Oh, Santa María, Vos, sois la hija
del Dios de la vida y
predilecta
Madre de Jesús, Dios y Señor Nuestro,
desde antes de que el
mundo creado
fuera, porque, elegida fuisteis
en el inescrutable y amoroso
corazón
de Dios Padre, porque, quiso él,
que así fuera, y así fue, para
gloria
del universo todo. Así, Vos, os
convertisteis en la depositaria
amorosa
de la Divinidad de Cristo, por Dios
dada, y, a quien, en vuestro
seno,
cubristeis con vuestra humanidad.
Y, desde siempre sois la
“Kejaritomene”,
la “llena de gracia”, la “Reina
del cielo” y la “bendita
entre todas
las mujeres”. Salve, ¡oh!, vuestra
Natividad, María, Hija
amorosa de Santa
Ana y de San Joaquín, en la gloria con vos;
Oh, María
Santa; Vírgen y Reina del cielo.
© 2013 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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8 de Septiemmbre
Natividad de la Santísima Virgen María
Esta fiesta mariana tiene su origen en la dedicación de una iglesia en
Jerusalén, pues la piedad cristiana siempre ha venerado a las personas y
acontecimientos que han preparado el nacimiento de Jesús. María ocupa un lugar
privilegiado, y su nacimiento es motivo de gozo profundo. En esta basílica, que
había de convertirse en la iglesia de Santa Ana (siglo XII), san Juan Damasceno
saludó a la Virgen niña: “Dios te salve, Probática, santuario divino de la Madre
de Dios … ¡Dios te salve, María, dulcísima hija de Ana!”. Aunque el Nuevo
Testamento no reporta datos directos sobre la vida de la Virgen María, una
tradición oriental veneró su nacimiento desde mediados del siglo V, ubicándolo
en el sitio de la actual Basílica de “Santa Ana”, en Jerusalén. La fiesta pasó a
Roma en el siglo VII y fue apoyada por el Papa Sergio I. Su fecha de celebración
no tiene un origen claro, pero motivó que la fiesta de “La Inmaculada
Concepción” se celebrara el 8 de diciembre (9 meses antes). El Papa Pío X quitó
esta celebración del grupo de las fiestas de precepto.
Himno
I
Hoy nace una clara estrella,
tan divina y celestial,
que, con ser
estrella, es tal,
que el mismo sol nace de ella.
De Ana y de Joaquín, oriente
de aquella estrella divina,
sale luz clara
y digna
de ser pura eternamente;
el alba más clara y bella
no le puede
ser igual,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol nace de
ella.
No le iguala lumbre alguna
de cuantas bordan el cielo,
porque es el
humilde suelo
de sus pies la blanca luna:
nace en el suelo tan bella
y
con luz tan celestial,
que, con ser estrella, es tal,
que el mismo Sol
nace de ella.
Gloria al Padre, y gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los
siglos de los siglos. Amén.
O bien
II
Canten hoy, pues nacéis vos,
los ángeles, gran Señora,
y ensáyense,
desde ahora,
para cuando nazca Dios.
Canten hoy pues a ver vienen
nacida su Reina bella,
que el fruto que
esperan de ella
es por quien la gracia tienen.
Dignan, Señora de vos,
que habéis de ser su Señora,
y ensáyense, desde
ahora,
para cuando nazca Dios.
Pues de aquí a catorce años,
que en buena hora cumpláis,
verán el bien
que nos dais,
remedio de tantos daños.
Canten y digan, por vos,
que desde hoy tienen Señora,
y ensáyense desde
ahora,
para cuando venga Dios.
Y nosotros que esperamos
que llegue pronto Belén,
preparemos
también
el corazón y las manos.
Vete sembrando, Señora,
de paz nuestro corazón,
y ensayemos, desde
ahora,
para cuando nazca Dios. Amén.
Oración
Concede, Señor, a tus hijos el don de tu gracia, para que, cuantos hemos
recibido las primicias de la salvación por la maternidad de la Virgen María,
consigamos aumento de paz en la fiesta de su Nacimiento. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Amén.
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