¡Oh, Sábado Santo de Gloria!
Como una viuda, llora la Iglesia
la muerte de su Esposo,
está junto al sepulcro del Señor
su pasión y muerte meditando.
¿Ha descendido Jesús a los infiernos?
¡Sí! Pero no como parte de la paga
del pecado, sino, de la vida y
de su triunfo sobre la muerte
las almas de los justos liberando
y abriendo las puertas del paraíso;
¡Oh, Sábado Santo de Gloria!
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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Sábado Santo
Durante el día del sábado, como una viuda, la Iglesia llora la muerte de su Esposo
La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor., meditando su
pasión y muerte y aquél “descenso a los infiernos” – al lugar de los
muertos – que confesamos en el Credo y que prolonga la humillación de la
cruz, manifestando el realismo de la muerte de Jesús, cuya alma conoció
en verdad la separación del cuerpo y se unió a las restantes almas de
los justos. Pero el descenso al reino de muerte es también el primer
movimiento de la victoria de Cristo sobre la misma.
Hoy no se celebra sacrificio de la Misa ni se recibe comunión – a no
ser el caso de viático -, aunque se reza la liturgia de las Horas. El
altar permanece por todo ello desnudo hasta que, después de la solemne
Vigilia o expectación nocturna de la Resurrección, se inauguren los
gozos de la Pascua, cuya exuberancia inundará los cincuenta días
pasados.
Sábado de Gloria
“…rogó a Pilato José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque
en secreto por temor de los judíos, que le permitiese tomar el cuerpo
de Jesús, y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y tomó su cuerpo. Llegó
Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche al principio, y
trajo una mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron, pues,
el cuerpo de Jesús y lo fajaron con bandas de aromas, según es costumbre
sepultar entre los judíos. Había cerca del sitio donde fue crucificado
un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el cual nadie aún había
sido depositado. Allí, a causa de la Pascua de los judíos, por estar
cerca el monumento, pusieron a Jesús (Jn 19, 38-42).”
Reflexión
Es curioso ver los frutos inmediatos de la muerte de Jesús, en
verdad, si el grano de trigo no muere, no dará fruto. José de Arimatea y
Nicodemo preparan el cuerpo sagrado de Jesús como era costumbre entre
los judíos. Tenían que darse prisa, pues ya se acercaba la madrugada,
que era el sábado. Los judíos guardaban el sábado, y no hacían ningún
tipo de trabajo, sólo orar, estar recogidos en Dios.
Estos hombres, que
eran fieles a sus leyes, no querían dejar a Jesús así, pero tampoco
querían ir en contra de los preceptos religiosos. Tuvieron que
sepultarlo en una tumba nueva, que estaba allí cerca. Las mujeres que
acompañaba a Jesús también vieron colocaron el cuerpo de Jesús y se
fueron antes de que comenzara el sábado.
Jesús, “descendió a los infiernos”, dice el credo que rezamos, pero
este infierno no es el mismo del que Jesús habla en el evangelio (fuego
eterno), sino es el limbo, donde estaban todos los justos esperando que
Jesús triunfara sobre el mal, que se consumiera su muerte, su
reparación por nuestros pecados, para que así, las puertas del paraíso
volvieran a abrirse y ellos pudieran entrar.
Mientras que el mundo pensaba que Jesús había fracasado, no fue así,
triunfó. Apenas comenzaba la glorificación del Padre y la Suya.
Mientras los apóstoles, asustados, se escondían por temor a ser vistos
por los soldados, pues temían su propia vida, Jesús liberaba a los
justos y estos salieron al encuentro del paraíso que Dios tenía
preparado para ellos. Diferentes sentimientos sobre un mismo suceso, y
usted, qué sentimientos tiene ante estos sucesos?
(http://www.ewtn.com/spanish/Tiempos%20Litúrgicos/Cuaresma/semana_santa/triduo_pascual/sabado_santo.htm)
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