Oh, San Lorenzo, sois vos; el hijo del Dios
de la vida, y su amado
santo, a quien, servisteis
hasta el martirio con fe y valor. Vuestra
vida,
narrada ha sido por San Ambrosio, San
Agustín y el poeta Prudencio. “Ya tengo
reunidos
todos los tesoros de la iglesia. Le aseguro
que son más valiosos
que los que posee el
emperador”. Así, le respondisteis al alcalde,
y, le
mostrasteis vuestro “oro”, hechos pobres,
lisiados, mendigos, huérfanos,
viudas, ancianos,
mutilados, ciegos y leprosos a los que vos
ayudabais. Y,
el impío, emperador Valeriano
perseguidor de cristianos, que había
ordenado
dar muerte a San Sixto Papa, y sus diáconos;
cuatro días después
lo hizo contra vos, pero,
con valor y firmeza enfrentasteis a
vuestros
verdugos, lidiando en suplicio pleno, tanto que,
ardiendo,
vivabais a Jesucristo, Dios y Señor
Nuestro, en la misma cara de aquellos
paganos
senadores, que absortos, contemplaban el poder
de la luz, y, en el
acto, se convertían, llenos
de asombro. “Ya estoy asado por un lado.
Ahora
que me vuelvan hacia el otro lado para quedar
asado por completo”.
“La carne ya está lista,
pueden comer”. Decíais todo esto en increíble
paz
y calma. Y, así, vuestra alma, al cielo voló,
para recibir corona de luz,
como premio justo
a vuestra entrega de amor, pero, no envano,
pues, sirvió
vuestro martirio, para la conversión
de Roma toda y la extinción de su
idolatría;
oh, San Lorenzo, “generosidad y amor por Cristo”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón
Delgado
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10 de Agosto
San Lorenzo
Mártir
Año 258
Señor Dios: Tú le concediste a este mártir un valor impresionante para
soportar sufrimientos por tu amor, y una generosidad total en favor de los
necesitados. Haz que esas dos cualidades las sigamos teniendo todos en tu Santa
Iglesia: generosidad inmensa para repartir nuestros bienes entre los pobres, y
constancia heroica para soportar los males y dolores que tú permites que nos
lleguen.
Su nombre significa: “coronado de laurel”. Los datos acerca de este santo los ha narrado San Ambrosio, San Agustín y el
poeta Prudencio. Lorenzo era uno de los siete diáconos de Roma, o sea uno de los
siete hombres de confianza del Sumo Pontífice. Su oficio era de gran
responsabilidad, pues estaba encargado de distribuir las ayudas a los pobres. En
el año 257 el emperador Valeriano publicó un decreto de persecución en el cual
ordenaba que todo el que se declarara cristiano sería condenado a muerte. El 6
de agosto el Papa San Sixto estaba celebrando la santa Misa en un cementerio de
Roma cuando fue asesinado junto con cuatro de sus diáconos por la policía del
emperador. Cuatro días después fue martirizado su diácono San Lorenzo.
La antigua tradición dice que cuando Lorenzo vio que al Sumo Pontífice lo
iban a matar le dijo: “Padre mío, ¿te vas sin llevarte a tu diácono?” y San
Sixto le respondió: “Hijo mío, dentro de pocos días me seguirás”. Lorenzo se
alegró mucho al saber que pronto iría a gozar de la gloria de Dios. Entonces
Lorenzo viendo que el peligro llegaba, recogió todos los dineros y demás bienes
que la Iglesia tenía en Roma y los repartió entre los pobres. Y vendió los
cálices de oro, copones y candeleros valiosos, y el dinero lo dio a las gentes
más necesitadas.
El alcalde de Roma, que era un pagano muy amigo de conseguir dinero, llamó a
Lorenzo y le dijo: “Me han dicho que los cristianos emplean cálices y patenas de
oro en sus sacrificios, y que en sus celebraciones tienen candeleros muy
valiosos. Vaya, recoja todos los tesoros de la Iglesia y me los trae, porque el
emperador necesita dinero para costear una guerra que va a empezar”.
Lorenzo le pidió que le diera tres días de plazo para reunir todos los
tesoros de la Iglesia, y en esos días fue invitando a todos los pobres,
lisiados, mendigos, huérfanos, viudas, ancianos, mutilados, ciegos y leprosos
que él ayudaba con sus limosnas. Y al tercer día los hizo formar en filas, y
mandó llamar al alcalde diciéndole: “Ya tengo reunidos todos los tesoros de la
iglesia. Le aseguro que son más valiosos que los que posee el emperador”.
Llegó el alcalde muy contento pensando llenarse de oro y plata y al ver
semejante colección de miseria y enfermedad se disgustó enormemente, pero
Lorenzo le dijo: “¿por qué se disgusta? ¡Estos son los tesoros más apreciados de
la iglesia de Cristo!” .El alcalde lleno de rabia le dijo: “Pues ahora lo mando
matar, pero no crea que va a morir instantáneamente. Lo haré morir poco a poco
para que padezca todo lo que nunca se había imaginado. Ya que tiene tantos
deseos de ser mártir, lo martirizaré horriblemente”.
Y encendieron una parrilla de hierro y ahí acostaron al diácono Lorenzo. San
Agustín dice que el gran deseo que el mártir tenía de ir junto a Cristo le hacía
no darle importancia a los dolores de esa tortura. Los cristianos vieron el
rostro del mártir rodeado de un esplendor hermosísimo y sintieron un aroma muy
agradable mientras lo quemaban. Los paganos ni veían ni sentían nada de eso.
Después de un rato de estarse quemando en la parrilla ardiendo el mártir dijo
al juez: “Ya estoy asado por un lado. Ahora que me vuelvan hacia el otro lado
para quedar asado por completo”. El verdugo mandó que lo voltearan y así se
quemó por completo. Cuando sintió que ya estaba completamente asado exclamó: “La
carne ya está lista, pueden comer”. Y con una tranquilidad que nadie había
imaginado rezó por la conversión de Roma y la difusión de la religión de Cristo
en todo el mundo, y exhaló su último suspiro. Era el 10 de agosto del año
258.
El poeta Prudencio dice que el martirio de San Lorenzo sirvió mucho para la
conversión de Roma porque la vista del valor y constancia de este gran hombre
convirtió a varios senadores y desde ese día la idolatría empezó a disminuir en
la ciudad. San Agustín afirma que Dios obró muchos milagros en Roma en favor de
los que se encomendaban a San Lorenzo. El santo padre mandó construirle una
hermosa Basílica en Roma, siendo la Basílica de San Lorenzo la quinta en
importancia en la Ciudad Eterna.
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