08 julio, 2013

Santos Aquiles y Priscila (Prisca)

 

Oh, Santos Aquiles y Priscila, vosotros sois
los hijos del Dios de la vida y sus amados
Santos, que siendo esposos, entregasteis
vuestra vida, en honor de Aquél que todo
lo ve y juzga. Vosotros tuvisteis la alegría
de ser discípulos de San Pablo, y con él,
viajasteis doquiera os llevaba el Espíritu
Santo. Claudio, el emperador, prohibió
que los judíos habitasen en Roma, y,
como vosotros lo erais, abandonasteis
Italia, y os dirigisteis a Corinto. Pablo, os
visitó y os acompañó durante su estancia
en Corinto. Vosotros, instruisteis a Apolo,
judío de Alejandría y conocedor de las
Escrituras, quien, oyó del Señor, a unos
discípulos del Bautista. San Pablo dice de
vosotros así, en su carta a los romanos:
“Saluda a Priscila y Aquiles y a la iglesia
de su casa.” “Mis colaboradores en Jesucristo,
que expusieron la vida por salvarme. Gracias
les sean dadas, no sólo de mi parte, sino
de parte de todas las iglesias de los gentiles".
Vosotros, de fe, llenos vuestras vidas entregasteis,
martirizados en Roma, y Dios, testigo de
vuestra entrega, os premio con coronas de  luz;
oh, santos Aquiles y Priscila, “amor, fe y luz”.

© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado

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8 de Julio
Santos Aquiles y Priscila (Prisca)
Esposos Mártires


Lo poco que sabemos sobre Aquiles y Priscila procede de la Sagrada Escritura. Ambos eran discípulos de San Pablo. Como su maestro, viajaron mucho y cambiaron con frecuencia de lugar de residencia.
 
La primera vez que nos hablan de ellos los Hechos de los Apóstoles (18:1-3), acababan de partir de Italia, pues el emperador Claudio había publicado un decreto por el que prohibía a los judíos habitar en Roma.
 
Aquiles era un judío originario del Ponto. Al salir de Italia, se estableció en Corinto con su esposa, Priscila. San Pablo fue a visitarlos al llegar de Atenas. Al ver que Aquiles era, como él, fabricante de tiendas (pues todos los rabinos judíos tenían un oficio), decidió vivir con ellos durante su estancia en Corinto.
 
No sabemos si San Pablo los convirtió entonces a la fe o si ya eran cristianos desde antes. Aquiles y Priscila acompañaron a San Pablo a Efeso; ahí se quedaron, en tanto que el Apóstol proseguía su viaje. Durante la ausencia del Apóstol, instruyeron a Apolo, un judío de Alejandría “muy versado en las Escrituras”, que había oído hablar del Señor a unos discípulos del Bautista.
 
Durante su tercer viaje a Efeso, San Pablo se alojó en casa de Aquiles y Priscila, donde estableció una iglesia. El Apóstol escribe: “Saluda a Priscila y Aquiles y a la iglesia de su casa.” Y añade unas palabras de gratitud por todo lo que habían hecho: “Mis colaboradores en Jesucristo, que expusieron la vida por salvarme. Gracias les sean dadas, no sólo de mi parte, sino de parte de todas las iglesias de los gentiles.”
 
Estas palabras se hallan en la epístola de San Pablo a los romanos, lo cual prueba que Aquiles y Priscila habían vuelto a Roma y tenían también ahí una iglesia en su casa. Pero pronto volvieron a Efeso, pues San Pablo les envía saludos en su carta a Timoteo.
 
El Martirologio Romano afirma que murieron en Asia Menor, pero, según la tradición, fueron martirizados en Roma. Una leyenda muy posterior relaciona a Santa Priscila con el “Titulos Priscae”, es decir, con la iglesia de Santa Prisca en el Aventino.
 

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