¡Oh!, San Santiago Apóstol, vos, sois, el hijo del Dios
de la vida, su Apóstol y amado santo, que, os convertisteis
de Jesús en preferido. Vuestro Maestro, os dijo después
de la pesca milagrosa, en presencia de Pedro y de vuestro
hermano Juan: “desde ahora seréis pescadores de hombres”.
Y, así fue. Dejasteis todo. Vuestras redes, a vuestro
padre y madre, y a vuestra empresa y con Cristo os fuisteis
para, servirle en su apostolado de amor y de verdad. Vos,
tuvisteis el privilegio de ver la Transfiguración de Jesús,
en el monte Tabor. Más tarde, y, cumpliendo lo que estaba
escrito, a España marchasteis, a evangelizarla hasta dejar
allí, vuestras santas reliquias, que hoy, os veneran tanto
que, Patrono os nombraron de su tierra y de su caballería,
porque, cada vez, que os invocaban, invocan y continuaran
haciéndolo, recibieron, reciben y recibirán sendos milagros
a raudales. En más de mil combates intercedisteis para,
que el bien y la justicia triunfase, como que así fue.
¿Dónde ahora estáis Santiago? ¿Dónde? Y, de seguro, hasta
el silencio, cuerpo toma, y responde a una voz diciendo:
“en el cielo está, en el cielo, con su Maestro y Señor”.
Y, así es, como bien vos, mismo lo sabéis, como justo
premio a vuestra entrega de amor, fe, esperanza y luz ;
¡oh!, San Santiago Apóstol, “luz y ayuda certera del cielo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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de la vida, su Apóstol y amado santo, que, os convertisteis
de Jesús en preferido. Vuestro Maestro, os dijo después
de la pesca milagrosa, en presencia de Pedro y de vuestro
hermano Juan: “desde ahora seréis pescadores de hombres”.
Y, así fue. Dejasteis todo. Vuestras redes, a vuestro
padre y madre, y a vuestra empresa y con Cristo os fuisteis
para, servirle en su apostolado de amor y de verdad. Vos,
tuvisteis el privilegio de ver la Transfiguración de Jesús,
en el monte Tabor. Más tarde, y, cumpliendo lo que estaba
escrito, a España marchasteis, a evangelizarla hasta dejar
allí, vuestras santas reliquias, que hoy, os veneran tanto
que, Patrono os nombraron de su tierra y de su caballería,
porque, cada vez, que os invocaban, invocan y continuaran
haciéndolo, recibieron, reciben y recibirán sendos milagros
a raudales. En más de mil combates intercedisteis para,
que el bien y la justicia triunfase, como que así fue.
¿Dónde ahora estáis Santiago? ¿Dónde? Y, de seguro, hasta
el silencio, cuerpo toma, y responde a una voz diciendo:
“en el cielo está, en el cielo, con su Maestro y Señor”.
Y, así es, como bien vos, mismo lo sabéis, como justo
premio a vuestra entrega de amor, fe, esperanza y luz ;
¡oh!, San Santiago Apóstol, “luz y ayuda certera del cielo”.
© 2015 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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25 de Julio
Santiago el mayor
ApóstoI
Año 44
Santiago el mayor
ApóstoI
Año 44
El nombre Santiago, proviene de dos palabras Sant Iacob. Porque su
nombre en hebreo era Jacob. Los españoles en sus batallas gritaban:
“Sant Iacob, ayúdenos”. Y de tanto repetir estas dos palabras, las
unieron formando una sola: Santiago. Fue uno de los 12 apóstoles del
Señor.
Era hermano de San Juan evangelista. Se le llamaba el Mayor, para
distinguirlo del otro apóstol, Santiago el Menor, que era más joven que
él. Con sus padres Zebedeo y Salomé vivía en la ciudad de Betsaida,
junto al Mar de Galilea, donde tenían una pequeña empresa de pesca.
Tenían obreros a su servicio, y su situación económica era bastante
buena pues podían ausentarse del trabajo por varias semanas, como lo
hizo su hermano Juan cuando se fue a estarse una temporada en el Jordán
escuchando a Juan Bautista.
Santiago formó parte del grupo de los tres preferidos de Jesús, junto
con su hermano Juan y con Simón Pedro. Después de presenciar la pesca
milagrosa, al oír que Jesús les decía: “Desde ahora seréis pescadores de
hombres”, dejó sus redes y a su padre y a su empresa pesquera y se fue
con Jesucristo a colaborarle en su apostolado. Presenció todos los
grandes milagros de Cristo, y con Pedro y Juan fueron los únicos que
estuvieron presentes en la Transfiguración del Señor y en su Oración en
el Huerto de Getsemaní.
¿Por qué lo prefería tanto Jesús? Quizás porque (como dice San Juan
Crisóstomo) era el más atrevido y valiente para declararse amigo y
seguidor del Redentor, o porque iba a ser el primero que derramaría su
sangre por proclamar su fe en Jesucristo. Que Jesús nos tenga también a
nosotros en el grupo de sus preferidos.
Cuenta el santo Evangelio que una vez al pasar por un pueblo de
Samaria, la gente no quiso proporcionarles ningún alimento y que
Santiago y Juan le pidieron a Jesús que hiciera llover fuego del cielo y
quemara a esos maleducados. Cristo tuvo que regañarlos por ese espíritu
vengativo, y les recordó que El no había venido a hacer daño a nadie
sino a salvar al mayor número posible de personas. Santiago no era santo
cuando se hizo discípulo del Señor. La santidad le irá llegando poquito
a poco.
Otro día Santiago y Juan comisionaron a Salomé, su madre, para que
fuera a pedirle a Jesús que en el día de su gloria los colocara a ellos
dos en los primeros puestos: uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús les dijo: “¿Serán capaces de beber el cáliz de amargura que yo voy
a beber?” Ellos le dijeron: “Sí somos capaces”. Cristo añadió: “El
cáliz de amargura sí lo beberán, pero el ocupar los primeros puestos no
me corresponde a Mí el concederlo, sino que esos puestos son para
aquellos para quienes los tiene reservado mi Padre Celestial”. Los otros
apóstoles se disgustaron por esta petición tan vanidosa de los dos
hijos de Zebedeo, pero Jesús les dijo a todos: “El que quiera ser el
primero, que se haga el servidor de todos, a imitación del Hijo del
hombre que no ha venido a ser servido sino a servir”. Seguramente que
con esta lección de Jesús, habrá aprendido Santiago a ser más humilde.
Después de la Ascención de Jesús, Santiago el Mayor se distinguió
como una de las principales figuras entre el gurpo de los Apóstoles. Por
eso cuando el rey Herodes Agripa se propuso acabar con los seguidores
de Cristo, lo primero que hizo fue mandar cortarle la cabeza a Santiago,
y encarcelar a Pedro. Así el hijo de Zebedeo tuvo el honor de ser el
primero de los apóstoles que derramó su sangre por proclamar la religión
de Jesús Resucitado.
Antiguas tradiciones (del siglo VI) dicen que Santiago alcanzó a ir
hasta España a evangelizar. Y desde el siglo IX se cree que su cuerpo se
encuentra en la catedral de Compostela (norte de España) y a ese
santuario han ido miles y miles de peregrinos por siglos y siglos y han
conseguido maravillosos favores del cielo. El historiador Pérez de Urbel
dice que lo que hay en Santiago de Compostela son unas reliquias, o sea
restos del Apóstol, que fueron llevados allí desde Palestina.
Es Patrono de España y de su caballería. Los españoles lo han
invocado en momentos de grandes peligros y han sentido su poderosa
protección. También nosotros si pedimos su intercesión conseguiremos sus
favores.
Apóstol Santiago: pídele a Jesús que seamos muchos, muchos, los que
como tú, nos dediquemos con toda valentía y generosidad a propagar por
el mundo la religión de Cristo.
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