02 junio, 2014

Santos Marcelino y Pedro, Mártires

 
 
 
Oh, Santos Marcelino y Pedro, vosotros
sois los hijos del Dios de la vida y sus
amados santos. Vos, Marcelino, sacerdote
del Dios Altísimo. Y, vos, Pedro, cristiano
ferviente y, con dones especiales dotado:
el de demonios expulsar. Cada quien, con
vuestra tarea cumplisteis, desde el púlpito
y en contra del demonio, y por ello, la cárcel
fue vuestro destino. Pero allí, con más
fervor y más fuerza aún, y más entusiasmo,
hablaron de Jesús, tanto que, carcelero,
mujer e hijos y prisioneros convertidos
fueron. Y, cuánto, debieron de haber dado
gracias al Dios vivo, por ese milagro,
que, los herejes de aquél tiempo, os dieron
muerte. Sí, habían matado vuestros cuerpos,
pero no, vuestras almas, que, felices
marcharon a la casa del Padre, donde
con justicia, coronados fueron de luz y
eternidad. Y, Constantino, una basílica os
regaló y, quiso, que Elena, su madre Santa,
sepultada fuera allí mismo. Y, las voces
de aquél tiempo, se escuchan hasta hoy:
“Marcelino y Pedro poderosos protectores,
escuchad nuestros clamores”. Amor, fe y luz;
oh, Santos Marcelino y Pedro, “verbos de fe”.
 
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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2 de Junio
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304
 
El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.
 
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado “la selva negra”, y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
 
Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: “Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores”.
 
 

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