¡Oh!, Santa Escolástica, vos, sois la hija del Dios de la vida,
y su amada santa, y, además, gemela hermana de San Benito,
y su amada santa, y, además, gemela hermana de San Benito,
que, os abrazasteis también a la cruz de Cristo, a ser llegando
superiora de un convento de monjas, y vuestro hermano Benito,
otro dirigía para hombres en el Mismo lugar: El Monte Casino.
Con vuestra entrega de amor y fe, supisteis, la gloria del cielo,
labraros, y todo, transitando por el angosto camino, que os
condujo al gozo, sin duda alguna de la vida eterna. Vos, una
noche cualquiera a Benito le pedisteis, que se quedara, para
“cosas del cielo” conversar. Y, él, os respondió: ¿Cómo se te
ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros
reglamentos nos prohíben pasar la noche fuera del convento?
Y, ella a Dios orando, os contestó: “¿Ves hermano? Te rogué a
ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y El, sí
atendió mi petición”. Pronto, el cielo abajo se vino abajo
en agua, en tormenta sin igual. Y, así, hablando se quedaron
sobre las “delicias del cielo”, mientras corrían truenos y
relámpagos. Un día, voló vuestra alma al cielo, hecha paloma
y mientras vuestro hermano, presenciaba aquél vuelo, mandó
enterraros en el Monte santo. Y, a los pocos días, también
partió él, para compañía haceros, en la casa del Padre. Y,
hoy, ambos, “vivís” coronados de luz y de eternidad, como
muy justo premio a vuestra increíble, entrega de amor y fe;
¡oh!, Santa Escolástica, “amor de Dios, fe y esperanza.”
superiora de un convento de monjas, y vuestro hermano Benito,
otro dirigía para hombres en el Mismo lugar: El Monte Casino.
Con vuestra entrega de amor y fe, supisteis, la gloria del cielo,
labraros, y todo, transitando por el angosto camino, que os
condujo al gozo, sin duda alguna de la vida eterna. Vos, una
noche cualquiera a Benito le pedisteis, que se quedara, para
“cosas del cielo” conversar. Y, él, os respondió: ¿Cómo se te
ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que nuestros
reglamentos nos prohíben pasar la noche fuera del convento?
Y, ella a Dios orando, os contestó: “¿Ves hermano? Te rogué a
ti y no quisiste hacerme caso. Le rogué a Dios, y El, sí
atendió mi petición”. Pronto, el cielo abajo se vino abajo
en agua, en tormenta sin igual. Y, así, hablando se quedaron
sobre las “delicias del cielo”, mientras corrían truenos y
relámpagos. Un día, voló vuestra alma al cielo, hecha paloma
y mientras vuestro hermano, presenciaba aquél vuelo, mandó
enterraros en el Monte santo. Y, a los pocos días, también
partió él, para compañía haceros, en la casa del Padre. Y,
hoy, ambos, “vivís” coronados de luz y de eternidad, como
muy justo premio a vuestra increíble, entrega de amor y fe;
¡oh!, Santa Escolástica, “amor de Dios, fe y esperanza.”
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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10 de Febrero
Santa Escolástica
Religiosa (año 543)
Santa Escolástica
Religiosa (año 543)
Era hermana gemela de San Benito, el santo que fundó la primera
comunidad religiosa de occidente. Nació el año 480, en Nursia, Italia.
Desde muy joven se dedicó también ella a la vida religiosa y fue
superiora de un convento de monjas. Su hermano dirigía un gran convento
para hombres en el Monte Casino, y Escolástica fundó un convento para
mujeres a los pies de ese mismo monte.
Aunque eran hermanos y se amaban mucho, sin embargo San Benito no iba
a visitar a Escolástica sino una vez cada año, pues él era muy
mortificado en hacer visitas. El día de la visita lo pasaban los dos
hablando de temas espirituales.
Pocos días antes de la muerte de la santa fue su hermano a visitarla y
después de haber pasado el día entero en charlas religiosas, el santo
se despidió y se dispuso a volver al monasterio. Era el primer jueves de
Cuaresma del año 547.
Escolástica le pidió a San Benito que se quedara aquella noche
charlando con ella acerca del cielo y de Dios. Pero el santo le
respondió: ¿Cómo se te ocurre hermana semejante petición? ¿No sabes que
nuestros reglamentos nos prohiben pasar la noche fuera del convento?
Entonces ella juntó sus manos y se quedó con la cabeza inclinada, orando
a Dios. Y en seguida se desató una tormenta tan espantosa y un aguacero
tan violento, que San Benito y los dos monjes que lo acompañaban no
pudieron ni siquiera intentar volver aquella noche a su convento. Y la
santa le dijo emocionada: “¿Ves hermano? Te rogué a ti y no quisiste
hacerme caso. Le rogué a Dios, y El sí atendió mi petición”. Y pasaron
toda aquella noche rezando y hablando de Dios y de la Vida Eterna.
Benito volvió a su convento de Monte Casino y a los tres días, al
asomarse a la ventana de su celda vio una blanquísima paloma que volaba
hacia el cielo. Entonces por inspiración divina supo que era el alma de
su hermana que viajaba hacia la eternidad feliz. Envió a unos de sus
monjes a que trajeran su cadáver, y lo hizo enterrar en la tumba que se
había preparado para él mismo. Pocos días después murió también el
santo. Así estos dos hermanos que vivieron toda la vida tan unidos
espiritualmente, quedaron juntos en la tumba, mientras sus almas cantan
eternamente las alabanzas a Dios en el cielo.
El trabajo ofrecido por Dios es una gran oración (San Benito).
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