distintas épocas. También tenía el don
de ver las almas: confesarse con el Padre Pío era desnudarse ante Dios, ya que
él decía los pecados y relataba las conciencias a sus sorprendidos feligreses (a
veces con gran dureza y enojo, ya que tenía un fuerte carácter, especialmente
cuando se ofendía seriamente a Dios). Tenía también el don de la sanación (a
través de sus manos Jesús curó a muchísima gente, tanto física como
espiritualmente) y el don de la profecía (anticipó hechos que luego se
cumplieron al pie de la letra).
Vivió rodeado de la Presencia de Jesús y
María, pero también de Santos y Angeles, y de almas que buscaban su oración,
para subir desde el Purgatorio al Cielo. Pero su gracia más grande radicó, sin
duda alguna, en sus estigmas: en 1918 recibe las cinco Llagas de Cristo en sus
manos, en sus pies y en su costado izquierdo. Estas llagas sangraron toda su
vida, aproximadamente una taza de té por día, hasta su muerte ocurrida en 1968.
Múltiples estudios médicos y científicos se realizaron sobre sus Estigmas, no
encontrándose nunca explicación alguna a su presencia u origen.
Su sangre y cuerpo emanaban un aroma
celestial, a flores diversas, que acariciaba no solo a los asistentes a sus
Misas, sino también a quienes se encontraban con él en otras ciudades del mundo,
a través de sus dones de bilocación. Vivió sufriendo ataques del demonio, tanto
físicos como espirituales, que se multiplicaron a medida que las conversiones y
la fe crecían a su alrededor.
En diciembre de 2001 el Vaticano emite el
decreto que aprueba los milagros necesarios para canonizar a nuestro héroe, San
Pío de Pietrelcina y fué canonizado el 16 de julio de 2002.
Vivimos en un mundo que niega lo sobrenatural, se
aferra a lo material y a todo lo que pueda ser explicado a través de la razón, o
percibido por los sentidos. Sin embargo, Dios prescinde de nuestra razón y de
nuestros sentidos, a la hora de someternos a las pruebas de nuestra fe. De
cuando en cuando nos prodiga con regalos del mundo sobrenatural, a través del
testimonio y el acceso a la divinidad de los seres Celestiales. El Padre Pío es
una puerta abierta a Cristo, a María, a los ángeles y los santos. Es también un
testimonio de la pequeñez del ser humano y una invitación a creer y dejar de
buscar explicación a los hechos de la Divina Providencia (la voluntad de Dios),
sino simplemente a unir nuestra voluntad a la de Dios, y ser lisa y llanamente
su instrumento, como el Padre Pío lo fue.
La vida entera del Padre Pío no puede ser
explicada a través de la razón o la lógica humana. La fe y fuerza del Santo del
Gargano dan por tierra con todas las escuelas filosóficas terrenales, dejando
una sola salida a todo intento de crecimiento del hombre: el encuentro con el
Dios eterno, el que nos mira desde lo alto y nos pide, por medio de Su infinita
Misericordia, que nos entreguemos simplemente a Su Voluntad. La negación de
nuestro yo (la muerte de nuestro ego), se constituye en la principal meta de
nuestra evolución, porque SÓLO DIOS ES !
Debemos negarnos a nosotros mismos y
vivir para y por Él. El Padre Pío vivió en la más absoluta humildad y negación
de sí mismo, y miren los prodigios que Jesús hizo a través suyo !
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