¡Oh!, San Pío Quinto, vos, sois el hijo del Dios de la vida,
su Papa y, el mismo que, a los ejércitos vencedores de Lepanto,
felicitasteis diciéndoles: “No fueron las técnicas, no fueron
las armas, las que nos consiguieron la victoria. Fue la
intercesión de la Santísima Virgen María, Madre de Dios”.
Significa vuestro nombre: “el piadoso” o el que cumple sus
deberes con Dios, y vos, lo hicisteis de manera increíble.
Y, dominico ya, fuisteis de novicios Maestro, de conventos
Superior, y claro, Santo Padre. Vos, alertasteis sobre
los errores de los protestantes, y opusisteis resistencia a
su avance, con el costo, de perder vuestra santa vida. Erais,
bondadoso y generoso, con los creyentes, pero, con los herejes
uso hicisteis de vuestras dotes oratorias, confundiéndolos y
haciéndolos tornarse a la casa de Dios. San Carlos Borromeo,
os defendió para elegido ser Papa, cosa que lograsteis. Vos,
dabais la impresión de ser jn sencillo y simple monje, antes
que Papa, pues vuestro modo de vivir, de rezar, de comer y
de mortificaros, así lo evidenciaba. Vuestro claustro romano,
nos recuerda que teníais tres devociones: La Eucaristía,
el Rosario, y, la Santísima Virgen, la más grande. visitabais
hospitales a menudo y de igual forma las casas de los Pobres.
Vos, la custodia llevabais, con los ojos fijos en la Santa
Hostia. Un Nuevo Misal y una nueva edición de “La Liturgia
de Las Horas” y el “Catecismo Universal, publicasteis. La
enseñanza de la doctrina de Santo Tomás de Aquino, alentasteis
en los seminarios. Y, a cuenta vuestra, una armada organizasteis
contra los turcos y venciéndolos, vos, mismo dijisteis aquella
mañana gloriosa: “Dediquémonos a darle gracias a Dios y a la
Virgen Santísima, porque hemos conseguido la victoria”. Y,
así, cumplida vuestra tarea, voló vuestra alma al cielo para
coronada ser, con corona de luz, como premio a vuestro amor;
¡oh!, San Pío Quinto, “vivo Amor a Dios y a María Santísima”.
© 2016 by Luis Ernesto Chacón Delgado
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30 de Abril
San Pío V
Sumo Pontífice
(1572)
Es interesante el mensaje que el Pontífice envió felicitando a los
ejércitos vencedores. Dice así: “No fueron las técnicas, no fueron las
armas, las que nos consiguieron la victoria. Fue la intercesión de la
Santísima Virgen María, Madre de Dios”.
Oración
En este tiempo de tanta proliferación de protestantismo por todas
partes, que este valiente defensor de la Iglesia ruegue por nosotros.
“Si tu haces algo por la Virgen María, la Virgen hará mucho por ti”
Historia
Pío significa: el piadoso que cumple bien sus deberes con Dios. Se
llama Quinto, porque antes de él hubo otros cuatro Pontífices que
llevaron el nombre de Pío. Nació en un pueblo llamado Bosco, en Italia,
en 1504. Sus padres eran muy piadosos pero muy pobres. Aunque era un
niño muy inteligente, sin embargo hasta los 14 años tuvo que dedicarse a
cuidad ovejas en el campo, porque los papás no tenían con qué costearle
estudios. Pero la vida retirada en la soledad del campo le sirvió mucho
para dedicarse a la piedad y a la meditación, y la gran pobreza de la
familia le fue muy útil para adquirir gran fortaleza para soportar los
sufrimientos de la vida.
Más tarde será también Pastor de toda la Iglesia. Una familia rica
notó que su hijo Antonio se comportaba mejor desde que era amigo de
nuestro santo, y entonces dispuso costearle los estudios para que
acompañaran a Antonio y le ayudara a ser mejor. Y así pudo ir a estudiar
con los Padres Dominicos y llegar a ser religiosos de esa comunidad.
Nunca olvidará el futuro Pontífice este gran favor de tan generosa
familia. En la comunidad le fueron dando cargos de muchos importancia:
Maestro de novicios, Superior de varios conventos. Y muy pronto el Sumo
Padre, el Papa, lo nombró obispo. Tenía especiales cualidades para
gobernar.
Como el protestantismo estaba invadiendo todas las regiones y
amenazaba con quitarle la verdadera fe a muchísimos católicos, el Papa
nombró a nuestro santo como encargado de la asociación que en Italia
defendía a la verdadera religión. Y él, viajando casi siempre a pie y
con gran pobreza, fue visitando pueblos y ciudades, previniendo a los
católicos contra los errores de los evangélicos y luteranos, y
oponiéndose fuertemente a todos los que querían atacar nuestra religión.
Muchas veces estuvo en peligro de ser asesinado, pero nunca se dejaba
vencer por el temor. Con los de buena voluntad era sumamente bondadoso y
generoso, pero para con los herejes demostraba su gran ciencia y sus
dotes oratorias y los iba confundiendo y alejando, en los sitios a donde
llegaba.
El Papa, para premiarles sus valiosos servicios y para tenerlo cerca
de él como colaborador en Roma, lo nombró Cardenal y encargado de
dirigir toda la lucha en la Iglesia Católica en defensa de la fe y
contra los errores de los protestantes.
Al morir el Papa Pío IV, San Carlos Borromeo les dijo a los demás
cardenales que el candidato más apropiado para ser elegido Papa era este
santo cardenal. Y lo eligieron y tomó el nombre de Pío Quinto. Antes se
llamaba Antonio Chislieri.
Antes se acostumbraba que al posesionarse del cargo un nuevo
Pontífice, se diera un gran banquete a los embajadores y a los jefes
políticos y militares de Roma. Pío Quinto ordenó que todo lo que se iba a
gastar en ese banquete, se empleará en darles ayudas a los pobres y en
llevar remedios para los enfermos más necesitados de los hospitales.
Cuando recién posesionado, iba en procesión por Roma, vio en una
calle al antiguo amigo Antonio, aquel cuyos papás le habían costeado a
él los estudios y lo llamó y lo nombró gobernador del Castillo
Santángelo, que era el cuartel del Papa. La gente se admiró al saber que
el nuevo Pontífice había sido un niño muy pobre y comentaban que había
llegado al más alto cargo en la Iglesia, siendo de una de las familias
más pobres del país.
Pío Quinto parecía un verdadero monje en su modo de vivir, de rezar y
de mortificarse. Comía muy poco. Pasaba muchas horas rezando. Tenía
tres devociones preferidas La Eucaristía (celebraba la Misa con gran
fervor y pasaba largos ratos de rodillas ante el Santo Sacramento) El
Rosario, que recomendaba a todos los que podía. Y la Santísima Virgen
por la cual sentía una gran devoción y mucha confianza y de quién obtuvo
maravillosos favores.
Las gentes comentaban admiradas: “- Este sí que era el Papa que la
gente necesitaba”. Lo primero que ordenó fue que todo obispo y que todo
párroco debía vivir en el sitio para donde habían sido nombrados (Porque
había la dañosa costumbre de que se iban a vivir a las ciudades y
descuidaban la diócesis o la parroquia para la cual los habían
nombrado). Prohibió la pornografía. Hizo perseguir y poner presos a los
centenares de bandoleros que atracaban a la gente en los alrededores de
Roma. Visitaba frecuentemente hospitales y casas de pobres para ayudar a
los necesitados. Puso tal orden en Roma que los enemigos le decían que
él quería convertir a Roma en un monasterio, pero los amigos proclamaban
que en 300 años no había habido un Papa tan santo como él.
Las gentes obedecían sus leyes porque le profesaban una gran
veneración. En las procesiones con el Santísimo Sacramento los fieles se
admiraban al verlo llevar la custodia, con los ojos fijos en la Santa
Hostia, y recorriendo a pie las calles de Roma con gran piedad y
devoción. Parecía estar viendo a Nuestro Señor.
Publicó un Nuevo Misal y una nueva edición de La Liturgia de Las
Horas, o sea los 150 Salmos que los sacerdotes deben rezar. Publicó
también un Catecismo Universal. Dio gran importancia a la enseñanza de
las doctrinas de Santo Tomás de Aquino en los seminarios, porque por no
haber aprendido esas enseñanzas muchos sacerdotes se habían vuelto
protestantes.
Aunque era flaco, calvo, de barba muy blanca y bastante pálido las
gentes comentaban: “El Papa tiene energías para diez años y planes de
reformas para mil años más”.
Los mahometanos amenazaban con invadir a toda Europa y acabar con la
Religión Católica. Venían desde Turquía destruyendo a sangre y fuego
todas las poblaciones católicas que encontraban. Y anunciaron que
convertirían la Basílica de San Pedro en pesebrera para sus caballos.
Ningún rey se atrevía a salir a combatirlos.
Pío Quinto con la energía y el valor que el caracterizaban, impulsó y
buscó insistentemente la ayuda de los jefes más importantes de Europa.
Por su cuenta organizó una gran armada con barcos dotados de lo mejor
que en aquel tiempo se podía desear para una batalla. Obtuvo que la
república de Venecia le enviara todos sus barcos de guerra y que el rey
de España Felipe II le colaborase con todas sus naves de combate. Y así
organizó una gran flota para ir a detener a los turcos que venían a
tratar de destruir la religión de Cristo. Y con su bendición los envió a
combatir en defensa de la religión.
Puso como condición para estar seguros de obtener de Dios la
victoria, que todos los combatientes deberían ir bien confesados y
habiendo comulgado. Hizo llegar una gran cantidad de frailes capuchinos,
franciscanos y dominicos para confesar a los marineros y antes de
zarpar, todos oyeron misa y comulgaron. Mientras ellos iban a combatir
en las aguas del mar, el Papa y las gentes piadosas de Roma recorrían
las calles, descalzos, rezando el rosario para pedir la victoria.
Los mahometanos los esperaban en el mar lejano con 60 barcos grandes
de guerra, 220 barcos medianos, 750 cañones, 34,000 soldados
especializados, 13,000 marineros y 43,000 esclavos que iban remando. El
ejército del Papa estaba dirigido por don Juan de Austria (hermano del
rey de España). Los católicos eran muy inferiores en número a los
mahometanos. Los dos ejércitos se encontraron en el golfo de Lepanto,
cerca de Grecia.
El Papa Pío Quinto oraba por largos ratos con los brazos en cruz,
pidiendo a Dios la victoria de los cristianos. Los jefes de la armada
católica hicieron que todos sus soldados rezaran el rosario antes de
empezar la batalla. Era el 7 de octubre de 1571 a mediodía. Todos
combatían con admirable valor, pero el viento soplaba en dirección
contraria a las naves católicas y por eso había que emplear muchas
fuerzas remando. Y he aquí que de un momento a otro, misteriosamente el
viento cambió de dirección y entonces los católicos, soltando los remos
se lanzaron todos al ataque. Uno de esos soldados católicos era Miguel
de Cervantes. El que escribió El Quijote.
Don Juan de Austria con los suyos atacó la nave capitana de los
mahometanos donde estaba su supremo Almirante, Alí, le dieron muerte a
éste e inmediatamente los demás empezaron a retroceder espantados. En
pocas horas, quedaron prisioneros 10,000 mahometanos. De sus barcos
fueron hundidos 111 y 117 quedaron en poder de los vencedores. 12,000
esclavos que estaban remando en poder de los turcos quedaron libres.
En aquel tiempo las noticias duraban mucho en llegar y Lepanto
quedaba muy lejos de Roma. Pero Pío Quinto que estaba tratando asuntos
con unos cardenales, de pronto se asomó a la ventana, miró hacia el
cielo, y les dijo emocionado: “Dediquémonos a darle gracias a Dios y a
la Virgen Santísima, porque hemos conseguido la victoria”. Varios días
después llegó desde el lejano Golfo de Lepanto, la noticia del enorme
triunfo. El Papa en acción de gracias mandó que cada año se celebre el 7
de octubre la fiesta de Nuestra Señora del Rosario y que en las
letanías se colocara esta oración “María, Auxilio de los cristianos,
ruega por nosotros” (propagador del título de Auxiliadora fue este
Pontífice nacido en un pueblecito llamado Bosco. Más tarde un sacerdote
llamado San Juan Bosco, será el propagandista de la devoción a María
Auxiliadora).
Pío V murió el 1 de mayo de 1572 a los 68 años de edad y fue declarado santo por el Papa Clemente XI en 1712.
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