19 febrero, 2015

Beato Álvaro de Zamora

 


¡Oh!, Beato Álvaro de Zamora, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
y su amado santo, y que, célebre os hicisteis por vuestro predicar
y por la contemplación de la Pasión de Cristo, Dios y Señor
Nuestro. Vuestra obra y ardorosa predicación, más vuestro
ejemplo, a la reforma contribuyeron de vuestra Orden. Os
impactó el camino al calvario en Tierra Santa, y deseoso de vivir
una existencia en soledad y perfección, fundasteis el observante
convento de Sto. Domingo Escalaceli, en cuyos oratorios “la vía
dolorosa” se reproducía, por vos, en Jerusalén venerada. Además,
con vos a la cabeza, origen disteis a la devoción de la “Vía Crucis”.
De noche, os retirabais a una gruta, donde, a imitación de vuestro
Padre Domingo, orabais y os flagelabais, convirtiéndose más
tarde, en lugar de peregrinaje para los fieles. Muchos milagros
obrasteis y poseíais el don de la profecía. Llegado el tiempo
vuestra alma voló al cielo, para coronada ser con corona de luz,
como justo premio, a vuestra grande entrega de amor y fe;
¡Oh!, Beato Álvaro de Zamora, “Viva Pasión de Cristo y predicación”

© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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19 de Febrero
Beato Álvaro de Zamora de Córdoba
Predicador Dominico

Martirologio Romano: En Córdoba, en la región española de Andalucía, conmemoración del Beato Álvaro de Zamora, presbítero de la Orden de Predicadores, que se hizo célebre por su modo de predicar y contemplar la Pasión del Señor (c. 1430).

Etimológicamente Álvaro = Aquel que es el defensor de todos, es de origen germánico. Fecha de beatificación: El Papa Benedicto XIV, aprobó su culto el 22 de septiembre de 1741. Álvaro de Córdoba, el beato, nació a mediados del siglo XIV, en Zamora (1360?) y murió en Córdoba el año 1430. Perteneció a la noble familia Cardona.

Entró en el convento dominico de S. Pedro en Córdoba, en el año 1368. Fue un famoso y ardiente predicador, y con su ejemplo y sus obras, contribuyó a la reforma de la Orden, iniciada por el Beato Raimundo de Capua y sus discípulos.

Después de volver de una peregrinación a Tierra Santa, quedó impactado en el corazón por el doloroso Camino del Calvario, recorrido por nuestro Salvador.

Deseoso de vivir una existencia en soledad y perfección, donde poder templar el espíritu para un apostolado más provechoso, con el favor del rey D. Juan II de Castilla, del que era su confesor, pudo fundar a tres millas de Córdoba el famoso y observante convento de Sto. Domingo Escalaceli (Escalera del Cielo), donde había varios oratorios que reproducían la “vía dolorosa”, por él venerada en Jerusalén. Esta sagrada representación fue imitada en otros conventos, dando origen a la devoción tan bella del “Vía Crucis”, apreciadísima en la piedad cristiana.

De noche, se retiraba a una gruta distante del convento donde, a imitación de su Sto. Padre Domingo, oraba y se flagelaba. Con el tiempo, ésta se convirtió en meta de peregrinaciones para los fieles. Poseía el don de profecía y obró milagros.

Murió el 19 de febrero de 1430 y fue sepultado en su convento.

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