Oh, Santa Escolástica, vos, sois la hija
del Dios de la vida, y su amada santa, y,
además, gemela hermana de San Benito,
que os abrazasteis también a la cruz de Cristo,
superiora siendo de un convento de monjas,
mientras que vuestro hermano otro dirigía
para hombres en el Mismo lugar: El Monte
Casino. Con vuestra entrega de amor y fe,
supisteis, el labraros la gloria del cielo,
por el angosto camino transitando, que os
condujo al gozo sin duda alguna de la vida
eterna. Vos, una noche cualquiera, a Benito
le pedisteis, que se quedara, para “cosas
del cielo” conversar; y, él, os respondió:
¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición?
¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohíben
pasar la noche fuera del convento? Y, ella
a Dios orando, os contestó: “¿Ves hermano?
Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le
rogué a Dios, y El, sí atendió mi petición”.
Pronto, el cielo abajo se vino abajo en agua.
Y, hablando se quedaron sobre las delicias
del cielo, mientras corría la feroz tormenta.
Voló vuestra alma al cielo, hecha paloma
y mientras vuestro hermano, presenciaba aquél
vuelo, mandó enterraros en el Monte santo,
y a los pocos días, también él partió para
haceros compañía, en la casa del Padre. Hoy,
ambos, “vivís” coronados de luz y de eternidad;
oh, Santa Escolástica, “amor, fe y esperanza”.
del Dios de la vida, y su amada santa, y,
además, gemela hermana de San Benito,
que os abrazasteis también a la cruz de Cristo,
superiora siendo de un convento de monjas,
mientras que vuestro hermano otro dirigía
para hombres en el Mismo lugar: El Monte
Casino. Con vuestra entrega de amor y fe,
supisteis, el labraros la gloria del cielo,
por el angosto camino transitando, que os
condujo al gozo sin duda alguna de la vida
eterna. Vos, una noche cualquiera, a Benito
le pedisteis, que se quedara, para “cosas
del cielo” conversar; y, él, os respondió:
¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición?
¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohíben
pasar la noche fuera del convento? Y, ella
a Dios orando, os contestó: “¿Ves hermano?
Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le
rogué a Dios, y El, sí atendió mi petición”.
Pronto, el cielo abajo se vino abajo en agua.
Y, hablando se quedaron sobre las delicias
del cielo, mientras corría la feroz tormenta.
Voló vuestra alma al cielo, hecha paloma
y mientras vuestro hermano, presenciaba aquél
vuelo, mandó enterraros en el Monte santo,
y a los pocos días, también él partió para
haceros compañía, en la casa del Padre. Hoy,
ambos, “vivís” coronados de luz y de eternidad;
oh, Santa Escolástica, “amor, fe y esperanza”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Febrero
Santa Escolástica
Religiosa
Santa Escolástica
Religiosa
Año 543
Era hermana gemela de San Benito, el santo que fundó la primera comunidad religiosa de occidente. Nació el año 480, en Nursia, Italia. Desde muy joven se dedicó también ella a la vida religiosa y fue superiora de un convento de monjas. Su hermano dirigía un gran convento para hombres en el Monte Casino, y Escolástica fundó un convento para mujeres a los pies de ese mismo monte.
Aunque eran hermanos y se amaban mucho, sin embargo San Benito no iba a visitar a Escolástica sino una vez cada año, pues él era muy mortificado en hacer visitas. El día de la visita lo pasaban los dos hablando de temas espirituales.
Pocos días antes de la muerte de la santa fue su hermano a visitarla y después de haber pasado el día entero en charlas religiosas, el santo se despidió y se dispuso a volver al monasterio. Era el primer jueves de Cuaresma del año 547.
Escolástica le pidió a San Benito que se quedara aquella noche charlando con ella acerca del cielo y de Dios. Pero el santo le respondió: ¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros reglamentos nos prohiben pasar la noche fuera del convento? Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada, orando a Dios. Y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y un aguacero tan violento, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no pudieron ni siquiera intentar volver aquella noche a su convento. Y la santa le dijo emocionada: “¿Ves hermano? Te rogué a ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y El sí atendió mi petición”. Y pasaron toda aquella noche rezando y hablando de Dios y de la Vida Eterna.
Benito volvió a su convento de Monte Casino y a los tres días, al asomarse a la ventana de su celda vio una blanquísima paloma que volaba hacia el cielo. Entonces por inspiración divina supo que era el alma de su hermana que viajaba hacia la eternidad feliz. Envió a unos de sus monjes a que trajeran su cadáver, y lo hizo enterrar en la tumba que se había preparado para él mismo. Pocos días después murió también el santo. Así estos dos hermanos que vivieron toda la vida tan unidos espiritualmente, quedaron juntos en la tumba, mientras sus almas cantan eternamente las alabanzas a Dios en el cielo.
El trabajo ofrecido por Dios es una gran oración (San Benito).
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