Oh, Santa Teresa Eustoquio, vos, sois el hijo del Dios
de la vida y su amada santa y que os entregasteis en alma
y cuerpo a Nuestro Señor Jesús, Dios y Señor Nuestro. Y,
que además, honor hicisteis al significado de vuestro
nombre: “bella y ardiente como el sol del verano”, porque
amasteis a Dios, con la belleza y el ardor de vuestra alma.
Vos, afortunada fuisteis por tenido haber, una familia
quienes os dieron una educación cristiana muy sólida,
la misma que os perfiló hasta los altares santos. Abierta,
inteligente y sensible a los valores de la fidelidad
y de la gracia, siempre os mostrasteis, pues, dejasteis
que el Santo Espíritu, os guiara, toda vuestra santa vida,
y que, vuestro corazón lo fijaseis en Dios y desde Él,
hasta el prójimo. Y, como pasa con todas las cosas de este
mundo, todo, no fue color de rosa, porque vivisteis
la soledad de “vivir” sin Él, pero, vos, nunca perdisteis
el confiar en Él, tanto que fundasteis, las “Hijas del
Sagrado Corazón de Jesús”, y aunque vivisteis tiempos
difíciles, Dios, nunca os dejó desamparada y os mostró
más bien, su poder siempre. Y, como todo en esta vida,
y luego de haber gastado la vuestra por Dios y los demás,
os tocó la hora que entregasteis vuestra alma al cielo,
para recibir a cambio, premio justo y ser coronada con
corona de luz y gloria, como recompensa a vuestro amor;
oh, Santa Teresa Eustoquio, “amor del corazón de Jesús”.
© 2014 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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27 de Octubre
Santa Teresa Eustoquio
Monja
Etimológicamente significa “bella y ardiente como el sol del verano” o “mujer amable y fuerte”. Viene de la lengua griega y alemana.
Cuando el creyente se pone en contacto con estos gigantes de la santidad, se queda alucinado. Ve que todos los males que pueden asolar a las personas tienen una terapia fenomenal con la práctica de la oración.
La chica Teresa tuvo la fortuna de tener unos padres que, aunque de fueran de la alta alcurnia, le dieron una educación muy cristiana. La educación primaria la hizo en casa teniendo como maestro a un canónigo amigo de la familia.
Era abierta, inteligente y sensible a los valores de la fidelidad y de la gracia.
Desde pequeña dejó que fuera el Espíritu Santo quien dirigiera los pasos de su existencia. Su afán se centraba en Dios solamente y, desde él, en los demás.
Sin embargo, le ocurrió como a la gran Teresa de Avila: tener la experiencia de la ausencia de Dios, aunque, aún sin sentirlo, jamás perdió su confianza.
Se metió a monja benedictina. Después de algunos años tuvo la inspiración divina de fundar una nueva congregación llamada las “Hijas del Sagrado Corazón de Jesús”.
Le tocó vivir en tiempo difíciles por las revueltas políticas y sociales. A nivel eclesial, el jansenismo crecía mucho. Por eso, en la mitad del siglo XIX nacieron varias congregaciones con el nombre de esta fundación. Eran los años de la gran expansión de la devoción al Corazón de Jesús, al amor.
Se dedica esta congregación a la obra educativa, fruto de la persuasión y el respeto a la individualidad de cada uno.
Después de una vida de intenso trabajo por Dios y por los demás, murió el año 1852. Juan Pablo II la canonizo el diez de junio del 2001.
Esta fecha se celebra también a San Gustavo.
(http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=13277)
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