¡Oh!, San Luis de Gonzaga, vos sois, el hijo del Dios de la vida,
y que honor hicisteis al significado de vuestro nombre: “batallador
glorioso”. Vos, en práctica pusisteis los tres consejos de San
Roberto Belarmino: Frecuente confesión y comunión, mucha devoción
a Nuestra Señora, y, vidas de Santos leer, para a serlo llegar.
“Voto de castidad”, hicisteis, ante la imagen de Nuestra Señora,
y así fue; os mantuvisteis puro. A menudo solíais preguntaros,
antes de hacer o decir: “¿De qué sirve esto para la eternidad?”.
Un día, os dijo la Madre de Dios: “¡Debes entrar en la Compañía
de mi Hijo!” y, vos, cumplisteis con ella, dándoos por íntegro.
“Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando
a otros a salvarse, me condene yo mismo”; decía Pablo, y por ello,
en vuestro día, reza la Iglesia: “Señor: ya que no pudimos imitar
a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar
en la penitencia. Amén”. Santa Magdalena de Pazzi os vio en una
visión: “Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera
un grado tan alto de gloria en el paraíso”. Vos, ibais de ciudad
en ciudad la paz poniendo entre familias que estaban peleadas y
las paces aceptaban y no pelear jamás. Y, un día, os llamó, Dios,
y, posando vuestros ojos, en el santo crucifijo dijisteis: “Que
alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. Y, el cielo
se alegró de teneros, como vos lo habíais ansiado siempre y
coronado fuisteis con corona de luz eterna. Luego de muerto, os
aparecisteis a un jesuita enfermo, y lo curasteis recomendándole
que no dejase de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Santo Patrono de todos los Jóvenes del orbe, santos, puros y castos;
¡oh!, San Luis de Gonzaga, “Maestro de la inocencia y la pureza”.
y que honor hicisteis al significado de vuestro nombre: “batallador
glorioso”. Vos, en práctica pusisteis los tres consejos de San
Roberto Belarmino: Frecuente confesión y comunión, mucha devoción
a Nuestra Señora, y, vidas de Santos leer, para a serlo llegar.
“Voto de castidad”, hicisteis, ante la imagen de Nuestra Señora,
y así fue; os mantuvisteis puro. A menudo solíais preguntaros,
antes de hacer o decir: “¿De qué sirve esto para la eternidad?”.
Un día, os dijo la Madre de Dios: “¡Debes entrar en la Compañía
de mi Hijo!” y, vos, cumplisteis con ella, dándoos por íntegro.
“Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando
a otros a salvarse, me condene yo mismo”; decía Pablo, y por ello,
en vuestro día, reza la Iglesia: “Señor: ya que no pudimos imitar
a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar
en la penitencia. Amén”. Santa Magdalena de Pazzi os vio en una
visión: “Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera
un grado tan alto de gloria en el paraíso”. Vos, ibais de ciudad
en ciudad la paz poniendo entre familias que estaban peleadas y
las paces aceptaban y no pelear jamás. Y, un día, os llamó, Dios,
y, posando vuestros ojos, en el santo crucifijo dijisteis: “Que
alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor”. Y, el cielo
se alegró de teneros, como vos lo habíais ansiado siempre y
coronado fuisteis con corona de luz eterna. Luego de muerto, os
aparecisteis a un jesuita enfermo, y lo curasteis recomendándole
que no dejase de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.
Santo Patrono de todos los Jóvenes del orbe, santos, puros y castos;
¡oh!, San Luis de Gonzaga, “Maestro de la inocencia y la pureza”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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21 de Junio
San Luis Gonzaga
San Luis Gonzaga
(Luis en alemán significa: batallador glorioso).
San Luis Gonzaga nació en Castiglione, Italia, en 1568. Hijo del
marqués de Gonzaga; de pequeño aprendió las artes militares y el más
exquisito trato social. Siendo niño sin saber lo que decía, empezó a
repetir palabras groseras que les había oído a los militares, hasta que
su maestro lo corrigió. También un día por imprudencia juvenil hizo
estallar un cañón con grave peligro de varios soldados. De estos dos
pecados lloró y se arrepintió toda la vida. La primera comunión se la
dio San Carlos Borromeo, Arzobispo de Milán.
San Luis estuvo como edecán en palacios de altos gobernantes, pero
nunca fijó sus ojos en el rostro de las mujeres. Y así se libró de
muchas tentaciones. Su director espiritual fue el gran sabio jesuita San
Roberto Belarmino, el cual le aconsejó tres medios para llegar a ser
santo: 1º. Frecuente confesión y comunión. 2º. Mucha devoción a la Sma.
Virgen. 3ro. Leer vidas de Santos.Ante una imagen de la Sma. Virgen en
Florencia hizo juramento de permanecer siempre puro. Eso se llama “Voto
de castidad”. Cuando iba a hacer o decir algo importante se preguntaba:
“¿De qué sirve esto para la eternidad?” y si no le servía para la
eternidad, ni lo hacía ni lo decía.
Una vez arrodillado ante la imagen de Nuestra Señora del Buen
Consejo, le pareció que la Sma. Virgen le decía: “¡Debes entrar en la
Compañía de mi Hijo!”. Con esto entendió que su vocación era entrar en
la Comunidad Compañía de Jesús, o sea hacerse jesuita. Le pidió permiso
al papá para hacerse religioso, pero él no lo dejó. Y lo llevó a grandes
fiestas y a palacios y juegos para que se le olvidara su deseo de ser
sacerdote. Después de varios meses le preguntó: “¿Todavía sigue deseando
ser sacerdote?”, y el joven le respondió: “En eso pienso noche y día”.
Entonces el papá le permitió entrar de jesuita. (En un desfile de
orgullosos jinetes en caballos elegantes, Luis desfiló montado en un
burro y mirando hacia atrás. Lo silbaron pero con eso dominó su
orgullo).
En 1581 el joven Luis Gonzaga, que era seminarista y se preparaba
para ser sacerdote, se dedicó a cuidar a los enfermos de la peste de
tifo negro. Se encontró en la calle a un enfermo gravísimo. Se lo echó
al hombro y lo llevó al hospital para que lo atendieran. Pero se le
contagió el tifo y Luis murió el 21 de junio de 1591, a la edad de sólo
23 años. Murió mirando el crucifijo y diciendo “Que alegría cuando me
dijeron: vamos a la casa del Señor”. La mamá logró asistir en 1621 a la
beatificación de su hijo. San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos
sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa
Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren
conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: “Domino mi
cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que enseñando a otros a
salvarse, me condene yo mismo”.
Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a
quedarse días enteros quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un
gran bien: le permitió dedicarse a leer las Vidas de Santos, y esto lo
animó muchísimo a volverse mejor. (A veces sentía remordimiento porque
le parecía que deseaba demasiado irse al cielo). Su confesor San
Roberto, que lo acompañó en la hora de la muerte, dice que Luis Gonzaga
murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal en su vida. Apenas el
hijo se hizo religioso su padre empezó a volverse mucho más piadoso de
lo que era antes y murió después santamente. Luis renunció a todas las
grandes herencias que le correspondían con tal de poder hacerse
religioso y santo.
Santa Magdalena de Pazzi vio en un éxtasis o visión a San Luis en el
cielo, y decía: “Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera un
grado tan alto de gloria en el paraíso”. Un oficio muy importante que
hizo San Luis durante su vida fue ir de ciudad en ciudad poniendo la paz
entre familias que estaban peleadas. Cuando él era enviado a poner paz
entre los enemistados, estos ante su gran santidad, aceptaban hacer las
paces y no pelear más. El era extraordinariamente amable y bien educado.
Después de muerto se apareció a un jesuita enfermo, y lo curó y le
recomendó que no se cansara nunca de propagar la devoción al Sagrado
Corazón de Jesús.
San Luis fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana
siguiente al Corpus, y en ese día murió. Ese viernes es la fiesta del
Sagrado Corazón de Jesús. La oración que la Iglesia le dirige a Dios en
la fiesta de este santo le dice: “Señor: ya que no pudimos imitar a San
Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar en la
penitencia. Amén”.
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