Oh, San Gregorio Magno, vos, sois el hijo
del Dios, de la vida, y su
amado santo, que,
dejasteis por obediencia el monasterio
pues Él, os
reservó en sus planes para más
adelante. Hicisteis frente al terrible
Atila,
y, sólo de veros, el feroz rey, huyó de vuestra
presencia. Vuestro
corazón, aspiró siempre
a cosas altas. Y, así, cambiar
decidisteis
vuestras ropas, por las de los hábitos, que
San Benito había
adoptado para sus monjes.
Vuestro palacio, transformado, en
monasterio
quedó, y os abrazasteis a la Cruz de Cristo,
viviendo feliz, en
la paz del claustro ,que
tanto habíais anhelado. Luchasteis contra
los
lombardos destructores y la desolación
de Roma, vivisteis. Vuestros afanes y
celo,
fueron el perfeccionamiento de la liturgia
y del “canto gregoriano”.
Vuestra voz, y pluma
inseparables fueron, con el sermón y la
escritura.
Conquistasteis Inglaterra, y la ganasteis,
para Nuestra
Iglesia. Vuestra grandeza, el ser
y llamaros “Siervo de los siervos de Dios”.
No
solo os preocupasteis de la iglesia de Roma,
sino que, de España,
Galia, Inglaterra, Armenia,
el Oriente y toda Italia, testigos son, de
vuestra
caridad y sabiduría. Al pontificado le disteis
prestigio y vuestra
voz, buscada era y escuchada
en la cristiandad de vuestro tiempo. Vuestra
obra,
fue curar, socorrer, ayudar, enseñar y cicatrizar
las heridas de
aquella sociedad. Vos, que, habíais
gastado vuestra vida, a imitación de
Cristo, justo
premio recibisteis, porque Dios Padre, os coronó
con corona
de luz, como pago a vuestra entrega
de amor y de luz, “Siervo de los siervos
de Dios”;
Oh, San Gregorio Magno, “fe y padre de la luz”.
© 2013 Luis Ernesto Chacón Delgado
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3 de Setiembre
San Gregorio Magno
Papa y doctor de la
Iglesia
Martirologio Romano: Memoria de san Gregorio I Magno, papa y
doctor de la Iglesia, que siendo monje ejerció ya de legado pontificio en
Constantinopla y después, en tal día, fue elegido Romano Pontífice. Arregló
problemas temporales y, como siervo de los siervos, atendió a los cuidados
espirituales, mostrándose como verdadero pastor en el gobierno de la Iglesia,
ayudando sobre manera a los necesitados, fomentando la vida monástica y
propagando y reafirmando la fe por doquier, para lo cual escribió muchas y
célebres obras sobre temas morales y pastorales. Murió el doce de marzo
(604).
Etimológicamente: Gregorio = Vigilante o aquel que está siempre preparado, es
de origen griego.
Fecha de canonización: Información no disponible, la antigüedad de los
documentos y de las técnicas usadas para archivarlos, la acción del clima, y en
muchas ocasiones del mismo ser humano, han impedido que tengamos esta concreta
información el día de hoy. Si sabemos que fue canonizado antes de la creación de
la Congregación para la causa de los Santos, y que su culto fue aprobado por el
Obispo de Roma, el Papa.
GREGORIO MAGNO, DE LA FAMILIA DE LOS ANICIOS
Familia profundamente cristiana de la que ha llegdo a los altares; sus padres
y sus dos tías, Társila y Emiliana. En este ambiente de religiosidad se
desarrolló su espíritu mientras Roma llegaba a lo más bajo de la curva de su
caída. Cuando el poder imperial fue restablecido en Roma, en manos ya de
Constantinopla, Gregorio comienza su formación cultural. No sobresale en la
literatura, pero sí en los estudios jurídicos, donde encuentra una magnífica
preparación para sus futuras actividades. Terminada su carrera de Derecho,
acepta del emperador Justino II el cargo de prefecto de Roma, con todas las
funciones administrativas y judiciales.
GREGORIO MONJE
Per su corazón aspiraba a cosas más altas, y tras una desgarradora lucha
interior, que manifiesta en una carta a su amigo San Leandro de Sevilla, Roma ve
un día cómo su prefecto cambia sus ricas vestiduras por los austeros hábitos de
los campesinos que San Benito había adoptado para sus monjes. Su mismo palacio
del monte Celio fue transformado en monasterio. Gregorio es feliz en la paz del
claustro, aunque pronto será arrancado de ella por el mismo Sumo Pontífice, que
le envía como Nuncio a Constantinopla. De aquí en adelante añorará siempre
aquellos cuatro años de vida monacal.
EL MONJE GREGORIO, PAPA
En 586, llega a Roma cuando las aguas del Tíber se desbordan y siembran la
desolación. Personas ahogadas, palacios destruidos, hambre y la peste. Una de
las víctimas de la peste es el Papa Pelagio II. Y Gregorio es elegido Papa para
suderer a Pelagio, quedando apartado de la soledad que buscaba en el monasterio.
Ya no vivirá más la paz de la vida monacal, pero la espiritualidad de aquellos
hombres entregados a la oración le marcará para siempre. En su fecundo
Pontificado, destaca su celo por la liturgia, la organización definitiva del
canto litúrgico, que se conoce aún con el nombre de “canto gregoriano”. Era el
“Psalite sapienter” del salmo y de San Benito, cuyo estilo y estética
litúrgicos, ha heredado también Benedicto XVI, a más del nombre del Fundador de
los Monjes de Occidente y Patrono de Europa: San Benito.
Gregorio es el pastor auténtico, que quiere lo mejor para sus ovejas que
viven en la unidad del mismo Amor. No ahorrará para ello trabajos ni
sacrificios. Su voz se levanta potente y su pluma escribe sin descanso; el que
no había sobresalido en sus estudios literarios nos ha legado un tesoro
inagotable en sus escritos, de estilo sencillo y cordial. Y no se contenta con
las ovejas que ya están en el verdadero redil; su corazón se lanza a la
conquista de Inglaterra, ganándola para el catolicismo. Para todos es el padre
amante, cuyas preocupaciones son las de sus hijos. Su honor es el de la Iglesia
universal y su grandeza el ser y llamarse “Siervo de los siervos de Dios”,
título que pasarán a utilizar desde entonces todos los Papas.
VIRTUDES DEL PASTOR
“Importa que el pastor sea puro en sus pensamientos, intachable en sus obras,
discreto en el silencio, provechoso en las palabras, compasivo con todos, más
que todos levantado en la contemplación, compañero de los buenos por la humildad
y firme en velar por la justicia contra los vicios de los delincuentes. Que la
ocupación de las cosas exteriores no le disminuya el cuidado de las interiores y
el cuidado de las interiores no le impida el proveer a las exteriores”, escribe
San Gregorio Magno en su “Regla Pastoral”, y éste fue el programa de su
actuación. Genio práctico en la acción, fue ante todo el buen pastor cuya
solicitud se extiende a toda su grey. No es tan sólo Roma la que merece sus
cuidados, sino todas las Iglesias España, Galia, Inglaterra, Armenia, el
Oriente, toda Italia, especialmente las diez provincias dependientes de la
metrópoli romana. Fue incansable restaurador de la disciplina católica. En su
tiempo se convirtió Inglaterra y los visigodos abjuraron el arrianismo.
EL CULTO Y LA CARIDAD
Renovó el culto y la liturgia y reorganizó la caridad en la Iglesia. Sus
obras teológicas y la autoridad de las mismas fueron indiscutidas hasta la
llegada del protestantismo. Dio al pontificado un gran prestigio. Su voz era
buscada y escuchada en toda la cristiandad. Su obra fue curar, socorrer, ayudar,
enseñar, cicatrizar las llagas sangrantes de una sociedad en ruinas. No tuvo que
luchar con desviaciones dogmáticas, sino con la desesperación de los pueblos
vencidos y la soberbia de los vencedores.
La obra realizada por San Gregorio Magno fue inmensa; aune con su gran
humildad, había procurado por todos los medios no aceptar el mando supremo de la
Iglesia. Pero una vez elegido Papa por el clero, el senado y el pueblo fiel, y
bien vista su elección por el emperador, se entregó a aquella tarea para la que
toda su vida anterior había sido una providencial preparación.
JUAN PABLO I SE PROPUSO IMITARLE
Al tomar posesión de la Catedral de San Juan de Letrán, pronunció estas
palabras Juan Pablo I: “En Roma, estudiaré en la escuela de San Gregorio Magno,
que dice: «Esté cercano el pastor a cada uno de sus súbditos con la compasión. Y
olvidando su grado, considérese igual a los súbditos buenos, pero no tenga temor
en ejercer, contra los malos, el derecho de su autoridad. Recuerde que mientras
todos los súbditos dan gracias a Dios por cuanto el pastor ha hecho de bueno, no
se atreven a censurar lo que ha hecho mal; cuando reprime los vicios, no deje de
reconocerse, humildemente, igual que los hermanos a quienes ha corregido y
siéntase ante Dios tanto más deudor cuanto más impunes resulten sus acciones
ante los hombres ". (Reg. past. parte II, 5 y 6). Murió el 12 de marzo de
604.
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